diciembre 26, 2010

Mensaje del Presidente de la República Argentina, Hipólito Yrigoyen, ante la Asamblea Legislativa (1929)

MENSAJE
DEL
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ARGENTINA
Hipólito Yrigoyen
AL ABRIR LAS SESIONES DEL CONGRESO NACIONAL
EN DE MAYO DE 1929
En la Ciudad de Buenos Aires, Capital Federal de la República Argentina

Buenos Aires, 24 de mayo de 1929.
Al honorable Congreso de la Nación:
Han sido tales y tantos los problemas de regularización y legalización administrativa a que se ha visto abocado el Poder Ejecutivo desde que asumió el gobierno que a pesar de su mayor consagración al respecto no ha podido terminar aún con las debidas soluciones.
Ello no obstante, ha afrontado las demandas del orden público y privado, garantizando el ejercicio de todos los derechos dentro de la mayor tranquilidad y respeto, así como el desenvolvimiento y estabilidad de las labores nacionales. Así, ha resguardado la producción contra los efectos de la crisis agrícola mundial; ha reanudado numerosas obras públicas que habían sido suspendidas e iniciado otras nuevas, reclamadas todas por la cultura y la civilización del país; ha dado impulso a los transportes ferroviarios, mejorando sus elementos constitutivos, iniciando la extensión de las líneas del Estado, y obteniendo de las empresas la promesa -ya en ejecución- de dar mayor amplitud a sus redes para facilitar y abaratar el movimiento de los productos en el territorio nacional.
La educación común, lamentablemente descuidada hasta el punto de que el analfabetismo había reaparecido en pavorosas proporciones en las provincias y en la misma Capital Federal, ha sido objeto también de la preocupación preferente del Ejecutivo, quien puede anunciar que centenares de escuelas primarias se están diseminando por el territorio nacional, como fortalezas de la cultura para extinguir la ignorancia en el seno de la población. La salud pública cuyo nivel había sufrido un descenso perceptible en la elevación alarmante de las cifras de la mortalidad y la morbilidad ha sido atendido con eficacia, desarrollándose una labor sanitaria tan científica y bien dirigida, que no solamente ha mejorado las condiciones de higiene general, sino que la ha protegido con éxito, contra las invasiones de dolencias infectocontagiosas, que la amenazaban desde diversas procedencias.
Por las razones expresadas, le ha faltado al Poder Ejecutivo el tiempo suficiente para condensar y modelar todas las proposiciones relativas a los bienes generales del país que habrá de presentar oportunamente pero no deseando retardar la iniciación del período parlamentario se permite, mientras tanto, encarecer a vuestra honorabilidad consagre sus deliberaciones a los asuntos comprendidos en los numerosos proyectos enviados durante los años 1916 al 1922 y cuya trascendencia sobre el desenvolvimiento de la prosperidad nacional le parece superfluo señalar.
Es indudable que la legislación nacional es inferior a las exigencias de la sociedad en que vivimos. Nuestra estructura económica no está suficientemente tutelada por leyes que garanticen el resultado del trabajo, que apoyen con un crédito bien organizado el esfuerzo de la producción, que establezcan defensas previsoras contra las adversidades que siempre acechan el bienestar social y finalmente que abran perspectivas nuevas al dinamismo expansivo de sus industrias.
Análogas o más profundas deficiencias se advierten en la legislación obrera, cuyas realizaciones en el derecho positivo se han detenido inopinadamente.
Es necesario mejorar la legislación protectora de los que trabajan, creando organismos preventivos de los conflictos que se susciten y llevando a todos los obreros la certidumbre de que la asistencia del Estado, acudirá siempre en su socorro cuando las vicisitudes de la vida amenacen la subsistencia de su hogar y el destino de sus hijos.
La integración del sistema político de la Constitución debe perseguirse, acatando aquellos preceptos que confieren la categoría de Estados federales a los territorios que por su población, su cultura y su riqueza, hayan alcanzado las condiciones exigidas para su provincialización.
Las leyes orgánicas normativas de la Administración Pública y de las instituciones de defensa nacional deben ser renovadas conforme a conceptos progresivos sobre la eficiencia de sus funciones.
Con la inmediata sanción de estas leyes e inspirada en el dogma que es génesis de la grandiosa cruzada redentora en cuyo holocausto se ofrendaron las más nobles abnegaciones y sacrificios, la Nación avanzará rápidamente hacia sus verdaderos destinos, los que le permitirán efectivizar la plenitud de su capacidad dándole a la vez la debida preeminencia en el concierto humano.
Gratísimo le es, por otra parte, afirmar a vuestra honorabilidad que el espíritu público se yergue fervoroso en el territorio de la República, en la mayor armonía, desarrollando todas las actividades benéficas y presagiando vigorosos renacimientos de labores comunes y múltiples.
De igual modo, el Poder Ejecutivo se complace en manifestaros que cada día se acentúan más los vínculos fraternales con toda la América y que dondequiera que tendamos la vista, una franca y simpática comunidad nos une con todo el universo.
En ejercicio de la facultad consignada en el artículo 86, inciso 11, de la Constitución Nacional, declaro inauguradas las sesiones del honorable Congreso, permitiéndome expresar mis patrióticos anhelos para que la Divina Providencia ilumine vuestras deliberaciones, a fin de que los designios reparadores de la nacionalidad alcancen su culminación grandiosa y definitiva.
HIPOLITO YRIGOYEN

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