“DISCURSO EN LA PLAZA INDEPENDENCIA DE TUCUMAN ANTE UNA CONCENTRACION OBRERA”
Juan Domingo Perón
[28 de Febrero de 1945]
Excelentísimo señor interventor de la provincia de Tucumán; señor Comandante de la quinta división de Ejército; señores Ministros y funcionarios; señoras, señores, trabajadores tucumanos:
En primer término deseo hacer llegar a ustedes un afectuoso saludo del excelentísimo señor Presidente de la Nación quien por mi intermedio ha querido estar presente en esencia en esta reunión del músculo de Tucumán, a quien la Nación debe tanto por sus sacrificios.
Hay un camino en la República que tiene el simbolismo de la unión de todos los argentinos que nosotros propugnamos: es el camino que une Buenos Aires, que con su 25 de Mayo se convirtió en la cuna de la libertad, con Tucumán, que con su 9 de Julio se convirtió en la cuna de la independencia argentina. Nosotros considerarnos a esa unidad como indispensable para la salvación del país. Vivimos momentos duros como no lo han sido tanto a la largo de toda nuestra historia, pero hemos de salir adelante con la dignidad, con el valor y la decisión necesarias para lo cual necesitamos estar profunda y férreamente unidos como nos encontramos hoy la mayoría de la población argentina. Para ello es preciso que el más humilde de los argentinos se considere un diente indispensable de ese enorme engranaje que es la integridad total de nuestra Patria; pero es necesario también, para que esa unidad sea efectiva, que sacrifiquemos un poco de egoísmo para que en este país, como lo dije muchas veces, no haya hombres exageradamente ricos en perjuicio de otros exageradamente pobres, Para tener hombres decididos a defender la Patria, es necesario, en primer término, que esos hombres sean fuertes y amantes de esa patria, cuyo amor está generalmente en razón directa con la justicia que esa patria asegura para todos sus hijos. Por eso nos hemos puesto a la obra para realizar en nuestro país un trabajo indispensable, para que no pueda existir la desgracia de ver la miseria en medio de la opulencia.
Hay un camino en la República que tiene el simbolismo de la unión de todos los argentinos que nosotros propugnamos: es el camino que une Buenos Aires, que con su 25 de Mayo se convirtió en la cuna de la libertad, con Tucumán, que con su 9 de Julio se convirtió en la cuna de la independencia argentina. Nosotros considerarnos a esa unidad como indispensable para la salvación del país. Vivimos momentos duros como no lo han sido tanto a la largo de toda nuestra historia, pero hemos de salir adelante con la dignidad, con el valor y la decisión necesarias para lo cual necesitamos estar profunda y férreamente unidos como nos encontramos hoy la mayoría de la población argentina. Para ello es preciso que el más humilde de los argentinos se considere un diente indispensable de ese enorme engranaje que es la integridad total de nuestra Patria; pero es necesario también, para que esa unidad sea efectiva, que sacrifiquemos un poco de egoísmo para que en este país, como lo dije muchas veces, no haya hombres exageradamente ricos en perjuicio de otros exageradamente pobres, Para tener hombres decididos a defender la Patria, es necesario, en primer término, que esos hombres sean fuertes y amantes de esa patria, cuyo amor está generalmente en razón directa con la justicia que esa patria asegura para todos sus hijos. Por eso nos hemos puesto a la obra para realizar en nuestro país un trabajo indispensable, para que no pueda existir la desgracia de ver la miseria en medio de la opulencia.
Los soldados sabemos bien de nuestro pueblo; recibimos vuestros hijos y vuestros hermanos en los cuarteles, vivimos con ellos, conocemos sus penas, la desnutrición y las enfermedades de los niños que repercuten en el muchacho de 20 años; sabemos de su miseria inicial y queremos de una vez por todas poner remedio a esa miseria que no toleramos en el futuro cueste lo que cueste y se oponga quien se oponga. Queremos hombres fuertes y hombres sanos, queremos que vuestros niños aprendan a sonreír desde su niñez, queremos que en esta tierra donde el trabajo sobre no haya ningún hombre tan desgraciado que no pueda ganarse el pan con el sudor de su frente. Es natural que todo ello no lo podamos desarrollar en poco tiempo; la incuria y el abandono de cincuenta años mal podrían remediarse en el corto lapso de un año. Ustedes han demostrado poseer la confianza que les pedí inicialmente hace un año y veo nacer en las masas argentinas, una fe en lo que hemos de hacer que nos da todas las fuerzas que necesitamos para luchar hasta lograr nuestro propósito.
