TRES CARTAS DE SARMIENTO A MITRE SOLICITANDOLE AYUDA PARA CONCRETAR EL SUEÑO MINERO EN SAN JUAN
Domingo Faustino Sarmiento
[1862]
[1]
San Juan, 14 de mayo de 1862.
Excelentísimo señor gobernador de Buenos Aires brigadier don Bartolomé Mitre.
Mi estimado amigo:
Mi carta anterior y la partida de nuestro don Régulo, me excusa de escribirle largo sino por nuevos incidentes.
Sobre guerra, finanzas, política, gobierno, y aun intimidades domésticas él le hablará detalladamente, fiándome en su juicio de las cosas.
El informe de mister Rickard, de que lleva ejemplares, le dará idea de las esperanzas que abrigamos. Estamos en vísperas de una época nueva, acaso de uno de esos grandes movimientos que han hecho surgir naciones. Podemos, pues, hacer mucho; puedo devolver a usted y a Buenos Aires, y a la república lo que me anticipen.
Promuevo la formación de hornos de fundición, y concurrirán a ello capitales extranjeros de Chile, más tarde de Inglaterra.
No sé cómo nos arreglaremos sobre las mil onzas para librarlas: hoy quedará allanado esto.
Necesito que me ayude. Le diré mi pensamiento. El defecto capital de las minas, como industria, es que su producto emigra, por su capital, dejando poco en el lugar de la producción: Potosí, Copiapó, México, etc., Para contrariar esta propensión es preciso crear, dirigir, embellecer la vida, etc. Puedo decirle sin jactancia, que estoy creándole prestigios a San Juan que dentro de un año darán sus frutos.
Vamos al grano; mister Rickard me aconseja abrir inmediatamente un curso de química y mineralogía para poder preparar jóvenes a la multitud de trabajos que van a necesitarse en tan vasta extensión de minerales. Para ello necesito que comisione a Puiggari y a Dominguito para hacer de los repuestos de retortas, tubos, etc... y aparatos químicos que tiene la universidad y son muchos en algunos artículos un surtido provisorio, comprando unas cajas de reactivos, y lo
más que Puiggari indique. Martínez puede encargarse de esto, y con los libramientos pagarlo.
Si entra usted en esta idea, entonces con lo mismo librado, mande a Francia dos mil quinientos pesos para traer un servicio completo de aparatos de química y física. Legout sabe dónde y como se encargan, y cuatro cajas de geología.
Sírvame en estas bagatelas.
Ahora queda la cuestión sucursal del banco. Es indecible la ruina de este país, está en quiebra...
Necesitamos de medios extraordinarios para levantarnos. Dentro de un año tengo plata a millones; pero necesito miles para principiar. Entre usted, Vélez y Martínez pueden ingeniarse para proveer de circulación. ¡Qué me da por realizarle la idea de Rickard, de cambiar el papel por plata pura! La guerra ha quebrado el papel, vamos a redimirlo en estas minas y prepararnos para mejores cosas. Si hubiese carabinas Minée, mándeme. Necesito 100 carabinas de caballería, plomo y pólvora. Lo que traje de Chile se me ha quedado en una muela. No estoy todavía completamente seguro.
Si con motivo de las minas y de haber aquí profesores de química, quiere venir Dominguito, déjelo venir. Aun es tiempo de salvar su corazón. No me habla de sus estudios en la universidad, lo que me hace temer que los descuida.
Después de su carta que le remití, no he vuelto a escribirle. Espero que me pida perdón.
Mil recuerdos a su familia, y a los buenos amigos de nuestro círculo.
Su afectísimo,
DOMINGO F. SARMIENTO
Unos 50 ejemplares mándeme de física (la hay en el departamento) y 50 de química.
[2]
San Juan, 28 de mayo de 1862.
Excelentísimo señor brigadier don Bartolomé Mitre.
Mi estimado amigo:
Pasadas las alarmas del Chacho, ha quedado esta provincia tranquila, llena de confianza, que faltaba, pero exhausta de recursos, y en quiebra completa.
Como su negocio principal es la engorda de ganados y estos se compran en Tucumán, Salta, etc., transportando la plata en cargas, se ha pasado la época de la compra, y a las pérdidas del año pasado, se agrega la paralización para el venidero. Magnífica situación para un gobernante.
Pero podemos cambiarla si V. López, Riestra, el congreso, quieren hacer una grande obra.
Las minas son una realidad, como California. ¡Qué hiciera para pasar esta convicción a todos los de afuera! En un año exportaríamos barras por dos millones de duros. Copiapó sólo produjo 40.000 marcos el primer año, y diez años después 400.000 marcos. Pero las minas de Chañarcillo eran veinte vetas. Las de San Juan son mil, descubiertas. No se ha descubierto jamás país mineralizado más grande.
