diciembre 03, 2010

Mensaje de los Ministros Encargados del Poder Ejecutivo, Tomás M. de Anchorena, Juan R. Balcarce y Manuel J. García, al abrir las sesiones de la Legislatura de la Prov. de Buenos Aires (1830)

MENSAJE
DE LOS
MINISTROS ENCARGADOS DEL PODER EJECUTIVO
Tomás M. de Anchorena, Juan R. Balcarce y Manuel J. García
AL ABRIR LAS SESIONES DE LA. LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
EN MAYO DE 1830

SEÑORES REPRESENTANTES:
El Gobierno se felicita de veros reunidos al tiempo y en la forma establecida por nuestras leyes.
Durante el corto periodo de vuestro receso se han conservado sin alteración alguna nuestras relaciones con las naciones amigas. La unión con las provincias litorales del Paraná se ha estrechado más. Y aunque fueron infructuosos los esfuerzos hechos para evitar nueva efusión de sangre con los pueblos hermanos de Córdoba y de Cuyo y para acelerar el perfecto restablecimiento del sosiego general, aquella desgracia no ha entibiado el celo del Gobierno,.ni debilitado el empeño con que trabajará constantemente hasta obtener tan grande objeto.
En cumplimiento del artículo 7 de la Convención preliminar de paz celebrada entre la República y S. M. el Emperador del Brasil, y después de autorizado suficientemente el Gobierno por las demás provincias, procedió a nombrar el Comisario que debe revisar la Constitución sancionada por la Honorable Asamblea del Estado Oriental del Uruguayo Quiera el cielo protegerlo y colmarlo de bendiciones.
Ahora, señores, es preciso volver ansiosamente los ojos hacia la situación interior de nuestra patria, y apresurarnos a reparar los estragos que han producido en ella, la guerra extranjera y las disensiones domésticas. El Gobierno se ha ocupado principalmente de afianzar la tranquilidad pública, extendiéndose a algunas mejoras más urgentes en el Departamento de Justicia. Nada ha omitido para poner a cubierto la provincia de los peligros que pueden amenazarla, mientras no cese interinamente la guerra civil en todas las demás, y para asegurar de incursiones repentinas nuestra campaña, ya por el respeto de las armas, ya por medio de convenio con las tribus indígenas, muchas de ellas han aceptado nuestra amistad, y sirven como aliados: algunas que, manifestándose intratables, se atrevieron a insultar nuestro territorio, acaban de ser escarmentadas. Los cuerpos de línea y milicia de la frontera del Norte, son especialmente acreedores a la gratitud pública, por su buena voluntad .en el servicio y por el denuedo con que han sabido castigar la insolencia de los invasores:
Por lo que hace a la hacienda pública, el Gobierno debe anunciaros francamente que son necesarios grandes sacrificios para restituirla a una situación satisfactoria. Es forzoso recuperar nuestro crédito comprometido en el exterior, y mejorar prontamente nuestro medio circulante, cuya depreciación paraliza la industria, perturba la -sociedad, y prepara el camino a la miseria. Estos males son graves sin duda; pero están muy lejos de ser incurables, si desplegando la energía -varonil que conviene, cortamos con severidad inflexible todo gasto; que no sea absolutamente indispensable. Las demás operaciones serán desde entonces más fáciles. El crédito renacerá vigorosamente, y multiplicará los medios de producción. El ejemplo de parsimonia y economía en el Gobierno ejercerá un influjo poderoso sobre las costumbres del pueblo, amenazadas hoy por los tremendos efectos de un lujo sin base, y de una holgazanería impune; orgullosa y exigente.
La población de la nueva línea de fronteras es considerada justamente como fundamento sólido de la riqueza y prosperidad de la provincia. Esta empresa es el primer pensamiento del Gobierno.
El presupuesto de gastos, el de medios y recursos, juntamente con las cuentas del año anterior, os serán luego presentadas. Últimamente, señores, el Gobierno cesa desde hoy en el ejercicio de las facultades extraordinarias con que fue investido. Pronto a daros cuenta del uso que ha hecho de este odioso poder, se complace esperando que con vuestros esfuerzos muy en breve quedará afianzado el imperio de la ley.
Buenos Aires, Mayo de 1830.

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