febrero 11, 2010

La Guerra de Vietman y la mayoría silenciosa

Discurso en el que expone sus planes para acabar con la guerra de Vietnam, buscando el apoyo del pueblo americano, al que él llama:
"La Gran Mayoría Silenciosa"
Richard Nixon
[3 de Noviembre de 1969]

Buenas noches, estimados ciudadanos.
Esta noche deseo hablarles de un asunto de gran importancia para todos los Americanos y para mucha gente en todas las partes del mundo: la guerra en Vietnam.
Creo que una de de las razones de la profunda división acerca del Vietnam es que muchos Americanos han perdido su confianza en lo que su Gobierno les comunicó acerca de nuestra política.
A los Americanos no se les puede y no se les debe pedir su apoyo a una política la cual está involucrada en asuntos primordiales de guerra y paz a menos que ellos conozcan la verdad acerca de esa política.
Esta noche, ahora bien, me gustaría responder algunas de las cuestiones que sé que están en la cabeza de todos los que me están escuchando.
¿Cómo y por qué América se ve involucrado en Vietnam por primera vez?
¿Cómo esta Administración ha cambiado la política de la Administración previa?
¿Qué ha sucedido realmente en las negociaciones de París y en el campo de batalla en Vietnam?
¿Qué elecciones tenemos que tomar si queremos terminar esta guerra?
¿Cuáles son las perspectivas de paz?
Ahora, permítanme empezar describiendo la situación que yo me encontré cuando entré en el cargo el 20 de Enero: La guerra había continuado durante cuatro años. 31.000 Americanos habían muerto en combate. El programa de entrenamiento de los Vietnamitas del Sur iba retrasado. 540.000 Americanos estuvieron en Vietnam sin ningún plan para reducir su número. No hubo ningún progreso en las negociaciones de París, y los Estados Unidos no habían propuesto un tratado de paz razonable.
La guerra estaba causando una gran división aquí en casa, y las crítica de muchos de nuestros aliados, así como obviamente la de nuestros enemigos, en el extranjero.
A la vista de estas circunstancias, hubo alguien que pidió insistentemente que yo terminara con la guerra de una vez, y que ordenara la retirada de todas las fuerzas Americanas. Desde un punto de vista político, esto habría resultado popular, y desde luego muy fácil de llevar a cabo. Después de todo, nosotros nos hemos visto involucrados en esta guerra desde que mi predecesor ocupara el cargo. Yo podría culpar de la derrota, lo cual sería el resultado de mi acción, en él-- y revelarme como un hombre de paz. [...]
Pero yo tenía una obligación mucho mayor que pensar solamente en los años que durase mi Administración, y en la siguiente elección. Yo, tenía que pensar en el efecto que mi decisión causaría en la siguiente generación, y en el futuro de Paz y Libertad en América, y en el mundo.
Entendamos todos que la cuestión que tenemos ante nosotros no es si algunos Americanos están a favor de la Paz o en contra de la Paz. La cuestión no es si la "guerra de Johnson" se convierte en la "guerra de Nixon". La gran cuestión es: ¿Cómo podemos conseguir la paz para América?
Bien, tengamos ahora en cuenta la cuestión fundamental: ¿Por qué y cómo los Estados Unidos se involucraron en la guerra de Vietnam por vez primera? Hace 15 años el Norte de Vietnam, con el apoyo logístico de la China Comunista y de la Unión Soviética, lanzó una campaña para imponer un gobierno Comunista en Vietnam del Sur, instigando y apoyando una revolución.
En respuesta a la petición del Gobierno de Vietnam del Sur, el presidente Eisenhower envió ayuda económica y equipamiento militar para asistir a la gente de Vietnam del Sur en un esfuerzo para prevenir un levantamiento Comunista. Hace siete años, el presidente Kennedy envió 16.000 militares a Vietnam como soporte de combate. Hace cuatro años, el presidente Johnson envió fuerzas de combate Americanas a Vietnam del Sur.
Ahora muchos creen que la decisión del presidente Johnson de enviar fuerzas de combate Americanas fue equivocada. Y muchas otras, yo entre ellas, habíamos criticado enérgicamente la manera en la que la guerra estaba siendo afrontada.
Pero la cuestión que hoy tenemos delante de nosotros es: ¿Ahora que nosotros estamos en guerra, cuál es la mejor manera de terminarla?
