“DISCURSO EN UN ACTO ORGANIZADO POR LOS OBREROS DEL TRANSPORTE AUTOMOTOR
Juan Domingo Perón
[17 de Noviembre de 1944]
En primer término, señores, agradezco con gran emoción este mástil que representa para mí un obsequio de una exquisitez patriótica tan grande como no pueden ustedes imaginar.
No me había podido explicar nunca porque dentro de nuestro sistema institucional no existía una Secretaría de Trabajo o Ministerio de Trabajo, un Ministerio de Industria y Comercio y un Ministerio de Transportes.
Hoy dentro del panorama de la Nación, se explicaría menos aún que haya una agricultura, una ganadería, un ejército, una marina, las obras que no pudieron ser racionalmente dirigidas, de la misma manera no puede explicarse que la justicia social, que las actividades de la industria y del comercio y que el movimiento de toda la Nación, no estuvieran regulados por un organismo serio y responsable del Estado.
Hoy dentro del panorama de la Nación, se explicaría menos aún que haya una agricultura, una ganadería, un ejército, una marina, las obras que no pudieron ser racionalmente dirigidas, de la misma manera no puede explicarse que la justicia social, que las actividades de la industria y del comercio y que el movimiento de toda la Nación, no estuvieran regulados por un organismo serio y responsable del Estado.
La Revolución ha querido actualizar dentro de nuestras normas institucionales las actividades de estas fuerzas. La reunión de hoy es la consecuencia de esa preocupación del gobierno: organizar dentro del estado las fuerzas del movimiento de la Nación y, como consecuencia de ello, la unión de todos los hombres que en todas las latitudes del país propulsan ese movimiento, que es algo así como la circulación de la sangre, de la riqueza y del trabajo en todo el organismo de la patria. Como no podría existir un hombre cuya circulación no estuviese rigurosamente controlada `por el corazón, no puede existir un movimiento dentro del país, que no esté regulado por un verdadero corazón. Esto es lo que representa la función esencial de la Coordinación del Transporte, que ha sido confiada a las hábiles manos y a la inteligente voluntad de propulsión del señor general Rossi.
Dentro de esa circulación, el transporte automotor que paulatinamente ha ido adquiriendo en un ritmo bastante acelerado una importancia hasta ahora insospechada, es indudablemente todavía una fuerza incipiente dentro del Estado, comparada con lo que debe llegar a ser en el porvenir. El transporte automotor, limitado hoy por ciertas circunstancias especiales, ha de desarrollarse con un ritmo y una capacidad cuantitativamente tal, después que la guerra termine, que para todos nosotros pueda resultar completamente insospechado. Terminada la guerra, puesta nuevamente en potencia nuestra producción integral, creo que el transporte automotor ha de pasar a ocupar en el panorama de la circulación nacional y del movimiento del trabajo y de la producción del país, el primer lugar entre sus transportes. Siendo así, se imaginarán ustedes con cuanto placer, en mi carácter del Secretario de Trabajo y Previsión, veo que ustedes se deciden a reunirse con todas las fuerzas del sindicalismo gremial en una sola, grande confederación de los hombres del volante para asegurar con ello la posibilidad de conseguir el logro de las aspiraciones de un gremio sordo, fuerte y poderosamente aglutinado. De este modo, el porvenir del gremio está desde ya, perfectamente asegurado.
Se ha dicho que nosotros somos enemigos de las asociaciones gremiales. Se ha dicho también que buscamos un gremialismo estatal, que vamos hacia un sindicalismo dirigido, y se habrán dicho también muchas otras cosas tan inciertas y tan torpes como éstas. Nosotros, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, auspiciamos una sola cosa: gremios bien organizados, representados por sus propios hombres, con disciplina gremial y dentro de cuya organización no se practiquen otras actividades que las puramente gremiales. Solamente así puede asegurarse la estructura de un gremio potente o indisoluble, porque tan pronto como en gremio entran las semillas de la disociación, ya sea política, ideológica, racial o religiosa, el gremio se desmoronará a corto o largo plazo.
Las mezclas que se han de utilizar en la construcción de los cuerpos de amalgama segura, han de ser mezclas puras. El cemento que una a todos los hombres de un gremio ha de ser solamente gremialista, y cualquier otra mezcla que se introduzca en ese sentimiento gremial lo cortará y en vez de hacer la unión de los hombres, preparará la destrucción del gremio y la pérdida de todas las ventajas que la unión y la aglutinación de los hombres pueden representar como fuerzas en la lucha por la vida.
