enero 23, 2014

Discurso de Fidel Castro en la graduación del Instituto Tecnológico de la Caña (1968)

DISCURSO EN EL ACTO DE GRADUACION DEL INSTITUTO TECNOLOGICO DE LA CAÑA, CELEBRADO EN MATANZAS
Fidel Castro
[6 de Octubre de 1968]

― Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno revolucionario ―

Compañeros profesores; Señores invitados; Familiares de los graduados y estudiantes; Compañeros técnicos graduados; Compañeros estudiantes:
Hace apenas cuatro años teníamos aquí frente a estas instalaciones, del lado de allá de la carretera, una pequeña escuela agrícola donde se enseñaba o se pretendía enseñar más de veinte especialidades agrícolas, si mal no recuerdo. Era, por otra parte, prácticamente la única escuela agrícola que había en nuestro país.
Y recordamos —a la vez que nos asombramos de la rapidez con que marcha el tiempo, y aún más rápidamente los procesos— nuestra larga conversación con los estudiantes de aquella escuela para persuadirlos de la necesidad de especializar aquella escuela en los estudios de técnicas de caña y a la vez la conveniencia de que los institutos tecnológicos agrícolas fuesen instituciones especializadas. 
En aquel entonces comenzó un movimiento de organización de escuelas para la agricultura, que en la actualidad cuenta con un gran número de centros, pues en caña no solo tenemos este de Matanzas, sino que tienen ya también sus correspondientes institutos tecnológicos Las Villas, Camagüey y Oriente;  tenemos los institutos tecnológicos de ganadería en número crecido, de veterinaria, de forestal, de cítricos, de hidráulica y nuevos institutos que se van creando constantemente. Y lo asombroso es como, al haber transcurrido cuatro años solamente, ya algunos de aquellos alumnos con los que hablamos aquella tarde con el propósito de que se especializasen en caña y una vez graduados fuesen a la producción, pero continuasen estudiando por correspondencia los estudios superiores, ya tenemos un buen número de aquellos compañeros que este año comienzan el cuarto curso de su carrera de ingenieros agrónomos y que son en este momento —constituyendo equipos de técnicos que están ayudando en los planes de caña—, sin duda, un núcleo donde se reúnen los compañeros que más experiencia tienen en el cultivo de la caña en nuestro país (APLAUSOS). 
Hay, naturalmente, algunos —contados— antiguos agrónomos que tienen grandes experiencias en caña.  Pero ya estos compañeros constituyen un contingente numeroso, y están participando destacadamente en el plan para los 10 millones de toneladas de azúcar (APLAUSOS).  Y algo a la vez sumamente alentador, y es que en el día de hoy se gradúen nada menos que 378 técnicos en caña (APLAUSOS). De manera que este instituto ha formado ya 540 técnicos aproximadamente que, junto con los primeros cursos graduados en las otras escuelas, hacen ya un total de 701 técnicos graduados (APLAUSOS).  ¿Y qué significa 701 nuevos técnicos en caña?  Significa, sencillamente, pasar del cero a algo, significa que hemos dado un gran salto en este sentido, puesto que nadie vaya a imaginarse que nuestros campos estaban llenos de técnicos y de hombres con grandes conocimientos teóricos y prácticos de la agricultura.  Es una gran cosa, una formidable cosa que ya nuestro país en ese período de cuatro años pueda contar con 701 técnicos, los cuales a su vez están realizando estudios superiores.  Esto significa mucho para nuestro país. 
En esta misma provincia donde comenzaron a trabajar los primeros graduados de este instituto tecnológico, al cabo de dos años se podía apreciar cuanto había avanzado la agricultura cañera.  Tal vez muchas personas piensan que la agricultura es una cosa muy fácil y muy sencilla, puesto que actividades agrícolas han realizado los hombres desde que descubrieron que una semilla germinaba y se podía crear una planta.  Pero en realidad la agricultura moderna, la agricultura necesaria para satisfacer las necesidades de una población numerosa, y las necesidades de toda una población, es una agricultura que no es tan sencilla, es más compleja, y sus técnicas se han revolucionado considerablemente en los últimos tiempos.  La simple siembra de la caña, algo que vienen haciendo los cubanos desde hace siglos, comenzó en nuestro país por pequeñas plantaciones, en tierras completamente vírgenes:  desmontaban, sembraban la caña; el suelo no erosionado poseía gran fertilidad, puesto que durante miles de años tal vez no había sido nunca removida aquella tierra, con seguridad que no había sido nunca removida.  Y esas tierras eran más fértiles, pero desde luego los rendimientos eran necesariamente más pobres.  Cuando se comenzó a cultivar la caña de azúcar, los rendimientos eran de mucho menos de 10% de azúcar, pasaba algo similar que con la remolacha. 
