septiembre 06, 2010

Mensaje del Presidente de la República Argentina, Fernando de la Rúa, en el acto de toma de posesión ante la Asamblea Legislativa (1999)

MENSAJE
DEL
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ARGENTINA
Fernando de la Rúa
ANTE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA
ACTO DE TOMA DE POSESION
EN 10 DE DICIEMBRE DE 1999
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital nacional

Señor vicepresidente de la Nación, señor presidente de esta Honorable Asamblea, señor presidente de la Honorable Cámara de Diputados, autoridades de ambas Cámaras y de los poderes de la Nación, ilustres presidentes, altezas reales y representantes de la Santa Sede y de los pueblos y gobiernos que nos visitan, señor ex presidente constitucional de la Nación doctor Raúl Alfonsín, señores gobernadores, señor jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, señor nuncio, señores miembros del cuerpo diplomático, señores ministros y funcionarios, autoridades civiles, militares y eclesiásticas, señores senadores y diputados, pueblo de mi Patria: en cumplimiento del mandato constitucional, que en la República es el mandato del pueblo, invocando la ayuda de Dios y con la compañía siempre solidaria de mi familia, asumo hoy ante el Honorable Congreso el cargo de presidente de la Nación Argentina.
Más allá del honor y la emoción del destino personal, es mi responsabilidad interpretar la expresión del pueblo soberano. Estoy convencido de que su pronunciamiento no lo ha determinado sólo una victoria electoral sino que es la expresión de un acto de libertad que simboliza el anhelo de un cambio profundo.
Concluye una etapa, comienza un nuevo ciclo, iniciamos un nuevo camino. En la incesante marcha de la historia ese nuevo camino no es una encrucijada sino una ruta firme hacia una nueva sociedad ética, solidaria y progresista.
No vengo a emprolijar modelos, sino a que entre todos luchemos por un país distinto.
El 24 de octubre los argentinos expresaron una firme vocación de cambio. Ese cambio supone, en primer término, una estricta vigencia de los valores que deben estar necesariamente vinculados al estilo de gestión de los intereses públicos. La transparencia, la honestidad, la austeridad, la lucha permanente contra cualquier forma de corrupción, la convicción profunda de servir a la gente y no a sí mismos o a grupos privilegiados a la sombra del poder será un presupuesto insoslayable de mi gestión. Desde el presidente de la Nación hasta el último agente del Estado, la vigencia de estos principios es el punto de partida para el nuevo camino.
Pero el proyecto sería limitado si se orientase sólo a recuperar las reglas de moralidad que a todos nos vienen de la familia y de la escuela. Quienes se hayan apartado o se aparten de esas normas elementales para todo gobernante o funcionario serán sometidos a los jueces de la Nación. (Aplausos.)
Conozco profundamente a mi país y a nuestra gente. Por eso sé del deseo profundo de los argentinos de ser parte de un país decente, altruista y solidario. Debemos movilizar esa enorme reserva moral para que nos guíe hacia el futuro. Y el primer deber es decirnos la verdad con honradez y con respeto y decirle al pueblo las cosas como son.
Hoy asumo la Presidencia de la Nación sin que se haya aprobado el Presupuesto para el año 2000. El gobierno que hoy concluye su gestión vivió el efecto de años de crecimiento global; reformó el Estado privatizando empresas públicas, tuvo estabilidad monetaria mediante la convertibilidad, y en rigor debió entregar el país con cuentas ordenadas. En cambio, hay un enorme déficit presupuestario alejado de la responsabilidad fiscal votada por este Congreso.
El endeudamiento de las provincias creció ante la indiferencia del poder central que se desentendió de ellas.
La obra social de los jubilados fue derrumbándose a punto de arriesgar sus prestaciones. La ANSeS carece de recursos suficientes; se multiplican los juicios contra el Estado, mientras algunos funcionarios que se van sólo piensan en aumentar la planta permanente de personal (aplausos.), dar aumentos de sueldos a sabiendas de que no hay con qué pagarlos (aplausos) e incurrir en gastos diferidos al próximo presupuesto.
La situación es grave. El déficit presiona sobre la tasa de interés, afecta las obligaciones básicas del Estado y perjudica al conjunto de la economía. Hay que parar el déficit para disminuir el riesgo país y el costo argentino. Cuando hay que cubrir un bache del orden de los 10 mil millones de pesos no se puede decir alegremente que hay cuentas ordenadas. La situación es peor que la anunciada; más grave que la informada por el gobierno saliente, que habla de un orden financiero que en rigor no existe.
