julio 11, 2012

Discurso de Fidel Castro en la clausura de los cinco Congresos Obreros Extraordinarios (1960)

DISCURSO EN EL ACTO CLAUSURA DE CINCO CONGRESOS OBREROS EXTRAORDINARIOS, EN EL PALACIO DE LOS DEPORTES, LA HABANA
Fidel Castro
[8 de Noviembre de 1960]

― Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno revolucionario ―

Compañeros delegados de la Federación Sindical de la República Popular China; Compañeros dirigentes de las distintas federaciones aquí reunidas; Compañeros y compañeras:
Yo quiero empezar por una pequeña protesta, y es que hemos conocido de que a la entrada del Palacio de los Deportes fueron registradas las personas que aquí entraron.
Y, desde luego, empezando por reconocer que los compañeros encargados de la seguridad lo hicieron con las mejores intenciones, y creyendo que cumplían con su deber; sin embargo, nosotros queremos pedirles excusas a las personas aquí reunidas. Sí, sí, y hacer constar, y hacer constar que si nosotros sabemos que nos íbamos a reunir en este Palacio de los Deportes con un público al que habían registrado en la entrada, no venimos esta noche aquí sencillamente.
Es verdad que hay una gran profusión de revólveres y armas cortas por ahí regadas. ¡Yo no sé cómo se las va a arreglar el Ministro de Gobernación con eso de las licencias, porque yo he visto que todo el mundo anda por ahí con un revólver, con una pistola, hasta con un cañón, en fin...!  Dicen que están por la libre, pero, en realidad, sinceramente, nosotros deseamos que nunca, en ninguna circunstancia en que nos reunamos con el pueblo, y mucho menos con los trabajadores, para evitar que pueda venir cualquier malvado o cualquier mercenario, hagan pasar a todos los trabajadores presentes por la humillación del registro.
En definitiva, ¿de qué nos vamos a preocupar? El que quiera vender su vida a cambio de la vida de cualquiera de nosotros, que la venda. Y el que la quiera vender, lo mismo la vende aquí, que en la calle, que en la esquina, que en cualquier parte donde nosotros vamos diariamente, compañeros. Es que por un sentido práctico, sinceramente, por un sentido práctico —y estas palabras van dirigidas tanto a ustedes corno a los compañeros encargados de la seguridad—, por un sentido práctico, nosotros los exhortamos a que no se tomen medidas de esa naturaleza, que para nosotros entonces perdería sentido estar en contacto con el pueblo. Y, además, ¡quién sabe cuántas reuniones multitudinarias nos faltan! Y no solo eso, sino que decenas de miles de hombres marcharán portando sus armas y sus balas, y de mujeres también; y marcharán portando no solo fusiles automáticos y ametralladoras, sino que marcharán también portando morteros, portando antiaéreas, y portando cañones. Tendremos, pues, que acostumbrarnos a vivir entre las armas, armas en manos de trabajadores, armas por culpa del imperialismo.
Una vez nosotros hicimos esta pregunta: “¿Armas para qué?” Y hoy nosotros hacemos esta afirmación: armas para combatir a los mercenarios; armas para destruir a los que osen pisar el suelo de la patria en plan de conquistadores o de invasores. Ahora sí hacen falta las armas; y por eso hemos adquirido armas, muchas armas, muchas más de las que se han imaginado los mercenarios y los imperialistas, ¡muchas más de las que se han imaginado los mercenarios y los imperialistas!, por cuya imaginación quizás no les pase el número de armas que tenemos para defender a la Revolución y a la patria. No, no hablen de los cohetes, y les voy a explicar por qué: porque eso es muy cómodo, pensar de que el esfuerzo no sea nuestro esfuerzo, y que para defendernos no pensemos en triplicar y cuadruplicar nuestro esfuerzo, sino en que cómodamente envíen los cohetes contra los enemigos de la patria. Nosotros debemos hablar de los cohetes lo menos posible, para “no dormirnos sobre los cohetes”; para no crear en el espíritu del pueblo una tendencia acomodaticia; para no adormecer el espíritu de resistencia de nuestro pueblo.  Pero, además, porque si queremos que no tengan nunca que usarse los cohetes, si queremos que el mundo no se vea envuelto en la tragedia de una guerra atómica, como consecuencia de una invasión a nuestra tierra, tenemos una manera de contribuir a evitarlo: siendo fuertes. Ser débiles equivaldría a invitar al enemigo a atacarnos, y el ataque del imperialismo podría conducir, puede decirse que conduciría al mundo a una guerra; y ser débiles es invitar al imperialismo al ataque.
Si creyeran que nuestra isla se puede ocupar como se pudiera ocupar a cayo Sal, si creyeran que nuestra isla se puede ocupar con unos cuantos centenares de paracaidistas, es mucho más probable que se decidieran a atacarnos, que si comprenden que sobre nuestro país no puede progresar ningún tipo de ataque fulminante, que sobre nuestro país no puede progresar ningún tipo de “blitzkrieg” con todas las características de la “blitzkrieg” nazis; cuando comprendan que la lucha contra nuestro pueblo no sería una lucha de 24 horas; cuando les hagamos comprender bien a los del Pentágono que si ellos para tomar, por ejemplo, Okinawa tuvieron que combatir durante muchos meses, y Okinawa era una islita pequeña, defendida por hombres que procedían de otro país, y que por lo tanto no estaban defendiendo su propia tierra, que sepan que si para tomar Okinawa tuvieron que movilizar sus flotas y sus escuadras y sus decenas y decenas de miles de marinos, vayan sacando la cuenta de lo que tendrían que hacer para intentar tomar una isla mucho mayor que Okinawa defendida por 6 millones de cubanos, mucho mejor armados que los japoneses que defendían a Okinawa.
Eso por vía de ejemplo, para que los del Pentágono no sean tan ridículos y crean que van a estar intimidándonos con el envío de 1 400 infantes de marina a descansar un fin de semana en Caimanera.
De todas formas ese hecho ha servido, una vez más, ante los ojos de nuestro pueblo, por si hiciera falta, y ha servido ante los ojos del mundo para demostrar una vez más cuán hipócrita y cuán cínica es la política del imperialismo. Envían un barco cargado de marinos, dan una nota a la publicidad diciendo que van de descanso a Caimanera, y a los tres días aquellos soldados que van de descanso a Caimanera, participan en una maniobra militar contra un supuesto ataque, que solo podría ocurrir en la imaginación calenturienta de los generales trasnochados del Pentágono .
Pero así son ellos, y así faltan el respeto de la opinión del mundo, enviando hombres a descansar, y organizando a las 48 horas maniobras militares.
Por eso es importante que el pueblo comprenda que estar fuertes, estar bien organizados y bien preparados contribuye a evitar la agresión imperialista. Cuando ellos se convenzan de que nuestra isla no se puede ocupar en 24 horas, entonces las posibilidades de una agresión se hacen más remotas.
De nada valdría la solidaridad internacional si nosotros no fuésemos capaces de presentar, desde el primer segundo, una resistencia tenaz e invencible. La solidaridad internacional no podría funcionar, no podría operar, si nosotros no sabemos resistir invenciblemente.  Por eso no hay que dormirse sobre los cohetes, hay que descansar en nuestro propio esfuerzo; porque sin nuestro esfuerzo, sin nuestra resistencia tenaz e invencible, desde el primer momento, el apoyo de los cohetes de la Unión Soviética , el apoyo de la República Popular China  y de los demás pueblos del mundo , no tendría oportunidad de producirse.
