Carlos Andrés Pérez
[19 de Agosto de 1975]
Venezolanas, Venezolanos:
El 6 de diciembre de 1974, desde este Santuario de la Patria, anuncié a la Nación la Promulgación del Decreto mediante el cual
se reservó al Estado la Industria de la explotación del mineral del hierro y se declararon extinguidas las concesiones a partir del lo de enero de 1975. Abierta como hoy el Arca y en exposición del Acta original de nuestra Independencia, para ratificar la decisión libertaria de los Próceres que fundaron la República.
En este día, que incorporamos a la historia de las grandes fechas nacionales, hemos puesto el Ejecútese a la Ley que reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Decisión que es fruto de un consenso resultante de un largo proceso de afirmación nacionalista y de maduración de la conciencia nacional. Culmina así una etapa que define los nuevos rumbos de Venezuela.
La Nación entera comparte este gran momento. Como jefe del Estado soy el afortunado intérprete y ejecutor de esta voluntad de todo el pueblo de Venezuela. América Latina y todos los países víctimas del totalitarismo económico de las grandes naciones industrializadas, nos acompañan y celebran con nosotros este paso de audacia y serena responsabilidad. Porque está enmarcado dentro de la coyuntura histórica de las reivindicaciones fundamentales del Tercer Mundo.
El 12 de marzo de 1974, al prestar juramento ante el Congreso de la República para ejercer la Presidencia de Venezuela que puso en mis manos la generosidad del pueblo, dije estas palabras que hoy adquieren significación de compromiso cumplido:
«Esta década de los años 70 será la de los grandes logros para Venezuela y la América Latina. Aquí en este Congreso, en diciembre de 1970 encendió su llama reivindicatoria el Petróleo. Recuperamos el manejo de los precios de nuestra riqueza fundamental. Venezuela tiene ahora la oportunidad de ofrecer a la América Latina, con el soporte del petróleo, colaboración eficaz para llevar adelante la lucha común por el desarrollo independiente, precios dignos para las materias primas y participación justa y de equilibrio en el comercio mundial».
«El Nacionalismo de hoy no es una aventura retórica sino el modo de concebir y de realizar una política del país y para los venezolanos dentro del común contexto de intereses latinoamericanos».
«Vamos a realizar la vieja aspiración de nuestro pueblo de que el petróleo sea venezolano. Diferentes dispositivos legales existen que garantizan la reversión pero hoy vemos la conveniencia de adelantar el proceso para fijar de una vez la nueva política petrolera nacional y nacionalista. Ante el país debemos discutirla y aprobarla. Será el Congreso Nacional quien diga la última palabra, pero no por ejercicio de simple mayoría parlamentaria sino en nombre y por decisión de la Nación entera».
«Más que una nueva Ley se requiere el acuerdo de los venezolanos sobre lo que podemos y debemos hacer para cumplir con este mandato singular y único que nos entrega la historia. Ningún dogmatismo cegará la política petrolera del Gobierno que hoy se inicia. Entiendo que la nacionalización del petróleo no es capítulo de la retórica sino un plan de acción. Mientras más suave sea el tono de la voz que usemos más fácil será oírnos y entendernos. Si gritamos corremos el riesgo de dar resonancias diferentes que nos alejen o confundan las metas que buscamos».
«Procederé a designar una amplia Comisión, integrada por personeros representativos de la vida nacional, que asesore al Gobierno en el estudio de las alternativas que habremos de examinar para ser sometidas a la consideración de este Soberano Congreso. De esta manera aspiro a procurar eficazmente el concurso de todos los venezolanos en la búsqueda del consenso mayor que sea posible para las trascendentales decisiones que nos corresponderá adoptar».
