MENSAJE
DEL
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ARGENTINA
Bartolomé Mitre
AL ABRIR LAS SESIONES DEL CONGRESO NACIONAL
EN 1° DE MAYO DE 1868
En la Ciudad de Buenos Aires
CONCIUDADANOS DEL SENADO Y CAMARA DE DIPUTADOS:
Al cumplir por la última vez con el deber que la Constitución me impone, dándoos cuenta del estado político y administrativo del país, me es agradable anunciaros que la República goza de paz interior, después de los disturbios que la han agitado; que mantiene y cultiva las más cordiales relaciones de amistad con todas las naciones del mundo a excepción de la República del Paraguay y con cuyo Gobierno nos hallamos todavía en guerra; que el progreso moral y material de los pueblos ha ido siempre adelante a pesar de las dificultades de la época, prosperando la renta, aumentándose los ferrocarriles, mejorándose la educación y acrecentando la inmigración; que las resistencias que el Gobierno Nacional ha encontrado en su camino, han sido dominadas por la fuerza de la razón cuando ha sido posible, o por las fuerzas de las armas puestas al servicio del derecho cuando ha sido absolutamente indispensable; que el respeto a la libertad y el cumplimiento de la justicia ha sido la regla constante en el ejercicio de la autoridad nacional, sin desviarse en ningún caso de este camino, dominando con imparcialidad serena y con sujeción a los preceptos constitucionales las difíciles circunstancias que ha atravesado; que sacrificios a que nos obliga la guerra exterior, los males producidos por las perturbaciones internas y los dolores causados por el flagelo que ha recorrido nuestro territorio, han sido hechos y sobrellevados con virilidad, desplegando el ejército grandes virtudes cívicas y militares, dando pueblos y gobierno al bello ejemplo de la caridad cristiana y por último, que la unidad nacional que ahora seis años coloqué bajo los auspicios de vuestras deliberaciones, cuando por la primera vez nos presentamos ante el mundo en cuerpo de nación, regidos por una sola ley, en paz y libertad, un hecho inconmovible que, radicado en las conciencias, tiene la fuerza de un principio, y que solo necesita la acción del tiempo y los esfuerzos del patriotismo para perfeccionarse, cumpliéndose así el testamento de nuestros padres, que al legarnos una patria independiente nos impusieron la tarea de organizarla y fecundarla para nosotros, para nuestros hijos y para los demás hombres de la tierra que vengan a vivir bajo el amparo de sus leyes hospitalarias.
Paso ahora a informaros de los acontecimientos que han tenido lugar en la República durante vuestro receso, de los trabajos y del estado de las diversas reparticiones de la administración pública, así como de las necesidades del país y de las ideas del Gobierno sobre el particular, incluyendo en aquella reseña la época de mi permanencia en campaña en que se hallaba en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional el Vicepresidente de la República.
INTERIOR
La infausta muerte del Vicepresidente de la República, Dr. D. Marcos Paz, que se hallaba en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional, y la acefalía en que quedó la República a consecuencia de este doloroso acontecimiento, me obligaron a abandonar mi puesto de honor al frente de tos ejércitos aliados y a reasumir de nuevo el mando supremo. El pueblo y el gobierno argentino han tributado a la memoria de tan digno y virtuoso magistrado los honores que le eran debidos, y espero que el Congreso, que por tantos años ha presidido, se asociará igualmente a este sentimiento del modo que lo hallare por conveniente.
Las modificaciones parciales que ha experimentado el personal del Gobierno Nacional en dos diversas ocasiones, no han tenido por origen ningún cambio en las reglas que han presidido a la política de mi administración, así en lo interior como en lo exterior, según lo declaró oficialmente el Vicepresidente de la República en su oportunidad, y como lo manifiesta el hallarse compuesto aun por la mayoría de los Ministros que desde el principio de mi gobierno me acompañan con sus consejos, perseverando siempre en los mismos propósitos y con las mismas ideas. Me habría sido muy agradable terminar mi periodo constitucional acompañado por los mismos consejeros que han compartido conmigo por tantos años la responsabilidad y el trabajo en la época laboriosa que nos ha tocado, dando así un buen ejemplo de estabilidad en el gobierno, de fijeza en su propósito y de seriedad en el manejo de los negocios públicos, ejemplos de que tanto necesitamos; pero el haber evitado las crisis ministeriales y no haber ocurrido en los consejos del gobierno ninguna disidencia fundamental, producirá este mismo resultado, que es el que la Constitución ha tenido en vista al encomendar al Presidente de la República la verdadera dirección de los negocios y el darle los medios eficientes para encaminarlos, resolverlos y dirimirlos por si con arreglo a la ley.
Destruidas las fuerzas reunidas por la sedición en las provincias de Cuyo y posteriormente en la de la Rioja, según os informé oportunamente, el triunfo de las armas al servicio de la Nación afianzó las instituciones amenazadas y restableció el orden interno en las provincias conmovidas, siendo repuestos los gobernadores y sometidos a la acción de la justicia nacional los autores o cómplices de aquel atentado. Los últimos restos de la rebelión, que pretendieron reaccio¬nar en las provincias de Catamarca y Salta, fueron igualmente vencidos, quedando así pacificada la República en toda la extensión de su territorio.
La intervención en la provincia de Catamarca, verificada en virtud de la ley de Octubre de 1866, se inició en Enero del corriente año; pero acontecimientos que os son conocidos decidieron al Poder Ejecutivo a postergar hasta la oportunidad mejor la prosecución de la misión confiada al Comisionado Nacional con aquel objeto. Ella fue conferida más tarde al General D. Antonio Taboada, que a fines de Enero de este año y en cumplimiento de la ley citada y con arreglo a sus instrucciones, reinstaló la Legislatura local cuyo mandato no había terminado aún. Nombrado por ella el ciudadano D. Ramón Recalde Gobernador provisorio para que procediese a la organización de los poderes constitucionales, fue reconocido en ese carácter por el comisionado. Pero habiendo en este intervalo caducado la Legislatura reinstalada sin que el Gobernador interino hubiese dictado las medidas necesarias para la reorganización oportuna de los poderes, objeto principal de la ley de Octubre de 1866, y en circunstancias en que se lo excitaba a llenar este deber para dar por terminada la intervención, hizo el señor Recalde renuncia de su cargo ante el Comisionado Nacional, nombrando éste en consecuencia un Gobernador interino con arreglo a la misma ley del Congreso y en virtud de la completa acefalía de poderes públicos, al solo objeto de reorganizar esos poderes. La intervención de Catamarca está, pues, terminada, y sólo falta que se produzca este resultado para que se obtengan los bienes que de ella os propusisteis al autorizarla.