Si mal no recuerdo, cuando se comenzó a cultivar la remolacha en Europa el porcentaje de azúcar que tenía la remolacha era un 5% o 6% de azúcar; en los últimos 200 años los trabajos con la genética en la remolacha han logrado producir variedades de remolacha que tienen hasta el 19% de azúcar. Lo mismo ocurrió con la caña: de rendimientos del 6% o el 7%, ya hay variedades de caña que en determinado momento tienen 14%, 15% y hasta 16% de azúcar.  Desde luego, las zafras son largas y las cañas no se cortan todas en la misma fecha, hay momentos que tienen más rendimiento que otros, aunque también se han ido desarrollando variedades, algunas de las cuales maduran más temprano y otras más tarde, pero de entonces acá las técnicas agrícolas han avanzado considerablemente, los rendimientos posibles se han elevado también mucho, las posibilidades con la fertilización, la irrigación, la preparación de la tierra, los cultivos, los herbicidas, son enormes.
En nuestro país anteriormente se cortaba la caña, y aun todavía se hace así, prácticamente todos los años. ¿Qué significa eso? Significa que hay que cortar 70 000, 80 000 caballerías, y cultivar todos los años cuando comienza la primavera 70 000 u 80 000 caballerías.  Como las cañas no estaban en terrenos de regadío, salvo unas pocas excepciones, ¿la caña cuándo había que sembrarla?  En primavera, cuando llovía.  Entonces había durante todos los meses de seca que estar preparando la tierra, mucha tierra preparada, y entonces apenas caían los primeros aguaceros empezar a sembrar precisamente en ese momento, que es el peor para la siembra.  De manera que en nuestro país había que sembrar las cañas en la primavera, todos los cultivos en primavera, porque había que esperar que lloviera, y a la vez había que comenzar a limpiar todos los retoños, a la vez había que cortar la caña todos los años, porque en muchos terrenos la caña no se puede dejar por dos años porque no resiste ese largo período en muchas regiones del país donde a veces ocurren sequías hasta de cuatro y de cinco meses. 
En el futuro la caña se cortará cada dos años, de manera que serán cañas de 20 meses, de 24 meses; las cañas nuevas tendrán de 17 a 18 meses, los rendimientos serán muy elevados.  Las cañas no se sembrarán en los meses de mayo, ni junio, ni julio. 
Ustedes saben los enormes trabajos que este mismo año de mucha lluvia ha tenido que pasar el pueblo llevando a cabo los planes de caña, porque si no se puede sembrar en enero, en febrero, en marzo, en abril, hay que esperar que llueva; las tierras están preparadas, caen grandes y generales aguaceros, no se puede surcar, no se puede emplear una máquina para sembrar, crece la hierba a mucha más velocidad que la caña, y el trabajo que se acumula es enorme, sin poderse usar siquiera las máquinas.  En el futuro se sembrarán las cañas en enero, en febrero, marzo, abril, quizás algunas cañas en septiembre, noviembre y diciembre.  Habrá que cortar la mitad de la superficie de lo que se corte ahora, posiblemente menos de la mitad.  Se calcula unas 110 000 caballerías para la zafra de los 10 millones, que habrá que cortar. Esperamos lograr rendimientos en las cañas nuevas tan altos que no sea necesario cortar las 110 000 caballerías.  Pero para producir 10 millones de toneladas de azúcar hay que cortar unos 7 200 millones de arrobas de caña.  Siete mil doscientos millones de arrobas de caña se pueden producir en unas 35 000 caballerías de caña, siempre y cuando estas cañas sean de regadío, estén muy bien cultivadas, bien fertilizadas, sean las variedades adecuadas y tengan además de 18 a 24 meses de edad.  ¿Qué significa esto?  Que en el futuro solo habrá que limpiar unas 20 000 caballerías de caña y sembrar unas 15 000 caballerías de caña todos los años, que habrá que sembrarlas y se podrá sembrar en los meses de seca porque tendremos ya en el año 1973 casi toda la caña en áreas de regadío, de manera que nos independizamos de los aguaceros, de la primavera, para realizar esos trabajos.  Se hace mucho más cómodo sembrar unas 15 000 caballerías de caña en esos meses, con 150 caballerías en 100 días y este año hay días en que se han sembrado 400 y un día en que sembraron más de 500.  De manera que sembrando 150 caballerías, vamos a poner más, 200 caballerías en 100 días, no es un trabajo fuerte, sobre todo cuando se hace en período de seca, no como ahora que tienen las tierras listas, llueve tres días, como ha llovido en Matanzas, no pueden sembrarlas y tienen que esperar; después tienen que esperar que oree el terreno para poder surcar, las máquinas están paradas puesto que no pueden trabajar.  Es decir, que hay un sinnúmero de inconvenientes. 