No somos sindicalistas de Estado, ni corporativistas, ni ninguna de esas cosas raras: solamente somos hombres que queremos gremios unidos y bien dirigidos, porque las masas inorgánicas son siempre las más peligrosas para el Estado y para si mismas. Una masa trabajadora inorgánica como lo querrían algunas personas, es un fácil caldo de cultivo para las mas extrañas concepciones políticas o ideológicas. Los organismos que se unen con la finalidad gremial, como lo hacen ustedes hoy, deben ser apoyados y defendidos por el Estado, y los gremios que van tras segundas intenciones políticas e ideológicas deben ser puestos de lado por la ley para que realicen el trabajo dentro de la ley. De manera que si nosotros propugnamos un trabajo dentro de nuestra ley, y al amparo de nuestras instituciones libres, democráticas, republicanas y poderosas como son, no podemos propugnar en manera alguna ninguna agrupación, sea ésta política, ideológica, social, religiosa o racial, que vaya buscando la destrucción directa o indirecta de esas instituciones.
Es por eso, señores, que en la Secretaría de Trabajo y Previsión hemos recibido jubilosamente toda agremiación que persigue los fines nobles del mutuo apoyo entre sus asociados y que no busque derivaciones extrañas fuera del campo gremial. En esta casa no preguntamos al que llega, como piensa ni cual es su partido político; le preguntamos solamente si es un trabajador y si está dispuesto a apoyar con lealtad y con sinceridad a sus propios compañeros de trabajo.
Por esa razón, en esta casa tratamos con el mismo cariño y con el mismo respeto a las agrupaciones patronales y a las agrupaciones obreras que protegen su propia libertad y su propio progreso.
La Confederación del Transporte Automotor, que ha de agrupar a todos los trabajadores argentinos del gremio, representa para el Estado en verdadero puntal por su fuerza de aglutinación. Nosotros hemos encarado la política social sin ninguna intención buscando una nivelación humana y natural de los hombres, tratando de obtener del producto de la tierra la riqueza necesaria para que todos puedan gozar de la dignidad y de las delicias insignificantes que la vida ofrece a todos los hombres. En ello no vamos más allá. Y cuando una gran agrupación obrera nace en al país, sentimos en esa casa una profunda satisfacción porque sabemos que los obreros han de obtener la justicia social que en vano han anhelado durante tantos años, y la han de mantener si se unen, si son fuertes en su unidad y si persiguen en mantenimiento y el progreso de la justicia social, solamente para la justicia social y no para ser empleada en otros campos donde ésta pasa a ser una cuestión anacrónica.
Nosotros, desde esta casa, apoyamos todo lo que sea socialmente justo y nos oponemos a todo aquello que no lo sea; ésa es nuestra ley y la seguiremos manteniendo. Cuando nosotros dejemos de ser, es nuestra profunda aspiración que la justicia social en la República Argentina haya sido asegurada en una forma tal que en el futuro no exista fuerza capaz de borrar una sola línea de las que nosotros hemos trazado en esta casa, sino con ciencia, por lo menos con buena voluntad, con amor y con entusiasmo.
Finalmente, les agradezco a todos que hayan tenido la amabilidad de darnos el placer de poder recibirlos aquí y de compartir con ustedes la excelentes visiones de un porvenir más venturoso para caca uno de los hombres del transporte automotor. Pueden tener ustedes la seguridad más absoluta de que desde esta casa hemos de luchar al lado de patrones y obreros, para que nunca puedan existir conflictos ni luchas entre los hombres que ponen el capital y los que ponen la energía de su trabajo y para el engrandecimiento del país; ningún conflicto ni luchas entre los patrones y los obreros, ni entre unos y otros, con el Estado. Si marchamos así no destruiremos jamás los valores que el trabajo y la riqueza crean para el país, y cada uno de nosotros en esa convivencia de colaboración y de cooperación de todas las fuerzas llegaremos a esa sagrada unión de todos los argentinos, que es nuestra más alta misión de gobierno, asegurando con ello una felicidad que será siempre mayor para cada uno de los hijos de esta bendita patria que Dios nos ha dado para conservarla grande y unida.
JUAN DOMINGO PERON
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