febrero 08, 2011

"El multiculturalismo ha fracasado" Discurso del Primer Ministro Británico, David Cameron, en la Conferencia de Seguridad de Munich (2011) -Versión en español-

DISCURSO EN LA CONFERENCIA DE SEGURIDAD EN MUNICH
El multiculturalismo ha fracasado
David Cameron
[5 de Febrero de 2011]

Hoy, quiero enfocar mis observaciones en el terrorismo. Pero primero, permítanme tratar un punto. Algunos han sugerido que llevando a cabo una revisión estratégica de la defensa y de la seguridad, Gran Bretaña de alguna manera se está retirando de su papel activo en el mundo. Eso es dar vueltas a la verdad. ¡Sí! Estamos lidiando con el déficit, pero también nos aseguramos de que nuestras defensas sean fuertes. Gran Bretaña seguirá cubriendo su aporte del 2% a la OTAN para gastos de defensa. Todavía tendremos el cuarto presupuesto militar más grande en el mundo. Y al mismo tiempo, estamos poniendo ese dinero para mejorar su uso, enfocado a la prevención de los conflictos y en la creación de un ejército mucho más flexible. Eso no es retirarse, es ser pragmatico.
Cada decisión que tomamos tiene en mente tres objetivos. En primer lugar, continuar apoyando la misión de la OTAN en Afganistán. Segundo, reforzar nuestra capacidad militar real. Como el gobierno de la canciller Merkel que esta demostrando aquí en Alemania que lo que importa no es la burocracia -de la que, francamente, Europa necesita mucho menos-, sino solamente la voluntad política para construir la capacidad militar que necesitamos, como naciones y aliados, y que podemos entregar en el terreno. Y en tercer lugar, queremos asegurarnos de que Gran Bretaña este protegida contra las nuevas y diferentes amenazas a la que hacemos frente. Es por eso que estamos invirtiendo en un programa nacional de seguridad cibernética del que se que ayer ha hablado William Haguer, e incrementando nuestra disposición para actuar contra la proliferación.
La mayor amenaza para nuestra seguridad proviene de ataques terroristas; algunos de los cuales, son tristemente llevados a cabo por nuestros propios ciudadanos. Es importante subrayar que el terrorismo no está ligado exclusivamente a ninguna religión o grupo étnico. Mi país, Gran Bretaña, todavía afronta amenazas de republicanos disidentes en Irlanda del Norte. Ataques anarquistas han ocurrido recientemente en Grecia y en Italia. Y, desde luego, ustedes mismos en Alemania durante mucho tiempo fueron marcados con una cicatriz por el terrorismo de la facción del Ejército Rojo. Sin embargo, debemos reconocer que esta amenaza viene a Europa, abrumadoramente de los jóvenes que siguen una interpretación totalmente perversa y retorcida del Islam y que están dispuestos a inmolarse y matar a sus conciudadanos. La semana pasada en Davos, toqué el timbre de alarma sobre la necesidad urgente de que Europa recupere su dinamismo económico. Y hoy, aunque el tema es complejo, mi mensaje sobre la seguridad es igualmente duro. No vamos a derrotar el terrorismo simplemente por las acciones que realizamos fuera de nuestras fronteras. Europa tiene que despertar a lo que está ocurriendo en nuestros propios países. Por supuesto, eso significa el fortalecimiento –como ha dicho Angela- de los aspectos de seguridad de nuestra respuesta, en seguimiento y detención de complots, en contra-vigilancia y en la recopilación de información.
Pero esta es apenas parte de la respuesta. Tenemos que llegar a la raíz del problema, y tenemos que ser absolutamente claros sobre el origen y las mentiras de estos atentados terroristas. Ese es la existencia de una ideología: "el extremismo islámico". Nosotros deberíamos ser igualmente claros de lo que queremos decir con este término, y debemos distinguirlo del Islam. El Islam es una religión, seguida con devoción y pacificamente por más de mil millones de personas. El extremismo islamista es una ideología política, apoyada por una minoría. En lo más extremo estan los que defienden al terrorismo para promover su último objetivo: un reino islámico entero, gobernado por una interpretación de la sharia. Muevanse a lo largo del espectro, y ustedes encuentraran gente que puede rechazar la violencia, pero que aceptan varias partes de la visión del mundo extremista, incluyendo una verdadera hostilidad hacia la democracia occidental y a los valores liberales. Es vital que nosotros hagamos esta distinción entre religión por un lado e ideología política por el otro. Una y otra vez, la gente equipara los dos. Ellos piensan a un extremista como alguien que es muy dependiente de su religión. Así que hablan de musulmanes "moderados" como si todos los musulmanes devotos fueran extremistas. Esto es profundamente incorrecto. Alguien puede ser un musulmán devoto y no ser un extremista. Tenemos que ser claros: el extremismo islámico y el Islam no son la misma cosa.
