DISCURSO EN EL ACTO
REALIZADO EN EL FORO ARGENTINA, ORGANIZADO POR EL CONSEJO DE LAS AMERICAS, EN
NUEVA YORK
Néstor Kirchner
[6 de Mayo de 2004]
Señoras, señores, amigos empresarios, amigos
en general: consideramos muy grata esta oportunidad de participar en este
importante foro. Agradezco muy sinceramente a los organizadores por su
iniciativa de analizar la situación de mi país, así como sus perspectivas. Que
se reúnan para analizar la situación económica y política de la Argentina , para destacar
las oportunidades de inversión y aumentar la difusión de nuestra recuperación
entre el sector empresarial y bancario de los Estados Unidos, es un hecho que
realmente nosotros valoramos mucho y lo consideramos muy auspicioso.
Luego de superar la peor parte de la crisis que nos ha afectado y atender las graves secuelas sociales y económicas más inmediatas, enfrentamos el esfuerzo de consolidar un programa económico que nos garantice el crecimiento sostenido, una mejora en la valorización internacional de nuestro país y su reinserción plena en el mundo.
Luego de superar la peor parte de la crisis que nos ha afectado y atender las graves secuelas sociales y económicas más inmediatas, enfrentamos el esfuerzo de consolidar un programa económico que nos garantice el crecimiento sostenido, una mejora en la valorización internacional de nuestro país y su reinserción plena en el mundo.
Tratamos de direccionar correctamente los
caminos de superación de la emergencia, para rediseñar políticas que apuntalen
un crecimiento sustentable de nuestra economía, dotándola de mayor equidad.
Nuestra economía se encuentra en franca
recuperación, estamos logrando reducir los dramáticos niveles de pobreza y
desempleo profundizados en la década anterior; ofrece importantes oportunidades
de negocios para quienes estén dispuestos a invertir en actividades
productivas.
Esta recuperación interna no se ha reflejado
todavía en un incremento de la reputación externa, por diversas razones.
Debemos aclarar que no es ésta la única paradoja que nos ha tocado enfrentar.
Cuando nuestro país transitaba una profunda y prolongada recesión, acumulaba
déficit crecientes e incrementaba una deuda externa cada vez mayor y más cara;
cuando coexistían con la moneda nacional convertible 11 quasi monedas
provinciales y se evidenciaban crecientes desequilibrios sociales, el modelo
gozaba de mejor reputación y lograba fondos frescos del Fondo Monetario
Internacional y otras instituciones multilaterales. Paradójicamente, hasta 8
semanas antes del profundo colapso económico, social y político del 2001, el
modelo económico era considerado un ejemplo para los países emergentes. Era el
alumno destacado del llamado "Consenso de Washington" y recibía miles
de millones de dólares de asistencia.
Cuando crecemos a muy altas tasas;
alcanzamos un superávit fiscal consolidado sin precedentes en los últimos 40
años de nuestro país; tenemos una inflación anual que se ubicó en el 3,7 para
el 2003; logramos la reunificación monetaria y cancelamos deuda neta por 7.000
millones con el Fondo Monetario Internacional y las instituciones financieras
internacionales, encontramos que nuestra reputación como país no es la mejor.
Por ello puede decirse que estamos superando
en soledad, sin apoyo internacional y a veces contrariando el asesoramiento de
los organismos, la peor crisis económica, social y política de los últimos 150
años de nuestra joven historia. Pretendemos ahora lograr la comprensión y la
mejora de la reputación internacional de la Argentina para la
inserción en la comunidad internacional.
Por eso valoramos que se reflexione acerca
de los motivos que hicieron que un país considerado estrella, que obtenía el
apoyo de organismos, se derrumbara en una crisis profunda de enorme magnitud,
puesto que si todo estaba tan bien como parecía, debemos explicarnos cómo pudo
caerse de manera semejante.
Deben merituarse correctamente hoy las
razones de la recuperación y su solidez, para terminar con la paradoja de la
falta del apoyo actual.
