julio 14, 2012

Discurso de Fidel Castro en la Primera Gran Asamblea de los Comites de Defensa de la Revolución (1961)

DISCURSO EN LA PRIMERA GRAN ASAMBLEA DE LOS COMITES DE DEFENSA DE LA REVOLUCION, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION “JOSE MARTI”
Fidel Castro
[28 de Septiembre de 1961]

― Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno revolucionario ―

Compañeros y compañeras de los Comités de Defensa de la Revolución de la provincia de La Habana:
Hace hoy exactamente un año, se lanzó la consigna de organizar al pueblo en defensa de la Revolución.
Un año solamente, y ya hay en la provincia de La Habana — tan solo en la provincia de La Habana— ¡treinta mil Comités de Defensa de la Revolución! ; y en toda la isla, en toda la isla, ¡ciento siete mil Comités de Defensa de la Revolución! (APLAUSOS. Y cada Comité de Defensa de la Revolución tiene no menos de 10 miembros, y hay Comités de Defensa de la Revolución que tienen hasta 100 miembros.
¿Por qué surgen los Comités de Defensa de la Revolución? ¿Podían surgir los Comités de Defensa de la Revolución, como no fuese en una Revolución?
 (SE ESCUCHAN VOCES DEL PUBLICO.) ¡Ah!, hablan de los carteles; son los compañeros que están detrás, que les piden a los compañeros que están delante con los carteles que bajen los carteles, para poder ver. ¡Es que treinta mil Comités de Defensa no caben fácilmente en esta plaza!
El movimiento de los Comités de Defensa de la Revolución es verdaderamente interesante, y nos enseña, algo acerca de las raíces de la Revolución.
¿Cómo surge la idea? Los contrarrevolucionarios comenzaron a organizarse, a los pocos meses del triunfo de la Revolución; el imperialismo comenzó a actuar; las clases privilegiadas, afectadas por las leyes revolucionarias, comenzaron a agitarse; las larvas gusaniles comenzaron a aparecer; la Agencia Central de Inteligencia (ABUCHEOS) comenzó a actuar.
Nosotros habíamos llegado al poder a través de la lucha revolucionaria; el pueblo, con las armas en la mano, había conquistado el poder; el pueblo había aprendido a luchar. Mas, el pueblo luchó contra un régimen de opresión, contra un régimen de injusticia, contra un régimen de privilegios, contra un régimen de minorías.
¿Y cómo se podía mantener la minoría en el poder? La minoría en el poder se mantenía mediante la fuerza; la minoría en el poder se mantenía mediante sus esbirros, mediante sus organismos represivos, mediante el uso de los recursos económicos, de todos los medios de información y de la fuerza, que puestos en manos de la minoría y sus secuaces mantenían a sangre y fuego su régimen de explotación y de abuso.
La Revolución en el poder no era un régimen de minorías, la Revolución en el poder era el gobierno de las grandes masas del país. La lucha que comenzaba no era la lucha de las masas explotadas, contra la minoría explotadora, era la lucha de la minoría explotadora contra las masas revolucionarias.
Ellos quizás no se dieron cuenta cabal, y es posible que solo a fuerza de fracasos y de reveses lo aprendan, que no es lo mismo luchar, que no es lo mismo la lucha de un pueblo explotado, contra la minoría privilegiada y explotadora, que la lucha de la minoría cuando el pueblo está en el poder, la lucha de la minoría explotadora por arrebatarle al pueblo los derechos que ha conquistado.
Ellos comenzaron a moverse, comenzaron a actuar, comenzaron a organizar sus grupos de terroristas, sus bandas contrarrevolucionarias y sus fuerzas mercenarias, en territorio extranjero. Cuando en el poder estaba el privilegio, cuando en el poder estaba la minoría explotadora, ellos necesitaban de un ejército profesional reducido, amaestrado, preparado para reprimir al pueblo, asentado sobre la falsa teoría de que ese ejército profesional bien armado, bien instruido por los técnicos del imperialismo, jamás podría ser aplastado por el pueblo.
La minoría explotadora en el poder tenía sus fuerzas represivas, sus organizaciones tenebrosas: el BRAC, el SIM, el Buró y una media docena de organizaciones más (ABUCHEOS), la Quinta Estación de Policía (ABUCHEOS). Y tenía en la calle una plaga de parásitos, que vivían de la “chivatería”, de la delación, de la traición (ABUCHEOS). La minoría explotadora reclutaba lo peor, a gentes sin escrúpulos, asesinos a quienes no les temblaba la mano ante cualquier monstruosidad, traidores que no vacilaban en hacer cuanto daño fuese posible para vivir de esa infamante profesión. Con esas armas, se trataba de mantener en el poder la minoría privilegiada.
Cuando llega el pueblo al poder, las armas del pueblo y los recursos del pueblo, al igual que los intereses que defendía, al igual que el carácter y la naturaleza del régimen revolucionario, tenía a su disposición otros recursos y otros medios para luchar contra la minoría  explotadora que quería regresar al poder y para luchar, sobre todo, contra los amos de esa minoría, contra el imperio poderoso que comienza a 90 millas de nuestras costas.
La lucha de nuestro pueblo contra aquella minoría, en el pasado, era la lucha del pueblo solo, contra aquellas fuerzas retrógradas y represivas, que recibían el apoyo financiero y de armas del imperialismo. El pueblo tuvo que librar solo su lucha. Ahora, el pueblo tenía que luchar contra aquella minoría, pero aquella minoría en definitiva y por sí misma era demasiado débil, sus fuerzas eran insuficientes para enfrentarse con el pueblo. Pero esa minoría no trataba de conquistar sola el poder, trataba de conquistar el poder con el apoyo total de las fuerzas del imperialismo.
El pueblo, ¿cómo se iba a defender? La Revolución en el poder no era el poder de una minoría privilegiada, la Revolución en el poder representaba el poder de las grandes masas del pueblo. La Revolución no se iba a defender, frente a sus enemigos, con un ejército de profesionales de las armas. La Revolución tenía un ejército, sí, surgido de las filas del pueblo, surgido principalmente de las capas campesinas y obreras; pero el pueblo tenía una fuerza incomparablemente superior, el pueblo contaba con su propia fuerza de pueblo liberado. El pueblo no contaba con unos cuantos miles de soldados para defenderse, el pueblo contaba con sí mismo, sobre todo; el pueblo contaba con sus cientos y cientos de miles de obreros, de campesinos y de jóvenes dispuestos a defender su causa . Solo los regímenes explotadores, los regímenes explotadores que no tienen el apoyo de las masas, tienen que recurrir a la minoría armada contra las masas; pero cuando las masas están en el poder, se convierten ellas en un ejército poderoso y en un ejército invencible; cuando las masas están en el poder, se organizan y se arman. Y así surgieron las Milicias Nacionales Revolucionarias, así surgieron las nuevas Fuerzas Armadas Revolucionarias: sencillamente, armando las masas, armando el pueblo.
Cuba era el primer país de este continente donde las masas organizadas se armaban; Cuba era el primer país del continente que, con un programa revolucionario, armaba a sus obreros y a sus campesinos, es decir, a las masas explotadas de ayer, para que defendieran sus derechos frente a la minoría explotadora que, apoyada en el imperialismo, pretendía regresar al poder. Si en cualquier país explotado, si en cualquier país que viva bajo el imperio de una minoría privilegiada, los obreros y los campesinos, es decir, las masas, reciben las armas, aquellos regímenes no duran más de 24 horas.
Pero las Fuerzas Armadas Revolucionarias representaban la organización destinada a defender el territorio nacional, destinada a combatir contra los enemigos en cualquier frente donde apareciesen armados y organizados. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias necesitaban un complemento; las Fuerzas Armadas Revolucionarias necesitaban la organización para luchar contra los terroristas contrarrevolucionarios, para luchar contra los saboteadores, para luchar contra los agentes del imperialismo que trataban de obstruccionar la producción, de sabotear nuestras industrias, de sembrar el terror en el pueblo; las Fuerzas Armadas Revolucionarias necesitaban el complemento de otra organización para realizar esa tarea, y así surgieron los Comités de Defensa de la Revolución. Es la organización en la retaguardia, retaguardia que a veces se convierte también en primera línea de la lucha, para luchar contra la quinta columna, para luchar contra los saboteadores y los terroristas, para luchar contra los agentes del imperialismo. Y así, las masas que se habían organizado en milicias revolucionarias, que se habían entrenado en los campos de instrucción, que habían organizado sus batallones para salirle al frente al enemigo, se organizaron también en la retaguardia. El hermano, el esposo, el hijo, tal vez estaba en un batallón de milicias en las trincheras, en el frente; pero en el hogar quedaban las esposas, los padres, o los hijos demasiado jóvenes, las hermanas, es decir, que los familiares de los combatientes quedaban en la retaguardia.
En la retaguardia quedaban también obreros imprescindibles para la producción; en la retaguardia quedaban personas que, por una u otra razón, no podían servir en las trincheras ni en los batallones, pero que, sin embargo, querían ser útiles a la Revolución, no querían considerarse impotentes, querían y podían hacer algo por la Revolución. El pueblo estaba en todas partes, las masas estaban en todas partes; sobre todo, las masas estaban concentradas en los barrios más populosos de la ciudad.
Nosotros sabíamos, todos sabíamos, cómo estaba distribuida la población en toda la ciudad. Y, con excepción de los barrios más aristocráticos donde estaban radicadas las residencias de la clase más rica, prácticamente en toda la ciudad siempre había, en todos los barrios, hombres y mujeres del pueblo, hombres y mujeres de la Revolución en todas las manzanas, en todos los edificios de apartamentos.
Los contrarrevolucionarios, para actuar, para desarrollar sus actividades terroristas y de sabotaje, tenían que moverse, tenían que reunirse, tenían que esconderse, tenían que utilizar distintos sitios para llevar a cabo sus proyectos. Y aunque contasen con toda la dinamita, y con todo el fósforo vivo, y con todo el dinero que les remitiesen de Estados Unidos, sin embargo, tenían que actuar en la ciudad, tenían que llegar a diversas horas, a determinados lugares, tenían que escoger sitio donde guardar esos equipos, tenían, en fin, que realizar una serie de actividades para llevar adelante sus planes contra el pueblo.
