DISCURSO EN LA CUMBRE DE JEFES DE
ESTADO DEL MERCOSUR, BOLIVIA Y CHILE, EN LA CIUDAD DE MONTEVIDEO, REPÚBLICA
ORIENTAL DEL URUGUAY
Nestor Kirchner
[16 de Diciembre de
2003]
Señoras, señores: queremos expresar en
nombre del Gobierno de la República Argentina y en nombre del pueblo
argentino, nuestro saludo a todos quienes se reúnen en esta Cumbre de Jefes de
Estado de los Estados partes del MERCOSUR, Bolivia y Chile.
La importancia de la ocasión permite concebir esta intervención como una oportunidad, como una importante ocasión para desarrollar ante los señores jefes de Estado, reflexiones sobre temas respecto de los que es necesario que dirijamos nuestra atención.
La importancia de la ocasión permite concebir esta intervención como una oportunidad, como una importante ocasión para desarrollar ante los señores jefes de Estado, reflexiones sobre temas respecto de los que es necesario que dirijamos nuestra atención.
Es que los pueblos que representamos esperan
que de este tipo de reuniones surjan mejoras concretas y palpables para sus
condiciones de vida.
A nosotros nos urge lograr transformar estas
oportunidades en ámbitos propicios para encontrar los instrumentos que lleven a
obtener los medios prácticos para la ejecución de las ideas que portamos
respecto de lo que debe ser nuestro futuro.
El mundo ha cambiado. Tras el fin de la
guerra fría, desde la caída del muro de Berlín, hemos visto desaparecer la
bipolaridad que caracterizó las relaciones internacionales en todos sus ámbitos
durante la segunda mitad de la centuria pasada y, al final de aquel siglo, con
el nuevo milenio hemos visto emerger, en sustitución de aquél mundo, otro,
caracterizado por la consolidación de la hegemonía de una superpotencia de
nivel mundial.
Los diversos organismos internacionales, las
Naciones Unidas y los distintos bloques regionales, han continuado con cierta
inercia, albergando en su seno actitudes propias del tiempo de la bipolaridad,
sin adecuarse a estos nuevos tiempos.
El riesgo en esta nueva situación, para
países como los nuestros, es quedar sometidos a una unilateralidad que nos
ignore y someta.
El riesgo que ofrece la situación actual es
que se ahonde la brecha que separa los distintos desarrollos, el riesgo es que
en nuestras sociedades y países se sigan incrementando las desigualdades y la
exclusión.
Así como el mundo ha cambiado hacia el final
del Siglo XX, nuestros países están viviendo procesos de cambio.
Tras dejar una fuerte secuela de
desocupación, pobreza, marginación y exclusión social inéditas en nuestra
historia, ha entrado en crisis la ideología del pensamiento único, del retiro
del Estado, la concepción de que el mercado asegura por sí mismo la prosperidad
social del conjunto, por medio de un supuesto derrame.
En nuestro país intentamos un cambio. Con
creatividad, aprovechando la diversidad y la pluralidad, aplicando la
imaginación con perspectiva de Nación, intentamos la reconciliación de las
instituciones con el ciudadano y queremos abrir el paso que va de la aplicación
de un pensamiento único y excluyente de otras perspectivas, a la generación de
un nuevo modelo de país que integre social y territorialmente a sus habitantes
en un marco de equidad y desarrollo con crecimiento sustentable.
Hoy la defensa de los derechos humanos ocupa
un lugar central en la nueva agenda de la República Argentina.
Insistimos en apoyar de manera permanente el fortalecimiento del sistema
internacional de protección de los derechos humanos y el juzgamiento y condena
de quienes los violen. Ello con la cosmovisión de que el respeto a la persona y
su dignidad deviene de principios previos a la formulación del derecho positivo
y reconoce sus orígenes desde el comienzo de la historia de la humanidad.
Respeto a la diversidad y a la pluralidad y
combate sin tregua contra la impunidad constituyen principios irrenunciables de
nuestro país después de la tragedia de las últimas décadas.
Así como el mundo y cada uno de nuestros
países vive procesos de cambio, nuestra herramienta de integración, el MERCOSUR,
debe cambiar, profundizarse, y ampliarse.