En Enero, yo sólo pude concluir que una retirada precipitada de todas las fuerzas Americanas de Vietnam, resultaría un desastre no sólo para Vietnam del Sur sino para Estados Unidos y para la causa de la Paz.
Para los Survietnamitas, una retirada precipitada, permitiría inevitablemente a los Comunistas, repetir las masacres que siguieron a su surgimiento en Vietnam del Norte hace 15 años. Ellos mataron a más de 50.000 personas y cientos de miles más murieron en campos de concentración.
Pudimos ver un preludio de lo que sucedería en Vietnam del Sur cuando los comunistas entraron en la ciudad de Hue el pasado año. Durante un breve mandato, hubo un sangriento reinado del terror en el cual 3.000 personas fueron asesinados a palos, a tiros y enterrados en fosas comunes.
Ante un repentino cese de nuestro apoyo, estas atrocidades vividas en Hue se convertirían en la pesadilla que asolaría a toda la nación entera, particularmente al millón y medio de refugiados Católicos que huyeron a Vietnam del Sur cuando los Comunistas se apoderaron del Norte.
Para los Estados Unidos, esta primera derrota en nuestra historia, resultaría en un derrumbamiento inevitable de nuestra confianza y del liderazgo que los Estados Unidos tiene no solamente en Asia sino a lo largo del mundo.
Tres Presidentes Americanos han reconocido la gran trascendencia de lo que no jugamos en Vietnam.
En 1963, el Presidente Kennedy con su característica elocuencia y claridad dijo:
"Nosotros deseamos ver un Gobierno estable allí. Nosotros creemos fuertemente en eso. No vamos a cesar en ese esfuerzo. En mi opinión, nuestra retirada significaría el derrumbamiento no sólo de Vietnam del Sur sino del Sureste Asiático. Por lo tanto nosotros vamos a mantenernos allí"
Los Presidentes Eisenhower y Johnson expresaron la misma conclusión durante sus estancias en la presidencia.
Para el futuro de la Paz, una retirada precipitada resultaría en un desastre de inmensas proporciones. Una nación no puede permanecer grande si traiciona a sus aliados y abandona a sus amigos. Nuestra derrota y humillación en Vietnam del Sur, promovería fuera de toda duda la temeridad en aquellas potencias que no han abandonado todavía sus ansias de conquistar el mundo. Esto haría estallar la violencia allá donde nuestro compromiso ayuda a mantener la paz (en Oriente Medio, en Berlín, y finalmente en el hemisferio Oeste). En definitiva, esto costaría más vidas. No traería la paz. Traería más guerra.
Por estas razones, rechacé las recomendaciones de que terminara la guerra retirando inmediatamente todas nuestras fuerzas. Yo, sin embargo, elegí cambiar la política, tanto en el campo de la negociación como en el campo de batalla, de manera que la guerra terminara en muchos frentes. Inicié una búsqueda de la paz en muchos frentes. En el discurso televisivo del 14 de Mayo, ante las Naciones Unidas, comuniqué nuestras propuestas de paz en gran detalle.
Nosotros hemos ofrecido una retirada completa de todas nuestras fuerzas extranjeras en el plazo de un año. Hemos propuesto un alto al fuego bajo supervisión internacional. Hemos ofrecido elecciones libres bajo supervisión internacional con los Comunistas participando en la organización.
Nosotros no hemos realizado nuestras propuestas con la arrogancia de un "tómalo o déjalo". Nosotros hemos indicado que estamos dispuestos a discutir las propuestas que hemos establecido para la otra parte. Hemos declarado que todo es negociable menos el derecho de la gente de Vietnam del Sur de determinar su propio futuro.
En la conferencia de Paz de Paría, el Embajador Lodge ha manifestado nuestra flexibilidad y buena fe en 40 reuniones públicas. Hanoi ha rechazado incluso discutir nuestras propuestas. Ellos demandan nuestra aceptación incondicional en sus términos de abandonar todas las fuerzas Americanas inmediatamente e incondicionalmente y que abandonemos el gobierno de Vietnam cuando partamos.
Nosotros no hemos limitado nuestras iniciativas de paz a declaraciones públicas. En Enero reconocí que una larga y amarga guerra como esta, normalmente no podría establecerse en un foro público.
