"Sobre la absurda violencia" (Robert F. Kennedy)

Palabras en un acto de su campaña electoral en un Club de la ciudad de Cleveland, Ohio
“La amenaza absurda de violencia”
Robert F. Kennedy
[5 de Abril de 1968]

Este es una época de la vergüenza y del dolor. Hoy no hablaré de política. Aprovecharé mi único acto de hoy, para hablarles brevemente sobre la amenaza absurda de la violencia en EE.UU, que de nuevo salpica a nuestro país y la vida de todos nosotros.
No incumbe a una sola raza. Las víctimas de la violencia son negras y blancas, ricas y pobres, jóvenes y viejas, famosas y no conocidas; son por encima de todo, seres humanos. Amados y necesitados por otros seres humanos. ¡Nadie! Nadie viva donde viva, haga lo que haga, puede presentir quien sufrirá por algún acto insensato de crueldad, por alguna gran injusticia y, aún así, sigue y sigue mellando nuestro país.
¿Por qué?... ¿Qué ha ganado la violencia?... ¿Qué es lo que ha creado? …
Cuando un ciudadano americano termina con la vida de otro ciudadano, en nombre de la justicia o contra de ella, o un solo hombre o un grupo a sangre fría o con rabia, en una ataque de violencia, se entreteje para él y para sus hijos una cadena de dolorosas experiencias, así como sus mujeres. Y cuando esto sucede, la nación entera es injuriada. Y, sin embargo, toleramos la creciente violencia, que margina nuestra humanidad, y nuestro sentido cívico.
Con demasiada frecuencia elogiamos a la soberbia, a la prepotencia, de los que abusan de la fuerza. Con demasiada frecuencia justificamos a los que construyen su vida sobre los sueños destrozados de otros hombres.
Pero algo queda claro, la violencia genera violencia, la represión genera venganza… solo una purificación de nuestra sociedad, puede arrancar este mal en nuestras almas.
Cuando le enseñas a un hombre a odiar a su hermano, cuando se le dice que es inferior, por su color o… por su religión, o por los ideales que persigue, y que por ser diferente, amenaza su libertad o su empleo, su hogar o su familia, aprende a desafiar a los demás, no como ciudadanos, si no como enemigos. Y eso es triste para nuestra Nación, porque todos debemos hermanarnos independientemente de nuestras raíces, porque somos norteamericanos. Aprendamos a no mirar a nuestros hermanos como extraños, a darnos cuenta que compartimos una ciudad y un espacio, porque debemos buscar el bien común. Tan solo aprendemos a compartir un miedo común, solo un deseo común, de alejarse del otro, solo un impulso común, de superar el desacuerdo con la fuerza.
Nuestra vida en este planeta es breve. Lo que falta por hacer es necesario para que nuestro espíritu se fortalezca en esta tierra nuestra. Ya no podemos eliminarnos sin razón, pero podemos recordar por un momento que quienes viven con nosotros son nuestros hermanos, que comparten el mismo aire, que buscan igual que nosotros la oportunidad de vivir con bienestar y felicidad, disfrutando de lo que logremos juntos. En este lazo de unidad, este lazo de destino compartido nos enseña algo. Al menos podemos aprender a mirar a quienes nos rodean. Debemos empezar a trabajar para sanar mutuamente nuestras heridas, y convertirnos, de corazón, en hermanos y compatriotas una vez más por el bien de Norteamérica, para llegar a ser un ejemplo de democracia, igualdad, ante todas las naciones del mundo.“
ROBERT F. KENNEDY