julio 15, 2010

"Conferencia en el Teatro Olimpo" Rómulo Betancourt (1945)

CONFERENCIA PRONUNCIADA EN EL TEATRO OLIMPIA DE CARACAS
Venezuela, el mundo de posguerra y la sucesión presidencial de 1946
Rómulo A. Betancourt
[6 de Mayo de 1945]

Conciudadanos; compañeros y compañeras de Partido:
El 13 de setiembre de 1941 surgió nuestra organización a la vida política activa. Dijimos entonces que veníamos a cumplir dentro del ámbito venezolano aquella consigna que para el pueblo del Perú había formulado González Prada: la consigna de "romper el pacto infame de hablar a media voz". Hemos sido leales a ese compromiso contraído con el país. No le hemos puesto nunca sor¬dina a nuestras palabras. En todo momento y oportunidad hemos extraído del corazón y de la conciencia del pueblo sus angustias, apetencias y esperanzas, sus actitudes serenas o sus protestas encrespadas, para verterlas en palabras de orientación o de anatema desde la tribuna pública y parlamentaria, y desde las columnas del periódico.
Hoy venimos a la presencia de nuestra militancia, y de todo el pueblo, a hablar con la misma diáfana franqueza de otras veces sobre dos temas apasionantes e íntimamente conexos entre sí: el mundo de posguerra y la sucesión presidencial venezolana de 1946. Sobre ambos tópicos podré fijar apenas una línea de conducta partidista trazada a grandes rasgos, abocetada apenas. No será sino a fines de mayo, cuando se reúna nuestra Tercera Convención Nacional, en la cual actuarán delegados venidos de todos los Estados de la Unión, cuando nosotros definiremos una posición que comprometa y obligue a toda la militancia de Acción Democrática, tanto en política internacional como en política nacional. Pero no resulta difícil a la dirección del Partido, que mantiene permanente y fecundo contacto con el pensamiento de su gente en todo el país, anticipar algunas ideas fundamentales, que las sabe compartidas por la unani¬midad, o la casi unanimidad de su militancia. Esas ideas serán las que mi voz trasmitirá a ustedes, en esta otra mañana triunfal en la joven y vibrante historia de nuestro gran Partido.
HACIA EL MUNDO DE POSGUERRA
Ya faltan horas apenas para que la paz sea firmada en Europa. Dentro de algunos meses, o de algunas semanas, quedará definitivamente desmantelada la maquinaria bélica nipona y advendrá el cese de actividades militares en el Pacífico. Eso significará que ha terminado, con un decisivo triunfo de las armas aliadas, la segunda guerra mundial. Que ha cesado el traqueteo de las ametralladoras y el estallido de las bombas en una contienda criminal que provocó el ímpetu de voracidad conquistadora del nazi-fascismo, pero que fue posible por la miope y alcahueta actitud frente a Berlín y Roma asumida por los dirigentes de las decadentes democracias capitalistas de Occidente.
Ante la alborozadora noticia de la cesación de hostilidades en los frentes europeos y de la rendición incondicional de Alemania, caben dos actitudes por adoptar. La puramente emocional, la de sentirse profundamente satisfecho porque la sangre humana dejará de verterse a raudales y retornará el íntimo, hermoso sosiego a tanto hogar en luto y duelo; y otra posición, racionalista, crítica, avizora del destino del mundo de posguerra.
Nosotros, como hombres sensibles y como militantes de un Partido de denso historial de luchas antifascistas, compartimos el alborozo universal por la inminente cesación de la guerra. Pero como personeros de una vasta porción de la colectividad nacional, como venezolanos, comprometidos a vigilancia y análisis de los rumbos universales, debemos ir más allá de la simple, de la elemental explosión emotiva. Debemos plantarnos en este hito histórico, a otear el horizonte, a escrutar el futuro, a darnos y a darle al pueblo que en nosotros cree y que de nosotros reclama orientación, una respuesta a esta inquietante interrogación: ¿qué sucederá en el mundo de posguerra y cómo repercutirán en Venezuela los cambios sociales que se avecinan?
