MENSAJE
DEL
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ARGENTINA
Nicolás Avellaneda
AL ABRIR LAS SESIONES DEL CONGRESO NACIONAL
EN 5 DE MAYO DE 1875
En la Ciudad de Buenos Aires
SEÑORES SENADORES:
SEÑORES DIPUTADOS:
La República se encuentra tranquila y aguarda vuestras leyes para obedecerlas, confiando al mismo tiempo en que ellas darán mayor eficacia a sus instituciones y nuevo impulso a sus nacientes progresos. La rebelión no fue sino una enfermedad de los espíritus, tras de las agitaciones de un movimiento electoral convulsivo y prolongado. El pueblo de la Nación y los soldados fieles se pusieron de pie y lo sofocaron. Quedó así demostrado que nada hay dentro de la Nación superior a la Nación misma, y que las minorías oligárquicas, por más que amorticen ejércitos, serán vencidas por la razón madura y el brazo fuerte de los pueblos.
Cuando cerrasteis ahora seis meses, Señores Senadores, Señores Diputados, vuestras sesiones, la Nación estaba conmovida por la insurrección, y los más altos intereses de la patria, de adelantos, de instituciones volvían a envolverse aparentemente en un oscuro problema. Venís hoy a ocupar vuestros asientos sin zozobras, buscando como en los mejores días, asuntos para vuestras deliberaciones en el desarrollo progresivo del país; y esta es en su última síntesis la obra que os presenta la administración que dejasteis constituida el año pasado en medio de una situación cercada por tantos peligros. Se ha vencido y le pacificado.
LA REBELION
Los hechos son conocidos, pero es para mí un deber el recordarlos en este acto, consignando sus rasgos dominantes.
En la provincia de Buenos Aires, teatro principal y foco de la subversión, fue necesario organizar tres grandes cuerpos de ejército. La rebelión, herida de muerte en La Verde, cayo días después rendida en Junín, habiendo recibido su sometimiento la división heroica del Coronel Arias, aumentada por fuerzas de los ejércitos del Sur y del Oeste que avanzaban en la misma dirección. Los insurrectos estaban irrevocablemente vencidos, porque siéndoles imposible retroceder, apenas hubieran avanzado algunas leguas, se habrían encontrado con seis mil hombres del ejército de reserva desplegados a lo largo del Arroyo del Medio.
Quedaba todavía subsistente la rebelión en Cuyo representada por al ejército que Arredondo sublevó en los fortines de Mercedes y que había aumentado con elementos arrancados a las tres provincias de Cuyo bajo un sistema de extorsión y violencias, después que la trágica batalla perdida por el intrépido Comandante Catalán le hubo abierto hasta Mendoza un camino enlutado por cuatrocientos cadáveres. Fue necesario que el General Roca reorganizara el ejército del Norte, a fin de adaptarlo por su composición al nuevo teatro en que debía obrar, y habiendo completado esta operación en veinte días, salió de San Luis para alcanzar, después de rápidas marchas, una victoria decisiva en Santa Rosa.
La rebelión se había extendido a los ríos, habiendo Erasmo Obligado sustraído una cañonera, a la que se agregaba un buque armado por el comité revolucionario establecido en Montevideo. En la expectación de los grandes buques que debían llegar del extranjero, se hablan descuidado de todo punto los existentes, y no quedaban sino dos hábiles —la cañonera Uruguay y el Pavón— que se inutilizaron el uno al otro, causándose recíprocamente grades averías en su primera salida. Fue entonces necesario desplegar una actividad incesante, hasta poner en actitud de buen servicio todos los buques que poseía el Estado, de tal manera que continúan todavía siendo utilizados para los objetos administrativos o en la custodia de nuestras costas.
Apenas tres buques de la escuadra pudieron zarpar, cuando los de los rebeldes no tuvieran lugar seguro ni hora de reposo y Obligado abandonó la cañonera, enviándola con una nota al Gobierno.
El Poder Ejecutivo fue oportunamente advertido de los planes subversivos que se tramaban en Corrientes; y sobreviniendo de improviso el Coronel Obligado con ochocientos hombres embarcados en el Rosario, pudo sofocar allí el movimiento insurreccional en sus primeras manifestaciones.
Todos estos desenlaces se acumulaban rápidamente, y setenta días después de haber iniciado mi administración pude convocar la más numerosa revista militar que haya presenciado la República, declarar la guerra concluida, la paz firmemente restablecida, la voluntad nacional triunfante en los comicios y en las batallas, devolviendo a sus hogares sesenta mil soldados que licenciaba la victoria obtenida por sus esfuerzos.
Soldados y jefes, pueblos y gobiernos, todos cumplieron con su deber. Podemos afirmar nuestro juicio en presencia de otros juicios imparciales y extraños, y todos sabemos que en Europa y América se ha aplaudido a la anarquía, emancipada a las influencias personales, y manteniendo por un esfuerzo viril su gobierno, como único medio de asegurar la paz, para proseguir su camino de conquistas graduales y de desenvolvimientos pacíficos. La Europa, dispensadora para nosotros del crédito comercial que se apoya en la confianza, dio esta misma significación a los hechos; y nuestros bonos se cotizaron en la Bolsa de Londres durante los meses de Enero y Febrero al noventa y cinco por ciento, es decir, al precio máximo que hayan alcanzado en los mercados europeos.
La situación creada por la terminación de la guerra continúa fundamentalmente la misma. El orden actual, el gobierno, la paz pública, reposan hoy como nunca sobre bases inconmovibles; tienen el apoyo de la República entera, exceptuando algunos centenares de personas que repudiaron el veredicto de la voluntad nacional en los comicios, el pronunciamiento de la ley por vuestro órgano, más tarde las de¬mostraciones inexcusables de la victoria, y que hoy mismo repudian al parecer los beneficios de una política clemente, queriendo convertir en dolencias públicas las perturbaciones que aquejan sus espíritus.