Habiendo caducado completamente los poderes constitucionales de la provincia de la Rioja, y hallándose militarmente ocupada a consecuencia de los movimientos sediciosos ocurridos en las provincias de Cuyo que se extendieron hasta la Rioja, fue nombrado Gobernador interino D. Cesáreo Dávila, por una reunión de vecinos de la ciudad, sin carácter legal. Este nombramiento fue confirmado por el Comisionado Nacional General Taboada, facultado también para intervenir en esa provincia, declarándose por él, según se le previno por el Gobierno Nacional que lo hiciese, que ese nombramiento se derivaba del poder interventor con arreglo a la ley del Congreso para intervenir en Catamarca, y bajo la condición de que el ciudadano nombrado procedería a la organización de los poderes ordinarios. En 10 de Noviembre de 1867 fue este derrocado por un movimiento sedicioso, alegándose que aplazaba sin término esta organización. El señor Dávila requirió la intervención nacional, que fue acordada por el Poder Ejecutivo, nombrando al efecto al señor José M. de la Fuente. Pero retardándose nuevamente la organización de los poderes Públicos, y suscitándose con este motivo dificultado que dieron por resultado la suspensión de hecho de la intervención, la caída del señor Dávila que había sido repuesto en el mando por la acción de aquélla, y el nombramiento de un nuevo Gobernador, hecho por otra reunión de vecinos sin carácter legal, el Gobierno Nacional, para llevar adelante la intervención resolvió nombrar un Gobernador, con arreglo también en este caso a la ley de intervención en la provincia de Catamarca, pues la acefalía legal estaba producida, y en todo caso el poder interventor podía determinar con sujeción a dicha ley, la persona que mejor pudiese realizar la organización de los poderes públicos de la localidad, que era el primordial objeto de la intervención, y su postergación lo único que la había dificultado y prolongado. Al efecto, prescindió tanto del sector Dávila como del Gobernador de hecho que le había sucedido, y nombró un tercero, fijándole término para realizar aquella organización, autorizando para el efecto a su Comisionado, quien eligió para llenar aquel puesto a D. Vicente Gómez. En ausencia del Comisionado Nacional, y cuando ya se hallaban próximos a organizarse los poderes de la provincia, ocurrió en la capital de ella otro movimiento que dio por resultado la reposición de señor Dávila. El Gobierno Nacional no ha podido reconocerle en el carácter de que violentamente se ha investido y ha dictado medidas en consecuencia: y aun cuando no hace cuestión sobre quien deba ser la persona que haya de presidir a la organización local, tiene que salvar los respetos que se deben a la suprema autoridad de la República y terminar con tranquila firmeza, con arreglo a la Constitución y a vuestras leyes, la misión que este encomendada a la intervención nacional en aquella provincia.
A virtud de requisición del Gobernador de la provincia de Santa Fe, y en consecuencia del movimiento sedicioso ocurrido en ella en el mes de Diciembre, acordose la intervención, siendo nombrado Comisionado Nacional, el Fiscal General Dr. D. Francisco Pico. Repuesta la autoridad legal por la acción de las armas nacionales, y deseando el Gobierno evitar un conflicto sangriento y los males que el uso violento de la fuerza son consiguiente, comisionó al Ministro interino del Interior, Dr. D. Eduardo Costa, para que vigorizando la intervención, procurase arribar a un resultado pacífico ahorrando sangre argentina; pero salvando en todo caso el principio de autoridad sin transigir con el desorden. Las fuerzas de la revolución de Santa Fe se desarmaron ante la intimación del representante del Gobierno General, y garantidas en su seguridad personal las personas que habían tomado parte en ella, se sometieron pacíficamente, sin que hubiese que lamentar una sola desgracia, ejemplo nuevo y moralizador en nuestras perturbaciones internas. No habiendo podido presidir a la organizacibn definitiva de los poderes públicos con arreglo a la Constitución local, el Gobernador repuesto por la intervención, por concluir casi inmediatamente su periodo, la acción de la intervención nacional tuvo que proseguirse, no sólo por esta causa, sino porque su apoyo era indispensable para que la autoridad provincial pudiese marchar. Nombrado en consecuencia un Gobernador interino, y reconocido sobre la base de que procedería según las prescripciones de la ley a la organización definitiva de aquellos poderes, surgieron entre él y el Comisionado Nacional loa mismas dificultades y cuestiones que, en Catamarca y La Rioja, con motivo del retardo y de la postergación indefinida para llenar aquel deber, que es el primordial de toda intervención y el único que compete a los gobiernos provisorios con arreglo a ley de la democracia. La intervención nacional en Santa Fe, lo mismo que en Catamarca y La Rioja, sostuvo el derecho del pueblo para concurrir periódicamente a los comicios públicos en las épocas marcadas por la ley para la renovación de sus gobernantes; desconoció, como era su deber, en los gobiernos interinos nombrados exclusivamente para presidir a la transición dentro de términos precisos, la facultad de prolongarse indefinidamente, violando la primera condición del sistema republicano representativo; y abundando en moderación, procuró arribar a un resultado en tal sentido, para poner término a la intervención, que entre otros males, producía el grave de ocupar un cuerpo de ejército que era reclamado en el teatro de la guerra por las exigencias de ella y el honor nacional comprometido. No habiendo podido conseguirlo, y aun cuando pudo considerarse autorizado a prescindir del Gobernador interino para llenar los fines de la intervención con arreglo a los artículos 5° y 6° de la Constitución Nacional, prefirió dar por terminada la intervención retirando al Gobierno interino la garantía de que habla el articulo 5°, no considerándolo incluido por hallarse fuera de las condiciones del sistema republicano representativo, y así lo hizo, dando con ello una muestra de respeto a la soberanía local y al decoro de la provincia de Santa Fe, esperando que la acción pacífica de su propia opinión y el juego de sus instituciones locales restablecerían al fin el equilibrio. Así sucedió. No contando el Gobierno Interino con el apoyo eficaz de sus gobernados, hizo abandono de hecho de su autoridad al mismo tiempo que la intervención se retiraba, y la provincia de Santa Fe constituyó sus poderes públicos con arreglo a sus leyes, procediendo pacíficamente desde luego a las elecciones retardadas. El Gobernador nombrado en consecuencia ha sido reconocido por el Gobierno de la Nación, llenándose así en gran parte los objetos que se tuvieron en vista al decretar la intervención.