POSICIONES ANTINACIONALES: OPTIMISMO IRREFLEXIVO Y DERROTISMO REACCIONARIO
Ante la posguerra hay dos tipos de actitudes ya perfiladas, antitéticas, contrapuestas, pero igualmente perjudiciales para nuestro país. Son dos actitudes igualmente anti-nacionales.
La primera de esas actitudes es de optimismo en mangas de camisa, irreflexivo y desorientador. La actitud de los babiecas inefables que afirman, en todos los tonos y con reiteración de estribillo tedioso, cómo los "tres grandes" en sus entrevistas de Teherán y Yalta, suscribieron solemnes pactos que significarán garantía de liberación para los pueblos coloniales; de justicia y equidad para los países de retrasado desarrollo histórico y de contextura económica semicolonial; de seguridad social para los trabajadores. Son los que andan predicando opiáceas, adormecedoras tesis, que conducirían a la actitud estática, confiada, de brazos cruzados, esperando que llegue por correo certificado la carta de nuestra libertad, de nuestra prosperidad, de nuestra seguridad, firmada por Harry Truman, por Winston Churchill o por José Stalin.
La otra actitud es negadoramente cínica. La sustentan, a la sordina, con ese miedo que ahora tienen de plantear francamente sus puntos de vista, las gentes de mentalidad más conservadora o más reaccionaria. Dicen que en la posguerra no sucederá nada, que las grandes naciones seguirán oponiendo su voluntad a los Estados débiles; y que dentro de cada ámbito nacional, los dueños de los resortes económicos de las sociedades continuarán tutelando y extorsionando a las vastas masas laboriosas. Hay algo de ese pensamiento derrotista en la actitud oficial de Venezuela ante la posguerra. En Chapultepec, ayer, como en Bretton Woods anteayer y como en San Francisco de California hoy, la delegación de nuestro país adopta la política del avestruz: entierra el cuello en la arena, y guarda actitud expectante mientras se debaten dentro y fuera de tales asambleas problemas universales de ineludible repercusión en Venezuela y en América.
La posición de nuestro Partido, por realista y responsable, es equidistante de las dos actitudes delineadas. Desconfiamos confusamente de los gobiernos que están moldeando la paz, pero creemos, con apasionada y militante fe, en los pueblos de Europa, de Asia, de América, que con su energía colectiva serán capaces de forjar un mundo mejor, de hacer cumplir la Carta del Atlántico, de transformar las cuatro libertades rooseveltianas en norma de convivencia humana, ahora que corren el riesgo de servir apenas como pie forzado de oraciones necrológicas, vertidas sobre la fosa recién abierta del gran estadista estadouni¬dense.
POSIBILIDADES Y PERSPECTIVAS DE DESARROLLO DEMOCRÁTICO
Nosotros creemos que la posguerra abre para todos los pueblos del universo magníficas perspectivas y grandes posibilidades. Entre ellas, hay una fundamental: libre vía para el desarrollo democrático de las naciones, porque si algo ha quedado liquidado definitivamente, o cuando menos por algunas décadas, en esta sangrienta contienda, ha sido la tesis providencialista del "jefe único". La derrota y el desastre italianos revelan cómo era de mentiroso ese paramento de "eficacia" con que se exhibía, ante los ojos asombrados de los papanatas, el régimen dictatorial fascista; y la justicia sumaria ejercitada tan audaz como justamente por los guerrilleros de Como contra Benito Mussolini, histriónico capitán de bandoleros, demuestra la cantidad y calidad del odio acumulado en el corazón del pueblo italiano contra el en una época arrogante Duce. Hitler ha sellado con el pistoletazo del suicidio no sólo su vida aventurera, de criminal vesánico, sino también toda una con¬cepción de la filosofía y de la política: la de que hay hombres y razas destinados a imponer su voluntad imperiosa, sin posibilidad para la disidencia, a las colectividades humanas.
