PALABRAS DEL SEÑOR PRESIDENTE, ANUNCIANDO LA PROMULGACIÓN DE LAS LEYES DE TRASLADO DE LA CAPITAL FEDERAL, DE OBEDIENCIA DEBIDA Y DE MATRIMONIO CIVIL
Raúl Alfonsín
[8 de Junio de 1987]
Acabamos de promulgar una ley importante, por eso la sala estaba llena de periodistas que me pidieron efectuara alguna declaración. Me pareció oportuno aprovecharlos, en consecuencia, con el propósito de despedirme de ustedes, ya que dentro de unos momentos partimos en viaje a Suiza y tal vez sea oportuno hablar un poco de las cosas que hemos estado haciendo estos días.
Por ejemplo, acabamos de firmar una ley a la que yo otorgo una gran trascendencia: la de traslado de la Capital Federal al sur del país. Esto significa, desde luego separar el poder económico del poder político; significa iniciar una política importante de población y desarrollo de la Patagonia; significa favorecer una reforma del Estado que permite de una vez dar algún tipo de satisfacción a la sociedad argentina.
Será acompañada esta medida por otras que ya también están en marcha, como la descentralización de diversas empresas del Estado; Vialidad irá a Santa Rosa; Agua y Energía a Mendoza; Yacimientos Petrolíferos Fiscales, fundamentalmente, a Comodoro Rivadavia y así, sucesivamente, iremos sirviendo al federalismo en la República. Este es un hito importante en la historia de los argentinos. Nuestros nietos nos van a recordar, van a recordar este día, porque aquí también hemos puesto una bisagra a la historia.
Vamos a comenzar a respetar en serio al federalismo, no sólo en el campo político sino en el económico y a contemplar las posibilidades más eficaces de desarrollo regional. Y ha de ser un hito también en la historia porque es un desafío que tenemos los argentinos con esta ley. A mi criterio, va a entusiasmar a la juventud de nuestra patria; va a promover un proceso distinto, como si quisiéramos salir de tanta frustración y va a favorecer el crecimiento de la economía; nos va a poner de pie, convencidos de que somos capaces de hacer cosas grandes, nuevas, cosas fundacionales.
Desde luego que también va a mejorar la calidad de vida de los porteños y vamos a encontrarnos todos trabajando en común para que la Argentina adquiera una nueva fisonomía, no será solamente la implantación de una ciudad, como hemos dicho alguna vez que nos lleve al Sur, al mar y al frío; serán las comunicaciones las que adquirirán otra fisonomía; serán las vías de acceso que terminarán con el abanico hacia el puerto de Buenos Aires; serán comunicaciones que se establecerán entre las distintas regiones.
Estoy seguro, nuestros nietos van a recordar este día.
Pero no solamente hemos hecho eso, ha sido una semana de jornadas muy intensas la que hemos vivido; hoy también he promulgado una nueva ley de Matrimonio Civil, estoy convencido que será importantísima para la solución de innumerables problemas de un sinnúmero de hogares argentinos, que impedirá el escándalo jurídico que podía producirse por diferencias en la doctrina jurisprudencial y espero, realmente por cierto, que no sirva para la exageración o para el abuso.
Y hemos promulgado también la ley llamada "de la obediencia debida". Ustedes conocen nuestra preocupación de siempre. Habíamos dicho ya en la campaña electoral que había tres niveles de responsabilidad: la de quienes adoptaron la decisión de tomar la política que se tomó para combatir el terrorismo subversivo; la de los que cumplieron órdenes y la de los que se excedieron en el cumplimiento de esas órdenes.
Ustedes saben también que en materia de derechos humanos hay tres responsabilidades en el tiempo. Hay una primera responsabilidad que es la que nos compete sobremanera, la que nos corresponde, de la que tenemos que dar cuenta en primer término, que es la del presente. Gracias a Dios nos podemos sentir orgullosos de estar entre las primeras naciones del mundo por el respeto a la libertad individual y el respeto a la dignidad del hombre. . Somos el país en el mundo que ha establecido la misma pena para el torturador que para el homicida y no hay nadie que levante una voz en la Argentina ni fuera de ella imputándonos violaciones a los derechos humanos.
