SEMANA DE MAYO
Proclama del Virrey haciendo conocer al pueblo de la ciudad de Buenos Aires los sucesos de España [1]
"no tomará esta superioridad determinación alguna que no sea previamente acordada en unión de todas las representaciones de esta capital a que posteriormente se reúnan las de sus provincias dependientes"
Baltasar Hidalgo de Cisneros
[18 de Mayo de 1810]
“El virrey de Buenos Aires, etc., etc., a los leales y generosos pueblos de su Virreinato.
Acabo de participaros las noticias últimamente conducidas por una fragata mercante inglesa, que habiendo salido de Gibraltar, arribó á Montevideo el 13 del corriente. Ellas son demasiado sensibles y desagradables al filial amor que profesáis a la madre patria, por quien habéis hecho tan generosos sacrificios. ¿Pero qué ventajas produciría su ocultación, si al cabo ha de ser preciso que apuréis toda la amargura que debe produciros su inexcusable conocimiento? Por otra parte, es de mi obligación manifestaros el peligroso estado de la metrópoli de toda la monarquía, para que instruidos de los sucesos redobléis los estímulos más vivos de vuestra lealtad y de vuestra constancia contra los reveses de una fortuna adversa, empeñada por decirlo así, en probar sus quilates…
[...] Sabed que la dicha de un tirano, o más bien la astucia [...] ha logrado forzar el paso de la Sierra tan justamente creída el antemural de las Andalucías y derramándose sus tropas por aquellas fértiles provincias como un torrente que todo los arrastra, han llegado hasta las inmediaciones de la real isla de León; con el objeto de apoderarse de la importante plaza de Cádiz y del gobierno soberano que en ella ha encontrado su refugio, pero sabed también [...] que provincias enteras, pueblos numerosos y ejércitos que cada vez se levantan de entre sus mismas ruinas, sostienen cada vez con mayor empeño la causa de nuestro adorado soberano el señor Don Fernando VII [...].
Pero aunque estas esperanzas no están distantes de la esfera de los posible[...] mi atención es hablaros hoy con la franqueza debida a mi carácter y al vuestro [...] y deciros [...] suponed que la España, más desgraciada que en el siglo VIII está destinada por los inescrutables juicios de la Divina Providencia a perder su libertad y su independencia [...]. ¿Podrán los tiranos lisonjearse de haber esclavizado a toda la nación? ¡Qué insensatos si llegaran a concebir un plan tan desvariado! Esto sería desconocer aún más que la enorme distancia que los separa, la lealtad innata, el valor y la constancia que os han distinguido siempre. [...] en la América española subsiste y subsistirá siempre el trono glorioso de los esclarecidos Reyes Católicos a quienes debió su descubrimiento y población, para que lo ocupen sus legítimos sucesores.[...]
[...] Encargado por la Autoridad Suprema de conservar intactos y tranquilos estos dominios, he dedicado a tan justo, y tan interesante objeto todos mis desvelos y fatigas. Nada he omitido de cuanto he creído conducente, al desempeño de tan elevada confianza: vosotros sois testigos de que no me dispenso una alabanza a que no tenga justos y conocidos derechos; pero ni estos, ni la general benevolencia que os debo, y a que siempre viviré agradecido, me dispensan del deber que me he impuesto de que en el desgraciado caso de una pérdida total de la península, y falta del Supremo Gobierno, no tomará esta superioridad determinación alguna que no sea previamente acordada en unión de todas las representaciones de esta capital a que posteriormente se reúnan las de sus provincias dependientes, entre tanto que de acuerdo con los demás virreinatos se establece una representación de la soberanía del Sr, Don Fernando VII. Y yo os añado con toda la ingenuidad que profeso; que lejos de apetecer el mando veréis entonces como toda mi ambición se ciñe a la gloria de pelear entre vosotros por los sagrados derechos de nuestro adorado monarca, por la libertad, e independencia de toda dominación extranjera de estos sus dominios, y por vuestra propia defensa, si alguno la perturba.
Después de una manifestación tan ingenua nada más me resta que deciros, sino lo que considero indispensable a la conservación de vuestra felicidad, y de toda la monarquía.
Vivid unidos, respetad el orden, y huid, como de áspides los más venenosos, de aquellos genios inquietos y malignos que os procuran inspirar celos, y desconfianza reciprocas, y contra los que os gobiernan: aprended de los terribles ejemplos que nos presenta la historia de estos últimos tiempos, y aun de los que han conducido a nuestra metrópoli al borde de su precipicio; la malicia ha refinado sus artificios de un modo tal, que apenas hay cautelas suficientes para libertarse de los lazos que tiende a los pueblos incautos y sencillos. Todo os lo dejo dicho: aprovechaos si queréis ser felices de los consejos de vuestro jefe, quien os lo franquea con el amor mas tierno y paternal.
Buenos Aires 18 de Mayo de 1810.
BALTASAR HIDALGO DE CISNEROS
[1] Los hechos especialmente ocurridos el 18 y el 19 de mayo de 1810, desembocan en la Revolución de Mayo. Todo el mundo ya conocía la noticia de que la Junta de Sevilla ha caído, y que los franceses ocupaban España, pero Cisneros proclamó por toda la ciudad, mediante pregoneros, que España estaba en una situación muy delicada, pero sin confirmar que ya no había gobierno a pesar de que él lo sabía. Sin embargo, en esta proclama del 18 el Virrey da una versión "adornada" de los últimos sucesos de España, obviamente, intentando mantener la tranquilidad en el Río de la Plata. El pueblo, mientras tanto, se reunía en cafés y en tertulias a puertas cerradas, donde se conversaba sobre el futuro del virreinato. También en los cuarteles se debatía sobre la política a seguir. Todos tenían una opinión. Pero había un grupo, que ya desde hacía meses se reunían en la jabonería de Hipólito Vieytes, quienes más criticaban la decisión y la legitimidad del virrey. Esos jóvenes se reunieron en la noche del 18 de mayo en la casa de Nicolás Rodríguez Peña. Entre ellos estaban Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti y el jefe de las milicias Cornelio Saavedra. Decidieron que al día siguiente le exigirían al virrey que se convoque a Cabildo Abierto para decidir la situación del virreinato. Cisneros quería mantener el poder, y reunir a todos los virreyes para así crear un gobierno de resistencia. Pero el pueblo de Buenos Aires quería otra cosa, quieren nombrar ellos mismos su propio gobierno. Pero estos revolucionarios pasaron la noche en vela, discutiendo qué hacer. Y finalmente, por la mañana del 19 de mayo, sin dormir, Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano se fueron a entrevistar con el alcalde de primer voto del Cabildo Juan José de Lezica, para que convocase un Cabildo Abierto. Castelli fue a pedir lo mismo al síndico procurado Julián de Leyva. Así buscaban el apoyo del Cabildo para que gestionase ante el virrey el llamamiento a un Cabildo Abierto que finalmente se convoca en los días siguientes.
en conclusion, que propuso para hacer frente a la crisis peninsular?
ResponderEliminarEn conclucion, Que propuso para hacer frente a la crisis peninsular?
ResponderEliminar