agosto 06, 2010

Declaraciones de Perón a la prensa sobre el "Manifiesto de los Comerciantes e Industriales" (1945)

«Selección de discursos período 1943-1945»
DECLARACIONES FORMULADAS A LA PRENSA SOBRE EL MANIFIESTO DE LOS COMERCIANTES Y LOS INDUSTRIALES
Juan Domingo Perón
[16 de Junio de 1945]

En su despacho de Vicepresidente de la Nación, el
Secretario de Trabajo y Previsión, coronel Juan
Perón, recibió hoy a los periodistas destacados en
la Casa de Gobierno, a quienes hizo declaraciones
referentes a problemas económico-sociales de pal-
pante actualidad. Se transcribe a continuación la
versión taquigráfica de las manifestaciones hechas
por el coronel Perón a los periodistas:


Hace tiempo que no los invitaba a conversar porque no había nada de gran interés para hacerlo.
Hemos pasado por una época carente de noticias trascendentales, pero hoy, con motivo de algunos movimientos de opinión vinculados a la acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión, quería enterarlos de ciertas cuestiones para que no queden sin respuesta las inquietudes que se registraban en el juego, más o menos libre, de las fuerzas que se consideran perjudicadas, y otras que se curan en salud, con respecto a las disposiciones de orden económico-social que se están adoptando.
En los diarios de esta mañana ha aparecido un manifiesto del comercio y de la industria que, en mi concepto, tienen un carácter netamente político. Se trata en el poco de industria y de comercio, advirtiéndose fácilmente su alcance político. Para mí, es ello completamente explicable que suceda. Indudablemente la revolución ha estructurado un nuevo ordenamiento económico-social y como todos los nuevos ordenamientos produce sus fricciones, sus oposiciones de un lado y su apoyo de otro. En el libre juego de las instituciones democráticas es un fenómeno natural que se da, algunas veces, con cierta violencia, como en este caso en que el asunto político interfiere en el asunto económico, estimulando así las pasiones. Este es el caso.
En mi concepción realista del Estado moderno, concibo perfectamente bien los estados actuales: dictadura del proletariado en la extrema izquierda y dictadura del capital en la extrema derecha. Hay países de los dos cuños. La nuestra hasta había sido una dictadura del capital –hay que reconocerlo- y nosotros queremos dar a esa estructura una nueva forma, creando la verdadera democracia en el medio, donde ni el capital ni el proletariado actúan sobre las decisiones del gobierno. Esa democracia consistiría en nuestro concepto, como concepción integral, que el estado, el poder absoluto del poder político, sea el que gobierne sin presiones y sin interferencia.
Tanto al capital como el trabajo en la elección de tipo democrático contribuyen a la formación del gobierno; y muchos de sus hombres en el representado. Pero otra cosa ocurre cuando desde las sociedades poderosas se quiere gobernar. Eso no es posible. El gobierno lo ejerce el Estado por su poder político y nadie le sale al cruce para decir como se debe gobernar. Para eso ellos tienen la posibilidad de concurrir al gobierno con sus propios hombres. Ese equilibrio que establecerían el Estado con su poder político, es el que concilia a las dos enormes fuerzas que hoy juegan en los países modernos: el capital y el trabajo. Así, en términos generales, queda explicada esa idea sintética y el contenido político e institucional que es el producto de la concepción revolucionaria. Y vamos a eso.
Hasta ahora ha sido la nuestra una verdadera dictadura del capital. Sabemos que se han hecho gobiernos con el capital, vendiendo el alma al diablo muchas veces. Pero la democracia no es eso. Por lo menos, la democracia a que nosotros aspiramos. En este asunto es muy grato comprobar que los señores industriales, por quienes siento aprecio especial, la industria, por la que tengo verdadero cariño, no están representados en el manifiesto de hoy, lo que habla muy alto de la comprensión, de la inteligencia y del patriotismo de los industriales argentinos.
Y digo esto señores, porque soy de los hombres que no han olvidado las cuestiones fundamentales para dedicarse a las subsidiarias. El país tiene dos fuerzas preponderantes en su riqueza; los productores, que extraen la riqueza de la tierra y los industriales que la elaboran. Esas son las dos grandes columnas económicas del Estado. Los demás son todas subsidiarias. Entonces el César lo que es del César. Hay que reconocer que el productor y el industrial son los que crean los valores. Los demás los negocian o trafican o hacen cualquier cosa. Dada esa concepción es inmensamente satisfactorio para nosotros que no estén representadas las dos fuerzas fundamentales del Estado: la producción y la industria.
Por otra parte estas fuerzas que firman el manifiesto han representado dentro del país la eterna oligarquía económica que ha manejado a la oligarquía política que gobernó durante tantos años. Irigoyen fue el primero que quiso poner las cosas en su lugar, abatiendo esa oligarquía económica que sustentaba la oligarquía política, que era su instrumento y que verdaderamente no gobernaba al país, de acuerdo a lo que nosotros entendemos por democracia, que asegura la justicia igual y distributiva para todos. Irigoyen tenía razón y la atacó incansablemente. Y fue la reacción de esa oligarquía la que volteó a Irigoyen.