Pero hay también una responsabilidad con el pasado, y aquí también podemos decir que la sociedad argentina puede estar orgullosa por el esfuerzo que realiza. No hay país en la Tierra; ni en Europa, ni en Asia, ni en América toda, que haya hecho lo que hemos hecho nosotros. Suponiendo, incluso, que quienes no han sido jefes de zona o subzona, etcétera, no fuera procesado ninguno, además de los hombres que ya están condenados, tendríamos todavía más de cincuenta procesados. Que levante su voz contra la Argentina alguien que provenga de un país que haya actuado igual; donde no ha habido la justicia del paredón sino que ha existido la justicia del estado de derecho. Donde no ha habido la toma de la Bastilla por el pueblo sino simplemente una elección a la que concurrimos y que nos permitió llegar al poder para cumplir con lo que habíamos dicho, que no es otra cosa que esto que ponemos en marcha.
Pero hay también una responsabilidad para adelante, en el campo de los derechos humanos; no podemos rasgarnos las vestiduras en el altar de los derechos humanos y no preocuparnos para nada de lo que puede pasar el mes que viene, el año que viene o lo que sucederá con nuestros hijos y aquí también hay una ética de la responsabilidad.
Y afirmo que creo interpretar a la sociedad argentina, al haber actuado como se ha hecho, porque así lo quería la salud de la República.
Aquí no hay impunidad, no hay impunidad para la tortura, aquí se ha discernido quién es el responsable de la tortura. Nos hubiera gustado haber tenido más tranquilidad y tiempo para que fuera la Justicia la que discerniera En definitiva, lo que pienso, es que la ley anticipa lo que hubiera sido un tratamiento más o menos similar de la Justicia. Lo otro hubiera sido mejor, pero hay esta ética de la responsabilidad que nos obliga a hacer lo que yo interpreto, quiere la sociedad.
Que no nos vengan con presiones los sectores que detentan el uso de las armas, pero que por necedad no dejemos de cuidar las instituciones de la República.
Aquí se trata de demostrar, no tanto al mundo, sino de demostrarnos a nosotros mismos que estamos frente a un pueblo maduro, que elige su destino, que quiere seguir siendo dueño de su destino y que ha dado un paso, convencido de que debía hacerlo, que era conveniente hacerlo y además, que sabe que este es el paso máximo que puede dar como concesión fundamental a un estado de cosas y con el propósito básico de establecer la democracia para todos los tiempos en la Argentina.
Pero hemos hecho también otras cosas esta semana, que es bueno recordar. Como ustedes saben una de las responsabilidades que tenemos y que hemos querido llevar adelante, es la solución del problema de las empresas del Estado que no prestan bien sus servicios y que son, además, deficitarias en muchos casos y esto más allá de la voluntad de sus directivos. Habíamos nombrado un directorio de empresas públicas, lo que vulgarmente se llama "holding" y hemos afianzado esta semana también la posibilidad de que las cosas continúen; merced al esfuerzo de los ministerios de Economía, de Obras Públicas y del propio presidente del Directorio de Empresas vamos a poder seguir en esta tarea que reviste una importancia fundamental y que no se verán de inmediato los resultados pero que, a la postre, nos permitirá salir de esta suerte de estancamiento porque es como un ancla que tenemos en el país para desarrollarnos, pero vamos a seguir adelante con toda fuerza en este tema.
