julio 14, 2012

Discurso de Fidel Castro resumiendo los actos para festejar el III Aniversario de la Revolución Socialista de Cuba (1962)

DISCURSO RESUMIENDO LOS ACTOS PARA FESTEJAR EL TERCER ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE CUBA, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION
Fidel Castro
[2 de Enero de 1962]

― Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno revolucionario ―

Distinguidos visitantes de todas partes del mundo que nos acompañan en el día de hoy; Trabajadores;
Ciudadanos todos:
Hoy nos reunimos para conmemorar el tercer aniversario de la Revolución, y el comienzo del cuarto, y la marcha de la Revolución, todos los años que sean necesarios, hasta que la gran obra esté concluida. Y será así, porque la respalda el pueblo, porque no es tarea de un grupo de hombres, sino de la nación entera (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:”¡Venceremos!”).
Hemos vencido, y seguiremos venciendo, porque no es empresa de parásitos, sino obra de luchadores, de trabajadores, la obra de todo lo que vale en nuestra patria, de lo mejor y lo más noble de nuestra patria; de nuestra patria, cada día más limpia de gusanos, cada día más limpia de parásitos, cada día más limpia de explotadores, cada día más limpia de traidores.
Tres años han transcurrido, y si se quiere un veredicto de la obra de estos tres años, si se quiere una prueba irrefutable de que han sido tres años de lucha victoriosa, de que han sido tres años de creación, de que han sido tres años de fructífero trabajo, basta mirar a esta plaza, basta mirar a esta multitud, basta mirar a este pueblo, para que se derrumben todas las calumnias de los enemigos de la Revolución, para que se derrumben todas sus mentiras. Basta mirar a esta plaza, para saber y para comprender que la obra de la Revolución ha sido justa, ha sido útil, ha sido provechosa y ha sido redentora para nuestro pueblo.
Nosotros estamos aquí en presencia de cientos de visitantes de todas partes del mundo , de todos los gobiernos amigos, de todos los pueblos revolucionarios; de los que han conquistado ya su libertad, de los que han hecho ya su revolución; representantes de pueblos que están luchando por hacerla, como la delegación del heroico pueblo argelino que nos acompaña en el día de hoy (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Argelia, Argelia!”); representantes de pueblos que todavía tienen disputas y contiendas con el imperialismo y el colonialismo; representantes de todos los pueblos de América Latina; de los gobiernos que han sabido mantener una actitud digna frente al imperialismo; representantes de los pueblos cuyos gobiernos mantienen relaciones con nosotros, y representantes también de los pueblos cuyos gobiernos— o cuyos desgobiernos— han roto relaciones con nosotros , ¡porque ningún pueblo de América ha roto relaciones con nosotros!
Ante todos esos pueblos la Revolución Cubana resultan un acontecimiento interesante, un acontecimiento importante de la lucha de los pueblos en esta época contemporánea por su liberación y por la justicia; concita nuestra Revolución la admiración y la simpatía de todos los pueblos del mundo. Diversas circunstancias contribuyen a ello. Primero, la circunstancia — no sé si más ingrata para nosotros o más grata para ellos— de ser vecinos de los imperialistas yanquis, a solo 90 millas de distancia.
Pero como nosotros no estamos dispuestos a mudarnos, ni podemos mudarnos, y ellos tampoco pueden mudarse, más nosotros no estamos dispuestos a cambiar, porque nosotros marchamos con el curso de la historia, y a los imperialistas no les queda el remedio de mudarse de nuestras vecindades, en cambio les queda el remedio de cambiar. Y como los imperialistas no cambiarán, lo hará algún día el propio pueblo de Estados Unidos, ese pueblo que explotan miserablemente, ese pueblo que saquean incesantemente para enriquecer más y más al grupo insignificante de monopolistas que han llenado de descrédito la historia de Estados Unidos en las últimas décadas, el puñado de imperialistas que han ensangrentado la historia de Estados Unidos en las últimas décadas con sangre de pueblos de todos los continentes, el puñado de monopolistas que mantienen a ese país bajo una férrea economía de guerra, que consiste en extraerle el fruto del trabajo de los obreros, con infinidad de impuestos, para gastar esos recursos en mantener un colosal aparato de guerra para mantener el imperio de los intereses del puñado de monopolistas en todos los continentes.
Es decir que, a pesar de todo el desarrollo económico e industrial alcanzado por el pueblo de Estados Unidos, lo mejor de su esfuerzo se invierte en mantener enormes escuadras y enormes ejércitos, en mantener camarillas de vendepatrias en todo el mundo, camarillas de gobernantes traidores, ejércitos de espías, de asesinos y de saboteadores; se invierte lo mejor del fruto del esfuerzo del pueblo de Estados Unidos en promover la contrarrevolución en todo el mundo, en apañar la reacción en todo el mundo, en apoyar al colonialismo en todo el mundo, en apoyar las camarillas militaristas, en apoyar el neofascismo en aquellos países donde el fascismo fue derrotado a costa de la sangre de decenas de millones de seres humanos, en apoyar lo más retrógrado y lo más reaccionario que hay en el mundo.
Días atrás, un señor prominente del Departamento de Estado dijo, con esa falta de escrúpulos ­­— o falta de vergüenza, o falta de sentido de la realidad­­—, como si le estuviera hablando a un mundo ignorante, como si no le estuviera hablando a un mundo que con tanto sacrificio ha ido adquiriendo una gran experiencia de todos los problemas del mundo, hablaba de que Estados Unidos era un país revolucionario (RISAS); reconocía que el mundo estaba en revolución y decía que, al fin y al cabo, ellos eran revolucionarios. Se referían a la época en que, sin duda, fueron revolucionarios; se referían a la época en que luchaban contra el colonialismo británico; se referían a la época en que aquel pueblo hacía lo que hace hoy el pueblo de Argelia, el pueblo de Angola, el pueblo de Vietnam, el pueblo de Lao, el pueblo de Corea del Sur ; se referían a la época en que derramaban su sangre por su libertad; se referían a la época en que querían romper las cadenas del colonialismo para iniciar una etapa nueva de progreso en su vida; se referían a la época en que aquella burguesía era una burguesía revolucionaria, a la época en que luchaban por romper las ataduras coloniales y feudales que impedía su desarrollo.
Desde entonces han transcurrido casi dos siglos; desde entonces, el papel que representaron en aquella época al papel que representan hoy ha cambiado extraordinariamente. Hoy no luchan por nada que signifique libertad; hoy no defienden un solo átomo de libertad en ningún rincón del mundo; hoy, los monopolistas que gobiernan a Estados Unidos y que han identificado la política y la acción de ese país exclusivamente con sus intereses, luchan precisamente por todo lo contrario: por mantener el coloniaje en el mundo, por mantener los intereses explotadores en todo el mundo, por mantener a la reacción en todo el mundo.