Esto pone de relieve un problema importante cuando se habla de la amenaza terrorista que enfrentamos. Hay muchos pesamientos confusos en esta cuestión. Por un lado, los de la extrema derecha ignoran esta distinción entre el Islam y el extremismo islamista y únicamente dicen que el Islam y Occidente son irreconciliables, y que hay un choque de civilizaciones. Así pues sostienen que nosotros deberíamos cortar lazos con esta religión, ya sea a través de la repatriación forzosa, favorecida por algunos fascistas o de la prohibición de nuevas mezquitas como se sugiere en algunas partes de Europa. Estas personas alimentan la islamofobia, y rechazo totalmente su argumento. Si quieren un ejemplo de cómo los valores occidentales y el Islam pueden ser totalmente compatibles, deberían mirar lo que ha sucedido en las últimas semanas en las calles de Túnez y el Cairo: Cientos de miles de personas que exigen el derecho universal a elecciones libres y democracia.
El punto es éste: la ideología del extremismo es el problema. El Islam, enfáticamente, no lo es. Una confrontación con éste último no va a ayudarnos para hacer frente a lo anterior. Por otro lado, están los de la izquierda moderada que también hacen caso omiso de esta distinción. Agrupan a todos los musulmanes juntos, compilando una lista de agravios y sostienen que si los gobiernos solamente atendieran estos agravios, el terrorismo se detendría. Así pues señalan las condiciones de pobreza en la que viven muchos musulmanes y dicen: deshaganse de esta injusticia y el terrorismo se acabará. Pero ello ignora el hecho de que muchas de las personas declaradas culpables de delitos de terrorismo en Gran Bretaña son graduados y, a menudo, de clase media. Señalan agravios sobre la política exterior occidental y dicen: Dejen de pisotear a los países musulmanes y el terrorismo acabará. Pero hay muchas personas -musulmanes y no musulmanes por igual- que están enfadados por la política exterior occidental y no recurren a actos de terrorismo. También apuntan a la profusión de los gobiernos no electos en todo el medio oriente y dicen: dejen de sostenerlos y pararán de crear las condiciones para que el extremismo florezca. Pero esto plantea el siguiente interrogante: ¿si la falta de democracia es el problema, por qué hay extremistas en las sociedades libres y abiertas?
Ahora, no estoy diciendo que estas cuestiones no son importantes. Si, por supuesto debemos abordarlas. Desde luego, debemos luchar contra la pobreza. Sí, debemos resolver las fuentes de tensión, especialmente en Palestina, y sí, deberíamos estar al lado de la apertura y reforma política en el medio oriente. Sobre Egipto, nuestra posición es clara: queremos ver una transición a un gobierno de base más amplia con los cimientos propios de una sociedad libre y democrática. Yo simplemente no acepto que estemos de algun modo ante un callejón sin salida entre un estado de seguridad por un lado y los islamistas por el otro. Pero no nos engañemos. Esos son apenas factores que contribuyen. Incluso si solucionaramos todos los problemas que he mencionan, todavía habría este terrorismo. La raíz está en la existencia de esta ideología extremista. Y yo diría una razón importante por la que muchos jóvenes musulmanes se sienten atraídos a ella: todo se reduce a una cuestión de identidad.
Lo que voy a decir se extrae de la experiencia británica, pero creo que hay lecciones generales para todos nosotros. En Gran Bretaña, a algunos jóvenes les resulta difícil identificarse con el Islam tradicional practicado en el país de sus padres, cuyas costumbres pueden parecer aburridas cuando se trasplantan a los países occidentales modernos. Pero también les resulta difícil identificarse con Gran Bretaña, porque también hemos permitido el debilitamiento de nuestra identidad colectiva. Bajo la doctrina del multiculturalismo del Estado, nosotros hemos fometado que las diferentes culturas vivan vidas separadas, alejados entre sí y de la cultura dominante. Hemos fracasado en ofrecer una visión de la sociedad a la que sientan que pueden pertenecer. Incluso hemos tolerado que estas comunidades segregadas se comporten de maneras que van en contra de nuestros valores.
