[30 de agosto de 1973]
He querido llegar hasta acá para sintetizar las ideas que surgen del conocimiento paulatino que vamos tomando de la situación nacional. Desgraciadamente, esa situación nacional no es nada alentadora. Es indudable que durante muchos años las instituciones han ido trastocando sus funciones y paulatinamente degenerando en una dirección que no es ni ha sido la mas conveniente para la comunidad.
En esto los argentinos tenemos que hablar sin reservas mentales, porque la situación se puede ir compulsando a medida que es posible ir penetrando en los distintos factores y circunstancias que juegan tanto en la situación política como en la social, la económica, la cultural, etcétera. Solo ahora, con base en los informes que he ido recibiendo, puedo decir con toda franqueza cua1es son las ideas que nosotros debemos contemplar en estos momentos, para encarar una solución que, con todo, no es nada fácil.
En esto los argentinos tenemos que hablar sin reservas mentales, porque la situación se puede ir compulsando a medida que es posible ir penetrando en los distintos factores y circunstancias que juegan tanto en la situación política como en la social, la económica, la cultural, etcétera. Solo ahora, con base en los informes que he ido recibiendo, puedo decir con toda franqueza cua1es son las ideas que nosotros debemos contemplar en estos momentos, para encarar una solución que, con todo, no es nada fácil.
Creo yo, y así lo he trasmitido a muchos señores -especialmente, dirigentes políticos con quienes he mantenido y mantengo un permanente contacto que la situación de la Republica Argentina -y esto lo digo con la experiencia que presupone mi larga preocupación por la cosa publica durante los dos periodos constitucionales de gobierno que me toco desempeñar en el pasado-, creo que la situación argentina es de tal naturaleza, que es imprescindible que todos los argentinos, deponiendo todas las pasiones que puedan habernos movido y todas las controversias en que podamos habernos vistos envueltos en el pasado, nos persuadamos de la necesidad de que todos, unidos y solidarios, nos pongamos a resolver una situación que, de otro modo, puede conducirnos a un desastre futuro.
Al conformarse un nuevo gobierno, cualquiera sea el candidato que tome la responsabilidad, deberá asegurar para esa etapa una acción mancomunada, sin la cual el país no tendrá mucho que agradecernos. Pienso yo que al país, durante este primer Gobierno del Pueblo, es necesario que lo consideremos como en estado de emergencia.
Lo mismo que ha sucedido en otros países que, al terminar una guerra o ante una gran catástrofe, declaran el estado de emergencia, en el cual toda otra consideración menor pasa a segundo plana, para ir a 1o fundamental, que es la salvación de la comunidad, fuera de la cual no hay solución para nadie, porque nadie ha de realizarse en una comunidad que no se realiza.
Con esa preocupación es que he querido llegar hasta los compatriotas legisladores de todos los sectores. Cada uno debe estar animado de los mismos sentimientos y actuar con sinceridad que exige la consideración de estos problemas. En consecuencia, se descuentan la buena intención y la buena fe, sin reservas mentales de ninguna naturaleza, como debemos hablar hoy todos los argentinos, si es que tenemos el deseo de que el país salga adelante, como creo ocurrida en poco tiempo.
Los dos Gobiernos -el que transcurrió desde el 25 de mayo y el que esta actualmente en la dirección del Estado- han recibido una planificación que no es de ahora. Si nosotros recién comenzamos ahora a estudiar los problemas y a preparar una planificación, llegaríamos tarde.
Hace ya varios años que, en nuestro Movimiento, organismos perfectamente orgánicos han venido estudiando los problemas, de manera que el Gobierno ha recibido el producto de toda esa planificación y de esos estudios, especialmente en el aspecto económico, que es por ahora uno de los mas importantes, fuera del político, que es el mas importante de todos.
La solución del problema político dará lugar a las demás soluciones. Pero el problema económico es de una importancia extraordinaria. Por eso se ha venido trabajando intensamente, y todos los proyectos de leyes que se han pasado a la consideración de los señores legisladores han sido estudiados profundamente y pertenecen a un plan de conjunto, como deben ser los planes que elaboremos en el presente: pensando en el futuro inmediato.
