MARTIRES DE CHICAGO
Carta de Adolph Fischer al Gobernador de Illinois Richard James Oglesby
“Si no puedo obtener justicia, si no puedo ser devuelto a mi familia, prefiero que la sentencia se ejecute”
[10 de Noviembre de 1887]
Cárcel de Chicago, 10 de noviembre de 1887.
A M. Oglesby, gobernador de Illinois.
He sabido que se circulan peticiones pidiéndoos la conmutación de la pena de muerte que el tribunal ha pronunciado contra mí. Ante esa demanda simpática de una parte de la población, declaro que se efectúa sin mi autorización. Como hombre de honor y de conciencia no puedo pedir gracia. No soy criminal y no puedo arrepentirme de lo que no he hecho.
¿Pediría perdón por mis principios, por lo que creo justo y bello? Jamás. No soy hipócrita y no puedo intentar que se me perdone ser anarquista; al contrario, la experiencia de los dieciocho últimos meses ha afirmado mis convicciones. Se me pregunta si soy responsable de la muerte de los policías muertos en Haymarket; no responderé a esa pregunta mientras no declaréis que cada abolicionista era responsable de los actos de John Brown. No puedo pedir gracia, ni recibirla, sin perder el derecho a mi propia consideración. Si no puedo obtener justicia, si no puedo ser devuelto a mi familia, prefiero que la sentencia se ejecute.
Todo el que esté un poco al corriente de los acontecimientos, debe reconocer que esa sentencia ha sido inspirada en el odio de clases, en la excitación de la opinión pública por una prensa perversa, en el deseo que anima a la clase dominante de reprimir el movimiento socialista. Los partidos interesados niegan esto, y sin embargo no es más que la pura verdad, y estoy persuadido de que las generaciones venideras juzgarán nuestro proceso, nuestra sentencia y nuestra ejecución del mismo modo que hoy juzgamos las crueldades de los siglos pasados: la intolerancia y la preocupacion pretendiendo sofocar las ideas de libertad.
La historia se repite. En todo tiempo los poderosos han creído que las ideas de progreso se abandonarían con la supresión de algunos agitadores; hoy la burguesía cree detener el movimiento de las reivindicaciones proletarias por el sacrificio de algunos de sus defensores. Pero aunque los obstáculos que se pongan al progreso parezcan insuperables, siempre han sido vencidos, y esta vez no será una excepción de la regla.
En todas las épocas, cuando la situación del pueblo ha llegado a un punto tal que una gran parte se queja de las injusticias existentes, la clase poseedora responde que las censuras son infundadas y atribuye el descontento a la influencia deletérea de ambiciosos agitadores.
ADOLPH FISCHER
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