Vosotros que venís de todas partes, lo sabéis. Hay dos millones de argentinos que reposan confiados en el presente, mirando sin alarmas el porvenir; y yo mismo, antes de presidir la apertura de vuestras sesiones, he querido dar ante propios y extraños, testimonio evidente de esta verdad, dejando el asiento del gobierno, atravesando la provincia ayer tan conmovida de Entre Ríos, y trasladándome sin un soldado hasta el extremo limite de nuestras fronteras del Este, sin que haya encontrado sino pueblos y hombres penetrados de adhesión a la Nación y a su gobierno, y sólo agitados por miras de progreso que vuestras leyes pueden en breve tiempo realizar.
POLÍTICA
Durante la rebelión, la política no podía consistir sino en acumular elementos para vencer, y se reunieron en todas partes con una actividad, con una presteza, con una espontaneidad que no tienen otro ejemplo en nuestra historia contemporánea. Las leyes de la guerra imperaban en varias de nuestras ciudades, que se habían convertido en verdaderas plazas fuertes. El estado de sitio se hallaba declarado para toda la República. Pues bien, el Poder Ejecutivo durante la guerra misma, y en sus momentos más graves no usó sino en dos o tres casos de las facultades excepcionales que le estaban conferidas, creyendo que eran inútiles arrestos y pesquisas individuales, cuando todo se encontraba librado a la suerte de las armas, y no queriendo que en ninguno de sus actos apareciera el intento de persecuciones personales.
Pasada la guerra, quedó sustancialmente adoptada la misma política, Ella ha sido calificada unánimemente con palabras que pertenecen a la prensa de todas las naciones que observan nuestros actos; y es hoy convicción universal que jamás en la América española se aplicó una conducta igualen este tolerante y benigna a la represión de un movimiento insurreccional.
La capitulación que el Coronel Arias suscribió en Junín, fue ejecutada por el gobierno en su mas amplia extensión. Antes de quince días, cuatro mil soldados rebeldes fueron devueltos a sus hogares, aun a riesgo de comprometer el orden de varios departamentos de campaña. Durante el estado de sitio, los que se habían refugiado en Montevideo por sus connivencias conocidas con la insurrección, los que allí mismo formaron el comité revolucionario para dar armas, buques, soldados del ejército rebelde, vinieron tranquilamente a esta ciudad, mediante permisos liberalmente acordados. Centenares de “personas civiles”, se hallaban comprometidas ostensiblemente en el movimiento subversivo; y no hay actualmente una sola detenida en las cárceles de Buenos Aires, ni aún entre los que convirtieron la prensa en tea de incendio, o ejecutaron por si actos de guerra a la faz de todos.
No ha habido sino una excepción circunscripta a un pequeño número de personas .
El Poder Ejecutivo mandó formar consejos de guerra a los jefes de alta graduación que han figurado en la rebelión, porque es necesario salvar la moralidad, la disciplina, la fidelidad del ejército, no dejando consignado por la impunidad que los militares puedan entregar a las facciones tumultuarias, las armas sagradas que la Nación pone en sus manos. Así aunque no hubiera sino un acto de represión, que éste sea una sentencia a lo menos para condenar aquellas proclamas datadas en los campamentos de las fronteras, anulando las leyes del Congreso y el voto de los pueblos.
Los resultados nos habilitarán para pronunciarnos en breve sobre esta política que inspiraron los dictados del patriotismo y el pensamiento de apartar la rebelión y sus efectos, como un episodio extraño al conjunto de nuestro movimiento social y político. Por otra parte, los poderes públicos que componen hoy el Gobierno de la Nación, saben por la reciente y dolorosa experiencia, que los medios de comprensión colocados en las manos de los gobiernos, no pueden ser sistemáticamente abandonados sin poner la paz de los pueblos en peligro, y que llega un momento en que se da muestras de obcecación obstinada o de culpable debilidad, no aplicándolos legítima y vigorosamente a la defensa de los intereses sociales.
Necesito todavía agregar una palabra sobre este asunto grave.
La rebelión sintiéndose débil o sin acogida, procuró aumentar los elementos que le faltaban hasta para el trastorno, embanderando a los partidarios de las rebeliones anteriores que la Nación soportó, fundando o defendiendo su régimen constitucional. Fui entonces solicitado para conjurar el peligro, sobre todo respecto de la provincia de Entre Ríos, dando un decreto de amnistía, y lo resistí con tenacidad deliberada. Las amnistías deben ser el acto magnánimo de un poder fuerte, que se reputa superior a las causas anteriores de desorden y de anarquía. Son un acto de confianza en las fuerzas morales y conservadoras de la sociedad, y sólo bajo este aspecto honran a un gobierno o a una situación, y pueden ser eficaces ofreciendo una verdadera base de pacificación.
Pero han pasado ya afortunadamente aquellos días en los que la amnistía habría sido un pacto con las amenazas del desorden; y vengo a deciros, Señores Senadores, Señores Diputados, que podéis vosotros formularla en una ley que será agradecida y memorable, para todos los argentinos que tienen responsabilidades pendientes por haber cometido delitos políticos, exceptuando, como en estos casos se acostumbra, los crímenes ordinarios y las acciones del derecho privado.