De manera que se revolucionará completamente en nuestro país toda la técnica de cultivar la caña y de producir el azúcar: se sembrará en seca, habrá que cultivar prácticamente la cuarta parte de la caña que hay que cultivar ahora. Ahora hay que cortar caballerías con 40 000, 50 000 arrobas y limpiarlas; en el futuro se limpiará una caña que se cortará a los 24 meses con 200 000 o 250 000 arrobas. Cualquiera comprende cuánto se simplifica el trabajo. Si a esto se le añade que en el futuro con herbicidas se mantendrán limpias las cañas, con máquinas se cosecharán las cañas, con elementos que ya se conocen, con una máquina que ya existe —y que el único problema ahora consiste en fabricarla en los próximos años en las cantidades suficientes—, se hará la preparación de tierra toda a máquina, en período de seca controlando las aguas mediante el regadío; se sembrarán con máquinas, se cultivarán prácticamente con herbicidas desde avión, no entrará un hombre en un cañaveral, y se cosechará con máquinas.  De manera que si se necesitan para 10 millones unas 400 000 personas cortando caña, o tal vez un poco más porque no todo el mundo promedia 100 arrobas o 120 arrobas, en el futuro unas 10 000 o 12 000 personas cortarán toda la caña con máquinas. Quedará la caña en las montañas, que se irá bajando para el llano, desactivando los centrales que se encuentran en zonas montañosas y aumentando la capacidad correspondiente en las regiones llanas. Eso se hará de 1970 a 1975, para ver si en 1975 está toda la caña absolutamente mecanizada. Produciremos de una manera incomparablemente más fácil los 10 millones de toneladas de azúcar. Eso no quiere decir que esa sea la única caña que se cultive y se coseche en el futuro en Cuba.  Después de los 10 millones de toneladas de azúcar seguirá creciendo la caña, pero para otros usos que no es el azúcar; pero se hará también con irrigación y con la mecanización. 
Ahora bien, cuando se trata de preparar la tierra para producir 250 000 y hasta 300 000 arrobas por caballería, hay que tener conocimiento cabal del suelo: qué tipo de suelo, qué tratamiento hay que darle, qué niveles de fertilización, qué profundidad debe tener el surco, qué tipo debe ser la semilla que se siembre, limpia de plagas, de la edad correspondiente para que germine con la mayor rapidez.  Eso en primer lugar.  El riego de la caña requiere conocimientos técnicos, cálculos, estudios del grado de humedad. En fin, una serie de elementos de juicio, de información y de conocimientos que no los tiene cualquier persona. 
Además, el uso del herbicida es todavía más complicado.  No hay un solo tipo de herbicida.  Hay un herbicida para los terrenos muy pesados, otro herbicida para los terrenos muy ligeros, un herbicida que se aplica antes de la siembra, un herbicida que se aplica después de la siembra; tiene que emplearse en las cantidades exactas; tiene que poseer el suelo un grado de humedad determinado.  De manera que a cualquiera no se le puede encargar de 100 caballerías de caña y decirle:  aplíquele toda la técnica —no ya 100, 10 caballerías de caña—, aplíquele todas las técnicas adecuadas al suelo, adecuadas a la variedad, adecuadas a los herbicidas.  En fin, todas esas cosas requieren conocimiento. 
Si nosotros no tenemos en el pueblo miles de técnicos en caña no podemos llegar a este tipo de agricultura moderna.  Igual que en la caña pasa con el arroz, con los cítricos, con el café, con las viandas, con el ganado, con todo. 
Es decir que un país que quiera disponer en abundancia prácticamente absoluta lo que quiera —y nuestro país por las condiciones de clima, por sus condiciones de suelo, puede llegar a tener en abundancia todo lo que quiera—, para ello hacen falta como cuestión muy importante dos cosas: primero los conocimientos técnicos; y, segundo, las máquinas y los equipos y las materias primas pertinentes para poder aplicar esa técnica. 
Por ejemplo, para regar pues hay que hacer infinidad de trabajos.  Ha habido que estudiar en el país todas las aguas subterráneas, ha habido que estudiar todas las cuencas de los ríos, cuánta agua corre como promedio por cada río, qué lugares sirven para hacer las presas, qué cantidades de agua se almacenan, cuánto llueve en cada región del país, cuánto se evapora, toda una serie de estudios que nadie sabía aquí.  Porque aquí en el país solo había un embalse, Charco Mono, de 6 millones de metros cúbicos de agua, para darle agua a Santiago, y la presa del Hanabanilla, que no estaba terminada.  ¿Y saben cuánto necesita la agricultura que aspiramos a desarrollar?  Unos 15 000 millones de metros cúbicos. 