Quiero dar cuenta al pueblo de Tucumán de nuestros planes, de la obra realizada y de la por realizar. En primer término, la Secretaría de Trabajo y Previsión ha buscado obtener en las masas argentinas el dominio y el desarrollo de principios éticos indispensables al trabajador, mediante le elevación de la cultura social, la dignificación del trabajo y la humanización del trabajo. Buscamos organizar el trabajo para que en esta tierra no vuelva jamás a ser una mercancía que se compra. El trabajo es una fuerza humana y ha de organizarse y administrarse como fuerza humana; no habrá en adelante fundamentos capciosos que puedan desvirtuar dentro de la masa trabajadora la mística que nosotros estamos inculcando para su bien y para asegurar su futuro. Para ello es necesario también, que la masa trabajadora comprenda su problema; debe organizarse gremialmente en sindicatos solidamente constituidos y seriamente dirigidos, para lo cual esos sindicatos deberán ser unidos y fuertes, bien disciplinados gremialmente y deben arrojar de su seno toda cuestión, política o ideológica que no esté de acuerdo con su bienestar obrero. La política dentro de un sindicato es una bomba de tiempo destinada destrozarlo cuando menos lo piense la clase trabajadora.
Hemos organizado ya la justicia del trabajador. Es indispensable que el trabajador tenga el fuero que lo defienda de la injusticia de los demás. Esa justicia comenzara ya a funcionar en el mes de junio en toda la Republica.
Hemos estructurado y estamos estructurando la organización de los salarios generales. Hemos de establecer un salario mínimo de cada uno de los gremios y para todos los trabajadores del país. Nadie podrá ya intentar en adelante, la explotación del hombre por el hombre sino que deberá retribuir el trabajo del hombre en forma humana y cristiana. Hemos estructurado totalmente la organización de las relaciones entre los trabajadores y sus patronos. Ya no será posible ni el abuso de los unos ni la prepotencia de los otros. Las finalidades de esa relación se alcanzan ahora en una mesa transaccional bajo el ojo vigilante de la Secretaría de Trabajo que no permite injusticias y que no tolera injusticias de ninguna naturaleza. Mil convenios colectivos hemos realizado en el año 1944; ellos serán la base de nuestro futuro código de trabajo; con él la garantía de la masa trabajadora está asegurada para siempre.
En la previsión social ya está terminado el plan, que ha iniciado su ejecución para la construcción en el país de casas para obreros por cuatro millones de pesos. Pensamos en pocos años hacer desaparecer el conventillo y el rancho de toda la extensión de nuestra Patria.
En materia de seguros sociales, tenemos ya estructurado el Consejo Nacional de Previsión Social. El panorama del país era triste en cuanto a la previsión social, tenían jubilación sólo aquellos que habían ganado mucho dinero durante su vida, en tanto que los humildes y los trabajadores estaban desamparados totalmente de la previsión social del Estado. Un millón y medio de hombres hemos incorporado este año a la previsión social, con el Consejo aseguraremos el seguro integral de los trabajadores contra los riesgos profesionales y desterraremos el cuadro pavoroso de una vejez desamparada o de una invalidez sin asistencia social. Estamos sobre el camino de la mutualidad integral; en otras palabras, comenzaremos por el ahorro que es la asistencia individual de cada trabajador, continuaremos con la mutualidad, que es la asistencia del grupo, y terminaremos con la asistencia general del Estado que es la previsión social indispensable para la masa de los trabajadores.