He hablado de las sediciones o rebeliones anteriores a la última -pero pienso que ella debe ser también comprendida en los beneficios de la amnistía, apenas sus secuaces se aperciban, y no tardarán quizá en apercibirse, de que la Nación puede estar interiormente dividida en partidos, pero que no tiene sino un honor y un crédito ante los pueblos extraños; y de que la administración pública se halla de tal modo vinculada a los intereses permanentes del país, que no se la puede herir con ciertas armas, sin que éstos sean profundamente afectados; comprendiendo y aceptando al mismo tiempo lo que no debieron desconocer ni olvidar —es decir— que la Constitución tiene barreras insalvables, cabiendo sin embargo dentro de ellas todas las disensiones racionales y legítimas.
RELACIONES EXTERIORES
Los gobiernos de Europa y América deploraron los sucesos de Septiembre que amenazaban interrumpir el progreso de nuestro país, haciendo votos por el triunfo del orden y de la legalidad. Nuestras relaciones exteriores continúan amistosas con todas las naciones, haciendo votos por el triunfo del orden y de la legalidad. Nuestras relaciones exteriores continúan amistosas con todas las naciones.
La República Argentina mantiene, sin embargo, cuestiones pendientes, y tuve el honor de anunciaros en mi discurso inaugural que era uno de los puntos capitales de mi programa administrativo, el procurarles una solución racional, con honra nuestra, sin desdoro para otros y en ventaja de la paz y del progreso de esta parte de la América.
Pienso que se ha dado un paso importante en este camino, acreditando en misil especial cerca del gobierno del Brasil al Dr. D. Carlos Tejedor, y dándole instrucciones para buscar un desenlace a las cuestiones derivadas del tratado de alianza que se hallan aun pendientes, especialmente en lo que respecta a nuestros límites con el Paraguay.
Nuestras relaciones diplomáticas con el gobierno de la República Oriental han sido restablecidas, y fue nombrado un Encargado de Negocios para representarlas. La suspensión en que se encontraban no solamente constituía un estado anormal, sino lleno de inconvenientes hasta para los arreglos sanitarios que es necesario estipular frecuentemente entre este puerto y el de Montevideo.
La legación creada por la ley de presupuesto en Londres ha sido provista.
El Ministerio de Relaciones Exteriores ha proyectado además dos convenciones postales con España y con el Imperio Alemán, discutiendo y acordando sus bases con los Ministros de estas naciones. El representante del Gobierno Italiano ha recibido una incitación en el mismo sentido, habiéndola acogido favorablemente. Serán ellas las primeras conversiones de este género que celebremos en Europa, y eran urgentemente reclamadas para dar facilidad a la circulación de nuestra correspondencia, disminuyendo igualmente en las cartas el porte crecido que hoy constituye un embarazo serio para los que cultivan relaciones trasatlánticas.
INTERIOR
Terminada la guerra, fue necesario pagar y licenciar sesenta mil hombres, devolviéndolos a sus hogares, tarea penosa que durante algún tiempo absorbió completamente la atención administrativa.
Los gobernadores de San Luis y de San Juan se habían ausen¬tado al extranjero después del triunfo de las armas nacionales, y estas provincias proveyeron tranquilamente a la acefalía de sus gobiernos por el mecanismo de sus propias instituciones, y sin ingerencia alguna por parte del Ejecutivo Nacional.
En la provincia de Santiago se verificó igualmente un cambio de Gobierno, que ha sido saludado como el advenimiento de una nueva época para ese pueblo, trayendo desde luego la vuelta de centenares de sus hijos, que vagaban dispersos por las otras provincias. En Santiago no se ha movido sino la acción de la justicia nacional. El Juez de Sección requirió el apoyo del Ejecutivo, manifestando que le faltaban medios para la ejecución de sus resoluciones; y el Coronel Olascoaga se trasladó a esa provincia con algunas fuerzas, llevando como instrucciones la orden terminante de mantenerse ajeno a las luchas locales, y debiendo reducirse a prestar al juez Nacional el apoyo que este le reclamara en el ejercicio de sus funciones.
Debo además notar como un hecho trascendente en el régimen interior de las provincias el establecimiento de los jueces y tribunales que la de Buenos Aires ha realizado por fin en su vasta campaña. Hemos hablado con razón condenando la centralización administrativa que paraliza o suprime las iniciativas locales; pero nadie ignora que mucho más puede decirse contra el centralismo judicial que deja a las poblaciones sin justicia, pudiendo producir hasta la disolución de los vínculos sociales. Necesito recordaros can este motivo que pende ante vuestra consideración el proyecto de las leyes orgánicas para la institución del jurado en todas las provincias de la República.
HACIENDA PÚBLICA
Se ha dicho siempre que las guerras de breve duración son las que menos cuestan, porque aun acrecentándose los gastos, quedan disminuidos los perjuicios materiales, sociales y políticos, que aquéllas inevitablemente traen. Pues bien, la ultima insurrección ha venido a demostrarnos que aun bajo el aspecto del gasto inmediato, las guerras rápidas son las más baratas. La primera rebelión de Entre Ríos costó más de siete millones quinientos mil fuertes, la segunda cuatro millones seiscientos mil, mientras que no tenemos todavía imputada a las leyes con que tan ampliamente autorizasteis al Poder Ejecutivo para afrontar la situación que la rebelión de Septiembre creaba, sino la cantidad de tres millones novecientos y tantos mil pesos. Sin embargo, los sesenta mil hombres que la Nación puso sobre las armas, fueron pagados sobre los lugares mismos de su reunión, antes de ser licenciados, acto administrativo que no tiene hasta hoy precedentes.