Por eso, yo hago de esta oportunidad una ocasión para pedirles a los señores legisladores que contemplen y aceleren los estudios de todos los aspectos del conjunto de leyes económicas, sin las cuales quedaran detenidos algunos planes, ya que solamente podrán ejecutarse mediante estas leyes.
Si no, habrá que actuar con contratos, diremos de intención, que no es lo mismo que poder hacer ya los contratos definitivos, porque la ayuda que nosotros necesitamos, y que esta en marcha, no hay que desperdiciarla.
En esto, como en todas las ocasiones de la vida, al hierro hay que doblarlo cuando esta caliente. Yen este momento, nosotros tenemos oportunidad de poder asimilar una enorme ayuda, que quizá en el futuro no sea de la misma cantidad y de la misma calidad
Este es un pedido que yo hago a los legisladores especialmente, por que estoy siguiendo muy de cerca toda esa legislación. Hay que darse cuenta de que tampoco esta es una legislación que fijarla todo con carácter definitivo, pero cualquier defecto que durante la marcha pueda observarse es susceptible de corregirse inmediatamente por una nueva legislación que los señores legisladores tendrán en sus manos y bajo su responsabilidad.
De manera que lo que queremos es que no se pierda tiempo.
Ya esto puede ponerse en marcha, y eso es de una importancia decisiva para la solución de muchos problemas económicos que están pendientes.
Yo tenía también el deseo de tratar el problema político. Ese problema político, para nosotros, puede ser absolutamente decisivo.
Existen circunstancias que estaría de mas que yo comentara, porque los argentinos somos pocos y nos conocemos bastante bien. Es necesario actuar a través de un buen… desviaciones, siempre posibles si son ayudadas por los dirigentes políticos.
El dirigente político en la Republica Argentina, como en casi toda Latinoamérica, tiene un momento de la vida en que debe contemplar con gran prudencia y penetración su situación.
Las comunidades modernas, como los pueblos, no valen ni por la cantidad de territorio, ni por la cantidad de habitantes, sino por la calidad de 1os dirigentes políticos que las encuadran y las conducen.
Precisamente contando con esto han especulado las fuerzas que venían actuando en favor de la dependencia. Y han especulado con mucha sabiduría.
Hemos observado que, desde hace muchos años, los dirigentes políticos han sido objeto de una denigración permanente. Es decir, hay una organización que se ha encargado de llevar a la conciencia de mucha gente fácil de convencer que el político es siempre un venal, un ladrón, un sinvergüenza y un hombre que no ama a su Patria.
Esto, desgraciadamente, se ha hecho cierto en muchas oportunidades, y nosotros, los políticos, hemos sido los mejores colaboradores que tales patrañas han tenido, porque nosotros nos hemos encargado de decirnos todas esas cosas todos los días, aun a sabiendas de que eran falsas y que servían a intereses que no eran los del pueblo argentino.
Esto, señores, es un asunto ya muy conocido y que pertenece a la historia. Y aunque no han transcurrido en algunos casos los veinticinco años que permiten las publicaciones, podemos saber perfectamente como se han gestado y por que.
Todo esto, para nosotros, ha comenzado en 1956 con la primera reunión de presidentes de America, que se realizo en la ciudad de Panamá y a la que concurrieron los jefes de Estado de las veintiuna naciones latinoamericanas.
En esa primera conferencia de presidentes de America, yo, que estaba desterrado en Panamá, tuve ocasión de meter la nariz desde lejos; y la metí “porque entre los jefes que asistieron tenia buenos amigos”.
Hablando sobre la información publicada, uno de ellos, hombre de gran claridad, dijo:
“Vea, todo esto ha sido con un solo objeto. Para que se ha hecho esta conferencia lo dijo en los últimos días de la Conferencia el presidente Eisenhower, y es porque una guerra internacional entre los países latinoamericanos ya no seria posible en el futuro, por la sencilla razón de que las fuerzas, convencionales - es decir, ejercito, marina y aeronáutica - habrían perdido su razón de ser de antes. Pero, como el comunismo era el enemigo que teníamos en el continente, esas fuerzas debían dedicarse exclusivamente a combatir al comunismo”.