Las importantes pérdidas que el derrumbe de
la convertibilidad y el default han causado tanto a los ciudadanos argentinos
como a los acreedores externos, la circunstancia que nos opongamos a los
modelos de ajuste que consagraban los consejos de organismos multilaterales que
durante años ignoraron las manifestaciones de lo que concluiría en aquella
fenomenal crisis, deben dejar de ser un obstáculo para la comprensión
internacional de la situación y la potencialidad económica de la Argentina. De otro
modo sumaríamos otra paradoja: los que apoyaron mientras se generaba la
gigantesca caída se estarían negando ahora a brindar apoyo o poniendo trabas a
la recuperación. Esto no es bueno para la Argentina y no será bueno para nadie en el mundo.
Lo que apuntamos constituye un claro llamado
de atención para quien se preocupe en ahondar sobre la situación venciendo
preconceptos o prejuicios de carácter ideológico o de cualquier tipo, que
impidan ver lo que la realidad está evidenciando. La realidad indica que la República Argentina ,
con mejora en su calidad institucional y mayor transparencia, tiene su economía
en franca recuperación y constituye una importante oportunidad de negocios. No
les pido que se dejen seducir por mis discursos, les pido que sigan lo que los
indicadores están evidenciando.
Nuestro Producto Bruto Interno creció en el
año 2003 un 8,7 y creemos que con los últimos números puede llegar cerca del
8,9; más que China, si bien venimos de una crisis muy profunda. Las estimaciones
privadas esperan un crecimiento superior al 7% en el 2004; el Banco Central
elevó su pronóstico de crecimiento del 6 al 8. Estamos profundamente
preocupados porque en los primeros tres meses la Argentina creció a un
nivel muy fuerte, del 10,4 casi, y si bien esperamos que el crecimiento va a
ser menor durante todo el año, eso nos pone ante desafíos muy importantes de
inversión, en infraestructura, y evidentemente esto va elevando la calificación
del desafío que tiene Argentina. Esto en el marco de un nivel de inflación
compatible con los estándares internacionales, que como dijimos fue del 3,7 el
año pasado, ubicándose en el 2,3 interanual de marzo de este año.
Se aceleró el crecimiento del Producto Bruto
Interno en el segundo semestre de 2003, acumulando 7 trimestres consecutivos de
expansión, alcanzando un 10,4 interanual en el cuarto trimestre del año pasado.
Los precios de la canasta básica alimentaria
utilizada para medir la línea de indigencia muestran una caída del 1,7 en
marzo; se aceleró la recuperación de los salarios reales que en febrero
subieron un 10,5 interanual sin presiones inflacionarias. El crecimiento está
impulsado por la mejora del consumo privado y la inversión que crecieron un 12
y un 49 por ciento respectivamente.
La inversión en equipo durable de producción
aumentó el 61 por ciento interanual en el último trimestre del año pasado y
lleva ya cuatro trimestres creciendo por encima del total.
Por primera vez en más de cuatro décadas
logramos dos años consecutivos de superávit fiscal primario del Gobierno
central y existe superávit fiscal también en el conjunto de las provincias
argentinas, algo imposible de pensar en la crisis que nos tocó vivir en la
década del 90. El esfuerzo fiscal ha sido del 5 por ciento del Producto, mientras
que había sido inferior al 2 por ciento en la década del 90. El fuerte
crecimiento de la recaudación tributaria la ubica en niveles históricos récord,
ya que subió un 33 por ciento interanual. El IVA creció el 53 por ciento en el
primer trimestre, el gasto primario se mantiene dentro de las pautas
presupuestarias, el programa monetario se ha venido cumpliendo durante 10 meses
consecutivos. Se ha logrado la reunificación monetaria rescatando en un
programa de financiamiento ordenado, las cuasimonedas provinciales.
Las reservas se recomponen hacia los niveles
previos a la crisis, a pesar de que la Argentina ha sido el único de los grandes
deudores del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del BID.