Tenemos que bajar el gasto. Las provincias lo comprendieron en el Acta de Compromiso Federal y ayer lo ha ratificado el Senado. La Nación lo va a hacer, pero sabemos que esto no alcanza. Para sanear las cuentas se precisa un esfuerzo adicional, que lo hemos pensado para que no afecte a los que menos tienen sino que se pide a los que pueden más y que será transitorio hasta que la recuperación de la economía y el éxito de la implacable lucha contra la evasión y la corrupción den sus frutos y mejoren los resultados.
Dejar las cosas como están significaría más desempleo, más crisis económica, menos recursos para la educación, la salud y la pobreza. La paradoja es que los responsables del déficit, en vez de sanearlo, cuestionan el llamado a un esfuerzo compartido.
Debo ser sincero ante esta Honorable Asamblea. Este presidente, que recién hoy asume, no quiere más impuestos. Pero hay que bajar el déficit. Quienes lo hicieron critican sin aportar soluciones. Debieron resolverlo para no entregar el país en una crisis de esta dimensión. Se anunció -y fue saludado por todos- una gran colaboración al nuevo gobierno; era el modo de respetar la voluntad popular; pero en los hechos aún no llegó y este presidente asume sin el Presupuesto aprobado.
Vamos a afrontar esta crisis con coraje; vamos a superarla porque así vamos a crecer y vamos a crear las condiciones de vida dignas para todos. Los convoco a hacerlo, a amigos y a adversarios, a quienes desde hoy serán oficialistas y a quienes desde hoy integrarán la oposición.
Debemos actuar con la responsabilidad que nos impone la exigencia de una nueva política, donde se ponga el interés general por encima del interés partidista, el bien del pueblo por encima de la discusión de las facciones y los problemas se resuelvan con un sentido de responsabilidad republicana.
Tenemos que terminar con el círculo vicioso del déficit anual reiterado como sistema, porque cada vez compromete más el futuro y perjudica a los más humildes. Este Congreso lo entendió cuando sancionó la Ley de Responsabilidad Fiscal. Ahora hay que cumplirla. También las provincias, que aún no lo hicieron, deben dictar leyes similares para ordenar sus cuentas y evitar la ficción del déficit que se financia con más endeudamiento, suprimiendo la atención de necesidades básicas de los pueblos y de las provincias.
Quiero reconocer aquí la actitud de los gobernadores y luego del Senado para firmar primero y aprobar después el Compromiso Federal, que permite un avance que abre posibilidades de saneamiento administrativo.
Esto es representativo de esta nueva política que debemos implementar desde ahora, basada en el diálogo, la responsabilidad y la defensa del bien común. Aunque las discusiones fueron ásperas, hay un paso importante que se ha dado. Ahora se precisa la sanción de un presupuesto realista, con números ciertos, junto con las medidas fiscales y, en una segunda instancia, las otras reformas estructurales que propondré al Congreso.
El problema es de todos. No se trata del gobierno entrante o del gobierno saliente, del oficialismo o de la oposición. Es en el país federal donde debemos dar las respuestas, donde tenemos el deber de cooperar, la Nación y las provincias, para salir adelante. Y quiero aquí afirmar solemnemente que este presidente respetará a cada gobernador, cualquiera sea su color político, porque así se respeta al pueblo que lo eligió... (aplausos en las bancas y en las galerías), y trabajará con él para el saneamiento financiero de cada Estado provincial y para el progreso de todos los pueblos del interior de la República.
El mundo ha observado con respeto esta ejemplar transición democrática argentina, a la Argentina que consolida sus instituciones y que elige, luego de recuperada la plena vigencia de la Constitución, a su tercer presidente por el voto popular.
Las expectativas son ampliamente favorables. No debemos perder la oportunidad. Reducir el déficit, actuar con transparencia y con sentido de responsabilidad, es abrir paso al crecimiento y a la inversión, multiplicar el trabajo de la gente, que es urgente frente al drama del desempleo, mejorar la calidad de la educación y de la atención de la salud y afrontar los problemas de la pobreza que nos interpelan cotidianamente.
Quiero pedir a los señores legisladores que todos obremos por el bien común, dando al país los instrumentos que precisa para salir adelante: el compromiso federal, una ley de presupuesto genuina en su contenido y las medidas fiscales de emergencia necesarias y otras reformas estructurales que nos saquen de situaciones que hoy están significando atraso y distorsión.
A los que pueden más les pedimos un esfuerzo mayor. Para los que menos tienen vamos a implementar programas solidarios que son impostergables.