No, señores teóricos del imperialismo, no se hagan ilusiones; ni se hagan ilusiones sobre el papel que representan en el mundo, ni se hagan ilusiones de que puedan engañar a nadie. Todo el mundo, además, no está envenenado por la propaganda mentirosa; todo el mundo, además, no está viendo exclusivamente películas del oeste o películas de gángsters; todo el mundo no lee, además, simplemente todas las mentiras y todas las infamias con que ustedes envenenan a la opinión pública y engañan al propio pueblo de Estados Unidos.
El papel de Estados Unidos hoy, el papel de la nación americana, el papel de los gobernantes americanos, papel que es el que hacen representar a esa nación, es un papel repugnantemente vergonzoso, es un papel criminal, es un papel odioso. Y los pueblos lo comprenden cada vez más, cada día; y los pueblos lo aprenden por experiencia propia.
Es triste, sí, es triste ese papel. Pero ese papel solo podrá cambiarlo el propio pueblo de Estados Unidos. Jamás los monopolios explotadores, que deben su origen y deben su poder al sudor de los que trabajan y la sangre que han hecho derramar en el mundo para defender sus intereses, esos monopolios jamás podrán esgrimir consignas de libertad; esos monopolios no solo despilfarran el fruto del trabajo del pueblo norteamericano, sino que, además, se lo obligan a gastar a otros muchos pueblos del mundo, a otros muchos pueblos del mundo los obligan a gastar cientos de miles de millones de dólares todos los años en armas, en ejércitos; todos los pueblos del mundo, sin excepción: los pueblos de sus propios aliados imperialistas y los pueblos de los países liberados.
Unos, porque son llevados de comparsa política de guerra por los socios imperialistas de otras naciones; y otros, porque tienen que estar en permanente guardia, en permanente estado de alerta frente al peligro de la agresión traicionera, frente al peligro de la política guerrerista. Y así no solo los imperialistas mantienen en el mundo el apoyo abierto a los regímenes imperialistas y colonialistas; no solo mantienen en el mundo el peligro de guerra, sino que, además, obligan a todos los pueblos del mundo a gastar tan fabulosas cifras de recursos en armamentos, obligan a gastar tan enormes sumas, que sin esa política de guerra, sin esa necesidad que ellos le han impuesto a una parte del mundo y que les han impuesto también a sus propios pueblos, en el curso de 15 ó 20 años sería extraordinario el avance de toda la humanidad, incalculable su progreso.
En el curso de 15 ó 20 años, y tal vez antes, habría desaparecido de todo el mundo el hambre, habría desaparecido la miseria, habría desaparecido la ignorancia. Regiones enteras del mundo, sobre todo de los continentes subdesarrollados ­­—subdesarrollados por culpa misma de los imperialistas, que hicieron sus riquezas y desarrollaron su industria explotando a las colonias, creciendo ellos mientras mantenían en el atraso a miles, porque puede decirse que miles de millones de seres en el mundo de esos países, con su sudor y con su trabajo contribuyeron a desarrollar la industria de los países capitalistas avanzados, quedándose ellos relegados en la pobreza y en el subdesarrollo­­—, esos países podrían alcanzar todos niveles insospechados de progreso, si todas esas sumas fabulosas que todos los años se gastan en equipo de guerra se emplearan en beneficio de la humanidad.
Tal es, pues, y tan grande el daño que el imperialismo, fundamentalmente el imperialismo yanqui, está ocasionando en el mundo. Nosotros somos una prueba; nosotros hemos visto desfilar hoy por aquí nuestras unidades de combate; nosotros hemos visto desfilar por aquí nuestras brigadas de artillería antiaérea, antitanques, nuestras brigadas de lanzacohetes múltiples, nuestras brigadas de tanques. Y el pueblo los ha aplaudido, el pueblo los ha mirado con cariño, porque el pueblo sabe que la suerte de la Revolución, el pueblo sabe que su destino, el pueblo sabe que su libertad y su independencia, el pueblo sabe que su porvenir está defendido por esas armas.
El pueblo, ante su presencia, se siente seguro y se siente optimista, porque sabe que tiene con qué defenderse, porque sabe que tiene con qué derrotar a sus enemigos; ¡sabe que tiene con qué hacer morder el polvo de la derrota a los mercenarios y a cualquier tipo de agresores! ¡Y el pueblo, el pueblo marchaba hacia esta plaza detrás de los tanques, detrás de los últimos tanques, confundido con los tanques y aun delante de los tanques! ¡Porque no son tanques contra pueblo, sino pueblo con tanques! Solo marcha el pueblo con los tanques cuando son suyos y cuando son para defender una causa justa; sobre todo, cuando son para defender la más sagrada y la más justa de las causas: la causa de la independencia nacional, la causa de la libertad y la causa de su Revolución.
Pero, ¿quién nos obliga? Esas armas no son armas ofensivas. Muchas veces los títeres del imperialismo dicen que Cuba se ha convertido en un peligro, de que la fuerza militar de la Revolución Cubana se ha convertido en un peligro para los demás gobiernos de América. ¿Un peligro de qué? Nuestras armas no son armas ofensivas, nuestras armas no son armas idóneas para desarrollar una guerra de ofensiva, ni jamás necesitaremos ese tipo de armas. Nuestras armas son armas defensivas, armas para defender a la nación, y para tomar la ofensiva, sí, dentro de la nación, contra cualquier enemigo que nos ataque.
Nosotros no tenemos escuadras navales capaces de desarrollar ningún tipo de agresión contra nadie; nosotros no tenemos medios, ni necesitaremos ni tendremos jamás, porque no los queremos y jamás los querremos, medios para transportar tanques hacia el territorio de otros países. Pero, además, resulta desde todo punto de vista absurdo.
Sin embargo, ellos dicen que se ha convertido en un peligro, sí se ha convertido en un peligro para los agresores, se ha convertido en un peligro para los que alberguen intenciones agresivas contra nuestra patria. Si a ese peligro se refieren, tienen razón; si se refieren al peligro de que la Revolución no podrá ser destruida, de que la Revolución no podrá ser aplastada, entonces tienen razón; si se refieren al peligro para ellos en sus propios países, nosotros les decimos:”no, jamás en esas armas habrá peligro, para ustedes; jamás esas armas significarán ningún peligro, ni para el territorio ni para las fronteras de ningún  país de América; jamás esas armas afectarán la seguridad de ningún pueblo”.
Y en cuanto a los gobiernos traidores a sus pueblos en América, en cuanto a los gobiernos que entregan miserablemente la soberanía de su país a los designios del imperialismo yanqui, en cuanto a esos gobiernos vendidos cobarde y traidoramente, que se prestan a unirse y a hacerles el juego a esos imperialistas contra un pueblo latinoamericano, contra un pueblo hermano, contra un pueblo cuya voz puede ser escuchada con el mismo acento y en el mismo idioma por casi 200 millones de hombres y mujeres en este continente, en cuanto a esos gobiernos traidores y vendepatrias, el peligro no está en estas armas, el peligro está en sus propios pueblos. ¡Ahí es donde está el único peligro!
