INTERVENCION EN EL
CONSEJO DE SEGURIDAD DE LAS NACIONES UNIDAS
Néstor Kirchner
[14 de Septiembre
de 2005]
Quiero en primer lugar felicitar a usted y a
su delegación por la elección del tema que resulta fundamental para la agenda
internacional. Desgraciadamente la actualidad del mismo indica reconocer que a
pesar del esfuerzo de la comunidad internacional a través de las Naciones
Unidas, la paz y la seguridad del mundo son todavía un objetivo lejano.
Desde nuestra perspectiva, las amenazas a la paz provienen tanto de la acción criminal del terrorismo como de la preservación de armas de destrucción masiva, de las violaciones a los derechos humanos como de la ausencia ante la necesaria participación.
Desde nuestra perspectiva, las amenazas a la paz provienen tanto de la acción criminal del terrorismo como de la preservación de armas de destrucción masiva, de las violaciones a los derechos humanos como de la ausencia ante la necesaria participación.
La paz es mucho más que la ausencia de
conflicto, demanda una postura activa, un proceso dinámico, permanente y
continuo destinado a fomentar el diálogo y la comprensión. Prevenir es siempre
mejor que reaccionar cuando el conflicto ya arreció, porque evita la pérdida de
vidas y promueve la estabilidad además de ser mucho menos costoso.
Sin embargo, la eficaz acción preventiva
demanda aún más, requiere brindar respuestas justas a disputas de larga data, a
prolongada situación de injusticia, a la pobreza más profunda y abierta, al
hambre, a las pandemias más atroces como las que atraviesa Africa y a las
desigualdades profundas como las que enfrenta América latina.
Este cuadro de inestabilidad pone en
evidencia cuál es y será la agenda que dominará la acción del Consejo de
Seguridad. En este marco es preciso comprender que la paz se construye y se
preserva con participación de todas las naciones y pueblos.
Quienes se refugian en su propia seguridad,
olvidan que el mundo ya no es más el que existía en el siglo XX y debe saber
que las amenazas que acechan a uno golpearán más tarde o más temprano a quienes
se crean a salvo de ellas. Las nuevas amenazas nos hacen entender finalmente el
verdadero concepto de la solidaridad de las naciones. El terrorismo es una
amenaza a la vida y dignidad humana, una afrenta a la conciencia civilizada de
la humanidad.
Sabemos que para enfrentar con éxito al
terrorismo es central contar con legitimidad de respuesta y tener el respaldo
de la comunidad internacional. Eso requiere una lógica que ubique al problema
en una dimensión más amplia que la puramente militar o preponderantemente
unilateral.
Es necesario comprender y hacer comprender
que la paz y el desarrollo se refuerzan mutuamente, así como que debe existir
una estrecha relación entre el respeto a los derechos humanos y la lucha contra
el terrorismo. Los actos terroristas han dejado de ser delitos de incidencia
nacional y transnacional, para constituir una amenaza a la paz y a la seguridad
internacional.
La vulnerabilidad de todas naciones,
grandes, pequeñas, ricas y pobres demanda una acción multilateral inteligente,
concertada y sostenida en el tiempo, basada en la legitimidad, el respeto a los
derechos humanos, la proporcionalidad en la respuesta y en el respaldo de la
opinión pública internacional.
La lucha contra el terrorismo debe respetar
el derecho internacional, los derechos humanos, el derecho internacional
humanitario y el derecho de los refugiados. Cuando brindamos respuestas a
hechos concretos, es en la defensa de la persona humana y de sus derechos donde
hallamos la razón de ser de esta organización y de las naciones que la
integramos. La Argentina
colabora plenamente con el Comité Antiterrorismo creado por la Resolución 1373 año
2001, como también con el Comité creado por la Resolución 1267 año
1999.
La cooperación internacional es crucial,
dentro de ella la cooperación judicial, es decir, la extradición y la
asistencia jurídica mutua son fundamentales porque su falta de funcionamiento
eficaz tornaría ilusorio e ineficaz cualquier norma o régimen jurídico
antiterrorista.
