agosto 06, 2010

Discurso de Perón en la Asamblea de los Empleados y Obreros Telefónicos (1945)

«Selección de discursos período 1943-1945»
DISCURSO EN LA ASAMBLEA DE LOS EMPLEADOS Y OBREROS TELEFONICOS
Juan Domingo Perón
[18 de Junio de 1945]

Es para mí un día jubiloso aquel en que una asamblea como ésta puede exteriorizar su satisfacción por haber colmado una aspiración abrigada con todo derecho. Los gremios alcanzan así las sucesivas etapas que los llevan hacia el porvenir siempre venturoso cuando es claro el horizonte en dirección al cual se marcha.
El gremio de los telefónicos conquista hoy el resultado de sus esfuerzos de tantos años, y es aún mayor su satisfacción por haber alcanzado el derecho a discutir como organización, hecho que significa para cada uno de sus componentes la seguridad de un mayor bienestar y del respeto de sus derechos para el futuro.
Los telefónicos han cumplido una etapa más a través de 150 reuniones. Esa cifra dará la medida de lo que es el esfuerzo de la Secretaría de Trabajo en el sentido de resolver los problemas, de antiguo abandonado, a más de trescientos gremios de la República.
Felicito por estos éxitos a las autoridades del gremio y muy especialmente a los esforzados paladines de los telefónicos, Gay y Orozco, que representan en la historia de este meritorio gremio, el tesón, la honradez, la lealtad de un dirigente obrero.
Con cada una de estas soluciones, la Secretaría de Trabajo ostenta en su casa un nuevo galardón. Hemos venido a asegurar un bienestar a quienes más lo necesitan. Sabíamos, desde que pusimos nuestra bandera en la casa de la calle Perú, que la lucha iba a ser dura, pero estábamos preparados para llevarla adelante. Las fuerzas que actúan dentro del país saben bien de nuestro pedido de comprensión y de colaboración. El Estado por intermedio de la Secretaría de Trabajo y Previsión, no quiere perjudicar a nadie; pero se ha comprometido y luchará incansablemente sin medir el esfuerzo, sin pensar en el sacrificio y sin tener ningún riesgo que pueda sobrevenir, a asegurar la justicia social.
Luchamos por el derecho de asociación, garantizado por nuestra Constitución, y en el que jamás pensaron muchos hombres que hoy se sienten profundamente democráticos y constitucionalistas. Al gobierno de la Revolución le pudo haber resultado más cómodo seguir la antigua huella ya trillada, pero hemos preferido luchar con la maraña, y hasta ahora bien saben todos que en esa maraña hemos abierto un buen camino que no podrá ser cerrado en el futuro, cuales quiera sean las intenciones de los que vengan.
Defendemos, además de estos derechos fundamentales, de asociarse lícitamente, garantizados por nuestra Constitución, el derecho elemental que tiene todo argentino de no sentir necesidades que con su trabajo honrado no pueda llenar.
Nuestra política es simple y absolutamente realista. Estudiamos profundamente cada uno de los problemas, aunque algunos digan que los consideramos solo circunstancialmente. Estudiamos y establecemos relaciones entre precios y salarios, pero hay dos criterios para considerar estos asuntos y establecer el equilibrio económico social del país: uno, tomando como base los precios, y el otro, tomando como base los salarios. Nosotros preferimos el segundo, por la simple razón de que el precio puede sacrificar una ganancia, pero el salario no puede sacrificar nada, cuando es mínimo, porque el estómago no suele hacer concepciones agradables.
Se habla de que nuestra revolución no ha atacado los problemas de fondo; y yo pregunto: si en el contenido de nuestra obra, tanto en el orden político, como económico y social no hemos resuelto los problemas de fondo, al realizar cosas tan fundamentales como las siguientes: en el orden económico, el país, que apenas producía del 50 al 70 por ciento de lo que consume, hace cinco años que no importa nada, y, sin embargo, todos vivimos como en el mejor país del mundo. No producimos sino del 60 al 70 por ciento del combustible; la industria se ha duplicada; en esos cinco años no ha entrado combustible del extranjero, y pese a ello, ningún obrero se ha quedado sin trabajo por falta de combustible.
En el orden político, la ciudadanía se queja desde hace muchos años de la coima y del negociado. Esa es una industria que ha terminado, y si no hubiese terminado, estamos dispuestos a extirparla. Hace también muchos años que la ciudadanía no elige sus gobernantes en forma honrada. Vamos a asegurar la honradez en esa elección, para que los que nos gobiernan sean los que queremos nosotros y no los que quieren las fuerzas ocultas que se mueven en el país.
En el orden social, somos réprobos porque por primera vez en la historia del país se ha repetido el caso de que alguien se ocupe de los humildes, que son los que más necesitan y los que menos tienen; porque alguna vez se ha pensado en asegurar el presente y el futuro a muchos millones de argentinos que realmente han elaborado la grandeza de la Patria, porque se ha tenido necesidad de reducir algunas fabulosas ganancias para darle un poco a los que comparten el esfuerzo sin haber compartido jamás los beneficios de la justa distribución.
Y la revolución no ha hecho nada, todavía, según el criterio de algunos señores. Estamos a una altura de nuestro trabajo en la que nadie podrá desmentirlo, porque los hechos no se pueden borrar con las palabras. Sin haber cumplido nuestra obra en su totalidad por lo menos hemos cumplido con todo lo prometido al contrario de lo que sucedió en otras épocas en las que abundaban las promesas estruendosas que jamás llegaron a realizarse.
Por eso el espíritu se ensancha cuando uno ve que a ese esfuerzo, a esa fatiga y a ese conflicto que el gobierno impone, cuando se lo ejerce con verdadero patriotismo, responden estas asambleas, que son las únicas que se interesan y que me interesarán por muchos años.
El país necesita hoy más que nunca de la unión de todos los argentinos. Eso ha sido nuestra apalabra de orden, pero refiriéndonos a los argentinos que trabajan y que producen y no a los que consumen sin producir. El país necesitará más adelante, en forma más perentoria aún, de esta unión. Nosotros no hemos sufrido la guerra, pero sufriremos la posguerra, con todos los fenómenos que repercutirán sobre nuestra economía, sobre nuestro estado social y sobre nuestro estado político. Para ese momento será necesaria la unidad que hoy no comprenden los que juzgan la hora histórica que vivimos con un egoísmo superior a su patriotismo y a su buena voluntad.
Es menester que, así como ustedes se aglutinan y se unen en un gremio respetable y respetado, el país forme también un gran gremio, extraordinariamente unido, que marche en la misma dirección para construir un futuro que sea más feliz y provisor para los hombres de trabajo y para la Patria.
JUAN DOMINGO PERÓN

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