Diez días después, el 22 de marzo del mismo año de 1974, dicté el Decreto mediante el cual se creó la Comisión Presidencial para asesorar al Gobierno en el estudio de todo lo relativo a las medidas a tomar para asumir el control de la exploración, explotación, manufactura, refinación, transporte y mercadeo de los hidrocarburos. Y al recibir el juramento de sus integrantes, dije:
«La empresa que nos proponemos es de dimensiones colosales para lo que es y tiene que ser Venezuela. Requiere la unión de la voluntad de todos los venezolanos No se trata sólo de decisiones del Gobierno. Tampoco del proceso jurídico y práctico para el traspaso de la propiedad de la industria. Más allá nos espera la responsabilidad auténtica para la conducción eficiente de una industria que se mueve en parámetros no manejados jamás por venezolanos, con una estructura estatal que re ' conocemos ineficiente y pesada; y lamentablemente con escasa conciencia del espíritu público necesario y condicionante para asumir la conducción del destino petrolero nacional».
«Todas las previsiones serán adoptadas para no comprometer con apresuramientos y actitudes desordenadas o demagógicas el destino nacional. Se hace necesario consultar y buscar el acuerdo de todos para que cada quien se sienta identificado y solidario. Requerimos también de la experiencia de los países de la OPEP, de los europeos y latinoamericanos que hayan creado y desarrollado entes estatales que operan su industria petrolera. Buscaremos un asesoramiento. Venezuela tiene que aprender de todos ellos. En la vida de los hombres de los pueblos las lecciones se aprenden del error y del acierto».
El 23 de diciembre de 1974 al recibir el Informe de la Comisión Presidencial y agradecer sus servicios en nombre de la República dije lo que sigue:
«Estoy plenamente seguro de que luego del estudio que se hará del Informe que recibo, presentaremos al Congreso un Proyecto de Ley seguramente muy similar o igual al que hoy se nos entrega a nuestra consideración».
Todos estos propósitos se han cumplido. Y en este acto que acabamos de realizar ante la más calificada representación de los Poderes Públicos y de toda la colectividad nacional, se ha dado vigencia al dispositivo legal que pone en nuestras manos las decisiones fundamentales para tomar posesión integral de la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos el lo de enero de 1976, como ya lo hicimos el lo de enero de 1975 con el Hierro.
El Pueblo de Venezuela ha decidido ser sujeto de su propia historia. Ha hecho realidad la voluntad unánime de tener el control soberano de sus riquezas naturales. Represento en esta solemne oportunidad, más que en cualquier otra, a la Nación entera. A quienes respaldaron y a quienes circunstancialmente pudieron estar en desacuerdo con algún aspecto de la decisión que hemos tomado. Ninguna divergencia puede apartarnos de esta responsabilidad común que compromete a todos los venezolanos.
?Con interés y afirmativa preocupación seguimos en el curso de estos meses las apasionadas controversias que el Proyecto de Ley presentado por el Ejecutivo Nacional provocó entre los diversos grupos políticos que conforman el Congreso de la República, También los comentarios y polémicas que suscitó en el seno de la colectividad nacional, expresada por conducto de los medios de comunicación social. Podemos afirmar con patriótica satisfacción que la integración y las discusiones en el seno de la Comisión Presidencial que agrupó las más disímiles expresiones ideológicas del país, y los debates en las Cámaras Legislativas con todo lo ardorosos y contradictorios que pudieron ser, contribuyeron a la conformación de ese consenso indispensable que propuse al país el día de mi Toma de Posesión y que hoy se manifiesta en la adhesión solidaria de todo el pueblo.
No hay divergencia entre los venezolanos en cuanto a que es el momento y la oportunidad irrenunciable para tornar el control integral de la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Las divergencias, inevitables y hasta necesarias, se explican en los diversos criterios en cuanto a la forma o medios para llegar al objetivo supremo de la nacionalización de nuestro petróleo. No contiene la Ley que acabamos de promulgar ninguna norma o concepto que contradiga a mediatice principios nacionalistas ni fundamentales intereses de Venezuela y de los venezolanos. Respeto profundamente las opiniones adversas y las dudas y hasta recelos que puedan albergar sectores políticos en cuanto a la forma y manera como administrará las normas legales contenidas en la Ley el Ejecutivo Nacional que presido. Aun cuando imposible es olvidar que aquellas decisiones que puedan involucrar peligrosas desviaciones en el proceso nacionalizador estarán sometidas a la previa aprobación de las Cámaras del Congreso en sesión conjunta, acepto la responsabilidad plena que me corresponde para demostrar en los hechos y actuaciones como no se desviarán ni un milímetro los objetivos esenciales que busca y ha obtenido Venezuela con la, nacionalización de su Hierro y su Petróleo.