Estas dificultades con que tropiezan las intervenciones en su camino, las cuestiones a que ellas dan origen entre el poder interventor llamado a obrar y dirimir, y el poder provisorio llamado a complementarla, así como otros incidentes de que os impondréis oportunamente en la memoria respectiva, están demostrando la necesidad de dictar la ley reglamentaria del artículo 6° de la Constitución, que trata de la materia en términos generales sin proveer a todos los casos y necesidades que la práctica he señalado. En los documentos relativos a la intervención de Santa Fe encontrareis algunos que podrán servir para ilustrar vuestro juicio, cuando lleguéis a ocuparos de la discusión de tan importante ley.
En la provincia de Córdoba tuvo lugar una revolución contra el Gobernador, que lo era entonces el Dr. D. Mateo Luque. Requerido por éste el Gobierno Nacional acordó la intervención, movilizándose al efecto las fuerzas necesarias y obteniéndose el restablecimiento del orden muy luego, siendo repuesto el Gobernador en el ejercido de sus funciones.
En la provincia de Tucumán prodújose también un movimiento revolucionario para deponer al Gobernador Dr. D. José Posse, quien en seguida hizo renuncia del cargo ante la Legislatura, no queriendo apelar a la intervención por no contar con el apoyo de sus gobernados según él mismo lo declaró, quedando regularmente constituidos sus poderes por el juego interno de sus propias instituciones.
Como en esta caso el movimiento fue puramente local, sin tendencia alguna reaccionaria, y como no se produjo guerra civil que pudiese poner en peligro la tranquilidad general, el Gobierno Nacional se abstuvo de tomar ingerencia en estos acontecimientos reconociendo al Gobierno que se organizó con arreglo a sus propias leyes. No habría procedido así si la guerra civil se hubiese encendido amenazando la tranquilidad de los vecinos, pues entonces, sin necesidad de requisición y por derecho propio, habría tomado las medidas convenientes a fin de hacer cesar la perturbación y garantir el orden público, cumpliendo en esto uno de los deberes generales que le están encomendados.
Terminando el día 8 de Octubre del año anterior los efectos de la ley de residencia de las autoridades nacionales de la ciudad de Buenos Aires, fue devuelta a esta provincia en esa fecha la jurisdicción que aquéllas ejercían en virtud de la citada ley.
Aproximándose el tiempo en que el pueblo de la República debe hacer la elección de Presidente y Vicepresidente de la Nación, fue expedido en oportunidad el decreto de convocatoria con arreglo a la Constitución Nacional y a la ley de la materia.
Algunas de las provincias de la República, experimentaron últimamente los dolorosos efectos de una epidemia, haciendo la caridad pública con este motivo recomendables esfuerzos en bien de las pobla¬ciones atacadas. El Gobierno Nacional concurrió a su vez y en cuanto le fue posible en auxilio de aquéllas.
La difícil situación financiera del país a causa de la guerra que sostiene, no ha permitido al Gobierno dar impulso a las obras de vialidad que tenia en vista y sobre muchas de las cuales había ya estudios preparados; sin embargo, algo se ha hecho en tal sentido.
La obra importante del Ferrocarril Central le ha merecido siempre una atención preferente; pero dificultades procedentes de trastornos en el interior y de la última epidemia, han obstado a la entrega de los terrenos concedidos a la empresa en la provincia de Córdoba. El Gobierno Nacional toma en estos momentos medidas para facilitar esa entrega, que espera se verificará pronto, habiendo la mejor disposición por parte del Gobierno de aquella provincia en el misma sentido.
La sección de la vía férrea entre San Gerónimo y Villa Nueva, fue abierta al tráfico público el 1° de Septiembre último, y ya se sienten los beneficios que esta vía, aunque incompleta, produce, tanto para el comercio y movimiento de personas, como facilitando a la acción del Gobierno Nacional medios eficaces, como ya ha sucedido.
En vista de la reconocida necesidad de acercar las provincias de Cuyo a los mercados del litoral en el más breve tiempo posible, asegurando a la vez la comunicación en la extensa línea del Sur, el Gobierno Nacional decretó el estudio completo de un ferrocarril entre un punto conveniente del Central Argentino y la importante Villa de Río Cuarto, y un prolijo reconocimiento del terreno destinado a la prolongación del mismo hasta la ciudad de Mendoza. Ese estudio había empezado ya a practicarse cuando le epidemia obligó a suspenderlo. Se ordenará muy pronto su continuación.
A expensas de los empresarios del Central Argentino se ha practicado un reconocimiento científico para la prolongación de esta gran vía desde Córdoba hasta Jujuy, consignándose el resultado de este trabajo en un extenso informe que el Gobierno Nacional ha hecho publicar. Esta obra demuestra la practicabilidad de la vía en toda esa extensión, ligando por este medio el comercio del Norte de la República y el del Sur de Bolivia con el Atlántico.
Se ha completado últimamente, por un ingeniero emulsionado por el Gobierno Nacional al efecto, el estudio de camino entre la ciudad de Córdoba y los Papagayos, en donde se encuentra poca distancia de la de San Juan y de los importantes minerales de la Huerta con el de la misma clase que está abierto entre esta última ciudad y la de La Rioja, Actualmente se trata de ejecutar los trabajos de esta obras, que ofrecerá una notable reducción en la extensión de camino actual y mayores seguridades para las personas y la correspondencia.
El puente mandado construir por el Gobierno Nacional cerca de Fraile Muerto sobre el Río III, frente a la estación del ferrocarril, está ya para terminarse.
El del Río Pasaje, contratado hace algún tiempo, ha sufrido retardo en su ejecución por contratiempos inevitables. El Gobierno, empeñado en que esta obra se termine por las necesidades a que ella debe atender, ha mandado un ingeniero a aquel destino con instrucciones que darán ese resultado.
La República ha figurado dignamente en la Exposición Universal de 1867, habiendo obtenido sus productos diversos premios, y siendo de notar que el numero de éstos ha sido mayor que el que han alcanzado cada una de las demás repúblicas sudamericanas en particular, representando los premios argentinos como una tercera parte del total general de los distribuidos entre ellas.
Un hecho digno de llamar la atención del país es la proporción siempre creciente de la inmigración, habiendo llegado en el primer trimestre de este año a 9.500 personas, pudiendo esperarse que a fin de él se alcance a la cifra de 40.000 inmigrantes. El Gobierno considera siempre conveniente el hacer conocer las ventajas que nuestro país ofrece a la población industriosa, y mantiene agentes especiales en Europa con ese objeto, contándose además con los trabajos de los agentes diplomáticos y consulares con los mismos fines.