Por eso es necesario que nosotros comprendamos la importancia de estar preparados y que con ello alejemos las posibilidades de agresión.
Ustedes recordarán con la claridad que hablamos hace dos o tres semanas, y explicamos los términos de la situación, como deben explicársele los problemas al pueblo; le expresamos las noticias que teníamos sobre concentraciones de mercenarios, de equipo bélico, de aviones y de barcos de transportes en Guatemala, con el propósito de invadir a nuestro país. Le explicamos también que, de acuerdo con las circunstancias, los días que precedían a las elecciones en Estados Unidos iban a ser de los días más críticos, por cuanto el problema de Cuba se había convertido en el punto principal de la disputa, y ambos candidatos rivalizaban en agresividad contra la Revolución Cubana, y cada cual trataba de empujar a la otra parte a una posición cada vez más agresiva contra nosotros.
Es más, en la mente de los dirigentes de la agresión a nuestro país, anduvo rodando durante muchos días la idea de producir la agresión antes de las elecciones, y con vistas a influir en el resultado de esas elecciones.
El Gobierno Revolucionario denunció la maniobra y denunció los planes en la Organización de las Naciones Unidas, el Gobierno Revolucionario utilizó todas las vías para contrarrestar el ataque: la vía de la denuncia ante la opinión mundial, y el aceleramiento de los planes de preparación frente al ataque. No ha ocurrido nada en estos días, y a ello pueden haber contribuido distintas causas. Una, sin lugar a dudas, fue la denuncia en las Naciones Unidas; la solidaridad extraordinaria y creciente de la opinión pública mundial; la creciente rebeldía en la América Latina, y, además, otras causas posibles.  Recuerden con cuánta crudeza nosotros hablamos y dijimos:
“Cada día que pase, peor para ellos”; que lo más lógico es que atacaran antes de que nosotros pudiésemos desarrollar toda nuestra fuerza y potencia, y lo dijimos bien claro: si atacaban en aquel momento, mal; si esperaban varias semanas, más mal; y, si esperaban varios meses, peor.
No era lógico pensar que el enemigo esperara a que nosotros dispusiésemos de todo el tiempo necesario para prepararnos; no era lógico esperar eso.  Además, no es lo mismo organizar una invasión de mercenarios que organizar un pueblo; no es lo mismo movilizar mercenarios que movilizar al pueblo, y mientras ellos reclutan un mercenario, nosotros podemos organizar 30 hombres del pueblo. Y no es lo mismo transportar 10 000 hombres que transportar 30 000 hombres; el número de barcos o de aviones necesarios sería extraordinariamente mayor.
Luego, el ritmo de preparación de la defensa nacional tiende a crecer incomparablemente más, y es incomparablemente más acelerado que el ritmo de organización de una invasión de mercenarios.  Además, no solo plantea problemas de reclutarlos y entrenarlos, sino también el problema de transportarlos.
Y nosotros dijimos hace varias semanas que el hecho de que declaráramos claramente esa situación, y el hecho de que advirtiéramos que lo lógico era esperar el ataque antes de que nosotros pudiésemos desarrollar toda nuestra potencia defensiva, no iba a alterar el resultado, porque lo que ellos tuvieran organizado, o lo lanzaban o no lo lanzaban. Y aquí pueden influir otras circunstancias también. La mentalidad, por ejemplo, de algunos militares, sobre todo de esos militares del Pentágono, y esa mentalidad yanki, de esos tipos de militares que si les faltan ocho hamacas y diez cantimploras no realizan la operación hasta que no tengan completas todas las hamacas y todas las cantimploras, y todas las botas, y todos los paracaídas y todas las armas.
Es decir que ellos hacen un plan en un despacho, calculan un número determinado de equipos, y entonces hasta que no lo tienen completo, ciento por ciento, no inician las operaciones. ¡Es posible que no hayan tenido todas las cantimploras y todas las frazadas completas! Pero el hecho cierto es que han transcurrido dos semanas, y en esas dos semanas las fuerzas militares de la Revolución han aumentado considerablemente. ¡Esas dos semanas que han perdido, son dos semanas que no podrán recuperar jamás! Esas dos semanas que han transcurrido son dos semanas que hemos aprovechado hasta el máximo. Otra semana está transcurriendo, y otra semana estamos aprovechando hasta el máximo.
El pueblo comprende esto perfectamente bien, porque el pueblo lo está viendo.
Y esta es la situación actual, y volvemos a repetir que si atacan esta semana, es más mal que si hubieran atacado hace tres semanas. Y si atacan dentro de tres semanas, ¡más mal que si atacan esta semana! 
Esto, desde luego, es una verdad que, como el sol, no se puede tapar con un dedo, y es una verdad que el pueblo debe saber: el tiempo está a favor de nosotros, ¡siempre el tiempo ha estado a favor de la Revolución!   Y la Revolución sabe aprovechar el tiempo.
Por eso estamos tranquilos, y debemos estar tranquilos porque cada día que pasa lo que caería sobre los invasores, ¡ellos, posiblemente, no se lo imaginen!  Y debemos advertir que no tenemos ningún especial interés en desalentarlos; nosotros no hablamos para ellos, nosotros hablamos para el pueblo.  Si se van a quedar, ¡ojala que se queden!  Nosotros sabemos que los destruimos, pero si ellos nos quieren ahorrar esa molestia, mejor que la ahorren; nosotros no quisiéramos que se perdiera un solo hijo de la patria; nosotros, antes que las victorias con sangre, preferimos las victorias sin sangre.
Y prepararse como nos estamos preparando, es ir ganando la batalla sin sangre, porque ellos, algunos de ellos, comienzan a comprender que no es tan fácil la cosa, y que, como dice el refrán o el dicho, “una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”.
Uno de los puntos que siempre ha sido posible blanco de ataque, es Isla de Pinos, por varias razones:  una, como base de operaciones; dos, como centro donde ellos pueden tratar de engrosar sus fuerzas con los criminales de guerra y los contrarrevolucionarios que están en aquellas prisiones.  Pero nosotros hemos tomado nuestras medidas para defender Isla de Pinos, ¡y la Isla de Pinos no la podrá tomar ninguna invasión de mercenarios! Allí los soldados rebeldes y las milicias obreras y campesinas, que defienden aquella posición, tienen todo lo necesario para rechazar cualquier ataque.
El pueblo debe irse familiarizando con estas cuestiones, para que cada cual se sepa orientar por su propio criterio, entienda bien el problema y no se deje llevar por la fantasía, ni mucho menos se deje confundir por las “bolas”, aunque las “bolas” en estos días no han sido “bolas” contrarrevolucionarias, han sido algo así como “bolas” revolucionarias, porque por ahí decían que si habían tratado de llegar varios barcos y los habían hundido. Esa es una “bola” en favor de la Revolución, pero es una “bola” también.
La gente debe vivir en la seguridad de que ninguna noticia de trascendencia se guardaría, que en ocasiones puede haber algún hecho sobre el que se guarde reserva. Por ejemplo, un avión que lanza armas y se ocupan las armas, y entonces puede ser conveniente guardar silencio, por si el avión quiere seguir lanzando armas. En ese caso, lo correcto es guardar discreción. Solo en casos de esa índole pudiera justificarse la reserva, pero ustedes deben aprender a discernir si tiene sentido o no mantener silencio o reserva sobre determinados temas, cuando la política del Gobierno Revolucionario ha sido siempre hablar con una claridad tal que pocos son los gobiernos que han hablado al pueblo con igual claridad, con la claridad con que nosotros siempre hemos explicado todos los problemas. Para nosotros no hay nunca razón moral de mantener reserva sobre algún hecho, aunque fuese desagradable. ¿Por qué? ¿Por qué ha de existir razón para ocultar los hechos? Por eso, tengan presente siempre esto: que nunca ocurrirá nada de importancia sin que se de la noticia al pueblo.
