marzo 06, 2010

Alegato de John Q. Adams, ex presidente de EE.UU, en el famoso juicio del Barco "Amistad" (1841)

ALEGATO EN EL FAMOSO JUICIO DEL BARCO “AMISTAD*
John Quincy Adams
[24 de febrero - 1 de marzo 1841]

Señorías:
Es para mi un gran consuelo constatar que mi colega, el Dr. Baldwin [1], ha defendido el caso tan eficaz y tan detalladamente, que no me resta nada que decir. Sin embargo, ¿por qué estamos aquí? ¿cómo es posible que una simple cuestión de propiedad se haya ennoblecido tanto como para ser argumentada ante el Supremo de los Estados Unidos de América? ¿tememos que los tribunales inferiores que fallaron a nuestro favor no averiguaron la verdad?, …¿es eso… o es que nuestro miedo voraz a la guerra civil nos ha hecho cargar de simbolismo una cosa que nada tiene que ver con él?
Ese miedo nos impide ver la verdad aunque se alce ante nosotros alta y orgullosa como una montaña. ¡La verdad!..a la verdad se la ha alejado de este caso como un esclava, azotada por los tribunales, vejada y humillada. Y… no por la gran sapiencia legal de la acusación, debo añadir, si no por largo y poderoso brazo del jefe del estado.
No es una simple cuestión de propiedad, es el caso más importante que se ha presentado ante este tribunal,
porque a lo que en realidad concierne es a la naturaleza misma del hombre.
Estas…estas son las transcripciones de las cartas cruzadas entre el Secretario de Estado John Forzyth y la Reina de España Isabel II. Les ruego…las consulten como parte de sus deliberaciones. Gracias.
No me referiré a ellas pero sí a una curiosa frase que se repite con frecuencia. La Reina una y otra vez se refiere a la incompetencia de nuestros tribunales. ¿Qué podría ser más de su agrado? ¿eh…? Un tribunal que se pronunciara contra los acusados ¿creo que no? Y este es el detalle importante. Lo que quiere su majestad es un tribunal que se comporte como los suyos. Tribunales con los que esa niña de 11 años juega en su mágico reino llamado España. Un tribunal que haga lo que se le ordene. Un tribunal juguete como una muñeca. Tribunal del que seguro que nuestro propio Presidente Martin Van Buren se mostraría orgulloso.
Este es una publicación de la oficina presidencial. Se titula: “REVISTA DE LA PRESIDENCIA”. Seguro que todos la leen. Al menos seguro que el Presidente espera que todos la lean. Es un número reciente, incluye un artículo que esta escrito por una aguda mente del sur. ¡uf..!!! ¿No será mi antiguo vicepresidente John Calhoun? ¡je..! ¿podría ser?
Dice: “que nunca ha existido una sociedad civilizada en la que una parte de ella no haya medrado a costa del… trabajo de otra. Podemos retroceder lo que sea hasta la antigüedad o los tiempos de la Biblia. La historia nos lo confirma. En el Edén donde solo se crearon dos seres, incluso allí uno estuvo subordinado a otro. La esclavitud siempre nos ha acompañado y no es ni pecaminosa ni inmoral. Mas aún, igual que la guerra y el antagonismo son naturales en el hombre, lo es la esclavitud tan natural como inevitable.”
Caballeros debo decir que difiero de las agudas mentes del sur, y de nuestro Presidente que comparte sus opiniones y afirma por el contrario que el estado natural del hombre, dice, que se trata de una idea polémica.
Es la libertad. La libertad. Prueba de ello es hasta donde puede llegar un hombre, una mujer, un niño para recuperarla. Romperán todas sus cadenas, diezmaran a sus enemigos. Lo harán una vez, y otra… y otra…, contra todo evento, todos los prejuicios para regresar a su hogar.
Cinqué [2] quiere levantarse por favor… Así le verán todos. Este hombre es negro, eso es evidente. Pero podemos ver con la misma facilidad algo que es igualmente cierto: que él es el único héroe que hay en esta sala. Si él fuera blanco no estaría de pie ante este tribunal defendiendo su vida. Si fuera un blanco esclavizado por los ingleses no podría estar de pie bajo el peso de tantas medallas con que se le habría recompensado. Se escribirían canciones sobre él. Los grandes autores escribirían libros sobre su vida. Su historia se narraría… y narraría en nuestras clases. Nuestros hijos, porque nos ocuparíamos de ello, conocerían su nombre tanto como el de Patrick Henry.
Si el sur tiene razón que podemos hacer con ese documento tan embarazoso: “LA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA” ¿Qué hacer con esas pretensiones? Todos los hombres son iguales,…derechos inalienables, vida y libertad y así sucesivamente. ¿Qué podemos hacer con todo esto? Haré una modesta sugerencia…
-rompe unos papeles en señal de que se podría hace lo mismo con la Declaración de Independencia-
La otra noche estuve hablando con mi amigo Cinqué. Vino a mi casa y estuvimos en mi invernadero. Me explicó que entre los miembros del pueblo de Mani, al que pertenece, cuando un mani se encuentra en una situación extremadamente desesperada invoca a sus antepasados. Tradición…
Un mani sabe que si puede convocar a los espíritus de sus antepasados es porque nunca le han abandonado., y que la sabiduría y la fuerza que ellos concibieron e inspiraron, vendrán en su ayuda.
James Madison, Alexander Hamilton, Benjamin Franklin, Tomas Jefferson, George Washington, John Adams. Hace mucho que nos resistimos a pediros ayuda, quizá porque temíamos que al hacerlo estuviéramos reconociendo que nuestra individualidad que tanto veneramos, no es enteramente nuestra. Quizá porque temíamos que podía interpretarse como debilidad, pero hemos comprendido… al fin… que no es así. Ahora entendemos, se nos ha hecho entender y abrazamos ese entendimiento… que en realidad somos quienes éramos.
Necesitamos vuestra fuerza y sabiduría para vencer nuestros temores, nuestros prejuicios, a nosotros mismos, darnos valor para hacer lo que es justo y si eso implica la guerra civil; adelante con ello. Y cuando eso ocurra, que sea por fin la última batalla de la revolución americana.
He terminado.
JOHN QUINCY ADAMS