De manera que la Revolución ha tenido que realizar hasta los estudios más elementales que esta cuestión requiere, como es el agua que corre por cada río o la ubicación y caudal de las cuencas subterráneas.  Cualquiera dice: hacer una represa es fácil, echar tierra allí en el cauce del río y aguantar el agua, esa cosa que hacen los niños jugando en la bañadera de su casa. Pero en realidad hay que hacer estudios de la cuenca hidráulica, estudios geológicos, de la arcilla, estudio de la resistencia física de esa arcilla, muchas veces hay que hacer inyecciones en la roca para evitar las filtraciones, hay que calcular la resistencia con un margen de seguridad sobrado para que aunque llegue un Flora no se vaya la presa, porque en nuestro país donde a veces se producen esos tremendos ciclones con descomunales aguaceros hay que tener normas de seguridad muy grandes en las presas. Y todo eso requiere proyectistas, ingenieros, geólogos, operadores de equipos, jefes de obras. Nadie se imagina la cantidad de técnicos y de personal capacitado que se necesita para hacer todas esas cosas.  Por lo general la mayoría de las personas ignoran cuál es la complejidad de todas esas cosas, y muchos incluso parecen olvidar que en nuestro país no había nada de eso, ninguno de esos tipos de técnicos de caña, ni de suelo, ni de presa, ni geólogos, ni nada, porque aquí este país vivía de dos cosas:   400 000 obreros cortando caña y el resto de la gente viviendo de esa caña, en el “timbiricheo”, en el negocio, en el cambio para acá, para allá, todas las cosas esas; es decir, no estaban en la producción de bienes materiales.  Casi todo se importaba. Y trabajaban 400 000 personas en la caña.  Con eso se producían las riquezas fundamentales del país, todo lo demás se traía y se repartía, según los privilegios, clases, etcétera, etcétera. 
Y desde luego que esa era una realidad, y no se desarrollaba ningún tipo de los conocimientos que hoy tanto se necesitan: algunos pocos que sabían algo no eran precisamente de las familias más pobres, no eran los hijos de los obreros azucareros, eran por lo general los hijos de las familias más pudientes. Y lógicamente, como la Revolución no podía preservar aquellos privilegios, muchos de ellos inconformes, insatisfechos, se marcharon. Y era lógico: no se podían adaptar, ni mucho menos, a una revolución.  Y la revolución había que hacerla, porque si no se hacía la revolución terminábamos aquí devorándonos unos a otros.  Cualquiera comprende eso perfectamente bien (APLAUSOS). 
Con esto les quiero dar a entender la importancia que tiene la formación de los cuadros técnicos en todos los cultivos.  Ahora bien, nuestro país tiene una superficie de unas 800 000 caballerías y llegará a disponer, entre pastos y cultivos, de cerca de medio millón de caballerías; el resto estará comprendido en las tierras que ocupan las ciudades, las instalaciones industriales, los mogotes que no se pueden cultivar, los embalses de agua que ocupan caballerías de tierra, los caminos, y las áreas forestales.  Debemos irrigar aproximadamente 300 000 caballerías de tierra. 
Ese es el enorme esfuerzo que se está haciendo ahora, construyendo embalses por dondequiera y perforando por dondequiera.  Con muchos esfuerzos el país ha reunido equipos para poder hacer eso, con muchos esfuerzos y muchos sacrificios para el país.  Si lo hubiéramos gastado en otras cosas no resolvíamos ningún problema.  Esto explica por qué en estos años han tenido que faltar muchas cosas, porque era mucho más importante resolver con carácter definitivo los problemas del futuro del país.  Muchas veces los que viven a la orilla de la carretera habrán visto cuantos cientos de máquinas de todo tipo han estado en los últimos meses recorriendo este país, marchando hacia los respectivos frentes de trabajo:  drenajes, embalses, buldoceo, caminos y carreteras, en fin construcciones agropecuarias de todo tipo. 
De manera que nuestro país, con la técnica y con las máquinas, podrá producir en abundancia absoluta, ¡abundancia absoluta!, todo lo que necesite, no solo para la alimentación, sino también el vestido, el calzado, la asistencia médica, la educación, la vivienda, la electrificación, en fin tiene los recursos naturales suficientes para que, trabajando el pueblo, con la ayuda de la técnica y con la ayuda de las máquinas crear realmente una abundancia de alimentos por habitante como posiblemente no ha creado ningún otro país y sentar sobre bases muy sólidas el desarrollo económico y social de la nación. 
Esas son posibilidades reales que ya se perciben. 