Hay hechos, por ejemplo, vamos a poner el caso de un petardo, obra de terroristas contrarrevolucionarios, que no causa daño, que no hiere a nadie, pues no tendría sentido estar dándole publicidad al petardo. Quizás eso es lo que buscan; pero, si tiene la menor importancia, si causa daño, si causa pérdidas, entonces debe darse la noticia. Es decir que la publicación debe estar siempre orientada en un sentido positivo, en un sentido positivo, y siempre sobre el principio de que el pueblo sienta la seguridad de que nunca ocurrirá nada de importancia en el país sin que el pueblo lo conozca. Por eso, no hay que hacer caso tampoco de las “bolas” a favor de la Revolución. En definitiva, también conducen al engaño y el engaño no conduce a nada positivo.
La situación actual es firme, la situación actual es segura; el pueblo se puede sentir tranquilo y se puede sentir seguro. Y las medidas para defender la Revolución han avanzado considerablemente, no solo en la capital, sino en todo el país, y en este momento hay miles y miles de hombres —no vamos a decir cuántos miles, pero si que hay miles de hombres— en campos de instrucción de armas especiales. Y se está organizando un formidable ejército del pueblo, un verdadero ejército del pueblo, con el esfuerzo de todos.  En primer lugar, del Ejército Rebelde, que a su vez está organizando el ejército de los trabajadores, de los campesinos y de todos los patriotas, que es un ejército inmenso y un ejército magnífico, un ejército de disciplina.   Baste decir que para pertenecer a los batallones de infantería, antes de ingresar en la Escuela de Batallones de infantería, los milicianos deben recorrer 72 kilómetros en una sola noche. Y el que no pasa la primera prueba, tiene que esperar que todos los batallones hayan recibido instrucción, entrenarse él por su cuenta, que si no hace la marcha de los 72 kilómetros no puede pertenecer al batallón de infantería .
¿Quiere decir eso que quien no pueda hacer la marcha por alguna razón física, no puede prestar servicios en la milicia o en la defensa del país? No. Pero se puede ir conociendo así quiénes están aptos para un trabajo y quiénes están aptos para otro. Y todos los que por alguna razón física no puedan hacer esa marcha, entonces nosotros llevamos el expediente de cada uno y los vamos a entrenar para que presten cualquiera de los muchos otros importantes servicios que se pueden prestar en la defensa de la patria. Tan importante como el hombre que combate en la primera línea, es el que en la retaguardia atiende a un herido, o prepara los alimentos, o los zapatos, o la ropa del que está combatiendo. Sin zapatos, o sin alimentos, o sin ropas, o sin medicinas, aquel combatiente estaría impotente. Y en la defensa de la patria todos pueden ser útiles, y eso es lo que nosotros tratamos de lograr: que cada cual ocupe el puesto que debe ocupar.  Porque no es cuestión de gusto, es cuestión de aptitud, y nosotros estamos tratando de que cada cual ocupe el puesto que le corresponde.
En estos días, las compañeras de las milicias se han preguntado cuándo las van a llamar a ellas; y a las compañeras ya las vamos a empezar a llamar también. ¿Para qué servicios? ¡Para todos los servicios!, incluso para combatir.  Les iremos dando la instrucción que las capacite para todo: lo mismo para sustituir en un puesto a cualquier soldado o a cualquier miliciano que marcha a primera fila, ¡que también para marchar a primera fila! 
Es decir que, sin prejuicios de ninguna clase, y sin caprichos de ninguna índole, vamos a preparar también a las milicianas. ¡¿Cómo vamos a renunciar a la fuerza que representa la mujer en la Revolución?!; quedaríamos reducidos a la mitad del número de combatientes del pueblo, y ya se sabe que la consigna de todo el pueblo, la consigna de Patria o Muerte, vale igual para los hombres que para las mujeres.
No tendría sentido darle al pueblo la consigna de Patria o Muerte, y no preparar a todo el pueblo para luchar.  Por eso, debemos preparar a todo el pueblo. A veces tenemos algunas dificultades, motivadas en el exceso de entusiasmo de los propios milicianos, y de repente, una empresa se queda sin administrador, o una empresa se queda sin una serie de compañeros que son insustituibles en la producción. ¿Qué pasó? Que el domingo llamaron a la compañía tal y más cual a entrenamiento, o seleccionaron equis miles de hombres para determinadas armas, y aquellos compañeros se enrolaron. Al otro día, el Departamento de Industrialización, o el ICP, o cualquiera de los departamentos del Estado, alarmados por la ausencia en los centros de trabajo de una serie de compañeros que no hay quien los sustituya; y nosotros, naturalmente, medio avergonzados, sin tener qué responderles a esos jefes de departamento.
La solución es que quien ocupe en una fábrica un cargo de administrador, o una función técnica insustituible, no se deje arrastrar por su espíritu guerrero solamente, y que piense, con espíritu revolucionario, que él es más útil allí, junto a aquella máquina, que con un fusil. Porque debe ir primero a ocupar el fusil quien no sea insustituible en su trabajo, pero quien sea insustituible en su trabajo que ocupe el fusil, sí, pero cuando ya no haya otro para ocuparlo entre los que sí pueden ser sustituidos.
Y, por lo tanto, los compañeros administradores de empresas deben empezar por incluirse ellos, entre los que no deben ir a formar parte de los batallones en los campos de entrenamiento; y, luego, con esa moral que da el saber cumplir con el deber, hacer listas de todos aquellos hombres, de todos aquellos compañeros, que son insustituibles. Y, desde luego, si es posible, ir preparando más técnicos, para que, si un día su fábrica, es decir, la fábrica que él administra, sufre un descenso o una baja del número de obreros, porque el 30% o el 40%, o el 50% se vaya a formar parte de las unidades, él debe tener estudiado cómo va a resolver el problema para que la producción no se paralice. Es decir que los administradores de las empresas deben ir entrenándose también, para afrontar situaciones de emergencia, y que todo sirva de experiencia a todos; porque lo terrible es que se presente una situación como esa y no haya una solución ideada de antemano. Y cada cual debe tener ideado cómo va a mantener la empresa funcionando, aun cuando le falte el porcentaje de los trabajadores; pero, sobre todo, los obreros insustituibles en las fábricas no se vayan a enrolar o no ingresen en las escuelas de unidades de combate, y que sepan esperar, que sepan esperar hasta que haya alguien que pueda sustituirlo para que él pueda ir a la escuela.
Ayúdennos a ir resolviendo estas situaciones, sin perjudicar la producción y sin tener que avergonzarnos ante los compañeros que tienen la responsabilidad de esas fábricas, y que nosotros cuando nos pregunten por los técnicos, no sepamos ni decirle en qué campamento están. Y la fórmula es esa; y todos debemos actuar responsablemente.
Es necesario que nuestro pueblo vaya adquiriendo cada vez más organización, cada vez más sentido de la responsabilidad, cada vez más sentido de la disciplina social. Porque la victoria no será nunca la victoria de nadie en particular; la victoria nunca será del que tire más tiros o mate un número mayor de enemigos; la victoria tiene que ser la victoria de todos, porque todos sabrán cumplir con el deber que les corresponde.
