noviembre 16, 2009

Mensaje en el 1º Aniversario de la Revolución del 4 de junio de 1943 (1944)

MENSAJE AL PUEBLO DE LA REPÚBLICA CON MOTIVO DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DEL 4 DE JUNIO DE 1943
Gral. Edelmiro J. Farrell
[4 de Junio de 1944]

CIUDADANOS:
En mi carácter de Presidente de la Nación y cumpliendo un mandato imperativo de la Magistratura que invisto, vengo a rendir cuentas de la acción cumplida por el gobierno que tengo el honor de presidir.
Lo hago ante las fuerzas armadas y el pueblo de la República, en forma directa y personal, por constituir éstos el tribunal soberano que decide en toda instancia su propio destino.
En los momentos cruciales de la vida nacional, las fuerzas militares han debido salir de sus cuarteles para terminar con un alarmante proceso de decadencia interior, resguardar la defensa de los derechos del pueblo, restaurar las instituciones del país, afirmar principios de moral cívica y acentuar la recuperación del patrimonio histórico, estimulando el amor y respeto por la Patria, la nacionalidad y sus símbolos inmortales.
UNA CRISIS NACIONAL.
La Nación, antes del 4 de junio de 1943, había perdido el sentido de sus grandes destinos; los grupos políticos gobernantes y aquellos que actuaban a la manera de críticos interesados o controles complacientes, lanzaron al país hacia una pronunciada crisis de sus valores morales y materiales. El desenfreno demagógico se extendía a todos los sectores con inquietante holgura. Ni los sagrados tribunales de la justicia, fuente permanente de equilibrio para las pasiones más fuertes, pudieron salvarse de la avalancha incontenible de corrupción a que los condujo esa falsa política, hoy separada del manejo del Estado.
Estaban subvertidas las instituciones fundamentales, trastrocados los valores tradicionales y los diversos sectores de población, sin distinción de tendencias ni credos, habían perdido la fe en el poder público y la esperanza era ya fácil desilusión; el mal ejemplo cundía y el escepticismo llegaba a los espíritus más recios.
No falto a la responsabilidad de gobernante, ni incurro en el gastado recurso de ensombrecer el cuadro que ofrecía el país antes de la Revolución, cuando afirmo, frente a una nutrida y veraz documentación, que la República marchaba hacia la oscuridad y el caos.
Nuestro pueblo, tal vez más que otro alguno de la tierra, con esa sensibilidad que le permite captar con extraña intuición los momentos angustiosos de su historia, cayó en una peligrosa indiferencia, rayana en la incredulidad, trocándose de fuerza pujante, en decepcionado espectador, porque se sentía herido en sus legítimos derechos y justas aspiraciones.
Era ése el fruto de una acción negativa, atentatoria del porvenir promisorio del país. Las masas populares engañadas, comprendían, frente a hechos concretos, que habían confiado mal en sus ídolos políticos, prestos siempre para las promesas de mundos mejores, pero tan reacios para cumplirlas como propensos a olvidarlas.
Las fuerzas políticas cuando procuran desde el llano o en el gobierno, concretar en medidas acertadas las necesidades razonables del pueblo, ejercen sin duda una función rectora cuya conveniencia es indiscutible. Cuando así sucede, a nadie, ciudadano o soldado, pueden repugnar. Pero si en cambio, las mismas obedecen de consuno al instinto ambicioso, sin sentido constructivo, realizando tareas negativas, traicionando deberes y obligaciones inexcusables y arriesgando sin derechos ni títulos, la vida y tranquilidad de la Nación, pronto se convierten en factores perjudiciales inoperantes como fuerzas orientadoras e indignas de ejercer la representación popular.
LA REVOLUCIÓN DE JUNIO, MOVIMIENTO RECUPERADOR
Para poner coto a las demasías de una clase gobernante viciada, realizamos la Revolución que triunfó sin oposición valedera, porque contó con el firme apoyo de todos los ambientes, a excepción de los interesados en mantener el estado de cosas reinante. Es que no fue una aventura afortunada en demanda del poder ni de la gloria, sino un movimiento netamente argentino que ha tenido la virtud de ratificar, una vez más, que el Ejército y la Marina siguen siempre atentamente la marcha del país, sin ser ajenos al dolor del pueblo ni indiferentes a sus inquietudes y esperanzas.
La Revolución -contra la afirmación interesada- llegó al ejercicio de las funciones del Gobierno con un programa claro, valiente y definido. No tuvo quizás ese ordenamiento hábil que caracteriza a los planes pre-electoralistas que todos conocemos, pero nadie podrá negar que es un plan orgánico de acción, el que se ha cumplido en sus líneas generales, realizado con método y reflexión, para no caer en las precipitadas construcciones que aguardan con fruición los impacientes. La Revolución sigue su marcha hacia el logro de la recuperación moral y cívica del país. Sin embargo, no estamos orgullosos de la obra cumplida. Ella simplemente nos resulta satisfactoria porque tiene un hondo sentido renovador, especialmente en el campo de la solidaridad nacional y una decidida orientación hacia la confraternidad americana, en pro de la cual han de continuar nuestros esfuerzos. Para aquélla como para ésta, hemos contado con la comprensión del pueblo argentino, que estimula nuestra acción tendiente a consolidar los altos valores históricos y morales de la República, en el plano de equilibrio y consideración a que es humano aspirar.
El perfeccionamiento de las instituciones no es labor que se realiza sin alternativas ni tropiezos. Lleva consigo, inevitablemente, necesidad de tiempo, agota esfuerzos y provoca cambios en el elenco humano llamado a la acción.
Pero por sobre los dictados de la conveniencia personal, que suele producir cómodos renunciamientos, existen, felizmente, fuerzas morales que incitan a ejercer destinos determinados -aunque transitorios- con toda la abnegación y sacrificio que ellas imponen. Estas fuerzas tan poderosas, gravitan sobre mi espíritu y alientan mi empeño para no declinar ante la difícil y compleja tarea. Los halagos accidentales de la posición no lograrán, en instante alguno de mi vida, desviar este profundo cariño por la tierra que me vio nacer, que me indica trabajar sin descanso, junto a inteligentes, decididos y patrióticos colaboradores, bregando por el bien de la Patria, para el cual están siempre dispuestas nuestras energías, firmes los espíritus y resueltos los corazones.
UNA PRUEBA DE SOLIDARIDAD NACIONAL.