El disentimiento en torno a las modalidades de la Ley pudo
producirse de manera franca y abierta. Así lo deseábamos y lo propusimos. Pero por encima de esa controversia pasajera, a mis compatriotas los anima y los conduce noción clara de que las áreas que afectan la soberanía nacional requieren un país unido, sólida y activamente consciente de sus responsabilidades.
Seguro como estoy de la firmeza y de la energía creadora que pondrá mi Gobierno en el éxito de la gran empresa que hoy iniciamos para conquistar nuestra liberación económica, no temo ni vacilo ante el compromiso que desde hoy asumo en representación de la República. Los hechos serán quienes se encarguen de despejar el horizonte irreversiblemente abierto hacia la conquista de la Gran Venezuela que nos haga auténticos dueños de nuestro destino. Es mi obligación de gobernante democrático recibir y entender las opiniones adversas como estímulos y anticipados alertas de que hay una Nación en pie y vigilante para seguir los pasos que el Gobierno tendrá que dar para afirmar esta trascendente y definitiva decisión que abre los caminos a la nueva Venezuela. Porque este acto de soberanía, que con unánime emoción realizamos los venezolanos, es también o debe ser un acto de voluntad creadora. Compromete nuestra madurez y la capacidad para conducirnos como pueblo adulto que ya no va a recibir más los fáciles beneficios de la renta del Petróleo ajeno, sino que va a crear con esfuerzo propio su riqueza y el bienestar para todos los venezolanos.
Sin complejos, con valiente audacia, vamos a emprender la tarea definitiva. Hemos asumido la decisión sin sujetarnos a dogmas políticos ni a intereses estratégicos de potencias continentales o extracontinentales. Hemos creado nuestro propio camino. Vamos a realizar una nacionalización sin aventuras, reflejo de una Nación madura, seria, reflexiva y racional que de ninguna manera permitirá que el petróleo sea instrumento de subordinación o dependencia ni medio de agresión o de perturbación internacional.
El Hierro y el Petróleo definitivamente en manos nuestras, nos obligan a asumir las más exigentes responsabilidades en el camino hacia la liberación económica de la América Latina. Nuestra conducta se enmarca dentro del sistema político de la democracia representativa que el pueblo se dio en la Constitución, Nacional el año de 1961. La historia contará esta proeza de una Nación en desarrollo que regida por un sistema constitucional democrático, tomó en sus manos las industrias básicas sin arrebatos retaliadores para reivindicar los derechos de Venezuela con reflexiva inteligencia creadora. No hemos copiado a nadie métodos o procedimientos para realizar nuestra revolución democrática y nacionalista. Hemos desarrollado nuestros propios mecanismos jurídicos sin hacer concesiones ni maltratar nuestra dignidad de país libre, sin menoscabar los derechos soberanos de la Nación.
Tenemos conciencia de que las decisiones que de ahora en adelante tomemos afectarán al país entero.
Sé que cuento con la solidaridad de los venezolanos por sobre las divergencias en torno a la Ley que hoy promulgamos. No defraudaré ese consenso y tranquilos pueden quedar quienes creyeron ver en las previsiones de la Ley atajos abiertos para la mediatización de nuestra soberanía o para el sumiso plegamiento a los intereses extranacionales que han venido explotando nuestros recursos naturales. La firme, honesta y gallarda posición de Venezuela interesa no sólo a nuestro pueblo sino a la América Latina entera y a los países del Tercer Mundo, en esa vasta área de entendimiento y de compromiso de la cual formamos parte.
. La Soberanía nacionalista de Venezuela se ha venido expresando plena y sincera, sin hostilidades, en busca de la cooperación, el entendimiento y la, amistad entre Gobiernos y Países. Estamos dando ejemplo de un nuevo concepto de solidaridad internacional que es a la vez expresión de repudio a todas las formas de explotación y de humillaciones que han sufrido nuestros pueblos.
