DISCURSO EN EL ACTO
DE CIERRE DE LA SEMANA DE
LA POLICÍA FEDERAL
ARGENTINA
Néstor Kirchner
[29 de Octubre de
2004]
Señor vicepresidente de la Nación ; señor jefe de
gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires; señor Jefe de la Policía Federal
Argentina; autoridades nacionales y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires;
señor Jefe del Estado Mayor General del Ejército; señores representantes de las
Fuerzas de Seguridad; señores legisladores; personal superior, subalterno y
civil de la Policía
Federal Argentina; señoras y señores: quiero aprovechar mi
presencia en este acto central de la
Semana de la Policía Federal Argentina para que realicemos un
conjunto de reflexiones sobre lo que considero la tarea central de la fuerza
policial nacional.
Como ustedes saben, hemos encarado con firmeza la tarea de prestigiar en el cumplimiento de su deber a nuestras instituciones, en particular las que tienen por fin velar por la seguridad de los ciudadanos. Los argentinos necesitamos una Policía Federal Argentina que nos acompañe en el inmenso cambio cultural que buscamos consolidar en nuestra patria.
Como ustedes saben, hemos encarado con firmeza la tarea de prestigiar en el cumplimiento de su deber a nuestras instituciones, en particular las que tienen por fin velar por la seguridad de los ciudadanos. Los argentinos necesitamos una Policía Federal Argentina que nos acompañe en el inmenso cambio cultural que buscamos consolidar en nuestra patria.
Venimos de estar muy mal y ascendemos con
esfuerzos denodados cada peldaño de esta escala que tiene que volvernos a poner
de pie en un país que merezca ser vivido. Tiene que volver a valer la pena
hacer las cosas bien, tiene que revalorizarse el cumplimiento de la ley,
tenemos que volver a premiar al que más se esfuerza, al que más trabaja, al que
asume con honor su responsabilidad. Tenemos que construir y fortalecer un
escenario social, donde la corrupción resulte condenada, que los que elijan
vivir en la oscuridad del delito, de cualquier delito, con o sin guante blanco,
sepan que nadie aplaudirá lo que logren con su corrupción. Eso hará que valga
más el premio que la sociedad debe darle al honesto para alentarlo, para
valorizarlo, para señalar a la sociedad el camino correcto.
Tenemos que pelear todos los días para
superar la profunda crisis moral, social, económica y política que terminó
postrando los sueños de los argentinos. Tenemos que ir recuperando la alegría
del trabajo bien hecho y la capacidad y autoestima de los argentinos. Por este
camino construiremos una Policía con profundos ideales democráticos y
comprometida en la defensa y respeto de los derechos humanos. Una Policía con
vocación, una Policía Federal con prestigio, reconocida en su tarea cotidiana
por la sociedad y respetada por todos.
ES necesario que en este punto nos
despojemos de hipocresías, existe en el tema de la seguridad una continua
tensión entre los derechos individuales, la libertad de cada ciudadano y los
derechos de la sociedad, el derecho de todos a vivir seguros y tranquilos.
Nuestra sociedad tienen que ser capaz de garantizar los derechos de todos los
ciudadanos y a la vez, sin afectar los derechos esenciales de los seres
humanos, garantizar niveles adecuados de seguridad.
Las respuestas constantes de la sociedad y
de la Policía
deben ser la del apego a la ley, el cumplimiento prolijo de las normas debe ser
la solución, sin que existan protecciones de ningún tipo para los que
delinquen. Sólo así las instituciones encargadas de la seguridad recuperarán la
total confianza de los ciudadanos. Sobre la base de esa confianza en las
instituciones policiales se podrán elevar drásticamente los niveles de
seguridad. El ciudadano no denunciará ni concurrirá a solicitar el auxilio de la Policía ni colaborará con
ella si no tiene la certeza de que la Policía no protegerá al delincuente ni se
implicará de algún modo en el delito. Esto es así de simple. Restaurar esa
confianza está en la base del cambio cultural que tenemos que producir para
llegar a tener una Policía comunitaria, de proximidad, como una red eficaz
contra el delito.
Por supuesto que esto no es tarea fácil ni
pueden valer magias de ningún tipo. Como parte de la sociedad la Policía enfrenta las
mismas dificultades que el resto de los ciudadanos, pero contando como contamos
con los medios técnicos, de infraestructura y logística necesarios,
garantizados en el plan estratégico de justicia y seguridad, podemos ser
optimistas y estar seguros de que lo lograremos.
Avanzando en la capacitación, formándonos en
la inteligencia criminal, utilizando las ventajas logísticas que brinda la
tecnología informática, accediendo a los más sofisticados métodos de
investigación y prevención, tenemos que ganar excelencia en la lucha para dotar
de seguridad en democracia al ciudadano.
Sabemos sin embargo que las mejoras armas
con las que contará la Policía
son los valores: honestidad, buen trato, valentía, vocación de servicio serán
los mejores argumentos para utilizar en la lucha incansable contra el crimen.