El pueblo no necesitaba confidentes, el pueblo no necesitaba una minoría para defenderse de las actividades de esos criminales. Cuando era el pueblo quien luchaba contra la tiranía explotadora, entonces aquella tiranía necesitaba un ejército de confidentes para luchar contra el pueblo; pero cuando era la minoría luchando contra el pueblo, ¡el pueblo estaba ahí presente para defender conscientemente sus derechos! ; el pueblo no necesitaba a nadie que vigilara por él; el pueblo no tenía que buscar a nadie que vigilara por él; el pueblo no tenía que pagarle nada a nadie para que vigilara por él. Los pueblos tienen que defenderse por sí mismos.
El pueblo estaba presente en todas partes, el pueblo era capaz de organizar su propia vigilancia de masas, el pueblo era capaz de organizar su propio aparato de defensa de masas. Y las esposas, las hermanas, los hijos o los padres de los trabajadores de las fábricas, o de los milicianos que estaban en las trincheras, podían organizarse y podían realizar ese trabajo.
Era imposible que los gusanos y los parásitos pudieran moverse si el pueblo, el pueblo, que sabe demasiado bien quiénes son los gusanos y quiénes son los parásitos, los vigilaba por sí mismo. Y eso era con lo que no había contado el imperialismo, eso era con lo que no había contado la Agencia Central de Inteligencia yanqui. Con lo que no había contado es que frente a sus propósitos criminales, frente a sus propósitos contrarrevolucionarios, iba a encontrarse un pueblo vigilante. Y esa es otra de las lecciones que el pueblo de Cuba le ha dado al imperialismo.
Cada hombre y mujer de la Revolución en su casa, en su manzana, en su edificio de apartamentos, en su barrio, se convirtió en un defensor activo de la Revolución. Y los contrarrevolucionarios se encontraron con un aparato nuevo, un aparato imprevisto, un aparato que es producto histórico de la Revolución Cubana, porque los Comités de Defensa de la Revolución son un aparato de masas, una organización de masas, que surgen por primera vez en nuestro país. Es una organización de masas que viene a llenar una necesidad que las demás organizaciones de masas no podían llenar.
Así, las milicias tienen su función, la Federación de Mujeres tiene su función, la organización de jóvenes y de niños tiene sus funciones, los sindicatos obreros tienen sus funciones, las ORI — como organización dirigente— tienen sus funciones. Quedaban en los hogares infinidad de personas que no pertenecían a un sindicato, o no pertenecían a una unidad de milicias; amas de casas con numerosas obligaciones, que no podían realizar actividades dentro de la Federación de Mujeres.
Y eran personas que querían ayudar, que querían actuar, que querían hacer algo por la Revolución, y que no pertenecían a ninguna organización de masas. Muchas personas que podían ser útiles a la Revolución, e incluso el miliciano que pertenecía a un batallón, muchas veces obrero también de una fábrica, o casi siempre obrero también de algún centro de trabajo, o el obrero que pertenecía a un sindicato, cuando llegaba a su barrio, lejos del sindicato, o lejos del batallón de milicias, no tenía allí en su edificio, en su manzana o en su barrio, una organización dónde actuar y dónde servir a la Revolución.
Como todo el pueblo debía estar organizado, como para un pueblo en medio de una Revolución lo más importante es organizar sus fuerzas, porque un pueblo, por grande que sea su entusiasmo, por grandes que sean su moral y su espíritu de lucha, si no está organizado se dispersan sus fuerzas, no puede emplearlas con toda efectividad. Es igual que el batallón o el regimiento que está en su campamento, cada cual dedicado a distintas actividades dentro del campamento; si frente a esa unidad militar se presenta sorpresivamente un enemigo, lo primero que hace el batallón o el regimiento, inmediatamente, es organizarse; su fuerza prácticamente no existe mientras los soldados están dispersos en el campamento; su fuerza comienza a existir cuando cada cual va a su unidad, a su escuadra, a su pelotón, a su compañía; su fuerza empieza a existir realmente cuando todos marchan inmediatamente a su formación, y cuando aquella masa dispersa adquiere ya la fisonomía de una unidad de combate perfectamente mandada y perfectamente organizada.
Así, para el pueblo, en la Revolución lo más importante es estar organizado. Cada hombre y mujer del pueblo, cada joven y hasta cada niño, cada anciano, debe estar organizado. El ciudadano aislado, por grande que sea su patriotismo, por grande que sea su fervor revolucionario, carece de fuerza; carece de eficacia; la Revolución no puede contar con las personas aisladas. La Revolución debe contar, y solo podrá contar siempre, con las personas organizadas.
Y así, cada hombre y mujer del pueblo debe buscar su organización. Quien trabaja en una fábrica, tendrá allí su sindicato; si también pertenece a un batallón de milicias, pues además del sindicato tendrá otra organización donde luchar si las circunstancias lo exigen: su batallón; si la batalla es por la producción, él estará allí en la fábrica; si el sindicato convoca a una asamblea, él estará allí en la asamblea; si los obreros proclaman una consigna o una meta, él estará allí con sus compañeros de trabajo participando de aquel programa, de aquel esfuerzo; si es convocado para un campo de instrucción, él marcha a su unidad, recibe su instrucción, regresa después a su centro de trabajo; si es un desfile, él irá al desfile con su unidad; si la patria está en peligro y convoca a su batallón, él marcha inmediatamente a su batallón, y su batallón marcha al lugar que se le asigne; si la patria es atacada, él se incorpora inmediatamente a su unidad y sale a combatir al frente de batalla .
Ese obrero puede ser un obrero joven, y puede, además de ser miembro del sindicato y ser miembro del batallón, puede ser miembro de la organización juvenil del sindicato, es decir, que puede ser miembro de la Asociación de Jóvenes Rebeldes . Puede ser un obrero destacado, un obrero estudioso, un obrero ejemplar, un obrero de vanguardia, y entonces puede llegar a ser miembro del Partido Unido de la Revolución Socialista.
Y así, ese obrero trabaja en distintas organizaciones, ese obrero desempeña distintas funciones. Lo mismo puede ocurrir con una obrera: puede ser miembro del sindicato, puede ser miembro de la Federación de Mujeres, puede pertenecer a la milicia, puede llegar a pertenecer también al Partido Unido de la Revolución. Si es un joven estudiante, si es un joven estudiante, pertenece a la asociación de estudiantes del centro donde él asiste; si es un estudiante de vanguardia, puede ser también miembro de la Asociación de Jóvenes Rebeldes; es posible que sea brigadista alfabetizador. Cuando esos brigadistas alfabetizadores regresen a los centros de enseñanza, cuando regresen a los centros de enseñanza serán miembros de la asociación de estudiantes, pero, además, serán miembros también del núcleo de alfabetizadores de ese centro y, además, puede llegar a ser joven miembro de la organización de Jóvenes Rebeldes.
Eso va dando idea de lo que significa la organización, de lo que significa la fuerza del pueblo organizado. Puede tratarse de un hombre, obrero, que además de pertenecer al sindicato, quizás no pertenece al batallón porque sea un obrero indispensable en la fábrica, que al regresar a su hogar se encuentra con que allí también en la manzana donde él vive está organizado el Comité de Defensa de la Revolución. Y él puede ayudar allí en el Comité, él puede participar en las distintas actividades del Comité, y ser miembro también del Comité de Defensa de la Revolución. Lo mismo puede ocurrir con una obrera, lo mismo puede ocurrir con el brigadista, lo mismo puede ocurrir con el joven.
Pero al Comité de Defensa puede pertenecer también, por ejemplo, un obrero que ya se ha retirado, que ya no pertenece a un sindicato, que ya no pertenece a un centro de trabajo, que por su edad le han insistido y lo han convencido de que no debe pertenecer a un batallón, cosa que a veces se hace difícil, ¡se hace difícil convencerlo!, porque hay muchos que quieren estar de todas maneras en el batallón, y caminar los 62 kilómetros, y pertenecer a alguna unidad . Ese obrero tiene allí, en el Comité de Defensa, una organización donde trabajar.
Puede tratarse de la esposa de un obrero, que tiene que atender una numerosa familia. Esa mujer, que no trabaja en un centro determinado, que no pertenece a un sindicato, que quizás no cuente con tiempo ni oportunidad de pertenecer activamente a la Federación de Mujeres, sin embargo, puede pertenecer al Comité de Defensa de la Revolución.
Al Comité de Defensa de la Revolución puede pertenecer el obrero si sus actividades se lo permiten; el miliciano, si dispone de tiempo, si otras obligaciones no reclaman su atención; el joven rebelde, el brigadista, el estudiante, la mujer federada; pero puede pertenecer — y eso es lo importante—, pueden pertenecer aquellas personas defensoras de la Revolución, partidarias decididas y firmes de la Revolución, patriotas sinceros, que no pueden pertenecer ni al sindicato, ni a los Jóvenes Rebeldes, ni a la Federación de Mujeres, ni a la milicia y, sin embargo, tienen la oportunidad de pertenecer a una organización que está allí junto a su casa. Y a esa organización puede pertenecer el obrero que trabaja por su cuenta en aquel barrio. Hay muchos obreros que trabajan, no en un centro de trabajo, sino que trabajan por su cuenta: pues allí en el barrio ellos quieren ayudar a la Revolución, y allí tienen el Comité de Defensa de la Revolución.
El Comité de Defensa de la Revolución es la organización que complementa a todas las demás organizaciones de la Revolución. Es la organización que le permite trabajar a aquellos ciudadanos que no pueden trabajar en ninguna otra organización de la Revolución. Y así, con esta organización de masas, todo hombre o mujer, todo ciudadano, tiene la oportunidad de pertenecer a alguna organización de masas de la Revolución. Si es un niño, puede pertenecer a los Pioneros Rebeldes , si es un joven puede pertenecer a la Asociación de Estudiantes, o a los Jóvenes Rebeldes, o a la milicia, o a un sindicato; si es obrero, pertenece al sindicato, o a la milicia, o al sindicato y a la milicia, o al sindicato, la milicia y al Comité de Defensa de la Revolución; si es mujer, puede pertenecer al sindicato o a la milicia, puede pertenecer a la Federación, puede pertenecer al Comité de Defensa de la Revolución; si es anciano, y no trabaja ya en ningún sitio, puede pertenecer al Comité de Defensa de la Revolución; si es ama de casa, puede pertenecer, o a la Federación o al Comité de Defensa de la Revolución.
