DISCURSO
EN EL ALMUERZO REALIZADO POR LA ASOCIACIÓN DE EMPRESARIOS ARGENTINOS (AEA)
Néstor
Kirchner
[3 de Junio de 2004]
Señor presidente de AEA, señores miembros de
la Comisión
Directiva , señores socios, autoridades presentes, señoras y
señores: en primer lugar quiero agradecerles la invitación y esta oportunidad
que me brindan de compartir este almuerzo con el que conmemoran el segundo año
de AEA. Creo que la ocasión es propicia para que podamos compartir algunos
minutos de reflexión respecto de lo que estamos viviendo los argentinos en esta
especial etapa de nuestra historia.
Encontrar un punto donde sin altisonancias, sin estridencias, se pueda mirar la marcha institucional, el estado de nuestra economía, la situación de nuestra deuda externa y la perspectiva de salida del default, para entender cuáles pueden ser los mejores aportes que ayuden a alejarnos del infierno del que venimos, es importante.
Encontrar un punto donde sin altisonancias, sin estridencias, se pueda mirar la marcha institucional, el estado de nuestra economía, la situación de nuestra deuda externa y la perspectiva de salida del default, para entender cuáles pueden ser los mejores aportes que ayuden a alejarnos del infierno del que venimos, es importante.
Ustedes son empresarios con intereses
económicos en nuestro país y tendrán, supongo, particular interés en estos
temas, por lo que aprovecho para expresarles algunos de nuestros puntos de
vista.
El conjunto de los argentinos, no sólo el
Gobierno, hemos logrado incrementar significativamente la calidad institucional
en el marco de una estricta defensa de los derechos humanos y la dignidad del
hombre, hemos obtenido avances importantes en el terreno económico y nos
disponemos a afrontar la salida del default.
No es que no vayan a generarse nuevos
problemas. Estamos superando los más graves problemas que sufrimos y creamos
las condiciones para poder ser un país normal.
Nuestro Producto Interno Bruto creció un 8,7%
en el 2003, estimaciones privadas esperan un crecimiento superior al 7% para el
2004 y el BCRA pronostica un 8%. Este crecimiento, que es lógico que se
normalice en índices menores, se está logrando en el marco de un nivel de
inflación compatible con los estándares internacionales (como dijimos fue del
3,7% el año pasado) ubicándose en el 2,3 interanual en marzo de este año.
Acumulando 7 trimestres consecutivos de
expansión, se alcanzó un crecimiento del 10,4% interanual en el cuarto
trimestre del año pasado.
Los precios de la canasta básica
alimentaria, utilizada para medir la línea de indigencia, mostraron una caída
del 1,7 en marzo. Se aceleró la recuperación de los salarios reales, que en
febrero subieron un 10,5% interanual, sin presiones inflacionarias. Los
incrementos a empleados estatales nacionales y en las jubilaciones y pensiones
marchan en el mismo sentido.
El crecimiento está impulsado por la mejora
del consumo privado y la inversión, que crecieron un 12 y un 49%
respectivamente. La inversión en equipo durable de producción aumentó 61%
interanual en el último trimestre del año pasado y lleva ya cuatro trimestres
creciendo por encima del total.
Por vez primera en más de cuatro décadas
logramos dos años consecutivos de superávit fiscal primario del Gobierno
central y existe superávit en el conjunto de las provincias.
El fuerte crecimiento de la recaudación
tributaria la ubica en niveles históricos récord, ya que subió un 33%
interanual (el IVA creció 53%) en el primer trimestre.
Si comparamos lo recaudado de enero a mayo
del 2003 con los números de este año, el crecimiento se ubica en el orden de un
42,7%.
En mayo de este año se recaudaron 12.367
millones, mientras que el año pasado esa cifra ascendía a 7.149 millones.
