julio 27, 2010

Palabras de Perón a una Delegación de obreros portuarios (1944)

«Selección de discursos período 1943-1945»
“PALABRAS DE RECEPCION ANTE UNA DELEGACION DE OBREROS PORTUARIOS”
Juan Domingo Perón
[4 de Agosto de 1944]

Me alegro de que hayan concurrido ustedes a esta casa que hemos bautizado con el nombre de la Casa de los Trabajadores. Los que llegan a la Secretaría de Trabajo y Previsión, han obtenido siempre, si no la totalidad, la mayor parte de sus aspiraciones.
La Secretaría, como órgano estatal, ha sido creada con esa única finalidad y representa en el orden político social argentino una conquista que nos adelanta casi en ochenta años. No es pues, un organismo burocrático más y de ello hemos dado pruebas acabadas. Hemos demarcado sus funciones para que reemplazara a todo otro organismo en la defensa de los trabajadores, porque los organismos que existían hasta ahora se habían mostrado totalmente ineficaces y, lo prueba la lucha que las clases obreras argentinas han sostenido sin resultado durante cuarenta años. Nosotros no decimos “vamos a hacer”, estamos haciendo lo que decimos.
Nuestro pensamiento lo sintetizamos de la siguiente manera; pensamos que hasta ahora los industriales, comerciantes y todos aquellos que emplean el trabajo humano han dispuesto de ventajas extraordinarias con respecto a los obreros. Voy a dar un ejemplo: el patrón es un hombre que en su vida ha tenido oportunidad de mejorar sus condiciones intelectuales y si no lo ha hecho, porque no dispone de inteligencia, ha contado con el dinero suficiente, muchas veces cuando ha encontrado hombres no muy honrados que eran los que debían decidir como jueces, se los ha comprado. El obrero en cambio ja estado librado a sus propios medios, de por sí escasos y rudimentarios, y nunca ha dispuesto de dinero para comprar lo que él no tiene, y en consecuencia los pleitos se han decidido siempre a favor del patrono, porque ha tenido siempre la posibilidad de conseguir los favores de la justicia.
La Secretaría de Trabajo y Previsión ha sido creada para terminar con ese estado de cosas y para ello disponemos de técnicos y de hombres inteligentes y capaces para defender los derechos de los trabajadores en cualquier litigio y en cualquier circunstancia.
Por estos motivos al iniciar nuestra labor pedimos que se tuviera confianza en nuestro proceder honrado, como órgano estatal encargado de asegurar la justicia. Pero la Secretaría de Trabajo aspira aún a más, a evitar los litigios, porque siempre es preferible llegar a un mal arreglo que a un buen pleito, ya que en todos ellos hay una sola persona que gana y es la que los defiende desde afuera. Nuestra casa pretende abolir del país, con esta nueva orientación, la lucha entre el capital y el trabajo, que no conduce a crear valores sino a destruirlos. A ellos llegaremos cuando se consigan los acuerdos con la intervención del Estado, que asegurarán la justicia dando al César lo que es del César y a Dios lo que de Dios.
Hasta ahora, en el panorama de la Nación no ha existido más que lucha. Bastaría analizar cada una de las grandes actividades en el campo económico para ver que todo ha estado librado a la concurrencia, a la lucha para defender una especulación desmedida haciendo de un comerciante un enemigo del que se halla enfrente.
En el orden político, los partidos se han combatido con encono unos a otros, en tal forma que en determinados momentos han parecido tribus salvajes que se disputaban su propio sustento. En el orden social, los obreros han estado contra sus patronos, sin ninguna ventaja para el país, porque todo lo que es lucha disocia el acuerdo, la armonía. El amor es lo único que une.
Es imposible pretender hacer desaparecer por completo la lucha, como es imposible evitar que los hombres se peleen en la calle, pero si se puede proscribir la lucha artificial debida a ideologías extrañas que activan el fermento para que esa lucha exista. Precisamente este organismo, como tutela del Estado, lo ha de impedir.