Vamos también a la Organización Internacional del Trabajo, y hemos trabajado duro: la semana pasada en un paquete de leyes laborales. Uno de los objetivos centrales, es el pacto social, creemos que es indispensable que los distintos sectores de la sociedad actúen, abandonando formas de comportamiento corporativo, con el propósito de servir al bien común; sobre la base, desde luego, cada uno de la defensa de sus intereses profesionales, pero es necesario que la Argentina tenga la posibilidad de surgir hacia adelante con un sentido nuevo, con un sindicalismo racional que deje de luchar por salarios nominales y avance en la formulación de ideas que permitan la consolidación de un sistema económico sobre la base de una permanente búsqueda de un mejor salario real.
Aquí también tenemos grandes dificultades; vamos a discutir mucho. Hasta hay dificultades propias de la personalidad de los interlocutores; seguramente los interlocutores dirán lo mismo de la personalidad del presidente, pero nada nos va a sacar de estas ideas fundamentales. Si falla un camino, vamos a buscar otro camino y si éste a su vez falla, buscaremos otro más, porque esto es lo que permite la democracia y esto es lo que, en definitiva, quieren ustedes. Basta de confrontación, ir al diálogo, ir a la concertación. Y si la discusión sigue y no podemos ponernos de acuerdo en un momento determinado, no abandonar el diálogo, seguir buscando, porque esa es la manera en que trabaja la democracia.
Este es un puñado de ideas. Vamos también a la Comisión de Desarme y con cuanto orgullo de argentino porque son los argentinos los que decidieron la paz con Chile y porque son los argentinos los que le dijeron también sí, al presidente, cuando integró el Grupo de los Seis y lucha por la distensión y por el desarme nuclear. Estamos orgullosos también, en consecuencia, de representarlos en estos momentos.
Ideas que pueden ser contadas con los dedos de las manos.
El federalismo, con el traslado de la Capital, ya es una realidad que se pone en marcha, porque de inmediato se inicia el trabajo de campo.
La descentralización de las empresas; la racionalización del Estado; la reforma de la Constitución, otra idea básica de los argentinos, para terminar por una parte con la posibilidad del cesarismo sobre la base del respeto formal a la Constitución y por la otra para impedir el golpe de Estado. Cuando cambian situaciones políticas o sociales, puede caer un primer ministro, pero no debe caer el presidente. El presidente, además, debe ser de todos, porque además no es cuestión de que el partido que ha perdido una elección trabaje en contra del partido que la ha ganado; no es así, tienen que trabajar juntos y hay que buscar también un sistema que permita que todos tengan la posibilidad de trabajar para la nación. Esta es la reforma constitucional que queremos.
La integración de América Latina, para encontrar las posibilidades de superar el estancamiento y lanzarnos al desarrollo común en la Argentina. La búsqueda de soluciones sociales que no superen el problema económico pero que permitan dar respuestas elementales, formulaciones también elementales de justicia social, mientras el problema económico exista, como es el Programa Alimentario Nacional, como es el programa de los medicamentos o el Seguro de Salud que también hemos destrabado ahora y que es una muy buena noticia. Lo hemos destrabado, y hay acuerdo con los sectores sindicales sobre el problema de las obras sociales y el Seguro de Salud.
Es decir, las cosas están bien, acabamos de renegociar la deuda con un éxito que constituye, realmente, una verdadera excepción en las tramitaciones que otros países han realizado. Desde luego que no alcanza, por lo que aquí será necesario que se tenga en cuenta la necesidad de congelar los intereses y volverlos a tasas históricas.
Estamos avanzando, los argentinos estamos avanzando, con las equivocaciones que todos cometemos; que comete sobre todo y éstas son las más graves y por eso siempre estoy pidiendo disculpas, el presidente, que se equivoca también, pero que, en definitiva, tenemos capacidad, gracias a Dios, de rectificar. Esto es lo importante de la democracia. Quienes ven un error y siguen transitando ese camino para siempre, conducen al abismo, por amor propio o por orgullo, a los pueblos. Quienes ven un error y se rectifican y pueden hablar con humildad ante el pueblo que representan y del que son mandatarios, están sirviendo esa concepción última de la democracia que nos tiene que llevar a vivir en convivencia y a realizarnos, en definitiva.