MERCOSUR ha sido el nombre de la
pacificación y de la eliminación de hipótesis de conflicto en nuestra región.
MERCOSUR ha sido el nombre de la ayuda a la
consolidación de nuestros procesos democráticos después de trágicas
experiencias de regímenes autoritarios en nuestra región.
MERCOSUR ha sido y es el nombre de un mayor
intercambio comercial entre nuestros países.
Y puede ser MERCOSUR, tiene que ser MERCOSUR,
el nombre de un formidable proceso de integración política, económica, social y
cultural que fortalezca a nuestras sociedades, refuerce su institucionalidad
democrática, fortalezca el respeto por los derechos humanos y la dignidad del
hombre y recupere niveles de dignidad social para todos los habitantes de la
región, sin exclusiones.
Para que lo sea, necesita en su interior
países que cuenten con democracia, modernidad y justicia social. No podemos
integrar con la pobreza y la exclusión. No se trata de integrar las
prepotencias corporativas. No podemos consolidar la apropiación de lo público
por intereses particulares o sectoriales. No queremos integrar un capitalismo
rentístico y prebendario. No podemos consagrar con una supuesta integración, el
atraso tecnológico y productivo.
Es necesario abrir un capítulo social y
político regional que nos permita igualar hacia arriba nuestras condiciones.
Basados en la productividad y la competitividad de nuestras sociedades y no en
la competencia hacia abajo de los salarios, no en la precarización ni en el
desempleo como variables de ajuste de nuestras economías, debemos inaugurar un
capítulo social que apunte a la integración dinámica de nuestra región con el
mundo.
Para ello es decisivo el aliento a una mayor
participación de la sociedad civil de nuestros países en este proceso de
integración, al tiempo de dotarnos de instituciones regionales sólidas y con
poder.
La prioridad de la integración regional urge
a que en cada uno de nuestros países ésta ocupe el lugar de las principales
políticas de Estado.
El mundo unipolar y la globalización de los
conflictos tienden a debilitar la participación de países como los nuestros,
poniendo límites claros a su relevancia y a su capacidad para intervenir en la
agenda mundial.
La búsqueda de ventajas particulares en la
relación con los países centrales no lleva muy lejos. No parece ser ése el
mejor camino para mejorar las condiciones de nuestra inserción en el comercio
mundial ni en la política mundial.
Debe el MERCOSUR constituirse en un bloque
sólido, capaz de poder influir en la mesa de negociaciones en temas tales como
las distorsiones que introducen las prácticas proteccionistas de los países del
Norte.
Desde la perspectiva de estas ideas que
expresamos, nuestros humildes puntos de vista respecto de la situación actual,
debemos encarar la revisión del MERCOSUR buscando las vías adecuadas para su
profundización con el incremento del papel de sus instituciones regionales,
para su ampliación, comprendiendo su integración a más países que los actuales
y para cambiar, fortaleciendo su papel en la política internacional.
Necesitamos hacer muchos “deberes internos”.
Deberemos avanzar en acciones claras y concretas que nos permitan consolidar
internamente el proceso integrador y transmitir hacia el exterior de la región
una imagen de solidez y seriedad que nos permita una mayor participación en el
comercio mundial, la haga atractiva para inversiones productivas y nos instale
como referentes en el ámbito internacional.
Desde cada una de nuestras perspectivas,
sobre la base de diferentes ejes y con el objetivo común de tener en la
organización regional el punto político más relevante de nuestra política internacional,
debemos vigilar el cumplimiento del “Programa de Trabajo 2004-2006” que nos propusimos en
el Tratado de Asunción.
Por nuestra parte, nos proponemos realizar
sustanciales progresos en diversas cuestiones.
Para favorecer la libre circulación de
bienes queremos acordar en materia de requisitos sanitarios y fitosanitarios.
Queremos concretar esfuerzos para la
integración productiva y la promoción comercial de nuestros productos.
Estamos encaminados a incrementar la
coordinación macroeconómica y avanzar hacia la armonización tributaria.