Los trabajadores no han contado siempre con buenos dirigentes que buscaran el bien de la masa sino que muchas veces, únicamente perseguían la satisfacción de su interés personal y dividían a los obreros en sectas que no obedecían el gremialismo sino a ideologías extrañas al gremialismo sino a ideologías extrañas al gremialismo. Estos verdaderos piratas del gremialismo han fomentado la lucha ficticia, moviendo a partes del gremio, contra los patrones en perjuicio del conjunto y sólo en beneficio de ellos mismos. Lo que no queremos es la lucha en beneficio de estos aprovechados, y propugnamos por la unión de todos los argentinos.
Por eso es que les aseguro que en las luchas gremiales argentinas no han sido siempre los patronos los culpables sino los propios obreros que han entregado a sus camaradas a esos vividores. ¿Cuál es el remedio a todo esto? Desde que yo estoy en esta casa he buscado por todos los medios la unión absoluta de los gremios. Y por esto dicen que yo soy nazi. No me importa lo que puedan decir de mí porque respondo de mis actos ante una sola cosa, conciencia. De manera que los que pretenden molestarme, endosándome motes más o menos desagradables, pierden totalmente su tiempo. Yo sé lo que busco, yo sé lo que quiero y yo sé adonde voy.
Para nosotros la unidad gremial es la base de todo y nosotros defendemos la unidad de cada gremio, porque necesitamos la representación auténtica de un gremio para podernos entender.
No me sorprende que algunos quieran tener un sindicalismo político, un sindicato socialista, un sindicato radical o conservador. Pero yo se adonde van; no van a la defensa del gremio sino a la defensa de los partidos. He sostenido y sigo sosteniendo que todos los hombres que se ocupan de un mismo trabajo se agrupen en un sindicato, porque el sindicalismo debe ser gremial y no político, ni religioso ni de ninguna naturaleza.
Además los sindicatos, cuando están unidos, son disciplinados. La disciplina en un factor fundamental de la fuerza para que los obreros puedan obtener mayores posibilidades de mejoramiento, y porque siendo disciplinados pueden designar dirigentes que realmente los defiendan, dirigentes no sabios, sino honrados, porque en esto vale más la honradez que la sabiduría. Los dirigentes que debe interpretar a la masa, no deben ser individuos con preconceptos e ideologías foráneas que aprovechen a la masa para poner en evidencia sus propias ideas, es decir hombres, que me puedan decir a mí: “mi gremio piensa así” y yo pueda creerles, y no hombres que me digan: “mi gremio piensa así” y yo tenga que empezar a pensar que es lo que piensa realmente el gremio. Los dirigentes deben ser personas serias que vengan aquí con la misma sinceridad y lealtad con que nosotros trabajamos; que tengan buenas intenciones y no con el cuchillo abajo del poncho; que vengan a mostrar como nosotros hace ocho meses estamos mostrando el corazón a quien lo quiera ver.
Nadie podrá afirmar con fundamento que de esta casa ha salido con segundas intenciones, porque nosotros no queremos nada de los políticos ni de ninguna otra persona, lo único que queremos es interpretar a los hombres de trabajo y satisfacerlos en todo lo que podamos en sus justas aspiraciones. Alguna vez entre gobernantes y gobernados debía llegar el lenguaje de la lealtad y la sinceridad porque hasta ahora –bien lo sabe ustedes- se vivía un clima de mentiras que no se sabía a quien se podía creer, cuando nosotros no podemos decir la verdad, la callamos, pero no decimos una mentira.
El memorial que ustedes me presentan lo vamos a estudiar con entusiasmo porque apoyamos esta clase de iniciativas, que nos permite los grandes esfuerzos y la consecución de los grandes objetivos.
En el orden social no ha sido mejor el panorama de la sociedad argentina. El abandono estatal fue permitiendo la formación de gremios más o menos enconados contra las asociaciones patronales, y así se dio comienzo a la lucha entre el capital y el trabajo. En este orden de cosas el gremialismo llegó a colocarse frente al Estado, las ideologías extrañas dentro del propio gremialismo formaron gremios subdivididos en fracciones o en sectores de distintas ideologías que se combatieron sistemática y permanentemente. Ello los privó de unidad y así, de eficacia y de fuerza para conseguir sus propias aspiraciones.
