“DISCURSO EN EL ACTO ORGANIZADO POR LA ASOCIACION MUTUALISTA “MARIANO MORENO”
Juan Domingo Perón
[5 de Agosto de 1944]
Celebro extraordinariamente haber llegado hay a esta casa mutualista, porque considero que los mutualistas son en realidad nuestros precursores. Son los primeros que se han unido para aliviar los dolores que hoy, mañana y siempre, son los comunes de toda la familia argentina.
Nosotros aspiramos al mutualismo nacional, que no es otra cosa la previsión social: con los bienes de todos concurrir al auxilio de los males y desgracias de los demás.
Nosotros aspiramos al mutualismo nacional, que no es otra cosa la previsión social: con los bienes de todos concurrir al auxilio de los males y desgracias de los demás.
El empleado… con sentidas palabras nos ha hecho llegar sus pensamientos por el olvido en que hasta hoy ha sido sumido por el Estado en materia de previsión. Ya en otra oportunidad he afirmado que ha habido mucha culpa de los empelados mismos. La clase media, cuyo gran porcentaje está formado por esos empleados, ha carecido hasta nuestros días de un verdadero sentido y contenido social. Es necesario reaccionar contra ese hábito a que se ha llegado por la acción disociadora de una política destinada a otros fines distintos del bien común. Y para ello hemos iniciado desde la Secretaria de Trabajo y Previsión una acción tendiente a dar a la clase media ese contenido social para enseñarle el camino por el cual ha de huir de sus propios males.
Por esa razón he elegido para tratar hoy un tema de política social que tiene sus puntos de contacto con el mutualismo.
Uno de los postulados más fundamentales de nuestra Revolución se ha fijado en la frase: “Propugnamos la unidad de todos los argentinos”. Esta unión de todos los argentinos representa, en mi concepto, la síntesis de todo el contenido filosófico de la Revolución del 4 de Junio y es lo más profundo de este mismo contenido; en su rumbo y su objetivo final.
Los gobiernos que pretenden solucionar solo las cuestiones del presente lo hacen con cortas vistas; se gobierna para le porvenir, porque la solución de los problemas ha de ser objetivo de una racionalidad absoluta, sin la cual no son medidas de verdadero gobierno sino remiendos a una solución que ya ha pasado.
En ese orden de previsión es necesario pensar para buscar la solución de tantos males, que todos enumeramos, pero que pocos estudiamos en busca de una solución racional. Para encarar estos problemas debemos comenzar para plantear la situación en que vivimos en su diversos aspectos.
En el orden político por ejemplo, los argentinos entroncamos nuestra independencia en esa revolución que nos presentó unidos; desde ella marchamos largos años en esa forma, presentando un frente indestructible ante el enemigo común de nuestras aspiraciones pero tan pronto ese enemigo dejo de estar en presencia y en potencia los argentinos comenzamos a dividirnos, primero, entre los que aspiraban a una u otra forma de gobierno, y después, entre los unitarios y federales, donde el encono alcanzo a limites incontenibles. Ese fu sin duda, el comienzo de todos nuestros males: la división en banderías enconadas que habrían de perpetuarse a través del tiempo y de la historia, y la acción política posterior, que fue siempre de disociación. Ya el pueblo argentino no volvió a sentirse unido, sino que fue un verdadero campo de lucha entre fracciones políticas por la disputa del poder y del gobierno. Esa lucha, como todas, fue inspirada por el odio, que es factor de separación y de destrucción; no se guió por el amor que es factor de unidad y construcción. La acción política ha de ser para amalgamar un pueblo, jamás para separarlo, disociarlo y contribuir a su propia destrucción interna. La misión de la política es dar una cultura cívica al pueblo y jamás la de entronizar como sistema una caciquismo político. Que haya argentinos enemigos de los argentinos, no puede ser sino una aberración del Estado.
La unidad nacional ha de cimentarse en otras menores: la de la familia, la de las profesiones, la de los hombres que hagan una misma convivencia, para terminar con la del Estado que es la unidad nacional.
Si esa unidad ningún país puede desarrollar, en el orden interno o externo, tareas constructivas, porque le falla su fuerza motriz original, que es la que le da la unidad de acción, única fuerza que permite los grandes esfuerzos y la consecución de los grandes objetivos.