La importancia no se reduce a lo
cuantitativo. Crecieron sostenidamente la recaudación del IVA y la de Bienes
Personales; y el Impuesto a las Ganancias, impuesto directo y progresivo, pasó
de representar el 21% de los recursos tributarios a representar el 25,3%, es
decir incrementó su peso relativo en 4,3%.
El gasto primario se mantiene dentro de las
pautas presupuestarias, el programa monetario se ha venido cumpliendo durante
once meses consecutivos. El resultado del esfuerzo se vuelca a la atención de
los problemas energéticos, a infraestructura y a incremento de la equidad
social.
Se ha logrado la reunificación monetaria
rescatando en un programa de financiamiento ordenado las cuasimonedas
provinciales.
Las reservas se recomponen hacia los niveles
previos a la crisis, a pesar de que Argentina ha sido el único de los grandes
deudores del FMI, del Banco Mundial y del BID que ha disminuido deuda en forma
neta, con el pago de casi 7.000 millones.
El sector financiero se ha recapitalizado en
5.700 millones, con aportes adicionales en curso de 1.500 millones.
Desde mediados del 2002 las tasas de interés
descendieron significativamente (55,7 puntos porcentuales respecto de su
máximo) alcanzando sus niveles mínimos históricos.
Los depósitos acumulan un crecimiento del
53% y alcanzaron $95.400 millones, nivel superior a los anteriores a la crisis
del 2001. La liquidez del sistema financiero (28%) alcanza niveles superiores
al promedio durante el período de convertibilidad (23%).
La banca, luego de registrar beneficios
negativos por casi 9% de sus activos en 2002, obtuvo ganancias hacia el último
trimestre de 2003.
El tipo de cambio es flexible y sin
restricciones significativas. Existe un superávit comercial externo superior al
12% del Producto Bruto Interno.
La industria nacional creció un 16,2% y el
crecimiento de la construcción ha sido del orden del 37,8% en el 2003. En
términos sectoriales lideran el crecimiento junto al sector agrícola. En el
primer trimestre de 2004 crecieron a un ritmo de 14 y 34% interanual
respectivamente.
El consumo global de servicios públicos
alcanzó niveles de récord histórico.
El desempleo disminuyó desde el 24% al 14,5
–esperamos que en la próxima medición esté más cerca del 13%- por la creación
en dos años de más de 2 millones de puestos de trabajo, de los que por lo menos
1.350.000 lo fueron en el mercado de trabajo sin intervención del Estado.
Esta conjunción de elevados niveles de
crecimiento con estabilidad de precios dio como resultado una fuerte reducción
de la pobreza: 2,5 millones de pobres menos y 3 millones de indigentes menos en
2003.
La inversión en maquinaria y equipos creció
un 45,1% en el 2003 y en el primer trimestre del año 2004 las importaciones de
bienes de capital registran un incremento mayor al 100% en relación con el año
anterior, lo que indica la favorable perspectiva de crecimiento futuro.
Las exportaciones de manufacturas de origen
industrial crecieron en el primer bimestre del 2004 un 6% en relación al cuarto
trimestre del año pasado. El crecimiento de la actividad impulsa las
importaciones entre las que se destacan los bienes de capital que aumentaron un
17% en ese período, sin afectar el superávit de la balanza comercial.
Hemos avanzado en la especificación de la
oferta a los acreedores, en el marco de los “Lineamientos para la
reestructuración de la deuda pública”, precisando elementos que la componen y
que completan lo que habíamos dado a conocer en Dubai. La oferta ha sido
concebida para no repetir el proceso de endeudamiento, buscándole
sustentabilidad en el tiempo que permita evitar una reestructuración
cortoplacista o una vuelta no responsable a los mercados de capitales.
Creemos que aquello sólo puede lograrse
consolidando un proceso de crecimiento sostenido y estable de la economía
argentina, de modo de poder cumplir con los objetivos internos y con los
compromisos que se asuman frente a quienes acepten la propuesta.