En medio de la angustia que sacudió a la República con motivo del terremoto que destruyó San Juan, ha sido alentador comprobar la solidaria emoción del país ante la terrible catástrofe. Al llamamiento del Gobierno, que acudió de inmediato con amplia, eficaz y organizada tarea de amparo, no quedó persona o entidad que no entregara su voluntario aporte, especialmente los humildes. Ese gesto noble, revela de manera elocuente la calidad moral que encierra el alma popular argentina, tan sensible al dolor humano como dispuesta a mitigarlo.
En esa penosa circunstancia estuvieron presentes los pueblos hermanos, cuyos gobiernos, con espontánea generosidad que jamás olvidaremos, hicieron llegar prestamente su valiosa ayuda material y su palabra de aliento, rivalizando en las exteriorizaciones fraternales.
LAS FUERZAS ARMADAS EJECUTORAS DE LA REVOLUCIÓN
Las fuerzas armadas de la Nación, en común identidad de propósitos, respondieron a la consideración pública, con la realización del movimiento Revolucionario del 4 de junio, de significación trascendental para la República y de incalculable valor para la historia. No podían permitir la continuidad anormal que había desequilibrado hombres e instituciones, y hubieron de salir de sus centros, resuelta y valientemente. En el caos que vivía el país antes de la Revolución, el Ejército y la Marina no fueron salpicados en instante alguno: ello permitió conservar, intangible, una fuerza sana para ser utilizada en la tarea de desalojar del poder estatal a los usufructuarios, liberando la ciudadanía argentina de una fatal decadencia.
No fue tarea fácil ni empresa sin riesgos. A veces la fortuna suele ser esquiva y en la brega se sacrifican honores y vidas. El destino ha querido que este Movimiento tuviera su marca de fuego y de sangre. Han caído en la lucha inicial compañeros de ideal y camaradas de armas, en holocausto definitivo de la noble causa. Rindamos hoy, con la emoción del recuerdo, el más alto homenaje para los que se inmolaron en la Revolución. Que el ejemplo de estas dolorosas pérdidas sea el estímulo de la magna tarea de reconstruir la Patria.
Unimos nuestro destino de militares al de nuestro pueblo. No es el derecho de la fuerza el que nos otorga el poder para dirigir, ordenar y formar los nuevos derroteros de la Nación; además de soldados dispuestos a dar la vida, somos ciudadanos de corazón y cerebro, tenemos hogares formados como cualquier ciudadano, tenemos hijos y amigos, sentimos, pensamos y sufrimos como todos: no podíamos entonces estar ausentes en la hora del peligro. He ahí la razón fundamental de nuestro derecho de conquista, que si fue ejecutado con las armas en la mano, no lo ha sido contra el pueblo sino para radiar a los malos políticos, en defensa y apoyo de las solicitaciones populares.
Las fuerzas armadas de la Nación no esperan ni desean homenajes. El mejor de ellos y el que más halaga sus sentimientos de argentinos, es el clima de tranquilidad y orden en que se desenvuelven las actividades del país, impulsadas por un nuevo espíritu de trabajo y colaboración, que está rindiendo ya sus frutos.
LA DEFENSA NACIONAL
La preparación de la Defensa Nacional ha sido una especial preocupación de este Gobierno, desde el momento que la misma constituye el respaldo fundamental de la soberanía nacional.
Consciente de que aquélla se resuelve con hechos y que aún los mejores proyectos sólo tienen valor cuando se los convierte en realidad, por intermedio de los Ministerios de Guerra y de Marina, se han proporcionado a las fuerzas armadas todos los elementos necesarios destinados a garantizar su eficaz desenvolvimiento.
En este sentido, dejo expresa constancia del extraordinario esfuerzo realizado, gracias al cual la Nación cuenta ya con los medios indispensables para asegurar la integridad de su patrimonio.
Paralelamente al evidente progreso que acusan todas las actividades de la Nación, el Ejército y la Armada han de continuar en su empeño, a fin de alcanzar cuanto antes el máximo de potencia.
LOS MILITARES EN LA FUNCIÓN PÚBLICA
Las necesidades de gobierno han impuesto el empleo de Jefes y Oficiales en actividades extrañas a sus funciones normales, ocupando puestos administrativos, desde donde dirigen y fiscalizan importantes sectores de la vida nacional, con la eficiencia que demuestran las tareas ya cumplidas.
Esos Jefes y Oficiales no tienen otro interés que el bien público y por ello han hecho renuncia de los sueldos que les hubiera correspondido, haberes que reunidos en una cuenta y a disposición del Poder Ejecutivo se están empleando en obras de beneficencia, otorgando subsidios para construcciones a los territorios nacionales y provincias con menos recursos.
EL PAÍS OLVIDADO
El panorama general interno, en sus variados aspectos, ofrece un cuadro de absoluta normalidad y entera confianza. Las industrias, el comercio y toda la economía desenvuelven sus actividades dentro de la regularidad que es dable mantener en estos tiempos de turbulencias y agitaciones de diversa índole, originadas en la contienda actual. Los postulados de la Revolución, el clamor público y los comentarios de la prensa sana sobre la situación de ciertas regiones del interior del país, nos tornan severos en la apreciación de los problemas que les afectan. De ahí que, sin descuidar otras fases de la vida nacional, exista en el gobernante y sus colaboradores inmediatos, una preocupación dominante, que a veces llega a ser pasión excluyente: la de resolver, en el más breve plazo, la situación de la niñez desnutrida e ineducada del país, regularizando la vida económica de aquellas poblaciones.
Ha contristado mi espíritu el conocimiento directo de las necesidades de nuestros hermanos de la zona cordillerana. Rama del mismo tronco, ha quedado siempre a merced de las soluciones de la providencia, sin que el núcleo humano gubernativo, responsable, hubiera dado un paso orgánico para encarar y resolver su penosa situación.
Durante muchos años los representantes del pueblo en distintos períodos de gobiernos anteriores, han visto y presentado el problema. En cada caso agitaron la opinión pública, describieron con mano maestra aquellas orfandades y proyectaron diversas medidas. Alguna vez hasta se utilizaron estos cuadros de miseria para inusitadas propagandas proselitistas en vísperas electorales. Pero ni aun con los instrumentos legales se concretó nada ni se solucionó aspecto alguno.
Califico de crimen que puede ser traición, cerrar los ojos a la abrumadora realidad de esos pedazos de tierra argentina. He visto estos problemas personalmente y se me ha apretado el corazón al comprobar la fuerza de la desigualdad entre nuestros propios conciudadanos, y no puedo comprender como se ha llegado a ese extremo.