En fin, hasta de aquí a una semana, y pórtense bien.
RAÚL RICARDO ALFONSÍN
Raúl Alfonsín
[8 de Junio de 1987]
Acabamos de promulgar una ley importante, por eso la sala estaba llena de periodistas que me pidieron efectuara alguna declaración. Me pareció oportuno aprovecharlos, en consecuencia, con el propósito de despedirme de ustedes, ya que dentro de unos momentos partimos en viaje a Suiza y tal vez sea oportuno hablar un poco de las cosas que hemos estado haciendo estos días.
Por ejemplo, acabamos de firmar una ley a la que yo otorgo una gran trascendencia: la de traslado de la Capital Federal al sur del país. Esto significa, desde luego separar el poder económico del poder político; significa iniciar una política importante de población y desarrollo de la Patagonia; significa favorecer una reforma del Estado que permite de una vez dar algún tipo de satisfacción a la sociedad argentina.
Será acompañada esta medida por otras que ya también están en marcha, como la descentralización de diversas empresas del Estado; Vialidad irá a Santa Rosa; Agua y Energía a Mendoza; Yacimientos Petrolíferos Fiscales, fundamentalmente, a Comodoro Rivadavia y así, sucesivamente, iremos sirviendo al federalismo en la República. Este es un hito importante en la historia de los argentinos. Nuestros nietos nos van a recordar, van a recordar este día, porque aquí también hemos puesto una bisagra a la historia.
Vamos a comenzar a respetar en serio al federalismo, no sólo en el campo político sino en el económico y a contemplar las posibilidades más eficaces de desarrollo regional. Y ha de ser un hito también en la historia porque es un desafío que tenemos los argentinos con esta ley. A mi criterio, va a entusiasmar a la juventud de nuestra patria; va a promover un proceso distinto, como si quisiéramos salir de tanta frustración y va a favorecer el crecimiento de la economía; nos va a poner de pie, convencidos de que somos capaces de hacer cosas grandes, nuevas, cosas fundacionales.
Desde luego que también va a mejorar la calidad de vida de los porteños y vamos a encontrarnos todos trabajando en común para que la Argentina adquiera una nueva fisonomía, no será solamente la implantación de una ciudad, como hemos dicho alguna vez que nos lleve al Sur, al mar y al frío; serán las comunicaciones las que adquirirán otra fisonomía; serán las vías de acceso que terminarán con el abanico hacia el puerto de Buenos Aires; serán comunicaciones que se establecerán entre las distintas regiones.
Estoy seguro, nuestros nietos van a recordar este día.
Pero no solamente hemos hecho eso, ha sido una semana de jornadas muy intensas la que hemos vivido; hoy también he promulgado una nueva ley de Matrimonio Civil, estoy convencido que será importantísima para la solución de innumerables problemas de un sinnúmero de hogares argentinos, que impedirá el escándalo jurídico que podía producirse por diferencias en la doctrina jurisprudencial y espero, realmente por cierto, que no sirva para la exageración o para el abuso.
Y hemos promulgado también la ley llamada "de la obediencia debida". Ustedes conocen nuestra preocupación de siempre. Habíamos dicho ya en la campaña electoral que había tres niveles de responsabilidad: la de quienes adoptaron la decisión de tomar la política que se tomó para combatir el terrorismo subversivo; la de los que cumplieron órdenes y la de los que se excedieron en el cumplimiento de esas órdenes.
Ustedes saben también que en materia de derechos humanos hay tres responsabilidades en el tiempo. Hay una primera responsabilidad que es la que nos compete sobremanera, la que nos corresponde, de la que tenemos que dar cuenta en primer término, que es la del presente. Gracias a Dios nos podemos sentir orgullosos de estar entre las primeras naciones del mundo por el respeto a la libertad individual y el respeto a la dignidad del hombre. . Somos el país en el mundo que ha establecido la misma pena para el torturador que para el homicida y no hay nadie que levante una voz en la Argentina ni fuera de ella imputándonos violaciones a los derechos humanos.