Lección perdurable la de Mussolini y la de Hitler, que se enriquecerá cuando Hirohito, Francisco Franco y los otros "hombres providenciales" que aún subsisten, todos temblorosos, sobre el escenario universal afronten también el pelotón de fusilamiento o la muerte por mano propia. En lo sucesivo, los aspi¬rantes a déspotas, quienes consideran el látigo como instrumento adecuado para gobernar a los pueblos, quienes han venido preconizando la quiebra definitiva de las formas democráticas de gobierno, vacilarán antes de lanzarse a la aventura dictatorial porque ya saben que los pueblos están resueltos a hacerse justicia; porque sobre sus oídos golpeará implacablemente la descarga de fusilería de los guerrilleros de Lombardía.
PAZ PARA LA DEMOCRACIA, LA LIBERTAD Y EL BIENESTAR DEL PUEBLO
Si hacemos una indagatoria, por rápida y somera que sea, de la situación política universal podremos apreciar cómo los pueblos están demostrando con hechos su voluntad de ganar la paz para la democracia y para la libertad.
El pueblo francés, en las primeras elecciones primarias posteriores a su rescate de la esclavitud nazi, votó a la izquierda en forma aplastante. Son socialistas, comunistas, "maquis", patriotas líderes de la resistencia, quienes han copado los escaños de las comunas y las alcaldías de toda Francia. Los reaccionarios no fueron a esa batalla electoral, cuyos resultados son termómetro invalorable para calibrar el estado de ánimo de las masas populares europeas. No fueron porque sus jefes han sido fusilados; o están, como Laval en Montjuich, en capilla ardiente; o esperan en las cárceles de Francia liberada el juicio de los tribunales implacables; porque ellos, los cancerberos del patriotismo postizo y los que se proclamaban salvadores de Francia ante el peligro de revolución social, fueron los asqueantes colaboracionistas y los siervos estipendiados de Hitler en la turbia hora de Vichy.
En Italia está en crisis, de la cual no podrá recuperarse, el gobierno monarquizante de Bonomi. Porque el pueblo no quiere que siga gobernando la podrida Casa de Sabaya y que Humberto suceda a Víctor Manuel, sino que sobre la sufrida tierra que de primero experimentó las fórmulas bárbaras del fascismo se establezca una República democrática y socialista.
La situación política inglesa es también particularmente interesante. La actitud del poderoso Partido Laborista está ya definida, y sobre ella ha hablado recientemente, con toda claridad, Harold Laski, destacado líder y teórico de esa organización. Apenas se selle la paz, el laborismo inglés abandonará la política de coalición con liberales y conservadores. La sospecha de que Mr. Bevin, actualmente Ministro del Trabajo y líder máximo del potente movimiento trade-unionista que agrupa a varios millones de obreros organizados, pudiera continuar adhiriendo a un gobierno de Unión Nacional después de la guerra, ha sido desvanecida por él mismo. Ha proclamado con énfasis que irá, con su Partido, a librar la batalla de los comicios, buscando ganar mayoría parlamentaria y, con ella, el derecho de gobernar a Gran Bretaña. Los observadores informados están de acuerdo en que el enérgico jefe tory, el hombre de la guerra, Winston Churchill, no podrá ser, por su fidelidad al ideario conservador y por su adhesión entrañable a ideas ya periclitadas; por sostener como fórmula política el mantenimiento del Imperio "porque él no es Premier para liquidarlo", el conductor de Gran Bretaña en la paz. Todo hace resumir que los laboristas, y otras corrientes populares, serán Gobierno en ese gran país, desplazando a los tories y a los liberales de la rectoría de la Nación.
En la mayoría de los dominios británicos, existen actualmente gobiernos de izquierda, nacidos de consultas electorales. Y en Canadá -la poderosa nación americana, industrializada, de vasto territorio y notorias posibilidades de influencia económica en todo el continente-le falta a un Partido cooperativista y popular, similar al nuestro en su programa y su estructura interna, ganar apenas unas cuantas curules para poder formar gobierno. Evidente es, desde ya, que en la posguerra gobernarán o influirán decisivamente la vida política en toda la Comunidad británica partidos de confesa y militante vocación democrática y socialista.
