mayo 17, 2010

"A las americanas del Sud" Bernardo de Monteagudo (1811)

A LAS AMERICANAS DEL SUD
Bernardo de Monteagudo
[20 de Diciembre de 1811]

Mientras la sensibilidad sea el tributo de nuestra especie, la belleza será el árbitro de nuestras afecciones; y señoreándose siempre el sexo débil, del robusto corazón del hombre, será el primer modelo de sus costumbres públicas y privadas. Esta invencible inclinación a esa preciosa parte de la humanidad, influye sobre nuestras acciones en razón combinada de la dependencia en que estamos de ella, dependencia que variando en el modo sin decrecer en su fuerza, sigue todos los períodos de nuestra edad, anunciándose por medio de nuestras progresivas necesidades. Débiles y estúpidos en la infancia, incautos y desprevistos en la puerilidad nuestra existencia sería precaria sobre la tierra sin los auxilios de este sexo delicado. Mas luego que el hombre adquiere ese grado de fuerza y vigor propio de su organización, un nuevo estímulo anuncia su dependencia, y la naturaleza despliega a sus ojos el objeto de su inclinación. Esta es la época que fija su carácter, y determina su conducta: él pone entonces en obra todos los medios capaces de facilitarle la satisfacción de una nueva necesidad que no puede resistir.
Si ve que la virtud asegura sus deseos, será virtuoso al menos en apariencia; si concibe que la ilustración y el valor apoyan su esperanza, él procurará ilustrarse, y merecer el concepto de guerrero; si conoce en fin que el amor a la patria es capaz de recomendar su persona, y favorecer su solicitud, él será patriota al principio por interés y luego por convicción, pues muy luego se persuade el entendimiento, cuando se interesa el corazón. La consecuencia que voy a deducir es fácil prevenirla: uno de los medios de introducir las costumbres, fomentar la ilustración en todos sus ramos, y sobre todo estimular, y propagar el patriotismo es que las señoras americanas hagan la firme y virtuosa resolución de no apreciar, ni distinguir más que al joven moral, ilustrado, útil por sus conocimientos, y sobre todo patriota, amante sincero de la LIBERTAD, y enemigo irreconciliable de los tiranos. Si las madres y esposas hicieran estudio de inspirar a sus hijos, maridos y domésticos estos nobles sentimientos; y si aquellas en fin que por sus atractivos tienen derecho a los homenajes de la juventud emplearan el imperio de su belleza y artificio natural en conquistar desnaturalizados, y electrizar a los que no lo son ¿qué progresos no haría nuestro sistema? Sabemos que en las grandes revoluciones de nuestros días el espíritu público y el amor a la LIBERTAD han caracterizado dos naciones célebres, aunque no igualmente felices en el suceso, debiéndose este efecto al bello sexo que por medio de cantos patrióticos y otros insinuantes recursos inflamaba las almas menos sensibles, y disponía a los hombres libres a correr gustosos al patíbulo por sostener la majestad del pueblo. Americanas: os ruego por la patria que desea ser libre, imitéis estos ejemplos de heroísmo, y coadyuvéis a esta obra con vuestros esfuerzos: mostrad el interés que tenéis en la suerte futura de vuestros hijos, que sin duda serán desgraciados, si la América no es libre: y mientras el soldado sacrifica su vida, el magistrado su quietud, y el político se desvela por la salud pública, haced resonar por todas partes el eco patético de vuestra voz, repitiendo la viva exclamación que hacía en nuestra época una peruana sensible: ¡¡¡LIBERTAD, LIBERTAD sagrada, yo seguiré tus pasos hasta el sepulcro mismo!!!, y al lado de los héroes de la patria mostrará el bello sexo de la América del Sud el interés con que desea ver espirar el último tirano, o rendir el supremo aliento antes que ver frustrado el voto de las almas fuertes .
BERNARDO DE MONTEAGUDO
[1] Gaceta de Buenos Aires Diciembre 20 de 1811.
[2] En mi primera "Gaceta", que es la del número 12, interesé a los ciudadanos ilustrados para que desplegasen sus talentos en obsequio a la libertad: estoy distante de hacerles la injuria de creer se desentiendan de tan justa insinuación: y sí, como no lo espero, incurren en esta omisión, me lisonjeo de que el bello sexo corresponderá a mis esperanzas, y dará a los primeros lecciones de energía y entusiasmo por nuestra santa causa.

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