También contrae su atención el Gobierno al fomento de la colonización. Las diversas colonias existentes siguen progresando y consta al Gobierno que algunas empresas particulares promueven la fundación de otras nuevas, No conviniendo que se malogren los ensayos que se hacen para la colonización del Chubut, el Gobierno ha subvencionado a ese establecimiento desde su fundación, proveyéndolo últimamente de semillas, ganados y armas, y señalando como término a este estímulo el año actual, época en que se considera podrá la colonia encontrarse en condiciones de vida propia. Se ha anunciado al Gobierno la venida de nuevos colonos para el mismo destino.
En virtud de una Ley del Congreso el Gobierno celebró un contrato para el establecimiento de una línea telegráfica desde la ciudad de Buenos Aires hasta los Andes; pero ese arreglo quedó sin efecto por el fallecimiento de uno de los interesados en él.
El Gobierno, de acuerdo con el de la provincia de Buenos Aires en la parte que a esta corresponde, ha resuelto concurrir al establecimiento de una línea telegráfica que ligue a esta capital con la ciudad del Rosario, lo que no tardará en realizarse.
RELACIONES EXTERIORES
La República cultiva las relaciones más cordiales con las naciones amigas, y a pesar del estado de guerra en que se encuentra con el gobierno del Paraguay, ninguna cuestión ni conflicto ha tenido con las neutrales, pues los aliados procuran respetar sus derechos y acordar todas las deferencias compatibles con los suyos y que no perjudiquen a su acción de legítimo beligerante.
Los deplorables acontecimientos que tuvieron lugar en la República Oriental del Uruguay y que produjeron la muerte del Brigadier General D. Venancio Flores en los momentos en que más títulos adquiría a la consideración de su país, obligaron al Gobierno por las tendencias que revelaban y por la atrocidad del crimen, a acudir en apoyo de un gobierno aliado y amigo, y de acuerdo con el representante del gobierno de S. M. el Emperador del Brasil, igualmente interesado en estos negocios. Felizmente, los mates que se esperaban fueron evitados, y aquella república al fin se encuentra regida por sus poderes constitucionales.
Se han sometido a la acción de la justicia nacional las reclamaciones del gobierno oriental, por la invasión a aquella república de grupos armados salidos de la provincia de Entre Ríos, y se han dado las órdenes más precisas al Gobierno de esta provincia para evitar actos de esa naturaleza y perseguir a sus autores, haciendo respetar las leyes de la República y los deberes que tenemos para con una nación amiga y aliada.
Nuestras relaciones con el gobierno de S. M. el Emperador del Brasil son cada vez más sinceras y cordiales, estrechándose los vínculos de la alianza por la fiel ejecución de las estipulaciones vigentes y por la deferencia mutua en la manera de evitar todo desacuerdo.
Las reclamaciones que el Gobierno Argentino creyó justo presentar al de Chile a consecuencia de los hechos que tuvieron lugar con motiva de la rebelión en las provincias de Cuyo y del Norte de la república, y las presentadas por el gobierno de Chile por la misma causa, o han sido arregladas, o están en momentos de serlo, porque interesando a uno y otro gobierno conservar sus amistosas y fraternales relaciones, no pueden negarle a las reparaciones y declaraciones que en justicia deben darse.
El Gobierno Argentino por su parte ha llevado estas y otras reclamaciones con la mayor prudencia y moderación, y si bien ha encontrado algunas dificultades en el de Chile, hoy ve con placer que desaparecerán y que no tendrán ambos gobiernos sino motivos de estimación y respeto que han de estrechar a pueblos que necesitan unir sus esfuerzos para alcanzar grandes bienes comunes.
Por razones que veréis en la memoria de Relaciones Exteriores, no se ha iniciado aún la negociación del tratado que debemos celebrar con el gobierno de Chile por haber caducado en parte el que existía, así como el que debe arreglar definitivamente los límites de estas repúblicas. Continuando, desgraciadamente, la guerra entre Chile y sus aliados con España, el Gobierno no perderá oportunidad de ejercer su acción para que se le dé una solución conveniente que haga cesar los males que produce.
Aun no se han arreglado las dificultades pendientes con el gobierno del Perú, aun cuando no tienen ya hoy el mismo carácter, y su arreglo se presenta más fácil que antes. Sin embargo, esas dificultades en nada han alterado las buenas relaciones con el Perú.
Están pendientes algunas reclamaciones al gobierno de Bolivia por hechos que se relacionan con la rebelión en las provincias Norte de la República, que no dudo serán satisfactoriamente atendidas por aquel gobierno, que ha dictado últimamente medida en tal sentido.
Habiendo reiterado el gobierno de los Estados Unidos de América sus ofrecimientos de mediación a los aliados en la guerra con el gobierno de Paraguay, de acuerdo con éstos, los puso el Gobierno en situación de contestar agradeciendo el ofrecimiento sin aceptarlo, no pudiendo hacerlo por su parte por falta de comunicación debidamente autorizada, a causa del sensible fallecimiento de su Ministro residente acreditado ante este Gobierno.
Nuestras relaciones con los demás Estados americanos se mantienen en el mejor estado de amistad. Han sido muy sinceras y cordiales con las naciones europeas las relaciones que con ellas sostenemos y que se hacen cada vez más importantes por el incremento notable de nuestro comercio con aquellas naciones y de la inmigración que en gran escala afluye a la República.
No ha ocurrido cuestión ni dificultad alguna que no haya sido arreglada de la manera más satisfactoria.
Se están negociando tratados de extradición con las Legaciones de Francia e Italia, que eran urgentemente requeridos.
Se ha liquidado la deuda a favor de súbditos españoles por reclamos procedentes de perjuicios sufridos durante la guerra civil, y os será inmediatamente presentada. Continúa el examen de los reclamos regidos por el tratado, sobre los cuales han surgido algunas dudas que debe el Congreso resolver, como otras que le serán presentadas.
Nuestras legaciones y consulados en el exterior han prestado importantes servicios.
El Gobierno no tiene sino motivos de reconocimiento a las legaciones extranjeras, por la prudencia y altas consideraciones con que siempre han ventilado los negocios que han sido llamadas a tratar en el desempeño de sus atribuciones. La República, pues, se encuentra en la más feliz situación en sus relaciones con las demás naciones, no teniendo que lamentar sino la interrupción en que continuamos de nuestras relaciones con la república hermana del Paraguay, por no haber concluido aún la guerra a que la Nación fue arrastrada por el gobierno de aquella república.