Hoy más que nunca el Gobierno, ha de extremar sus esfuerzos para otorgar soluciones adecuadas a estos aspectos negativos de la vida del país. En esta oportunidad propicia, quiero que los humildes y los desamparados sepan que la fuerza militar que tiene la responsabilidad del Gobierno, no les olvida y procura resolver en breve término estas situaciones que tanto conspiran al prestigio de la Patria.
UNA ECONOMÍA NACIONAL CONSOLIDADA
El movimiento económico y financiero de la Nación arroja cifras halagadoras. No indican ellas una situación de desahogo ni holgura, pero señalan indudablemente la confianza de las fuerzas vitales en la conducta y orientación del Gobierno.
El capital no se retrae; por el contrario, busca con renovada fe, campos propicios para su aplicación expansiva. La carencia de muchos productos vitales y materias primas, por la falta de importación determinada por la crisis mundial, ha estimulado el desarrollo de las industrias existentes y la creación de otras, suscitando innumerables fuentes de producción y trabajo que acentúan la potencialidad industrial de la Nación en todos sus aspectos.
Para facilitar este plausible movimiento se ha creado el Banco Industrial, destinado a la concesión de créditos para el fomento de las industrias nacionales.
Nuestra actividad fabril tiene en esta institución, un instrumento adecuado para extender y tonificar su evolución, como asimismo para garantizar su eficiente desenvolvimiento. El futuro de toda nuestra manufactura está ahora en manos de la capacidad de los industriales y hombres de empresa, que cuentan con el ente económico- legal, creado por el Gobierno para facilitarles su progreso.
Por intermedio del Departamento de Hacienda, se ha iniciado la obra de recuperación financiera y de mejoramiento tributario.
En tal sentido, solamente en los primeros meses de este año, la repatriación de la deuda externa ha alcanzado a 240 millones. Igualmente se ha traído al país, en buques de la flota mercante del Estado, una cantidad importante de oro, perteneciente a las tenencias en metálico que el Gobierno disponía en el exterior.
El Mercado de Valores constituye un índice del prestigio del Gobierno revolucionario. Después del 4 de junio, el crédito del Gobierno alcanzó un punto culminante, por el monto extraordinario de las transacciones y por la cotización de títulos que llegaron a niveles no superados en época anterior.
El Gobierno, mediante adecuadas reformas impositivas, ha beneficiado a más de 120.000 contribuyentes, de los cuales 40.000 han quedado exentos del pago del impuesto a los réditos y 80.000 deberán oblarlo en una proporción más reducida.
La política gubernamental se ha dirigido a orientar las cargas impositivas y a la creación de nuevos impuestos a los beneficios extraordinarios, objetos de lujo y apuestas de carreras.
No obstante el momento difícil por que atraviesa la economía en general y a pesar del fuerte descenso de la renta aduanera, disminuí da en más de una tercera parte, se han obtenido los recursos necesarios para la administración, atención de los servicios de la deuda pública y para el cumplimiento de numerosas iniciativas debidas a los hombres de la Revolución.
Reclamo en esta oportunidad la colaboración que aun no se desarrolla en la medida de las necesidades de la hora. Así como señalo esta circunstancia, debo expresar con legítima satisfacción, que bajo la incitación y estímulo de las fuerzas armadas, la mayoría de las organizaciones industriales, se dedican empeñosamente a salvar los inconvenientes que determinan la carencia de elementos, máquinas y materias primas. Ello ha permitido evidenciar la calidad y capacidad de los buenos argentinos, su espíritu de colaboración y su fe en los destinos del país. Se ha revelado la existencia de altos valores entre los profesionales del territorio, que realizan una obra sin precedentes para suplir las deficiencias originadas por la carencia de elementos de importación.
LA CRISIS DE LA UNIVERSIDAD
El problema universitario, cuya importancia es fundamental por la gravitación que tiene, dada su jerarquía en la vida del país, fue abordado como uno de los pasos orgánicos del Gobierno surgido de la Revolución. Las Universidades argentinas, destacados sitiales del intelecto, cuyo prestigio debe llegar más allá de las fronteras patrias, no realizaban la función específica que les correspondía como centros de estudios, de divulgación científica, literaria y artística. La política enferma y con ella el juego inevitable de pasiones amorales, desnaturalizaron el fin orientando peligrosamente estas matrices insuperables de la cultura nacional. Así, en ambientes corruptos, se formaban nuestros futuros ciudadanos dirigentes. ¿Adónde sería conducida la Patria, con elementos ganados en el desorden, la anarquía y el vicio? Pero el estudiante argentino no es culpable, nuestros jóvenes todos son campos de incalculable riqueza espiritual y de viva inteligencia; fueron algunos malos guías quienes encubrieron a veces hogares de política interesada, olvidando dar la voz de alarma de que se marchaba al abismo. Ellos son los responsables directos y no nuestra juventud estudiosa, accesible a las altas conquistas del cerebro y a los más puros sentimientos de patriotismo.
La perturbación, el descreimiento público y una suerte de irresponsabilidad colectiva, prolongaba tal estado de cosas en los claustros universitarios, ambientándolos de inquietudes disolventes e inorgánicas. El laboratorio y el aula habían perdido su digna jerarquía y su prestancia tradicional. Al estudio reposado e investigador sucedía la exposición verbalista y doctrinaria, sin contenido científico, destinada más? perturbar anarquizando que a cultivar enseñando.
El Gobierno de la Revolución no permitirá jamás que se desquicien e inviertan los fines morales que comprenden la formación de las masas ciudadanas, en cualquier orden de su composición. Nuestra juventud ha dado claras pruebas de que sabe comprender los problemas vitales de la Nación y que sigue con inquietud las cambiantes orientaciones sociales y políticas, compenetrándose, por la acción directa y firme del Gobierno, de que su misión más alta en el período de su formación cultural y profesional, es la de entregarse con el más noble de los afanes al estudio intensivo y a la investigación constante.
ORDENAMIENTO DE LA VIDA UNIVERSITARIA
La política activa no debe penetrar más allá de las puertas de la Universidad. Nada debe interrumpir el sereno ambiente en que se plasme el futuro de la Nación. A corregir aquellos aspectos irregulares de la vida universitaria, tendieron las intervenciones decretadas con la expresa finalidad de afirmar el espíritu tradicional de nuestros institutos de cultura superior. La acción gubernamental no ha de detenerse hasta cumplir y mantener ese fin, único propósito de la misma. El Gobierno es respetuoso como el que más del prestigio y autoridad propios de esos centros científicos y de cultura. Por ello, estimula la patriótica, abnegada y silenciosa tarea de la cátedra y el laboratorio. Es mucho lo que el país espera de una juventud universitaria formada en principios rectores de profunda dedicación a la investigación y al estudio, junto a un emulable respeto por la Patria y sus instituciones permanentes.