Los gastos de la guerra han sido atendidos, el presupuesto cubierto a pesar del déficit en las rentas sobre el cálculo de recursos, se han abonado cuatro millones quinientos mil pesos por haberes atrasados en el Ministerio de la Guerra desde el 1° de Enero de 1874 al 30 del mes pasado, y se han pagado a su presentación las letras giradas por las armas y buques comprados en Europa, gasto considerable que no tenia afecto ningún recurso especial. Este es el hecho capital que el Departamento de Hacienda presenta a vuestra consideración, porque todo esto se ha ejecutado sin operaciones ruinosas, sin violentar el crédito, sin acudir siquiera a la negociación de los fondos del empréstito que están depositados en Londres. El Ministerio de Hacienda no recibió dinero en las horas de mayor conflicto, sino el interés abonado por el Banco Nacional.
Las obras públicas para cuya ejecución se contrajo el empréstito de 1871 han continuado sin interrupción, y son atendidas con los fondos de su pertenencia.
Los gastos librados en 1874 sobre el presupuesto y leyes especiales han ascendido a veintinueve millones setecientos ochenta y cuatro mil pesos, cifra que es menor a pesar de la guerra en un millón doscientos ochenta y dos mil pesos a la de 1873, demostrándose en consecuencia, que tanto la presente como la anterior administración entendieron que debía procederse con circunspección y economía en los gastos públicos. Así el presupuesto votado en veintitrés millones, trescientos ochenta y tres mil pesos; deja un sobrante de tres millones setecientos dos mil pesos; y sólo se han invertido al mismo tiempo ocho millones novecientos veintinueve mil pesos, sobre los veinticinco millones que importan las leyes y acuerdos autorizando gastos especiales.
Las rentas públicas han producido en 1874 dieciséis millones, quinientos veintiséis mil, ochocientos ochenta y siete pesos. Hay por lo tanto un déficit sobre el cálculo de recursos de tres millones novecientos cinco mil pesos, y una disminución sobre las entradas de 1873 representada por tres millones seiscientos treinta y tres mil pesos.
Examinemos ahora estas cifras.
Nuestras rentas son aduaneras y se componen casi exclusivamente de los impuestos con que gravamos la importación y la exportación de mercaderías. Los derechos de importación recaudados en 1874 solo alcanzan a doce millones quinientos cuarenta mil pesos, mientras que en 1873 habían subido a dieciséis millones, quinientos dieciséis mil pesos, quedando así establecida una diferencia de cuatro millones doce mil pesos. El producido de los derechos de exportación fue en 1874 dos millones, doscientos noventa y nueve mil, y en 1873, dos millones cuatrocientos ochenta y ocho mil, no arrojando la diferencia sino de ciento ochenta y ocho mil pesos, que se explica suficientemente por motivos accidentales, como las secas y malas cosechas, las perturbaciones del movimiento electoral y los sufrimientos últimos de la guerra.
De esta suerte comparando el valor de las importaciones en los dos años, queda contra 1874 una diferencia de veintiún millones, seiscientos ochenta y ocho mil pesos, mientras que no la hay sino de dos millones ochocientos cincuenta y siete mil pesos en las exportaciones. Esta en consecuencia demostrado que la causa única del déficit consiste en la considerable disminución de la importación, y que permanece con pequeña diferencia la misma, la exportación que representa la capacidad para el trabajo y el poder productivo de la Nación.
Ahora bien, un país vale en el lenguaje del economista y ante la verdad severa de los hechos, lo que produce; y mientras que su poder productivo no haya disminuido, conserva su aptitud para recobrar inmediatamente su anterior situación económica, aunque haya soportado transitorias perturbaciones en sus cambios, en la circulación de sus valores o en sus consumos. Así los sufrimientos que hoy experimenta la primera de nuestras ciudades comerciales, no pueden ser sino accidentales, y ante de mucho con el sentimiento de la paz que se extiende y radica, con el aumento de la producción que se anuncia tan propicia, toda habrá vuelto a su estado normal de desenvolvimiento y de progreso.
Grandes cantidades de dinero afluyeron en los últimos años a la plaza de Buenos Aires, teniendo principalmente su origen en los empréstitos que la Nación y esta provincia contrajeron en Londres. De ahí su acumulación en los bancos —el bajo interés— y las facilidades tan seductoras como desconocidas del crédito. El país no estaba en aptitud de aplicar de improviso tan considerables capitales al trabajo reproductivo, y sobrevinieron las especulaciones sobre terrenos estériles que acrecentaban artificialmente su precio de una transacción a la otra, los gastos excesivos y la acumulación de mercaderías importadas exagerada aun más por la competencia que se desarrolla en estos casos. Con la hora inevitable de los reembolsos, ha sobrevenido la crisis que principia ya a encontrar su principal remedio en la disminución de los gastos privados y públicos.
El comercio de las otras ciudades de la República se mantiene hasta hoy desembarazado de graves perturbaciones, y la aduana del Rosario nos presenta en los tres primeros meses del corriente año un aumento en sus entradas de ciento cinco mil pesos sobre igual tiempo del año anterior. La de Corrientes ha doblado casi su renta y las del litoral de Buenos Aires acrecentándola visiblemente, procediendo respecto de ellas la misma comparación.
Lea rentas del correo y de los telégrafos han tenido un incremento notable en 1874, y las del primero tienden todavía a un aumento mayor en el presente, sucediendo lo mismo con las que produce el expendio del papel sellado.
No debo cerrar este parágrafo sin manifestaros que el Departamento de Hacienda ha vigilado cuidadosamente por el mantenimiento de muestro crédito en Europa. Los fondos para el servicio de los empréstitos de 1824 y 1868, cuyos dividendos deben pagarse el 1° de Julio próximo, están ya en Londres y se han remitido en su mayor parte los que corresponden, al empréstito de 1871, a pesar de que no deben ser abonados sino desde el 1° de Septiembre.