Y así, hay casos de personas que incluso no pueden realizar trabajos físicos, hay casos de compañeros que son inválidos, y, sin embargo, trabajan activamente en el Comité de Defensa de la Revolución, como el caso que nos contaban de un compatriota inválido, que tiene necesidad de moverse en una silla de ruedas, y que, sin embargo, es uno de los miembros más destacados de los Comités de Defensa de la Revolución del pueblo de Madruga.
Es decir que ese compatriota, que siente la pena de no poder estar en un batallón de milicias, que habrá sentido muchas veces la preocupación de no poder estar en una fábrica produciendo, tiene la oportunidad de defender a su patria, de defender a su Revolución, allí en el Comité de Defensa. Y se dice que, por las noches sobre todo, incluso en su silla de ruedas, patrulla el pueblo y observa cómo está la vigilancia en el pueblo.
Y así se organiza el pueblo en sus organizaciones sociales de masa. Puede haber el obrero, antiguo obrero agrícola de un latifundio cañero, y hoy es miembro de su cooperativa; o el campesino que vive aislado en las montañas y en los campos, y es miembro de la Asociación Campesina; o si es un pescador, será miembro de la cooperativa pesquera del sitio donde él trabaja.
El pueblo todo, el verdadero pueblo, se organiza. ¿Quiénes son los que no se organizan? ¿Quiénes son los que no tienen ningún interés en organizarse? Los gusanos, los parásitos, los holgazanes, los que no trabajan. No quiero decir con esto que toda persona que no pertenezca actualmente a alguna organización sea necesariamente un parásito o un holgazán, puede haber algunas personas que todavía no se hayan incorporado a la masa de la Revolución, aunque realmente es una exigua minoría. Pero los que realmente no tienen ni tendrán jamás interés en organizarse ni en pertenecer a ninguna organización de masa, son los enemigos del pueblo, los enemigos de las masas, los parásitos, los explotadores, los holgazanes, los que no trabajan, los que viven, sencillamente, del trabajo de los demás.
Cuando nosotros mencionamos a un niño, pensamos en el niño que va a la escuela, pensamos en el hijo del obrero, en el hijo del trabajador, o en el hijo lo mismo del obrero intelectual que del obrero manual. Puede ser el hijo de un maestro, el hijo de un profesor, el hijo de un médico, el hijo de un técnico. Estamos pensando en personas que van a la escuela, a una escuela gratuita, como serán todas las escuelas, ¡como ya son todas las escuelas! Pensamos en un obrero, un ciudadano, que no manda su hijo al extranjero a estudiar en un idioma extraño, a aprender todos los vicios y todas las inmoralidades de una sociedad explotadora, de una sociedad que representa un régimen de explotación de las clases trabajadoras por una minoría parasitaria.
Cuando hablamos de un joven, estamos pensando en el estudiante de un centro de enseñanza secundaria, o de la universidad, de un hijo de un obrero, o de un becado, de una escuela técnica, de una escuela secundaria, de la universidad. Cuando hablamos de un obrero, estamos hablando del ciudadano que se gana honestamente la vida trabajando, produciendo, de una manera útil a la sociedad. Hablamos de las mujeres, de las obreras, o de las compañeras de los obreros, o de las madres de los obreros; o hablamos del obrero retirado, hablamos del miliciano, hablamos del joven.
Es decir, hablamos de personas que tienen en la sociedad una función que desempeñar, una función positiva y útil. Cuando hablamos del pionero, del joven, de la mujer federada, de la obrera, del obrero, del miliciano, del técnico, del maestro, del profesor, del artista, del músico, no hablamos de ningún parásito, hablamos de niños llamados a prepararse para una vida mejor en las escuelas, hablamos de jóvenes luchadores, de mujeres honradas, de hambres trabajadores, de personas útiles .
La Revolución es, precisamente, eso, la Revolución es eso: es la gran unión de todas las personas honradas, es la gran unión de todas las personas útiles, es la gran unión de todas las personas estudiosas, de todas las personas dignas, de todas las personas que producen para el pueblo; bien produzcan bienes materiales; bien sea el obrero que levanta un edificio para una fábrica, o para una escuela, o para un hospital; bien sea un músico que entretiene al pueblo, que toca en una fiesta, que divierte al pueblo, que emociona al pueblo; bien sea un maestro, o un profesor, o un médico, de los médicos honestos, ¡que la Revolución tiene muchos médicos honestos que están haciendo el trabajo de los que se fueron! , o un ingeniero, o un arquitecto; o un artista; los que realizan trabajos útiles para el pueblo. Y la Revolución es eso: la gran congregación, la gran unión, la gran hermandad entre todas las personas útiles, honradas y dignas del pueblo.
No hemos hablado de jugadores, no hemos hablado de politiqueros, no hemos hablado de esbirros, no hemos hablado de latifundistas, no hemos hablado de garroteros, no hemos hablado de parásitos de ninguna clase. En la sociedad había los hombres y mujeres útiles, en la sociedad había los trabajadores manuales o intelectuales, de la fábrica, o por su propia cuenta, el guajiro que cultivaba su pedacito de tierra. En la sociedad había los que trabajaban, y había los que no trabajaban, y, sin embargo, vestían, comían, calzaban, dormían, vivían. No producían un solo bien útil, no tocaban en una banda de música, no trabajaban en un teatro, no construían un edificio, no enseñaban a un niño, no curaban a un enfermo, no cultivaban una planta, no pescaban, no hacían absolutamente nada útil, y, sin embargo, comían, bebían, dormían, calzaban, vestían, y rodaban, rodaban máquinas, vivían en una casa elegante.
Porque parásitos había de distintas clases: había el gran parásito, y había el pequeño parásito; había desde la “tenia” hasta el “tricocéfalo ”; desde el gran parásito —dueño de un central, o dueño de 1 000 caballerías de tierra, o dueño de una gran fábrica, o dueño de 300 casas, o dueño de un reparto— hasta el pequeñito parásito, el“chivato” del barrio, el sargento político (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), el bolitero, el “lumpen”. El “lumpen” es el desclasado ese que aspira a vivir de parásito y no del trabajo. Había el que vendía “bolita”, aunque, en verdad, nosotros sabemos de personas que tenían que dedicarse a eso porque no tenían trabajo, porque, además, la falta de empleo fomentaba el parasitismo del que se volvía vendedor de “bolita”. Había esa infinidad de parásitos como eran los botelleros. Por ejemplo, un tipo clásico de pequeño parásito, aquel guardia, que andaba con el machetón, sombrero con el ala virada hacia arriba, que andaba recogiendo pollos, puercos, gallos finos (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”); ese era un pequeño parásito. El general, cualquiera de aquellos generales, era un gran parásito, y había los parásitos nacionales y los parásitos extranjeros, los grandísimos parásitos del imperialismo, los“místers” que eran dueños de las acciones de la Compañía de Electricidad o de Teléfonos, o del central, o del gran latifundio. ¿Qué eran esos? ¿Qué era toda aquella plaga que no enseñaba a un niño, no levantaba un edificio, no curaba a un enfermo, no sembraba la tierra? ¿Qué eran aquellos intermediarios que le compraban al guajiro a la mitad del precio y le vendían al pueblo al triple? ¿Qué eran aquellos señores que le hacían pagar al campesino que trabajaba la tercera parte de sus productos? ¿Qué era aquel señor que le cobraba a una familia del pueblo 60 y 70 y 80 pesos por un apartamento de dos cuartos? ¿Qué eran aquellos especuladores? ¿Qué eran aquellos contrabandistas, explotadores del vicio, aquellos garroteros, aquellos políticos corrompidos y ladrones, aquellos botelleros, aquellos politiqueros? ¿Qué eran? ¿De qué vivían? ¿Quién trabajaba por ellos? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) ¿A costa de quién vestían, calzaban, comían y vivían? ¿A costa de quién? (EXCLAMACIONES DE: “¡Del pueblo!”) A costa de los trabajadores, a costa de los guajiros, a costa de los humildes, a costa de los hombres y las mujeres del pueblo, y a veces, hasta a costa de los niños.
Y junto a aquella situación de un pueblo trabajando para una casta de parásitos, todos los demás vicios, el desempleo crónico, los hombres cruzados de brazos mientras las tierras no se cultivaban, las fábricas sin producir al máximo de su capacidad, decenas y cientos de miles de familias viviendo en los solares, en los barrios de indigentes; la ignorancia; más de un millón de adultos sin saber leer ni escribir. El juego, la prostitución, la discriminación, el entreguismo, la mentira, la explotación, el abuso interminable contra el pueblo, las injusticias por doquier, la patria subdesarrollada, la economía en manos extranjeras, los criminales sembrando en el pueblo el terror, la nación sin porvenir, la nación sin honra, la nación sin libertad, la nación sin igualdad, la nación sin derechos, la nación sin esperanza.
¿Qué es la Revolución, sino la gran rebelión de los obreros y de los campesinos, de los buenos, y los honrados, y los útiles, contra los parásitos, los explotadores, los manganzones, los holgazanes, los vividores? ¿Y es que el parasitismo ha sido totalmente erradicado en Cuba? No, sería un error creer que el parasitismo ha sido erradicado totalmente en Cuba. Es más, ningún pueblo puede sacarse con un solo purgante todos los parásitos. Sería el vermífugo tan terrible que pondría en peligro la salud del cuerpo social. Así como hay parásitos más difíciles que otros y que necesitan un tratamiento largo , el parasitismo social es uno de los tipos de parasitismo que necesitan más cuidadoso tratamiento, y es uno de los tipos de parasitismo más difícil de erradicar.
Nos hemos quitado de encima a muchos parásitos, pero el parasitismo no ha sido, ni mucho menos, erradicado totalmente. Y constantemente tenemos oportunidad de ver, hasta en la calle, distintas formas de parasitismo.
Hay veces que a un restaurante llega un señor que no tiene la menor facha de haber trabajado nunca en su vida , impecablemente vestido, con sus acompañantes vestidos también muy elegantemente, se sientan, se comen el mejor filete, se toman el mejor vino, y se marchan en un automóvil, gastando gasolina; y cuando uno pregunta quién es este señor, qué produce, de qué vive, se encuentra que todavía hay mucha gente que no produce nada, no trabaja en nada, y, sin embargo, gasta gasolina, gasolina que para producirla es necesario que un obrero corte caña, la cargue, que otros obreros produzcan el azúcar, la embarquen, la envíen a países lejanos, que de la Unión Soviética venga petróleo , que ese petróleo sea refinado, convertido en gasolina, transportado, distribuido, y luego ese señor que ni corta caña, ni refina petróleo, ni maneja trenes, ni atiende a nadie, gasta galones y más galones de petróleo, y llega al restaurante y se come el mejor filete, el filete que producen los obreros en las granjas o en las cooperativas o en los campos, y posiblemente viva en la mejor casa, y posiblemente su casa tenga tres o cuatro cuartos, tenga dos o tres apartamentos. Y cuando uno se pregunte, ¿qué produce?, resulta que consume todo, no produce absolutamente nada, y además sale hablando pestes de la Revolución, ¡de la Revolución de un pueblo a cuya costa están todavía comiendo y viviendo de parásitos! (OVACION Y EXCLAMACIONES DE: “¡Que trabajen!”)