Estamos llegando casi a 16 mil millones de dólares de reserva. Cuando
comenzamos el gobierno en mayo del año pasado teníamos 9 mil millones de
reservas, es decir que también hemos tenido un crecimiento muy importante en el
nivel de reservas en el programa que nosotros estamos llevando adelante.
El sector financiero se ha recapitalizado en
5.700 millones con aportes adicionales en curso de 1.500 millones. Desde
mediados de 2002, las tasas de interés descendieron significativamente: 55,7
puntos porcentuales respecto de su máximo, alcanzando sus niveles mínimos
históricos del 2,2 por ciento. En la tasa de interés estamos por debajo aún de
los mejores momentos de la convertibilidad.
Los depósitos acumulan un crecimiento del 53
por ciento y alcanzaron 95.400 millones, nivel superior a los anteriores a la
crisis de 2001. La liquidez del sistema financiero alcanza un 28 por ciento con
niveles superiores promedio durante el período de la convertibilidad del 23 por
ciento. Esto también es muy importante.
La banca, luego de registrar beneficios
negativos por casi 9 por ciento de sus activos en 2002, obtuvo ganancias hacia
el último trimestre de 2003. El tipo de cambio es flexible y sin restricciones
significativas. Existe un superávit comercial externo equivalente al 12,2 de su
Producto Bruto Interno.
La industria nacional creció un 16,2 y el
crecimiento de la construcción ha sido del orden del 37,8 en 2003. En términos
sectoriales, lideran el crecimiento junto al sector agrícola y con la
construcción. En el primer trimestre de 2004, crecieron a un ritmo del 14 y 34
por ciento interanual respectivamente. El consumo global de servicios públicos
alcanzó en febrero el récord histórico de la serie. El desempleo disminuyó del
24 por ciento al 14,5, pero tenemos datos recientes de que estaría en el 13,2.
Acá hay algo muy importante: durante la convertibilidad, por cada punto del
Producto el desempleo crecía el 0,2; en estos momentos, por cada punto del
Producto estamos creciendo entre el 0,5 y el 0,8 en empleo, lo cual marca un
récord de crecimiento muy fuerte y ustedes saben muy bien que crecer a este
nivel en empleo es un crecimiento muy importante. No sabemos si se podrá
sostener en el tiempo este nivel de crecimiento, pero ha sido vital para llegar
a niveles de desempleo todavía altos, pero con una perspectiva a seguir
decreciendo. La tasa del desempleo se redujo 6,5 puntos porcentuales en el
último año, casi 10 puntos porcentuales desde el máximo alcanzado en mayo de
2002, que fue la mayor caída de la historia.
Esta conjunción de elevados niveles de
crecimiento con estabilidad de precios dio como resultado una fuerte reducción
de la pobreza: tenemos 2 millones y medio menos de pobres y 3 millones menos de
indigentes. Cuando nos tocó tomar el Gobierno estábamos cerca del 60 por ciento
de pobres y ahora estamos en el 48 por ciento. Es muy alto pero quebramos la
lógica de crecimiento y entramos en un camino decreciente que es muy
importante. La indigencia era del 27 por ciento y ahora estamos en el 20, es
decir que ha bajado casi un 30 por ciento, lo cual nos alienta fuertemente en
la tarea que estamos llevando adelante; agregando un tema muy importante: en la Argentina , al momento de
asumir el Gobierno, la diferencia entre ricos y pobres era de 1 a 40; creo que en el mes de
junio, cuando vengan los nuevos datos del INDEC, la diferencia entre ricos y
pobres va a estar por lo menos de 1
a 30, es decir que ha entrado a cambiar la distribución
del ingreso. Si bien en los mejores momentos de la Argentina fue de 1 a 7, siendo muy alta ha
entrado a bajar y esto a nosotros nos alienta muchísimo porque el cambio en la
distribución del ingreso también es un factor fundamental en el proceso que
estamos llevando adelante en el país.