Aprobada esta idea, se estableció una reunión de los comandantes en jefe para dos años después, en San José de Costa Rica. En el interregno, entre el 56 y el 58, se invito a los jefes a las visitas consabidas, y en el Pentágono, probablemente, les hicieron el lavado de cerebro correspondiente; se establecieron cursos especializados de las fuerzas del Caribe en el Canal de Panamá, y dos años después se realizo la conferencia de San José.
Pero lo importante viene después.
A raíz de eso, todos los países latinoamericanos cayeron en manos de dictaduras militares. Las consecuencias las sacara cada uno de ustedes.
Y es curioso que, juntamente con esa acción, donde indudablemente mediaron cuestiones inconfesables, arrecio de una manera tremenda el ataque contra los dirigentes políticos de toda Latinoamérica.
Los diarios, revistas y, como digo, desgraciadamente nosotros mismos, nos encargamos de sacarnos el cuero mutuamente, en favor de una causa que realmente era una infamia.
Por eso creo yo que, contra toda esa dependencia, debemos reaccionar.
Ya no es posible que sigamos nosotros sirviendo intereses hábilmente tramados, que van tras finalidades contra las cuales todos nosotros estamos decididos a combatir. Bajo tal dependencia, ningún país podrá realizar su propio destino.
Pienso yo que todas esas circunstancias han de ser conocidas por el pueblo argentino, y especialmente por nosotros, los políticos, tan denigrados durante tantos años, a pesar de todos los sacrificios que hemos soportado para servir de alguna manera a la patria de la manera en que cada uno de nosotros la entiende.
Señores, podría comentar que el haber estado tantos años lejos del país me ha permitido conocer muchas cosas que aquí, con el trafico gallináceo de firmar decretos todos los días en la Casa de Gobierno, no se puede conocer. Pero nosotros debemos comenzar a pensar ya en grande.
Ese juego de enanos que se ha dado en muchas oportunidades, tenemos que abandonarlo.
Tenemos que empezar a pensar que formamos parte de un continente cuyo destino es envidiable, aun para los superdesarrollados, que se están quedando sin las riquezas naturales, y a pensar que nosotros los que disponemos de esas reservas, seremos los ricos del porvenir, en tanto ellos serán los pobres del futuro.
Este es un proceso que esta en marcha desde que termino la segunda guerra mundial. Es decir, que los que han destruido ecológicamente sus zonas de supervivencia echan sus ojos hacia las zonas de grandes reservas que todavía existen en la Tierra, aunque no porque hayamos sido muy previsores para no destruirlas, sino porque no hemos tenido ocasión de hacerlo.
Pensemos en esta gran enseñanza, porque la etapa que viene de acá al comienzo del siglo XXI -el temido año 2000- tiene que ser de grandes previsiones si no queremos sucumbir. De ahí que nuestra política internacional ha de estar dirigida a la unidad latinoamericana y a la conformación de un continente unido, solidario y organizado para defenderse.
Nada hay hoy mas importante en la política internacional que eso, porque si no nos organizamos y preparamos para defendernos, nos lo van a quitar todo, y por teléfono, si es necesario.
Hay que pensar, señores, en que va el mundo -y, sobre todo, los grandes países- esta pensando en que esta evolución que nosotros hemos presenciado, va a desembocar, quizás antes que comience el siglo XXI, en una organización universalista que reemplace al continentalismo actual. Y en esa organización universalista se llegara a establecer un sistema en que cada país tendrá sus obligaciones, vigilado por los demás, y obligado a cumplirlas aunque no quiera, porque es la única manera de que la humanidad puede salvar su destino frente a la amenaza de la superpoblacion y de la destrucción ecológica del mundo.
Axial que, nosotros debemos comenzar a pensar también, que ese universalismo ha de ser organizado por alguien, y que, si nosotros no nos disponemos también a intervenir en la organización de este internacionalismo, todos nuestros años de lucha por liberarnos serán inútiles, porque si los imperialismos actuales imponen el ritmo de esa universalizaci6n, lo harán en su provecho, no en el nuestro.