Pero hay también una responsabilidad con el pasado, y aquí también podemos decir que la sociedad argentina puede estar orgullosa por el esfuerzo que realiza. No hay país en la Tierra; ni en Europa, ni en Asia, ni en América toda, que haya hecho lo que hemos hecho nosotros. Suponiendo, incluso, que quienes no han sido jefes de zona o subzona, etcétera, no fuera procesado ninguno, además de los hombres que ya están condenados, tendríamos todavía más de cincuenta procesados. Que levante su voz contra la Argentina alguien que provenga de un país que haya actuado igual; donde no ha habido la justicia del paredón sino que ha existido la justicia del estado de derecho. Donde no ha habido la toma de la Bastilla por el pueblo sino simplemente una elección a la que concurrimos y que nos permitió llegar al poder para cumplir con lo que habíamos dicho, que no es otra cosa que esto que ponemos en marcha.
Pero hay también una responsabilidad para adelante, en el campo de los derechos humanos; no podemos rasgarnos las vestiduras en el altar de los derechos humanos y no preocuparnos para nada de lo que puede pasar el mes que viene, el año que viene o lo que sucederá con nuestros hijos y aquí también hay una ética de la responsabilidad.
Y afirmo que creo interpretar a la sociedad argentina, al haber actuado como se ha hecho, porque así lo quería la salud de la República.
Aquí no hay impunidad, no hay impunidad para la tortura, aquí se ha discernido quién es el responsable de la tortura. Nos hubiera gustado haber tenido más tranquilidad y tiempo para que fuera la Justicia la que discerniera En definitiva, lo que pienso, es que la ley anticipa lo que hubiera sido un tratamiento más o menos similar de la Justicia. Lo otro hubiera sido mejor, pero hay esta ética de la responsabilidad que nos obliga a hacer lo que yo interpreto, quiere la sociedad.
Que no nos vengan con presiones los sectores que detentan el uso de las armas, pero que por necedad no dejemos de cuidar las instituciones de la República.
Aquí se trata de demostrar, no tanto al mundo, sino de demostrarnos a nosotros mismos que estamos frente a un pueblo maduro, que elige su destino, que quiere seguir siendo dueño de su destino y que ha dado un paso, convencido de que debía hacerlo, que era conveniente hacerlo y además, que sabe que este es el paso máximo que puede dar como concesión fundamental a un estado de cosas y con el propósito básico de establecer la democracia para todos los tiempos en la Argentina.
Pero hemos hecho también otras cosas esta semana, que es bueno recordar. Como ustedes saben una de las responsabilidades que tenemos y que hemos querido llevar adelante, es la solución del problema de las empresas del Estado que no prestan bien sus servicios y que son, además, deficitarias en muchos casos y esto más allá de la voluntad de sus directivos. Habíamos nombrado un directorio de empresas públicas, lo que vulgarmente se llama "holding" y hemos afianzado esta semana también la posibilidad de que las cosas continúen; merced al esfuerzo de los ministerios de Economía, de Obras Públicas y del propio presidente del Directorio de Empresas vamos a poder seguir en esta tarea que reviste una importancia fundamental y que no se verán de inmediato los resultados pero que, a la postre, nos permitirá salir de esta suerte de estancamiento porque es como un ancla que tenemos en el país para desarrollarnos, pero vamos a seguir adelante con toda fuerza en este tema.
Vamos también a la Organización Internacional del Trabajo, y hemos trabajado duro: la semana pasada en un paquete de leyes laborales. Uno de los objetivos centrales, es el pacto social, creemos que es indispensable que los distintos sectores de la sociedad actúen, abandonando formas de comportamiento corporativo, con el propósito de servir al bien común; sobre la base, desde luego, cada uno de la defensa de sus intereses profesionales, pero es necesario que la Argentina tenga la posibilidad de surgir hacia adelante con un sentido nuevo, con un sindicalismo racional que deje de luchar por salarios nominales y avance en la formulación de ideas que permitan la consolidación de un sistema económico sobre la base de una permanente búsqueda de un mejor salario real.