Esta noche, estoy dando el paso sin precedentes de desvelarles a ustedes algunas de nuestras iniciativas para la paz, iniciativas que nosotros emprendemos privada y secretamente [...]
No esperé a mi inauguración para empezar la búsqueda de la paz. Mucho antes de mi elección, como individuo, realicé dos ofertas privadas para un acuerdo rápido y razonable. Las respuestas de Hanoi pidieron en efecto nuestra rendición antes de las negociaciones. Desde que la Unión Soviética suministra la mayoría del equipamiento militar a Vietnam del Norte, el Secretario de Estado Rogers, mi asistente para los asuntos de seguridad Nacional, Dr Kissinger, el Embajador Lodge y yo personalmente, nos hemos reunido en varias ocasiones con representantes del Gobierno Soviético para intentar iniciar un proceso de Paz. A mayores, hemos extendido las rondas de negociaciones con el mismo fin en Vietnam del Norte.
Ninguna de estas negociaciones han producido resultados hasta la fecha. A mediados de Julio, he llegado al convencimiento de que era necesario dar un paso sustancial para salir del estancamiento en las negociaciones de París. Yo hablé directamente desde este despacho en el que ahora estoy sentado, con un individuo el cual conocía personalmente a Ho Chi Minh desde hacía 25 años. A través de él, le envié una carta. Realicé esto fuera de los protocolos tradicionales de la diplomacia con la esperanza de que resultaría constructivo para el progreso de traer el fin a la guerra.
Déjenme que les lea la carta:
"Querido Señor Presidente:
Soy consciente de la dificultad que supone comunicarse adecuadamente a través del abismo que suponen cuatro años de guerra. Pero precisamente por razón de este abismo, quiero tener la oportunidad de reafirmar con toda solemnidad, mi deseo de trabajar por una paz justa. Creo profundamente que la guerra en Vietnam ha llegado demasiado lejos, y retrasar su fin no puede beneficiar a nadie, al menos a ninguno de los vietnamitas. Ha llegado el momento de dar un paso adelante a las negociaciones para conseguir una pronta resolución a esta trágica guerra. Usted nos encontrará receptivos en un esfuerzo común que traiga la bendición de la paz al bravo pueblo de Vietnam. Hagamos que la historia recuerde este instante como el momento en que ambas partes giraron sus cabezas hacia la consecución de la paz en lugar de hacia la guerra y el conflicto.
Recibí la respuesta de Ho Chi Minh el 30 de Agosto, tres días antes de su muerte. [...] El texto completo de las cartas está siendo entregada a la prensa.
Además de las reuniones públicas a las que me he referido, el Embajador Lodge se ha reunido con negociadores vietnamitas en Paría en 11 sesiones privadas. Hemos tomado otras iniciativas significativas que permanecerán en secreto para mantener algunos canales de comunicación que podría resultar todavía productivos.
Pero el efecto de todas las negociaciones públicas, privadas y secretas que habían sido emprendidas desde el alto el fuego hace ahora un año, y desde que la actual Administración tomó el poder el 20 de Enero, se pueden resumir en una sola frase: No se ha realizado ningún progreso excepto en el "acuerdo de la forma que tiene la mesa de las negociaciones."
Bien, ahora, ¿quién se equivoca? Está claro que el obstáculo en las negociaciones para traer un fin a la guerra no es el Presidente de los Estados Unidos. No es el Gobierno de Vietnam del Sur. El obstáculo es el rechazo de la otra parte de mostrar la disponibilidad de unirnos en la búsqueda de una paz justa. [...]
Al tiempo que lanzamos nuestros esfuerzos para buscar la paz, me dí cuenta de que no podríamos tener éxito en la empresa a través de las negociaciones. Puse entonces en práctica otro plan para alcanzar la paz. Un plan que traería el fin de la guerra independientemente de lo que sucediera en el frente de negociaciones. Está en línea con el mayor giro en la política exterior de los Estados Unidos que he descripto en mi conferencia de prensa en Guam el 25 de Julio. Permítanme brevemente explicarles que ha sido descrito como la "Doctrina Nixon" -- una política que no sólo ayuda a terminar la guerra en Vietnam sino que es un elemento esencial de nuestro programa para prevenir futuros Vietnam.