El peligro no está en agresiones de Cuba, no está en las armas de Cuba, el peligro está en la opresión y en el hambre en que mantienen a sus pueblos, ellos y los imperialistas, sus amos; el peligro está en la tremenda explotación, en la secular injusticia en que han vivido esos pueblos. Y los pueblos, cuando adquieren conciencia de su destino, cuando adquieren conciencia de la injusticia que padecen, cuando adquieren conciencia de su fuerza, entonces no necesitan tanques, no necesitan cañones, no necesitan aviones, porque nosotros cuando empezamos esta lucha no teníamos ni tanques, ni teníamos cañones, ni teníamos aviones, ni teníamos ejército ; teníamos, si acaso, unos poquísimos fusiles con los cuales comenzar la lucha, y toda la razón que nos asistía, todo el derecho que nos asistía y todas las circunstancias que se derivaban de la explotación imperialista y capitalista en que vivían nuestros trabajadores, nuestros campesinos y la inmensa mayoría de nuestro pueblo.
Y eso sí es como para espantar, eso sí es como para meter miedo, saber que los pueblos oprimidos, saber que los pueblos explotados, no necesitan ni de cañones, ni de aviones, ni de tanques para empezar, para luchar y para alcanzar la victoria. Y que los tanques, y que los tanques, los aviones y los cañones que tienen ellos, no les servirán de nada, como no le sirvió de nada al Gobierno tiránico, explotador y pro imperialista que había en nuestro país. De nada les sirvieron los tanques que les mandaron los yanquis, de nada les sirvieron las bombas, las armas todas: cañones, aviones, morteros, fusiles automáticos que les envió el imperialismo, porque las armas, al fin y al cabo, nada sirven contra el pueblo, nada sirven sin razón, nada sirven cuando se ponen al servicio del crimen y al servicio de la explotación.
¿Qué armas teníamos nosotros? Ninguna. ¿Cuántas armas tenían ellos? Muchas. ¿Qué armas tenían los argelinos cuando comenzaron su heroica lucha de siete años? Ninguna. ¿Y cuántas armas tenían los colonialistas? Todas las armas de una de las potencias más poderosas de Europa.
Luego la gran verdad histórica es que los pueblos, ni en esta época contemporánea ni en ninguna época, cuando les llegó su hora, cuando les llegó la hora de la conciencia revolucionaria, cuando llegó la hora de la lucha por su libertad, sin armas, porque todas las guerras de liberación se han comenzado siempre sin armas y contra las armas de los explotadores...; sin armas y contra las armas de los explotadores comenzamos nosotros nuestra lucha, y sin armas y contra las armas de los explotadores continuarán su lucha los pueblos oprimidos, más tarde o más temprano.
A eso sí deben temer los gobiernos traidores; a eso sí deben temer los gobiernos de América Latina, que se unen y maniobran junto al imperialismo contra nuestra patria; a eso sí deben temer, porque la historia los condena. Y quizás si su tremenda desesperación contra la Revolución Cubana se deba a eso, a que están condenados por la historia, y que los pueblos que hoy oprimen, más tarde o más temprano les exigirán cuentas.
Nosotros tenemos hoy estas armas que no teníamos cuando luchábamos en las montañas, nosotros hoy tenemos esas armas modernas. ¿Pero por qué las tenemos? Porque cuando concluyó nuestra lucha con la camarilla explotadora que aquí en nuestro país se servía de las fuerzas armadas, organizadas y equipadas por el imperialismo yanqui, cuando concluyó aquella lucha comenzó otra lucha más dura, más difícil y más larga: la lucha de nuestro pueblo contra el imperialismo yanqui, la lucha de nuestro pueblo contra las maniobras, los ejércitos mercenarios y los planes agresivos del imperialismo yanqui.
Sin imperialismo yanqui nosotros no necesitaríamos uno solo de esos tanques, nosotros no necesitaríamos uno solo de esos cañones ni de esos aviones, ni de esos soldados; sin el apoyo del imperialismo yanqui no se atreverían siquiera a mover un solo dedo los antiguos explotadores, esos antiguos explotadores que si se atreven a conspirar, que si organizan actos contrarrevolucionarios, sabotajes, quemas de caña y otras fechorías, si se atreven a desafiar la formidable y absolutamente mayoritaria parte revolucionaria del pueblo, si se atreven a desafiar a la opinión nacional, si se atreven a desafiar al pueblo, es única y exclusivamente por el apoyo y el aliento que reciben del imperialismo yanqui.
Luego nosotros somos un ejemplo de cómo el imperialismo yanqui no solo malbarata más de medio centenar de miles de millones que sale del sudor y del esfuerzo del pueblo norteamericano, sino que obliga a gastar a todos los demás pueblos. Nosotros somos un ejemplo de eso. Lo que nos obligan a gastar en ejércitos, lo que nos obligan a gastar en armas, lo que nos obligan a quitar de otros servicios, es decir, que si la Revolución no tuviese que afrontar esos gastos, entonces, todavía serían mucho mayores los servicios destinados a satisfacer las necesidades del pueblo y los recursos destinados al desarrollo de nuestra economía.
La Revolución si a pesar de todo ha podido ampliar extraordinariamente los beneficios de esos servicios, si la Revolución a pesar de todo ha podido avanzar tanto, ha podido desarrollar tan rápidamente los recursos de la nación, ha podido atender a infinitas necesidades del pueblo, ¿qué sería si los imperialistas no nos obligasen a gastar los recursos que tenemos que gastar en la defensa de la nación?
Por eso nosotros si bien saludamos nuestras armas, si bien las miramos con júbilo, estamos conscientes de que los que nos obligan a tener esos ejércitos en pie y esos equipos de guerra le hacen un daño a nuestro país, igual que se lo están haciendo prácticamente, a todo el mundo. Nosotros no somos guerreristas, nosotros no deseamos siquiera tener que entrenar esas armas, tener que usarlas. ¡Ojala no tengamos que usarlas, ojala no tengamos que usarlas de nuevo, como en Playa Girón, pero con mucha más eficacia, con mucho mayor volumen de fuego, con mucho mayor entrenamiento!
Porque el pueblo ha podido observar hoy cómo ha progresado en disciplina, cómo ha progresado en instrucción nuestra Fuerza Armada Revolucionaria; nuestro pueblo ha podido presenciar que es una fuerza incomparablemente superior a la que teníamos cuando Playa Girón, ¡y que esa fuerza que pasó por ahí, no es más que una parte pequeña de la fuerza con que contamos para combatir!, ¡de la fuerza con que contamos para luchar contra cualquier agresor! Fuerza que está manejada, además, por hombres revolucionarios, que está manejada, además, por hombres que saben el valor y la importancia de la causa que defienden; fuerzas que están listas para salirles al paso al enemigo en cualquier momento.
Y al enemigo lo vamos a combatir con fiereza, al enemigo lo vamos a combatir con decisión tal vez no imaginada por ellos; y al enemigo, además, lo vamos a exterminar, ¡a cualquier enemigo, a cualquier enemigo que desembarque en nuestras costas!