INMIGRACION
Los países que reciben inmigración de la Europa, han visto disminuida su cifra en el año último. Lo que ocurre en la República Argentina, ha pasado también bajo mayores proporciones en Australia y en los Estados Unidos. Tenemos las cifras oficiales de esta nación. Los Estados Unidos recibieron en 1873 doscientos sesenta y ocho mil, doscientos ochenta y ocho inmigrantes, mientras que en 1874 no arribaron a sus puertos sino cuarenta y nueve mil, setecientos sesenta y dos.
El hecho ha sido observado y es generalmente atribuido a las medidas sistemáticas que adoptan hoy los gobiernos europeos para impedir la inmigración, a la formación de grandes ejércitos y al aumento de bienestar que se experimente en algunas regiones de Europa.
La inmigración ha tenido para nosotros una marcha irregular. En 1870 subió a cuarenta y un mil y al año siguiente quedaba disminuida en la mitad esta cifra- Llegó a su mayor crecimiento en 1873, presentándonos setenta y nueve mil, setecientos doce inmigrantes, y era el año pasado no nos ha dado sino sesenta y ocho mil, doscientos setenta y siete, lo que implica una disminución de once mil cuatrocientos. El movimiento decreciente continúa en el presente año, si bien se explica por los hechos políticos y comerciales, cuyo relato ocupa las primeras páginas de este mensaje.
Es imposible escapar a la influencia de ciertas situaciones. Mientras haya guerra y se soporten sus resultados —cuando haya crisis, sufrimiento o pobreza en los grandes centros comerciales, la inmigración disminuirá o se alejará ya sea en Nueva York o en Buenos Aires, como lo acreditan en este momento mismo los ejemplos de estas dos ciudades. Pero podernos distribuir mejor inmigración, extendiéndola por todo el país, radicarla y ofrecerle un incentivo con la adqui¬sición de la propiedad territorial, abriéndole en el exterior al mismo tiempo nuevas corrientes, como sucederá. Indudablemente, apenas el inmigrante del Norte de Europa pueda venir a Buenos Aires o al Rosario con el mismo precio que abona para trasladarse a Nueva York.
Este es el asunto, Señores Senadores y Diputados, sobre el que la opinión reclama urgentemente la acción de nuestras leyes. Entre tanto, el Poder Ejecutivo ha hecho todo lo que se encuentra a su alcance, dando pasajes a los inmigrantes para el interior, organizando comisiones de las provincias, moviendo el celo de los gobernadores, enviando agentes y dando mayor actividad a las operaciones de la oficina de trabajos, que ha colocado cuatro mil cuatro inmigrantes en los tres primeros meses de este año. Entre ellos se encuentran veinticinco que viajan hoy en el vapor “Leguizamón” dirigiéndose al extremo Norte de la República por el Bermejo, y que son los primeros en abrir una ruta que será en pocos años recorrida por millares de hombres.
Es mi rápida excursión de seis días por la provincia de Entre Ríos, visité el pueblo naciente al que se ha dado el nombre de “Villa Colón”. En sus edificios y en sus calles hay ya el plantel de una ciudad rural. Tiene una pequeña aduana y su receptor muestra el siguiente asiento en sus libros. En los tres primeros meses de 1874 tres mil pesos fuertes de renta. En los tres primeros del presenta año dieciséis mil. “Villa Colón” representa la producción y los consumos de una colonia inmediata, y es conveniente agregar este dato para responder a los que continúan preguntando si las colonias pobladas por inmigrantes son entre nosotros susceptibles de un gran adelanto, aun después de los dos millones de fuertes que han recogido por el precio de sus cereales en el año pasado los colones de la provincia de Santa Fe.
El Poder Ejecutivo mandó distribuir auxilios de dinero a la colonia “Concordia” establecida en uno de los partidos fronterizos de Buenos Aires, para ayudarla en la situación penosa en que la guerra y las malas cosechas la habían colocado.
FERROCARRILES - TELEGRAFOS - CORREOS
La construcción del ferrocarril de Córdoba a Tucumán habido sido objeto de observaciones diversas y fue sometida a una inspección severa ejecutada por tres ingenieros competentes. Van ya a abrirse al servicio público sus dos primeras secciones, que comprenden una extensión de doscientos setenta kilómetros. El Norte de la República queda así aproximado en cinco días al centro y al litoral.
Los trabajos del ferrocarril Andino se prosiguen con empeño; y una nueva sección de ciento veintitrés kilómetros(del Río IV a Mercedes) quedará terminada el presente año.
El Ferrocarril Primer Entrerriano ha entrado bajo la administración directa del Estado.
El ferrocarril del Este parte de Concordia, y se detiene en Monte Caseros (provincia de Corrientes), habiendo recorrido ciento cincuenta y cinco kilómetros. Es esta la extensión que por hoy le designa la ley; y habiendo concurrido personalmente a su inauguración solemne, lo he declarado abierto al servicio de todos para los electos de las obligaciones nacionales bajo las que se ha hecho su construcción. El Honorable Congreso debe apresurarse a votar la competente garantía para un ramal que salga de Monte Caseros y llegue al Paso de los Libres, realizando así grandes miras mercantiles que harían de la próspera ciudad de Concordia un vasto emporio para el comercio del Alto Uruguay.
Una de vuestras leyes ha determinado que este ferrocarril se interne en la provincia de Entre Ríos, viniendo de Concordia a Gualeguaychú, por un camino de doscientos cincuenta y ocho kilómetros. Debo deciros que los estudios de esta nueva vía se encuentran concluidos y que el Poder Ejecutivo acaba de determinar el puerto sobre el Uruguay conde tendrá su terminación, de acuerdo con la comisión de obras publicas, que ha sido instituir provisoriamente en reemplazo del Departamento de Ingenieros que la ley de presupuesto dejó suprimido.