Debemos tener muy presente estas cuestiones, debemos mejorar cada día la Revolución, debemos mejorar cada día más la organización, y debemos hacerlo en la seguridad de que todo esfuerzo rinde sus frutos.
Ustedes han visto, hoy, los aportes que se han hecho para armas y aviones, para vacas, para la reforma agraria. Gracias a estos aportes para armas y aviones, hemos podido organizar centros de instrucción donde miles y miles de obreros están adquiriendo una capacidad eficiente para manejar las armas que les corresponden, sin tener que privarlos de sus ingresos. Es decir que cuando un obrero que tiene un ingreso de 100 o de 120 pesos ingresa en una escuela de instrucción militar y está allí tres meses, el gobierno puede compensarle los ingresos que deja de percibir por su trabajo, durante esos tres meses.
Por eso, cuando el compañero Soto nos entregaba un cheque de 48 000 pesos para armas y aviones, nosotros pensábamos mentalmente: “Ya tenemos un batallón más de infantería”.
A los combatientes hay que entrenarlos, cada cual debe saber manejar bien su arma, pero además, debe saber actuar junto con los demás de su escuadra, y de su pelotón, y de su compañía, y de su batallón.
Quizás algunos pensaron aquí, al principio, que la cuestión de la milicia era un juego, o era un entretenimiento para mayores; y ahora ha venido a resultar que la milicia es una cosa muy seria.  Y que para pertenecer a las unidades de combate hay que tener voluntad, hay que tener tesón, hay que tener espíritu revolucionario, y hay que pasar la prueba; porque muchos son los que creen que sí, que ellos pueden, y cuando llega la hora de pasar un poco de trabajo, se encuentran con que una cosa era la imaginación y otra cosa era la realidad.
Sin embargo, debemos decir una cosa: es extraordinario el número de obreros que pasan las pruebas, y hay, incluso, casos de obreros de más de 70 años que han hecho la marcha de los 72 kilómetros en una noche.
Así se está forjando el ejército del pueblo, y ese esfuerzo que se está haciendo para instruir a decenas de miles de hombres que hoy cuesta recursos, son hombres que se sustraen de la producción; esos sacrificios de hoy se compensarán con creces, porque ese obrero en aquel campo de instrucción se mejora, se mejora físicamente, y se mejora, también, mentalmente, se mejora moralmente; aquel obrero adquiere una seguridad mayor en sí mismo, una conciencia mayor en sí mismo, y una conciencia más clara de la fuerza de su clase; y ese obrero que va al campo de instrucción y ve que allí forma parte de una batería de morteros, o de una batería de cañones antitanques, y se ve en lo que ayer fuera una fortaleza, donde una casta militar controlaba las armas, y tenía el monopolio del uso y del manejo de esas armas, cuando un obrero se ve en ese campamento y ese obrero recuerda el pasado, recuerda que en el pasado cuando él reclamaba un derecho, cuando él iba a una huelga en el campo o en la ciudad para que no lo explotaran, para que le dieran una participación mayor en el fruto de su trabajo, por allá aparecían las columnas de hombres armados que iban contra él; las columnas de hombres armados que irrumpían en sus filas violentamente y destruían la manifestación, o aplastaban la huelga por la violencia.
Ese obrero es posible que nunca hubiese visto un arma en sus manos; para él, el arma era el símbolo de la opresión; para él, el arma era el instrumento de los privilegios, porque las columnas de hombres armados no venían a ponerse junto a él para defenderlo, y siempre venían contra él.  Y cuando ese obrero entra a un campo de instrucción y ve no un fusil, sino un cañón, un cañón, sí, del cual ni siquiera había tenido una idea, y ve que aquella arma poderosa la va a manejar él, que aquellas balas poderosas las va a disparar él, y ve que obreros igual que él manejan las otras piezas, que obreros igual que él componen la batería de la cual forma parte la pieza que él maneja, y ve que en manos de su clase están las armas, ese obrero comprende más profundamente lo que es la Revolución; comprende más claramente lo que significa para él la Revolución, porque lo que ayer fue símbolo de opresión, fue instrumento de privilegios, esas armas que él veía, veía siempre apuntando contra él; cuando experimenta que esas armas las tiene él, porque la Revolución se las ha entregado, ese obrero comprende que las armas nunca más volverán a ser para explotarlo; que las armas nunca más volverán a ser para perseguirlo.
Y, entonces, se pregunta: ¿Qué puedo hacer con estas armas, qué voy a hacer con estas armas? Y encuentra una sola respuesta: estas armas solo pueden ser y solo pueden servir para defender los intereses de nuestra clase y los intereses de nuestro pueblo.
¿Quién podría quitarle nada al trabajador, si ese obrero termina de comprender, en sus términos exactos, el problema social?; y comprende, entonces, que su porvenir es el porvenir de su clase y el porvenir de su pueblo, ¡que hay que trabajar para la clase y para el pueblo! Y ese obrero sabe que lo que él no reciba del fruto de su trabajo, será exclusivamente lo que sea necesario invertir en el niño, que no puede valerse, o en el inválido, o en el enfermo, o en el anciano; o lo que hay que invertir en desarrollar la economía de su patria, para que sus hijos, el día de mañana, tengan educación y trabajo asegurado, y tengan un porvenir mejor todavía del que él haya logrado alcanzar.
Entonces se comprende que una revolución tiene lugar para implantar la justicia, y que una revolución tiene lugar para poner fin a la explotación, que una revolución tiene lugar para liberar al hombre; que la Revolución organiza el país y prepara el país para una vida distinta, y que esa vida mejor está garantizada desde el momento mismo en que el poder no radica en minorías privilegiadas, que por la fuerza de las armas se imponía sobre el pueblo, sino que el poder radica en el pueblo, y que ese pueblo está armado para garantizar sus derechos.
Y si desalojar del poder a una casta privilegiada, si desalojar del poder a una minoría armada, cuesta sangre y cuesta sacrificios, si para desalojar del poder a una tiranía militar, como las que ha conocido América, a veces transcurren decenas de años, y los pueblos no pueden liberarse; ¿cómo puede ser posible que sea desalojado el pueblo armado del poder? Si destruir una minoría privilegiada es difícil, ¿cómo puede destruirse a la mayoría obrera del país, armada y disciplinada? Y cómo puede arrebatarse del poder a la clase obrera, cuando la clase obrera está adquiriendo esa preparación y esa disciplina que se obtiene en los campos de instrucción militar, mientras se prepara para defender su causa y su patria.
Ese obrero volverá al trabajo con una conciencia muy superior y con una confianza mayor, y ese obrero será también allí, junto a la máquina, un soldado que está librando una batalla, la otra gran batalla que nosotros tenemos que librar:  la batalla contra el cerco económico, la batalla contra el estrangulamiento económico, la batalla contra el hambre; y si nosotros perdiéramos, por ejemplo, una batalla contra mercenarios, la culpa sería de nosotros; y si perdiéramos la batalla contra el imperialismo en sus planes de hambre y en sus planes de cerco económico, la culpa sería de nosotros, porque no habríamos sabido ganar la batalla contra el hambre que nos quiere imponer .
Debemos hacerles ver claramente a los enemigos de la Revolución que, de la misma manera que estamos dispuestos a luchar y vencer contra la agresión militar, estamos dispuestos a luchar y a vencer contra la agresión económica y contra la campaña de cerco y de hambre.