La pobreza y la exclusión se extendieron de modo dramático y, junto con el desempleo de millones de personas, presentan un frente social de marginación que nos obliga a un enorme esfuerzo para revertir drásticamente esta situación que exige que nos dediquemos a ella sin demoras. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
El mayor problema es el desempleo. Nuestra consigna, la de todos, tiene que ser crear trabajo, luchar todos para crear más fuentes de trabajo, más empleo para los argentinos, porque el trabajo es la verdadera dimensión de la justicia social y la forma de lograrlo es haciendo crecer la economía. En un contexto de crecimiento podremos generar nuevos puestos de trabajo. Para esto, lo primero es equilibrar las cuentas públicas porque un presupuesto equilibrado atraerá nuevas inversiones que nos pondrán en marcha y se evitará que el peso del déficit caiga sobre el conjunto de la población, que en definitiva es la que paga las consecuencias.
Nos proponemos crear empleos de calidad, es decir, empleos estables, de productividad creciente, remuneración y condiciones de trabajo dignas, protección legal y seguridad social. Es el empleo que corresponde a una sociedad moderna y equitativa.
Para las familias es tan importante tener trabajo como saber que pueden sentarse a planificar el mañana. Para las empresas el empleo de calidad posibilita una estrategia de competitividad basada en la innovación y en el compromiso. Y para cada trabajador es la dimensión de su propia dignidad como ciudadano.
El programa social hará eficiente la gestión del gasto social. El dinero debe llegar directamente a los que más necesitan. Voy a terminar con la corrupción y las políticas sociales clientelistas. Voy a convocar a la Iglesia y a las organizaciones no gubernamentales para cooperar con el esfuerzo.
El apoyo del Estado debe llegar a las familias más pobres, que muchas veces han perdido la esperanza, a los jóvenes que están en situación de no estudiar ni trabajar, a las mujeres -sobre todo a las jefas de hogar que están solas a cargo de sus hijos-, a los jubilados cuyos ingresos no alcanzan para una vida digna.
Trabajaremos incansablemente en la defensa de los derechos de la niñez y los programas sociales tendrán sentido de integración, no de mero asistencialismo.
El PAMI será intervenido para librarlo del desatino y de la corrupción. (Aplausos en las bancas y en las galerías.) Quiero garantizar el sistema básico de atención social de nuestros mayores. El país tiene una deuda social y una deuda moral. Comencemos desde hoy a repararlas.
No hay inversión más productiva que la inversión social porque mitiga el dolor del presente y garantiza un futuro digno para cada argentino.
El progreso, la verdadera dimensión del progreso, no es sumar más riqueza a los que más tienen o a los que ya tienen mucho, sino asegurar una vida digna a los menos favorecidos, a los más humildes. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
El Estado no puede ser indiferente ni estar ausente. Debe restablecer los equilibrios necesarios según el principio de solidaridad colectiva y de responsabilidad individual. La pobreza también se expresa cuando millones de conciudadanos no acceden a niveles de educación y cobertura de salud satisfactorios ni a una vivienda digna.
Casi un 40 por ciento de la población carece de seguro de salud. El hospital público debe ser de excelencia, debe ser para la gente, no para los indigentes. (Aplausos en las bancas y en las galerías.) El gasto anual en salud no se traduce en la suficiencia y en la calidad de las prestaciones. Hay gastos superpuestos, ineficiencia y desidia, que serán atacados de inmediato.
Debemos extender la medicina preventiva a todos los ciudadanos y vamos a implementar un plan de médicos de cabecera.
Será estricto el control de las obras sociales. El pueblo debe ver la diferencia entre transparencia y corrupción, entre solidaridad e interés personal. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
La construcción de viviendas atenderá a las familias y creará empleos en un programa de amplio alcance para contemplar la necesidad prioritariamente de los sectores de menores recursos. Se jerarquizará el hábitat mediante un reordenamiento territorial que resguarde el espacio urbano de asentamientos, con equipamiento comunitario y condiciones ambientales indispensables para el desarrollo pleno. Es fundamental promover la participación de organizaciones no gubernamentales en el desarrollo de estos programas.
La educación es una prioridad: es el camino para entrar de lleno a la sociedad del conocimiento y asegurar nuestro futuro y nuestro progreso, el futuro y el progreso de las nuevas generaciones. Vamos a devolver a la educación su carácter democratizador e igualador; los chicos tendrán más y mejores escuelas, mayor calidad, más aulas, más tecnología y habrá un mejor salario para los docentes garantizado por el Presupuesto. (Aplausos.) Quiero que todos completen el secundario, al que se debe incorporar la práctica laboral. Vamos a trabajar con las escuelas y con los alumnos que necesiten apoyo. Vamos a elevar la calidad de nuestra educación básica y compararla con el resto del mundo para acceder a los mejores niveles internacionales. Quiero que los chicos argentinos vuelvan a ser primeros en educación; y a los que tienen capacidades especiales vamos a asegurarles también la igualdad de oportunidades, porque la nuestra es una sociedad igualitaria que respeta a todos.
