noviembre 01, 2009

Testimonio del Ministro de Defensa acerca de los Acontecimientos de Campo de Mayo

TESTIMONIO DEL MINISTRO DE DEFENSA ACERCA DE LOS ACONTECIMIENTOS DE CAMPO DE MAYO
"Las exigencias de Rico -según le manifesté-, eran claramente inaceptables"
Horacio Jaunarena
[abril de 1987]

ME VOY A REFERIR exclusivamente a los hechos acontecidos en la tarde y noche del sábado y en la mañana del domingo, que son de mi conocimiento directo por haber sido protagonista.
Por intermedio de Facundo Suárez, por ese entonces a cargo de la SIDE, se había organizado una reunión en el Edificio de la Fuerza Aérea; iban a participar monseñor Medina (vicario castrense), el brigadier Crespo, Facundo Suárez y el teniente coronel (RE) Vila Melo, quien decía representar a Rico.
Por expreso pedido del Presidente participé de esa reunión en razón de que se pensaba que yo estaba en condiciones de interpretar mejor el pensamiento presidencial en una reunión tan delicada. En el encuentro, Vila Melo hizo conocer las exigencias de Rico, que eran -según le manifesté- claramente inaceptables. En atención a ello, en ese momento resolvimos que yo tuviera una entrevista con Rico en Campo de Mayo, lugar al cual me trasladé en helicóptero, previo conocimiento y consentimiento del Presidente.
Una vez allí, y acompañado por el general Vidal, nos ubicamos en un ámbito presuntamente neutral, en donde se presentaron Rico, Venturino y una fuerte custodia de hombres armados y vestidos de fajina.
A mi pedido, la custodia se retiró, por lo que quedamos Rico, Venturino, el general Vidal y yo.
La impresión que tuve en ese momento es que, si bien el que llevaba la voz cantante era Rico, el mentor que lo alimentaba era Venturino. De todas maneras, y luego de largas discusiones por momentos muy ásperas, pudimos resumir el petitorio de Rico en cinco puntos:
1. pase a retiro del general Ríos Ereñú y su reemplazo por otro a elegir de una lista de cinco generales que allí se me exhibió;
2. solución "política" (es decir, amnistía) de las secuelas de la represión de la guerrilla;
3. cese de la campaña contra las Fuerzas Armadas por parte de los medios de comunicación;
4. aumento sustancial del presupuesto de las Fuerzas Armadas;
5. no sancionar a los protagonistas de los hechos de Semana Santa.
A estos requerimientos contesté:
1. Que el general Ríos Ereñú ya había solicitado su retiro y que no se aceptaba la pretensión de que el nuevo jefe del Estado Mayor fuera electo de la lista que se me presentaba (el general Caridi, designado luego, no estaba en ella).
2. Que el gobierno ya tenía una decisión tomada con respecto a este tema y que ya la había anunciado el doctor Alfonsín en un discurso emitido pocos días antes en la localidad de Las Perdices, provincia de Córdoba. Lo que yo personalmente lamentaba es que ahora esa decisión ya tomada por el gobierno iba a ser interpretada como consecuencia de la presión de los revoltosos. No obstante, se seguiría con lo que ya estaba decidido.
3. Que en una democracia, el gobierno no dirige los medios de comunicación, de manera que sobre el tema no se podía hacer nada y que el movimiento que estaban llevando adelante no hacía otra cosa que destruir aún más el prestigio de las Fuerzas Armadas.
4. Que la situación presupuestaria no podía resolverse exclusivamente mirando a las Fuerzas Armadas, sino también a los requerimientos de otros sectores de la sociedad tan dignos de protección como ellas.
5. Que la Justicia estaba interviniendo y, por lo tanto, sería ésta la que en definitiva resolvería sobre sus responsabilidades.
Finalmente le hice saber a Rico que había una muchedumbre cada vez más inquieta, que la situación podía tomarse incontrolable para el propio gobierno y que las consecuencias iban a ser lamentables, mucho más para aquellos a los que él estaba acaudillando, por lo que le requería que cuanto antes depusiera. su actitud.
Luego de una discusión áspera entró en razones y me dijo que necesitaba esa noche para persuadir a sus camaradas que estaban muy exaltados, por lo cual requería tiempo hasta el día siguiente a las 10 de la mañana para entregar me la unidad formada y subordinada al gobierno constitucional.
Así se acordó, razón por la cual me retiré e informé acerca de la situación al Presidente.
Horas más tarde, el propio Rico se trasladó a la sede del Estado General del Ejército e informó al general Ríos Ereñú que a la mañana siguiente haría entrega de la unidad en la forma que le había anticipado al ministro de Defensa.
Al día siguiente (mañana del domingo) me trasladé a Campo de Mayo.
Cuando llegué me encontré con una situación absolutamente diferente a la esperada: Rico se presentó acompañado por una docena de hombres armados y en actitud amenazante. Yo me hallaba solo con mi ayudante, y sin mucha posibilidad de comunicarme con el exterior, rodeado de gente visiblemente fuera de control. En ese contexto, Rico me dijo que yo le había mentido, que "lo había corrido con la vaina", porque esa noche él se había enterado de que el gobierno estaba dispuesto a dar la amnistía a todos aquellos que intervinieron en la represión de la guerrilla, y que yo había querido hacerme el héroe ante los ojos de un Presidente que estaba dispuesto a conceder mucho más de lo que yo había manifestado.
Frente a ello, le pregunté de dónde había sacado semejante despropósito.
Me manifestó que se lo había dicho el intendente de San Isidro, quien había estado en Campo de Mayo luego de que yo me hube retirado. Le pregunté si él apreciaba la diferencia entre la palabra del ministro de Defensa y la del intendente de San Isidro, y me contestó que frente a este doble mensaje él quería que fuera el propio Presidente el que le dijera lo que realmente el gobierno estaba dispuesto a hacer.
Dadas estas circunstancias, al advertir que todo lo que se había avanzado había quedado destruido y apreciando que la situación se agravaba a medida que pasaban los minutos, me comuniqué con la Casa de Gobierno. Hablé con uno de los edecanes del Presidente, al cual en medio de mi indignación y furia le manifesté que, gracias al caos y a los dobles mensajes que emitían quienes posiblemente querían ayudar, habíamos llegado a la situación en que estábamos y que no veía otra alternativa más que el Presidente viniera y ratificara cuál era la intención del gobierno constitucional.
Luego de ello marché a la Casa de Gobierno cuando ya AIfonsín iba a partir hacia Campo de Mayo.
Junio de 2004
Horacio Jaunarena

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