LATINOAMÉRICA SE SACUDE DE LAS DICTADURAS
En América Latina la ascendente marea popular, el viento de fronda que universalmente está sacudiendo los más profundos estratos sociales, también han hecho acto de presencia.
La balcanizada Centro-América, en la que una serie de dictadorzuelos armados con ametralladoras suministradas por Estados Unidos al amparo de la Ley de Préstamos y Arriendos dominan brutalmente los pueblos, es un volcán en actividad. Patinan sobre un abismo Carías, el hondureño siniestro; de la Guardia, dictador de bolsillo panameño; Castañeda Castro, el usurpador de la voluntad popular salvadoreña, y Anastasio Somoza, el asesino de César Augusto Sandino, el gran líder del movimiento irredentista y emancipador de América Latina frente a la intervención imperialista. Y en Guatemala ya no gobierna el Napoleón de gardarropía, ese César de pacotilla que fue Jorge Ubico, sino un hombre civil y civilizado, venido del aula y no de la montonera, forjado en las disciplinas académicas: el Dr. Juan José Arévalo. En un país con densa masa indígena aún inasimilada por la civilización, con atraso social evidente, gobernado a través de su historia por régulos de cuartel, está ahora dictando cátedra activa de civismo y democracia, al Istmo y a toda América, un representativo de las nuevas generaciones intelectuales del continente.
En América antillana y del Sur está llegando la hora cero para los dictadores francos y embozados.
Gobierna a Cuba el Dr. Ramón Grau San Martín, con su poderoso Partido Revolucionario Auténtico. El Partido Socialista Popular (comunista) ha ter¬minado por prestarle apoyo parlamentario al Presidente Grau, al observar cómo se liquida rápidamente el resto de prestigio que pudiera que darle al funesto batistato, del cual fue aquella organización decidido puntal.
En Puerto Rico, el Partido Popular de Muñoz Marín tiene el control absoluto de los organismos parlamentarios isleños; y pugna con resolución, porque Puerto Rico rompa los eslabones del coloniaje.
En Ecuador, una coalición de Partidos, en alianza con elementos democráticos del ejército, hizo saltar del poder a aquel títere de las finanzas extranjeras y falsificador por sistema del resultado de los procesos electorales, cuya verborrea incontenible escuchamos aquí. En vez de Arroyo del Río está ahora el profesor Velasco Ibarra rigiendo los destinos del Ecuador.
En Argentina es precaria la estabilidad del régimen que jefaturan Farrel y Perón. El agua lustral de la absolución ha sido discernida, en Chapultepec y San Francisco, a los confesos pro-nazis de la claque militarista porteña. Bastó para ello que suscribiera, a la hora undécima, el pacto de las Naciones Unidas y que cumpliera su parte de sainete declarando furibunda guerra al Eje. Pero a pesar de todo eso, el pueblo argentino, sus demócratas del viejo Partido radical de Alem e Yrigoyen, los socialistas de Justo y Repetto, los trabajadores y los hombres de empresa con sensibilidad democrática, pugnan y seguirán pugnando porque el GOU fascistizante sea desplazado de la Casa Rosada; sea desplazado de un solio que se honra con haber cobijado a esa gran expresión de criolledad, símbolo de pensamiento y acción creadores, que fue Domingo Faustino Sarmiento.
En Brasil, Getulio Vargas, el primero que incorporó al derecho público americano una Constitución de tipo corporativo; yugulador implacable de las libertades públicas, ha tenido que abrir el compás, y renunciar a sus propósitos de prórroga en el mando. La marea democrática creciente le ha impuesto esa rectificación de su política interna, que la conciliaba con una aparatosa política exterior anti-eje y hasta con el envío de divisiones brasileras a pelear en el frente de Italia contra formas de gobierno de las cuales es calco y copia el suyo propio.
En Perú, donde habrá elección presidencial el próximo junio, las organizaciones populares han enfrentado una candidatura civil, la del Dr. Bustamante y Rivera, a la castrense del General Ureta, conductor de esa tropelía insólita que significó la anexión al Perú de casi doscientos mil kilómetros de territorio ecuatoriano. El Presidente Prado y la vieja oligarquía "civilista', con el diario "El Comercio" como vocero, apoyan al espadón. Pero vastos sectores -entre ellos católicos de militante credo-, el Partido Aprista de Haya de la Torre, el Partido Socialista y la gran mayoría de la nación están contra las aspiraciones de Ureta y de sus conmilitones.