Añado que la investigación es fundamental para un proceso de desarrollo. La inversión existente está dispersada en diversos organismos. Es mi propósito coordinarlos en un ámbito común para optimizar los esfuerzos y los recursos y lograr su aplicación efectiva para el desarrollo y para que las modernas técnicas se incorporen a nuestras prácticas cotidianas.
Debemos asumir la realidad de que asistimos a un Estado endeudado e ineficiente, un Estado ausente y que tenemos el deber de refundar, de reconstruirlo entre todos para que sirva a la gente, para que sea un Estado para la gente, capaz de hacer eficiente la inversión social, eliminando gastos superfluos y reduciendo burocracias parásitas que distorsionan la equitativa distribución de los recursos. Cada peso mal gastado o perdido por la corrupción o la evasión significa un niño sin zapatillas o un chico desnutrido o una escuela sin libros o un hospital sin remedios. (Aplausos.)
Quiero un Estado que, en vez de pesar sobre la gente como una rémora por su ineficiencia y su déficit, acompañe y apoye a quien quiera trabajar y producir; que en vez de ponerle obstáculos lo promueva, que aliente las exportaciones, el desarrollo tecnológico y la información.
Soy consciente de que después de la falta de empleo y de la pobreza uno de los problemas más graves que sufren nuestros compatriotas es la inseguridad. También aquí hay déficit del Estado. Precisamos ser eficaces en la lucha contra el delito y en combatir sus causas. Una activa política criminal debe disminuir efectivamente los índices del delito. Por eso pido al Honorable Congreso la pronta sanción de las leyes que agravan las penas, así como también la ley del arrepentido para poder investigar los casos de terrorismo y llegar a la verdad en las investigaciones todavía pendientes. (Aplausos.)
Es necesario combatir la tenencia ilegal de armas, factor de la virulencia que ha sufrido el delito, y mejorar las condiciones de trabajo de las fuerzas de seguridad.
Vamos a luchar con fuerza contra el narcotráfico y todos los delitos vinculados a él. Y este es un vasto campo de cooperación entre la Nación y las provincias. Convocaré de inmediato al Consejo Nacional de Seguridad, con una agenda concreta para poner en marcha una política de seguridad coordinada en todo el país.
La República Argentina saluda a todos los pueblos de América y exalta en plenitud los valores de la integración latinoamericana. Refirma a la vez la importancia del Mercosur, como proyecto estratégico de crecimiento regional abierto a la incorporación de otros países, que debe ser no para mal de ninguno sino para el bien de todos; y que debe imaginar otros temas que, más allá de lo comercial, nos permitan compartir el desafío de la innovación y del progreso.
La Argentina saluda también a todos los pueblos de la Tierra en una común vocación de paz, convocándolos y comprometiéndose a la lucha por los derechos humanos, la igualdad de las naciones, la defensa del medio ambiente y el combate al terrorismo y al narcotráfico.
En esta aldea global que es hoy el mundo, la Argentina redoblará su vigilia permanente en favor de la paz, de la paz de todos los pueblos y de todas las fronteras, no sólo las de nuestros vecinos y de nuestros hermanos latinoamericanos. Por ello, haremos prédica permanente de que a través del diálogo se resuelven los conflictos, camino que seguiremos estrictamente en la sagrada misión de defender la soberanía de las islas Malvinas. (Aplausos.)
Los valores fundacionales de la República, el respeto a todos los pueblos de la Tierra y la tradicional vocación pacífica del pueblo argentino serán la referencia obligada de nuestra política de defensa nacional. Trabajaremos para consolidar un sistema de defensa regional para enfrentar los desafíos que nos son comunes. Promoveremos la modernización de las fuerzas armadas, su capacitación, redimensionamiento y adecuado equipamiento, acorde con las modernas tecnologías y la disponibilidad de recursos.
Como parte de un mundo integrado hacia la paz, seguiremos respondiendo a los requerimientos de misiones de paz en el marco de las Naciones Unidas.
Honorable Asamblea: vamos a ponernos en marcha. La Argentina productiva marcará el rumbo del crecimiento. El campo, la industria, el comercio, la minería están llamados a movilizarse y el Estado estará junto a quienes quieran producir. Creo en una verdadera alianza entre el Estado y la producción para crear trabajo, generar riqueza y poner en acto la potencialidad de nuestra tierra.