Nos resulta esencial la liberalización del
comercio de servicios en la región, la pronta ratificación y entrada en vigor
del Protocolo de Montevideo sobre el Comercio de Servicios y la continuación de
las rondas anuales de negociación.
Buscamos perfeccionar el Arancel Externo
Común (AEC) y la reducción de las excepciones, así como favorecer la
incorporación de bienes de capital, de informática y de telecomunicaciones.
Tenemos que disciplinar los incentivos en la
región que afectan la competitividad entre los socios y las posibilidades de
complementariedad productiva.
Debemos poner en vigor un marco de reglas
comunitarias de derechos y obligaciones sobre acceso y protección de
inversiones para asegurar su flujo intra y extra zona.
En materia institucional, para incrementar
la calidad y seguridad jurídica regional para los socios y terceros, resulta
primordial poner en funcionamiento el Tribunal Permanente de Revisión del MERCOSUR.
Es imprescindible además resolver la
problemática de la falta de incorporación de la normativa regional a los
ordenamientos jurídicos nacionales de los Estados parte, otorgando a los
administrados de los cuatro países el mismo trato en cuanto a derechos y
obligaciones en el mercado ampliado.
La transformación de la Secretaría Administrativa
del MERCOSUR en una Secretaría Técnica es un avance cualitativo e inicia una
senda de cambio hacia la agilización de la toma de decisiones con la
conformación de órganos que constituyan los instrumentos del MERCOSUR.
Debemos contribuir a fortalecer el proceso
integrador con la creación del Parlamento Común. Debemos incrementar la
participación de nuestras sociedades civiles en la vida del MERCOSUR para un
mayor compromiso e involucramiento de nuestros ciudadanos en los desafíos
internos y externos de la región, punto en el que podrá jugar un importante rol
el Foro Consultivo Económico y Social.
Es central que prioricemos el desarrollo de
la infraestructura física y fronteriza para cimentar el crecimiento económico
del MERCOSUR y la integración latinoamericana, facilitar y abaratar el
comercio, el transporte y las comunicaciones de modo que incrementemos el
conocimiento, la comprensión y la confianza mutuas.
Debemos concretar los compromisos intra MERCOSUR
y sostener la preferencia regional para encarar negociaciones externas
beneficiosas para el mayor dinamismo comercial, del movimiento de personas y de
capitales en la región.
Las negociaciones con el ALCA y con la Unión Europea nos
obligan a trabajar duro, contrastar posiciones e intereses para poder
consolidar una imagen homogénea ante terceros en defensa de nuestros intereses
comunes.
Debemos generar también ámbitos de
negociación con otras economías emergentes que no se limiten a lo comercial y que
tiendan a la creación de una red de solidaridad entre países en crisis, para
fortalecer sus posturas comunes tanto en lo bilateral como en lo multilateral.
Como vemos, resulta ser el MERCOSUR el hecho
regional más relevante de nuestras políticas exteriores. Factor de estabilidad
regional, debe permitirnos ser tenidos por interlocutores válidos y confiables
de la comunidad internacional. Debemos contar con una estrategia de bloque en
materia política, económica, institucional y de relacionamiento externo.
Pero debemos tener en claro que de nada nos
sirve un MERCOSUR que no favorezca el bienestar de sus habitantes, un mejor
vivir de nuestras sociedades y un estrechamiento de la brecha existente con los
países de economías más desarrolladas.
Es necesario comprender que la actual
situación mundial y regional encierra una enorme oportunidad que acrecienta
nuestras responsabilidades ante nuestros pueblos.
El desafío es grande y tenemos que estar a
su altura. No podemos consumirnos en querellas pequeñas, dilapidando el capital
institucional que el MERCOSUR ha consolidado en estos años.
El espacio temporal que encierran los
períodos de nuestros mandatos debe ser aprovechado para acometer los cambios
necesarios para dar un sustancial impulso a la consolidación, la profundización
institucional y la ampliación del MERCOSUR.
Uno de los mayores logros del MERCOSUR y del
MERCOSUR Ampliado es la mayor capacidad del intercambio de información, la
fijación de objetivos comunes y nuestra acción conjunta en foros internacionales.