Siendo como es la lucha contra la
delincuencia una de las más importantes cuestiones de Estado no tenemos que
conformarnos con menos que lograr estándares de seguridad que permitan a los
ciudadanos vivir con la sensación, la certeza y la realidad de estar protegidos
por las autoridades. Decimos realidad porque la seguridad debe resultar
palpable a cada madre para que no tenga que estar con el corazón en la boca por
miedo a que a su hijo le pase algo cuando sale a la calle, el Estado y sus
instituciones deben asegurar protección efectiva de los derechos. Decimos
certeza, porque aunque exista la posibilidad de que se cometan delitos no puede
caberle a nadie dudas al respecto de que existirá la persecución de los
delincuentes, ninguna sociedad puede tener en crisis ese valor sin reaccionar
fuertemente. Decimos sensación porque buena parte de la seguridad ciudadana
reposa en la percepción que cada individuo tiene de su situación de exposición
al delito, de sí mismo y de quienes lo rodean.
No pueden caber dudas respecto de que las
autoridades y las fuerzas de seguridad tienen la obligación y deben trabajar
para lograr que la seguridad ciudadana sea una realidad, una certeza el hecho
de que se buscará el castigo al delincuente y una sensación de tranquilidad que
repose en el correcto funcionamiento institucional. Y eso se logra trabajando
con la misma fuerza y predisposición, con obtención de resultados todos los
días, solucionando el problema grande y el problema chico.
En esto no hay tarea pequeña, si queremos
contar con una sociedad segura no podemos menospreciar ninguna de las múltiples
acciones que diariamente deben concretarse para combatir el delito en todas sus
formas.
No se construye más seguridad con exitismo,
acciones espectaculares y acciones espasmódicas, debemos ganar esa batalla paso
a paso. Hay heroísmo en la acción espectacular y en el rescate producto de la
inteligencia, el acierto y el arrojo, pero también lo hay en el trabajo de
prevención de todos los días y todas las horas. Está también ese valor en la
paciencia del investigador para seguir cada rastro e interpretar cada indicio,
y lo está en el ojo del vigilante que aprende a cuidar su cuadra, su barrio y
su sector.
Autoridades, ciudadanos: tenemos que asumir
que la tarea de mejorar la calidad de las instituciones no es tarea que se
pueda llevar adelante sin el concurso de todos. La mejora de la sociedad
llevará a tener mejores instituciones, la seguridad es un valor principal de la
calidad institucional, tenemos que comprender que su reconstrucción es tarea de
todos.
Nadie debe verse pequeño y medir de ese modo
su responsabilidad ante los problemas que enfrentamos, la nuestra es una tarea
de reconstrucción, de verdadera refundación de establecimiento de valores
compartidos. No debemos olvidar que en la base de nuestra crisis está la crisis
de los valores, entonces debemos reconstruir desde abajo y allí todos somos
importantes e igualmente responsables.
Tenemos la certeza de que los cambios que
día a día vamos concretando van en el buen sentido, vamos por la buena senda y
por el mejor camino. Todos los días tratamos de estar mejor y vemos que de a
poco y con gran esfuerzo lo vamos logrando. Llegaremos a ser un país serio y
respetado, vamos a tener un mejor Estado, con instituciones de verdadera
calidad, con capacidad de regulación, control y promoción. Vamos a tener un
mejor mercado, donde los intereses concentrados y los monopolios no puedan
ahogar a las empresas medianas y pequeñas. Vamos a estar mejor integrados al
mundo y seremos una mejor sociedad, donde el valor de la solidaridad actúe como
un imperativo ético que triunfe sobre la desigualdad y la inequidad. En nuestro
norte estará ese país de oportunidades para todos, a condición de que puedan
desarrollar su esfuerzo y su capacidad, un país sin excluidos donde se pueda
soñar.
En esa tarea no es poca ni pequeña la tarea
de construir una Policía Federal de calidad, eficiencia, abocada sin reservas a
tareas profesionales. Construirla para rememorar sus mejores laureles no es
tarea de magos ni de iluminados, es tarea de hombres comunes que estén
dispuestos a mejorar su mundo y a cumplir correctamente con su deber. Se
construye desde cada uniforme, desde cada esquina, en cada una de las
comisarías; se construye desde la superintendencia y desde la investigación
federal; se construye desde la policía científica, desde cada bombero y desde
cada delegación regional; se construye desde el área de bienestar y desde la
asistencia médica que se brinda; se construye desde cualquier lugar de la
familia policial. Se debe construir y reforzar sobre todo desde este
establecimiento educativo, impartiendo con la información y la preparación
adecuada los valores en que todo cambio se debe cimentar. Por eso debemos
conservar la capacidad de depuración para el caso de los que elijan el mal
camino, nuestro presente es un presente ligado a cambios profundos en un mundo
de constante transformación.
Por el camino de los cambios que estamos
viviendo restableceremos el profundo vínculo de confianza que tiene que existir
entre la sociedad y sus fuerzas de seguridad. Los argentinos, creyendo en
nosotros mismos, seremos capaces de lograrlo, que nunca nadie más pueda
hacernos creer que lo nuestro no vale.
Desde un profundo amor a la Patria les pido que actúen
con mucho amor a ella y a la institución que ustedes componen. Dios sabrá
valorar vuestros y nuestros esfuerzos.
Muchísimas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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