En el orden social no ha sido mejor el panorama de la sociedad argentina. El abandono estatal fue permitiendo la formación de gremios mas o menos enconados contra las asociaciones patronales, ya si se dio comienzo a la lucha entre el capital y el trabajo. En este orden de cosas el gremialismo llego a colocarse frente al Estado, las ideologías extrañas dentro del propio gremialismo formaron gremios subdivididos en fracciones o en sectores de distintas ideologías que se combatieron sistemática y permanentemente. Ello los privó de unidad y así, de eficacia y de fuerza para conseguir sus propias aspiraciones.
Los políticos de corta visión y superficiales entregaron el gremialismo a los filibusteros del campo gremial y a los agentes a sueldo, y con ello, si bien medraron políticamente para su conveniencia, fueron envenenando el ambiente gremial, debilitándolo por su falta de unidad de acción frente a los problemas a resolver entre ellos, los patrones y el Estado.
Así es como hoy, por ejemplo, a mi, que sostengo desde todos los ángulos la necesidad de un sindicalismo gremial que forme gremios unidos y sin luchas internas, que no tengan otras finalidades que las propias conveniencias gremiales, se me ha dicho que soy nazi. Yo se bien quienes son los que me cuelgan ese mote, como otros que me cuelgan el de comunista. Yo se bien que estoy atacando algunos modus vivendi y se también que esos señores que reaccionan porque yo propugno la unidad gremial lo hacen porque les toco la víscera más sensible, que en esos hombres es el bolsillo. Ello aspirarían a que un gremio, en vez de agrupar a todos los zapateros, por ejemplo, agrupase por fracciones a todos los zapateros, agrupase por fracciones a todos los zapateros socialistas por un lado, comunistas por el otro radicales por otro y conservadores por otro, haciendo un sindicalismo político en vez de hacer un sindicalismo gremial. Y ya he dicho por qué debía procederse de esta manera: simplemente porque el sindicalismo gremial llega a suprimir totalmente la lucha dentro de las agrupaciones para que sean cada día más fuertes y mejor organizadas. La Secretaria de Trabajo y Previsión no puede entenderse con gremios desunidos y totalmente apartados de sus propios representantes: necesita asociaciones serias, organizadas, con sus verdaderos dirigentes que sean también obreros del gremio que interpreten a la masa que representan y que puedan explicarme a mi su propio sentir y el de la masa, y no el de sus dirigentes.
En el orden económico también al ambiente hasta ahora ha sido de permanente lucha por una verdadera deformación de la transacción y de la concurrencia. El comercio y el negocio en general, no siempre han estado en manos de comerciantes; algunas veces han estado en manos de verdaderos piratas económicos. Es allí donde ha proliferado la explotación del hombre por el hombre, que no cabe en la mentalidad del verdadero comerciante que saber que su negocio va adelante cuando mas ayuda a lleva a la prosperidad a los hombres que con él cooperan a formar la riqueza.
Los monopolios y los negocios ilícitos han luchado y seguirán luchando frente a los comerciantes honestos y en este campo de la lucha se ha llegado a que comerciantes de un mismo ramo sean verdaderos enemigos entre sí.
La riqueza de un país, en mi concepto, no esta en que media docena de hombres acaparen el dinero, sino en que la regulación de la riqueza llegue a formar patrimonios particulares y patrimonio estatal que hagan la felicidad del mayor numero de hombres y suprima la desgracia de que en un país donde hay verdaderos potentados haya quienes no puedan disfrutar de las necesidades mínimas de la vida ni satisfacer ese minimun de felicidad a que todos tienen derecho. Tal es mi concepto la situación a que hemos llegado a través de esta lucha integral desencadenada en el campo político, en el campo económico y en el campo social.
La solución de este problema ha de ser precisamente la que nosotros venimos propugnando, la unión de todos los argentinos para que podamos crear nuevos valores y no destruyamos inútilmente, en su lucha estéril, valores y energías que son en último análisis las únicas fuerzas que pueden hacer felices a los hombres y grandes a las Naciones.