Así que cuando una persona blanca tiene opiniones censurables -sobre racismo, por ejemplo – directamente lo condenamos. Pero cuando iguales opiniones o prácticas inaceptables provienen de alguien que no es blanco, somos demasiado cautelosos, francamente, incluso temerosos, para enfrentarnos a ellos. El fracaso de algunos para enfrentar a los horrores del matrimonio forzado, o a la práctica por la que algunas mujeres jóvenes son intimidadas y, a veces llevadas al extranjero para casarse con alguien que no quieren, son ejemplos de ello. Esta tolerancia a la no intervención sólo ha servido para reforzar el sentido de que no es suficiente para compartirla. Todo esto deja a algunos jóvenes musulmanes sintiéndose desarraigados. Y la búsqueda de algo para pertenecer y en que creer puede llevarlos a esta ideología extremista. Ahora, seguro, que no se conviertan en terroristas de la noche a la mañana. Y lo que vemos en muchos paises europeos es un proceso de radicalización.
Las salas de chat de Internet son lugares virtuales de encuentro donde las actitudes son compartidas, fortalecidas y validadas. En algunas mezquitas, los predicadores del odio siembran información falsa sobre la situación de los musulmanes en otros lugares. En nuestras comunidades, grupos y organizaciones dirigidas por jóvenes y dinamicos dirigentes, promueven el separatismo de esperanzados musulmanes por definirse únicamente en términos de su religión. Todas estas interacciones pueden generar un sentido de comunidad, un sustituto de lo que la sociedad en general ha fallado en sumistrar. Ahora, usted podría decir: siempre y cuando ellos no esten haciendo daño a nadie, ¿cuál es el problema con todo esto?
Bien, les diré porqué. Pues surge de la evidencia sobre los antecedentes de los condenados por delitos de terrorismo, que está claro que muchos de ellos estuvieron inicialmente bajo la influencia de los que algunos han llamado “extremistas no violentos”, y luego ellos llevaron esas creencias radicales al nivel siguiente abrazando la violencia. Y digo esto como una cuestión de enfoque a estas cuestiones en el pasado. Y si vamos a derrotar a esta amenaza, creo que es hora de dar vuelta la página a las políticas fallidas del pasado. Así que primero, en lugar de ignorar la ideología extremista, nosotros -como gobiernos y sociedades- debemos enfrentarla, en todas sus formas. Y en segundo lugar, en vez de alentar a la gente a vivir separados, necesitamos un sentido claro de la identidad nacional compartida y abierta a todos.
Permítanme brevemente tomar cada uno de ellos.
En primer lugar, enfrentando y socavando su ideología. Si son violentos en sus medios o no, debemos hacer que sea imposible para los extremistas que tengan éxito. Ahora, para los gobiernos, hay algunos caminos obvios con el que podemos hacer eso. Debemos prohibir a los predicadores del odio que vengan a nuestros países. También hay que prohibir las organizaciones que incitan al terrorismo contra gente en el país y en el extranjero. Los gobiernos también deben ser más astutos en el trato con los que sin ser violentos, son sin duda parte del problema. Necesitamos pensar mucho más difícilmente acerca de quienes trabajan junto al interés público. Algunas organizaciones que tratan de presentarse como una puerta de entrada a la comunidad musulmana son una lluvia de dinero público a pesar de hacer poco para combatir el extremismo. Como otros han observado, esto es como dar vuelta a un partido fascista de extrema derecha para luchar contra un violento movimiento de supremacía blanco. Así que vamos a juzgar correctamente las siguientes organizaciones: ¿Creen en los derechos humanos universales - en particular de las mujeres y de las personas de otras religiones? ¿Creen en la igualdad de todos ante la ley? ¿Creen en la democracia y el derecho del pueblo a elegir su propio gobierno? ¿Fomentan la integración o el separatismo? Estas son el tipo de preguntas que necesitamos hacer. Si no superen dichas pruebas, la presunción debería ser la de no comprometerse con estas organizaciones, ni ningún dinero público ni intercambio de plataformas con los Ministros en el país.