Los Americanos somos gente de "hazlo tú mismo" -- somos gente impaciente. En vez de enseñar a alguien a hacer un trabajo, nos gusta hacerlo por nosotros mismo. Este tratamiento ha sido llevado a cabo en nuestra política exterior. En Corea, y de nuevo en Vietnam, los Estados Unidos suministran la mayor parte del dinero, la mayor parte de las armas, y la mayor parte de la gente para defender su libertad contra la agresión Comunista.
Antes de que ninguna tropa Americana fuera a Vietnam, un líder de otro país asiático me expresó esta opinión mientras viajaba por el continente como un ciudadano privado. El dijo: " cuando tu estás intentando apoyar a otra nación a defender su libertad, la política de los EEUU sería ayudarles a luchar en la guerra, pero no a luchar en la guerra en su lugar."
Pues bien, de acuerdo con este sabio consejo, establecí en Guam tres principios como guía para el futuro de la política Americana en Asia. Primero, los EEUU mantendría todos sus tratados de compromiso. Segundo, haríamos de escudo si una potencia nuclear amenazara la libertad de una nación aliada con nosotros, o de una nación cuya supervivencia consideramos vital para nuestra seguridad. Tercero, en los casos en los que estén envueltos otro tipo de agresiones, suministraríamos apoyi militar y económico cuando fuese solicitado, de acuerdo con nuestros tratados acordados. [...]
Después de anunciar esta política, sucedió que los líderes de Filipinas, Tailandia, Vietnam del Sur y otras naciones que podrían ser amenazadas por la agresión Comunista, acogieron esta nueva dirección en la política exterior Americana.
La defensa de la libertad es un asunto de todos, no sólo es un asunto de América. Y es particularmente la responsabilidad de la gente cuya libertad está amenazada. En la Administración previa, Americanizamos la guerra en Vietnam. En esta Administración, estamos Vietnamitizando la búsqueda de la paz.[...]
El plan de Vietnamitación fue emprendido por el Secretario Laird durante su visita a Vietnam en Marzo. En este plan, ordené primero un incremento sustancial en el entrenamiento y el equipamiento de las fuerzas vietnamitas. En Julio, durante mi visita a Vietnam, cambié las órdenes del General Abram, para que fueran consistentes con los objetivos de nuestras políticas. Bajo estas nuevas órdenes, la misión principal de nuestras tropas era preparar a las fuerzas Survietnamitas para asumir la responsabilidad total por la seguridad de Vietnam del Sur. Nuestras operaciones aéreas han sido reducidas sobre un 20%.
Y ahora que hemos empezado a ver los resultados de este profundo cambio en la política Americana en Vietnam. Después de cinco años de tropas Americanas en Vietnam, estamos al fin empezando a traer Americanos a casa. Por el 15 de Diciembre, 60.000 hombres se retirarán de Vietnam del Sur, incluyendo un 20% de todas nuestras fuerzas de combate. Los survietnamitas continuarán ganando fuerza. Como resultado, ellos tendrán la capacidad de asumir responsabilidades militares.
Otros dos acontecimientos significantes han sucedido desde que esta Administración tomó el poder. La infiltración enemiga, infiltración que es esencial si ellos están lanzando un ataque ha disminuido más de un 80%, y más importante todavía, las bajas Americanas han disminuido en los dos últimos meses al punto más bajo en tres años.
Permítanme ahora dedicarme a nuestro programa de futuro. Nosotros hemos adoptado un plan en el que hemos trabajado en cooperación con los Vietnamitas del Sur para una retirada completa de todas las fuerzas de combate terrestre y su sustitución por tropas survietnamitas, bajo un calendario previamente establecido. Esta retirada será realizada desde la fortaleza, no desde la debilidad. Cuando las fuerzas survietnamitas sean más poderosas, el incremento de la retirada Americana será mayor.
Yo no he tenido, ni tengo la intención de anunciar el calendario de nuestro programa, hay razones obvias para esta decisión, la cual estoy seguro que ustedes entenderán. Como indiqué en varias ocasiones, el ritmo de la retirada dependerá en el desarrollo de tres frentes. Uno de ellos es el progreso que pueda hacerse en las conversaciones de París. Un anuncio de un calendario definitivo de retirada incentivaría al enemigo a no negociar un acuerdo. Simplemente esperaría a la retirada de las fuerzas y entonces movería.