Estoy promoviendo una asociación de 100.000 duros. En Valparaíso encontraré cooperación, en Buenos Aires poca. Aquí no hay capitales. El tiempo transcurrirá y se retardará los tres años, más una grande revolución de población, de riqueza, de trabajo, de paz.
Qué hacer para obtener 200.000 duros, para poner en movimiento esta poderosa máquina. ¡Unos pobres cuatro millones de papel!
Si el congreso decretara a pedido de usted una indemnización a San Juan, como me lo sugirió antes, yo haría verificar los títulos de los particulares y les pagaría en acciones al portador, sobre hornos de fundición. Los asociaría para enriquecerse.
Si el banco pudiera adelantar esta suma o la casa de moneda emitirla, con la obligación contraída por San Juan de rescatar en barras de piñas de plata: haría hornos. Vea a Vélez que se ingenie para hallar un medio de producir tamaño resultado. ¡Si pudiera negociarse un empréstito!... Pero algo, algo es preciso hacer. En seis meses más estaríamos devolviendo capitales con los productos obtenidos.
Mr. Rickard así lo cree. La idea de cambiar y rescatar la moneda boliviana por otra de buena ley es propia de Rickard. Equivale al concepto emitido por Bravard, de que podrían construirse ventanas (rejas) de plata.
Mr. Rickard es un hombre serio y de antecedentes. He visto hoy su correspondencia de Inglaterra, de donde lo llaman, para entrar en posesión de tierras que hereda. Está resuelto a permanecer; pero las dilaciones, la falta de elementos harán que se canse y nos deje; perdiéndose así la ocasión de dar dirección científica a la elaboración de metales. Espera conmigo que vengan
algunos aparatos de química de Buenos Aires. Si no los hay entiéndase con Legout, que sabe el precio y el modo de obtenerlos de Francia. No mire en menos y como puerilidades mías esta solicitud. No tengo un medio para hacerlo yo; y la falta de estas cosas a tiempo, hace imposible mejorar de situación.
No tengo ganas de hablar ni de lo privado, que usted (lo sé por Legout) mira con filosofía y yo con negro horror.
Suyo,
DOMINGO F. SARMIENTO
[3]
San Juan, 3 de junio de 1862.
Excelentísimo señor gobernador de Buenos Aires don Bartolomé Mitre.
Mi estimado amigo:
Mando oficialmente a su gobierno copia de los actos del mío sobre minas, con una nota explicativa, por ser asunto nacional.
Deseo y espero que lo haga publicar con la lista de las minas pedidas, porque importa que se conozca la asombrosa abundancia de vetas; Chañarcillo sólo contiene doce o quince.
Todos los trabajos excepto diez están parados; y esos títulos de propiedad son nominales por tanto.
El metalurgista Rickard me indica que sería conveniente que su nombramiento de inspector de minas le viniese del gobierno nacional, por cuanto conocido su nombre en Inglaterra, tendría eco en el mundo minero. Éste es el mismo empleo que hicimos dar a Oro; pero en Rickard se reúnen a la ciencia profesional, las relaciones en Chile e Inglaterra en cuyo Mining Journal se propone
hacer publicar sus informes sobre las minas de San Juan, que aun no están anunciadas.
Un ruidoso descubrimiento de minas de plata en Amolanas (Copiapó) me privará de capitales y brazos que por millares contaba de aquel punto, a causa de la depresión de las minas antiguas. Insisto pues en mis indicaciones de carta anterior.
Por una ley del congreso hay destinados a la educación en San Juan 2000 pesos que se han cobrado antes y distraído de su objeto. Con ellos voy a pagar los profesores de mi colegio de estudios preparatorios, y sacarlos de la aduana para entregarlos a la comisión de educación. Cuento con su aprobación de este pase, y pasarle nota dándole cuenta.
Nada, nada sé de La Rioja, después que anunciaron que estaban en tratados, cosa conveniente para San Juan, pues obstruida aquella vía, no pueden ir a comprar bueyes a Tucumán. Hasta ahora me llegan palos de lanza que mandé hacer de Tucumán, hace tres meses.
Aquí reina una paz octaviana. No tengo un hombre sobre las armas, excepto 150 que están de guarnición en Jachal y retiraré al primer aviso de paz en La Rioja.
Mis pobres tentativas de mejora fracasarán en la dificultad de los gastos de mise en æuvre. Colegio, escuela, quinta normal, hospital, cementerio, cárcel, etc.
No crea que le cuento miserias para que me ayude. Ayúdeme en las minas y enriquezco la República. Lo digo sólo para mostrarle que Dios da bizcocho al que no tiene muelas.
Con la próxima llegada de mis libros dictaré algunas leyes. Estoy imprimiendo un mensaje, que será muy de San Juan: minas, minas, minas.
Recuerdos a su familia y disponga del invariable afecto de su amigo,
DOMINGO F. SARMIENTO
No hay comentarios:
Publicar un comentario