Hoy puedo expresar que las Universidades y Centros de estudio desenvuelven sus actividades en un clima de absoluta tranquilidad y responsable eficiencia, eliminados los elementos que perturbaban su acción específica.
Si de las Universidades argentinas han de surgir los hombres que regirán los destinos del país en los distintos aspectos de su vida institucional, justo es pretender que en la etapa de su formación definitiva como profesionales, no alteren sus espíritus impaciencias especulativas ni ideologías anárquicas, para que puedan obtener en el laboratorio y en el aula el conocimiento realista de las ciencias, las letras y las artes, intensificando el estudio y la observación, el análisis y la crítica, en una superación de sus inquietudes juveniles, tan respetables cuando tienden, quizás con sacrificio, a lograr la meta de sus aspiraciones de estudiantes. Para ello, salvo aquellos casos que se consideran, tienen ahora nuestras casas de estudio maestros indiscutidos, de extraordinario valimiento, y la juventud hará realmente patria en la dedicación disciplinada del estudio y en la formación de su personalidad científica y profesional. No de otra manera es posible, desde la Universidad, ser útiles a la colectividad y factores ponderables del progreso del país.
LA ENSEÑANZA PRIMARIA y PROFESIONAL
En el orden de la educación común de la niñez, el Gobierno ha actuado reajustando los organismos directivos y docentes, tendiendo a una enseñanza más argentinista.
Notoria es la responsabilidad del magisterio, que inicia la formación moral e intelectual del niño, mediante la educación primaria. Lógico resulta exigir con máximo rigor, los recaudos que tornen eficiente y provechosa la labor docente del maestro. En este aspecto, la acción cumplida ha sido de regularización y control, restableciéndose principios de idoneidad, disciplina, moralidad y conducta.
La enseñanza industrial, especial y técnica, es motivo de una preferente atención. Las exigencias de la actualidad confieren a esta instrucción, una importancia excepcional. Ella constituye la base para formar buenos profesionales en todas las especialidades industriales, dotados de una alta eficiencia técnica e inmejorable habilidad manual que los capacite para contribuir firmemente a la emancipación económica e industrial de la Nación. En virtud de tal necesidad se instalarán varias escuelas técnicas e industriales en el país, ubicándolas en el centro de incidencia de cada industria, a fin de que puedan llenar mejor su misión formativa actuando en el medio correspondiente.
REFORMAS EDUCACIONALES.
Acorde con estos conceptos se otorgó distinta estructuración a la enseñanza primaria, técnica, media y universitaria, para que su orientación responda al anhelo de recuperación en que está orientada la acción del Gobierno en todos los órdenes de su actividad.
Se ha restablecido el imperio de la Constitución Nacional, en la interpretación justa de su texto y espíritu, implantándose la enseñanza de la Religión Católica en todas las escuelas públicas, primarias, secundarias y especiales, con programas de orientación cultural que no repugnan a la escuela ni a las conciencias, sino que ilustran el espíritu respecto a la moral y a la instrucción religiosa.
Para la mejor comprensión de los pueblos del continente, el Gobierno ha querido que la juventud argentina conozca, además del origen de cada pueblo, la formación de las instituciones republicanas a través de los principales sucesos. Se dispuso así que al programa de Historia de América se incorporara la reseña de los acontecimientos cardinales ocurridos hasta fines del siglo XIX y el estudio de sus consecuencias sociales, económicas y políticas.
LA CULTURA NACIONAL Y LA MISIÓN DE LOS INTELECTUALES
También en el terreno de las más altas esferas del intelecto, cuya responsabilidad en la vida de la Nación no es excusable, el Gobierno está actuando atentamente. Las academias nacionales, en sus diversas expresiones, deben ser conducidas decididamente de acuerdo con la importancia de sus misiones. A tal fin, se llevarán a efecto las modificaciones y creaciones necesarias para que todas las instituciones que involucran los estudios de las letras, las ciencias y las artes, realicen la obra fundamental, precisa y patriótica que les otorgue el derecho de ser instrumentos de consejo y orientación.
Es prudente que estos altos centros de estudios se constituyan en manera tal que puedan ser legítimos organismos asesores, no sólo en las circunstancias actuales, sino también para que en el futuro rindan los resultados que de ellos deben esperar los poderes constitucionales.
El Gobierno acepta toda colaboración inteligente y el consejo experimentado de las altas expresiones del cerebro, si ellas tienden a facilitar su difícil tarea, dentro de las normas que caracterizan su acción.
Es un deber de los poderes públicos estimular las expresiones del arte en sus diversas escuelas: la música, la pintura, la escultura y la arquitectura en sus genuinas representaciones. Consciente de su importancia como manifestación de cultura del pueblo, percibe sin esfuerzo que el país avanzó intelectualmente con la obra destacada de sus artistas. Uno de los medios eficientes con que estimulará esta producción, será la nueva organización de salones, exposiciones y centros de estudio donde se recompense la labor entusiasta de nuestros intelectuales.
Es menester otorgar a estas exposiciones un sentido de mayor contenido que respondan a un plan integral, traducido en beneficios positivos para su fomento y espíritu creador.
La obra artística ponderable tendrá el apoyo del Estado, actuando como fuerza para su difusión y como factor decisivo para su ordenamiento.
UNA POLÍTICA AGRARIA CON SENTIDO NACIONAL.
La obra cumplida por el Gobierno en materia agraria es vasta y fundamental. La producción, el comercio, y las industrias afines, factores todos en los que se asientan la prosperidad y riqueza del país, han merecido especial consideración.
El conflicto bélico actual, incidiendo sobre el normal desenvolvimiento de esas actividades, obligó a buscar orientaciones, imponer soluciones inmediatas y prever dentro de lo que es posible, las consecuencias inevitables de una economía con caracteres especiales.
Los problemas que se plantean Y que afectan directamente las fuentes de la riqueza agrícola-ganadera, han sido estudiados con sentido realista y resueltos o en vías de solución. A tal fin, fue menester una nueva organización de los servicios oficiales destinados a su atención, contralor, estímulo y orientación.