Y, ¿qué derecho tiene nadie a vivir de holgazán, qué derecho tiene nadie a vivir de parásito? ¿Por qué hablan pestes de la Revolución? ¿Por qué son enemigos de la Revolución? ¿Por qué ruedan bolas contrarrevolucionarias? ¿Por qué sacan su pasajito para irse para Miami? ¡Ah!, porque nuestro país se vuelve, cada día más, un país de trabajadores, un país de hombres y mujeres honestos, un país de productores, un país de personas útiles, un país de personas dignas. Es que la atmósfera de la patria se vuelve cada vez más una atmósfera asfixiante para el parásito, para el vago, para el explotador.
Es que el pueblo que trabaja, el pueblo que es cada día más consciente de su destino, el pueblo que cada día comprende mejor que en su esfuerzo está su porvenir, que en su inteligencia y en sus brazos está su futuro, un pueblo que comprende mejor cada vez que su porvenir será un porvenir distinto en la misma medida en que cada día haya menos y menos que vivan parasitariamente del fruto de su esfuerzo.
Aquí había mucha gente acostumbrada a una vida muy cómoda, había gente acostumbrada a una vida abundante. Cuando el país, en épocas de guerra, por ejemplo, se veía privado de adquirir muchos artículos, y las divisas se acumulaban en los bancos, al finalizar la guerra había una capa de ingresos considerables que entonces se dedicaban a comprar automóviles, a hacer casas, a comprar vestidos y encajes de los mejores, a adquirir perfumes franceses, viajes a Estados Unidos y a Europa, vacaciones.
Para ellos no faltaban casas, porque para determinado nivel de ingresos siempre había casas sobrantes. Las casas de 100 pesos eran fáciles de encontrar, y el que tenía ingresos considerables que le permitían pagar una casa de 100 o 150 pesos nunca tenía problemas, porque en las páginas de los periódicos estaban a montones esas casas. Lo difícil, lo imposible, era conseguir la casa de 15 pesos, de 20 pesos, de 25 pesos, donde vivir el hombre de ingresos humildes. Ese ya podía leer el periódico durante todo el año; él tenía tres o cuatro hijos, ganaba 100,120 pesos, no podía jamás pagar 60 o 70 pesos. Para él no había sobrantes de casas. Para los otros sí. Casas sobrantes para esos ingresos, casas en Varadero, casas en Tarará, casas en los centros de recreo. Para ellos había máquinas lujosas en las vidrieras de las agencias; para ellos, artículos de importación, encajes, perfumes, dólares.
Esa capa vivía bien, esa capa tenía abundantes artículos, esa capa vivía a mil leguas de distancia de la realidad social, esa capa vivía a mil leguas de distancia de la realidad en que vivían cientos de miles de familias, en barracones, en solares, en barrios de indigentes, en muchos casos sin trabajo la mayor parte del año; sin escuelas. Estos no solo carecían de la máquina lujosa, esos en su vida habían pensado en tomar un avión para ir a comprar en las tiendas de la calle Flager, de Miami. Esos, ¡ni soñar siquiera en ir a un club aristocrático!, ¡ni soñar siquiera en aquellas fiestas, ni en las vacaciones en Varadero, o en los grandes centros de recreo!, ¡ni soñar siquiera con el pan asegurado para sus hijos!
Y vino la Revolución. La Revolución no se hacía para mantener el estándar de lujo y de gastos de aquella capa, la Revolución tenía que emplear todos sus recursos y todo su esfuerzo en favor de aquella capa inmensamente mayoritaria de la nación que ni tenía casas, ni centros de recreo, ni escuelas, ni viajes a Europa, ni viajes a Estados Unidos, que no tenía máquinas lujosas — porque si bien es cierto que muchos obreros, con sacrificios, han podido adquirir modestos automóviles, esos no eran los automóviles de último modelo que rodaban por las avenidas—, la gran capa que no tenía ayuda, no tenía hospitales, no tenía en muchos casos ni el pan de cada día asegurado para sus hijos.
Y es lógico que la Revolución venga a invertir sus recursos, y menos los recursos con que cuenta en medio del bloqueo, en hacer palacetes, en traer máquinas lujosas, para mantener toda esa fachada burguesa que todavía se observa en nuestro país y sobre todo en nuestra capital. ¡La Revolución no iba a invertir en comprar perfumes de París, las divisas que necesita para comprar el material con que ponerles dientes a los campesinos de nuestra patria! No, la fachada del país tenía que cambiar, la fachada de lujo, la fachada que revelaba la vida de aquella minoría, aquella minoría que estaba elegante siempre, dando siempre fiestas, paseando siempre dentro o fuera del país en lujosos carros, aquella fachada tenía que cambiar para que nuestro país fuese adquiriendo la fisonomía de un país de trabajadores, de un país de productores, de un país sin parásitos, de un país sin explotadores ni explotados.
La fachada burguesa de la sociedad cubana tenía que cambiar, ¡y tendrá que cambiar!, ¡y tendrá que seguir cambiando! ¡No, no rodarán más carros lujosos! Las calles de nuestras ciudades verán cada día menos carros lujosos. En cambio, los campos de nuestra patria verán cada día más tractores, verán cada día más maquinaria agrícola. Nuestro país ya no verá construir más palacetes de 100 000 o 200 000 pesos y, en cambio, verá cada día más miles y miles de casas donde el obrero pagará solamente el 10% de su salario, su familia... la familia pagará solamente el 10% de sus ingresos.
La fachada aquella, correspondiente a una sociedad de parasitismo y de explotación, irá cambiando cada día más hacia la fisonomía de un país trabajador, de un país austero, en que no habrá los carros lujosos de la minoría; pero habrá lo que importa: ¡Habrá el pan asegurado de cada niño, de cada hombre y de cada mujer!, ¡habrá la escuela asegurada, habrá la escuela, el instituto, el centro técnico, la universidad!, ¡habrá la educación para pequeños y adultos, ¡habrá el trabajo para todos! Y el cemento que gastemos, la cabilla que gastemos, la mano de obra que empleemos, será, no para hacer palacetes de millonarios, sino para hacer escuelas para los jóvenes y los niños, para hacer fábricas, para hacer caminos, para hacer acueductos, para hacer carreteras, para hacer hospitales! (OVACION Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”), para que todos vistan, para que todos calcen, para que todos tengan derecho a la vida, para que todos tengan derecho a la cultura, para que todos tengan derecho al pan, para que todos tengan derecho a la alegría.
Y eso es lo que al pueblo le importa, eso es lo que el pueblo defiende. Nosotros sabemos que tenemos mucho que luchar todavía; es incalculable la cantidad de esfuerzos y de recursos que se necesitan. Sobre todo cuando se piensa que solo 17 localidades de Cuba tienen resueltos los problemas de alcantarillado, de agua corriente, de condiciones higiénicas, ¡diecisiete, entre cientos de localidades de nuestro país!
Sabemos cuántas casas faltan, sabemos cuántos hospitales faltan, cuántos caminos, cuántas necesidades todavía por llenar; pero sabemos, sin embargo, que ya estamos en el camino de llenarlas, de resolverlas. Y que aun cuando sabemos que la Revolución, en tres años apenas, ha hecho más por el pueblo, ha hecho más en bienes culturales y materiales, que todos los demás gobiernos reaccionarios y proimperialistas, que todos los demás regímenes que han pasado por la vida de nuestro país; sin embargo, lo que la Revolución ha hecho sabemos que no es más que empezar, y que el derecho que está defendiendo es el derecho a seguir haciendo, el derecho a seguir construyendo una sociedad sin parásitos, sin explotadores (APLAUSOS ); una sociedad de trabajadores, de personas útiles y dignas, y no una sociedad como la sociedad abolida, de lujo sobre miseria, de opulencia sobre sangre, y sobre sudor de los que producían y de los que apenas recibían una parte insignificante del fruto que las aves de rapiña, nacionales o extranjeras, le arrebataban.
¿Es posible que el pueblo no haya llegado a comprender todavía cabalmente hasta qué punto vivía en medio de una sociedad de insólita explotación, hasta qué punto el pueblo era víctima de la mentira, era víctima de la burla y de la explotación?
Pensando que en el día de hoy les íbamos a hablar a ustedes, los miembros de los Comités de Defensa, que nosotros sabemos que están integrados en cada barrio por los más fervientes defensores de la Revolución, fui a la Biblioteca Nacional a revisar algunos periódicos de épocas pasadas, y traje conmigo algunos de esos periódicos para hacer un recordatorio del pasado.
He traído... (MUESTRA UN PERIODICO) un“Diario de la Marina” (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS).
“Gráficas de la Crónica Habanera”. Una fotografía: “En el Country Club. Cada vez resultan más concurridos y animados los 'canasta parties' del Country Club de La Habana. Durante el pasado jueves fue tomada la presente foto en que aparece un grupo de asistentes: Beba Loret de Mola Zayas Bazán, Estela Alonso de Nodarse, Gigita de Fegur de Aguilera, Cuca Sánchez de Sánchez, Beatriz Morales de Lamar”, etcétera, etcétera.
“Animado cocktail party. La señorita Fulana de Tal ofreció el pasado jueves por la noche en la residencia de sus padres, doctor Fulano y de su señora, un cocktail party... (PIDEN QUE LEA LOS NOMBRES)... la señorita se llama...” —total, ya que salió en los periódicos, yo no veo por qué no van a querer que los leamos aquí— se llama la señorita Berta Borrel Navarro“ofreció el pasado jueves por la noche, en la residencia de sus padres, doctor Eduardo Borrel y señora Florinda Navarro, un cocktail party en honor de un grupo de sus amistades.” Aquí vemos a la anfitriona con Fulana, Mengana...“Almuerzo de señoras en Tarará. Un bonito almuerzo de señoras se celebró el pasado jueves al mediodía en Tarará Yacht Club ofrecido por la Asociación de Propietarios de dicha playa, de las distinguidas damas que brindan su colaboración a las tradicionales fiestas de Santa Elena, que se efectuarán, como es sabido, del 16 al 23 de agosto” — una semana entera.“Presidió el almuerzo la señora Fulana...”, etcétera.