Ahora, de la ignorancia no podíamos sacar nada. ¿Alguien cree que de la ignorancia se podía sacar algo?  La ignorancia es uno de nuestros más terribles males en todos los órdenes. Es la ignorancia lo que hace que mucha gente sea descuidada en sus obligaciones, en sus trabajos, hagan las cosas al revés. Nos encontramos infinidad de gente haciendo las cosas siempre al revés, personas indolentes, personas que no le dan mucha importancia a si creció la hierba o no creció, si le aplicaron o no el fertilizante, si se lo aplicaron tarde o se lo aplicaron temprano; en fin, montones de cosas que hay que hacerlas con precisión, con regularidad, en el momento adecuado, en todas las actividades. 
Baste decir que muchas veces tenemos personas que todavía no tienen sexto grado administrando importantes centros, administrando granjas, administrando unidades de producción, administrando fábricas.  Gente llena de buena fe, gente llena de honradez, gente deseosa de actuar bien. Pero el nivel falta, ¡señores!  Y no hay nada más terrible que la ignorancia.  De la ignorancia no se saca nada.  Y quizás la más extraordinaria cosa que ha hecho la Revolución en estos años —aparte de la epopeya de este país a 90 millas de Estados Unidos, de haber podido mantener su independencia, de haber podido mantener su Revolución— es la batalla que se ha estado librando contra la ignorancia, el gigantesco esfuerzo que se está haciendo, que ya empieza a producir los primeros frutos.  Y no puede dejar de producirnos a todos mucha satisfacción ver los resultados, por ejemplo, de esta escuela, para citar un ejemplo:  el que se hayan graduado más de 500 técnicos en caña.  ¿Dónde están esos compañeros?  Algunos están de profesores aquí, otros están en las universidades —que se van a preparar algunos para profesores en las universidades, de los nuevos contingentes de estudiantes—, otros están en los centros de investigación científica, otros están en los equipos de técnicos, ayudando en los planes de caña en las provincias.  Ahora recibirán el extraordinario esfuerzo que significa esta graduación. 
Y hay que decir, además, que los compañeros salidos de esta escuela han dado magnífico resultado y son extraordinariamente apreciados en todas partes (APLAUSOS), no obstante que, como ustedes ven, son compañeros extraordinariamente jóvenes.  Acaban de recibir el certificado y ahora es que empezarán a acumular su mayor cantidad de experiencias en la práctica diaria, con los problemas, estudiando en las universidades, en los laboratorios, en los campos de caña, observando todo lo que ocurre; tendrán que enfrentarse ahora a las realidades, tendrán que ver por muchas partes la ignorancia.  Desde luego eso no será razón para que desprecien a los otros, porque muchos de esos hombres también hubieran podido ser técnicos si en su época hubiera habido una revolución, si en su época hubieran podido ir a la escuela. 
Es muy importante que los compañeros vayan con humildad, con mucho respeto para todos los demás, con mucho respeto para los trabajadores y los demás que no han tenido la oportunidad de estudiar; no ser autosuficientes con ellos, ser compañeros, explicarles las cosas, comprender cuánto hay de ignorancia en los demás y comprender a la vez que como cada año serán más y más los que se gradúen, llegará el tiempo en que en el campo no haya nadie que no sea un técnico, llegará el tiempo en que en el campo no haya nadie que no sea un técnico. 
Si calculamos los técnicos que se graduarán en los próximos 12 años, en general: técnicos agrícolas, industriales, maestros, asciende a la suma aproximada de 800 000.  Piensen que este país dentro de 12 años tendrá 800 000 técnicos de este nivel en todas las esferas de la actividad social.  Un poco más...  Y al hablar de un poco más todo depende de los años.  Cuando ya se va teniendo un poco más de años pues ya no se puede hablar muy lejos, pero por ahí había unos niños encantados oyendo las salvas de artillería y divirtiéndose muchísimo, que tienen tres y cuatro años y que dentro de 32 años serán más jóvenes de lo que somos muchos de nosotros hoy, de manera que alcanzarán el año 2000 sin problemas.  Para esa fecha un cálculo elemental permite afirmar que habrá unos 3 millones de técnicos de ese nivel y más de 4 millones estudiando. 
De manera que en el futuro toda la sociedad tendrá conocimientos técnicos.  Y no podrá ser de otra manera porque la técnica avanza a una espantosa velocidad, es una incesante revolución difícil de seguir.  Y la sociedad que en el futuro todos sus miembros no adquieran esos conocimientos se quedará rezagada, estará llamada a ser una sociedad subdesarrollada; a la vez que una nación que hace lo que nosotros hacemos hoy está llamada a ponerse prácticamente en vanguardia entre los demás países subdesarrollados del mundo porque, a pesar de la espantosa necesidad de técnicos que tienen, en ningún otro país subdesarrollado —bajo las condiciones del feudalismo que existe— puede desarrollarse ningún programa para resolver los problemas, como no se podían desarrollar en Cuba anteriormente, y aun a los países capitalistas adelantados los rebasaremos un día, porque allí no se estudia para las necesidades, allí no existe una economía planificada a largo plazo; no es como nosotros que podemos calcular cuáles son los técnicos que necesitamos para 1980, cuántos ingenieros de un tipo, cuántos de otro, cuántos maestros, cuántos profesores para satisfacer las necesidades de toda la sociedad y la posibilidad de que todos los jóvenes estudien, de manera que en un futuro toda la sociedad será técnica, la mayor parte del trabajo será intelectual:  las máquinas, la química, los procesos automáticos harán casi todo. 