Los otros dos factores en los que se basarán las decisiones de nuestra retirada serán el nivel de actividad enemiga y el progreso de los programas de entrenamiento de las fuerzas survietnamitas. Estoy contento de poder comunicarles esta noche, que en estos dos frentes se han producido avances mayores a los esperados. Como resultado de esto, nuestro calendario de retirada es más optimista ahora que cuando por primera vez fue planteado en Junio.
Ahora, este hecho demuestra claramente por qué no es sabio comprometerse con un calendario de retirada definitivo. Debemos mantener la flexibilidad para depender las decisiones de la situación real.
Ahora bien, quiero ser totalmente claro en un asunto. En el momento en que se produjo el cese de los bombardeos hace ahora un año, no estamos seguros de que el enemigo haya comprendido que si nosotros dejábamos de bombardear Vietnam del Norte, ellos dejarían de bombardear ciudades del sur de Vietnam.
Quiero estar seguro que no hay ninguna confusión por parte del enemigo en lo concerniente a nuestro programa de retirada. Hemos notado la disminución del nivel de infiltración enemiga, la reducción de nuestras bajas y estamos basando nuestras decisiones de retirada parcialmente en estos factores. Si el nivel de infiltración o de nuestras bajas se incrementa mientras estamos disminuyendo nuestra actividad, sería el resultado de una acción consciente del enemigo. Hanoi no podría cometer un error tan grande como pensar que un incremento de la violencia le resultaría ventajoso.
Si yo advirtiera que un incremento de la acción enemiga pusiese en peligro nuestras fuerzas restantes en Vietnam, no dudaría en tomar medidas contundentes y efectivas para tratar esa situación. No es una amenaza, es una declaración política, la cual, como Comandante en Jefe de nuestras fuerzas armadas estoy dispuesto a cumplir y asumir mi responsabilidad para garantizar la protección de soldados Americanos allí donde fuera necesario.
Queridos compatriotas, estoy seguro de que podéis reconocer de lo que yo he dicho, que realmente solo tenemos dos opciones de las que elegir si deseamos acabar con esta guerra. Puedo ordenar una retirada precipitada de todos los Americanos de Vietnam sin tener en cuenta los efectos que tendría esta acción. O bien podemos persistir en nuestra búsqueda por una paz justa a través de negociaciones, si fuese posible, o a través de la implementación continua de un plan de Vietnamitación si fuese necesario -- un plan en el cual nosotros retiraríamos todas nuestras fuerzas de Vietnam de acuerdo con un calendario.
He escogido esta segunda opción. No es la opción fácil. Es la opción correcta. Es un plan que terminará con la guerra y servirá a la causa de la paz, no sólo en Vietnam sino en el Pacífico y en el mundo.
Al hablar de las consecuencias de una retirada precipitada, mencioné que nuestros aliados perderían confianza en América. Más peligroso que eso, perderíamos confianza en nosotros mismos. O la reacción inmediata sería un sentimiento de alivio ya que nuestros hombres regresarían a sus casas. Pero como hemos visto, las consecuencias de ello, inevitablemente remordería nuestra conciencia y crearían una cicatriz profunda de nuestro espíritu como pueblo.
Hemos afrontado otras crisis a lo largo de nuestra historia, y nos hemos fortalecido rechazando la vía fácil, tomando siempre la decisión correcta a la hora de enfrentar nuestros desafíos. Nuestra grandeza como nación ha sido nuestra capacidad de hacer siempre lo correcto. Reconozco que algunos de mis conciudadanos están en desacuerdo con el plan de paz que he elegido. Honestos y patrióticos Americanos han rechazado conclusiones distintas sobre como la paz debería conseguirse. En San Francisco, hace unas semanas, vi manifestantes llevando pancartas en las que se podía leer " Pierde en Vietnam, trae los chicos a casa", Bien, una de las fortalezas de nuestra sociedad libre es que cualquier Americano tiene el derecho de llegar a esa conclusión y defender ese punto de vista.