Ello motivó la reorganización del Departamento de Agricultura, el que con la estructura anterior a la revolución del 4 de junio, no podía afrontar, siquiera con mediano éxito, tan compleja y ardua tarea. Organizado el Ministerio sobre nuevas bases, se agilizaron sus dependencias adaptándolas a normas esencialmente técnicas y especializadas, que le permiten llenar integralmente las funciones que le corresponden.
A este Gobierno le cabe la honra de haber intensificado la nueva política agraria destinada a reorientar moral y materialmente al agricultor, estimulando la confianza en el resultado de su trabajo. Esta acción orientadora de los destinos del agro, ha sido en principio para la defensa del productor, fijando precios mínimos que lo resguarden de las contingencias de la especulación Y estimulen su celo para aumentar, en vez de disminuir, el área sembrada.
A nadie puede escapar la oportunidad de estas medidas de previsión y amparo, ya que ellas han permitido hasta el presente, el abastecimiento holgado de nuestro consumo interno y la exportación -en cantidades apreciables- a los países que carecen o necesitan de tan vitales elementos para la alimentación de sus habitantes.
El descenso del valor de los productos agrícolas en relación a los precios de arrendamiento, determinaron un grave problema que el Gobierno, con espíritu de equidad y contemplando todos los intereses en pugna, afrontó decididamente.
La rebaja del 20 % en los precios de arrendamientos rurales y la prórroga de los contratos hasta fines de la cosecha del año agrícola 1945-46, llevaron al campo argentino la confianza y la fe.
UNA MEDIDA TRASCENDENTAL EN EL COMERCIO DE GRANOS
En el ordenamiento y contralor de nuestro comercio de granos, el Gobierno ha realizado una labor de considerables proyecciones. Se han reajustado y actualizado las normas y disposiciones legales que rigen estas actividades creándose verdaderos instrumentos rectores, que incorporan al patrimonio común de los argentinos, fuentes y medios de vida económica del país, que estaban en manos de la actividad privada y que han pasado a poder del Estado, en salvaguardia de los sagrados y permanentes intereses de la Nación.
Esta acción trascendental tiende a consolidar la independencia económica de la República, evitando que grandes intereses vitales quedaran librados a la influencia de factores circunstanciales capaces de producir profundo desequilibrio, afectando aspectos fundamentales de nuestra economía y provocando, al mismo tiempo, el sacrificio estéril de los trabajadores del agro.
Se ha cuidado especialmente mantener y acrecentar el prestigio de nuestros granos en los mercados consumidores extranjeros, mediante el contralor efectivo de la comercialización de los mismos en el mercado interno y la protección real de los contratantes en las cámaras y bolsas de cereales.
LAS TIERRAS PÚBLICAS, MEDIOS DE PROGRESO Y ACCIÓN SOCIAL
En la administración de la tierra pública, el gobierno de la Revolución ha hecho una obra de progreso ponderable profundamente argentina. En los períodos anteriores, el cumplimiento de la ley 4167 se caracterizó por la existencia de una política inorgánica en la dirección de admi¬nistración de los predios del Estado. Ha sido necesario rectificar procedimientos, reparar injusticias, amparar y defender el patrimonio nacional de tierras e iniciar una labor esencialmente constructiva. Como resultado de la misma ya se han entregado 5.686 títulos de propiedad a otros tantos pobladores auténticos, con familia argentina, radicados en Misiones, Chaco, Formosa, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Salta, Entre Ríos y Córdoba, habiéndose otorgado además 2.782 concesiones, con lo que se beneficiaron en total alrededor de 45.000 personas.
Para el gobierno surgido del 4 de junio, no existen latitudes geográficas a las que no llegue con su observación, estudio o contralor, ni tampoco categorías sociales cuando se trata del cumplimiento de los altos fines de recuperación que le animan.
SOLIDARIDAD EFECTIVA
Durante el año 1943 se embarcaron en nuestro país con destino a naciones amigas 586.000 toneladas de carnes elaboradas en diversas formas: 31.000 toneladas de productos de lechería; 55.000 toneladas de grasas y sebos; 1.525.000 toneladas de cereales y lino; 388.000 toneladas de semillas y tortas oleaginosas; 62.000 toneladas de aceites vegetales, incluido aceite de lino; 103.000 toneladas de cueros; 74.000 toneladas de lanas; 2.252 toneladas de tungsteno (wolfram); 78.000 toneladas de mineral de zinc; 4.200 toneladas de huevos desecados y 7.500 toneladas de igual producto con cáscara. Estas dos últimas cantidades equivalen a 1.300.000 cajones de huevos. Se exportaron también cantidades, que aumentan constantemente, de vitaminas de hígado de tiburón.
UN PLAN ORGÁNICO DE OBRAS PÚBLICAS
Preocupación especial del Gobierno de la Revolución ha sido intensificar la obra pública. Previo un análisis minucioso de las erogaciones fijadas en leyes y presupuestos especiales, se dispuso la aceleración de todas aquellas que respondían a sentidas necesidades colectivas de marcado beneficio social.
Se caracteriza la actividad gubernamental anterior al respecto, por la programación desproporcionada, inorgánica y excesiva de los trabajos públicos. En la mayoría de los casos su realización se condicionaba a exigencias de estudios frondosos y complejos, pero las construcciones quedaban en meros enunciados de presupuesto. El afán electoralista provocaba a veces su ejecución apresurada, sin las previsiones necesarias para lograr objetivos sociales de inmediato provecho.
La acción del Gobierno ha corregido esa modalidad que tendía a la realización de obras carentes de utilidad colectiva, que en la mayor parte de los casos no ofrecían siquiera la elemental causante de una necesidad justificada. En este aspecto, se acordó toda la atención que el mismo merece como factor preponderante del bienestar general y como elemento de positiva eficacia para crear fuentes de trabajo.
En primer lugar se dio preferencia a las obras del interior del país, en manera especial a las de aquellas zonas donde aun no se había hecho llegar la acción del poder central, supliéndose así el olvido de las administraciones anteriores.
Se han eliminado las preferencias que determinaron en otros tiempos la distribución arbitraria de la obra pública. Para el Gobierno de la Revolución no existen otras consideraciones que las justificadas por una necesidad real comprobada y acorde con las necesidades económicas y sociales del medio respectivo. Esta invariable línea de conducta, afianzada en la ejecución práctica, se cumple sin interrupción bajo el impulso renovador característico de esta etapa histórica de la vida de la Nación. La obra pública se realiza actualmente y se proyecta con un sentido social manifiesto, tendiendo a la reactivación económica e industrial de cada zona de la República, donde sea preciso el empeño gubernamental. En este sentido, las observaciones recogidas en mi reciente gira, han decidido la inmediata reestructuración de un plan que contempla los más urgentes problemas al respecto, en las regiones del norte del país.