“Mr. and Mrs. Richard R. Dolan, con Andrés Fabar y Laura L. de Fabar”, y así por el estilo. Pasamos la página, y vemos:
“Animada recepción al inaugurarse el nuevo edificio American International. Un moderno edificio — American International— fue inaugurado en la esquina de F y 23, en el Vedado, donde se encuentran instaladas las oficinas de la Insular Underwriters de Cuba, S. A., y con ese motivo se ofreció una brillante recepción a la que asistieron destacadas figuras de la sociedad, la banca, el comercio, la industria y el mundo de los negocios de La Habana. Fue una fiesta magnífica por todos conceptos, que se inició con la bendición de la moderna construcción por Su Eminencia Manuel Cardenal Arteaga (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), Arzobispo de La Habana, ceremonia en que estuvieron presentes los señores Cornelius V. Star, presidente de la Junta Directiva de la C. V. Star and Company Inc., y Enrique Fernández Silva, presidente de la Insular Underwriters de Cuba, S. A.
“Gentiles anfitriones de este acto memorable por todos conceptos, fueron, junto con el señor Fernández Silva, los ejecutivos locales de la Insular Underwriters de Cuba, señores Murray A. Cooker, vicepresidente, Rogelio A. Hernández, tesorero, doctor Guillermo Díaz Romañach, secretario y los directores Juan P. Fuentes, doctor Francisco Fernández, etcétera, etcétera.
“Hicieron el viaje desde el extranjero para estar presentes en la inauguración el señor C. V. Star, ya mencionado, dirigente máximo de la empresa que lleva su nombre y que orienta las actividades de diversas compañías y oficinas de seguros, conocidos mundialmente por el grupo American International Underwriters; W. S. Youngman, presidente de la C. V. Star and Company Inc.; A. Howasky, primer vicepresidente de la misma; H. M. Blake, vicepresidente de la American International Underwriters; A.. E. Gilbert, vicepresidente ejecutivo de la American International Corporation de Nueva York; A. Wever, tesorero de la propia corporación; A. Quarant, vicepresidente de la oficina de corredores de seguros March and Leichmann de New York, y el señor Alberto Ortiz Toro, importante corredor de seguros de Puerto Rico.”
Todo santificado perfectamente por“Su Ilustrísima”, el Cardenal...Fecha: 26 de julio de 1953.  (MUESTRA OTRO PERIODICO “DIARIO DE LA MARINA”).
Página primera:“Unos 70 muertos es el trágico balance del golpe contra los cuarteles de Santiago y Bayamo. Aun persiguen las fuerzas armadas a grupos complicados en la intentona, que se supone ocultos en fincas de la provincia oriental. Reportan que ha vuelto la normalidad después de los sangrientos sucesos del domingo”.
Rotograbado:“En la residencia de los esposos Johnson. El doctor Teodoro Johnson, durante la comida celebrada en su residencia la noche del sábado, aparece con un grupo de invitados entre las señoras de Cárdenas y Aspuru...”
“En el Club Náutico de Varadero. De la hermosa fiesta celebrada la noche del sábado en el Club Náutico de Varadero recogemos esta foto en la que aparece el doctor Fulano, Mengano...”, etcétera.
“En el Varadero Internacional. El director del “Diario de la Marina”, José l. Rivero, y señora Mariíta Mederos (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS), durante la fiesta del sábado en el Varadero Internacional, con los esposos René Scull y María Mederos.”
“En la residencia de los esposos Fanjul. Para un grupo de sus amistades tuvo un almuerzo el domingo la señorita Lian Fanjul Gómez Mena, en la residencia de sus padres, los esposos Alfonso Fanjul y Lilian Gómez Mena, asistiendo también algunas amistades de tan distinguido matrimonio, al que vemos rodeado de... tales personas.”
28 de julio de 1953.
(MUESTRA OTRO “DIARIO DE LA MARINA”).
Bodas, más bodas...“Festejada la señorita Silvia Font... ” “Merienda a Marilyns Bell...”
“En el Vedado Tennis Club. Una alegre comida de socios se celebró el sábado último en el Vedado Tennis Club, ofrecida por su directiva que preside el ingeniero Fernando R. de Castro. Nuestro repórter gráfico, Bernard, captó durante la misma a estos asistentes:... una serie de señoras.”
“Simpática comida. Para inaugurar su nueva residencia de Alturas del Vedado, y celebrando sus bodas de seda, ofrecieron una comida en noches pasadas los esposos tales y tales...” (LE PIDEN LOS NOMBRES) Se llaman los esposos Alfonso Ferrara y Delfina Rodríguez. “Simpática merienda. En honor de la señorita Yolanda Morera Avalos, y por su enlace con el joven Amable Martínez González, se celebró en días pasados una merienda que ofrecieron sus amigas”, etcétera.
Fecha: diciembre 2 de 1956, desembarco del“Granma”.
(MUESTRA OTRO“DIARIO DE LA MARINA”).
Este mismo del 2 de diciembre. “Celebra éxitos la industria azucarera nacional. Hacendados y colonos, en una ejemplar reunión, celebraron la noche del viernes un homenaje público al presidente de la república, general Fulgencio Batista (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS), como testimonio de reconocimiento a la acertada política económica que ha venido siguiendo el gobierno, especialmente en cuanto a nuestra primera industria”.
“El banquete del viernes constituyó uno de los actos más hermosos de la semana, no solo por el sentido de justicia que lo presidió, sino por el aleccionador espectáculo de cohesión y de fraternal convivencia que dieron los factores de la industria azucarera, tan necesitada de una armónica convivencia para su mejor desarrollo y auge.”
Este fue el mismo del 2 de diciembre. (MUESTRA OTRO“DIARIO DE LA MARINA”). Rotograbado: “El baile de las debutantes. Un lucido acontecimiento social, como se esperaba, resultó el baile de las debutantes, la tradicional fiesta del Havana Yacht Club, en honor de su gente joven, celebrada el sábado último. Dieciséis señoritas del mundo habanero se presentaron en esa fiesta esplendorosa, cuya reseña ofrecida en la crónica del domingo se completa con las presentes fotografías...”
“En honor de Mercedes Alvarez Rionda...”
“Animado cocktail party. En el nuevo restaurant del Vedado, El Emperador, brindaron un cocktail party el pasado viernes el artista de la decoración, Mario R. Arellano, y su esposa, Josefina Arellano”, etcétera.
“El cocktail party de Adela María López Oña...”
“La comida de Gloria Villa Peñaranda...”
“El compromiso de Alvarez-Pueyo...”
Fecha: 25 de diciembre de 1956, la noche de las Pascuas Sangrientas.
(MUESTRA OTRO PERIODICO)
“Muertas 19 personas: 17 a tiros y 2 ahorcadas en la zona oriental. Hasta ahora se desconoce en qué circunstancias perdieron la vida. Una tenía un cartel en que decía así:“Por traidor al Movimiento 26 de Julio”.
Estos fueron los 17 obreros y dirigentes obreros y sindicales, los 19 asesinados las Pascuas Sangrientas en Oriente.
Bien:“Comida de Olguita Gutiérrez Páez...” “Despedida de soltera...” “Comida de Navidad en el Havana Yacht Club. Con el presidente del Club, Mario Pedroso, y su esposa, Angela Herminia Armiñán, aparecen Cándido Bolívar, Rosa Faver de Rodríguez Penín, y Goar Mestre”.
“Una de las mejores fiestas de la temporada de pascuas ha sido la comida de Navidad que ofreció el Havana Yacht Club la noche del pasado martes en honor de sus miembros así como de los socios del Country Club de La Habana”.
“En aquella terraza, decorada exquisitamente, se reunieron infinidad de parties que contribuyeron al lucimiento de la fiesta que dio comienzo a las 8:00, prolongándose hasta pasadas las 2:00 de la mañana.” Es posible que mientras allí bailaban y tomaban champagne, los esbirros de Cowley asesinaban a los líderes obreros.
“Nacimiento escenificado. Con la señora Lily Longa, viuda de Arellano, y sus hijos, Josefina Arellano de Silva, Olga Arellano de Hernández; y Mario R. Arellano, aparecen la Condesa de Revilla de Camargo (EXCLAMACIONES Y RISAS) y Sofía Rangel de Cárdenas.”  “Un espectáculo maravilloso, lindísimo, resultó la representación del Nacimiento de Jesús, verificada hace unos días en los jardines de la residencia de la señora Lily Longa, viuda de Arellano, en el Biltmore. Ante una nutrida concurrencia los nietos de tan distinguida dama, grupo numeroso de niños y niñas, hicieron esta bonita representación, que dirigió con su acierto acostumbrado Mario R. Arellano.”
(MUESTRA OTRO PERIODICO)
“En honor de Margarita Rabel...” “Cocktail de los esposos Bienvenú... ” “Modas...” “Lujos...” “El Encanto...”, etcétera. Fecha: 14 de marzo de 1957, ¡al otro día del asalto al Palacio Presidencial!
(MUESTRA OTRO PERIODICO)
“Murieron 16 rebeldes y 11 militares en dos encuentros ocurridos en Oriente. Un director de operaciones iniciará una acción radical contra los insurgentes de Sierra Maestra” — en los días en que coincidieron la batalla de Uvero con el asesinato de los del Corinthya.
“Cocktail party de los esposos Posada Beguiristaín. Un cocktail party pleno de animación, de lucimiento, brindaron el sábado por la noche en el prestigioso Havana Yacht Club, el cronista social de Avance, Joaquín de Posada, en ocasión del onomástico del compañero de Posada, acaecido el viernes anterior.”
“Crónica Habanera: Cocktail party, fashion-show, boda de Lastre y Reboredo, recepciones, comidas”. Y en la primera página: “Murieron 16 rebeldes y 11 militares en dos encuentros ocurridos en Oriente”.