Este ambiente decididamente hostil a los dictadores que existen en todo el continente americano mantiene en permanente zozobra a Trujillo, el verdugo de Santo Domingo; a Morínigo, el paraguayo, a cuantos no tienen solventes sus cuentas ni con el pueblo ni con la historia.
Podemos apreciar, en síntesis, dos corrientes que marchan en sentido contrapuesto: los gobiernos de las grandes potencias comenzando a burlar las expectativas y esperanzas puestas en su obra como artífices de una paz con justicia; los pueblos, resueltamente empeñados en hacer realidad tales expectativas y esperanzas.
Mientras así proceden los pueblos, veamos cómo están procediendo los gobiernos.
LOS VENCEDORES EN DISPUTA POR EL PREDOMINIO
San Francisco ha sido anticipo de un nuevo Versalles. Las disidencias surgidas allí entre los triunfadores no radican en pugnas doctrinarias o ideológicas. Es la actualización de la ya clásica disputa entre los vencedores en contiendas bélicas a la hora de prorratearse el botín. Inglaterra intervino en Italia vetando la candidatura a Premier de un hombre insospechable de revolucionarismo, porque hasta ostenta con orgullo un título nobiliario: el conde Sforza, sólo porque era republicano y antimonárquico. La misma Gran Bretaña le barrió a tiros, en Grecia, el camino por donde se pretende que ascienda al trono el repudiado Rey Jorge. Ninguno de los jefes aliados, al anunciar al mundo la gran victoria contra el Eje, se ha interesado en recordar la solemne Carta del Atlántico. De la libertad de la India y de otros pueblos sojuzgados por el imperialismo inglés, no se escucha decir una palabra en las conferencias internacionales; y son tres rubios súbditos de Su Majestad Británica, nacidos en las islas y de la más pura sangre sajona, quienes dicen representar en San Francisco a la milenaria nación hindú.
REMANENTES COLONIALES EN AMÉRICA
Nada se dice en la Casa Blanca o en la cancillería inglesa sobre el destino final de las colonias europeas en América. Unas fueron ocupadas militarmente por Estados Unidos, ante imperiosas necesidades de guerra; otras fueron transferidas por Inglaterra a los mismos Estados Unidos, como canje por destroyers entregados al Almirantazgo. Y la pregunta que cabe formular es ésta: si esta guerra justa ha sido hecha para impedir que el III Reich se anexara a Austria, a Checoslovaquia, a Danzig, ¿cuál razonamiento podría justificar la persistencia del dominio imperial, ejercido por Estados Unidos o Inglaterra, sobre cualquier porción de tierra americana? Y para nosotros, venezolanos, este es un problema que nos toca de cerca, porque es nuestra una franja grande de tierra de la llamada Guayana Inglesa; porque necesitamos reivindicar el derecho a intervenir activamente en el momento en que Aruba y Curazao, ambas prolongaciones de nuestro litoral de occidente, determinen su destino final.
LOS HECHOS DE FUERZA CONTRA LOS PRINCIPIOS JURÍDICOS
Estos problemas de posguerra no han sido resueltos en Teherán o en Yalta o Tampoco parece que se resolverán en San Francisco. Por lo contrario, ha sido escenario esa ciudad de disputas en las cuales hasta Rusia Soviética, tan admirada por nosotros por su heroica y decisiva lucha contra la barbarie parda, ha tomado entre las manos banderas impopulares. No es la bandera de la igualdad jurídica de todas las Naciones, de las grandes y de las pequeñas, dentro de una libre y armoniosa comunidad internacional, la que allí enarboló el premier Molotov. Afirmó que los hechos primaban y que los hechos revelaban cómo eran las grandes potencias las derrotadoras del Eje y las llamadas a reestructurar el mundo de posguerra. Y fue un canciller de pequeño país latinoamericano quien hubo de recordarle cómo esa primada de los hechos sobre los principios fue tesis sustentada por los principales responsables y fautores de la segunda guerra mundial.
