junio 21, 2012

Discurso de Nestor Kirchner en la 33° Cumbre del MERCOSUR, en Paraguay (2007)

 DISCURSO EN LA 33° CUMBRE DEL MERCOSUR EN PARAGUAY
Néstor Kirchner
[29 de Junio de 2007]

Querido presidente; representantes de distintos entes: realmente queremos agradecer la hospitalidad del hermano Gobierno de Paraguay y por supuesto del pueblo paraguayo, que nos recibe nuevamente con profunda calidez y esto no hace más que profundizar los hondos lazos que tenemos entre Paraguay y Argentina, entre todos los pueblos del MERCOSUR y entre todas las naciones del MERCOSUR.
Es preciso decir que necesitamos aprovechar este encuentro para pensar a fondo esta empresa colectiva de nuestros pueblos que es el MERCOSUR. Creemos que debemos hacerlo con realismo y con espíritu constructivo. Este realismo y aquel espíritu de construcción nos obligan a ir reconociendo las dificultades y los retrasos, sin ceder a las miradas apocalípticas que periódicamente se alzan en cada uno de nuestros países anunciando el fin del MERCOSUR.
Todos los gobiernos de nuestra región han situado la cuestión de la integración como un punto central de sus respectivas agendas, esto es muy bueno y auspicioso. Sin embargo, los ritmos y la profundidad de los avances no responden siempre con contundencia a ese enunciado. Esta claro que estamos construyendo un dispositivo político ambicioso y trascendente, llamado a transformar definitivamente nuestra cultura y nuestro horizonte como países soberanos, pero ese trascendental hecho se pierde en el vértigo informativo diario. Creo que esa contradicción no está señalando con claridad nuestro déficit que es a la vez nuestro desafío: la integración regional. La construcción del MERCOSUR no es vista todavía por nuestros pueblos como un acontecimiento que influya positivamente en sus vidas cotidianas y que influya de manera central sobre su futuro.
Por eso, estamos convencidos que la etapa que protagonizamos es decisiva para el futuro del bloque y está signada por un objetivo central: entrelazar más la agenda de cada una de nuestras sociedades con la agenda de la región en su conjunto. Con matices y diferencias, nuestras sociedades enfrentan problemas y tareas similares: el empleo, la inclusión, la producción, el cuidado del ambiente, la competitividad internacional, el desarrollo tecnológico, la inserción económica en el mundo, son entre otras, cuestiones centrales en cada una de nuestras agendas nacionales. Son las agendas nacionales las que rigen y deben regir nuestra vida política, no puede ser de otra manera porque las naciones son la cede de la soberanía popular, el ámbito en el que se desarrolla nuestra ciudadanía.
Lo que cada vez está más claro por nuestra experiencia y por la de todos los países del mundo es que los problemas de esta agenda son más dificultosamente superables si nos cerramos en la escala exclusiva de nuestros países. Definir un proyecto de inserción en el mundo sobre la base del fortalecimiento del proceso de integración regional, se convierte en un problema crucial para nuestro futuro como naciones independientes. Necesitamos asumir con franqueza la naturaleza de los problemas, necesitamos imprimirle al MERCOSUR el dinamismo y la potencia que permita superar una discusión que hay en cada uno de nuestros países y que se reaviva ante cada conflicto, entre ellos, ante cada dificultad.
Entender puertas adentro de cada país, que hace falta el MERCOSUR, que hace falta la integración Sudamericana. Entender y hacer comprender que es mejor para nuestra economía y para nuestra vida social. Entender que sin MERCOSUR será más difícil, de eso se trata. Asumir entre nosotros la existencia de que esta discusión tiene una enorme importancia, porque nos ayudará a enfrentar los problemas que están en la raíz de nuestras dificultades. Abordemos por ejemplo el tema de las asimetrías que existen entre nuestros países, tengamos en cuenta el hecho de la gran diferencia de volumen y potencia de nuestras economías. Esto genera una enorme presión interior en el MERCOSUR.