La Argentina será un ámbito seguro para las inversiones y consolidará su competitividad en la plena vigencia de sus instituciones republicanas y en el funcionamiento de la economía social de mercado. El respeto a la ley, a la justicia y a la paz social basada en la igualdad de oportunidades, serán las bases de nuestro desarrollo.
La globalización es una realidad cuyos riesgos debemos prevenir y que, en lo posible, debemos aprovechar con inteligencia. No se trata de aceptar ciegamente las reglas de un comercio internacional que, mientras declama el ingreso y el egreso irrestricto de bienes y servicios, crea barreras paraarancelarias o incorpora subsidios explícitos o disimulados. (Aplausos.)
Tenemos el deber de impulsar fuertemente la exportación de nuestros productos, de proteger nuestras industrias de prácticas monopólicas, de dumping o subsidios y de defender la libertad de comercio para que, como país en desarrollo, no seamos discriminados en el mundo. Y en esto el esfuerzo de todos los países en desarrollo debe ser conjunto para terminar con esa discriminación.
Enfrentamos también el desafío económico regional de integrar el país, balanceando las inversiones en infraestructura para que todos los habitantes de la Patria tengan acceso igualitario a los mismos bienes y servicios, cualquiera sea su lugar de residencia.
Una Argentina integrada es el verdadero federalismo en marcha. (Aplausos.) El creciente macrocefalismo urbano, producto de un desarrollo sin orden ni estrategia, ha postergado a las economías regionales. Nuestra visión de desarrollo es otra y tiene una medida de los tiempos que no debe acortarse en los períodos presidenciales. Debemos construir un país para las generaciones presentes y para las que nos siguen. Por eso apostamos al desarrollo integrado, que potencia por igual a pueblos y a grandes ciudades, a las regiones mineras y a la pampa húmeda, a la agricultura subtropical y a los cultivos de riego, a las industrias pequeñas y medianas, base y motor de la economía y del empleo.
Las economías regionales no son un mero término económico sino un concepto profundo que significa la posibilidad de ser o no ser parte activa de una sociedad que apuesta al crecimiento. Una economía regional que agoniza o se debilita es una afrenta y debemos asumirlo como una responsabilidad y una carga. Una economía que florece es un multiplicador del desarrollo de todos.
Crearemos las condiciones para que cada hombre, cada mujer, cada chico puedan construir su propio destino en un marco de igualdad de oportunidades. No se puede dejar a cada uno librado a su suerte. Es preciso restablecer los equilibrios allí donde se pierden, para que haya verdadera justicia y verdadera libertad.
Este gobierno expresará un nuevo pacto entre la política social y la política económica. No hay desarrollo económico consistente sin desarrollo social y este es el verdadero camino de la justicia y del progreso. Se trata de un nuevo concepto de una sociedad más solidaria, no fundada en el mero asistencialismo sino en la convicción de que el crecimiento sólo será sostenido si es acompañado por el desarrollo de la persona humana. Este es el nuevo camino, una estrategia colectiva donde la libertad, el bienestar económico y la calidad de vida de cada uno de los argentinos sea el objetivo central.
Honorable Asamblea: para este presidente lo importante no es el aplauso que naturalmente se recibe en el momento de llegar y asumir sino el que pueda recibir en el momento de dejar la función y entregar el mando a otro presidente elegido por el pueblo. (Aplausos.) Esa será la medida para saber si he cumplido con mi deber frente a mis compatriotas.
Iniciamos hoy una nueva etapa histórica hacia un país integrado en un proyecto de progreso, con crecimiento sostenido, generador de más y mejores puestos de trabajo, con un Estado sano y transparente, capaz de poner sus cuentas en orden y con las cargas, los esfuerzos y los beneficios equitativamente repartidos.
El país necesita de todos, porque es de todos y para todos: para los desempleados, los jóvenes, los jubilados, los pequeños productores, los que enseñan y aprenden, todos los que tienen, todos los que tenemos responsabilidades, oficialistas y oposición, representantes de todos los sectores, representantes de las entidades intermedias.
Quiero asegurarles a los argentinos que con esfuerzo y dignidad construyen diariamiente la grandeza de la Patria que vamos a vivir en una tierra de oportunidad, de certeza y de transparencia. Convoco a todos a iniciar, con la ayuda de Dios, este nuevo camino que significa un verdadero compromiso con la gente para una vida mejor.
Reafirmemos la patriótica decisión de ser un gran país, donde la honestidad, el trabajo y la paz sean los fundamentos de nuestra vida como Nación. Muchas gracias. (Aplausos prolongados en las bancas y en las galerías.)
FERNANDO DE LA RUA

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