El petróleo es hoy un problema económico y político mundial que involucra a Venezuela en una política exterior cada vez más exigente. Es el instrumento en manos de países del Tercer Mundo, los Miembros de la OPEP, para llevar a las naciones industrializadas al diálogo y a la comprensión que haga posible la creación de un nuevo orden económico mundial. Venezuela es actora y solidaria plena de esta controversia por la justicia internacional. Además de atender a sus particulares y obligantes compromisos de colaboración con las naciones hermanas de la América Latina.
Venezuela está frente a su gran destino. Tenemos conciencia de que está cambiando el rumbo del país. Nos hemos apartado de la rutina del conformismo. Hemos ido al fondo de nuestros problemas y estamos aprendiendo a convivir con los riesgos que conlleva una conducta independiente y soberana. Tanto el sector público como el sector privado, todos los venezolanos, deben tener conciencia de los serios peligros a que nos exponemos por las decisiones adoptadas. Así valoraremos nuestras fuerzas espirituales, la capacidad para la acción y mediremos nuestra decisión de afrontar las complejas tareas que nos esperan.
La primera victoria en el empeño común ha de ser la del optimismo sobre el pesimismo. Sociólogos de ayer pretendieron condenarnos a ser gobernados por dictaduras, desconociéndonos calidad o condiciones para los ejercicios de la democracia. Hoy no faltan las voces que pregonen una supuesta incapacidad nacional para manejar el petróleo.
El pueblo venezolano ha demostrado la falacia de aquellas afirmaciones de los sociólogos y predicadores del pesimismo. Los venezolanos hemos acometido a lo largo de la historia, grandes empresas; y en los últimos años, precisamente desde que la democracia gobierna al país, la juventud venezolana se ha adentrado masiva y resueltamente en los campos de 11 ciencia y la tecnología como para que hoy podamos afirmar que en las empresas petroleras, técnicos venezolanos y Ejecutivos venezolanos, son garantía plena para asegurar eficiencia y continuidad en el manejo de la empresa nacionalizada, sin que esto quiera decir que no valoremos en cuanto vale la colaboración de los técnicos extranjeros y mucho menos que neguemos nuestra dependencia tecnológica que habremos de vencer como hemos superado ya otros obstáculos para nuestro desarrollo independiente.
Las decisiones que hemos asumido comprometen por muchos años el esfuerzo nacional. El privilegio de mi Gobierno es el de haber iniciado esta radical y profunda transformación del país. Mi mérito será apenas el de haber dado comienzo a estas grandes tareas nacionales, de ponerlas en marcha, y me cuidaré de que por mi culpa y responsabilidad no se menoscabe ningún alto propósito de la Nación venezolana. Se trata de afirmar la fe de los venezolanos en nuestra capacidad para asumir responsabilidades que hasta ayer, resignados, dejamos en manos de los países que han explotado nuestras riquezas.
?En este momento de la patria los venezolanos estamos frente a la construcción del futuro nacional. El éxito o el fracaso no lo serán el de un Gobierno sino el de la Nación misma. Hemos renunciado a vivir de la fácil riqueza a que nos había acostumbrado el facilismo petrolero. Esta es la cuestión trascendental que debe unirnos. No puede ser objeto de controversia de los partidos ni de confrontación alguna entre diversos factores de la colectividad. Debe ser acción común. Compromete el porvenir de la República. Construir su futuro es nuestra tarea.
165 años después de la fundación de la República, obligados estamos a aprender la dolorosa lección de nuestra existencia. Reyertas partidistas y rivalidades personalistas son las culpables de las frustraciones nacionales. En el desprendimiento, en la humildad republicana, en la honestidad y en el coraje para hacer nuestro destino se cifra la esperanza venezolana. Administrar los recursos materiales requiere antes que todo visión para valorar y descubrir los grandes objetivos del país. Los caminos son difíciles y riesgosos. Para espantar los medios requerimos de profundas convicciones que empeñen nuestro esfuerzo y nuestra voluntad en la culminación de estas grandes decisiones nacionales.