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No hemos agregado nuevas líneas a nuestra red telegráfica, pero ha sido necesario un trabajo incesante para conservarla, reparando los daños causados durante rebelión. Lo advertiréis por una cifra. Las reparaciones del telégrafo en Entre Ríos y Corrientes han abarcado una extensión de setecientos cuarenta y ocho millas, por haber sido inutilizadas o destruidas veintisiete mil libras de alambres.
El movimiento de los telegramas pagados en 1874 excede en un cuarenta por ciento al de 1873. El telégrafo penetra así cada vez en nuestros hábitos. Es ya un resorte de nuestra vida familiar, y para responder a las necesidades crecientes de las líneas más ocupadas por el servicio público se colocan en este momento dos hilos más desde Buenos Aires hasta Córdoba, y uno desde Rosario hasta Santa Fe.
Debo deciros que la deficiencia de la red telegráfica se hace sobre todo sentir en la mas importante de nuestras provincias, donde hay ciudades con siete y diez mil habitantes privadas de su beneficio. El Poder Ejecutivo ha representado al gobierno de Buenos Aires estas necesidades, ofreciéndole el concurso nacional para remediarlas; y el Honorable Congreso hará mucho en este sentido votando las líneas telegráficas que el buen servicio y la opinión reclaman en las fronteras para ligar a lo menos las Comandancias militares entre sí y con el asiento del gobierno. La memoria del Ministerio de Guerra contiene explicaciones sobre este asunto, que es a la vez uno de los factores en el nuevo y vigoroso plan que se prepara para suprimir las invasiones de loe indios.
La rebelión había destruido el servicio postal en las provincias del Oeste y en parte de la provincia de Buenos Aires, y uno de los pri¬meros cuidados de la Dirección General de Correos fue restablecerlo. Se pensó luego en las mejoras y se han introducido importantes, nacionalizando varias líneas, aumentando los correos a caballo y reemplazando en la provincia de Buenos Aires las sillas correos tan onerosas para el erario, por subvenciones acordadas a las mensajerías.
La renta de correos ha producido ciento setenta y cuatro mil fuertes en 1874, dando un exceso de dieciséis mil fuertes sobre el año anterior; y puedo anunciaros que durante este año se triplicará este aumento, teniendo en cuenta las mejoras introducidas en los servicios y en los gastos.
El movimiento de la correspondencia que gira por las oficinas de correos en la República, es inferior al del Brasil, tal vez al de México cuyas cifras oficiales no conocernos, pero superior a los de todas las demás naciones sudamericanas. El número de cartas ha ascendido en 1874 a tres millones, setecientos treinta y un mil, trescientos veinticuatro, los impresos a un millón, novecientos cincuenta y seis ochocientos sesenta y cuatro. Los oficios que contienen correspondencia oficial han alcanzado a doscientos treinta mil, ciento cuarenta y tres. Fórmase así un conjunto de cinco millones, novecientos dieciocho mil, trescientas treinta y una piezas, que han sido expedidas en siete mil novecientos seis despachos por vapor, noventa y siete por buques de vela, catorce mil noventa por ferrocarriles, cuatro mil novecientos setenta y dos por sillas correos, dos mil seiscientos treinta y siete por correos a caballo y siete mil setecientos cuarenta y siete por mensajerías.
Cada pieza que se ha transportado, ha costado seis dos tercios centavos fuertes, y producido tres y un tercio centavos. El informe del Director General de Correos os presentará las observaciones que sugiere el estudio analítico y comparativo de estos números.
ACTOS ADMINISTRATIVOS
Necesito todavía fiadores, —Señores Senadores, Señores Diputados— presentaros a lo menos la indicación de algunos hechos o actos administrativos que no se encuentran desprovistos de importancia, y que deben ser conocidos por el país entero.
La administración anterior rompiendo con la tradición del puerto único de Buenos Aires, donde precisamente no lo hay, creó las receptorias de Ensenada, Zárate y San Pedro, que han dado facilidades a las transacciones y mayor renta al erario, En este año hemos ido adelante y los puertos de Bahía Blanca y Ajó han sido habilitados para los objetos del comercio exterior e interior. Los hechos no han tardado en demostrarnos que se ha llenado una necesidad sentida; y la nueva receptoría de cuarenta mil fuetes, recaudada desde Enero hasta el 30 de Marzo de este año.
La aduana del Rosario funciona ya en su nuevo y vasto edificio. Se procederá inmediatamente a la construcción del puerto, y el Ministerio de Hacienda ha entrado en arreglos con la Dirección del Ferrocarril Central, para que se prolongue hasta el muelle mismo en que desembarcarán las mercaderías, obra pequeña por su extensión y por su costo, pero que eximirá de gastos inútiles al comercio de nueve provincias.
El comercio de tráfico para las provincias del Norte de la República ha sido reglamentado en un extenso decreto, dando facilidades cuyo buen resultado se ha experimentado inmediatamente.
El depósito y muelle llamados de las Catalinas en este puerto, se encuentran terminados en su primera sección y los empresarios solicitan permiso para dar mayor extensión a las obras.
Los trabajos de limpieza han continuado activamente en la Boca del Riachuelo de Barracas, aun durante la guerra. Se emplean en ellos dos dragas, y han sido removidas desde el lecho del río diez toneladas de arena y fango que forman una alta montaña. El Poder Ejecutivo os presentará un proyecto para la canalización de este río, que fue elaborado en años anteriores por el Departamento de Ingenieros.