Referente a Tucumán, el problema de la azúcar ha tenido una feliz solución; basta ahora que se ponga en cumplimiento el decreto del Poder Ejecutivo, y les aseguro que hemos de poner en movimiento todos los medios necesarios para que eso se cumpla irremisiblemente; no habrá remisos en el cumplimiento de este decreto porque lo hemos de imponer de cualquier manera. Yo pido a los genios, la comprensión necesaria para que ello se realices sin violencia de ninguna naturaleza. El ingenio es en esta tierra un producto del ferrocarril y de la protección del Estado; en consecuencia sus beneficios no han de ser todos para el ingenio sino que es indispensable que ellos aseguren la vida de las masas trabajadoras en esta región insalubre. La protección a la industria sólo se justifica cuando refluye sobre la masa que trabaja y se sacrifica. Se ha dicho que el régimen de trabajo de la industria azucarera argentina puede ser similar al de otros países; yo contesto a esto diciendo que en los demás países las industrias azucareras son industrias de negreros y aquí lo son de blancos y argentinos.
Referente a las leyes de protección obrera, la ley 11.544 que se refiere al pago de las horas extras, la Secretaria de Trabajo tiene preparada una resolución por la cual se aclara que todo el personal de las fábricas de la industria azucarera tiene derecho al pago de las horas extras, reclama el cumplimiento del decreto N° 678, que aumenta el precio del azúcar y fija los salarios para todos los obreros que intervienen en la industria del azúcar con especialidad. Ese decreto no se discute; se cumplirá en todas sus partes. Ya han intervenido las fuerzas del capital y del trabajo en las conversaciones previas, de manera que sólo resta cumplirlo. Como complemento de una conquista más del decreto, se ha firmado ayer otro decreto, que leva el N° 4531, cuyo texto traigo aquí para que sea leído a ustedes desde este micrófono.
Seguidamente el capitán Russo dio lectura de dicho decreto y continuando su exposición el coronel Perón agregó :
Sobre asistencia médica y social, la Junta Nacional del Azúcar, que está por constituirse administraros los fondos especialmente destinados a este objeto, por el decreto 678 con la denominación de "fondos especiales”.
Ahora, para nuestros amigos los ferroviarios deseo decirles que los ferrocarriles del Estado, tendrán, en marzo, el escalafón administrativo, y las retenciones ya han sido puestas en planillas para efectuar los pagos en el mes de abril.
Ahora, para nuestros amigos los ferroviarios deseo decirles que los ferrocarriles del Estado, tendrán, en marzo, el escalafón administrativo, y las retenciones ya han sido puestas en planillas para efectuar los pagos en el mes de abril.
Con respecto a subsidios, se ha ordenado la inversión de 250.000 pesos en concepto de subsidios para Tucumán. También traemos la orden para distribuir subsidios de beneficencia. Para ayuda escolar a la provincia de Tucumán, como asistencia social se ha ordenado la inversión de 240.000 pesos para comedores escolares y la suma de 200.000 pesos para ropas de los escolares.
Señores: Antes de terminar, quiero agradecerles profundamente esta demostración que colma mi corazón de argentino y satisface ampliamente los anhelos del Secretario de Trabajo y Previsión. Sólo quiero hacerles una recomendación a los trabajadores de Tucumán. Cuiden sus organizaciones; depúrenlas y únanse, apoyen a la Secretaría de Trabajo y Previsión, porque ese es el organismo que defiende las conquistas presentes y las futuras conquistas de los gremios de los trabajadores. Piensen que esas conquistas han de asegurarlos en el porvenir cuando elijan y apoyen a los hombres que han de ser útiles al país, en primer término y al pueblo en segundo lugar. Piensen que estamos en el comienzo de las conquistas de nivelación social y de justicia del trabajo. Piensen que sólo las conservarán según sea la conducta que observen los trabajadores como ciudadanos de la Nación. Y piensen que si estas conquistas algún día las pierden, no habrá en ello más que un solo culpable: el trabajador mismo.
Finalmente les agradezco de nuevo todas las amabilidades que ustedes tienen con este modesto soldado de la revolución, les agradezco y les recuerdo que allá en Buenos Aires existe el corazón de la clase trabajadora que palpita y que vive en la Secretaría de Trabajo y Previsión.
JUAN DOMINGO PERÓN
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