El Gobierno no sólo está atento a los problemas de la economía. Sabe y entiende que otros valores, esenciales y determinantes, deben conjugarse con aquello si se quiere realmente hacer de Venezuela una patria soberana.
Esta mañana promulgué la Ley Nacional de la Cultura. Iniciativa y compromiso de mi campaña electoral que se hermana en su grandeza con esta otra de la nacionalización del petróleo. La historia nos demuestra que los pueblos que realizan su destino y afirman su propia personalidad colectiva, son aquellos que han dejado huella permanente en la cultura. Son los pueblos creativos quienes son capaces de conducir su propio destino. La literatura, la pintura, la música, el teatro, e¡ cine y todos los otros, medios de comunicación del espíritu humano, constituyen la infraestructura esencial de un nacionalismo auténtico.
Mi Gobierno ha demostrado ciertamente, con manifestaciones concretas, su interés por la cultura como fundamento y raíz de la revolución democrática que impulsa. Hoy quiero unir al júbilo nacional por la nacionalización del petróleo a los artistas, a los intelectuales, entregándoles la Ley de la Cultura, anunciándoles igualmente que el 5% de las becas Gran Mariscal de Ayacucho se dedicará al estudio de las artes y humanidades, lo que no disminuirá el número de técnicos pero sí afirmará el propósito nacional de construir un país . inspirado y orientado por el humanismo democrático que atiende a los valores del espíritu para servir al hombre y a la mujer venezolanos.
Puede Venezuela enfrentar hoy este gran reto con su destino, porque hemos logrado en los últimos años construir una democracia capaz de tomar estas trascendentales decisiones. Hemos adquirido madurez para estar seguros de la capacidad del pueblo venezolano. Es obra de todos. Ningún grupo o partido puede arrogarse como victoria suya lo que hoy podemos hacer como expresión de voluntad colectiva.
?Ya se ha dicho todo sobre la historia de nuestro petróleo, sobre la continuidad del proceso que hoy culmina, sobre la participación de muchos venezolanos, de todas sus fuerzas políticas en la conquista de esta suprema reivindicación. Ya se han examinado con rigurosa y apasionada crítica las normas que constituyen la Ley que reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Venezuela entera está advertida de riesgos y peligros. Los partidos de oposición han alertado sobre sus recelos o suspicacias, la Nación entera ha estado atenta al gran debate de nuestro tiempo histórico. Ahora llegó el momento de la acción. Estoy seguro, y así lo afirmo con honda satisfacción, que quienes han expresado esos recelos y esas dudas absolverán con júbilo sincero al Gobierno que presido cuando demuestre en los hechos y con su conducta clara y honesta que no habrá rumbo que se tuerza en sus manos para emprender y consolidar esta etapa inicial que afirmará el futuro independiente de Venezuela. No escapa a mis compatriotas que si el éxito nos acompaña, será el triunfo de toda la Nación, de todos los sectores de la colectividad, será la propia consagración de nuestro sistema democrático y de los partidos políticos que lo sustentan. Oportuna es también la observación de que, en cambio, si la mediatización del esfuerzo o el fracaso del propósito pudiera ser resultante inmediata del acto que hoy estamos solemnemente protocolizando, será mi Gobierno el responsable fundamental. No puede ocultárseme esta realidad y a plena conciencia acepto la responsabilidad que me incumbe. Sólo pido confianza y respaldo, condicionado al juicio previo sobre las decisiones que me corresponderá adoptar dentro del Gobierno de la República como su jefe de Estado.
En esta etapa que iniciamos todos los venezolanos estamos igualmente comprometidos. Se trata de la creación de nuestras propias riquezas. Sólo podremos lograrlo si se crea y fortalece esa conciencia colectiva que estoy reclamando. Esta tarea exige trabajo y exige sacrificios. Al independizar la industria petrolera de manos extranjeras nos hacemos a nosotros mismos más dependientes del petróleo. Si no somos capaces de crear sólida base económica a partir de nuestros recursos naturales, habremos traicionado el sentido profundo de este acto histórico.