Una crónica cualquiera: “Panorama social: la gran boda del domingo. La hermosa residencia del ex ministro de Estado, doctor Miguel Angel de la Campa, actual embajador de Cuba en Washington, fue marco propicio el domingo para la boda de su encantadora nieta, Mickies de Zéndegui y Campa, y el joven abogado, doctor Antonio Fernández Rubio Catasús. La novia es hija del estimado amigo, doctor Guillermo de Zéndegui y Carbonell, director de Cultura del Ministerio de Educación, y de la señora María Teresa Campa”, etcétera.
“'Frente a la piscina de la residencia se iniciaba la senda nupcial, construida en madera y tapizada a todo lo largo por hermosa alfombra de color gris perla. En su inicio se destacaban dos pequeñas columnas tapizadas con follaje cubierto en su parte alta con macizos de gladiolos blancos, extendiéndose a ambos lados de la misma canteros rectos, cuajados también de gladiolos blancos. El altar fue levantado sobre la gran plataforma a dos niveles, sirviéndole de fondo gran paredón de follaje verde con columnas cuadradas, adornadas en sus extremos con el mismo follaje, terminados en forma esférica, avalorados por gladiolos blancos. Se destacaba allí la imagen de Nuestra Señora del Carmen”, etcétera.
“La mesa de oficiar quedó cubierta con paño de encaje de Bruselas, adornada con grandes candelabros de plata con tres cirios cada uno. Frente a la misma quedaron dispuestos los reclinatorios para los novios, los padrinos, el presidente mayor general Fulgencio Batista Zaldívar” (ABUCHEOS), etcétera.
“En aquel marco maravilloso de suprema distinción, se celebró la brillante ceremonia, que reunió una nutrida representación del mundo oficial, el Cuerpo Diplomático y la sociedad habanera.
“La novia radiante de belleza en sus galas”, etcétera...
“Y después de escuchar la clásica epístola”, etcétera...
“Corte de Honor: La novia fue precedida en su camino al altar por una corte de honor formada por la jovencita María Luisa Nieto y de la Campa como“junior bride maid”, y cuatro niñas de “flower-girls”, que eran sus primas. La“junior bride maid”, con vestido de organza, con bordado inglés sobre fondo azul miosotis, según el modelo Renoir, de la firma de Grif; y las niñas con sus trajes de lencería blanca, bordados, con fondo azul miosotis, igual que la dama, y la banda en la cintura de terciopelo azul zafiro. Llevaban todas pequeñas pamelas de paja, y sus ramos eran de rosas — de la‘junior'— y de rositas miniaturas — de las ‘flower-girls'.
“Después de celebrada la ceremonia en mesitas colocadas en los jardines, se sirvió un almuerzo bajo la dirección de los señores Muiño y Jorge, propietarios del restaurant El Jardín, del Vedado. “Después: “padrinos, testigos”, etcétera, etcétera.
(ALGUIEN DEL PUBLICO GRITA: “¿Y el cura?”)
No, el cura no podía faltar en la“comelata” esa.
Este pequeño recuento puede darnos idea de lo que era nuestro país, y para qué vivía nuestro país, y para quiénes trabajaba nuestro pueblo; cuánta frivolidad, cuánto lujo, cuánto derroche y cuánta ridiculez. Y hemos traído las crónicas de fechas que fueron fechas de heroísmo, fechas de luto, fechas de dolor, dolor y luto al que eran insensibles aquellos“caballeros” y aquellas “damas” de sus clubs aristocráticos; millonarios, aves de rapiña, saqueadores de pueblo, que allí iban a escenificar el Nacimiento del Niño Jesús, del Niño Jesús que nació en un pesebre según cuenta la Biblia; ellos en sus palacetes, rodeados de encajes, de oro y de plata, de opulencia y de millones. ¡Esos eran los cristianos aquellos! Y el Eminentísimo Cardenal bendiciendo la empresa imperialista; y los encajes, y los lujos, y los nombres en inglés, y las firmas francesas, y los Country Club, y los Yacht Club, y los Miramar Club, y no había un solo nombre siquiera que se pronunciara en español. Y allí podían ir solamente ellos, ellos y exclusivamente ellos, los parásitos, los que no producían un solo grano de maíz, los que no producían un solo grano de alimento, bien vestidos, bien perfumados, bien“comidos”, bien transportados, bien servidos.
Y así vivían en el Olimpo de sus lujos, en el Olimpo de sus privilegios, privilegio que significaba explotación, discriminación, porque allá nada más podían ir ellos, ellos, los de la alta sociedad, los señores del mundo de la banca, de los negocios, del comercio, a bañarse allí, mientras los hijos del pueblo tenían que bañarse en el malecón, y tenían que bañarse en el río Almendares, y tenían que estar discutiendo si los dejaban entrar o no a la playa de Viriato, porque las playas todas, con sus arenas, con su sol y con su aire, no eran para el pueblo: eran para ellos, exclusivamente para ellos.
Y los niños, ¿quién se los cuidaba? Y la casa, ¿quién la atendía? ¿Quién les lavaba la ropa? ¿Quién fregaba el suelo? ¿Quién les preparaba la comida caliente cuando la “dama” llegaba cansada? Pero no crean ustedes que cansada de trabajar. No. Cansada de jugar canasta, cansada de charlar y de hablar con sus amiguitas y amigotas de la misma alcurnia; cansadas de comer, cansadas de beber, cansadas de bailar y cansadas de parlotear.
Allí, vestidas de blanco, para que cuando vinieran sus amigas vieran que sus domésticas vestían de blanco los días de fiesta, y de azul por la mañana cuando tenían que fregar el piso. ¿De dónde sacaban sus lujos? ¿Cómo podían llevar aquella vida? Haciendo trabajar a los obreros en los centrales. Eran garroteros a través de los bancos, latifundistas explotadores, con el pueblo a su servicio. Que mientras más hombres pobres y más mujeres pobres, y más obreros con familia numerosa, sin escuela, más criadas para sus señoronas, más criadas para que sus señoras jugaran “Canasta Party”, y no se perdieran ni de una comida, ni de una merienda, ni de un “Cocktail Party”, de ninguna fiesta, de ninguna ridiculez. Porque, al fin y al cabo, si alguien quiere divertirse, que se ponga a leer las crónicas sociales, para que vea como vivía aquella gente.
¿Hasta cuándo íbamos a vivir así? ¿Hasta cuándo las hijas de los obreros y de los campesinos iban a estar destinadas al servicio doméstico, o a trabajar en los bares, o a los prostíbulos, para que todos esos señores tuvieran sus “fashion show”, sus “cocktail parties” y sus “canastas parties”, y salieran para París, y salieran para Miami, y se estuvieran dando toda aquella vida? ¿Hasta cuándo? ¿Y hasta cuándo iba nuestro pueblo a soportar todo eso? ¿Por qué tenía el pueblo que soportar aquel régimen atroz, aunque estuviese santificado por todos los curas reaccionarios y falangistas que había en este país?
Ese era el sentimiento“cristiano” de esos señores, ese era el sentimiento“religioso” de esos señores: vivir de parásitos, vivir de holgazanes, como si ellos fuesen seres superiores, a los que el pueblo estaba obligado a engordar como lechones y a servir eternamente. ¿Hasta cuándo? Tenían que acabar con todos esos privilegios, tenía que acabar toda esa explotación, tenía que acabar esa discriminación, tenía que acabar esa“alta sociedad”, ese “mundo de los negocios”, de los bancos. Tenía que acabar ese mundo fatuo de privilegios. Tenían que acabar los clubes exclusivos. Tenían que acabar los nombres ingleses. ¡Y tenían que acabarse los perfumes franceses, y tenían que acabarse los encajes, y tenía que acabarse toda esa basura y toda esa vida ridícula y frívola! ¡Tenían que abrirse todos esos clubes aristocráticos, y los hijos de las familias del pueblo tenían que dejar de bañarse en la roca del Malecón, para ir a bañarse allá también, en el “Yacht Club”, en el “Miramar Country Club”, y en todos los clubes!, ¡que ya no se llaman clubes, ni se llaman Country, ni se llaman en inglés, que se llaman círculos obreros o círculos populares!
¡Claro! ¿Y quién iba a decir, quién decía que el mundo se iba a acabar el día que se acabara la “alta sociedad”, el día que se acabara el“mundo de los negocios”, y de los bancos, el día que se acabaran los clubes exclusivistas, y el día que se acabaran todos los“cocktails parties” y todos los“canastas parties”, se acabara todo aquello? ¿Quién iba a decir que la república se acababa el día que se acabara todo aquel parasitismo?
Ellos creían que la sociedad era un orden natural, en virtud de lo cual ellos estaban en la cúspide, encaramados sobre las cabezas y los hombros del pueblo, que estaba de manera natural; destinado a la esclavitud, destinado a la explotación. Y resulta que ahora ellos están lejos de aquí, y el pueblo, ese pueblo al que ningún orden natural lo obligaba a ser esclavo, al que ningún orden natural le obligaba a trabajar para los parásitos, es el que está en la cúspide del poder en la patria; los hijos de los obreros y campesinos son los que van a estar estudiando en todas esas residencias, y ellos son — los obreros, y los campesinos y los hombres y mujeres humildes del pueblo— los que hoy pueden ir a todos esos sitios, sin discriminación, sin desigualdad, a hablar español, a hablar en criollo, y a vivir en cubano.
Desde luego que para los“caballeros” y las“señoras” del Country, del Biltmore, de todos aquellos sitios, el pueblo era la chusma. ¡Cómo ellos iban a soportar que la chusma se fuera a bañar, fuera allí — ¡no faltara más! —, donde mismo iban ellos, en la misma agua, en la misma playa? ¡De ninguna manera! ¿Cómo sus hijos van a estudiar con los hijos de la chusma? ¿Cómo sus hijos van a estudiar en aquellos mismos colegios, con los hijos de un obrero? ¡No, de ninguna manera, para Miami! ¡A la carrera, a sacar el pasaporte, aunque ya tenían el pasaporte, y entonces a marcharse!
Desde luego, eso había tenido su preámbulo. El problema es que no se trataba solo de los hijos. Es que la Revolución había atacado el mal en lo más fundamental; había atacado aquella explotación y aquel parasitismo por su base. La Revolución había hecho la Reforma Agraria, la Revolución había hecho la Reforma Urbana, la Revolución había nacionalizado todas las grandes industrias. En dos palabras: la Revolución había afectado los intereses económicos de aquella capa explotadora y sus satélites.