La inversión en maquinaria y equipos creció
un 45,1 en 2003; en el primer trimestre de 2004 las importaciones de bienes de
capital registran un incremento mayor al 100 por ciento en relación con el año
anterior, lo que indica la favorable perspectiva de crecimiento futuro.
Como ustedes saben, acá hay otro tema muy
importante: estamos en fuerte crecimiento de la demanda y fuerte crecimiento
del consumo. Nuestra capacidad instalada se está empezando a cubrir totalmente;
tenemos un fuerte crecimiento en nuestras exportaciones pero también un fuerte
crecimiento en las importaciones, cerca del 90 por ciento en el primer
trimestre de este año. El riesgo de que no aumente nuestra capacidad instalada
nos podría poner en un problema de crecer con perspectivas de inflación porque
la demanda puede superar a la oferta. Entonces, el crecimiento de la inversión
en capacidad instalada lo consideramos fundamental para la consolidación del
proyecto que estamos llevando adelante.
Los países que integran con la Argentina el MERCOSUR
constituyen hoy un mercado ubicado entre las 10 economías más grandes del
mundo. Las exportaciones de manufacturas de origen industrial crecieron el
primer bimestre de 2004 un 6 por ciento en relación al cuarto trimestre del año
pasado; el crecimiento de la actividad impulsa las importaciones mientras que
se destacan los bienes de capital que aumentaron un 17 por ciento en ese
período sin afectar el superávit de la balanza comercial.
En el escenario que describimos, en el que
la economía argentina marcha hacia un nuevo equilibrio macroeconómico,
impulsamos un conjunto de transformaciones integrales orientadas a consolidar
un país con reales posibilidades de ofrecer respuestas a los problemas que
debemos enfrentar y solucionar. Propiciamos un incremento acelerado de la
calidad institucional para poder contar con un Estado eficiente, responsable, trasparente,
sin corrupción y sin clientelismo.
El fortalecimiento de las instituciones
ocupa un espacio central en nuestra agenda junto a la lucha contra la evasión
para garantizar no sólo una mayor recaudación sino también un eficiente y
responsable manejo de la inversión y el gasto público. El objetivo es crear
condiciones de seguridad jurídica para todos al tiempo de impulsar políticas
que apuntalen el crecimiento sustentable de nuestra economía.
En este punto, justo es reconocer el vínculo
existente entre la posibilidad de sostener el crecimiento con el logro de una
mayor inclusión social. No creemos que un modelo sustentado en la exclusión y
la marginalidad de vastos sectores ciudadanos, tenga algún tipo de viabilidad
en sociedades como la nuestra.
La magnitud de los logros alcanzados en
materia económica, nos permite ser optimistas respecto del proceso de
recuperación interna que experimenta nuestro país.
Contra las agoreras previsiones, Argentina
está estabilizada, consolida un proceso de crecimiento que tiene perspectivas
de sostenibilidad y en ese marco se amplía la oportunidad de negocios.
Si resolvemos correctamente el desafío de
hacer que esa recuperación, basada fundamentalmente en el consumo interno,
redunde en un mejoramiento general de las condiciones de vida del conjunto de
nuestra población, erradicando el hambre, la pobreza, el desempleo y las
situaciones de extrema desigualdad, habremos echado las bases firmes de un
nuevo modelo.
El desafío es lograr la sustentabilidad
interna y sobre ella construir una positiva integración con el mundo. Si la
desigualdad gana la batalla no habrá desarrollo sustentable; sin ese
desarrollo, las crisis institucionales y la subsiguiente caída de los gobiernos
democráticos, seguirán azotando a nuestro continente. No hay democracia
sostenible con exclusión social, así como no hay economía con equidad
incluyente sin la presencia de un Estado que actúe como garante y promotor del
bien común.
Pero ese Estado debe actuar con inteligencia
para no ahogar la iniciativa privada ni aplastar con su peso exagerado la
actividad de los particulares. Un Estado inteligente debe promover las
inversiones productivas sin endeudarse por culpa de su déficit y por ello debe
ser cuidadoso del equilibrio fiscal. El Estado debe recuperar su capacidad de
regulación y control absolutamente disminuidos en la década precedente.