Y que después no digan, que después no pidan clemencia; que vayan reflexionando desde ahora, porque se ha acabado el truquito de estar organizando invasiones y salvar el pellejo . Después no digan que somos duros, después no digan que somos crueles, después que no se pongan a hacer campañas contra las medidas que el pueblo tome, porque crueles son los poderosos imperialistas que, valiéndose de su poder y de sus recursos, quieren aplastar a nuestra pequeña nación, quieren destruir el trabajo que un pueblo de 6 millones, de 7 millones de habitantes, está realizando en esta isla; crueles son ellos, criminales son ellos, y tiempo han tenido para reflexionar, tiempo han tenido para pensar, y si no lo han tenido, ¡piénsenlo bien! Si no han reflexionado, sirvan estas palabras de reflexión y sirvan estas palabras de advertencia para nuestros enemigos, sirvan de explicación para nuestros amigos, sirvan de explicación para los pueblos de América.
Porque si Bolívar... decretó una ley, en virtud de la cual todos los soldados colonialistas que empuñaran las armas contra la independencia de Venezuela estaban condenados a ser pasados por las armas, lo que se llamó el”Decreto de Guerra a Muerte”, ¡sépase que la historia se va a repetir si de nuevo nuestro país es invadido! Y sépase, ¡sépase!, que ese”Decreto de Guerra a Muerte” contra invasores, es la ley en nuestra patria.
Porque si los libertadores de Suramérica, si el gran libertador Simón Bolívar se vio obligado a adoptar tan severas medidas contra una potencia como España, situada al otro lado del Atlántico, si se vio obligado a tomar tan drásticas medidas contra los enemigos de su patria, pero enemigos que eran mucho más débiles que el imperialismo yanqui, enemigos que estaban a muchos miles de kilómetros de las costas de Venezuela, nosotros, que tenemos un enemigo mucho más poderoso que la España de aquel entonces, con armas mucho más mortíferas que la España de aquel entonces, con infinitos recursos económicos y materiales más que la España de aquel entonces, un enemigo que incluso tiene industrias de muerte; industrias que producen productos para realizar sabotajes — y el pueblo ha visto, por televisión, esos artefactos que han traído aquí elementos infiltrados por la Agencia Central de Inteligencia—, equipos para descarrilar trenes, para hundir barcos, para matar personas sin distinción de hombres, mujeres y niños... Nuestro pueblo, que ha visto esos artefactos, puede comprender cómo los monopolistas hacen negocio incluso, y han convertido en una industria la producción de los más refinados equipos para destruir y para matar...
Y nosotros — que tenemos un enemigo tan próximo, tan poderoso, tan agresivo, tan insolente, tan irreflexivo, organizando agresiones con mercenarios, organizando agresiones con gobiernos títeres, organizando todo tipo de acciones injustificables contra nuestro país—, nos consideramos con tanto o más derecho del que sintieron tener los libertadores de América, del que consideró tener el gran Simón Bolívar, para tomar también medidas exterminadoras contra los enemigos de nuestra patria.
¿Y qué importa que don o doña Rómulo hable... (RISAS) y sea hoy uno de los cómplices principales del imperialismo? Si Bolívar viviera, con seguridad que el señor Rómulo habría sido ajusticiado por traidor al pueblo de Venezuela.
Y se han unido los dos títeres, los dos farsantes: el farsante de Rómulo Betancourt y el farsante — ese tipo bilioso— de Lleras Camargo. ¡Dos pueblos liberados por Bolívar! Si Bolívar viviera, habría ajusticiado a esos asesinos de obreros, a esos asesinos de campesinos, a esos asesinos de estudiantes, a esos servidores miserables del imperialismo, pero servidores cada vez más desprestigiados. Si no, véase la situación del Gobierno de Venezuela: ya no están con ellos ni los mismos que los llevaron al poder; ya no están con ese Gobierno más que los peores reaccionarios de Venezuela, porque la política traicionera, antilatinoamericana, antivenezolana, y anticubana de esos gobiernos, los ha llevado al abandono total de las masas, y no ya de las masas sino de sus propios seguidores. Porque ya, del partido oficial, primero se separó toda la juventud, se separó lo más limpio y lo más revolucionario de las duras luchas contra la tiranía de Pérez Jiménez; y ahora, otra parte importantísima, prácticamente mayoritaria, de su propio partido, se ha apartado del Gobierno.
Y así, se van quedando cada vez más aislados, así se van quedando cada vez más solos, los monopolios yanquis y los servidores de los monopolios yanquis.
Esos son los que promueven reuniones contra Cuba, esos son los que secundan los planes del imperialismo. Pues bien: sepan estas advertencias. Si creen que pueden organizar ejércitos mercenarios o regulares contra nosotros, sepan que ni un solo, ¡ni uno solo de los que desembarque en nuestra isla, va a salir vivo de esa aventura!
Nuestra política no es una política de agresión contra nadie, nuestra política no es una política de intervención en los asuntos de otros pueblos. Otra cosa es, desde luego, lo que significa el ejemplo de Cuba; otra cosa es la lección que Cuba le ha dado a los pueblos. Nosotros tenemos fe en los pueblos, nosotros sabemos que solo los propios pueblos pueden hacer las revoluciones. ¿Qué pueblo habría podido venir aquí a hacer la Revolución por nosotros? Nosotros sabemos que la Revolución es obra de pueblo, y nosotros tenemos una fe ilimitada en los pueblos.
Y nosotros sabemos que son los pueblos los que van a ajustar cuentas, al fin y al cabo; nosotros sabemos que esta es una hora, en América, de grandes definiciones; nosotros sabemos que hay gobiernos sin pizcas de dignidad siquiera, sin pizcas de honor nacional, que se han prestado a las jugadas y a las agresiones del imperialismo.
Pero sabemos también que hay gobiernos, y gobiernos por cierto, de países absolutamente mayoritarios en cuanto a su población, e infinitamente mayoritarios en cuanto a su prestigio; países que, en su conjunto, frente a la media docena o a la docena y pico de gobiernillos títeres, de gobiernillos desmoralizados y desprestigiados, de gobiernillos ridículos que no merecen llamarse, siquiera, gobiernos, porque no cuentan con nadie como no sea el puñado de mercenarios, el lumpen y los explotadores monopolistas y la minoría que usufructúa los recursos de esos países; frente a esos gobiernillos sin dignidad y sin vergüenza, están otros gobiernos de América, representantes de la población más numerosa, gobiernos que saben hacer honor a la dignidad nacional, gobiernos que no tienen que pensar necesariamente igual que nosotros, gobiernos que representan formas sociales distintas que la nuestra, pero que, sin embargo, tienen un concepto claro de lo que es la soberanía y la independencia nacional, tienen un concepto definido de lo que es honor nacional; son gobiernos que se respetan a sí mismos, y gobiernos, además, que aspiran a hacer respetar la bandera de la dignidad de las naciones que representan.