El pueblo venezolano avizora este complejo panorama internacional con sus facetas promisoras y con sus tonos sombríos, y se pregunta: ¿Qué clase de hombre para Miraflores y qué clase de gobierno para regir el país, necesita Venezuela en el 46, cuando nos corresponderá afrontar los riesgos y capitalizar las perspectivas favorables en el mundo de la posguerra?
EL PARTIDO ACCIÓN DEMOCRÁTICA Y LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL
La respuesta a esas preguntas, las daría sin dificultad nuestro Partido si fuera realmente democrática la forma como en Venezuela se eligen Presidentes de la República. Pero un sistema contrahecho y oligárquico de elegir ha puesto, constitucionalmente, en manos de un grupo que no expresa la voluntad del pueblo lo que el pueblo debiera realizar mediante ejercicio del sufragio directo, universal y secreto: escoger al hombre de Miraflores.
Pero nuestro Partido sí comprende que ha de influir, de manera indirecta pero efectiva, en la elección presidencial que se avecina. Y ello porque constituimos la única organización política con crédito de confianza y con profundo arraigo en vastos sectores de la opinión popular.
El P.D.V. carece de simpatía y de respaldo colectivos. De ese desprestigio suyo son responsables sus procederes nada limpios en los procesos electorales; su vocación hegemónica y con sus ribetes totalitarios cuando de acaparar cargos legislativos se trata; su conllevancia con el peculado y otras lacras de la Administración Pública. En cuanto a U.P.V., Partido que comenzó enarbolando consignas de interés colectivo, ha terminado por convertirse, al verse repudiado y resistido por el pueblo, en un disgregado archipiélago, donde en cada isla hay un jefecito con seis soldados.
No es por sectarismo excluyente que miro en esa forma el panorama político del país. Quien lo aprecie con criterio objetivo coincidirá con nosotros en reconocer cómo Acción Democrática es la única organización capaz de suscitar en el pueblo apasionada fe por sus consignas, decisión heroica de hacerlas triunfar. Esto mismo nos impone la obligación de ser muy cautos, y calibrar serenamente nuestra palabra y nuestra conducta, por la especial actitud receptiva que frente a ellas adoptan sectores numerosos e importantes de la colectividad nacional.
¿CANDIDATO DE PARTIDO?
Comenzaré por decir que no alentamos mayor entusiasmo en torno de la idea de lanzar candidato propio para el 46. Sin descartar esa posibilidad, no la colocamos entre las de nuestra mayor preferencia.
Y es que la situación de hoy es distinta de la existente en 1941, cuando fue lanzado al público debate el nombre de nuestro Presidente Rómulo Gallegos, aun cuando estábamos convencidos a priori de que no lo elegiría el Congreso.
La llamada irónicamente "Candidatura simbólica" jugó un papel histórico en el 41. En la hora incierta de la vacilación y de la duda fue el gesto señero de afirmación y de fe.
En la catacumba de la clandestinidad se encontraba la oposición democrática nacional, ansiosa de conquistar el derecho a actuar legalmente sobre la arena política del país. Despuntó en Calabozo el primer absceso de fijación de un proceso continuista, que apelaba a argucias jurídicas para demostrar que eran siete los cinco años del mandato constitucional. Era imprescindible echar las bases de un poderoso movimiento de opinión, encuadrable luego dentro de la disciplina de un partido democrático.
Esos tres objetivos políticos fueron obtenidos cabalmente con la candidatura de Rómulo Gallegos, quien a plenitud de consciencia de la función que aquélla desempeñaría admitió de antemano una derrota en el Congreso precedida de un clamoroso triunfo en la opinión. En formidables concentraciones realizadas en Barquisimeto, Valencia, Maracaibo y Caracas, el pueblo y sus conductores se reencontraron, acrecida la fe y vitalizada la decisión de lucha por una Venezuela democrática. En vez del septenio, de ingrata memo¬ria por su filiación guzmancista, hubo quinquenio. Y el movimiento de masas surgido en torno de la ilustre personalidad de nuestro Presidente está aquí cristalizado en la fervorosa militancia del Partido del Pueblo.