Claro que, las revoluciones no se realizan impunemente, claro que la reacción nacional y la reacción internacional no se resignan a ver triunfar la Revolución, y hacen todo lo posible por hacerla fracasar.
Solo había una forma de que no nos quitaran el azúcar, de que no nos decretaran el embargo económico, de que no nos agredieran económicamente: seguir de rodillas. Y esa era la fórmula que nuestro pueblo no estaba dispuesto a seguir permitiendo.  Nuestro pueblo se puso de pie, y porque se puso de pie, para tratar de ponerlo de rodillas, le dicen: “No te compramos azúcar, no te vendemos piezas de repuesto, no te vendemos materia prima.  Te pusiste de pie: pues esas fábricas no recibirán más repuestos, esos automóviles no recibirán más repuestos, esas industrias no recibirán más materia prima. No venderás tu azúcar.” Y de nuevo, el imperialismo hipócrita y cínico incurre en el acto farisaico: decretan el embargo de todo, excepto de alimentos y de medicinas, por razones de humanidad.
¿Entonces, por qué, por razones de humanidad también, no respetaron nuestra cuota azucarera?  ¿Qué medicina y qué alimentos se van a comprar, si no tenemos con qué comprarlos? ¿Dónde están las razones de humanidad? ¿Dónde están las razones de humanidad, sin divisas qué alimentos y qué medicinas se pueden adquirir?  Pero el imperialismo es hipócrita, es cínico, es farisaico; y mientras por un lado nos quita la cuota, por otro lado dice: “Embargamos los productos, menos medicina y alimentos por razones de humanidad.”  ¡El imperialismo es cínico, es mentiroso, es hipócrita, es farisaico! 
Y ellos creen que por esa vía nos van a derrotar, y ellos están esperando los resultados de las agresiones económicas, de los embargos de mercancías. Han llegado a más: semanas atrás venía un barco, procedente de Canadá, conduciendo un cargamento de 50 000 quintales de papas, y varios miles de quintales de frijoles. Influencias yankis sobre la compañía, que era yanki, lograron que el barco en vez de desembarcar los productos en La Habana los desembarcara en Puerto Rico y no llegaran a Cuba.
Un hecho más, como ese hecho repugnante, en el cual un grupo de criminales asesina a un soldado rebelde en el avión, balacean a un niño, y tranquilamente aterrizan en Miami, donde son recibidos como héroes.  Y allí mismo son acogidos con beneplácito, cuando todavía la sangre de aquel niño, y la sangre de aquel soldado estaba fresca, en el propio lugar del crimen. ¡Qué importa la sensibilidad humana, si ellos no saben de eso! ¿Qué les importan los familiares de ese niño o de ese soldado? A quien asesine un cubano, a quien derrame la sangre de un compatriota, allá lo reciben como héroe; incitando al crimen, incitando al asesinato. El imperialismo no solamente es cínico y es farisaico y es hipócrita; ¡el imperialismo es asesino, el imperialismo es cómplice de todos los actos de barbarie y de asesinato!
¿Por qué el imperialismo no quiere que llegue el barco cargado de papas y de alimentos, a pesar de que dice que, por razones de humanidad, permite exportar alimentos y medicinas? ¿Por qué?  Para que no haya papas, para que no haya frijoles, y para que el pueblo, entonces...
¿Qué persigue con eso? Pues persigue hostigar al pueblo, desmoralizar al pueblo, cansar al pueblo. Y se vale de todas las armas. Es decir, nosotros debemos esperar todos los actos de piratería. El imperialismo no solo es cínico, mentiroso, hipócrita, farisaico, criminal; el imperialismo es pirata y el imperialismo es filibustero. Trata de sustraernos los alimentos, incluso cuando no se los compramos a ellos. Ya no era solo el petróleo, la cuota azucarera y todas esas agresiones de estos descarados; ya no es solo la insolencia esa con que se ponen a realizar maniobras militares ahí, para intimidar al pueblo, que constantemente están haciendo maniobras militares, cuando no en Puerto Rico, en Caimanera, en donde quiera están haciendo prácticas y maniobras militares para intimidar al pueblo; ¡los muy desvergonzados! , sino que, incluso, tratan de privarnos de alimentos.
Pero, frente a eso, ¿qué debemos hacer? Lo que estamos haciendo. A pesar de eso, ni faltarán frijoles, ni faltarán papas, ni faltarán huevos, ni faltarán alimentos. En el mes de diciembre tendremos recogida la cosecha de frijoles, y queremos, queremos comunicar al pueblo que frente a una producción de 400 000 quintales, el año pasado, este año la producción será entre millón y medio y dos millones de quintales.
Y que, por tanto, a partir de los primeros días de diciembre —lo decimos con la fecha en la mano, con la fecha de los dos relojes en la mano, para que no haya equivocación —, a partir de los primeros días de diciembre se acabó, definitivamente, la escasez de frijoles.
Pero hay algo más. La producción de papa el año pasado fue de 2 300 000 quintales, y había una parte del año que, como la papa no se puede guardar todo el año en los frigoríficos, una parte se importaba en determinados meses del año, que eran estos. Ya hicimos el año pasado los primeros experimentos, con buenos resultados; ya tenemos tierra para producir el próximo año lo que antes había que importar para esta fecha. Y la producción que fue el año pasado de 2 300 000 quintales, la recogeremos también en diciembre, ¡y será de tres millones de quintales de papas!   Es decir que además de malanga se puede comer papa, toda la que quieran.
Ha habido escasez de huevos, como consecuencia del aumento de consumo.  Pues bien, cientos de miles de polluelas están ya próximas a empezar a producir, y a partir de mediados del mes de diciembre se acabó la escasez de huevos definitivamente.
Pero hay algo más.  Antes, para las navidades se importaban pavos; y para estas navidades las granjas del pueblo traerán al mercado 50 000 pavos de raza.  Este año, y el año que viene, vamos a quintuplicar para las navidades la producción de pavo, por primera vez en Cuba; por primera vez hay producción en granjas de patos, que van a estar también para las navidades; producción de gallinas de guinea en granja, por primera vez, para estas navidades.
Pero hay algo más.  El tomate y los vegetales, durante una parte del año, se producían aquí; otra parte del año se importaban. Ya tenemos en la granja del pueblo de Los Pinos, en el término de San Cristóbal, Pinar del Río, virtualmente terminado, el primer sistema de cultivo hidropónico de vegetales para producirlos todo el año.  Y el año que viene tendremos vegetales todo el año.
Y para navidades vamos a tener manzanas, uvas... ¡De Checoslovaquia vamos a traer uvas y manzanas!  Y juguetes, vamos a tener juguetes de Japón, de la Unión Soviética y de la República Popular China. Vamos a tener juguetes, todos los que necesitemos, para las navidades.
Y eso no es nada.  Ustedes ya habrán oído decir algunas “bolas” sobre el aguinaldo, que se va a quitar.  No hagan caso.  Lo que vamos es a cambiar esa palabra de aguinaldo y vamos a estudiar una legislación para establecer una especie de plus de fin de año que sea para todos los trabajadores. Vamos a estudiarlo bien. Antes llegaba a algunos sectores, otras veces, no llegaba a otros. Y vamos a estudiar una cosa justa, de manera que todos se beneficien. Vamos a discutirlo con los trabajadores, vamos a discutirlo con todos los sectores de industrias para buscar una fórmula justa, que no sea como antes, que beneficiaba a una parte mucho y a otra no la beneficiaba nada, sino que beneficie a todos.