HACIENDA
La Nación ha tenido loe organizar o reorganizarlo todo, desde la unión nacional hasta los recursos necesarios para mantenerla; ha pasado por una de las más serias pruebas en los últimos años transcurridos. Obligada a hacer frente con sus recursos ordinarios y con un crédito naciente a circunstancias anormales, soportando los mayores gastos que en ningún tiempo haya pesado sobre su erario, y de hacerlo, fecundando las fuentes de la riqueza pública, ha podido resolver prácticamente este difícil problema, aumentando la renta, disminuyendo parte el impuesto y acrecentando la riqueza general, atendiendo a lo extraordinario con lo ordinario y el uso limitado del crédito, cubriendo religiosamente sus obligaciones a plazo, pagando sus servicios con la regularidad posible, sin dejar de prestar su atención, en cuanto se lo permitían tan premiosas atenciones, al progreso moral de la sociedad y a los grandes trabajos de utilidad general.
No obstante todo esto, a pesar de las graves dificultades financieras con la presente lucha, el prospecto económico de la República es relativamente el mejor que puede ofrecer pueblo alguno de la tierra. Su renta se ha aumentado y aumenta gradualmente en la proporción de un veinte a un veinticinco por ciento cada año, de manera que en cada período presidencial debe doblarse. Su deuda se extingue en una proporción que, aunque menor, representa por el crédito un capital doble del que se amortiza. Las obligaciones exigibles que queden pendientes después le la guerra se pagarán con los excedentes del primer año de paz después de cubrir su gastos cumplidamente, incluyendo entre esas obligaciones los sueldos atrasados del ejército, que podrán abonarse en un solo día. Terminada la guerra en que estamos empeñados, después de haber satisfecho el honor de la Nación, asegurada su paz con los vecinos y reivindicado sus fronteras propias y naturales, el país se encontrará, pues, más rico y más fuerte que al empezarla, la renta más próspera no obstante loa grandes gastos hechos, el erario sin nuevas obligaciones gravosas, su deuda anterior considerablemente reducida, el impuesto disminuido y con sobrantes que podrá aplicar al progreso de la comunidad, y con su crédito más sólido que al principio.
Las cifras demuestran con mayor elocuencia la verdad matemática de este prospecto.
Las rentas recaudadas en el año 1867 han ascendido a la crecida suma de doce millones cuarenta mil doscientos ochenta y siete pesos, doce centésimos fuertes ($f 12.040.287,12 cs.), dando un aumento sobre la de 1866 de dos millones cuatrocientos setenta y un mil setecientos treinta y dos pesos cincuenta y cinco centésimos fuertes ($f 2.471.732,55 cs), o sea el veintiséis por ciento (26 %) de aumento proporcional.
El rápido y gradual incremento que se nota en la reata de año a año, desde 1863, es debido, en primer lugar, al progreso creciente del país, y en gran parte a las instituciones liberales de la República, así en lo político como en lo civil y económico, que facilitando el trabajo y garantiendo la propiedad y los derechos del hombre, desarrollan progresivamente el comercio, estimulan la producción y aumentan el consumo de nuestras poblaciones, de manera que la prosperidad de la renta es el resultado de la prosperidad de la riqueza general.
El producido de la renta se habría elevado más aún, si no hubiéramos tenido la desgracia de que el cólera afligiera en los mejores meses del año a la provincia de Buenas Aires y a las del litoral, y si las repetidas revueltas del interior no hubiesen paralizado notablemente su comercio.
La renta del crédito público de la Nación se paga con puntualidad en las épocas designadas por la ley, habiéndose amortizado un millón seiscientos setenta y ocho mil doscientos pesos fuertes ($f 1.678.200), quedando en circulación de trece millones trescientos sesenta y cuatro mil ochocientos pesos fuertes ($f. 13.364.800). Con la misma exactitud son atendidos los fondos públicos de la provincia de Buenos Aires y el empréstito inglés de 1824, cuyos servicios están a cargo de la Nación como obligaciones de crédito público, habiéndose amortizado de esta deuda la cantidad de trescientos veinticinco mil setecientos veintinueve pesos, noventa céntimos ($f 325.729,90). Por lo tanto, la deuda pública ha disminuido en este año en dos millones novecientos veintinueve pesos, 90 centésimos fuertes ($f 2.000.929,90), sin incluir en esta amortización lo relativo al último empréstito de Londres y a los empréstitos subsidiarios con el Banco de la Provincia, de que paso a ocuparos.
Del empréstito para el cual el Poder Ejecutivo fue autorizado a fin de atender a los gastos extraordinarios de la guerra del Paraguay, solo se han colocado en el mercado de Londres quinientas mil libras esterlinas (500.000 £) de la primera emisión, y trece mil trescientas (13.300 £) de la segunda, hecha por igual suma. Por cuenta de esta última emisión la casa bancaria de Baring Brothers hizo en 1866 un adelanto de doscientas mil libras (200.000 £). El servicio de esta deuda se hace con toda regularidad
El empréstito de cuatro millones ($f 4.000.000) hecho por contrato de 4 de Noviembre de 1866 con arreglo la ley con el Banco de la Provincia de Buenas Aires, se ha amortizado en casi tres cuartas partes. El saldo contra la Nación en 31 de Marzo último era de un millón ciento veintitrés mil setecientos noventa y ocho pesos fuertes y cinco centésimos ($f 1.123.798,25 cs). El empréstito de dos millones realizado con el mismo contrato de 4 de Octubre del año pasado, reunido a un (1.000.000) prestado en 1865, se está amortizando con el seis por ciento (6%) de la renta ordinaria, y el saldo de esta cuenta al 31 de Marzo último era de dos millones setecientos noventa y dos mil, quinientos ochenta y nueve pesos fuertes noventa y nueve centésimos ($f 2.792.589,99 cs.). En Agosto del presente año quedará amortizado el empréstito de cuatro millones ($f 4.000.000) y en Agosto del año siguiente quedará totalmente extinguida toda la deuda.
Los gastos decretados con arreglo al presupuesto general hasta el 31 de Diciembre último ascienden a la suma de cinco millones ciento sesenta y tres mil doscientos sesenta y nueve pesos fuertes quince centésimos ($f 5.163.269,15 cs.) La suma votada en el presupuesto de siete millones novecientos diez mil cuatrocientos diecisiete pesos fuertes veintitrés centésimos ($f 7.910.417,23 cs.), de modo que quedó por librarse, la cantidad de dos millones setecientos cuarenta y siete mil, ciento cuarenta y ocho pesos fuertes ocho centésimos ($f 2.747.148,08 cs.), como en efecto se ha hecho hasta el 31 de Marzo en que quedó cerrado el ejercicio, sin haberse agotado dicha cantidad.