EL PARTIDO Y LA CANDIDATURA CONSERVADORA
Pasaré ahora a exponer algunas ideas en torno a la única candidatura, propiciada por sectores de muy definida contextura ideológica conservadora, que está debatiéndose públicamente en el país. Aludo a la del General Eleazar López Contreras.
En ocasión que se recordará, el Comité Ejecutivo del Partido en el Distrito Federal, procediendo de acuerdo con las autoridades nacionales de Acción Democrática, dijo de nuestro propósito de no apoyar esa candidatura. Ahora, cuando se perfila más netamente, resumiré las razones que nos inducirían, seguramente, a oponernos a ella, si es que en definitiva es lanzada a la consideración del país.
Esas razones son, una de ética política; las otras enraizadas en consideraciones de interés nacional, y muy vinculadas al proceso de transformaciones sociales de posguerra.
La moral política de la Nación sufriría un severo golpe si a estas alturas de nuestra evolución se elevara al rango de tesis política el infantil juego de "la candelita". Si en 1946 actualizáramos el pasamanos entre Páez y Soublette; o aquello de José Tadeo entregándole a José Gregorio, y de José Gregorio devolviéndole a José Tadeo, y allí paró la cosa porque José Ruperto (sic) murió bruscamente en El Valle de un cólico miserere... Hablando en una ciudad oriental recientemente observaba yo cómo esto del General López Contreras sucediendo al General Medina equivaldría a un diálogo entre llaneros. "Présteme, compadre, su silla chocontana, que yo se la devuelvo intacta dentro de cinco años... "
Las razones de conveniencia nacional las esbozaré sumariamente, tal como nosotros las apreciamos. El país necesita para el 46, año en que los cambios sociales de posguerra estarán a la orden del día, un hombre en Miraflores con un repertorio de ideas más audaces que las que forman el bagaje político del ex Presidente. Y con mente más permeable a los aires de fronda que corren por el mundo, con agilidad mayor para adaptarse a las situaciones cambiantes de un mundo convulsionado, con una concepción menos rígida del "principio de autoridad".
EL EJÉRCITO NACIONAL Y EL 46
Otro tópico que debe abordarse en torno de la sucesión presidencial es este del papel que en esa oportunidad han de desempeñar las fuerzas armadas de la Nación.
No se me escapa el gesto de sorpresa, y hasta de angustiada expectación con que se han recibido las palabras que acabo de pronunciar. Es que en Venezuela es el tema del Ejército un tema-tabú, sin razón alguna que avale y justifique ese proceder frente a una de las más importantes instituciones de la República.
Se dice por ahí, a la sordina, como quien trasmite una consigna pavorizadora, que el Ejército no admitiría el 46 sino un gobernante salido de sus filas, un General-Presidente. Quienes así hablan le están infiriendo una ofensa tan grave cama gratuita a las fuerzas armadas de la República, al presentarlas no coma salvaguarda del orden público y garantía de ejecución de la Ley, sino como casta antinacional, que se sintiera actuando en tierra conquistada y dispuesta a toda hora a imponerle al país su soberana e inapelable voluntad. Están errados quienes así hablan de la actitud de nuestras Instituciones Armadas, porque olvidan que el Ejército no es patrimonio privado de nin¬gún prestigio personal, sino el Ejército de la Nación. El proceso de democratización de la conciencia nacional no se ha detenido, como ante muralla china, en las puertas de los cuarteles. Y por la mente y el corazón de la oficialidad, de los cabos y de los soldados de la aviación, la infantería y la marina circula ese mismo anhelo de dignificación política y de superación democrática del país presente en el pensamiento de los núcleos civiles de la población nacional.
Portar uniforme militar no puede considerarse causal de inhabilitación para ejercer la primera magistratura. Pero tampoco herejía pensar en un posible can¬didato civil en 1946. No olvidemos que entre los primeros Jefes de Estado de Venezuela se cuenta José María Vargas, quien disputó la Presidencia a generales que tenían el pecho tatuado por los lanzazos de Boves y la solapa de la guerrera prestigiada por el Sol de los Libertadores!