Para eso estamos preocupados en producir alimentos, todos los que podamos. Hay algo que no va a abundar mucho este año, pero para el próximo ya veremos, y es el lechón. Comemos pollo este año, o comemos pavo; los pavos no van a alcanzar para todos, los pavos no van a alcanzar para todos, y sobre todo, el pavo este año se produce a un costo mayor del que lo vamos a producir el próximo año.  Vamos a ver qué tenemos para las navidades —o comemos una buena rueda de sierra, o de pargo, o de cualquier cosa—, porque en la pesca sí está aumentando considerablemente la producción, y estamos manteniendo el abastecimiento de carne, a pesar de los grandes aumentos de consumo.
Estamos esforzándonos por producir alimentos, para que no haya inflación, sino al contrario, que haya sobrante de alimentos para que se puedan mantener los precios. Pero para el año que viene ya vamos a tener decenas y decenas de miles de cerdos de raza en producción. Y ahí es donde tenemos que librar la batalla: en las grasas y en la producción de carne de cerdo. Hemos acumulado aquí pies de cría, suficientes, para un gran desarrollo de la producción de cerdo, solo que nos llevará más tiempo.
Y estamos desarrollando la producción de aves con una meta que aspira a ser de 12 millones de aves mensuales, frente a una producción que apenas rebasaba los 2 millones.
Es decir que frente a la ofensiva del hambre que lanza el imperialismo, nosotros nos defendemos con nuestros planes de producción.  Y recuerden bien lo que aquí les digo, los alimentos que les digo que ya en diciembre no volverán a faltar. Y así iremos uno por uno. Primero con los alimentos, después con los artículos industriales.
En la agricultura se está produciendo un gran desarrollo; en la ganadería también, en la producción de leche también.  Ya en la zona de Pinar del Río tenemos, para el mes de enero, una cuenca lechera de 50 000 litros de leche diarios, donde no había producción lechera. Se está desarrollando la producción de granos extraordinariamente. En las cooperativas cañeras, como ustedes saben, estamos haciendo 614 lecherías, y para el año que viene cada una de las 614 cooperativas tendrá una lechería con no menos de 200 vacas, garantizando ese alimento que nunca habían tenido los campesinos cañeros.
Y otra noticia más.  En algodón, que no se había producido en Cuba, el año pasado empezamos y cultivamos 48 caballerías. Este año hay ya —que se va a recoger la cosecha— 1 500 caballerías de algodón, que a razón de 40 personas en la cosecha de algodón, 40 personas por caballería, quiere decir que van a trabajar, en el mes de diciembre y principios de enero, más de 50 000 personas en la cosecha de algodón .  Cincuenta mil personas que antes, en esta fecha antes de la zafra, antes de las navidades, finales del tiempo muerto, no trabajaban en ninguna parte. El año que viene tendremos 3 000 caballerías, y trabajarán en ese mes 100 000 personas que antes no trabajaban en nada.
El algodón se importaba todo; y en esas mismas cooperativas cañeras, el año que viene, vamos a reducir el área de caña, vamos a reducir el área de caña para diversificar los cultivos, y les vamos a dar cuotas de papa, de tomate, de algodón, y de arroz, en una política tendiente a buscar trabajo todo el año a las 120 000 familias campesinas que viven de las 614 cooperativas cañeras.
Pero, además, vamos a empezar a construirles a las cooperativas cañeras no menos de 100 pueblos, y así, vamos a la diversificación agrícola, partiendo de las cooperativas cañeras en las tierras de caña y partiendo de las granjas del pueblo en las tierras ganaderas.
Ya ustedes irán comprendiendo esta organización de la agricultura. Sobre todo, van a tener varias granjas del pueblo modelos en todas las provincias; y algunas de ellas, muy adelantadas, en Pinar del Río, que es donde está esa producción de cerdos, de aves, de pavos, de ganado, de lecherías, de todo.  Y que también van con su pueblo, con una ventaja sobre la ciudad:  que en la ciudad será por lo menos dentro de 15 años que las familias no tengan que pagar alquiler, y ya en las granjas del pueblo el obrero, además de sus salarios, tiene la vivienda, la luz eléctrica, el círculo social y todos aquellos servicios gratuitos...  y la vivienda gratuita .
Es decir que lo que será dentro de 15 años en la ciudad, será ya en las granjas del pueblo para las familias de los trabajadores. En esos pueblos tienen la casa, cómoda, higiénica, moderna, el centro escolar, el circulo social, el aparato de distribución, todo. Y esas no son ilusiones, ¡ya son realidades que comienzan a verse en muchos lugares de Cuba! 
Es decir que no estamos avanzando solamente en las baterías de morteros, de antitanques, de antiaérea, y en los batallones de infantería, ¡estamos avanzando también mucho en la papa, en los frijoles, en el arroz, en los pavos, en los cerdos, en los cultivos, y en todo! 
Y no solo en eso. Estamos adelantando en los planes de industrialización, y ya el año que viene comenzarán a instalarse numerosas fábricas en nuestro país. Entre ellas, una fábrica de tractores, de camiones, de ómnibus y de automóviles.
Y no solo eso.  En el mes de enero tendremos una joven de cada cooperativa y granja del pueblo, en un edificio que ya tenemos acondicionado para 1 000 personas, que van a recibir un curso de seis meses de corte y costura. Mil muchachas que después van a regresar a cada cooperativa para enseñar a las demás. Es decir que, dentro de seis meses, tendremos 1 000 escuelas ya, porque cada una de ellas será una maestra, después de estar seis meses aquí en La Habana, donde recibirá una instrucción esmerada, que estará a cargo de la Federación de Mujeres Cubanas.
Y en el mes de enero, en donde estaba el politécnico de Holguín, ingresarán 1 000 muchachos, estudiantes de comercio y de bachillerato, para estudiar contabilidad en un curso de seis meses, para que vayan a trabajar en cada una de las cooperativas y granjas del pueblo.  Así que ya son 2 000 en enero.
Y donde está la escuela politécnica de Matanzas, ya que a la escuela tecnológica se le construirá otro edificio, desde el mes de enero habrá un joven de cada cooperativa y granja del pueblo, hasta el número de 1 000, en un instituto agrario. ¡Y son tres mil en el mes de enero! 
Y hay más.  Mientras el imperialismo trata de quitarnos los técnicos, de sobornarnos los técnicos y de arrebatarnos a los técnicos, para obstaculizar nuestro desarrollo económico; ya, desde esta misma semana, están siendo albergados los primeros 600 estudiantes universitarios becados que comienzan a estudiar ingeniería. Es decir que esta semana comienzan, en la primera residencia para estudiantes becados, donde van a tener todos los recursos: opa, libros, alimentos, para sus gastos; en las mejores condiciones. Tienen hasta música indirecta en el comedor, en el círculo social...  ¡lo que antes no tenían siquiera los hijos de los millonarios aquí!, lo van a tener los estudiantes pobres, que ya tenemos los primeros 600 esta semana, pero está listo el local ya, para los primeros 2 000.  Ya en este mes, en este mismo mes: 2 000 becados universitarios.
Pero, además, otros dos edificios que se están preparando, entre ellos un edificio que nos cayó con la reforma urbana, que estaba sin terminar, y ya se va a terminar. Con lo que llegarán, con un edificio que ya está terminado también en Vento, para el mes de enero, ¡a cuatro mil el número de becados universitarios que podemos tener! 
Y con el comienzo de la ciudad universitaria, que se va a comenzar por la facultad de ingeniería, y por la primera residencia estudiantil, para 3 000 estudiantes, tendremos, el año que viene, para albergar a 7 000 estudiantes universitarios.