* Este alegato se corresponde al de la película del mismo nombre de Steven Spielberg, interpretado por Anthony Hopkins. En la realidad, fue, por cierto, un alegato jurídico muy extenso, menos dramático y que insumió mas de un día, en medio de lo cual falleció incluso de los integrantes de la Suprema Corte.
En el enlace: http://law2.umkc.edu/faculty/projects/ftrials/amistad/Amistd.htm, podrán sin embargo encontrar los antecedentes de los protagonistas, biografías, documentos, cartas, alegatos y la sentencia de este famoso juicio en su versión original.
El Amistad fue un barco de esclavos cubano que zarpó de La Habana, Cuba, el 27 de junio de 1839 con 49 hombres africanos y cuatro niños como cargo. Los africanos habían sido abducidos de Sierra Leona por comerciantes de esclavos portugueses en febrero de 1839, un acto que “violaba todos los tratados que existían en ese entonces,” según indica National Archives.
El viaje se demoró por tormentas, hubieron abusos de la tribulación contra los esclavos; los que liderados por Sengbe Pieh, popularmente conocido como “Cinqué,” se rebelaron contra los captores, matando a casi toda la tripulación y tomando el control del barco. Aunque ordenó que se dirigiera de vuelta al África, el dueño del mismo y sobreviviente de la revuelta, lo dirigió no obstante al este durante el día y al noroeste durante la noche, por lo que terminaron en Long island Sound, donde fueron finalmente capturados por los marineros a bordo del buque Washington, de la Armada de los Estados Unidos, el 26 de agosto de 1839.
Los africanos fueron metidos en la prisión de New Haven, Connecticut, e inicialmente culpados de asesinato y piratería. Los dos tripulantes españoles sobrevivientes, José Ruiz y Pedro Montez, fueron liberados.
Los abolicionistas apoyaron la causa de los africanos, y el caso del Amistad se convirtió en un punto clave para el movimiento. Un grupo llamado “Comité Amistad,” conformado de varios abolicionistas prominentes, organizó un equipo legal, encontró interpretes de Mende y ofreció cuidados a los africanos.
Luego de que una corte del circuito de Hartford dictaminara que no tenían jurisdicción, una corte de un distrito de Connecticut determinó en 1840 que los esclavos habían sido vendidos ilegalmente.
El Presidente Martín Van Buren ordenó una apelación de la decisión inmediatamente después. Los abolicionistas persuadieron al ex Presidente John Quincy Adams para liderar el equipo de defensa durante el tercer y final juicio ante la Corte Suprema de los Estados Unidos Luego de dos años en los que la corte llegó a una decisión, los 38 africanos fueron liberados en 1841.
El caso del Amistad tuvo efectos duraderos tanto para los Estados Unidos como para África, según lo indican los historiadores. Se dice que el mismo galvanizó el movimiento abolicionista en los Estados Unidos y polarizó aún más el Norte anti-esclavitud y el Sur con esclavos. Es asimismo señalado por algunos como uno de los detonantes que llevó a la Guerra Civil en 1861.
En cualquier caso, este juicio siempre ha despertado interés público y es estudiado en las universidades como símbolo de la lucha por la libertad, mas allá que lo resuelto en su sentencia no importó una descalificación visceral a la institución de la esclavitud, sino mas bien una reivindicación al derecho de cualquier ser humano a resistirse a la opresión, y a aplicar la fuerza contra la injusticia ruinosa.
[1] Roger Baldwin, fue el abogado defensor de los africanos en las instancias previas.
[2] Joseph Cinqué o Sengbe Pieh, líder de los esclavos, era el hijo de un jefe del pueblo de Mani en África oeste. Cinqué fue capturado por un miembro de una tribu africana por causa de una deuda sin pagar, y llevado a una fabrica de esclavos donde fue vendido a un comerciante de esclavos español. Luego fue revendido, enviado a La Habana, Cuba, y luego vendido a Pedro Ruiz y puesto a bordo del Amistad. Regresó al África, sólo para encontrar que su pueblo había sido destruido y que todos los miembros de su familia habían sido vendidos como esclavos.

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