Los políticos de corta visión y superficiales, entregaron el gremialismo a los filibusteros del campo gremial y a los agentes a sueldo, y con ello, si bien medraron políticamente para su conveniencia, fueron envenenando el ambiente gremial, debilitándolo por su falta de unidad de acción frente a los problemas a resolver entre ellos, los patrones y el Estado.
Así es como hoy, por ejemplo, a mí, que sostengo desde todos los ángulos la necesidad de un sindicalismo gremial que forme gremios unidos y sin luchas internas, que no tengan otras finalidades que las propias conveniencias gremiales, se me ha dicho que soy nazi. Yo sé bien quiénes son los que me cuelgan ese mote, como otros que me cuelgan el de comunista. Yo se bien que estoy atacando algunos modus vivendi y se también que esos señores que reaccionan porque yo propugno la unidad gremial lo hacen porque les toco la víscera más sensible, que en esos hombres es el bolsillo. Ellos aspirarían a que un gremio, en vez de agrupar a todos los zapateros, por ejemplo, agrupase por fracciones a todos los zapateros socialistas por un lado, comunistas por el otro, radicales por otro y conservadores por otro, haciendo un sindicalismo político en vez de hacer un sindicalismo gremial. Y ya he dicho porqué debía procederse de esta manera; simplemente porque el sindicalismo gremial llega a suprimir totalmente la lucha dentro de las agrupaciones, para que sean cada día más fuertes y mejor organizadas. La Secretaría de Trabajo y Previsión no puede entenderse con gremios desunidos y totalmente apartados de sus propios representantes; necesita asociaciones serias, organizadas, con sus verdaderos dirigentes que sean también obreros del gremio que interpreten a la masa que representan y que puedan explicarme a mí su propio sentir y el de la masa, y no el de sus dirigentes.
En el orden económico también el ambiente hasta ahora ha sido de permanente lucha por una verdadera deformación de la transacción y de la concurrencia. El comercio y el negocio en general, no siempre han estado en manos de verdaderos piratas económicos. Es allí donde ha proliferado la explotación del hombre por el hombre, que no cabe en la mentalidad del verdadero comerciante que sabe que su negocio va adelante cuánto más ayuda a llevar a la prosperidad a los hombres que con él cooperan a formar la riqueza.
Los monopolios y los negocios hilitos han luchado y seguirán luchando frente a los comerciantes honestos y en este campo de la lucha se ja llegado a que comerciantes de un mismo ramo sean verdaderos enemigos entre sí.
La riqueza de un país, en mi concepto, no está en que media docena de hombres acaparan el dinero, sino en que la regulación de la riqueza llegue a formar patrimonio estatal que hagan la felicidad del mayor número de hombres y suprima la desgracia de que en un país donde hay verdaderos potentados hayan quienes no puedan disfrutar de las necesidades mínimas de la vida ni satisfacer ese minimun de felicidad a que todos tienen derecho. Tal es en mi concepto la situación a que hemos llegado a través de esta lucha integral desencadenada en el campo político, en el campo económico y en el campo social.
La solución de este problema ha de ser precisamente la que nosotros venimos propugnando, la unión de todos los argentinos para que podamos crear nuevos valores y no destruyamos inútilmente, en una lucha estéril, valores y energías que son en último análisis las únicas fuerzas que pueden hacer felices a los hombres y grandes a las Naciones.
¿Cómo alcanzaremos este objetivo, que podríamos llamar de la mutualidad nacional? Será necesario trazar un plan de acción, que se trazará; será también indispensable inculcar una doctrina que se inculcará, y, luego, ir a una realización de acuerdo con las necesidades y el ritmo de la hora. Es necesario convencerse de que el fracaso de los regímenes de gobierno que se han aferrado a la burocracia radica, precisamente, en la lentitud que esa burocracia imprime como ritmo de construcción. El ritmo de la hora no permite detenerse en el camino para planificar minuciosamente cada uno de los detalles. Se vive hoy con ritmo acelerado. El libro que sale de la imprenta está ya atrasado con el que entra a prensa. El gobernante no puede detenerse a hacer un plan minucioso. Es necesario concebir bien y ejecutar inmediatamente para no llegar tarde. Es necesario fijarse un objetivo que no ha de ser tan distante que se pierda en la lejanía. Y es necesario prever los detalles hasta alcanzar ese objetivo que se alcanzará irremediablemente. En la realización es necesario marchar con suma prudencia. Es, en pocas palabras, la acción que tratamos de realizar en la Secretaría de Trabajo y Previsión.