Señores: por eso pienso que los enormes problemas que los argentinos de la generación que no sigue a nosotros deberán resolver son de una importancia tal, y tan llenos de peligros y de asechanzas, que si no se los descarta por una acción que comencemos desde ahora, es probable que lleguemos con retardo a su solución, en consecuencia, paguemos como pagan todos los que llegan tarde.
Lo que quiero es tratar de despertar en el animo de los argentinos la conciencia de que debemos unirnos para resolver estas minucias de nuestra política interna, porque esta frente de nosotros una juventud a la cual tendremos que legarle algo positivo, y lo positivo que podemos legarle es lo que hagamos para las soluciones del futuro mediato. Si no, la juventud tendrá un día derecho a decir que nosotros hemos sido unos patanes que no hemos sabido resolver un problema que en ese momento ellos verán con una claridad meridiana.
Seamos capaces de pensar, seamos capaces de prever, y empeñémonos en las empresas importantes, con todo el empeño que debemos poner, dejando las cosas subsidiarias y secundarias -como es la política interna-, para resolver lo principal entre amigos que buscan y quieren un destino común.
Nuestro Gobierno ya esta dentro de estas orientaciones, y el Poder Ejecutivo esta obrando dentro de ellas. Así, pues, hemos corregido muchas cuestiones que nos presentaban equivocadamente frente a un mundo que nos esta observando.
Dentro de pocos días se realizara la segunda reunión de países no alineados. Nosotros estamos y estaremos allí, estaremos dentro del concepto de lo que esa gente defiende: un tercer mundo. Un tercer mundo que en el futuro no dejara que los imperialismos puedan resolver el problema de la organización universal en su provecho y beneficio, y en perjuicio de todos los demás.
Ahora, con referencia a esa política interna, que también entre nosotros tiene su importancia -salvando, sin duda, el gran plafond donde debemos poner la inspiración y el pensamiento para ese futuro al que debemos y tenemos derecho a aspirar, es indudable que ha llegado el momento de que la política argentina cambie totalmente, sin dejar de seguir respetando, por supuesto, los principios democráticos en los que se ha fundado nuestra nacionalidad.
Pero no dejaremos de obedecer también a esa evolución que nos lleva hacia otras direcciones, que no son las mismas que ella. La democracia tiene en su concepción integral, infinito número de gradaciones y de matices. Se puede cumplir de varias maneras, como ha venido ocurriendo en todas las etapas de la evolución de la humanidad.
El Medioevo creo su sistema, el sistema feudal. Las nacionalidades crearon su sistema demoliberal. El continentalismo crea su sistema eminentemente social.
El hombre no interviene sino subsidiariamente en la evolución.
El hombre no interviene sino subsidiariamente en la evolución.
Esta es obra del determinismo, y a veces del fatalismo histórico. El hombre cree que el lo hace. ¡Pobre ingenuo! El solo crea un sistema periférico, para poder, como una montura, acomodarse y cabalgar sobre la evolución, sobre la etapa de la evolución que le toca vivir.
Así hemos sido feudales, demoliberales, socialistas hoy, porque el mundo va, indudablemente, en esa dirección, y no sabemos que seremos en la etapa universalista, que esta mas próxima que lo que todos nosotros imaginamos.
El Medioevo duro quinientos años, pero se andaba en carreta. En la época del automóvil, el demoliberalismo duro dos siglos: el diecinueve y el veinte. El continentalismo, en la época del jet, ¡quien sabe si llega al año dos mil!
Empezara un nuevo sistema, que caracterizara las nuevas formas de la organización universal, en la que todos los países han de comprometer sus destinos si no quieren sucumbir.
Porque este problema se resuelve de dos maneras. Una es buscando la solución geopolítica que permita una mayor producción y una mejor distribución de los medios de subsistencia. La otra es la bomba de cien megatones, que también será una solución, si la insensatez de los hombres no acertara a resolver el problema por la vía geopolítica.