Esos gobiernos que han tenido un claro sentido del momento histórico que vive el mundo, que han tenido un claro concepto del honor, la soberanía y la independencia nacional, no se han dejado arrastrar por las maniobras del imperialismo, no se han dejado conducir como rebaños, no se han plegado a los chantajes, no se han inclinado ante el soborno yanqui; algunos de esos países, como Brasil , tienen una situación económica difícil, tienen una situación económica difícil, tiene un gran desnivel en su balanza de cambios, como consecuencia de las maniobras monopolistas de los yanquis contra la economía de ese país, contra su café y contra los medios de vida del pueblo brasileño. El imperialismo sabe de esa situación difícil, el imperialismo que maniobró allí para anular la política independiente del Gobierno de Brasil, el imperialismo, que sabe eso, que sabe esa situación difícil, que de los créditos de que habló no se ha visto nada, que de los créditos que ofreció a Brasil no aparecen por ninguna parte, el imperialismo, que sabe esa situación, y que retarda los créditos ofrecidos a Brasil, con una política de chantaje, con una política de estrangulamiento, sin embargo, no ha podido obtener que el Gobierno de Brasil
abandone su firme posición independiente de respeto a su dignidad, a su soberanía y a su libre determinación, a pesar de la difícil situación económica en que se encuentra ese país.
Una postura especialmente admirable, extraordinariamente firme — por lo cual merece el reconocimiento y el agradecimiento de nuestro pueblo— es la política mantenida por el hermano país mexicano, por el Gobierno mexicano; política condigna con la tradición mexicana, la tradición de ese gran pueblo, que tanto ha tenido que sufrir a causa de las intervenciones extranjeras; ese pueblo cuyos antecesores indígenas se batieron heroicamente contra los conquistadores europeos; ese pueblo, que vio arrebatada una porción considerable de su territorio por los agresores yanquis; ese pueblo, que en el siglo pasado sufrió también la intervención de otros países europeos, las ínfulas de monarcas europeos de establecer imperios y de establecer reinos en este continente; ese pueblo, que en este propio siglo vio, más de una vez, hollado su territorio por la infantería de marina yanqui. El Gobierno de ese pueblo hermano ha sabido mantener, y mantiene firmemente una actitud condigna, pero en el caso de México, se encuentran con la situación, además, de que su situación económica es una de las mejores actualmente en la América Latina.
No han acudido con el chantaje, pero, sin embargo, han hecho uso de amenazas veladas, han estado amenazando, y de hecho han llevado a cabo medidas de agresión económica contra el turismo, y han estado realizando campañas difamatorias contra México y contra su gobierno. Es indiscutible que no conocen el sentido del honor y de la dignidad de los mexicanos; es indiscutible que los imperialistas, torpes, y estúpidos como son, desconocen la gran sensibilidad nacional del pueblo mexicano.
México es un ejemplo de cómo deben ser las relaciones entre los pueblos; México es un vecino de Cuba, igual que lo son los yanquis, sin embargo, el pueblo de Cuba no ha tenido problemas con el Gobierno mexicano; el pueblo de Cuba aplaude aquí al pueblo, a la nación y al gobierno mexicanos (APLAUSOS PROLONGADOS), porque de México no han procedido intervenciones, de México no han procedido agresiones, en México no se organizan grupos de saboteadores, de México no proceden armas ni explosivos para matar y para destruir, de México no proceden maniobras contra nuestro país, y México es un país grande, un país de casi 35 millones de habitantes, varias veces mayor que el nuestro en superficie y en población, sin embargo, no hemos tenido problemas con México ni México ha tenido problemas con nosotros. México es para nosotros un ejemplo de cómo pueden ser las relaciones de Cuba con los demás pueblos de América Latina, con una sola condición: que se respete nuestra soberanía, que no se interfiera en nuestros asuntos internos, que no se organicen expediciones de mercenarios, que no se organicen campañas de sabotaje.
Luego, si Cuba ha tenido problemas, no ha sido culpa de Cuba, ¡ha sido culpa de los que incesantemente, desde el triunfo del pueblo, comenzaron a organizar expediciones, se dedicaron a preparar agresiones económicas, políticas, militares, y de todo tipo! Y ahora, ¿qué dicen?, ¿que nos atacan porque hemos dicho que somos socialistas, porque hemos dicho que somos marxista-leninistas? (APLAUSOS PROLONGADOS.) Pues bien, el gobierno declaró que la Revolución era socialista, precisamente al día siguiente del bombardeo sobre nuestras bases aéreas, vísperas de la invasión de los mercenarios; y cuando preparaban esos aviones, y cuando los enviaron con la orden de atacarnos, ¿existía alguna declaración oficial de que la Revolución era socialista? Y cuando un año antes comenzaron a reclutar a los mercenarios, ya en el primer año de la Revolución, cuando la Revolución no era todavía una revolución socialista, sino una revolución nacional liberadora, cuando la Revolución cumplía las primeras etapas de este proceso, es decir, la lucha por la independencia nacional, la lucha por la recuperación de las riquezas nacionales, la lucha por un régimen de libertades para nuestro pueblo, cuando todavía no había avanzado hacia nuevas etapas, ¿cuál era el pretexto?
Si la invasión de Girón se organizó un año antes, prácticamente de la primera declaración oficial sobre la naturaleza socialista de la Revolución. ¿Qué pretexto tenían entonces?
Esto demuestra que los imperialistas no atacan a la Revolución por ser socialista o por ser marxista-leninista; sino que la atacaron incluso... organizaron las agresiones y los ataques, cuando la Revolución todavía no había avanzado hacia nuevas metas, sino que estaba dedicada a las tareas de liberación nacional, a la Reforma Agraria, a la recuperación de nuestras riquezas y a la reafirmación de la soberanía nacional.
Cuando los imperialistas comenzaron a organizar la expedición de Girón, nosotros ni siquiera todavía teníamos relaciones con la Unión Soviética, ni con otros países socialistas; y sin embargo, ya ellos estaban organizando las agresiones contra nosotros; y la Revolución en aquella época no era todavía socialista, porque los procesos no se pueden saltar, los procesos son un fenómeno de desarrollo social, político y económico.
El proceso revolucionario de Cuba comenzó con las etapas de liberación nacional, comenzó desarrollando una serie de medidas correspondientes a aquella etapa; la Revolución continúa hacia nuevas etapas, una vez cumplidas las primeras. La Revolución entra en la etapa de la construcción del socialismo, una vez cumplidas las tareas de liberación nacional.
La Revolución entra en la etapa del socialismo, cuando ya se encontró en condiciones de dar nuevos alcances; la Revolución Cubana lo que hizo fue no detenerse, no teníamos por qué detenernos, ni queríamos detenernos. No nos íbamos a conformar con una revolución a medias. Los dirigentes revolucionarios no íbamos a frenar la historia, nosotros no somos frenos de la historia, sino que en todo caso somos motores de la historia.
Y los dirigentes de la Revolución no estuvimos nunca en disposición de ser freno, sino de ser impulsores de la Revolución, impulsores del proceso revolucionario; ni nosotros ni nuestro pueblo quería detenerse, porque nuestro pueblo no quería detenerse en un régimen o sistema de explotación; nuestro pueblo no solamente quiso conquistar su soberanía, su independencia, sus derechos sociales y democráticos, sino que quiso conquistar, además, un sistema social más justo, un sistema social acorde con la historia; un sistema social capaz de satisfacer todas las necesidades de nuestro pueblo y abrir vías de inusitado progreso a nuestra nación. Y por eso, una vez cumplidas las primeras etapas, la Revolución llegó a la segunda etapa.