Pero hay algo más.  En la Sierra Maestra hay ya 5 000 brigadas juveniles, de las cuales ya salen los primeros 2 000, después de varios meses.  Ya comenzarán a estudiar 100 jóvenes en una escuela de aviación; 600 en una escuela tecnológica que va a tener albergue hasta para 1 000 jóvenes, donde estaba la antigua “Havana Military Academy”, y que ya, en el mes de diciembre, estará la primera escuela tecnológica del Ejército Rebelde, para brigadas juveniles. Y de esas vamos a tener seis el año que viene, para 6 000 jóvenes, que van a estudiar, además, en enseñanzas técnicas, en aviación, en oficios marítimos; porque ya está en construcción la primera Flota Pesquera del Alto. Y mientras los barcos se construyen, por un lado, los muchachos ya están aprendiendo las artes correspondientes en otro sitio.
Es decir que en todos los campos avanza el esfuerzo revolucionario.
Y ya tenemos 1 000 maestros en las montañas dando clases, de los que pasaron por el curso en la Sierra Maestra, y 1 000 más pasando el curso; y en todos los rincones de las montañas de Cuba hay un maestro —y si queda por ahí algún huequito, lo llenamos en el mes de enero, que ya tendremos el otro curso, los 1 000 maestros más, listos.
Se ha creado el Instituto de Amistad con los Pueblos; se ha creado un centro de educación y artesanía para niñas, en el Wajay, donde estaba la lujosa finca (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Se llamaba!”) —¡Se llamaba!— del señor Miguel Angel Quevedo (ABUCHEOS). ¡En una finquita magnífica, de dos caballerías de tierra, ya hay cuatrocientas niñas pobres, y aspiramos a llegar en aquella zona a diez mil! 
Así que vayan haciendo cuentas: la cantidad de campesinos estudiando, la cantidad de estudiantes universitarios becados, la cantidad de brigadas juveniles, la cantidad de niñas en esos centros; cómo se multiplica el esfuerzo creador de la Revolución, y cómo avanza nuestro pueblo, y cómo cada vez que uno de estos señores se va, nos hace un gran favor.
¡Ah!, hay muchos señores “siquitrillados” que se han ido de Cuba; ellos creían de verdad en el cuentecito de los “marines”... ¡Y han dejado unas casas magníficas! Ya esas casas están controladas y vamos a tener, para empezar, 100 casas que vamos a reservar para una cosa (DEL PUBLICO LE PREGUNTAN:  “¿Para qué?”); para los visitantes: los líderes juveniles, los líderes obreros, los líderes campesinos, los líderes estudiantiles, los líderes políticos que nos visiten, tenemos todo un reparto; como tenemos, además, muchos automóviles, de esos que nadie quiere usar; cada casa con su automóvil, para que Cuba se convierta en un país hospitalario, para cuando vengan los obreros, los campesinos, los estudiantes, vean, reciban aquí la hospitalidad que se merecen, y vean lo que los obreros, los campesinos, la juventud y el pueblo de Cuba han hecho .
Total, qué vamos a hacer con esas casas, ¡es una fortuna!, magníficos jardines...  pues vamos a convertirlas en símbolos de la hospitalidad de la Revolución Cubana. Nosotros no hemos botado a nadie, conste eso, porque hay algunos señores que inventaron el truquito al irse, de alquilarle la casa a alguna embajada, incluso, hacer un contrato como que pagaron por adelantado.  Nosotros lo sentimos mucho, con todo respeto para todas las embajadas, en virtud del respeto que merecen las leyes de la república y en virtud de que nosotros exigimos de los demás el mismo respeto que tenemos para todos, los que creyeron que mediante ese expediente iban a burlar las leyes de la Revolución, se engañaron, porque esas casas pertenecen a la República de Cuba , y, por tanto, salvo que en reciprocidad, por un acto igual con nuestros embajadores, salvo en esos casos de reciprocidad,  cedamos una casa, es una obligación, que nosotros esperamos que ninguna representación diplomática ha de eludir, la de cumplir con las leyes de la república, y pagar la renta a los únicos dueños de esos inmuebles, que es el Estado cubano .
Nosotros no hemos botado ni botamos a nadie, pero el que se vaya, por su libre y espontánea voluntad, y ustedes han visto, ustedes han visto la colita que hacen aquí en ciertas embajadas por la mañana, nadie molesta a nadie, ¡nadie molesta a nadie!, lo único que si nosotros nos permitimos recordarles una cosa:  que este es un país maravilloso, que el cielo de nuestra patria no se encuentra en ninguna parte, que el sol de nuestra patria no se encuentra en ninguna parte, que el calor este de nuestro pueblo, la alegría, la música de nuestro país y todas las cosas maravillosas de nuestro país, ¡no las van a encontrar allá en “el norte revuelto y brutal que nos desprecia”! 
Nosotros no botamos a nadie, ni molestamos a nadie que quiera salir, en el pecado llevarán la penitencia, porque esta isla, por suerte para nosotros los cubanos, y que la deseamos conservar libre como ejemplo para los demás pueblos oprimidos, y como lugar hospitalario donde los hombres, los hermanos de todos los pueblos del mundo, serán siempre recibidos con calor y amistad, ¡donde los amigos tendrán sus amigos y los enemigos tendrán sus enemigos!; por suerte para nosotros es un país de magníficas condiciones, que cuando haya podido desarrollar todos sus recursos, cuando se invierta correctamente toda la energía humana que hoy se invierte, muchas veces, de manera inútil, logrará alcanzar un estándar de vida muy alto; y rendirá en frutos de bienestar todo el esfuerzo que hoy hagamos.
Así, los que se marchan, sus puestos los ocuparán otros, ¡los que se quedan! No botamos a nadie, y, además, es falsa también por completo esa “bola” de que el Gobierno Revolucionario iba a intervenir los colegios privados. ¿Por qué?, si nosotros estamos haciendo unos colegios maravillosos para el pueblo; nosotros estamos haciendo lo que siempre dijimos: que íbamos a hacer colegios para el pueblo mucho mejores, y es lo que estamos haciendo.
Por cierto que los contrarrevolucionarios, frustrados en sus empeños contra la Revolución, constantemente se dan a la tarea de lanzar versiones y rumores, algunos de los cuales son verdaderamente ridículos.  Sobre ciertas afirmaciones, realmente, lo mejor es ni hacerles caso; hay ciertas cosas que son tan tontas, que ofenden tanto, que indignan, o mejor dicho,  rebajan tanto al que las diga como al que las crea.  Por ejemplo, un día se me acerca alguien y me pregunta si es verdad que a todo el que tenía máquina le iban a poner un chofer para dar empleo. ¿Y vale la pena andar desmintiendo esas tonterías? ¿Y el individuo que crea en esas tonterías, qué pensar de él?
