julio 19, 2010

Discurso de Betancourt despues del atentato que sufriera el 24 de junio de 1960

DISCURSO DESPUES DEL INTENTO DE MAGNICIDIO DEL 24 DE JUNIO DE 1960 
Rómulo A. Betancourt
[25 de Junio de 1960]

Conciudadanos:
Estoy hablándoles desde mi cama de enfermo. Tendré que ser breve. Entre las heridas leves que recibí ayer una fue una quemadura en el labio inferior que me dificulta la modulación de las palabras. Quiero decirle al pueblo de Venezuela que debe tener confianza plena de la estabilidad de su gobierno y en la decisión del presidente que él eligió para cumplir con su mandato como he venido diciendo y hoy reitero hasta el 19 de abril de 1964. Nunca he ignorado los riesgos que comporta empeñarse en darle una orientación democrática seria al país. Erradicar el viejo vicio del que se beneficiaba una minoría ávida, del peculado, la confusión, del tráfico de influencias. Los riesgos que comportaba gobernar para todos los venezolanos y no solo para una minoría de privilegiados, de camarillas situadas estratégicamente en las cercanías propicias del dictador. No me cabe la menor duda de que el atentado de ayer tiene metida su mano ensangrentada la dictadura dominicana. Hay una conjunción de esfuerzo entre los desplazados el 23 de enero y esa satrapía para impedir que venezuela marche hacia el logro de su destino final. Pero esa dictadura vive su hora de agónica. Son los postreros coletazos de un animal prehistórico incompatible con el siglo XX. A través de la OEA se esta tendiendo un cerco de asfixia en torno de ese régimen absurdo; régimen que no se ha conformado con perseguir, humillar, despotizar a los nativos del país, sino que ha venido practicando impunemente el crimen extra fronteras. Mientras el problema dominicano no sea resuelto, mientras ese régimen persista en el Caribe, dentro de la OEA batirse seriamente uno de los otros problemas que constituyen motivo de tensión en el Caribe. Ese es un Foro abierto para toda discusión pero seria absurdo que el caso dominicano fuera mezclado con otros en los actuales momentos y en las actuales circunstancias.
Debo decirle al pueblo de Venezuela que estoy profundadamente conmovido de su actitud manifestada en todos los estamentos sociales y económicos de repudio al atentado da ayer.
Me informan mis colaboradores que el telégrafo de Miraflores se fatiga recibiendo los mensajes venidos de los cuatro rincones del país y que ayer lo mas representativo de la ciudad de Caracas, de sus diversos sectores, hizo acto de presencia ante las cámaras de radio y televisión para manifestar su pleno respaldo y su solidaridad al gobierno constitucional y su repudio al hecho innoble. También debo agradecer los muchos mensajes recibidos del exterior, de mandatarios, gobiernos amigos, de federaciones estudiantiles y obreras, de intelectuales, de parlamentarios. Con todos ellos queda comprometida mi gratitud.
De la sangre derramada ayer debo lamentar particularmente la de mi viejo amigo y leal colaborador Coronel Ramón Armas Perez, Jefe de la Casa Militar. Quienes me rodeaban, tuvieron la actitud piadosa de negarme ayer su muerte y de decirme solo que su situación de salud era critica. Desde 1946 le conocí; fue mi ayudante cuando ejercí la presidencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Después del 24 de noviembre del 48 siguió siendo mi amigo a través de todos los avatares del exilio. Era un hombre criollo, granerazo, generoso, bueno y valiente, sin alardes de guapotenería. Yo quiero rendirle un tributo a ese buen venezolano, y a ese gran amigo mío que ayer se llevo la vesania criminal de unos pocos.
Le digo al pueblo de venezuela que esta coyuntura y esta oportunidad debe servir para que hagamos un examen de conciencia. Los enemigos del avance democrático, del desarrollo económico, de la nacionalidad, no han sido definitivamente vencidos y no derrotados. Disponen de medios y de recursos suficientes como para contratar aventureros internacionales que vengan a Venezuela a preparar un crimen perfecto. Y es absurdo que las fuerzas democráticas vuelvan a la discordia y entren a devorarse cuando el enemigo acecha. Si algún esfuerzo… y si algún sacrificio he hecho por una mejor vida para mis compatriotas, en nombre de ese esfuerzo y de ese sacrificio les pido que háganse en este momento un examen de conciencia, que volvamos al espíritu unitario del 23 de enero, que cese las luchas acerbas y que busquemos formulas de entendimiento para trabajar todos unidos por la patria de todos.
Conciudadanos; ya voy a terminar… pero antes unas pocas reflexiones.
La primera: el país debe retornar a sus actividades normales. El gobierno tiene el control de la situación. La lealtad de las fuerzas armadas al régimen constitucional que ha reiterado en esta ocasión. Ocho horas después del atentado, con las manos vendadas me vine a Miraflores porque el timonel tiene que estar en el timón. Es de Miraflores que les estoy hablando pues a pesar de mi transitorio quebranto de saludo sigo en contacto directo con todos los sectores del gobierno, tanto en la ciudad de Caracas como en el resto del país. Hay que volver pues a sus actividades normales. Los campesinos a su surco, los industriales a sus industrias, los obreros a sus fábricas, los estudiantes a sus Universidades y a sus Liceos. El gobierno esta adelantando investigaciones que llevara hasta el fin para tratar de sacar de una vez por todas las raíces de la recurrencia dictatorial. Para ello se han suspendido las garantías constitucionales. El ciudadano… pacífico… no tiene nada que temer de esta suspensión de garantías constitucionales, y si tiene algunas dificultades, especialmente en lo que se refiere a la libertad de tránsito, que acepte esas dificultades como una colaboración suya a la buena marcha democrática del país. Concluyo… compatriotas deseándoles a todos, hombres y mujeres de Venezuela, amigos o no amigos del gobierno muy buenas noches.
ROMULO A. BETANCOUR

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