Esas asimetrías no son las que existen en otras regiones, en las economías más desarrolladas han alcanzado un grado de sustentabilidad e integración en sus propias sociedades que les permiten encabezar exitosamente el proceso de integración. Sucede que los países más grandes del MERCOSUR, son también países con enormes desigualdades, con indicadores sociales muy graves en su interior. No estamos diciendo que no se puede actuar más y mejor contra las asimetrías, tenemos los fondos de convergencia estructural, todavía hay que definir mejor los proyectos en los cuales se puede invertir esos fondos y tenemos que aspirar a incrementarlos.
Pero está claro que por ese solo camino no vamos a resolver el problema. Somos concientes que se trata de una redistribución de recursos existentes de muy modesto alcance. Sabemos también que aún esa modesta contribución es un esfuerzo considerable de nuestras sociedades. Por eso estamos convencidos que la hoja central para nuestro futuro es la del desarrollo productivo, la de la ampliación de los mercados a escala regional para las empresas locales. Creemos que la verdadera lucha contra las asimetrías entre los socios gira alrededor del mismo eje que condiciona todo el proceso de fortalecimiento e integración.
Hablamos de la concepción de un gran mercado interno ampliado, de un programa de especialización y complementación productiva que comprometa a nuestras universidades y centros de investigación, a nuestras empresas locales a instancias regionales de planificación y ejecución. Tenemos que elaborar un programa de avances en lo que hace a armonizar la utilización de incentivos, sin que esa coordinación perjudique las condiciones de competencia en la región. Avanzar en la coordinación macroeconómica es una necesidad y en avanzar en la armonización tributaria, no tengo duda que, contribuirá a una mayor integración. Disponer la revisión del arancel externo común en aquellos sectores en los cuales el arancel actual no resulta adecuado a las estructuras productivas de nuestros países, creemos que está en el buen camino. Avanzar en la armonización de reglamentos sanitarios y técnicos, en la generalización del reconocimiento mutuo entre las entidades gubernamentales de los miembros, ayudará a nuestro objetivo.
Sobre todo la clave está en avanzar en la integración productiva regional, en la creación de empresas del MERCOSUR, en el desarrollo de cadenas de valor de alcance regional, en la articulación de esfuerzos para optimizar nuestra capacidad de colocación de productos fuera de nuestra región.
Con todas sus dificultades el MERCOSUR sigue siendo nuestra gran fortaleza para negociar las condiciones del intercambio comercial en el mundo, y es el gran recurso para potenciar la presencia de nuestros países en las diferentes arenas de negociación mundial. MERCOSUR tiene que potenciar la fuerza que tendría cualquier de nuestros países en forma aislada en las discusiones de la Ronda de Doha – MERCOSUR, tiene que potenciar nuestra fuerza individual para discutir el problema de las restricciones a la colocación de nuestros productos agropecuarios en los mercados de los países centrales.
Nuestro bloque no puede conformarse sólo con un rol defensivo. MERCOSUR debe servirnos para configurar un amplio programa de negociaciones con diferentes países y regiones del mundo. Se trata de entender que así es como empieza a configurarse la nueva escena mundial. Tenemos que trabajar desde el MERCOSUR y con nuestro MERCOSUR, para lograr un mundo donde lo multilateral, lo multiregional se ubiquen en el centro de la escena. Ni un mundo imperial, ni un mundo de naciones aisladas y potencialmente conflictivas entre sí, tampoco un mundo sin naciones soberanas, porque por el momento no se vislumbra una cede posible de democracia que no sean los estados nacionales.
Necesitamos avanzar hacia una globalización con autonomía, diversa, plural, equilibrada y eso solamente es posible desde sólidas construcciones institucionales de carácter regional. Con todas sus dificultades el MERCOSUR ha crecido incorporando a 

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