En el juego natural de las revoluciones y las contrarrevoluciones, está en germen esa lucha en todos los países del mundo. Por eso esta reacción se explica. Es una reacción netamente oligárquica; en nombre de otros intereses. Por eso la ausencia de las fuerzas productoras y las fuerzas industriales de ese manifiesto me produce una gran satisfacción. No voy a contestar ninguno de los cargos porque no son de carácter técnico para la Secretaría de Trabajo y Previsión. Son cuestiones generales de carácter más o menos político; que no contesto como Secretario de Trabajo y Previsión. Sólo contesto al memorial que elevaron al Señor Presidente de la República, en el que puntualizan cuestiones técnicas y lo contesto destruyendo totalmente los cargos que se hacen, en tanto apasionados, deshilvanados y faltos de reflexión.
Este movimiento, aparentemente, es por la disminución de los precios, vale decir, que estos señores se curan en salud porque todavía no se han fijado todos los precios máximos. Lo curioso es que los precios máximos los vamos a fijar con una representación de ellos, que integran la Subcomisión Patronal del Consejo de Posguerra, de la que forma parte el presidente de la Bolsa de Comercio, firmante del manifiesto y todas las demás fuerzas patronales. Ellos van a fijar los precios y ya protestan contra los precios que ellos mismos van a establecer en parte. En este momento en el Consejo de Posguerra se trabaja para establecer los precios, con un criterio de estricta justicia. No se pueden fijar los precios de la leche condensada al 31 de diciembre del año pasado, cuando durante el año la Secretaría de Comercio e Industria ha autorizado un aumento en el precio del azúcar y de la leche. Cada uno de los precios van a ser minuciosamente estudiados y establecidos de acuerdo a lo que sea justo. Lo que nosotros queremos disminuir no es el aumento natural, sino evitar la especulación. Por eso estudiaremos precio por precio, antes de establecerlo y esto lo hace el Consejo de Posguerra con la Subcomisión Patronal en la están representados los señores que van a vender al precio que ellos mismos fijarán. Y protestan. Para mí esto no tiene ninguna explicación.
En cuanto al control les resulta mal que lo haga la policía. Yo he alterado un poco las disposiciones de la ley 12.591, que establece comisiones vecinales, porque ha creído que el contralor de la policía representa una mayor garantía para los propios comerciantes, que entregarlo a comisiones vecinales. También se forman esas comisiones vecinales pero ellas hacen el procedimiento por intermedio de la policía, a la vez que estas hacen su propio contralor. Lo que se trata de asegurar es que no pase como otras veces, que se establecen precios para que todo el mundo los viole. Esta vez los precios se respetarán tal como se establezcan.
Esta es una cosa importante porque el interés del gobierno no es claro y sencillo: fomentar la justicia social.
Esta resistencia producto de la mentalidad de quienes se resisten a las más justificadas reivindicaciones de los hombres que trabajan, representa verdaderamente un alzamiento contra las disposiciones del gobierno; un alzamiento teórico porque las disposiciones del gobierno se van a cumplir, porque son justas y deben ser cumplidas. Estudiamos muy bien cada caso antes de resolver; sabemos bien que son justas y que pueden cumplirse. No dictaremos disposiciones que no puedan llevarse a la práctica y cualquier error que se deslizara será motivo para que retomemos el estudio con vistas a subsanarlo. De esto hemos dado prueba ya en muchos casos. Estas asociaciones patronales han dicho siempre que tienen gran interés en colaborar, pero cuando llega el momento, como sería este, se advierte, por lo que he dicho, que existe otro sentimiento que el de colaboración, como es el de oponerse haciendo una cuestión política de lo que es un problema eminentemente económico. Se reúnen para deliberar sobre lo que no estuvieron nunca de acuerdo.
El problema lo he presentado yo a la Subcomisión Patronal del Consejo de Posguerra en los términos en que se presentan estas cuestiones, con toda la estadigrafía a la vista, con una estadigrafía compilada, teórica, de muchos años, y otra empírica, que realizamos todos los años sobre diez mil o quince mil familias obreras, para establecer lo que ellas necesitan mensualmente para vivir.
Al considerarse la relación que debe existir entre precios y salarios, la base tiene que ser el salario, porque si se puede limitar el precio, la ganancia, o aumentar esta, no se pueden limitar las necesidades vitales del hombre. Por eso el salario debe ser la base de cualquier combinación para establecer el equilibrio económico-social. Cuando el hombre percibe menos de lo que necesita para vivir, es su salud la que comienza a sufrir. Por eso el salario tiene esa extraordinaria importancia.
De acuerdo con la estadística de hoy, los precios existentes y de conformidad con nuestros estudios teóricos y empíricos y la estadigrafía disponible, el salario mínimo debería alcanzar a $ 193,60 por mes. Es lo que necesita una familia obrera para vivir un mes. De acuerdo con las estadísticas que pongo a disposición de quienes quieran consultarla, si ese es el salario mínimo, por el aumento de precios, no queda otra disyuntiva que aumentar el salario mínimo hasta la referida suma mensual o disminuir los precios, para que la situación vuelva al antiguo nivel existente con el salario mínimo de $ 160 por mes. Es necesario elegir uno de estos dos caminos. Si alguien tiene otra teoría la aceptaremos para proceder a su inmediato estudio; si existe otra solución, que la expongan.