Ahora los imperialistas quieren tomar eso como pretexto. ¡Independientemente de que no nos importa, independientemente de que no nos arrepentimos, sino que reafirmamos que esta Revolución es socialista y que somos marxista-leninistas! , independientemente de eso, independientemente de que nosotros tenemos derecho a adoptar el régimen económico-social que estimemos pertinente, porque si los imperialistas se creen con derecho a su imperialismo, con mil veces más razón nosotros nos creemos con derecho a nuestro socialismo ; y si los monopolistas se creen con derecho a que un puñado de personas sea dueño de miles de millones de dólares en inversión, y que un puñado de monopolistas, llámese Rockefeller, llámese Morgan, o llámese como se llame cualquier sujeto de esa fauna (EXCLAMACIONES); llámese como se llame cualquiera de ellos, nosotros consideramos que es mucho más justo, que esos bienes pertenezcan a toda la sociedad. Nosotros consideramos que antes de que un señor tenga una refinería o un central azucarero que valga 10 millones, es mil veces más justo que ese central azucarero sea no de uno, porque ese no lo maneja ni lo hace producir, sino que sea de todo el pueblo.
Independientemente de que ser socialista es un derecho nuestro, ellos comenzaron a organizar sus invasiones contra la Revolución, cuando todavía la Revolución no había llegado a la etapa de la construcción del socialismo. Luego ellos quedan desenmascarados por sus propios hechos. Eso demuestra toda la mentira, eso demuestra que el imperialismo no se resigna ni siquiera a la lucha de los pueblos por la recuperación de sus riquezas; y por eso el imperialismo no ha dejado de hostigarnos.
Eso no es lo que ha hecho México. México no es un país imperialista, México no era dueño de nuestras tierras, ni de nuestros centrales azucareros.
¿Con quién hemos tenido problemas nosotros? ¡Con los imperialistas yanquis! Nosotros no hemos tenido problemas con ningún otro pueblo, no con los pueblos, porque nosotros no hemos tenido problemas con el pueblo norteamericano. Si hemos tenido problemas con algunos gobiernos de América, no ha sido con esos gobiernos, ha sido con los monopolios, que son los que manejan como títeres y como muñecos a esos gobiernos. Es decir, que hemos tenido problemas con los gobiernos que están entregados incondicionalmente a los monopolios yanquis; esa es la historia de todo este proceso; es la historia que sabe nuestro pueblo y es la historia que sabe América.
Pero nosotros hemos demostrado que con aquellos gobiernos que han mantenido una actitud de respeto a nuestra soberanía y a nuestra independencia, independientemente del régimen económico y social existente en esos países, hemos mantenido relaciones amistosas con ellos; porque ellos han respetado a nuestro país. Y eso demuestra que tales pudieran ser las relaciones con cualquier pueblo de América Latina.
Pero los imperialistas no quieren eso, han querido que rompan, han hecho todo tipo de presiones y hacen y tratan de hacer fuertes presiones sobre aquellos gobiernos que no están dispuestos a dejarse arrastrar como rebaño. Y la consecuencia ha sido que un grupo de gobiernos mantienen su postura frente a las agresiones del imperialismo. Esos gobiernos están muy conscientes de la importancia de defender la soberanía de cualquier país. ¿Por qué? Porque hoy el imperialismo mueve sus títeres contra nosotros, mueve a los Stroessner, mueve a los Somoza, mueve a los Balaguer, mueve a los Idígoras, mueve a los Lleras Camargo, a los Prado (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), a los Betancourt; mueve, es decir, a lo más desprestigiado, a lo más reaccionario de América.
Hoy lo mueve contra la Revolución y mañana lo querrá mover contra México, lo querrá mover contra Brasil, lo querrá mover contra Ecuador, lo querrá mover contra Chile, lo querrá mover contra Uruguay, lo querrá mover contra Bolivia; en fin, lo querrá mover después contra cualquier pueblo. Lo que el imperialismo quiere es sembrar el precedente, lo que quiere es que otros pueblos sean cómplices de sus agresiones contra Cuba, lo que quieren es obtener acuerdos contra nosotros, y después de organizar las agresiones para que otros gobiernos de América sean cómplices de su sangría, sean cómplices de sus cobardes ataques a nuestro pueblo.
Pero que hay gobiernos que se han mantenido firmes y eso demuestra que los pueblos de América dejaron de ser rebaño; demuestra que a todos los gobiernos de América no se pueden llevar como rebaño, no se les puede poner el narigón a todos los gobiernos de América. Esa es la lección que están recibiendo los imperialistas, por si no les bastara para darse cuenta de que el colonialismo y el imperialismo están desapareciendo rápida y progresivamente de la faz de la Tierra; por si los imperialistas no se acaban de convencer de las lecciones objetivas de la historia; de la lucha de liberación en Asia, en África y en Oceanía, les faltaba América, pues ya en América hay también lucha de liberación, que para honor de nuestra patria comenzó precisamente por Cuba (APLAUSOS PROLONGADOS).
Y lo que los imperialistas están consiguiendo es precisamente acelerar ese proceso de liberación, porque la agresión contra nuestra patria no es un problema fácil ni mucho menos. Tiene muchos obstáculos que vencer. En primer lugar nosotros aquí, que contamos, y contamos bastante, cuando se trata de defender a nuestra patria y a nuestra Revolución; pero además de eso, los pueblos de América no se van a quedar con los brazos cruzados. Poniendo sus “patas” aquí el primer infante de marina yanqui (EXCLAMACIONES), tengan la seguridad de que los pueblos de América no se van a quedar tranquilos. Porque los pueblos de América saben que nosotros vamos a resistir, que nosotros vamos a combatir resueltamente, que todos esos cañones que pasaron por ahí, y muchos más, van a disparar contra cualquier enemigo que desembarque. Y eso sin contar que los imperialistas no pueden desafiar impunemente la solidaridad de todo el mundo; porque en realidad los tiempos en que los imperialistas actuaban como piratas, impunes, han pasado ya, y los piratas internacionales tienen cada día más atadas las manos, los pueblos tienen cada día más fuerza y más posibilidades de atar a los piratas internacionales. Los piratas rugen, los piratas gritan, los piratas se irritan y, desde luego, cuantas maniobras les es dado a realizar las realizan, cuantas perturbaciones les es dado provocar las provocan, y si los dejan, si no se les resiste firmemente, si no resistimos nosotros firmemente, si no resisten los pueblos de América Latina firmemente, continuarían haciendo fechorías. De ahí la importancia de resistir, de ahí la importancia de movilizarse, de movilizarnos nosotros y de que se movilicen los pueblos de América Latina, porque sin resistencia, sin movilización de parte de los latinoamericanos, entonces la solidaridad mundial no tendría una base sobre la cual facilitarnos la ayuda y luchar por nosotros.