En cumplimiento de una de vuestras leyes se han decretado estudios para la canalización de los ríos Gualeguaychú y Victoria, en Entre Ríos, riachos de Goya y de la Esquina de Corrientes. Pero eso no basta, porque los lugares indicados están muy lejos de ser los únicos en que la navegación de los ríos Paraná y Uruguay presenten considerables inconvenientes; y el Poder Ejecutivo os pedirá autorización para practicar estudios facultativos de mayor extensión, haciendo venir desde luego dos dragas que serán necesarias para todos los trabajos hidráulicos, y sin cuyo auxilio no pueden haber puertos ni canales constantemente expeditos en ríos como los nuestros.
La acción del Departamento de Agricultura se hace ya sentir benéficamente en toda la extensión de la República. Ha expedido dieciséis mil paquetes de semilla, y distribuido entre particulares mas de doscientas mil plantas. Por el Ministerio de Interior acaba de nombrarse un agente del Departamento en cada provincia, a fin de hacer más activa su propaganda generalizando al mismo tiempo las observaciones que recoge y metodiza sobre el clima y el suelo de la República.
Los trabajos del "Parque 3 de Febrero", en Buenos Aires, adelan¬tan visiblemente, y se halla a su frente como Presidente de la Comisión que los dirige, el esclarecido ciudadano que tuvo el honor de iniciarlos, siendo Presidente de la República.
INSTRUCCION PÚBLICA
El censo escolar retardado inevitablemente por la guerra, principia recién a formarse, no pudiendo así presentaros el boletín anual en el que la Nación establece con cifras exactas sus adelantos periódicos en la educación popular. El movimiento educacionista renace sin embargo con vigor, haciéndose sobre todo sensible en Mendoza, en Santa Fe, en Entre Ríos, en Buenos Aires. Los registros escolares de la ciudad de Mendoza que llegan en este momento al Ministerio, consignan la sorprendente cifra de un alumno sobre cada cinco habitantes, incluyendo los adultos que concurren numerosos a los cursos nocturnos.
No teníamos maestros para la enseñanza primaria y el maestro será siempre el agente eficiente en la realización de todo sistema escolar. Nos preparamos sin embargo a formarlos. Está decretada la inmediata instalación de la Escuela Normal de Tucumán; al mismo tiempo que la del Paraná presenta doblado el número de sus alumnos. Hay depositados desde Diciembre último en la Tesorería de la Nación los cuarenta mil pesos que el presupuesto destinaba para ayudar la construcción de la Escuela Normal de Mujeres en Buenos Aires, y en breves días se dará principio a la ejecución de la obra, cuyos planos han sido ya aprobados por el gobierno provincial.
El Colegio Nacional del Rosario abrió por ver primera sus aulas el 1° de Marzo, después de haberse inaugurado solemnemente el edificio que le estaba destinado.
Cuatro mil alumnos siguen los cursos en los catorce colegios que la Nación sostiene; y el Ministerio ha nombrado desde Enero sesenta profesores para dictar en ellos las nuevas asignaturas según el plan de estudios y la ley del presupuesto. La dotación de los colegios en sus gabinetes de química, física y en seis Bibliotecas aumentará en este año considerablemente, estando ya hechos a Europa los pedidos competentes.
La Academia de Ciencias en Córdoba ha quedado por segunda vez organizada, y se da impulso a la construcción del vasto edificio que debe ocupar definitivamente.
El Dr. Gould ha presentado dos luminosos informes sobre los trabajos del Observatorio Astronómico y de la Oficina Meteorológica; y el Poder Ejecutivo os pedirá en breve la votación de los fondos necesarios para la publicación de la Uranometría Argentina, y de las observaciones climatéricas que se hallan preparadas en grandes volúmenes. Debo aprovechar esta ocasión para agradecer los nuevos donativos y préstamos que varias asociaciones científicas de los Estados Unidos han hecho a estas dos oficinas, demostrando su culto por las altas ciencias, y su adhesión a nuestros esfuerzos que son conocidos y debidamente apreciados.
La Universidad de Buenos Aires ha dado recientemente a sus Facultades de Ciencias una organización definitiva; y consigno el hecho no obstante su carácter provincial, porque instituciones de esta clase dan brillo duradero a una Nación y levantan su nivel intelectual.
EL EJÉRCITO - LA ESCUADRA
Las atenciones más numerosas de un período tan intensamente agitado y tan lleno de acontecimientos, han recaído sobre el Departamento de Guerra, habiendo girado por sus oficinas todas las medidas para formar los ejércitos, distribuir sus diversos cuerpos y proveer en seguida a su armamento y sostén en lugares diversos y apartados. Terminada la rebelión; las funciones de este departamento continuaron igualmente activas, porque fue necesario licenciar, pagar y conducir en seguida a sus provincias o a sus departamentos a los Guardias Nacionales, con los que se habían formado en su mayor parte los ejércitos de Bunios Aires, el del Norte y el de reserva.
Las fuerzas del ejército de línea no habían aun podido volver sino en parte a sus puestos permanentes en las fronteras, cuando la impaciencia pública, explicada por sufrimientos reales, reclamaba ya a la administración la seguridad de su defensa. Esta nueva tarea se abría así delante de ella y era necesario acometerla con decisión.
Los cuarteles para las tropas, los sembrados de forrajes que representaban años de labor e ingentes sumas al tesoro, los depósitos militares —todo esto había sido destruido, y era indispensable reponerlo, confiando los trabajos a jefes distinguidos que continúan dirigiéndolos actualmente.