Me temo mucho que eso pueda suceder, porque veo como se comienzan a defender ya las formas políticas y sociales de una situación injusta para el noventa por ciento del mundo. Allí esta el centro de inspiración de nuestra política, sin ocuparnos inútilmente de las palabras. No, son los hechos los que han de movilizar nuestra acción y nuestra conciencia, no las palabras.
En esto, la política interna de nuestro país ha de cambiar, como cambian todas las democracias modernas. Hoy es imposible hacer congeniar los partidos políticos de hace un siglo y aun de hace medio siglo, cuando las formas falsas de la política habían llegado a conseguir que un argentino pudiera ser mortalmente enemigo de otro argentino.
Hoy eso, señores, es inaceptable. Es inaceptable acá y en Budapest. Es una cosa pasada ya para el mundo. Hoy, las formas de lucha política son totalmente diferentes. Se hacen todas orientadas con un solo objetivo: el bien del país, en el que cada uno pone su idea, sea de extrema derecha o de extrema izquierda, no interesa de donde, siempre que sea una idea que pueda ponerse al servicio del destino y la grandeza del país.
Señores, si fuera otra fuerza política la que obtuviera el triunfo en las elecciones y se hiciera cargo del gobierno, para nosotros seria igual, en las circunstancias en que nos encontramos.
Daremos sin ninguna clase de sectarismos y sin exclusiones de ninguna naturaleza la posibilidad de que cada argentino bien intencionado, cualquiera sea el rotulo con que venga, pueda intervenir en la acción de gobierno, ya sea en lo legislativo como en lo ejecutivo.
Nosotros haremos posible que todos los argentinos, cualquiera sea su matiz político, puedan intervenir en la defensa de la cosa pública, respetando por las demás fuerzas.
Nunca he visto ese respeto a las minorías del que se habla, aunque lo he oído citar desde que tengo uso de razón. Pero lo he visto atropellar también desde que tengo uso de razón. No he conocido ningún sistema argentino -y cumpliré ya setenta y ocho años dentro de pocos días-, no he visto que se le diera la menor importancia, como dicen los muchachos, que se le diera corte a las minorías, lo que es injusto, y no debe ser.
Los grandes valores que la inteligencia pone en los hombres no indican que han de estar en la mayoría o en la minoría, están en todas partes. Es necesario que eso sea lo que juntemos y acopiemos para llevar adelante el país, siempre que este calificada con la honradez y la lealtad que este debe exigir a cada uno de sus hijos.
Señores: yo no quiero abrumarlos a ustedes con muchas otras cuestiones que podríamos desarrollar dentro del panorama nacional. Me basta con pocas líneas sintéticas para fijar de una manera general la orientación que el Movimiento Justicialista y el Frente Justicialista de Liberación Nacional tratan de desarrollar, y es la de pedirles a todos los dirigentes políticos de las otras fuerzas políticas que sean nuestros amigos y nos acompañen en la tarea que es común.
Pensando en lo que hay que realizar “ningún esfuerzo realmente útil para el país puede ser despreciable”.
Yo he querido llegar a ustedes con estas palabras, que reafirman, de la manera mas absoluta, que nuestro gobierno, si es que triunfamos, será un gobierno de emergencia, porque la situación tanbien es de emergencia.
En ese gobierno de emergencia haremos lo que en los casos de emergencia hay que realizar: llamaremos a todos los argentinos y pondremos en sus manos la posibilidad de hacer cada día algo por la felicidad de nuestro pueblo y la grandeza de nuestra Nación.
Yo quiero que todos los argentinos sepan que nuestro Movimiento ni es sectario, ni es excluyente. Hemos dado prueba de ello a lo largo de treinta años. Todo el que ha querido llegar a nuestro Movimiento, ha llegado, y ha tenido el mismo derecho que todos los demás, porque yo no creo que los movimientos sirvan solamente, como dicen algunos, con los de la primera hora. Sirven con los de todas las horas, y eso es lo que nosotros buscamos.
Si en esa etapa de emergencia somas capaces de olvidar y echar a la espalda todas las pasiones que hayan podido agitarse en el pasado, recién entonces dispondremos del espíritu suficiente para encarar esta gran tarea común con la solidaridad que el propio patriotismo nos esta exigiendo.
JUAN DOMINGO PERON
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