Hemos adquirido nuevas y definitivas responsabilidades. Los Partidos Políticos, los Empresarios y los Trabajadores, los venezolanos todos, y los extranjeros que con nosotros conviven y contribuyen al esfuerzo nacional del desarrollo, deberemos poner el mayor empeño en la creación de una riqueza permanente. Es la oportunidad de Venezuela frente a su gran destino para consolidarse como Nación libre y justa.
Con clara conciencia de todos estos factores hemos planificado cuidadosamente el traspaso a manos nacionales de la administración de la industria petrolera. Sobre la tinta fresca de la promulgación de la Ley dictaremos el Decreto de creación de la Empresa Petróleos de Venezuela que tendrá a su cargo la ejecución de la política del Estado y a la cual corresponderá planificar, coordinar, supervisar y controlar las actividades de las empresas operadoras de la Industria Petrolera Nacional. Apenas nos entregue la Comisión Delegada del Congreso Nacional los nombres de sus representantes, será designada la Comisión Supervisora de la Industria y del Comercio de los Hidrocarburos, adscrita al Ministerio de Minas para fiscalizar desde ahora hasta el 31 de diciembre todas las actividades de los Consorcios internacionales. Durante los próximos 45 días trataremos de concretar fórmulas de avenimiento con respecto a la indemnización que corresponde a los concesionarios de acuerdo con los términos de la Ley, que serán previamente conocidas y aprobadas por el Congreso Nacional. Y de no lograrse el avenimiento, no vacilaremos un momento para entregar a la Corte Suprema de justicia la decisión sobre el monto de la indemnización.
Ratifico en esta hora de resonancia histórica que Petróleos de Venezuela será una Empresa al margen de las contingencias de la vida política nacional. Se regirá por los intereses globales de la Nación sin tomar en cuenta, situaciones pasajeras o intereses particulares. Mañana se conocerán los nombres de los honestos e ilustres venezolanos que integran el equipo.
Desde este mismo sitio, el 5 de julio, en el Mensaje a los venezolanos expliqué con pormenores y detalles los mecanismos operativos de la Empresa Petrolera Nacional, ahora concretados en los instrumentos legales aprobados por el Congreso y por el Consejo de Ministros.
La política conservacionista que ha caracterizado la acción oficial sobre los recursos naturales renovables y no renovables, se mantendrá firme y activa sobre los hidrocarburos. Reafirmo la determinación que adopté al iniciar el Gobierno, de no continuar los estudios para instalar plantas de gas licuado para la exportación. El gas será para la industrialización nacional, gran reserva para el porvenir vigoroso de la industria petroquímica venezolana. En año y medio de acción administrativa hemos disminuido radicalmente la relación gas desperdi ciado-petróleo y se está usando el 98% del gas asociado-producto.
Puede Venezuela estar confiada y segura en que iodo está preparado para esta nueva etapa de la vida nacional. Ahora sólo nos queda llevar a la realidad el propósito de hacer de la industria petrolera ejemplo de seriedad y eficiencia para asegurar y acelerar el desarrollo independiente. Requisito indispensable será la cooperación de todos con trabajo, con vigilancia y con esfuerzo colectivos.
Venezolanas, Venezolanos:
No debemos olvidar en la euforia de este gran momento nacional que el camino de nuestra independencia, económica recién se comienza. Será tarea cotidiana sin complacencias ni complicidades. Ahora no tendremos excusas para nuestros fracasos. La tarea es absolutamente nuestra y la riqueza que podamos crear será obra nuestra. Pero también ahora seremos responsables o culpables de la miseria de nuestros niños, del abandono de nuestros cultivos y del desamparo de nuestro hogares.
El esfuerzo nacional supone y exige la formación de una masa trabajadora consciente de sus derechos. Fuerza social que para ser fiel a sí misma no puede permitir que el producto de la riqueza nacional se concentre en pocas manos o sea derrochado por el Estado. Tampoco permitir que existan privilegiados entre los trabajadores. Debemos establecer desde ahora, por encima de intereses particulares, las condiciones, para que la nuestra sea una sociedad verdaderamente justa, de todos los venezolanos.