Y es por todo esto que desde aquí quiero hacer una profecía, orgulloso como venezolano de poder expresarme así de las fuerzas armadas de mi país: si fuere civil el próximo Presidente de la República, tendrá en el Ejército apoyo sin regateo, respaldo sin reservas...
EL P.D.V. Y LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL
El Partido elector para el 46 es el P.D.V. La absoluta mayoría del Congreso la controla ese Partido. Pero, ¿cuál será su candidato? Lo tiene insaculado dentro de una máquina neumática para que el sol y las briznas de suciedad flotantes en el ambiente no lo maculen, para que las moscas irreverentes no entren en contacto con su humanidad intocable; protegido de la apasionada curiosidad pública por ese "mosquitero político" a que tan donas amente aludiera nuestro compañero Andrés Eloy Blanco. Pareciera como que ese Partido considerara a los venezolanos cual una piara de caníbales hambrientos, dispuesta a darse con su candidato un banquete antropofágico.
Si una serie de factores históricos han puesto en manos del P.D.V. la posibilidad de elegir Presidente el 46, ese Partido debe tomar en cuenta que no va a escoger a un funcionario para uso doméstico, sino a un Presidente de Venezuela. Y que Venezuela tiene irrenunciable derecho a decir con antelación al acto de elegir, para que su palabra sea escuchada y sea atendida, si está o no de acuerdo con el hombre y con el programa que regirán la vida nacional en el quinquenio 1946-1951. El país reclama conocer el nombre y la plataforma de ese candidato, para establecer con él un diálogo verbo a verbo, como dice gráficamente el pueblo. Para exigirle que se vaya a Venezuela adentro, a recorrerla por sus caminos solitarios, para que vea cómo la Provincia se nos está acabando, víctima de la incuria, del abandono, de la desatención gubernamentales. Para reclamarle compromiso expreso de democratizar realmente, y ya, a esta Constitución cojitranca, cuya reforma incompleta fue ratificada ayer, a fin de que en 1951 pueda ser elegido el Presidente de la República mediante el sistema de sufragio directo, universal y secreto, Presidente nativo de cualquier región o de cualquier Estado del país, porque ninguna región ni ningún Estado tienen adquirido privilegio de aportarle Primeros Magistrados a la Nación. Para comprometerlo a que se establezca la incompatibilidad entre las funciones ejecutivas y legislativas; y el voto pleno para la mujer; y la capacidad del ciudadano para ser elector y elegible desde los 18 años de edad; y la lucha efectiva contra el peculado y la malversación de fondos públicos; y el establecimiento del Consejo de Economía Nacional, que vertebre, coordine, impulse y venezolanice nuestra producción menguada, y en su fase determinante, la petrolera, controlada por la finanza internacional. Sí, señores, en el primer plano de nuestras exigencias nacionales al Presidente del 46 debe estar ese vuelco audaz que está reclamando nuestra economía. Porque lo cierto, lo terriblemente cierto, y aun cuando esto contradiga las alegres y disparatadas estimaciones de los Mensajes presidenciales, es que aquí falta leche, carne, cereales, legumbres, frutas, productos agrícolas o pecuarios exportables; y nos estamos acercando al trágico momento en que económicamente seamos una factoría petrolera, semi-colonia autorizada por las finanzas agresivas de Estados Unidos y de Inglaterra.
Conciudadanos, compañeros y compañeras de Partido:
Vaya concluir, con la gran fe en nuestra tierra y en nuestra gente, con la emoción profunda de ser venezolano y de militar bajo las banderas de Acción Democrática, con la seguridad sin desvíos en que tarde o temprano -más temprano que tarde- el pueblo conquistará en Venezuela el disfrute de sus libertades integrales, de su justicia social sin regateas, de su pan y de su enseñanza para todas las bocas y para todas las mentes.
ROMULO ANTONIO BETANCOURT

No hay comentarios:

Publicar un comentario