Por eso, los primeros en luchar debemos ser nosotros, y lo que debe hacer nuestro pueblo es movilizarse, primero que nadie, y lo que deben hacer nuestros hermanos de América Latina es movilizarse contra cualquier eventualidad.
Los imperialistas no conocen, o se hacen los que no conocen la historia. ¡Allá ellos! Si son tercos, y son testarudos, ¡allá ellos! Lo que tenemos que hacer los pueblos es movilizarnos, porque mientras más estúpidamente actúen ellos, más se acelerará la hora de la liberación en América Latina (APLAUSOS PROLONGADOS).
Y ahora que ellos preparan su maniobra, que están preparando el escenario para llevar a cabo la farsa de los títeres, ¡movilicémonos nosotros!, en primer lugar nosotros. Bien, ese día ... ¿qué día es el de la reunión de cancilleres?, ¿el día 22? Pues, bien, ¡el día 22 nos vamos a reunir nosotros también aquí, en la Plaza de la Revolución (APLAUSOS PROLONGADOS). ¡El día 22 vamos a convocar a la Segunda Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba! (APALUSOS), ¡y vamos a proclamar la Segunda Declaración de La Habana! Todo el pueblo, ya no será solo el pueblo de La Habana, vendrán de otras provincias, todos los que puedan venir, y va a ser el más gigantesco acto de la Revolución, del pueblo, para lanzar al mundo la Segunda Declaración de La Habana, y para mostrarles a los imperialistas nuestra disposición de luchar, ¡y para demostrarles a los títeres lo que es un pueblo revolucionario, lo que es un pueblo libre, lo que es un pueblo heroico! .
El pueblo de Cuba, la Revolución Cubana, es capaz de reunir, ella sola, en un día, más pueblo de lo que reúnen los 13 satélites que tienen los imperialistas aquí (RISAS). Si Rómulo, Lleras Camargo, Prado, Idígoras, Somoza, Stroessner, Balaguer, si todos ellos, juntan la cantidad de personas que cada uno de ellos es capaz de reunir alrededor de su política, si todos ellos juntan a toda la gente que pueden reunir, no llega a la mitad de lo que la Revolución Cubana es capaz de reunir en un solo día.
Y eso, eso es un argumento, un argumento irrebatible, un argumento irrebatible en todo el mundo, porque ¿quién puede dar mejor el veredicto y quién puede ser mejor juez que el propio pueblo? Ahora sí: cada uno de ellos es capaz de reunir una multitud de este tamaño cuando se trata de chiflarlos y cuando se trata de protestar (RISAS). ¡Por algo en Venezuela están suspendidas las garantías constitucionales y están suspendidos todos los derechos de reunión! Porque el día que se pueda reunir el pueblo de Venezuela para condenar la política traicionera de Betancourt, se reúne más pueblo del que se ha reunido aquí o, por lo menos, tanto.
Lo que quiero decir, es cómo son las cosas, son exactamente así: no tiene pueblo.
Por eso, cuando ellos se reúnen en Punta del Este, los títeres, para condenar al pueblo de Cuba, el pueblo de Cuba se va a reunir aquí, para decirles:”no se hagan ilusiones, no se equivoquen, razonen; no crean que van a venir a realizar aquí una matanza impune, no crean que la época de la piratería existe todavía en el mundo, no crean que el pueblo de Cuba se acobarda, no crean que el pueblo de Cuba se va a detener” .
Y por eso, el mismo día que los títeres se reúnan allá en sus conciliábulos, los 13 o los 14 ... Ellos están locos por conseguir el voto 14, y están ofreciendo villas y castillas, pero a nosotros el problema de votos más o votos menos no nos importa. Nosotros sabemos que los gobiernos de más prestigio y los gobiernos que representan a la mayoría de la población de América Latina están firmes; votos más o votos menos, no nos importan, porque, ¿qué ganan los imperialistas, de conseguir el voto? ¡Peor para ellos, porque quizás sigan por ese camino desbocado, que los lleva a nuevos fracasos! ¡Peor para los títeres, allá ellos, que se tendrán que hacer cómplices ante la historia!, porque, ¡no crean los títeres que van a quedar impunes los que organicen invasiones, porque algún día los pueblos les pedirán cuentas, cuando el mundo haya cumplido su etapa! Porque el mundo marcha hacia su liberación, cada vez son más pueblos los que se liberan, algún día será incluso Estados Unidos. Y cuando todo el mundo se haya liberado, ¿dónde se meten los títeres?, ¿adónde huyen los títeres?, ¿dónde se esconden de la ira popular? Porque, tiempo llegará en que los títeres, los vendepatrias, no tengan adonde ir.
Hoy un Singman Rhee cualquiera corre y se refugia en Estados Unidos, un Batista, un Pérez Jiménez , cualquiera de esos, tienen donde refugiarse. ¡Día llegará en que los traidores no tengan donde refugiarse, día llegará en que los traidores tengan que rendir cuentas a los pueblos!
Si creen que nosotros tenemos motivo para intimidarnos, están muy equivocados, porque nosotros pensamos que los que tienen motivo de verdad para intimidarse ante la marcha de la historia son ellos. Ellos tienen que agruparse todos, reunirse, para hacer maniobras contra Cuba, y Cuba no pierde ni la calma, ni tiembla, ni la sonrisa siquiera pierde nuestro pueblo, porque nosotros, nuestro pueblo, está tan consciente de su razón, está tan consciente de su derecho, que con una sonrisa en los labios espera a los invasores, ¡y con una sonrisa en los labios los extermina también!
¡Ellos son los que deben tener motivo para estar intimidados, porque la rueda aplastante de la historia marcha sobre ellos, y nosotros marchamos encima del carro de la historia! Como uno de esos tanques que avanzaba por ahí, ¡como uno de esos tanques es la historia!, y sobre el carro de la historia marcha la Revolución Cubana, y bajo el carro de la historia quedará aplastado el imperialismo, el colonialismo, y la reacción en todo el mundo (APLAUSOS PROLONGADOS).
Mientras tanto, seguiremos nuestra tarea. Razones más que de sobra tenemos para sentirnos optimistas. Son muchos los éxitos alcanzados en estos tres años, son muchos los frutos de la Revolución. Tenemos presente que aun en este mismo año, de tantas agresiones, este mismo año de la victoria contra el imperialismo en Girón, fue también el año de la victoria contra ese hermano gemelo del imperialismo que es el analfabetismo, que hemos llevado adelante esa gran tarea con el esfuerzo de todo el pueblo, con el esfuerzo de nuestra juventud sobre todo, que con tanto entusiasmo se dedicó a esa batalla.
Hemos liquidado ya el analfabetismo. Ha bastado un año. Seguiremos ahora por los caminos de la cultura, del desarrollo máximo de la cultura. Dentro de unos días estarán ya aquí, estudiando, 50 000 de esos brigadistas, becados por el Gobierno Revolucionario. Dentro de algunos años, comenzarán a surgir decenas de miles de técnicos, y algún día se contarán por cientos de miles los técnicos universitarios y de todos los niveles, y eso augura un porvenir tremendo, un porvenir incalculable para nuestro país, porque nosotros estamos muy conscientes de que el triunfo de la Revolución significó el derecho al futuro, no significó, fundamentalmente, más que ese derecho y esa oportunidad que tanto anhelan los pueblos.