En este momento, ¿cuál sería nuestro primer objetivo para alcanzar en una oportunidad más propicia esta unidad de todos los argentinos que propugnamos como una necesidad nacional del momento?: los problemas de las post-guerra.
Está por terminar una guerra en Europa, y los que no somos ya muy jóvenes, conocemos cuáles son las consecuencias de las guerras en Europa. Los gobernantes de hoy, deben mirar fijamente a ese período de post-guerra que viene para nosotros cargado de oscuros nubarrones, que las mentes más privilegiadas no pueden prever en sus consecuencias cuando comienzan a descargar su acción. La post-guerra traerá profundos problemas. Afortunadamente, hemos tenido tiempo de preveer gran número de ellos. Se ha creado ya el Consejo de la Post-Guerra, organismo que considera en estos momentos la solución de todos estos problemas.
La post-guerra traerá, en primer término, una paralización y una desocupación; traerá asimismo una agitación natural, sino artificial de esas mismas masas. Todas esas circunstancias del campo social serán aprovechadas por los verdaderos enemigos de la unión nacional. Por esos sostenemos que es indispensable que ese momento nos encuentre total y absolutamente unidos para hacer frente a los peligros que nos serán comunes a todos y donde, sino resolvemos racionalmente los problemas que allí se presentarán, cada uno de los argentinos tendrá en ese funesto momento algo que perder.
La organización de la clase media que hemos iniciado ya hace tiempo, tiene precisamente esa finalidad; evitar que sea esta la clase que más sufra como cualquier cataclismo social porque no se encuentra unida ni organizada. Las clases obreras, con un amplio contenido social a su favor ya han realizado la tarea de unirse y de defenderse a sí mismas. La clase media, en cambio permanece sin unirse y por lo tanto, expuesta a todos los males que esa división puede llevar. El estado se encuentra empeñado y trabaja incansablemente por resolver todos los problemas de previsión social, que permitan que en este país pueda afirmarse un día que no existe un hombre que haya trabajado y se encuentre a merced de la desgracia y la desolación, sin que la acción del Estado llegue oportunamente para levantarlo y para ayudarlo en su desgracia.
Pero, señores, ésa no es tarea que pueda realizarse en cortos meses, cuando el descuido de cuarenta años está haciéndose sentir en la masa argentina. Nosotros necesitamos la ayuda de todos ustedes para realizar el milagro de transformar una situación ya profundamente arraigada en los sistemas institucionales argentinos, transformarla en provecho del pueblo, después de que, durante aquel lapso de tiempo, lo ha sido en provecho de otras finalidades menos nobles. Nosotros necesitamos la cooperación y la ayuda de todos porque el plazo señores, es corto. Debemos afrontar la post-guerra en las mejores condiciones y después dejar las bases establecidas para que toda la obra de previsión social de organización del trabajo y de acción social pueda desarrollarse racionalmente en largos años de proficua labor, como, para ser estables, es necesario que se realicen.
Para finalizar, quiero decirles que la Secretaría de Trabajo y Previsión, dentro de sus posibilidades, resolverá todos los problemas que se han mencionado. Pero, repito, necesitamos la cooperación de todos los hombres de buena voluntad que puedan presentar esos problemas en forma realista para que nosotros, encarándolos a corto plazo, podamos resolverlos. La clase media tiene problemas especiales que no han llegado a la Secretaría de Trabajo y Previsión y que nosotros esperamos ansiosamente para comenzar nuestro trabajo constructivo a ese respecto. Por eso, señores, hemos comenzado la obra gremial de la clase media organizando las profesiones y agregando a ello los empleados, los comerciantes y los pequeños industriales. Realizada esa obra, puedo asegurarles que no quedará ningún problema que no pueda solucionarse, para bien de todos y para la grandeza de la Patria.
JUAN DOMINGO PERÓN

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