Por eso adjudicamos importancia a la sanción
de un nuevo marco regulatorio de los servicios públicos, bajo pautas
previsibles, fortaleciendo los mecanismos de control institucional, operacional
y financiero, con atención a la dimensión de las equidad social y la ampliación
de la participación ciudadana.
En ese orden, esperamos prontamente concluir
la renegociación de los contratos de servicios públicos privatizados y avanzar
en la consolidación fiscal, incluyendo reformas del régimen impositivo, mejora
en la gestión y la eficiencia del gasto público.
En este resumen de la situación es preciso
apuntar algo: sabemos que es mucho lo logrado, entendemos como muy importante
la recuperación y por eso pusimos acento en los datos, pero sabemos que
subsisten problemas. Por caso, valga el problema de la provisión de energía.
Sin controles por las características del
proceso de privatización y por desidia estatal, en los últimos años las
empresas del sector dejaron de producir el ritmo de las necesarias inversiones.
Acelerado el crecimiento de la economía y con ello acrecentado el consumo de
energía, los plazos se acortaron y ello puso en evidencia la posibilidad de
problemas en la provisión de gas natural con impacto en la ecuación energética.
Argentina, si bien tiene petróleo y gas, no
es un país petrolero o gasífero; debimos establecer restricciones hasta que se
concreten las inversiones atrasadas y se asegure la provisión a los consumos
internos. Se trata de una crisis de crecimiento. Es evidente que en la Argentina que vivió y
que tuvo una explosión muy fuerte en el año 2001, las imprevisiones se dieron
en todas las áreas, obviamente en esta área también se dio.
Nosotros creemos que en 2004 vamos a superar
correctamente el problema del funcionamiento de toda nuestra economía y nuestra
sociedad con el tema de la energía, en 2005 nos vamos a estabilizar y en 2006
vamos a volver a tener un horizonte estratégico de la ecuación energética. Ello
no ha hecho más que mostrar la necesidad de la adopción de un plan energético
previsor para que no se transforme este problema en un cuello de botella para
nuestras perspectivas.
El próximo 11 de mayo estaremos anunciando
nuestro plan estratégico en esta materia destinado a superar cualquier problema
inmediato y asegurar que con bases sólidas y con inversiones en obras públicas
y privadas se dé la respuesta adecuada de modo que nada obstaculice el
crecimiento.
He allí un caso, no es que no existan ya los
problemas, venimos de muy abajo, de una muy grave y crítica situación. Es lo
que los argentinos nos disponemos hoy a detectarlos, asumimos la
responsabilidad de la solución y procuramos los medios prácticos para
solucionarlos. Queremos profundizar este cambio que es ante todo cultural.
Argentina necesita inversiones que se
destinen a lo productivo antes que a lo especulativo. Queremos construir un
capitalismo serio donde los monopolios no imperen y donde la concentración no
ahogue la iniciativa de los pequeños y medianos empresarios; capitalismo serio
donde el inversor se sienta respetado, al igual que el consumidor; un
capitalismo con reglas de juego claras y explícitas donde los organismos de
control cumplan su papel. Capitalismo que cuente con un Estado inteligente, que
pueda estar presente para corregir males que el mercado no repara, capitalismo
con inclusión social.
Sabemos que no somos los dueños de la
verdad, escuchamos y valoramos los aportes. Estos son los números de nuestra recuperación,
aquí están los resultados de nuestros esfuerzos.
Les doy las gracias por la oportunidad que
me dieron de poder reflexionar ante ustedes, en definitiva se trata de que no
se siga contribuyendo a la paradoja que mencionábamos al comienzo; queremos que
nuestra reputación como país se cimente en los números de la economía, en la
realidad de nuestros logros más allá de toda retórica.