Aquí también tenemos grandes dificultades; vamos a discutir mucho. Hasta hay dificultades propias de la personalidad de los interlocutores; seguramente los interlocutores dirán lo mismo de la personalidad del presidente, pero nada nos va a sacar de estas ideas fundamentales. Si falla un camino, vamos a buscar otro camino y si éste a su vez falla, buscaremos otro más, porque esto es lo que permite la democracia y esto es lo que, en definitiva, quieren ustedes. Basta de confrontación, ir al diálogo, ir a la concertación. Y si la discusión sigue y no podemos ponernos de acuerdo en un momento determinado, no abandonar el diálogo, seguir buscando, porque esa es la manera en que trabaja la democracia.
Este es un puñado de ideas. Vamos también a la Comisión de Desarme y con cuanto orgullo de argentino porque son los argentinos los que decidieron la paz con Chile y porque son los argentinos los que le dijeron también sí, al presidente, cuando integró el Grupo de los Seis y lucha por la distensión y por el desarme nuclear. Estamos orgullosos también, en consecuencia, de representarlos en estos momentos.
Ideas que pueden ser contadas con los dedos de las manos.
El federalismo, con el traslado de la Capital, ya es una realidad que se pone en marcha, porque de inmediato se inicia el trabajo de campo.
La descentralización de las empresas; la racionalización del Estado; la reforma de la Constitución, otra idea básica de los argentinos, para terminar por una parte con la posibilidad del cesarismo sobre la base del respeto formal a la Constitución y por la otra para impedir el golpe de Estado. Cuando cambian situaciones políticas o sociales, puede caer un primer ministro, pero no debe caer el presidente. El presidente, además, debe ser de todos, porque además no es cuestión de que el partido que ha perdido una elección trabaje en contra del partido que la ha ganado; no es así, tienen que trabajar juntos y hay que buscar también un sistema que permita que todos tengan la posibilidad de trabajar para la nación. Esta es la reforma constitucional que queremos.
La integración de América Latina, para encontrar las posibilidades de superar el estancamiento y lanzarnos al desarrollo común en la Argentina. La búsqueda de soluciones sociales que no superen el problema económico pero que permitan dar respuestas elementales, formulaciones también elementales de justicia social, mientras el problema económico exista, como es el Programa Alimentario Nacional, como es el programa de los medicamentos o el Seguro de Salud que también hemos destrabado ahora y que es una muy buena noticia. Lo hemos destrabado, y hay acuerdo con los sectores sindicales sobre el problema de las obras sociales y el Seguro de Salud.
Es decir, las cosas están bien, acabamos de renegociar la deuda con un éxito que constituye, realmente, una verdadera excepción en las tramitaciones que otros países han realizado. Desde luego que no alcanza, por lo que aquí será necesario que se tenga en cuenta la necesidad de congelar los intereses y volverlos a tasas históricas.
Estamos avanzando, los argentinos estamos avanzando, con las equivocaciones que todos cometemos; que comete sobre todo y éstas son las más graves y por eso siempre estoy pidiendo disculpas, el presidente, que se equivoca también, pero que, en definitiva, tenemos capacidad, gracias a Dios, de rectificar. Esto es lo importante de la democracia. Quienes ven un error y siguen transitando ese camino para siempre, conducen al abismo, por amor propio o por orgullo, a los pueblos. Quienes ven un error y se rectifican y pueden hablar con humildad ante el pueblo que representan y del que son mandatarios, están sirviendo esa concepción última de la democracia que nos tiene que llevar a vivir en convivencia y a realizarnos, en definitiva.
En fin, hasta de aquí a una semana, y pórtense bien.
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