La lucha contra la financiación del
terrorismo también es esencial. En cumplimiento de las resoluciones del Consejo
de Seguridad, los Estados deben fortalecer y extremar las medidas de
cooperación para prevenir la provisión de fondos destinados a la comisión de
actos de terrorismo y el sostenimiento de grupos terroristas congelando dichos
fondos mediante mecanismos expeditivos y eficaces.
La proliferación de armas de destrucción
masiva y el peligro de su desvío a grupos terroristas constituye hoy más que
nunca una clara amenaza a la paz y a la seguridad internacional.
Para que la tarea sea exitosa debemos al
mismo tiempo encarar con energía la solución de los conflictos no resueltos,
las situaciones de profunda injusticia, de exclusión social y de pobreza
extrema, así como el hambre y al analfabetismo. Es decir, debemos abordar de
manera integrada todos los aspectos que amenazan la paz y la seguridad
internacional como único camino para que el Consejo pueda cumplir adecuadamente
su mandato.
La historia reciente demuestra que trabajar
por la paz no es una tarea sencilla, exige de muchas condiciones pero sobre
todo de vocación para hacer efectiva una voluntad política concertada y
colectiva.
Las Naciones Unidas se fundaron en la
decisión de todos los Estados de que fuesen acción colectiva el único mecanismo
para adoptar las medidas y acciones destinadas a mantener la paz y la seguridad
internacional.
Este Consejo de Seguridad se creó para
mantener la paz y prevenir las guerras, esas calamidades artificiales nacidas
en el espíritu humano cuando la humanidad advirtió con incredulidad los niveles
extremos de salvajismo y violencia a los que se había llegado. Hoy es más
evidente que nunca que la dinámica de las relaciones internacionales a
comienzos del siglo XXI nos exige fortalecer y dinamizar los mecanismos
multilaterales como medio idóneo para preservar la paz y seguridad internacional
y responder con equilibrio al cuadro de inestabilidad global que enfrentamos.
Al adherir con firmeza a los propósitos y
principios que animan a las Naciones Unidas, estamos convencidos de la
necesidad de construir consensos orientados a fortalecer el derecho
internacional, la promoción de los valores universales asociados a la paz y a
la seguridad, la democracia representativa y el respeto a los derechos humanos.
Para que esta visión sea efectiva creemos
indispensable contar con un Consejo de Seguridad cuya acción y legitimidad no
sean puestas en duda. El fortalecimiento del multilateralismo, principio
inseparable de la seguridad colectiva, demanda la permanente búsqueda de las
respuestas concertadas. La
Argentina continuará cumpliendo con su papel en este
significativo proceso.
Es por eso que la Argentina alienta la
reforma una reforma del sistema multilateral que resulte en un verdadero
fortalecimiento de las Naciones Unidas. Ello es esencial para el cumplimiento
de sus funciones, el mantenimiento de la paz y las seguridades internacionales,
así como la promoción del desarrollo económico y social y la erradicación del
hambre y la pobreza.
Es indispensable abordar la reforma en la
organización desde un enfoque totalmente comprensivo, sobre la base del
desarrollo, la seguridad y el pleno respeto a los derechos humanos. Deben
contemplarse todas las cuestiones que puedan afectarla, incluyendo la violencia
y la violación masiva de los derechos humanos. Las armas de destrucción masiva,
el terrorismo, el crimen organizado, la pobreza y las enfermedades, así como la
preocupación general por el multilateralismo, la permanencia de barreras
arancelarias en los países desarrollados y las inequidades que caracterizan al
actual sistema financiero internacional.
Debemos reconocer que queda mucho por hacer
en particular, ante el terrible cuadro de deficiencias sociales que enfrenta la
comunidad internacional, pero también es mucho lo que se puede hacer por
mitigar los males que enfrentamos. Debemos convocarnos a la lucha por la
defensa y la dignidad del ser humano.
Estamos convencidos de que el mundo actual
puede albergar civilizaciones, diferentes religiones. No puede haber liderazgos
culturales impuestos por la fuerza. Defendemos con firmeza la diversidad y la
pluralidad. No habrá paz sin justicia. La defensa irrestricta de los derechos
humanos debe ser central en nuestra gesta. En esta lucha estaremos saldando
nuestra obligación moral y nuestra deuda para con las generaciones venideras.
Muchas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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