¿Cómo alcanzaremos este objetivo, que podríamos llamar de la mutualidad nacional? Será necesario trazar un plan de acción, que se trazará; será también indispensable inculcar una doctrina que se inculcara, y, luego, ir a una realización de acuerdo con las necesidades y el ritmo de la hora. Es necesario convencerse de que el fracaso de los regimenes de gobierno que se han aferrado a la burocracia radica, precisamente, en la lentitud que esa burocracia imprime como ritmo de construcción. El ritmo de la hora no permite detenerse en el camino para planificar minuciosamente cada uno de los detalles. Se vive hoy con ritmo acelerado. El libro que sale de la imprenta esta ya atrasado con el que entra a prensa. Es necesario concebir bien y ejecutar inmediatamente para no llegar tarde. Es necesario fijarse un objetivo que no ha de ser tan distante que se pierda en la lejanía. Y es necesario prever los detalles hasta alcanzar ese objetivo que se alcanzara irremediablemente. En la realización es necesario marchar con suma prudencia. Es, en pocas palabras, la acción que tratamos de realizar en la Secretaria de Trabajo y Previsión.
En este momento, ¿Cuál seria nuestro primer objetivo para alcanzar en una oportunidad mas propicia esta unidad de todos los argentinos que propugnamos como una necesidad nacional del momento?: los problemas de la posguerra.
Esta por terminar una guerra en Europa, y los que no somos ya muy jóvenes, conocemos cuales son las consecuencias de las guerras en Europa. Los gobernantes de hoy, deben mirar fijamente a ese periodo de posguerra que viene para nosotros cargado de oscuros nubarrones, que las mentes mas privilegiadas no pueden prever en sus consecuencias cuando comienzan a descargar su acción. La posguerra traerá profundos problemas. Afortunadamente, hemos tenido tiempo de preveer gran número de ellos. Se ha creado ya el Consejo de la Posguerra, organismo que considera en estos momentos la solución de todos estos problemas.
La posguerra traerá, en primer término, una paralización y una desocupación: Traerá asimismo una agitación natural, sino artificial de esas mismas masas. Todas esas circunstancias del campo social serán aprovechadas por los verdaderos enemigos de la unión nacional. Por eso sostenemos que es indispensable que ese momento nos encuentre total y absolutamente unidos para hacer frente a los peligros que nos serán comunes a todos y donde, si no resolvemos racionalmente los problemas que allí se presentarán, cada uno de los argentinos tendrá en ese funesto momento algo que perder.
La organización de la clase media que hemos iniciado ya hace tiempo tiene precisamente esa finalidad: evitar que sea esta la clase que mas sufra como cualquier cataclismo social porque no se encuentra unida ni organizada. Las clases obreras, con un amplio contenido social a su favor ya han realizado la tarea de unirse y de defenderse a si mismas. La clase media, en cambio permanece sin unirse y por lo tanto, expuesta a todos los males a que esa división puede llevar. El Estado se encuentra empeñado y trabaja incansablemente por resolver todos los problemas de previsión social, que permitan que en este país pueda afirmarse un día que no existe un hombre que haya trabajado y se encuentre a merced de la desgracia y la desolación, sin que la acción del Estado llegue oportunamente para levantarlo y para ayudarlo en su desgracia.
Pero, señores, esa no es tarea que pueda realizarse en cortos meses, cuando el descuido de cuarenta años está haciéndose sentir en la masa argentina. Nosotros necesitamos la ayuda de todos ustedes para realizar el milagro de transformar una situación ya profundamente arraigada en los sistemas institucionales argentinos, transformarla en provecho del pueblo, después de que, durante aquel lapso de tiempo, lo ha sido en provecho de otras finalidades menos nobles. Nosotros necesitamos la cooperación y la ayuda de todos porque el plazo señores, es corto. Debemos afrontar la posguerra en las mejores condiciones y después dejar las bases establecidas para que toda la obra de previsión social de organización del trabajo y de acción social pueda desarrollarse racionalmente en largos años de proficua labor, como, para ser estables, es necesario que se realicen.
Para finalizar, quiero decirles que la Secretaria de Trabajo y Previsión, dentro de sus posibilidades, resolverá todos los problemas que se han mencionado. Pero, repito, necesitamos la cooperación de todos los hombres de buena voluntad que puedan presentar esos problemas en forma realista para que nosotros, encarándolos a corto plazo, podamos resolverlos. La clase media tiene problemas especiales que no han llegado a la Secretaria de Trabajo y Previsión y que nosotros esperamos ansiosamente para comenzar nuestro trabajo constructivo a ese respecto. Por eso, señores, hemos comenzado la obra gremial de la clase media organizando las profesiones y agregando a ello los empleados, los comerciantes y los pequeños industriales. Realizada esa obra, puedo asegurarles que no quedará ningún problema que no pueda solucionarse, para bien de todos y para grandeza de la Patria.
JUAN DOMINGO PERÓN
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