De lo contrario, o bajan los precios o el gobierno aumentará los salarios y seguiremos así en la carrera de la inflación, que será más perjudicial. Esto es algo claro como el agua.
No alcanzo a percibir otra solución inmediata. Por ello resolvimos, todos de acuerdo, bajar los precios hasta el nivel que existía con el salario mínimo de $ 160 por mes, es decir al nivel medio de lo que necesita un hombre para comer, vestirse y habitar con su mujer y tres hijos. Para ello tenemos que bajar el precio de la carne, de la ropa y de otra serie de artículos, en una pequeña porción por cada artículo. Si conseguimos eso habremos detenido la inflación sobre la base de medidas generales; pero por ahora hay que frenarla y para ello no existe otro medio que condicionar precios y salarios. Y eso es lo que hemos hecho.
En consecuencia, nadie podrá en este país ganar menos de $ 160 cuando hayamos bajado los precios hasta relacionarlos con ese límite porque de lo contrario no podrá vivir. Ese es el problema que planteo, y repito que si existe otra solución espero que la expongan, en lugar de publicar solicitadas que no construyen nada y en cambio dificultan, molestan e interfieren. Si se presenta otra solución la recibiremos encantados. Pero, lo cierto es que hasta ahora nadie la ha aportado.
Se trata, pues, de evitar la continuación de esa carrera inflacionaria. Los firmantes de la solicitada en vez de buscar soluciones mandaron al Señor Presidente de la República un memorial que yo contesto aquí en forma general. En dicho memorial no se puntualiza nada. Se habla de generalidades. Se dice que la Secretaría de Trabajo y Previsión no hace política social. Yo no sé que es lo que hacemos entonces. ¿Haremos tortas? Se agrega que en vez de asegurar la tranquilidad social, la hemos perturbado; y, en fin, otro sinnúmero de cuestiones que podrán leerse en ese memorial y a las cuales contesto, como he dicho, en forma general, primero, y luego con comprobaciones estadigráficas, porque los números hablan con la mayor elocuencia en estas cuestiones económico-sociales. Les enumero por ejemplo la cantidad de huelgas que ha habido durante el período en que ellos dicen que estaban tranquilos. Y respecto de una teoría esbozada de que la SEMANA TRAGICA aseguró al país 25 años de tranquilidad social, eso hace suponer que quisieran otra SEMANA TRAGICA. Entendido así la tranquilidad social, no hay nada que conversar. Si se trata de matar cinco o seis mil obreros para luego obligar a trabajar como se quiera y por lo que se quiera, con el objeto de asegurar así veinticinco años de tranquilidad, yo no me voy a prestar para eso.
Conclusión:
El anhelo más ferviente del Poder Ejecutivo es claro y sencillo; fomentar la justicia social. La realización práctica de este anhelo, ahora con la mentalidad de quienes se resisten o pretenden imponer doctrinas económicas y sociales ajenas a nuestras instituciones jurídicas. Dentro de las leyes fundamentales de la Nación pueden coexistir las mejoras sociales que no se han realizado en lo que va del siglo, y que la experiencia recogida de las dos guerras mundiales, aconseja llevar a la práctica. El Gobierno está decidido a implantarlas por espíritu de justicia, y no llega a comprender porque los representantes del comercio y la industria no comparten su convencimiento aunque no sea más que por espíritu de conservación. El Gobierno ha puesto en primer plano la cuestión social porque el mejoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores es un deber elemental, que obliga moral y jurídicamente a cuantos comparten la responsabilidad del Poder. Quien considere los síntomas exteriores de riqueza de nuestra metrópoli y de las grandes ciudades del interior, quizá no llegue a apreciar la estrechez en que viven los trabajadores ni sospecha las miserables condiciones en que se vive y trabaja en el interior del país. Nadie puede rebatir esta afirmación. Nadie puede, tampoco, negar legitimidad a las medidas que se adopten para remediar la injusticia que representa permitir que continúe tal estado de cosas. A pesar de esta evidencia, cuando llega el momento de contribuir cada cual al bienestar colectivo, el interés particular sobrepuja al interés social y produce las más enconadas resistencias subterráneas que, al verse atajadas, provocan las expresiones públicas de disconformidad.
El Gobierno Nacional ha solicitado la colaboración a las representaciones patronales y obreros. Al prestarla, no pueden pretender los interesados que su opinión sea la que prevalezca, pues, en posesión de sus opiniones, ha de ser la autoridad del Estado la que imponga las normas de justicia. No entenderlo así, es alzarse contra las decisiones de la autoridad; pretender ofuscar a la opinión señalando una sola faz de los problemas, equivale a atentar contre el orden y la paz que, por todos los medios aspira alcanzar el Gobierno dentro de un estricto espíritu de equidad y de justicia.
JUAN DOMINGO PERÓN

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