Pero para poder dominar esos tremendos avances y descubrimientos de la ciencia hace falta técnica, y ya ustedes ven cómo un técnico puede hacer cosas, puede manejar un cañón, puede ser un soldado, puede manejar un lanza-cohetes múltiple, puede manejar un tractor, puede manejar una técnica, puede hacer un trabajo manual, puede hacer un trabajo intelectual.  De manera que la sociedad marcha, nuestro país, nuestra sociedad marcha inexorablemente hacia un futuro no tan lejano en que toda la población adquirirá esos niveles técnicos y seguirá realizando estudios superiores; esos estudios ya no los harán en las universidades, sino como ustedes: van a la producción y al mismo tiempo estudiarán. ¿Cómo se ha podido hacer eso?  ¿Cómo han podido salir magníficos técnicos?  Así ocurrirá en el futuro con todas las actividades. 
Para nosotros esta escuela tiene muchas cosas importantes: fue la primera escuela donde se estableció ese sistema de que el joven se graduaba de técnico y después iba a la producción y seguía realizando los estudios superiores universitarios. 
Ese plan ha marchado perfectamente bien y marchará con mucha más facilidad, mientras más técnicos haya, se podrá disponer de más tiempo para estudiar y más personas capaces de ayudar en el desarrollo de los correspondientes estudios. Además, ha sido la primera escuela    —junto con la “Thaelmann”, y no recuerdo ahora exactamente cuál otra, y “Hermanos Gómez”— donde se introdujo el sistema del estudio y el Servicio Militar simultáneamente (APLAUSOS). 
Ciertamente que nos producía una gran satisfacción ver cómo estos compañeros se han graduado, con un buen nivel, niveles que se irán mejorando año por año, que van a realizar ya su estudio universitario, que van a participar en la producción, que han hecho su servicio militar, que le han prestado al país el servicio de estar aquí en guardia permanente, constituyendo una de las mejores unidades militares de la defensa de esta provincia (APLAUSOS); compañeros que por sus conocimientos asimilaban inmediatamente la técnica compleja, rápidamente, más de lo que lo puede asimilar un contingente de jóvenes que tenga un primer grado, un segundo o un tercer grado, o analfabetos, como ocurre en muchos casos con el servicio, a quienes cuesta tremendamente enseñarlos o no se les puede nunca enseñar cómo se maneja un aparato de esos, en que hay que hacer cálculos aritméticos y matemáticos, geométricos y toda una serie de cálculos, y cosas incluso más sencillas cuesta más trabajo explicarlas; cómo ellos nos pueden prestar ese servicio al país, cómo están preparados, cómo en cualquier caso de necesidad con sus conocimientos se incorporan inmediatamente a la unidad que les asignen y cómo no han significado pérdidas de tiempo en absoluto estos años; cómo las familias vienen aquí llenas de alegría a ver que su hijo ha cumplido una importante etapa ya en su vida, que ha adquirido un conocimiento que es un triunfo, un triunfo de la inteligencia, un triunfo de la voluntad, un triunfo de la educación, un triunfo de la influencia positiva de la familia, de la Revolución, de las ideas nuevas, de todos; y cómo esos han sido no años perdidos sino años ganados.  Y nosotros aspiramos a que en un futuro todo nuestro ejército sea un ejército de cuadros y esté integrado —toda la masa fundamental de los que manejen la artillería, la infantería y otros servicios compatibles con el estudio—, por estudiantes de los institutos tecnológicos.  De manera que el servicio vaya desapareciendo, y quede para aquellos que teniendo 17 y 18 años se quedaron en tercer grado, segundo grado, cuarto grado, o primer grado, o cero grado, porque los hay —parece mentira pero los hay—, que se quedan en cero grado todavía a estas horas. 