Porque no vayan a creer que allí estaban únicamente ellos, los de la “alta sociedad”. Ellos llevaban, cada grupo de esos de la“alta aristocracia”, tenía una capa más amplia de corifeos y de aspirantes también a salir algún día en los periódicos, en las crónicas, y trataban con toda aquella gente.
Y, desde luego, eso es lo que ellos no perdonan, a eso es a lo que ellos no se resignan. Los parásitos se han estado marchando. ¿Y qué quieren? Pues quieren destruir el régimen de derecho y el régimen de justicia que la Revolución ha traído. Han querido que el país vuelva a todo aquello del pasado. Eso es lo que, con la ayuda del imperialismo, quieren volver a implantar aquí. Y eso es lo que defienden los contrarrevolucionarios, eso es lo que defienden los gusanos, eso es lo que defienden los traidores, eso es lo que defienden los vendidos. Hoy, cuando se abre un periódico, no encontrará nadie toda esa serie de ridiculeces y de sandeces. Hoy no encontrará señoronas, hoy encuentra obreros trabajando, campesinos trabajando. Elogios no al más grande parásito; hoy sale en los periódicos el más grande trabajador, el más esforzado obrero. Hoy sale en los periódicos no el más distinguido“club” de parásitos, sino el más distinguido centro de trabajo, la mejor cooperativa, la granja del pueblo que está ocupando el primer lugar, los alfabetizadores enseñando, los brigadistas-obreros partiendo hacia las montañas, el miliciano en su campo de entrenamiento; las actividades del pueblo, porque todo aquel mundo de los explotadores ha sido sustituido y será cada vez más sustituido por este mundo de los trabajadores, de los hombres y mujeres útiles que trabajan, que no viven del esfuerzo ajeno, sino de su propio esfuerzo.
Esa es la diferencia, una diferencia tan grande que ellos no podrán hacerla desaparecer jamás, aunque se junten —como se han juntado siempre— todos los parásitos de la Tierra, aunque los parásitos de aquí se unan a los parásitos de allá, en el mismo propósito de defender los intereses de los parásitos, en todos los lugares del mundo donde los haya.
¿Creen ustedes que eso era aquí en Cuba? No. Esas crónicas son exactamente iguales en todos los países imperialistas y capitalistas; esas crónicas son exactamente iguales en casi todos los pueblos; prácticamente en todos los pueblos de América.
Todos los parásitos se juntan y se solidarizan en la tarea de destruir la Revolución de los obreros, y de los campesinos cubanos. ¡Qué lejos estaban ellos de sospechar y de imaginarse que la Revolución se gestaba, que la Revolución se estaba gestando! ¡Qué lejos estaban ellos de imaginarse que todo ese mundo que ellos creían que tenía la bendición divina”! Porque como ellos iban a misa todos los días — a las 11:00 de la mañana, claro está, después de dormir toda la mañana—... como ellos de vez en cuando daban una limosnita, ellos creían que su régimen social estaba bendecido y santificado, y que, por tanto, ese régimen social era un régimen eterno y un régimen indestructible.
Eso es lo que significa la Revolución. Los parásitos esos, o sus similares, no pueden pertenecer a las organizaciones de masa del pueblo. A las organizaciones de masa del pueblo no pertenece ningún parásito. La Revolución tiene que transformar ese mundo, tiene que seguir transformándolo. Hay algunos casos, todavía, de palpable parasitismo, y palpable corrupción. Voy a ponerles un ejemplo:
Al principio de la Revolución, cuando no teníamos organización, cuando no teníamos fuentes de trabajo, cuando los recursos económicos no estaban en manos del pueblo, se dictó una serie de medidas contra el juego, se acabaron los traganíqueles aquellos, se acabaron las bolitas, se convirtió la lotería en el INAV, pero, sin embargo, quedaron los casinos. En aquella ocasión, por ser centros de trabajo, los casinos no fueron afectados, se mantuvieron. Quien quiera estudiar un poco de sociología, cualquiera que quiera estudiar el vicio y el parasitismo en acción, cualquiera que quiera ver lumpen, cualquiera que quiera ver parásitos, que vaya a uno de esos casinos.
Como una prueba inequívoca de que todavía en Cuba hay mucho parasitismo y aun hay mucha explotación, baste decir que a pesar de la ley de cambio de moneda, que limitó los recursos de los grandes atesoradores, a pesar de eso, el mes pasado solamente, en los cuatro o cinco casinos que quedan, se jugaron los parásitos, 6 millones de pesos. Desgraciadamente, hay algunos obreros que van a esos centros. Desgraciadamente, hay algunos obreros de altos ingresos que tienen el vicio de jugar; pero aquellos centros se nutren principalmente, de parásitos que todavía quedan, y que tienen dinero extraído del trabajo de los obreros y del pueblo, y van a jugárselo allí al tapete verde.
Para la Revolución constituye una verdadera vergüenza. En el espíritu actual de sacrificio, con la moral cada vez más elevada del pueblo, ya resulta verdaderamente vergonzoso y absurdo que esos casinos todavía sobrevivan en nuestro país. Hoy por hoy, el Gobierno Revolucionario puede perfectamente mantener el empleo de todos los artistas y productores de espectáculos públicos que trabajan en los hoteles; puede mantener el empleo de los que trabajan en esos centros. Dicho sea de paso, algunos de los empleados de esos centros son gente bastante corrompida, por su trato con todo ese elemento ricachón y parasitario. Claro, no quiere decir todos. Hay buenos obreros, más bien empleados de esos centros y hay otros que son tan parásitos como son los que van allí a jugar. Desde luego, son contrarrevolucionarios, porque todo parásito tiende a la contrarrevolución, inevitablemente. Nosotros no podemos garantizar los sueldazos de algunos“dealers” — se llaman“dealers” en inglés. No podemos mantener los sueldazos de algunos“dealers”, pero, a todos los empleados de esos centros, a todos los artistas, y a todos los músicos, la Revolución les puede garantizar perfectamente bien su trabajo y remunerarlos igualmente. Porque una cosa es el juego, y otra cosa distinta es el espectáculo público, donde trabajan artistas de manera útil para el pueblo. La Revolución puede mantenerlos, y mantendrá el trabajo de todos.
Pero, ¿para qué vamos a estar recogiéndoles el dinero a los parásitos en un tapete verde, si la Revolución, a través del sistema tributario, puede recoger todo ese dinero, y más también, de los parásitos? Entonces, ¿no creen ustedes que ya la existencia de los casinos de juego no es compatible con la Revolución socialista? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) ¡Pues bien! ¡A jugar a Miami o a jugar a Las Vegas! ¡A jugar en otro lado, parásitos, que en Cuba, ese último bastión que quedaba al parasitismo y al vicio, por la voluntad limpia y honesta del pueblo trabajador, pueden considerar que la noche de hoy fue su último día! (OVACION Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”)
Y con eso, si algunos más se quieren ir para Miami, ¡que se vayan para Miami! Cada vez que salga un barco de parásitos, lo mismo para España que para Miami, la república sale ganando. ¿Qué pierden ustedes, hombres y mujeres trabajadores del pueblo? ¿Qué pierden ustedes, hombres y mujeres que viven en solares, que viven en cuarterías, que viven en los barrios de indigentes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nada!”) ¿Qué pierden ustedes cuando un parásito se marcha? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nada!”) Un consumidor menos de filete, un rodador menos de automóvil de lujo, un bebedor menos, un comilón menos (RISAS Y EXCLAMACIONES); y si tiene un buen apartamento, ese apartamento será para una familia obrera que tenga numerosos hijos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).
(COMIENZA A LLOVER.)
No vamos a hacerle caso al agua. Me faltaban algunas cosas, pero voy a ser breve para evitar que la empapada... (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No queríamos que ustedes se empaparan demasiado.
Bien. Quiere decir que esta noche ya hemos acordado en esta asamblea de los Comités de Defensa de la Revolución —porque los Comités de Defensa de la Revolución son la expresión genuina de la voluntad del pueblo— que la cuestión de los casinos se acabó.
Hay otro problema que nosotros tenemos que ir abordando: el problema de la prostitución. Hay que tener en cuenta que la prostitución es una lacra social, consecuencia de la explotación; y que hay que tener en cuenta que fueron a parar a los prostíbulos jóvenes de familias humildes. La prostitución es una consecuencia del régimen de explotación del hombre por el hombre; y que las medidas que la Revolución tomará en ese sentido, no serán las medidas que toma contra los parásitos, sino mediante procedimientos en que combinará la educación con la ayuda económica y con los procedimientos adecuados para ayudar a la rehabilitación social de esa parte de los sectores humildes del pueblo, educarlas, darles trabajo, y ayudarlas. No serán procedimientos drásticos ni mucho menos, sino el procedimiento que tienen que seguir, muy estudiado, y con la ayuda y la colaboración de las mujeres que han sido víctimas de esa lacra social.
Es decir que ninguna mujer cubana que haya tenido esa desgracia, espere que el Gobierno Revolucionario vaya a tomar medidas drásticas con ellas, sino que el Gobierno Revolucionario, como hijas que son de los sectores humildes del pueblo ...Ellas se vieron obligadas por la explotación... Ninguna de aquellas encumbradas damas iba a parar al prostíbulo nunca. Algunas de aquellas damas practicaban la “alta prostitución”, pudiera llamarse.
Ahora bien, ¿y qué hacemos con los “explotadores de mujeres, los que se dedican a la trata de blancas? (EXCLAMACIONES DE: “¡Que se vayan!”) La primera batida, la batida hay que darla contra los que se dedican al infamante negocio de la explotación de las mujeres, de los que se dedican a la trata de blancas, y deberá ser esa la tarea de los compañeros del Ministerio del Interior, el darles la batida a los que comercian y explotan con mujeres.
Así que lo advertimos, que va a comenzar la lucha contra ese elemento corrompido y antisocial. Lo advertimos, lo advertimos a su debido tiempo, ¡para que se asilen, si quieren, o saquen los pasajes para Miami! Y, si quieren, nosotros, con mucho gusto, se los mandamos para Miami también y hasta les pagamos el pasaje a toda esa gente, para Miami.
Vamos a seguir limpiando la casa de elementos explotadores y elementos antisociales. Que la Revolución precisamente, muy lejos de detenerse, seguirá adelante con su obra redentora y su obra moralizadora. Entendemos que el elemento dedicado a la explotación de las prostitutas es el elemento que le falta ya por recoger al imperialismo entre toda la basura que se ha llevado (RISAS Y APLAUSOS).