Fueron coordinadas las diversas dependencias del Departamento de Obras Públicas y creadas varias secciones especiales, entre ellas el Registro de Planteles y Equipos de las Reparticiones, para el préstamo y utilización de los elementos.
El estudio de las normas para el equilibrio económico y funcional del Plan de Trabajos Públicos, comprende también "el plan técnico-económico" para determinar las obras que necesitará el país en las tres jurisdicciones (nacional, provincial y municipal) durante los próximos años.
UNA GRAN REALIZACIÓN SOCIAL: EL ES¬TATUTO DEL SERVICIO CIVIL
Una aspiración permanente de los empleados y trabajadores del Estado ha sido la de contar con un instrumento legal que los ponga al amparo de las contingencias que ha caracterizado las cambiantes voluntades de nuestros gobiernos políticos. La estabilidad del empleado ha estado some¬tida al arbitrio personal, sin régimen alguno que otorgue elementales garantías. Muchas iniciativas han sido presentadas y elaboradas en distintas épocas en el Congreso de la Nación. Pese a las promesas reiteradas, ofrecidas con fines electorales, nunca pudo realizarse tan noble empeño. Para demorar la esperada ley hubo acuerdo oportuno, y quedó siempre en esperanza, conquista tan legítima.
Los hombres de la Revolución se abocaron de inmediato a la solución de este problema, de tanto interés colectivo.
A la promesa inicial siguió la realidad inmediata. El Estatuto del Servicio Civil fue dictado y oportunamente comenzará su ejecución.
Esta medida de gobierno viene a estructurar normas de equilibrio para los funcionarios y empleados de la Administración, asegurando su estabilidad Y escalafón en base a la existencia de condiciones de idoneidad y conducta. Mediante su aplicación orgánica desaparecerán las injusticias, para propender a la existencia de una administración de Estado, sana y realmente idónea.
LA REPRESIÓN DE LA USURA
El mal social de la usura, entronizado en la administra¬ción pública, como factor de perturbación para la economía privada de empleados Y obreros del Estado, ha sido estu¬diado y resuelto en su amplitud. Problema complejo, requería una solución integral que no era posible establecer aún como régimen definitivo de créditos. Es por ello, que mientras se estudian normas sobre bases sólidas y experimentadas, dictáronse los Acuerdos números 6.754 y 9.472, con el propósito de crear para los empleados públicos, fuentes de crédito sano, de límites razonables, proporcionado con la capacidad de pago del empleado, concedién¬dole, además, la oportunidad de liquidar su pasivo.
Esta medida de gobierno realizada con éxito, ha traído un beneficio directo a los servidores de la Nación, al reprimir eficazmente el daño -a veces irreparable para la capacidad económica de aquéllos- del préstamo usurario, tentador y engañoso.
UNA POLÍTICA SOCIAL DE VASTOS ALCANCES
Las cuestiones gremiales y los problemas sociales conexos, han sido motivo de especial atención. La mano obrera, artífice armonioso de la grandeza nacional, tiene, mediante la obra cumplida desde el 4 de junio, el franco amparo del Estado en disposiciones orgánicas que contemplan desde los pequeños detalles, relacionados con la vida del trabajador y su familia, hasta la fijación de condiciones de salarios acordes con las exigencias actuales.
No deben subsistir entre los obreros argentinos -y a la solución integral vamos firmemente-- quienes no tengan un mínimo de beneficios lógicos y razonables, que les permitan su incorporación a la sociedad, como elementos fundamentales de su prosperidad. Ésta no es una enunciación vana, sino propósito definido, que va más allá de la mejora de sueldos y jornales. Su intención social es de contenido humano: se procura mejor educación, alimentación conveniente e independencia moral y material para la familia obrera.
Los diversos problemas que afectan de manera directa el desenvolvimiento del país, han sido afrontados sin demora alguna y solucionados en sus aspectos esenciales. Nada ha escapado a la preocupación del Gobierno, que ha concurrido mediante los organismos legales, creados ex profeso, a obtener la adecuada y definitiva solución en cada caso, como también a atenuar las desigualdades que se manifestaban en el aspecto social. Por la acción del Estado se han resuelto situaciones que afectaban importantes sectores del traba jo, en diferentes órdenes de su actividad.
El labrador de nuestros campos ha encontrado, merced a esa acción, la seguridad de una labor justamente retribuida y el amparo de una legislación que lo pone a cubierto de las duras contingencias a que estaba expuesto anteriormente. El obrero, jornalero, artesano, el dependiente, el empleado público, el periodista, todo ese conjunto que constituye el capital humano que trabaja por la grandeza del país, tiene ahora instrumentos adecuados que han permitido el máximo de equilibrio y armonía entre las dos fuerzas constructivas: el capital y el trabajo. No se trata de beneficios inmediatos con fines demagógicos, sino de medidas previsoras y equitativas, que tienden a elevar el medio económico del trabajador, a la vez que fomentar y estimular su bienestar.
LA SECRETARIA DE TRABAJO Y PREVISIÓN
En el espacio de tiempo que comprende este año, se han dictado normas, estatutos, reglamentaciones, contratos, convenios, etcétera, y se crearon organismos técnicos, para regular y vigilar el estricto cumplimiento del propósito esencial de este Gobierno: asegurar al trabajador una retribución adecuada que le permita vivir decorosamente. Esta acción no se paralizó en momento alguno; pero mucho es lo que queda por hacer en tal sentido. Declaro para conocimiento de todos los trabajadores de mi patria, que el Gobierno está empeñado en el estudio y solución de otras conquistas de índole semejante que serán una realidad dentro de un plazo prudencial.
Hasta hace poco tiempo eran frecuentes los choques entre el capital y el trabajo. Hoy puede afirmarse que se han atenuado en forma apreciable y, cuando se producen, tienen una equilibrada y justa solución. Las cuestiones gre¬miales fueron resueltas sin favoritismos. Existe una previsión legal que no permite arbitrariedades, la cual se halla inteligentemente administrada por un organismo técnico, práctico y bien dirigido, que la rige en todos sus aspectos: la Secretaría de Trabajo y Previsión, instituida por el Gobierno Revolucionario, como una de las necesidades de bien común.