Alguna gente en este país que no sepa leer y escribir, esa es la vergüenza más grande que a mi juicio pueda tener nadie.  Yo recuerdo que cuando era muchacho vivía en un lugar donde el 80% era analfabeto y aquel 80% vivía avergonzado, a pesar de que era la inmensa mayoría. ¿Cómo se sentirá hoy el que no sepa leer y escribir, cuando él es uno entre 50 o uno entre 40 y antes eran 8 entre 10?  Me imagino que si hay un mínimo de vergüenza debe ser algo muy desagradable para cualquier persona no saber leer ni escribir, porque si se descuida, ¡pues figúrense!  Uno de los medios de comunicación que el hombre emplea sobre todo los muchachos jóvenes es la escritura, porque les escriben a las novias, a la familia (RISAS).  Y así, compañeros, todavía se dan estos casos. 
Pero, desde luego, ha avanzado enormemente la educación; ya tenemos 1 740 000 estudiantes desde el primer grado hasta la universidad, 1 740 000: en primer grado 360 000; en sexto grado 110 000.  ¿Ustedes saben lo que son 110 000 en sexto grado?  Casi 100 000 entrarán en enseñanza secundaria el próximo año.  Ahora calculen dentro de seis años —no falta tanto, los años está demostrado que corren, y a veces rápido— los trescientos y tantos mil de primer grado en la medida en que se perfeccione la educación, nuestras escuelas y nuestros maestros, cuántos de esos irán a estudiar secundaria, más de 200 000, suponiendo todavía muchas imperfecciones en nuestro sistema educacional.  Entonces llegará un momento en que tendremos cientos y cientos de miles en todos los niveles de la enseñanza media y superior. 
Pronto se discutirá la ley de la enseñanza obligatoria para todos los muchachos, hasta el título equivalente a preuniversitario.  En el futuro no habrá preuniversitarios como hoy, sino institutos tecnológicos de ciencias, el que va a estudiar medicina, biología.  En fin, que queda todavía esa separación, instituto tecnológico, preuniversitario, porque en definitiva debe salir todo el mundo preparado, tener una educación amplia, una cultura amplia, y ya cuando tengan conocimientos de cierta especialización...  Porque el que va a estudiar medicina estudiará en los hospitales, en el futuro en las universidades irán a cursos de posgraduados, pero cuando tengamos 10 000, 20 000 técnicos en el campo ya no estarán estudiando en la universidad, como estos compañeros que se graduaron aquí que han sido los pioneros en ese sistema y que han demostrado que eso es posible, que han demostrado que se puede terminar a los 19, 20 años, ir a la producción y continuar los estudios superiores, aparte de que ellos han estado estudiando, participando en la producción, sirviendo al país con las armas, sin contar que ya los muchachos aquí desde la secundaria básica participan también en la producción. 
Como va una masa tan grande para la secundaria estamos apurados haciendo secundarias básicas, pero no en las ciudades; aspiramos a que en un futuro el país cuente con suficientes instalaciones para que todos los niños de la escuela primaria desayunen, almuercen y coman en la escuela y vayan a dar lata a su casa por la noche, si les quedan energías, aunque a los muchachos les sobra.  Después las escuelas secundarias estarán ubicadas en regiones del campo, donde ya se combinará el trabajo y el estudio; después el instituto tecnológico, hombres y mujeres, y allí harán el servicio; y después cuando salen del tecnológico, 19 o 20 años, van a la producción y continúan realizando estudios superiores. 
En un futuro alrededor de cada fábrica, de cada plan agrícola estará la facultad obrera, como han hecho los compañeros graduados de este tecnológico, que los hechos han demostrado que eso es posible, y un día no serán 30 000 los estudiantes universitarios, serán 300 000 o 400 000, todo el mundo, ¡todo el mundo! Y esto no es un capricho, es una necesidad de la época contemporánea, y una necesidad tanto mayor cuando se trata de un país que tiene que dar enormes saltos para salir del atraso, una necesidad tanto mayor cuando se trata de un país pequeño en un mundo donde la ciencia y la técnica se revolucionan incesantemente. Esas revoluciones le han traído a la humanidad grandes beneficios.  En la medicina el descubrimiento de los antibióticos y otra serie de medicamentos no se sabe cuántas vidas han salvado; ya muchas de las enfermedades que antes diezmaban a la población no existen, son rápidamente controladas, y van quedando otras contra las cuales lucha también la ciencia, y ya se llega a operaciones que antes parecían inconcebibles, y ya se ha llegado hasta el trasplante del corazón.  La cirugía avanza, la medicina avanza.  En todos los campos la productividad se desarrolla; la televisión, por ejemplo, es un avance enorme.  ¡Cuánto ayuda la televisión en la educación!  Un buen profesor puede enseñar simultáneamente a decenas de miles de personas.  Es decir, que se puede ir perfeccionando todo, y lo mismo en todos los campos, la ciencia ha ido creando maravillas; también puede hacer daño al hombre, porque ha creado procedimientos, todos esos adelantos científicos y técnicos que mal empleados pueden causar grandes daños a la humanidad.  Luego en los tiempos contemporáneos un pueblo como el nuestro tiene imperiosa necesidad de priorizar el estudio, la preparación, la educación, y yo creo que eso ya cada vez se comprende más, y ustedes lo comprenden perfectamente bien. 