Nosotros queremos que los Comités de Defensa nos ayuden en una campaña que estamos haciendo. Nos hemos propuesto la meta de tener 20 000 estudiantes en las escuelas nocturnas para empleadas del servicio doméstico para el mes de diciembre. Ya tenemos 3 000. Un grupo de esas 3 000 van a recibir becas y van a estudiar mecanografía, taquigrafía y distintas cosas para trabajar en oficinas y realizar distintos trabajos en centros de trabajo de la Revolución.
Y como también, a medida que el país necesite mano de obra va a acabarse el trabajo doméstico, pues nosotros vamos a educar y hacer escuelas para todas las domésticas, para que puedan encontrar empleos en tiendas, oficinas del Estado, bancos, fábricas y en todos esos centros de trabajo.
Así que necesitamos que los Comités de Defensa nos ayuden en la campaña de llevar a esas escuelas, de inscribir en esas escuelas, a 20 000 muchachas del servicio doméstico. Cada una de ellas recibirá una pequeña ayuda mensual de subsidio, de cinco pesos nada más, como ayuda para los pasajes y para sus gastos, a todas las que vayan a clase; y ya, el día 15 de octubre, 1000 de ellas van a recibir becas, para empezar a trabajar en el mes de enero en oficinas. Así que nosotros queremos que los Comités de Defensa de la Revolución cooperen con las ORI y con la Federación de Mujeres en la tarea de inscribir a esas jóvenes.
No se olviden que los Comités de Defensa tienen por función fundamental la vigilancia, pero además la Revolución les ha asignado una serie de tareas, con relación a los abastecimientos. Tienen que ayudarnos en otra cosa, fíjense bien: ya les dije lo de la campaña para elevar a 20 000 el número de matrículas de domésticas estudiando en los centros nocturnos; segundo: la vigilancia en las casas. Los parásitos que se van a veces traen a un parientico o traen a un amiguito para la casa, y, ¡de eso nada! No señor. Hay que vigilar para cuando ya ustedes los vean vendiendo máquina, muebles, etcétera, y ya se sabe que se van, nosotros tengamos la planilla. Y esa casa — lo advertimos— será para una familia obrera. El que se mude para la casa de un parásito que se vaya, ¡que sepa que después tiene que dejar la casa! , el que se mude para la casa de un parásito, que esas casas son para los obreros.
Ustedes tienen también que, entre sus actividades, realizar esa vigilancia, esa colaboración con la CTC y el Ministerio de Seguridad, para garantizar que nadie pueda burlar las disposiciones del Gobierno Revolucionario sobre ese particular.
Los Comités de Defensa de la Revolución son órganos de la Revolución, son órganos del poder revolucionario. Además de las tareas revolucionarias, como organización revolucionaria de masas, ustedes están llamados a desempeñar distintas tareas necesarias e imprescindibles a la Revolución, que deben realizar con alto sentido de responsabilidad, con alto sentido de sacrificio. Porque una de las cosas que ustedes deben tener siempre presente es que ser miembro del Comité de Defensa significa tener espíritu de sacrificio, ser el ejemplo para los demás ciudadanos, trabajar, observar a los contrarrevolucionarios; pero, además, hacer una labor de captación, una labor de proselitismo.
Ustedes saben que muchos de los que fueron arrestados la otra vez, cuando Girón, han rectificado muchos de ellos, algunos de ellos se han integrado con la Revolución. Se debe tener en cuenta eso, que la tarea de los Comités de Defensa es también hacer una labor de proselitismo, captación, al mismo tiempo que una vigilancia severa e implacable sobre los enemigos de la Revolución.
Ya ustedes tienen mucha más experiencia, ya el aparato está mucho más perfeccionado, y en cualquier contingencia pueden cumplir sus tareas con mayor eficiencia, hasta con más equidad, con más cuidado, de manera que en el barrio vean al Comité de Defensa, todos los ciudadanos, como una organización que es amiga, como una organización revolucionaria, como una organización que está dispuesta a ayudar, aunque está dispuesta a actuar con toda la energía que sea necesario cuando se lo ordene la Revolución.
Otra cuestión que nosotros queríamos advertir aquí esta noche: el caso de esos elementos que se marchan al extranjero. Nosotros, para esos señores les dejamos las puertas abiertas para que se marchen. Pero, eso sí, queremos advertir una cosa. Lo que no podemos nosotros es colaborar en darles facilidades a la Agencia Central de Inteligencia y al imperialismo para realizar trabajo subversivo aquí. Porque, hasta ahora, estaban salida y entrada libremente. Que se vayan, no nos importa, pero el problema es que muchos de ellos tenían un tránsito de Miami para aquí también, los agentes perturbadores que venían a traer instrucciones, a hacer negocios de todas clases.
Por eso nosotros queremos advertir aquí otras disposiciones de la Revolución. Para los que se van, puertas abiertas. Ahora bien, para volver, después de ir a Estados Unidos... Hay algunos señores que han mandado a sus hijitos y esas cosas para allá. Muy bien. Nosotros no nos oponemos, nosotros respetamos el derecho de esos señores. Bien. Nosotros mandaremos a estas escuelas de aquí a los hijos de los obreros. ¡Magnífico! No le negamos a ningún niño el derecho. ¿Se los llevan? Bien. Ahora, lo que no podemos permitir es el tránsito de allá para acá, libremente. ¿Por qué?, porque eso le facilita el trabajo al enemigo.
Y nosotros, ¿qué ganamos con esos viajeros que van a Estados Unidos? Nosotros no ganamos nada. Y, por lo tanto, otra disposición que adoptará el Gobierno Revolucionario es esa: salida, libre. Ahora, el que va a Estados Unidos como residente o como turista, para regresar necesitará permiso especial del Gobierno Revolucionario. Todos aquellos que hayan salido después del primero de enero de 1959. Repatriados son fundamentalmente los que se fueron antes por motivos económicos, y tuvieron que ir a trabajar allá y saben lo que es el imperialismo. A esos nosotros les brindamos facilidades, a los que están regresando.
Todos los que se fueron después del primero de enero de 1959 y están allá, o los que se van, aunque sea de turistas, bueno, nosotros les brindamos todas las facilidades para salir. Pero para entrar necesitan permiso especial y plenamente justificado, del Gobierno Revolucionario. Esa es otra medida que tomará el Gobierno Revolucionario como medida de defensa de la Revolución, que la Revolución no se va a detener en su lucha contra los vendepatrias, contra los traidores, contra los parásitos, contra los gusanos, contra los explotadores. Nosotros seguiremos adelante, con mano firme; nosotros seguiremos adelante, actuando con todo el rigor que sea necesario.
Ustedes recordarán, en los días de la invasión, que nos filtraron a muchos individuos aquí; los metieron por las costas, los lanzaron, incluso, en paracaídas, fue la Agencia Central de Inteligencia. Pues bien, ya los Tribunales Revolucionarios vienen dando cuenta de todos esos señores que filtró aquí la Agencia Central de Inteligencia. Sepan los filtrados, los agentes del enemigo, sepan que les espera aquí el castigo más severo. A todos esos traidores, les espera, sencillamente, ¡el paredón!
No importa que se organicen campañitas cada vez que uno de esos traidores, vendepatrias, vendidos al oro gringo, esté preso. Que organicen las campañas contra la Agencia Central de Inteligencia, el Pentágono y el imperialismo que está organizando sus expediciones contra nosotros, sus agresiones contra nosotros, sus ataques criminales contra nosotros.
A todos esos señores, y en especial a este señor del partido reaccionario de Venezuela —creo que se llama Caldera— que mandó un telegramita interesándose por los contrarrevolucionarios: ¡Que le escriba al Pentágono su carta, y le mande su telegrama al Pentágono, diciéndole que cesen en sus acciones agresivas y criminales contra nuestra patria!, ¡que le escriba a los de la Agencia Central de Inteligencia y que le escriban al Pentágono si quieren proteger las vidas de sus corifeos, si quieren proteger las vidas de los mercenarios, y si quieren proteger las vidas de los traidores! Que nosotros, los cubanos, nos defenderemos de los agentes del imperialismo, y de los terroristas, y de los mercenarios, y de los vendepatrias. Nos defenderemos con toda la energía y con toda la decisión que sean necesarios.
Tenemos que seguir adelante en el trabajo de organización, hacer con los Comités lo mismo que estamos haciendo con las milicias: avanzar en la organización. Un pueblo, cuanto más organizado, más fuerte. Organicemos a todas las personas decentes, a todas las personas útiles, a todas las personas trabajadoras, que los trabajadores jamás podrán ser vencidos por los parásitos; que los hombres leales a la patria, leales a los humildes, leales a los pobres, jamás podrán ser vencidos por los explotadores, por los parásitos, por la gusanera de los privilegiados. La razón y la justicia jamás podrán ser vencidas por el crimen.
Y, para terminar (PROTESTAS), una noticia buena, comunicada por el compañero Dorticós, y el compañero Blas Roca, y los demás miembros de la Delegación de Cuba, que viaja por los países socialistas nos han comunicado que ya se han celebrado convenios en virtud de los cuales ya para el año que viene, y para los próximos cuatro años —cuatro años—, Cuba tiene vendidas a los países socialistas —solamente a los países socialistas— 4,5 millones de toneladas de azúcar. El precio convenido para el próximo año está por encima del precio del mercado mundial, y nos permitirá garantizarles a todos los obreros azucareros el salario, durante toda la zafra, de 4,70, es decir, el salario máximo que han tenido todos los obreros azucareros.
Así que el año que viene toda la caña la picaremos, la picaremos al precio de 4,70 en virtud de todos esos convenios. Y no solo eso, sino que el azúcar de Cuba está vendida — 4,5 millones, por lo menos— a los países socialistas durante los próximos cuatro años, que nos garantiza zafra de 6,5 millones de toneladas durante todos esos años que vienen. Queríamos, precisamente, aprovechar esta ocasión, para darle esta noticia al pueblo.
¡Adelante, compañeros de los Comités de Defensa de la Revolución! ¡Adelante! ¡A luchar, a librar cuantas batallas sean necesarias! ¡Que cuando el enemigo lance de nuevo sus ataques, no solo se encuentre un ejército y una milicia más fuertes, sino que también tengan que chocar con una organización revolucionaria de los Comités de Defensa de la Revolución mucho más fuerte! ¡Vivan los Comités de Defensa de la Revolución!
¡Vivan los trabajadores!
¡Viva la Revolución socialista!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

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