No podrán argüir los impacientes, que en la solución de los problemas proletarios haya sido menester el poder de la fuerza, ya que ha bastado solamente, el prestigio de la Revolución, la confianza en las intenciones y propósitos del Gobierno surgido de la misma y !a recta conducta de sus funcionarios, para que ello sucediera.
LA POLICÍA FEDERAL, GARANTÍA EFICAZ DEL ORDEN Y LA SEGURIDAD NACIONAL
La creación de la Policía Federal, incorporada como organismo legal para la seguridad de los fundamentales intereses que se le han confiado, responde a una necesidad determinada por la experiencia y afirmada en claros preceptos constitucionales.
El Gobierno Federal, que en conjunto representa la soberanía de la Nación Argentina, y que fuera creado, como dijo la Corte Suprema, "con una concepción de grandeza y de poder superior a todo otro", carecía de uno de los órganos indispensables para el cabal ejercicio de tal sobe¬ranía, como es la policía ejecutiva, de seguridad y judicial, para la jurisdicción federal en el territorio de las provincias. Dependía, en ese sentido, de la colaboración prestada por las policías provinciales, en virtud del artículo no de la Constitución. En la época misma de su sanción se advirtió que ese sistema era defectuoso, pero se lo aceptó por imperio de las circunstancias y como un régimen transitorio. La Constitución no impide la organización de un sis¬tema federal de acción interior, como tampoco impone al Gobierno Federal "un agente forzoso, exclusivo y único", pues "por otros muchos artículos terminantes y claros, la Constitución da al Presidente el poder de establecer en Provincias, los agentes que le fueren necesarios para llevar a efecto su mandato constitucional".
Ese sistema transitorio, circunstancial, continuó hasta nuestros días, en pugna con los intereses más elevados de la Nación. Había un abandono evidente en las funciones del poder de policía vinculadas a la defensa nacional y en otras materias de policía internacional. El delito tiende cada vez más a internacionalizarse y la delincuencia no cono¬ce fronteras. Había que prevenir desde ya los peligros de la próxima época de post-guerra. En el orden interior, el enorme progreso de la República, de su comercio interprovincial y exterior, de sus medios de transporte y comunicación, de las actividades a cargo de los organismos nacionales y de todo cuanto constituye la vida misma de la Nación, imponían la institución de un órgano vigilante que abarcara de conjunto a todo el territorio del país.
En esta hora de reajuste institucional, el Gobierno no podía permanecer insensible a esas necesidades imperiosas. La Policía Federal ha de servir todos esos fines. Su estructura legal es perfectamente compatible con el régi¬men federal de gobierno y no afecta en nada los poderes no delegados de las provincias. Su constitucionalidad se afirma en la doctrina y jurisprudencia argentinas y en los antecedentes foráneos de países de similar organización. Sus funciones demuestran y justifican plenamente su necesidad. Ellas son, en síntesis, la prevención y represión de los delitos federales; seguridad de las personas y cosas de la Nación; concurrencia en la ejecución de las leyes nacionales; seguridad policial de las fronteras; participación en la defensa nacional interna; auxilio a los tribunales federales y seguridad del comercio interprovincial y exterior, desde el turismo internacional e interestadual, el tránsito a través de las fronteras, el tráfico de armas y la seguridad de los medios de transporte y de comunicación, hasta la trata de blancas, contrabando de alcaloides y represión de los monopolios ilícitos.
La Policía Federal será un organismo técnico, profesional y apolítico. El Gobierno Nacional tiene plena confianza en el éxito de esta organización, que se convertirá con el transcurso de los años, sin duda alguna, en uno de los elementos más firmes para asegurar la grandeza de la Nación y la consolidación de su soberanía.
EL ESTADO Y LA FUNCIÓN DEL PERIODISMO
La necesidad de atender a los aspectos relacionados con las informaciones oficiales y la prensa del país, determinaron la creación de una nueva Subsecretaría de Informaciones, Prensa y Propaganda del Estado.
Tiene a su cargo la información oficial, propaganda y difusión, manteniendo un vínculo de colaboración con las fuerzas ponderables del periodismo argentino. La orientación impresa a esta dependencia, responde a la necesidad de movilizar, orgánicamente, la dilucidación de las ideas, despertando las conciencias, orientando las inclinaciones con sentido argentinista, como medio adecuado para acelerar la recuperación moral y cívica de nuestro pueblo.
Complace a mi espíritu señalar el valor excepcional que tiene la prensa del país, cuyo prestigio y jerarquía excede las fronteras. Estimo su colaboración como una alta manifestación patriótica que la identifica como fuerza idónea para interpretar y difundir las inquietudes de la colectividad. Sus nobles afanes, cuando actúa como preciado instrumento de colaboración o severa tribuna de crítica constructiva, alientan y estimulan, facilitando en ocasiones un enfoque certero de los problemas de interés general.
El Gobierno ha contemplado hace muy poco tiempo, la situación legal del personal que trabaja en las empresas periodísticas, dictando el Estatuto del Periodista, en cuyo ordenamiento han intervenido todos los factores interesados.
POLÍTICA SANITARIA Y ASISTENCIA SOCIAL
La creación de la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social, ha permitido unificar la actividad sanitaria del Estado, mediante una nueva organización, con la cual se obtendrá una obra de vasta proyecciones.
La estructura moderna de orientación, acordada al organismo, permite apreciar ya la acción beneficiosa que se cumple a favor de la salud, asistencia social e higiene públicas.
Las dependencias sanitarias del Ejército y la Armanda, realizan también una labor encomiable, dirigida a beneficiar al pueblo. Sus profesionales han dedicado especial atención a la salubridad de distintas partes de la República, azotadas por epidemias y males endémicos. Desde el cuidado de higiene de la población, con la consiguiente adopción de medidas de profilaxis, hasta la depuración de terrenos malsanos, con el empleo de modernos elementos técnicos, es tarea cumplida por la sanidad militar y naval, con oportuna eficiencia.
POLÍTICA INTERNACIONAL: DIGNIDAD, SOBERANÍA y CONFRATERNIDAD
A las relaciones exteriores se les ha impreso la conducta tradicional histórica del país. Ella traduce el sentimiento nacional y está de acuerdo con el espíritu que domina la opinión pública argentina.
El Gobierno sigue con vivo interés el drama que inquieta a todos los pueblos de la tierra.
Con respecto a la solidaridad americana, ha demostrado con hechos que la Nación Argentina no está ausente de toda afirmación de fraternidad continental.