En cuanto a los compañeros que se gradúan, ya van a trabajar en una de las ramas más importantes de nuestra economía, que es la caña de azúcar.  De la caña saldrán los 10 millones de toneladas, pero de la caña en el futuro saldrán muchas más cosas. Ya de la caña salen proteínas, de la caña puede salir leche, huevos, pollos, cerdos, utilizando sus productos como alimento animal.  De la miel final se produce ya, por procedimientos de fermentación, proteínas que, combinadas con el azúcar, constituyen parte importantísima de alimentos de aves.  Es decir que nosotros en el futuro tendremos más caña todavía, pero ya no para azúcar sino para la producción de mieles, principalmente con destino al consumo animal. No hay caballería de maíz ni de ningún otro cultivo que pueda competir en nutrientes con una caballería de caña.  La caña deja además los subproductos. El cogollo en estos años ha ayudado mucho en la alimentación del ganado; el bagazo, otro subproducto importantísimo, materia prima para un artículo como es el papel, cuya demanda crece en todo el mundo.  Hoy el bagazo se utiliza como combustible; en el futuro se utilizará para hacer pulpa de papel, con un valor muy superior. En el futuro tendrá que ser sustituido eso por otro combustible y emplearse el bagazo en la producción de pulpa. De manera que la caña será siempre uno de los renglones más importantes de la economía del país. 
Nosotros debemos ser el país que tenga las más altas técnicas en caña, por nuestro clima, por nuestra industria cañera, por nuestra tradición cañera, las técnicas más elevadas en cultivos, la más alta productividad de caña y de azúcar por caballería; nosotros debemos ser el país que tenga las variedades mejores.  Ya afortunadamente en nuestro país se han desarrollado algunas variedades magníficas, ejemplo de ello es la Cuba 87-51, una caña que en algunos campos tiene ya hasta 11% de azúcar, en septiembre; otros campos de la misma variedad tienen 9%, 8%, 7%, 6%.  Esto permite empezar zafras con una variedad que tiene por lo menos el 10% de promedio en el mes de noviembre.  Se alarga el tiempo de molienda en los centrales. Antes teníamos prácticamente la POJ 28-78 fundamentalmente, y la famosa POJ era con la que había que hacer la zafra; pero la POJ en noviembre, en diciembre y en enero tiene muy poca azúcar.  Ya en este mismo plan para los 10 millones toda la caña que se siembra es de variedades de alto rendimiento en caña y en azúcar, muchas de ellas de madurez muy temprana, para poder empezar a hacer la zafra con caña de alto rendimiento en azúcar ya desde noviembre. 
Hay magníficas variedades de caña, y en los centros de investigación se sigue tratando, mediante combinaciones y cruzamientos, de obtener cañas todavía más productivas, de más azúcar, con las características que nos interesa. Hay que producir cañas que resistan enfermedades, cañas que sirvan a la mecanización, cañas que tengan altos rendimientos en caña y en azúcar; en fin, todas esas cosas tenemos que lograrlas. Es un tipo muy interesante de cultivo. 
Los compañeros se van a integrar precisamente al frente donde hoy se está librando la más importante batalla económica del país: la zafra de los 10 millones; ellos ya pueden participar en el plan de cultivo, si no han podido participar en lo que se ha estado haciendo de siembra hasta ahora; es muy importante el cultivo y la atención a las cañas de retoño el año que viene, aunque el grueso de las cañas para 1970 será caña nueva, toda la que se está sembrando este año. Este año se están sembrando más de 30 000 caballerías de caña, este solo año, desde el primero de enero al 31 de diciembre.  Pero están todos los retoños. Posiblemente el año que viene, sea un año seco, pues suelen alternar los húmedos y los secos. Esto significa que el cultivo es muy importante, la limpieza importantísima, enterrar el fertilizante importantísimo, aplicarlo en el tiempo más oportuno, de manera de aprovechar cada gota de agua que caiga sobre los cañaverales, y ya en eso los compañeros pueden participar, tomar parte de una batalla que se ha convertido en una batalla histórica importantísima para nuestro país. 
Sinceramente debemos decir que nos sentimos satisfechos de este instituto tecnológico, nos sentimos muy satisfechos de sus resultados, del trabajo de los compañeros que han salido de este centro, de la actitud de los compañeros, de su disciplina, su estricta disciplina, su estudio, su comportamiento.  Y por eso, de todo corazón, compañeros, realmente ustedes merecen que los felicitemos, así como también a los profesores y dirigentes de este centro. 
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! 
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

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