Bueno, eso no es nada. Algunos contrarrevolucionarios se dieron a la tarea de decir que el gobierno iba a quitar la patria potestad, y hay gente que ha ido hasta a psiquiatras por el problema ese. Qué pensar de la persona que tenga tan poco seso, que en vez de detenerse a meditar qué es lo que va a lograrse con eso, y en qué se podría beneficiar al país con eso, porque una cosa es un latifundio, otra cosa un edificio de apartamentos afectado por la reforma urbana, cuando en una reforma agraria se les da tierra a los campesinos, se aumenta la producción, se mejora la economía; cuando hay una reforma urbana, se les da, se cumple una aspiración de la familia, se recaudan fondos para construir decenas de miles de casas para las familias más pobres, pero nosotros que estamos, precisamente, recogiendo a los niños que no tienen familia y haciendo residencias para que los estudiantes vivan, los estudiantes pobres que no pueden estudiar por falta de recursos vivan con calor de hogar, y tengan todo lo que puedan tener en su casa; y a las niñas que están sin trabajo y pobrecitas, las recogemos y las ayudamos, y se les educa allí, de manera que sientan también el calor humano; que estamos haciendo centros para los jóvenes de las brigadas, ciudades escolares; educando a los niños con esa libertad, con ese principio pedagógico que se sustenta en inculcar al niño el deber del estudio y el deber del trabajo, y empezar a sentirse importante, empezar a sentirse algo, desde niño.
Es decir que le estamos dando a aquel que no tiene hogar, algo que equivalga, para él, a ese calor que no ha tenido nunca, ¿en qué cabeza puede caber que la Revolución, que trata de aprovechar cuanto cuartel y cuanto edificio hay para hacer escuelas para los niños que no tienen escuelas, fuese a dedicarse a recoger a todos los muchachos de la República, y mandarlos, quitárselos a los padres, asumir toda esa obligación y todo ese gasto?
¡Pero qué absurdo!, nosotros estamos haciendo centros para que los niños pobres, o los hijos de las familias humildes puedan tener una educación que antes solo tenían los ricos; los ricos mandaban a sus hijos al norte, los mandaban tan lejos del hogar que quedaban a miles de kilómetros del hogar, y luego pasaban años y no los veían; los ricos mandaban a sus hijos al norte, al norte a miles de kilómetros.  El Gobierno Revolucionario hace escuelas, donde los niños de la Sierra Maestra, teniendo a su familia cerca, van a esa escuela, con todos los medios modernos de educación, los visitan sus familiares y ellos van a ver a sus familiares, porque los tienen cerca, porque no están en el norte, sino allí al lado de sus montañas, y al lado de sus montañas les estamos haciendo sus ciudades escolares.  Y ahora, los millonarios, los ricos, que sustraían a sus hijos de sus hogares y los mandaban a un país extraño, a miles y miles de kilómetros de los padres, echan a rodar versiones de que el Gobierno Revolucionario va a suprimir la patria potestad.
Y no bastaría tener un poco de seso y un poco de lógica en el cerebro, y un poco de orden en la cabeza para analizar estas cosas.
Por eso, hay afirmaciones que deshonran tanto al que las idea como al que las cree.  Y esto me recordaba una conversación con el presidente Nasser, de Egipto, cuando nos contaba la campaña que hizo el imperialismo contra el gobierno revolucionario de Egipto, que incluso tenían 11 estaciones piratas alrededor de Egipto, y que en determinados momentos llegaron hasta hacer creer, los contrarrevolucionarios, divulgando rumores, llegaron hasta hacerles creer a los choferes de alquiler que les iban a quitar sus carros.  Yo le dije: “En Cuba todavía no hemos llegado a tanto.”
Al cabo de algún tiempo ya por ahí había algunos choferes de alquiler preocupados porque les hablan dicho que también les iban a quitar el automóvil.  Y no dudo de que habría hasta alguno con un puesto de fritas, creyendo que le iban a intervenir el puesto de fritas.
La contrarrevolución se vale de todo eso.  Por eso el gobierno trazó las pautas, explicó bien cómo la Revolución había tenido una primera etapa, cómo tenía una segunda etapa, cómo los métodos de la segunda etapa eran distintos de la primera etapa, cómo ya la nación tenía el control de la inmensa mayoría de los recursos, y además, los recursos básicos del país, para poder desarrollar cómodamente todos los planes revolucionarios, y que no tenía que aplicar métodos drásticos, y que ya podía brindarle la seguridad a todo el pueblo de que cada vez que se tomara una medida, se tendrían en cuenta los intereses que pudiera afectar, y todo el mundo podía tener la seguridad de que no se emplearían con ellos los métodos drásticos que se emplearon con los grandes privilegios.
Y eso ha servido para que todo el pueblo se agrupe, para que todo el mundo se sienta más seguro.  Ello no quiere decir que se renuncie a la marcha y al avance de la Revolución, ¡no!, pero significa, sencillamente, que los métodos serán distintos de los métodos de la primera etapa, para que todo el mundo marche seguro, para que todo el mundo marche confiado, para que todo el mundo sepa que la patria avanza, que esta es su patria, y que siempre él será tenido en cuenta, y que de una manera o de otra, siempre será compensado por lo que pueda ser perjudicado debido a cualquier medida revolucionaria. Eso ha servido para que ya todo el pueblo se sienta más seguro.  Se explicó al pequeño comerciante, al pequeño industrial, en fin, la política que se iba a seguir de crédito, todas las cosas. Se explicó al obrero, y cómo esa política fortalece la Revolución, porque impide que la reacción trate de aislar a la clase trabajadora, y agrupa en torno a la clase obrera y a la clase campesina, a los sectores pequeños y medios de la población, y hace más fuerte el frente interno contra el imperialismo.
Y el gobierno ha cumplido su palabra: las intervenciones, excepto en caso de abandono de la fábrica, abandono de la fábrica, han cesado; y siempre se tratarán de buscar soluciones, y por lo tanto, incluso se había dado el caso de que cuando nosotros hicimos la declaración había 14 empresas en que se había decretado la intervención, aunque no se había cumplimentado; se cumplimentó al otro día o a los dos días, y en esos casos se revocó la intervención, para que no pudiera la reacción poner en entredicho la palabra y el prestigio del Gobierno Revolucionario.
Nosotros sí advertimos que había una zona donde íbamos a tomar medidas drásticas, que íbamos a hacer una reforma agraria especial, y era en el Escambray, como consecuencia del apoyo que ciertos... que el grupo de los terratenientes de veintitantas y treintitantas caballerías había estado prestando a los contrarrevolucionarios. Frente a esa jarana de ponerse a estar colaborando con los contrarrevolucionarios, se decidió, y lo advertimos que íbamos a tomar medidas drásticas, y que, sencillamente, íbamos a hacer una reforma agraria especial, y de donde todas las fincas mayores de 20 caballerías, se ordenó su ocupación en la zona del Escambray.
Sector que conspire, sector que conspire contra la patria (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Paredón!”), sabe que estará sacrificando sus propios intereses; y, por lo tanto, se ordenó la ocupación de todas esas fincas, y se van a establecer allí cooperativas con los milicianos campesinos del Escambray que combatieron contra los contrarrevolucionarios. Y eso lo aclaramos para que no hubiera equívocos.
Y así marcha la Revolución: ¡Bien!, ¡la Revolución va bien! Y podemos sentirnos todos satisfechos; sabemos lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo, y sabemos que estamos actuando lo mejor posible, y que estamos tratando de cumplir con nuestro deber todos, que marchamos hacia adelante, que estamos haciendo una obra digna de nuestro pueblo, y que, además, la sabremos defender, que además, tenemos entusiasmo para defenderla, optimismo para defenderla, y valor para defenderla.
Y, sobre todo, que la defiende un pueblo, porque es la obra de un pueblo; ¡y la obra de un pueblo no se puede destruir! Y por eso los enemigos de nuestra patria y los enemigos de nuestra Revolución, esos que conciben vanas esperanzas y torpes esperanzas, ¡sepan que tienen delante un pueblo!
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discurso

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