Los parámetros de la reestructuración,
compatibilizados con un modelo de sustentabilidad técnica de largo plazo,
incluyen una quita nominal del 75% sobre la deuda por capital de 81.200
millones de dólares, por lo que representa una quita nominal de 60.900 millones
de dólares.
La nueva deuda a emitir en reemplazo de la
deuda a reestructurar ascenderá, si la adhesión no supera al 70 por ciento de
los acreedores, a 38.500 millones, y si supera aquel umbral de adhesión, a
43.200 millones de dólares.
Las cifras se obtienen de restar a la deuda
exigible con intereses al 31 de diciembre de 2003 (99.400 millones) los 60.900
de quita; o de restar a la deuda exigible con intereses al 30 de junio de 2004
(104.100 millones ) la misma suma.
Esta quita representa también, en cuanto
comprende bonos emitidos a un plazo de entre 30 y 42 años, un 75% del valor
presente neto de la oferta, por lo que por sí desmiente a quienes
intencionadamente buscaban desacreditar nuestra oferta de Dubai interpretándola
como una quita del 92%.
La oferta comprende bonos Par, bonos Cuasi
Par y bonos Discount. Se les sumará un bono ligado al crecimiento del Producto
Interno Bruto, de modo que si crecemos por encima de lo proyectado en el modelo
de sustentabilidad, destinaremos parte del excedente para pagar más.
Si superamos un crecimiento del 3% anual,
comenzando a partir del 2005, podremos incrementar pagos y recomprar, a través
de mecanismos que garanticen transparencia, parte de la deuda emitida.
Se requiere un superávit fiscal primario
apropiable por el Gobierno Nacional del 2,7% en los primeros años, reduciéndose
gradualmente hasta un mínimo del 2%, por lo que el superávit fiscal primario de
largo plazo se ubica en un 2,2% promedio.
Así reestructurada la deuda, saldremos del
default y en términos de relación Deuda Pública Total/Producto Bruto Interno
estimamos que la reducción irá de 134% en el 2003 a 85% en el 2004.
La relación Deuda en default/PBI se reducirá
de 79,5% a fin de 2003 a
26,3% a fin de 2004.
Se trata de nuestra última oferta, sin
repechajes, compatible con nuestras posibilidades y en el marco de un esfuerzo
fiscal que no afecta el crecimiento económico y la mejora de la situación
social que estamos logrando.
En el escenario que describimos, en el que
la economía argentina marchará hacia un nuevo equilibrio macroeconómico,
impulsamos un conjunto de transformaciones integrales orientadas a consolidar
un país con reales posibilidades de ofrecer respuestas a los problemas que
debemos enfrentar y solucionar.
Debemos diseñar un modelo de Nación con un
capitalismo moderno, pujante e inteligente. No se puede construir un país
aislado en la gran aldea mundializada, pero no debemos hacer un país sin
criterio, que exponga a nuestros productores a una competencia desigual que los
quiebre.
Integrados al mundo, pero con
sustentabilidad interna, sin la que es vano integrarse a nada. Si no estamos
bien los argentinos no podemos estar bien integrados al mundo.
Nuestro empresariado debe actuar
comprometido con la realidad social y económica de nuestra Patria, aceptar el
desafío de la competencia y unirse indisolublemente con el interés y la
decisión nacional.
Nuestros hombres de negocios, además de
buscar los legítimos réditos para sus empresas, deben favorecer el desarrollo
humano en la sociedad en que se desenvuelven. No sólo lo reclama la ética de
nuestro tiempo. Es lo único que legitimará su situación relativa. No pueden ser
ajenos al hambre de los argentinos marginados, no pueden mirar de costado la
existencia de jóvenes sin educación o la falta de atención de la salud de
nuestros ancianos.
Tenemos la oportunidad histórica de diseñar
un proyecto nacional, un moderno modelo de Nación que integre las diversas
regiones y que, desde un capitalismo en serio y con equidad, otorgue las
oportunidades de trabajo y de bienestar que nos merecemos.