Estamos haciendo de la Argentina un país en
serio, sabemos que es muy difícil volver a construir la credibilidad; sabemos
que cuando un país ha vivido la magnitud de la crisis que nosotros tuvimos en
2001, más allá de los contenidos, de los marcos y de las responsabilidades de
esas crisis, donde saltaron las obligaciones, la previsiones, los contratos, no
es fácil después reconstruir la credibilidad.
Nosotros estamos tratando, con extrema
responsabilidad y seriedad, de volver a sembrar la semilla de esa credibilidad
que la Argentina
va a volver construir. Tenemos un país potencialmente muy fuerte. Ustedes saben
que es muy difícil que en otros países que pasan la crisis de la Argentina , se tenga un
crecimiento de estas características y naturaleza, que no es el 1 ó el 1,5 que
preveían muchos consultores, muchos analistas financieros, sino que ustedes
vieron en qué números estamos y cómo está creciendo la Argentina.
Es cierto, si nosotros como clase
dirigencial de este tiempo contemporáneo de la historia que nos toca vivir
estamos a la altura de las circunstancias, canalizamos esta potencialidad de la Argentina y la fundamentamos
en credibilidad, en inserción y logramos volver a convertir a la Argentina en un país
claro, cristalino, no corrupto, que recupere su justicia, que dé seguridad
jurídica, las posibilidades de la
Argentina se incrementan tremendamente, tanto en su crecimiento
como en su calidad institucional.
En ese camino estamos, con políticas
extremadamente serias en lo fiscal. Cuando yo me retiré del gobierno de mi
provincia, lo hice con un 20 por ciento de superávit fiscal. Nosotros decimos
que en todas las discusiones internacionales vamos a sostener el 3 por ciento
–y lo vamos a hacer así- de superávit fiscal primario, pero eso no obsta a que
queremos tener un alto superávit fiscal primario que nos permita tener el marco
de inversiones, el marco de potencialidad fiscal, el marco de cumplir con
nuestras responsabilidades para que la Argentina pueda crecer y salir de la situación
rápidamente.
Con políticas monetarias absolutamente
serias y responsables que eviten cualquier salto al vacío, con un sistema de
cambio absolutamente libre y flexible que permita y dé seguridades al
funcionamiento de la economía y con algo muy importante, que se dio mucho en
las economía de los países de Latinoamérica: devolver la certeza en lo
económico. Yo creo firmemente en las posibilidades de las economías abiertas y
el movimiento de la oferta y la demanda, con un Estado chico pero que garantice
la equidad y la inclusión social, para que haya previsibilidad en la inversión,
que no se encuentren ustedes cuando vayan a invertir que hay un ministro de
Economía que habla todos los días cambiando las reglas de juego. Que haya
previsión en el horizonte es bueno para el país y para el que invierte. Este es
el rumbo que nosotros queremos garantizar: políticas fiscales serias,
responsables políticas monetarias, no alterar las reglas de juego, tener una
previsión clara y concreta, darles la infraestructura y las ecuaciones
estratégicas desde el punto de vista energético, de inversión, de
infraestructura en general que el país necesita, para que la Argentina , juntamente
con quienes tengan la voluntad de invertir en nuestro país, pueda recrear las
posibilidades de ese país que, como ustedes saben, el mundo debe tener, América
y América latina también deben tener porque en la Argentina ha sido un verdadero
sacrilegio lo que se ha hecho.
Si ustedes me preguntan –para terminar- cuál
considera usted que es la situación de Argentina en este momento, siempre digo:
todavía estamos en el infierno porque no me gusta ser ni eufórico desmedido ni
depresivo, sino absolutamente racional. Estamos en el segundo escalón. Y si me
preguntan: “Hemos subido al segundo escalón, ¿qué espera para el final de su
mandato?” Dios quiera que estemos en la puerta del purgatorio para que
Argentina definitivamente en su estabilidad pueda consolidarse como el país que
merece ser.
Muchísimas gracias y a vuestras órdenes.
NESTOR KIRCHNER
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