Por leyes especiales se ha librado la suma de seiscientos veinticinco mil, doscientos dos pesos fuertes, treinta y seis centésimos ($f 625.202,36 cs.), incluyendo los trescientos veinticinco mil setecientos veinti¬nueve pesos fuertes noventa centésimos ($f. 325.729,90 cs.) para servicio de los fondos públicos y deuda exterior de la provincia de de Buenos Aires, reconocidas por la Nación.
Los gastos de la guerra del Paraguay decretados hasta el 31 de Diciembre ascendieron a seis millones cuatrocientos noventa y dos mil doscientos treinta y seis pesos fuertes, cuarenta y tres centésimos ($f 6.492.236,43 cs.), de manera que sin las erogaciones extraordinarias que ella ha demandado, el excedente de la renta sobre gastos, después de cubrir su presupuesto, habría sido de más de cuatro millones y medio (4.500.000), sin incluir lo gastado en la guerra del interior, lo que comprueba lo dicho ya, que con el sobrante del primer año de paz se pagaran todas las obligaciones exigibles que la guerra dejo pendientes.
La guerra interior, que tuvo su origen en la rebelión de las provincias de Cuyo, ha ocasionado en el año un gasto extraordinario de un millón quinientos setenta y cinco mil, quinientos cuarenta y cuatro pesos ($f 1.575.544), recursos que por una necesidad imperiosa han sido distraídos de las atenciones de la guerra exterior y del servicio de otros ramos importantes de la administración.
Resumiendo, resulta que los gastos del año librados por los distintos departamentos por cuenta del ejercicio de 1867 y leyes especiales han ascendido a trece millones, novecientos veinte mil, ciento sesenta y cuatro pesos fuertes, veintidós centésimos ($f 13.920.164,22 cent.).
Con arreglo a la ley de 12 de Septiembre del 67, se han comprado quince mil acciones (15.000) de la Compañía del Ferrocarril Central, sobre la base de que las trescientas mil libras (300.000) que importan dichas acciones, sean entregadas ciento cincuenta mil libras (150.000), recibiendo la compañía de en Londres fondos públicos nacionales del seis por ciento creados por Ley del 27 de Mayo de 1868, al precio mínimo de setenta y cinco por ciento (75 %), y las ciento cincuenta mil restantes (150.000) abonadas por Tesorería en mensualidades de diez mil libras (10.000 lbs.), a contar desde el día en que se apruebe el contrato por el Directorio en Londres. De estas mensualidades se han abonado ya dos, no habiéndose efectuado la entrega de los fondos públicos por no haberse completado el empréstito,
En la rendición de cuentas que se os hará inmediatamente, se demostrará el modo como el Gobierno ha atendido al pago de estos libramientos y de la deuda exigible que quedó pendiente por ejercicio anterior.
El Gobierno, rodeado de tan premiosas atenciones, y en la imperiosa necesidad de intervenir en las conmociones del interior que pudieran alterar la tranquilidad de la República, no ha podido invertir las sumas que habría deseado en mejoras que, facilitando el desarrollo de la industria y del comercio, favorezcan el acrecentamiento de la renta; ni ha podido contraer la atención necesaria al delicado estudio que demanda el sistema financiero y económico de la República; pero no ha descuidado la recaudación del impuesto, dictando las disposiciones que ha creído convenientes para su fiel percepción y haciendo las mejoras que le han sido posibles. El Ministro del ramo os dará cuenta detallada de esas disposiciones y de esas mejoras.
El mismo Ministro, al rendiros la cuenta detallada de los gastos hechos, os dará también explicaciones de las medidas adoptadas por el Gobierno para la rigurosa fiscalización de la inversión de los fondos del tesoro nacional, y os presentará el estado de la deuda nacional.
JUSTICIA CULTO E INSTRUCCION PÚBLICA
La acción de la justicia nacional se robustece y se ensancha cada día, tanto por las ventajas que ofrece la rápida tramitación de sus procedimientos, cuanto por la garantía que a todos presta la ilustración y respetabilidad de los magistrados que la desempeñan. Su misión ha sido importante en este último período, por el concurso que ha prestado a la tranquilidad pública, juzgando y castigando con el fallo imparcial y severo de la ley a los malos ciudadanos que, rebelándose contra las autoridades constituidas, tan grandes males han causado a la República.
Después de tinco años de un ejercicio no interrumpido y tranquilo, esta sabia institución, nueva entre nosotros, establece sus precedentes, forma la jurisprudencia que nace de sus decisiones y adquiere así cada vez más la importancia que por la ley y por el respetó sus procedimientos le conquista y la constituyen en el poder moderador, sin el cual los conflictos inevitables entre los diversos poderes en que la Constitución que nos rige ha delegado la soberanía del pueblo, no podrían resolverse sin la fuerza y la violencia,
Está ya a punto de terminar la codificación encomendada a la inteligencia y laboriosidad de los distinguidos jurisconsultos Dres. Vélez Sarsfield y Tejedor.
El último tomo el Código Penal está ya impreso y os ser muy luego presentado. Esta muy adelantada la impresión del 3° y penúltimo del Civil, así como la redacción del último. Es, pues, urgente que el Honorable Congreso dicte sin pérdida de tiempo la resolución que estime conducente para que cuanto antes sean estos códigos ley de la Nación.
Aparte de una lamentable desinteligencia que se ha suscitado entre el Gobierno de Mendoza y el Vicario Capitular de la Diócesis de Cuyo y que terminara muy en breve, ha existido entre la autoridad de la Iglesia y la autoridad civil la perfecta armonía y la cordial inteligencia que fuera de desear existiera siempre entre ambas potestades. Con la erección del Arzobispado, la organización consiguiente de los Tribunales Eclesiásticos y la creación de los Seminarios Conciliares, el Gobierno entiende que ha cumplido honrosamente los deberes que la Constitución le impone con respecto a la religión católica, que es la de la gran mayoría de los habitantes de La República.
No obstante la situación apremiante en que se ha encontrado el tesoro de la Nación, el Gobierno ha creído que debía hacer a favor de la instrucción publica una excepción al propósito que se había trazado de no distraer sus recursos en manera alguna del primordial objeto de la defensa del honor nacional a que sin limitación están consagrados. Los Colegios Nacionales han sido atendidos con liberalidad y han mejorado notablemente en sus edificios, en su personal profesional y en sus medios de enseñanza. El de Buenos Aires posee una buena biblioteca, un laboratorio de química y un gabinete de Física que harían honor a los mejores colegios europeos. Los demás colegios han recibido muy importantes colecciones de textos de enseñanza, y pronto tendrán también sus gabinetes de Física y de Química, sin los que el estudio de las ciencias exactas y naturales que tienen hoy toda preferencia en la enseñanza, es estéril sino imposible.