La remonta del ejército constituía una necesidad igualmente premiosa. Había sido siempre insuficiente por su número para las exigencias del servicio en las fronteras, y lo era aun más después de la rebelión que había hecho desaparecer de sus cuadros cuatro grandes regimientos de caballería y dos batallones de infantería. El Ministerio de la Guerra decretó inmediatamente un nuevo enganche en toda la República, no queriéndose acudir al sorteo, forma que nuestra ley ha dado a la conscripción, por motivos derivados de las circunstancias presentes.
La República ha sido dividida en ocho grandes secciones para la operación del enganche, quedando en cada una de ellas confiada jefes militares de alta graduación.
El Poder Ejecutivo espera obtener resultados superiores a los alcanzados en años anteriores.
La Memoria del Ministerio de la Guerra estará pronto en vuestras manos. Veréis allí explicado el nuevo sistema que la administración, después de haber obtenido vuestro asentimiento, aplicará a la defensa de las fronteras, como igualmente propuestas varias otras medidas de una utilidad trascendente para el régimen del ejército.
Encuéntrase entre ellas la supresión de las proveedurías en su forma actual, para no seguir entregando a la avidez del interés privado el alimento del soldado.
Debo también haceros presente que el parque de artillería ha sufrido grandes cambios en su administración. Se ha formado en verdad un nuevo establecimiento sobre el antiguo, montando talleres con máquinas a vapor, construyéndose depósitos para armamentos y arreglando un sistema de máquinas para la construcción de armas y fabricación de municiones.
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La Escuadra Nacional consta de dos acorazados, dos cañoneras, un buque torpedo, dos transportes a vapor., algunos buques de vela y ocho vapores armados a guerra, que fueron compuestos durante la rebelión. El Honorable Congreso sabe que se esperan en este año cuatro cañoneras, cuya construcción está muy adelantada bajo la acertada dirección del señor Ministro García que continúa prestando en Londres sus valiosos servicios.
Puesto que tenemos buques, es necesario formar marinos. El plan de estudios de la Escuela Náutica ha sido cuidadosamente revisado, y siguiendo el dictamen de personas competentes, se introdujeron varias modificaciones en las materias de enseñanza. El Ministerio adopta actualmente medidas para el establecimiento de una "Escuela flotante" de marineros, a fin de que los servicios subalternos puedan ser prestados en los buques de un modo competente.
Termina aquí, señores, la dilatada exposición de este mensaje. Conocéis la obra de la administración nacional en los últimos seis meses; pero habría olvido injusto, si no agregara que ella ha sido poderosamente auxiliada en sus tareas, por el concurso de numerosos ciudadanos. Necesito mencionar entre ellos a los que formaron las comisiones auxiliares de Marina, del Parque, de la Comisaría y al Director de ferrocarriles de esta provincia.
SEÑORES SENADORES:
SEÑORES DIPUTADOS:
Acabáis de verlo. Representáis una Nación que avanza por un camino de desenvolvimientos rápidos y en el que puede ser poderosamente impulsada por buenas leyes, y bajo una administración laboriosa y prudente.
Si hubo rebelión, no ha sido un accidente, quedando por el contrario firmemente establecida la demostración de que lo Republicano se presta a ser teatro de desvaríos que la empobrezcan, la anarquicen o la dividan. Si han sobrevenido perturbaciones mercantiles, ellas no son signo de decadencia o de retroceso, puesto que las soportan frecuentemente los primeros pueblos de la tierra, y tienen esta vez para nosotros causas conocidas, quedando aleccionados para evitar su reproducción.
Los males de una situación económica no se remedian con mecanismos artificiales, que no pueden ser sino falaces, porque salen fuera del movimiento de las leyes naturales que rigen la economía social. Cuando hay sufrimientos por haber invertido capitales de un modo improductivo, -cuando los hay por excesos en los consumos no se presentan otros medios de salvación, sino aumentar la producción por el capital y el trabajo sanamente empleados, subordinándose al mismo tiempo a un régimen restrictivo en los gastos públicos y en los privados. El sentimiento general lo ha comprendido, y se hacen hoy visiblemente economías en los consumos, sin haberse por eso alterado fundamentalmente las condiciones del bienestar social.
Busco de donde podrían sobrevenir nuevas perturbaciones y no encuentro.
Nuestra política interior es de tolerancia, de reparación, y asume cada vez más un carácter casi exclusivamente administrativo. Nuestra política en la América es de paz. Podéis entonces, señores, descender con espíritu tranquilo a vuestras tareas, a las que os llama la expectación de los pueblos.
Avocasteis a vuestra decisión en 1873 los proyectos pendientes sobre la construcción del puerto en Buenos Aires, cuestión nacional hoy, cuestión sudamericana mañana, cuando el ferrocarril del Este llegue al Paso de los Libres en frente de la frontera brasileña, el Andino haya traspuesto las Cordilleras y el del Norte tocado los ricos territorios de Bolivia, porque no hemos debido atraer el comercio de estas regiones, sino para ofrecerle un puerto que las comunique a través del Atlántico con el mundo. Recomiendo a vuestra consideración este asunto capital, como el de la mensura, división y enajenación de los territorios nacionales, que entraña para nosotros la resolución de tantos problemas políticos y sociales, y que afecta el bienestar de millares de hombres.
Señores Senadores, Señores Diputados: implorando para nuestro pueblo los auxilios de la Providencia Divina, y bajo los auspicios de la paz restablecida, de la Constitución triunfante, del patriotismo que aconseja la tolerancia después de haber alcanzado estos grandes bienes, declaro solemnemente abierto el presente período de vuestras sesiones.
Buenos Aires, Mayo 5 de 1875.
NICOLÁS AVELLANEDA
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