Por lo que respecta a las prestaciones sociales de los trabajadores, señaladas en la legislación laboral y la contratación colectiva, ellas deberán ser depositadas en el Banco Central de Venezuela dentro de los quince días siguientes al día de hoy, calculadas sobre la base del salarlo del trabajador para la fecha en que se extingan las concesiones. Continuarán en vigor, sin embargo, los fideicomisos constituidos conforme a la Ley del Trabajo recientemente modificada o los planes establecidos de común acuerdo entre los concesionarios y sus trabajadores para el momento de la promulgación de la Ley. Interesa destacar en este punto que, conforme a lo dispuesto en la Ley que hoy se promulga, la sustitución de patrono que ha de producirse no afecta la continuidad de la relación laboral.
Cabe señalar que no conviene ni a los intereses del país, ni a los de las empresas estatales encargadas de administrar la industria nacionalizada, ni a los propios trabajadores en general, que el Ejecutivo Nacional proceda a la entrega de las casas que habitan algunos de los trabajadores, antes de estudiar a fondo el problema y de poner en marcha un plan de vivienda que abarque a todos los trabajadores de la industria. De lo contrario ello constituiría una marcada injusticia con los demás trabajadores, de paralelos méritos, y crearía serios problemas a las empresas estatales.
El orden económico que hizo posible la explotación de los recursos naturales de los países pobres llega a su término. Los pueblos del Tercer Mundo ya no están dispuestos a permitir que se le paguen precios viles por sus materias primas. Se ha proclamado un nuevo orden económico internacional. Los países industriales, entre tanto, viven una crisis de malos entendidos que no les permite aceptar que los países explotados asuman la defensa activa de sus propios intereses y tomen sus propias decisiones.
A los compatriotas latinoamericanos quiero unir en este mensaje a los Venezolanos. Quiero decir con fe y optimismo en el destino de Venezuela, como dijo el Libertador Bolívar en el Congreso de Angostura: «Sólo la democracia es susceptible de una absoluta libertad». Para responder la pregunta que se hace a continuación: «¿Pero cuál es el Gobierno democrático que ha reunido a un tiempo, poder, prosperidad y permanencia?». La duda del Padre Libertador es la que hoy los venezolanos vamos a despejar en su patria, para ejemplo y continuidad de su obra. Es nuestro empeño lograr un Gobierno democrático poderoso, próspero y permanente para todos los pueblos de la América Latina.
El petróleo es nuestro y está en nuestras manos la posibilidad de demostrar que somos capaces de manejarlo, que podemos confiar en nosotros mismos, que será herramienta de desarrollo democrático, de justicia social.
El petróleo venezolano ha de ser instrumento de integración latinoamericana, factor de seguridad mundial, de progreso humano, de justicia internacional y de equilibrada interdependencia económica. Ha de ser también un símbolo de la independencia de Venezuela, de la voluntad nacional y una afirmación de su capacidad creadora como pueblo y como nación. El petróleo venezolano es un encuentro con nuestro destino. Ningún sitio mejor para expresarlo que en presencia de Simón Bolívar quien nos enseñó a creer en nuestro pueblo y supo luchar para demostrar de lo que somos capaces.
A mitad de ese camino ratifiquemos una vez más nuestro propósito irrevocable de demostrar que sólo una sociedad justa es posible dentro del respeto a la libertad humana. Comprometidos, sin posibilidad de retroceso, en la grandiosa obra de dar los pasos iniciales de la liberación económica de Venezuela, invito a mis compatriotas a realizar la tarea que es de todos.
¡¡MANOS A LA OBRA!!
Carlos Andrés Pérez
[1] Discurso del Presidente, Carlos Andrés Pérez pronunciado el 19 de agosto de 1975 en el Salón Elíptico del Congreso Nacional con motivo del Ejecútese puesto a la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos.
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