Muy doloroso es que, no tanto la penuria del tesoro público, cuanto las desgraciadas agitaciones por los cuales han pasado casi a todas las provincias del interior, no hayan permitido atender la instrucción primaria como fuera de desearse y es de la más absoluta necesidad, si hemos de aplicar un remedio radical al mal más grave y trascendental de nuestra actualidad. Terminada la lucha en que está empellada la República, será el deber más imperioso de la administración reparar el tiempo que eventualidades imprevistas y fatales nos han obligado a perder en este importantísimo ramo de la administración.
GUERRA Y MARINA
La guerra a que fuimos provocados por el Gobierno del Paraguay toca ya a su término. Nuestro triunfo está definitivamente asegurado, y las justas satisfacciones y reparaciones que no son debidas y que nos vimos en la imperiosa necesidad de buscar con las armas en la mano, nos serán dadas como corresponde al honor y la seguridad de la Nación Argentina comprometidos en la lucha. Tales resultados compensarán ampliamente los sacrificios que nos hemos impuesto para sostenerla, y una vez obtenidos, la República podrá contraer su actividad y su energía a trabajos más fecundos para el progreso y la felicidad común, con la conciencia de no haber provocado una guerra injusta, de haberla hecho con vigor y de haber usado con moderación y equidad de la victoria que ha de coronarla, quedando así en paz consigo misma y con todas las demás naciones del mundo. Sólo habrá de irreparable la generosa sangre vertida al pie de nuestras banderas para asegurar esos beneficios, y de perdurable la inmensa deuda de gratitud que tal sacrificio impone a los presentes y venideros.
Esta guerra que nosotros no hemos buscado, que no hemos deseado y que hemos hecho todo lo que honrosamente fue posible para evitar, era fatalmente inevitable por la naturaleza del poder irresponsable y despótico del Gobierno del Paraguay, que lo constituía en una amenaza perpetua de sus vecinos; por la aglomeración de elementos militares que reconcentraba en su territorio, militarizando su población en masa para turbar nuestra paz, fomentando nuestras divisiones; por las cuestiones económicas sobre la libertad de la navegación de los ríos y del comercio a que había dado origen su política restrictiva y exclusivista; y, finalmente, por la reivindicación de nuestros límites legítimos y naturales que ya nos disputaba con las armas en la mano ante de haber apelado a la vía pacífica de las negociaciones.
Deplorando los males que esa guerra ha causado al país, debemos, pues, felicitarnos de que ella haya ocurrido en las condiciones más ventajosas para nosotros cuando la República estaba unida, cuando la concurrencia de aliados poderosos nos evitaba mayores esfuerzos y sacrificios que los que hubiéramos tenido que hacer y cuando ella ha sido la consecuencia, no de una política inamistosa y agresiva por nuestra parte, sino el resultado de la imprescindible necesidad en que nos vimos de contestar a una agresión alevosa, repeliendo la fuerza, dándonos la razón que no buscábamos, a más de la justicia que ya nos asistía.
Pero si un deber de patriotismo y de prudencia nos aconsejaba hacer todo lo que decorosamente era posible para evitar esa guerra, esperando que el tiempo y las fuerzas crecientes de la República conjurasen los peligros con que nos amenazaba un mal vecino, o nos proporcionase mayores medios para afrontarlos cuando la ruptura fuese inminente, una vez comprometidos en ella, la prudencia y el patriotismo nos aconsejan proseguirla sin descanso hasta llevarla a término glorioso, resolviendo las cuestiones que la produjeron o pueden producirla en adelante, reivindicando nuestras fronteras legitimas y naturales y obteniendo garantías para nuestra paz futura, sin lo cual ni mereceríamos el nombre de Nación, ni cosecharíamos el resultado de los esfuerzos y sacrificios que hemos hecho en nombre del honor y de las intereses nacionales.
Satisfecho el honor nacional y asegurados sus intereses presentes y futuros, exigiendo únicamente que nuestro derecho sea respetada nuestra paz sea no turbada por malos vecinos, habremos hecho la guerra más moral y más justa, a la vez que la más conveniente y fecunda en resultados, de cuantas ha sostenido la República después de la memorable lucha de su independencia, y el beneficio será común a cuatro naciones destinadas a vivir en paz y amistad, fecundando recíprocamente su prosperidad. La política pacifica de la República Argentina en lo exterior, influirá poderosamente en su paz interna y asegurará la de sus vecinos, conquistando un titulo mis para ser respetada por todos; su más grave y su más importante cuestión de límites quedará resuelta, facilitando el arreglo pacifico de las que tiene pendientes con otros limítrofes; la libre navegación de los ríos superiores y la libertad de comercio que ha ido nuestra bandera económica en esta guerra, quedará triunfante para honor y bien de la humanidad; nuestra política exterior en el círculo de acción que nos corresponde, quedará definida y contaremos con alianzas naturales, no para hacer la guerra, sino para conservar y hacer respetar nuestro derecho, y tendremos, por lo tanto, más garantías para el porvenir, mas elementos naturales y materiales en lo presente para impulsar el progreso y labrar nuestra felicidad bajo los auspicios de las instituciones libres, en cuyo honor también hemos combatido, hemos derrama¬do nuestra sangre y hemos gastado nuestros tesoros.
Lo que se ha conseguido y lo que sólo un esfuerzo más basta para conseguir hasta obtener tan grande y fecundo resultado, será la obra de todos los pueblos argentinos, pero principalmente se deberá al ejército, que tan dignamente los ha representado y los representa en la fatiga y el peligro.
EL ejército argentino en operaciones sobre el Paraguay, por su heroica constancia, por su valor y su disciplina se hace cada día más acreedor a la admiración del pueblo y a la consideración del gobierno, soportando con abnegación las penalidades y peligros de una larga campaña, en un clima distinto y un país desconocido, en que es necesario conquistar combatiendo cada paso que se avanza y afianzar su posición con una victoria„ manteniéndose siempre alerta ante un enemigo audaz, protegido por las dificultades de un terreno preparado por la naturaleza y por el arte para una tenaz guerra defensiva.