La reciente acción de algunos de nosotros en
el G20 a fin de lograr una mayor liberación del comercio mundial, así como en
el ALCA a fin de asegurar un equilibrio de derechos y obligaciones, son
ejemplos claros y exitosos.
La propuesta de Argentina, compartida con
Brasil, de lanzar una nueva Ronda de liberación comercial entre economías en
desarrollo debe ser, a nuestro juicio, otro ejemplo en este sentido.
En el contexto antes señalado, del
intercambio franco y permanente de información, debo señalar la importancia de
la evolución de la economía argentina para todos los argentinos y para la
región.
Hoy crecemos más del 7% con estabilidad de
precios, con creación de empleo y reducción de la pobreza, y con un nivel de
superávit fiscal primario sin precedentes en nuestro país.
No obstante estos logros evidentes y a pesar
de nuestra voluntad de avanzar, sufrimos hoy indefiniciones y demoras de parte
de Organismos Financieros Internacionales que no ayudan en este proceso.
Argentina ha venido reduciendo fuertemente
desde el año 2002 su deuda neta con los Organismos Financieros Internacionales
(OFI), a pesar de la crisis y de la recesión. En el último acuerdo con el FMI
hemos asegurado condiciones para asegurar este proceso hasta el fin del Acuerdo
Trienal.
Desde el principio, hemos sido claros en
señalar que los pagos netos a los Organismos Financieros Internacionales
previstos condicionan las características de la reestructuración de la deuda a
negociar con los acreedores privados.
En Dubai, tal como se había prometido,
presentamos los “Lineamientos de reestructuración de la deuda privada” de una
manera que hacen compatibles tanto el compromiso de crecer y eliminar la
pobreza, como el compromiso de honrar nuestra deuda a partir de su adecuación a
niveles de pagos realistas y sustentables que no van a ser distorsionados por
la sobrevaloración de los bonos a reestructurar.
Desde Dubai hemos dado todos los pasos para
avanzar en forma decisiva en el difícil proceso de reestructuración de la deuda
privada, que como todos ustedes saben no tiene precedentes en el mundo, ni por
su monto ni por la complejidad de la estructura financiera gestada en la década
pasada.
El reciente acuerdo con el FMI estableció
con claridad el compromiso argentino de repago de la deuda, compatible con
nuestros objetivos internos en el párrafo 8 de dicho documento. Olvidar este
texto a sólo unos meses de aprobado, significaría que otros no están cumpliendo
con lo recientemente acordado y claramente especificado allí.
No aceptaremos ninguna presión, abierta o
encubierta, para que aumentemos los pagos al exterior. Ello sólo podría hacerse
al precio de reducir el crecimiento y debilitar nuestra lucha por la
disminución de la pobreza y por lograr mayores niveles de empleo.
Sería malo para Argentina y para el sistema
financiero internacional que nos engañásemos con una reestructuración no
sustentable, destinada a fracasar en el corto plazo.
He querido informarles estos hechos con
franqueza, a fin de que todos puedan contribuir a una mejor evaluación de sus
posibles efectos sobre la región y sobre el sistema financiero en su conjunto.
No deben faltarnos ni el valor ni la
audacia. No podemos darnos el lujo de desviar las energías hacia objetivos
menores. Tenemos que construir un MERCOSUR que sirva de ariete para la defensa
de los intereses de nuestros pueblos.
El achicamiento de la brecha que separa los
distintos desarrollos debe ser nuestro fin común. La batalla se libra en cada
uno de nuestros territorios.
Nuestros países deben encontrar en el MERCOSUR
la herramienta que permita ayudar a la consolidación de procesos económicos de
crecimiento sustentable que eliminen la exclusión social, la marginación y la
pobreza.
Equidad, inclusión social, defensa
irrestricta de los derechos humanos, deben ser banderas que portemos juntos.
Eso llenará de valores nuestra integración regional.
Que el mundo mire con respeto al Sur. Que
nuestros pueblos, al final de nuestros mandatos, puedan mirarnos y decir:
hicieron mucho por la igualdad, por la equidad, por el desarrollo, y
defendieron nuestros intereses.
Muchas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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