Al mismo tiempo, debemos parar a estos grupos de alcanzar a la gente en las instituciones financiadas públicamente como las universidades o aún, en el caso británico, las prisiones. Ahora, unos dicen que esto no es compatible con la libertad de expresión y la investigación intelectual. Bien, yo les digo, ¿ustedes tomarían el mismo punto de vista, si estos fueran extremistas de derecha reclutando en nuestros? ¿Defendería la inacción si los fundamentalistas cristianos que creen los musulmanes son el enemigo fueran los principales grupos de oración en la cárcel? Y para los que dicen que estos extremistas no violentos están ayudando a mantener a los hombres jóvenes vulnerables lejos de la violencia, les digo tonterías.
¿Permitiría a grupos de extrema derecha el acceso a una parte de los fondos públicos si ellos prometieran ayudarle a atraer a los jóvenes blancos lejos del terrorismo fascista? Desde luego que no. Pero, en el fondo, desafiar esta ideología significa exponer sus ideas sobre lo que son, es decir, completamente injustificables. Necesitamos sostener que el terrorismo está mal en todas las circunstancias, y que las profecías de una guerra global de religión, que estimula a los musulmanes contra el resto del mundo, son un absurdo.
Ahora, los gobiernos no pueden hacer esto solos. El extremismo que enfrentamos es una distorsión del Islam, por lo que estas discursiones, deben ser realizadas en parte por ellos dentro del Islam. Así que vamos a dar voz a los seguidores del Islam en nuestros propios países, esa gran mayoría a menudo inusitada, que desprecian a los extremistas y a su visión del mundo. Vamos a comprometernos con los grupos que comparten nuestras aspiraciones.
En segundo lugar, debemos construir sociedades e identidades más fuertes en el país. Sinceramente, necesitamos mucho menos de la tolerancia pasiva de los últimos años y mucho más de un liberalismo muscular activo. Una sociedad tolerante y pasiva es neutral ante valores diferentes. Un país genuinamente liberal hace mucho más. Cree en ciertos valores y los promueve de manera activa. La libertad de expresión, la libertad de culto. La democracia. El estado de derecho. La igualdad de derechos sin distinción de raza, género o inclinación sexual. Le dicen a sus ciudadanos: esto es lo que nos define como sociedad. Pertenecer a ella es creer en estos valores. Cada uno de nosotros en nuestros países, creo, que debe ser inequívoco e inflexible sobre esta defensa de nuestra libertad.
Hay cosas prácticas que podemos hacer también. Esto incluye asegurarse que los inmigrantes hablen el idioma de su nuevo hogar y garantizar que esas personas sean educadas en los elementos de una cultura y de un plan de estudios común. De vuelta a casa, estaremos introduciendo el Servicio Nacional al Ciudadano, un programa de dos meses para jovenes de dieciséis años de edad de diferentes orígenes para vivir y trabajar juntos. También creo que deberíamos fomentar la participación activa y significativa en la sociedad, desplazando el equilibrio de poder, lejos del Estado y hacia la gente. Así, un objetivo común podría ser formado, como cuando las personas se unen y trabajan juntos en sus vecindarios. Esto también ayudaría a construir un orgullo más fuerte de la identidad local, para que la gente se sienta libre de decir: sí, yo soy musulmán, soy un hindú, soy cristiana, pero también soy un londiense o un berlinés. Es esa identidad, ese sentimiento de pertenencia en nuestros países, según lo creo, la clave para lograr una verdadera cohesión.
Permítanme terminar con esto. Este terrorismo es completamente ciego y ha sido lanzado sobre nosotros. No se puede ignorar o ser contenido; tenemos que enfrentarlo con confianza, enfrentar la ideología que lo conduce venciendo de raíz a las ideas que deforman muchas mentes de los jóvenes, y enfrentar las cuestiones de identidad que la sostienen, apoyando una visión mucho más amplia y generosa de la ciudadanía en nuestros países. Nada de esto será fácil. Necesitamos vigor, paciencia y resistencia. Y no se va a lograr nada si actuamos solos. No esta en juego solo nuestras vidas, sino nuestro modo de vivir. Es por eso que este es un reto que no se puede evitar, y es uno que imprescindiblemente debemos sobrepasar y vencer.
Muchas gracias.
DAVID CAMERON

Traducción libre: © www.constitucionweb.com

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