Constituye uno de los valores fundamentales de nuestro patrimonio, el ser iniciadores de esa política nobilísima de fraternidad.
Hemos creído y seguimos creyendo que América constituye una cabal comunidad de naciones, celosa cada cual de su propia soberanía y unidad en sus sentimientos y anhelos.
Frente al problema de la guerra mundial, el país ha definido claramente su posición, de acuerdo con los pactos y compromisos firmados en magnas conferencias y congre¬sos. Desde su inicial posición de neutralidad, produjo la ruptura de relaciones con los países de uno de los bandos en lucha. Esa nueva situación impone la adopción de medidas cuyo cumplimiento está garantizado por una honesta conducta internacional, jamás desmentida.
Nuestra posición es clara y no dudamos que seremos comprendidos: una firme e irrenunciable defensa de nuestra soberanía no es contraria ni excluyente del sentimiento de fraternidad dentro de la comunidad de naciones de América; ello constituye una tradición que nos enorgullece y una conducta que observamos y seguiremos observando de manera invariable.
Puede la Nación estar tranquila, porque la conducción de las relaciones exteriores, es y será la que corresponde a la dignidad de la República. Los anhelos de la voluntad nacional encontrarán en el Gobierno a un intérprete que estima, como su más alto honor, responder a la limpia ejecutoria de la tradición argentina y a la confianza que depositan en él todas las fuerzas de la vida nacional.
DIGNIFICACIÓN DE LA FUNCIÓN PÚBLICA
En el orden administrativo, el Gobierno de la Revolución, cumpliendo deberes inexcusables, ordenó la iniciación de investigaciones tendientes a subsanar la corrupción que desquiciaba la función pública. Ellas han sido realizadas sin sensacionalismos, con serena energía, acordando en todos los casos las garantías necesarias, y entregando al juzgamiento definitivo de la justicia, los antecedentes recogidos.
RESTAURACIÓN DE LA JERARQUÍA Y DIGNIDAD DE LA JUSTICIA
También en las horas iniciales de la Revolución, el Poder Judicial fue objeto de examen directo, con el propósito fundamental de devolverle la majestad de su ministerio, seriamente afectada, y el prestigio necesario para el fiel desempeño de la alta potestad de administrar justicia.
Tales principios eran inconciliables con magistrados carentes de condiciones probas y de ecuanimidad o negligentes en el ejercicio de la judicatura.
La opinión pública solicitaba urgentes y enérgicas medidas, y el Gobierno de la Revolución, auténtico intérprete de esas reclamaciones, las satisfizo con serena firmeza, dictando las medidas pertinentes.
En una Nación de sólidos prestigios, no deben existir siquiera sombras que turben o menoscaben la función judicial, fuerza de contención y de equilibrio. En este sentido, el Gobierno ha actuado y actuará con inflexible rigor, porque entiende que es obligación esencial de su gestión, otorgar al pueblo tribunales de justicia que merezcan su fe y afirmen su confianza.
ACTIVIDADES ANTINACIONALES
Ciertos políticos desalojados de las posiciones públicas usan toda clase recursos, en vanos intentos de desprestigiar la obra de la Revolución. El infundio, el rumor intencionado, la desconfianza suspicaz, son elementos de su diaria campaña. Con ello sólo engañan a los timoratos o sorprenden ingenuos. Realizan su obra perturbadora en el interior y la extienden, bajo el amparo del asilo, en países extranjeros. Juegan indecorosamente con el prestigio del país realizando desde las naciones donde se han radicado, con abuso de la hospitalidad que se les otorga y como medio de postergar las sanciones punitivas que merecen, la mascarada de la conspiración en aras de un ilusorio retorno al poder que no supieron honrar.
No preocupan por cierto al Gobierno estas actividades alarmistas y antiargentinas, por inoperantes; acaso consigan inquietar a sectores desvinculados de la realidad, pero no logran engañar a la opinión sana del país, a pesar de que en sus excesos reprochables no tienen reparos para unir sus inútiles esfuerzos, con organizaciones comunistas.
Es de dominio público el último hecho acaecido en la Capital Federal, que costó la vida a modestos servidores del Estado. Fuerzas encargadas del orden, fueron agredidos con la alevosidad características de esa facción ideológica de extrema izquierda, amparando la acción en mujeres y niños, a cuyo resguardo inocente se escudaron cobardemente.
El Gobierno ha reprimido con energía y severidad estos desmanes Y no tolerará su repetición ni tendrá complacencias para quienes los estimulen con su complicidad o silencio. Procederá inflexiblemente en todos los casos, por que le asisten los mejores valores que integran la Nación.
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
No podrá acusarse al Gobierno de haber ejercitado el poder para ejecutar actos reñidos con el honor. No se han llevado al examen público reputaciones y conductas, sin establecer antes fehacientemente la culpabilidad de los actores. El firme desempeño de la función gubernativa ha permitido, sin esfuerzo alguno, ser equitativos y justos en todas las decisiones tomadas.
He dicho repetidas veces que la Revolución sigue su marcha. No es tarea de días o de meses, ni es posible señalar un término. Los acontecimientos, en ocasiones más fuertes que la voluntad de los hombres, han de tener gravitación en la vida ulterior de la República. Pero afirmo, haciendo honor a mi recta conciencia de militar y ciudadano, que no hemos de quedarnos un minuto más en la posición de responsabilidad que el destino nos ha discernido, cuando tengamos la certeza de que se han realizado integralmente los lineamientos generales de una Argentina poderosa, respetada y firme en sus grandes destinos.
PUEBLO DE LA REPÚBLICA.
He expuesto el pensamiento que anima al Gobierno de la Revolución y he explicado la obra cumplida desde el 4 de junio de 1943. Señalo también para el juicio público, nuestros propósitos de superarnos en la solución de los graves problemas que aún se debe afrontar. De esta obra iniciada, se desprende ya la doctrina y orientación defini¬da de la acción revolucionaria, que gravitará intensamente en el progreso de la Nación.
Las fuerzas unidas, navales, militares y civiles, deben depositar su confianza en los hombres de honor que han asumido con responsabilidad la dirección de los destinos de la Patria, para llevarla al glorioso devenir por todos ansiado.
Descuento para el éxito de las decisiones del Gobierno, el apoyo material y moral de los valores de la República transformados en pujantes fuerzas de estímulo. Invoco para el logro integral de nuestros patrióticos afanes, las bendiciones del Altísimo, fuente suprema de belleza y de bien.
GRAL. EDELMIRO FARRELL

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