Para lograrlo, necesitamos recrear en el
empresariado nacional la capacidad de emprender, la capacidad de asumir el
compromiso con la realidad social y política, la decisión de aceptar los
desafíos que la competencia representa.
Pero esa tarea de la construcción de una
nueva Argentina, la de la pluralidad, la de los consensos sin anular las diversidades,
la de la unidad nacional, no es tarea que le competa sólo al gobierno, es tarea
de todos. Y el mejor cumplir esa tarea pasa por colaborar desde el lugar donde
uno más pueda aportar a esa construcción colectiva.
Creo que ustedes tienen una importante
posibilidad de aportar para que las cosas vayan mejor en nuestra Patria desde
sus empresas.
La profunda crisis que nos afectó y nos
afecta tiene raíces morales y culturales muy profundas y no será fácil
superarla sin compromiso y sin trabajo. Es forzoso que aprendamos de ella. Se
necesita entender que los facilismos nos han arrastrado hasta donde estamos.
Algunos pudieron creer que encontraban
ventaja en el hecho de no contar con un Estado moderno e inteligente, con
capacidad para regular y controlar, con herramientas para hacer sentir su
presencia cuando las circunstancias lo hacen necesario.
Se engañaban, pues cuanto más el Estado se
debilitó, más grande fue la caída que provocó su desmanejo, su incapacidad o su
corrupción, destruyendo por sí en su caída el espejismo de riqueza que había
creado.
En vuestras actividades es bueno que tengan
justas rentabilidades, pero será malo si por sostenerlas caen en facilismos. En
la situación en que estamos sería imprudente que cayeran en el facilismo de no
dar la pelea que se necesita dar para incrementar la productividad de nuestra
economía. Sería imprudente si cayeran en el facilismo de dejar de dar la
batalla por la disminución de los costos y simplemente trasladarlos.
El Estado, las instituciones, la política,
están recuperando credibilidad al ubicarse en sintonía con la ciudadanía,
reconciliándose con la sociedad a través de un fuerte incremento de la calidad
institucional.
La economía se está recuperando al punto que
vuelve a utilizar capacidades ociosas, favorece las inversiones para aprovechar
nuevas oportunidades, de modo que vive ya síntomas de crisis de crecimiento
como el que exige que se aceleren acciones para poder cubrir la demanda
energética.
La reestructuración de la deuda soberana en
los términos que hemos dejado propuestos aclarará las perspectivas del
horizonte.
Es necesario que así como el Estado asume la
pelea de defender los intereses de los ciudadanos, así como el gobierno
enfrenta el problema de la existencia del default de su gigantesca deuda, los
empresarios asuman su cuota de responsabilidad.
Mejorar la productividad de nuestra economía
pasa por el incremento de la calidad institucional, por la inversión en
infraestructura y comunicaciones que el Estado debe asumir, pero también reside
en la actitud de las empresas para explorar las posibilidades de su situación
relativa.
Cada empresa debe fijarse el objetivo de
producir esa mejora de su propia productividad. El traslado automático de los
costos actúa como un sucedáneo y afectará la solidez no sólo de cada empresa
sino de la economía. No es tiempo de tener el sí fácil al mayor costo, se trata
de explorar todas las posibilidades de reducción de costos para dotar a la
economía de mayor competitividad.
El gobierno da sus batallas pero no puede
sustituir a los actores centrales de la economía en las suyas. Más
productividad y menores costos deben ser batallas que den nuestras empresas,
actuando como parte de un conjunto nacional.
Todos juntos debemos dar todas las batallas
para lograr construir un país normal, un país serio.
Con las convicciones con que llegamos al
Gobierno, con la conciencia de que sólo puede construirse con ideales y con
amor, desde nuestra verdad relativa que no niega ni rechaza las verdades
relativas que los otros puedan tener, enfrentamos día a día la tarea de
construir una nueva Argentina.
Les agradezco por esta oportunidad.
NESTOR KIRCHNER
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