Pero como Presidente de los Estados Unidos, traicionaría mi juramento del cargo si permitiera que la política de esta nación estuviera dedicada por la minoría de los que sostienen ese punto de vista y quienes tratan de imponerlo en una nación mediante la organización de manifestaciones en la calle. Por casi 200 años, la política de esta nación ha sido hecha bajo nuestra Constitución por aquellos líderes en el Congreso y la Casa Blanca elegida por toda la gente. Si una minoría, fuese lo enérgica que fuese, prevaleciera sobre la razón y la voluntad de la mayoría, esta nación no tendría futuro como una sociedad libre.
Y ahora, me gustaría dirigir unas palabras, si pudiera, a los jóvenes de esta nación, que están particularmente preocupados por esta guerra. Respeto su idealismo. Comparto su preocupación por la paz. QUiero la paz tanto como vosotros. Tengo poderosas razones personales por las que quiero terminar esta guerra. Esta semana tendré que firmar 83 cartas a madres, padres, esposas, y seres queridos de aquellos hombres que han dado sus vidas por América en Vietnam. Es una pequeña satisfacción para mí que sean solamente una tercera parte de las cartas que tuve que firmar la primera semana que tomé el cargo. No hay nada que desease tanto como ver el día cuando no tuviese que escribir ninguna de estas cartas.
Quiero terminar la guerra para salvar las vidas de esos valerosos jóvenes en Vietnam. Pero quiero terminarla de manera que incremente la oportunidad que sus hermanos más jóvenes y sus hijos no tengan que luchar en algún futuro Vietnam en algún lugar en el mundo.
Y quiero terminar la guerra por otra razón. Quiero terminarla para que vuestra energía y dedicación, de nuestros jóvenes, ahora demasiado amargamente dirigida en odio contra aquellos responsables por la guerra, pueda ser transformada hacia los desafíos de paz, una mejor vida para todos los Americanos, una mejor vida para todas las personas de esta tierra.[...]Sé que no está de moda hablar de patriotismo o de destino nacional en estos días, pero siento que es apropiado hacerlo en esta ocasión. Hace doscientos años, esta nación era débil y pobre. Pero incluso entonces, América era la esperanza de millones en todo el mundo. Hoy hemos llegado a ser la nación más poderosa y rica del mundo, y la rueda del destino ha girado para que cualquier esperanza que el mundo tiene para la supervivencia de la paz y la libertad, estará determinada por la moral de los Americanos y el coraje para enfrentar los desafíos del liderazgo de un mundo libre.
Hagamos que los historiadores no recuerden que , cuando América fue la nación más poderosa del mundo, nos cambiamos al otro lado de la carretera y dejamos que las últimas esperanzas de paz y libertad de millones de personas fuesen sofocadas por las fuerzas del totalitarismo.
Por lo tanto, a vosotros, a la gran mayoría silenciosa de mis conciudadanos, pido vuestro apoyo. Juré en mi campaña presidencial acabar con esta guerra, de manera que pudiese ganar la paz. He iniciado un plan de acción el cual me permitirá mantener ese juramento. Cuanto mayor apoyo pueda tener de los ciudadanos Americanos, más pronto este juramento podrá ser cumplido. Cuanto más divididos estemos en casa, menos probable es que el enemigo negocie en París.
Unámonos por la paz. Unámonos contra la derrota. Comprendamos que Vietnam del Norte no puede derrotar o humillar a los Estados Unidos. Sólo los Americanos pueden hacerlo.
Hace cincuenta años, en esta habitación, en este mismo despacho, el Presidente Woodrow Wilson dijo unas palabras que cautivaron. Él dijo: "Esta es la guerra que acabará con las guerras". Su sueño de paz después de la primera guerra mundial fue hecha añicos ante la dura realidad.
Hoy, no digo que la guerra en Vietnam es la guerra que acabará con las guerras, pero digo esto: He iniciado un plan que terminará con esta guerra de manera que nos llevará más cerca del objetivo que Woodrow Wilson y cualquier Presidente Americano en nuestra historia ha tenido -- el objetivo de una paz justa y duradera.
Como Presidente, mantengo la responsabilidad de escoger el mejor camino para alcanzar ese objetivo y dirigir a la nación a su consecución.
Juro esta noche, que afrontaré la responsabilidad con toda mi fuerza y sabiduría de acuerdo con vuestras esperanzas y vuestras preocupaciones, y apoyado por vuestras oraciones.
Gracias y buenas noches.
RICHARD NIXON

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