No podíamos recibir mucho, porque el pasado no nos dejó más que miseria, subdesarrollo, ignorancia; el pasado nos dejó toda clase de males, pero nosotros hemos conquistado el derecho a empezar a hacer, y el futuro nos pertenece por entero. Para ese futuro estamos trabajando, para ese futuro nos estamos organizando, por ese futuro estamos planificando, por ese futuro estamos preparando legiones y legiones de técnicos, que serán la garantía del porvenir de nuestro país.
La Revolución ha significado ese derecho; oportunidad que sabremos defender y oportunidad que sabremos aprovechar, con un pueblo cada vez más preparado, con un pueblo cada vez más consciente, con un pueblo cada vez más organizado, con un pueblo que cada vez comprende mejor.
Este año lo hemos llamado el Año de la Planificación. ¿Por qué? Porque ya comenzamos el desarrollo planificado de nuestra economía. Eso significará que el avance será más rápido, que el avance será más seguro, que aprovecharemos al máximo nuestros recursos, que los errores que cometeremos serán mínimos; eso significa que la Revolución ha ganado extraordinariamente, que ya es capaz de desarrollar su economía planificadamente.
El pueblo sabe lo que eso significa, sabe que nuestra economía se desarrollará sin problemas, que se desarrollará sin crisis; que cada vez habrá más empleo, que cada vez tendremos más medios de producción, que cada vez tendremos más riquezas, que cada vez tendremos más producción. Y a mayor producción, más estándar de vida, porque lo que vamos a producir en el futuro no será para los parásitos, no será para los gusanos, no será para los imperialistas, será para nosotros ; porque los técnicos, los técnicos que estamos preparando, no se están preparando para los monopolios, no se estarán preparando para servir a intereses privados, sino para servir a todo el pueblo; las fábricas que estamos edificando, las fábricas que se edificarán a montones en nuestra patria, serán fábricas de todo el pueblo, fruto del ahorro del pueblo, fruto del trabajo del pueblo, para elevar la capacidad productiva del pueblo, para elevar el total de bienes que nuestro pueblo ha de disfrutar en el futuro.
Nosotros sabemos que no tenemos hoy resueltos todos nuestros problemas; nosotros sabemos que nos faltan muchas cosas; nosotros sabemos que nos faltan todavía productos, que nos faltan bienes, que nos faltan casas, nos faltan hospitales, nos faltan caminos, nos faltan muchas cosas. Pero, sin embargo, tenemos la gran satisfacción, la gran tranquilidad de saber que todo eso lo estamos haciendo, que ya no depende de intervencionistas yanquis, que ya no depende de monopolios, que ya no depende de ricachones, sino que depende de nosotros, de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo; y si comprendemos eso, si comprendemos eso, la conclusión es que tenemos que esforzarnos, tenemos que dedicarnos a trabajar febrilmente para el futuro.
Estos tres años nos han enseñado mucho. Nos han enseñado que un pueblo lo puede todo; nos han enseñado que un pueblo es capaz de vencer todos los obstáculos; que un pueblo es capaz de enfrentarse a poderosos enemigos; que un pueblo es capaz de enfrentarse a todos los sacrificios que sean necesarios; que un pueblo, cuando le llega su hora, cuando le llega su oportunidad, la sabe aprovechar.
¡Sepamos nosotros aprovechar esta gran oportunidad, esta gran oportunidad que anhelaron nuestros antepasados en sus luchas por la independencia, esta gran oportunidad que han anhelado tantos luchadores del pueblo, esta gran oportunidad que ha costado tanto sacrificio, tanto mártir, tanto combatiente caído luchando contra la opresión y la tiranía, luchando en las montañas, luchando en la defensa de nuestras costas! ¡Esta oportunidad, sepamos aprovecharla! Y por eso, con este año que se inicia, este cuarto año de la Revolución, después de tres años de éxitos, después de tres años de experiencia, lo que debemos decirnos a nosotros mismos, lo que debemos proponernos cada uno de nosotros es: aprovechar esta oportunidad, levantar nuestro esfuerzo, estar cada día más conscientes de que el porvenir lo tiene que construir el propio pueblo, que el porvenir tiene que ser obra del pueblo; obra de todos ustedes, hombres y mujeres, obra de todos ustedes, jóvenes.
¿Quién nos dará el futuro? ¡Nosotros mismos! ¿Quién garantizará un porvenir feliz para nuestra patria? ¡Nosotros mismos y solo nosotros! Nadie lo vendrá a hacer, de nadie tendrá que depender, sino de nosotros; tenemos la oportunidad y tenemos todo lo necesario. Por eso, tres cosas son importantes en este año: primero, la defensa de la patria frente a los planes enemigos; segundo, la organización, la formación de conciencia revolucionaria. Y sobre esto, sobre esto, no se puede decir quién sea segundo o qué es primero: ¡Todo es primero aquí, porque la conciencia es imprescindible si queremos cumplir todas nuestras tareas!; sin conciencia revolucionaria siempre presente, no habría invencible defensa de la patria; y sin conciencia revolucionaria, no podríamos cumplir la otra tarea, la tarea de planificar, la tarea de desarrollar nuestra economía.
Y ahí tenemos las tres cosas: a fortalecer la conciencia, la defensa y la economía.
La conciencia, para inspirar la conducta de nuestras masas; la defensa, para conservar la oportunidad y el derecho a hacer el porvenir; y la economía, porque la economía será la base de nuestro porvenir.
Por eso, al iniciarse este cuarto aniversario, recalcamos estos deberes. La gran masa que se ha reunido hoy aquí demuestra que hemos avanzado; demuestra que hemos acrecentado la fuerza de la Revolución, porque cada año son más los que se reúnen, porque cada año hay más conciencia, más convicción; cada año son más y más los que empuñan en sus manos la bandera de la Revolución y la bandera de la patria; cada año son más y más los que se yerguen, los que se suman al trabajo, los que honran la memoria de los caídos, los que hacen posible el fruto del sacrificio de todos nuestros mártires; cada año son más y más los que se unen al ejército del deber, los que se unen a la honra y a la gloria de la nación; cada año son más y más los que marchan con la historia, los que marchan junto al resto de la humanidad por un futuro mejor para todos.
Y los cubanos sabremos cumplir nuestra parte; los cubanos sabremos cumplir nuestro deber; los cubanos sabremos reciprocar la simpatía y la solidaridad de los demás pueblos del mundo. Y a nuestros visitantes nosotros podemos decirles hoy: ¡Los cubanos no fallaremos!; ¡la Revolución Cubana será cada vez más firme!; ¡la Revolución Cubana seguirá adelante victoriosamente!
¡Viva la solidaridad de todos los pueblos del mundo!
¡Viva la lucha de los pueblos contra el coloniaje, contra el imperialismo!
¡Viva la marcha de los pueblos hacia la libertad, hacia un futuro mejor!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

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