A pesar de los inconvenientes naturales y de los peligros que ha sido necesario vencer, se ha ejecutado una de las más difíciles operaciones de la guerra por el ejército aliado, a la vista de un enemigo conocedor del terreno y de las ventajas que abundantemente le ofrece para la guerra defensiva que sostiene: tal es la marcha de flanco que efectuó en el mes de Julio del año pasado y cuyo resultado fue cambiar casi totalmente la línea de operaciones, sin perder la base; y circunvalar después del cuadrilátero dentro del cual se había fortificado el ejército paraguayo. El resultado de esa operación, completada por combates gloriosos, en los cuales la caballería ha establecido una preponderancia merecida sobre la del enemigo, extendiendo la acción del ejército a mucha mayor extensión de la que ocupaba, ha sido, en primer lugar, encerrar al enemigo dentro del cuadrilátero, convencerlo después de severos escarmientos que la base de operaciones así como la nueva línea eran para él inconmovibles, obligándolo, por último, a desguarnecer el cuadrilátero, dejando en Humaitá una fuerte guarnición y trasladar las operaciones de la guerra más al interior del país sobre la línea del Tebicuary.
A este último resultado ha contribuido el esfuerzo y la pericia de la escuadra brasileña, que despreciando los peligros, salvando todo obstáculo y venciendo completamente la opinión que hacia de Humaitá una barrera indestructible por el río Paraguay, ha dominado con una fuerte división el curso superior de ese río, privado al enemigo de esa vía, fuente antes segura de recursos, y comunicándose con la extrema derecha del ejército, ha completado la circunvalación del cuadrilátero y apresurado su evacuación, cuya resistencia en sus líneas se hacia después de eso imposible. Bien pronto un esfuerzo más del ejército aliado hará flamear las banderas de las naciones, que con tanta justicia combaten en esta lucha difícil, sobre esa fortaleza levantada por el Gobierno del Paraguay como una berrera a la libre navegación de ese río y como una constante amenaza contra la paz y los derechos de los Estados limítrofes; y debilitado el enemigo por las pérdidas considerables que ha sufrido en el personal de sus tropas y en su material, así como el efecto moral que deben necesariamente causarle sus descalabros, será atacado y vencido en las nuevas líneas que ha elegido como su última defensa, obteniendo la República la justa satisfacción de su honor ofendido y las seguridades posibles de una paz duradera y honrosa.
Las divisiones del Ejército del Paraguay que fueron distraídas del teatro de la guerra para sofocar la rebelión al interior de la República, volvieron a ocupar su puesto de honor después de haber afianzado las instituciones, dominado la anarquía y restablecido el imperio de la ley en las provincias de Cuyo, donde se han hecho notar para su valor en los combates, su constancia en las fatigas de la campaña, su estricta disciplina y en respeto por las instituciones locales, dando en eso una prueba de su amor al orden y a la Constitución de la República. Parte de la Guardia Nacional de esas provincias y algunos cuerpos de línea han quedado garantiéndolas con su presencia de nuevas tentativas de los rebeldes, tanto más criminales, cuanto que obligan al país y a las fuerzas de que dispone a distraer su atención de la guerra nacional en que se halla empeñado.
El ejército del Norte, organizado a las órdenes del General D. Antonio Taboada, para reprimir el desorden en las provincias de Salta, Jujuy y La Rioja, ha terminado satisfactoriamente su misión, obligando a los rebeldes a evacuar completamente el territorio argentino, después de algunos combates, entre los cuales debe con preferencia mencionarse la valerosa defensa de la ciudad de Salta. Obligados los rebeldes a asilarse en territorio boliviano, han sido desarmados por las autoridades de esa república hermana; pero en previsión de todo evento, fuertes destacamentos guardan los boquetes de la Cordillera por la parte de Chile y de la frontera de Bolivia, a fin de asegurar a esos pueblos la tranquilidad y el orden que tienen derecho a esperar. Libres de la montonera las provincias del Norte, y hasta cierto punto garantidas las nuevas tentativas, se libró la orden de licenciamiento al Ejército del Norte, cuyos servicios han sido de gran importancia, y recomendables, sobre todo, respecto de la división de Salta a las órdenes del General D. Octaviano Navarro, que ocupando la vanguardia de ese ejército, por medio de marchas rápidas y salvando grandes distancias, obligó a los rebeldes a huir de su presencia, desalojando a Salta y Jujuy, en una larga persecución durante la cual no se atrevieron a medir sus armas con las tropas de la Nación.
Todas estas atenciones premiosas que han distraído las diversas guarniciones del servicio especial a que estaban afectas, han impedido al Gobierno antes de ahora garantir convenientemente las fronteras terrestres de las invasiones de los bárbaros que han tenido lugar varias ocasiones, habiendo sido escarmentadas no obstante esto muchas de ellas, si bien en otras no ha sido posible evitar los males que producen. Se han dictado últimamente las medidas correspondientes para reorganizar este servicio y garantir debidamente las poblaciones fronteriza, mientras, desembarazado de las existencias de la guerra, pueda el gobierno contraer todos sus esfuerzos a tan importante objeto; y habría adoptado ya otras, si sus facultades y los recursos de que puede disponer se lo hubiesen permitido. Pronto os será sometido un proyecto de ley par completar y remontar las guarniciones de fronteras empleando en ellas tropas de línea en reemplazo de las guardias nacionales movilizados que al presente las cubren con arreglo a la ley del Congreso, con lo cual este servicio se hará con menos gasto para el erario y más eficacia para la defensa.
El Departamento de la Guerra, recargado hasta ahora con urgentes atenciones, ha sido desempeñado con el celo y actividad convenientes acudiendo con prontitud tanto a las exigencias del servicio ordinario como a las necesidades de la guerra exterior que sostiene la República, y de la interior que la rebelión había provocado, y que hasta hace poco tiempo la había trabajado. En esa tarea ha sido bien secundada por las reparticiones de su dependencia y por comisiones de ciudadanos que gratuitamente prestan al Gobierno y al país servicios de importancia, facilitando la acción administrativa en la organización y provisión de las fuerzas.
La Escuadra Nacional y las distintas reparticiones de marina han prestado buenos servicios en el desempeño de las funciones que tienen a su cargo.
El Ministro respectivo os dará cuenta detallada de todos estos puntos y de los demás que se refieren a este Departamento, en la memoria que os será presentada.
______________
He cumplido, Honorables Senadores y Diputados, con el deber que la Constitución me impone al daros cuenta del estado político y administrativo del país durante vuestro receso, hasta el designado por la Constitución para la apertura de vuestras sesiones. Para cumplir la tarea que aun me resta hasta terminar mi periodo constitucional, cuento con vuestra eficaz cooperación, que no me faltará, teniendo como tengo la misma fe que vosotros en los grandes destinos que esperan a nuestra patria, y propendiendo principalmente a su mayor libertad y a su mayor felicidad, pidiendo al cielo derrame sobre ella sus bendiciones y que el Supremo Legislador del Universo presida vuestras sabias deliberaciones.
Buenos Aires, Mayo 1° de 1868.
BARTOLOME MITRE
No hay comentarios:
Publicar un comentario