junio 21, 2012

Discurso de Nestor Kirchner en la conmemoración del 120° Aniversario de la Fundación de la Unión Industrial Argentina y celebración del Día de la Industria (2007)

DISCURSO EN EL ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL 120º ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA UNION INDUSTRIAL ARGENTINA Y CELEBRACIÓN DEL DIA DE LA INDUSTRIA
Néstor Kirchner
[6 de Septiembre de 2007]

Señor jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; señor Vicepresidente de la Nación; señor presidente y directivos de la Unión Industrial Argentina; autoridades nacionales, provinciales; señores empresarios; representantes de la Confederación General del Trabajo; señoras, señores; amigos y amigas:
Quiero comenzar por saludarles muy afectuosamente, recordando que compartí con ustedes el 2 de septiembre de 2003 cuando prácticamente se iniciaban estos cuatro años y medio de gestión que complementaremos el próximo 10 de diciembre. Como en aquella oportunidad, quiero aprovechar la ocasión del “Día de la Industria” para compartir algunas reflexiones.
Recuerdo que en aquella ocasión mientras hablábamos de nuestros planes, se podía advertir en muchos de ustedes, un lógico sentimiento ambivalente. Creo que, por un lado les resultaba grato el escuchar de la boca del Presidente el llamado a valernos de otras lógicas superadoras del pasado, en que tan mal nos había ido, para tratar de construir pluralmente un país diferente, el llamado a reconstruir el país con calidad institucional con sustentabilidad económica en un marco de equidad, que facilite la movilidad social ascendente, que incentive y premie el esfuerzo, fue bien recibido en aquella oportunidad. Pero por otro lado, había también cierto pesimismo y cierto escepticismo como si algunos pensaran: “el discurso está bien, pero veamos los hechos”.
No era un temor infundado, estaba apuntalado en la decepción que muchas otras promesas incumplidas habían causado no sólo en los empresarios, sino en el espíritu de todos los argentinos. Transcurrido ya la mayor parte de mi mandato, creo que las cosas cambiaron paulatinamente. Quedó claro que no sólo se trataba de sueños de ideas compartidas, las realizaciones están a la vista, los hechos y los logros conjuntos sustituyeron a los meros discursos.
Que nos hemos recuperado está a la vista, es un hecho palpable; venimos bien y hay que mantener el buen rumbo. Por eso no hay que detener el cambio; por el contrario, creo que el cambio recién comienza.
Sin caer en euforias ni perder energías en el pesimismo, en el todo está mal, tenemos que fundar nuestro optimismo racional en hechos que concreten el cambio de época que en conjunto estamos protagonizando. No necesitamos ni queremos volver a viejos modelos; queremos construir con imaginación y creatividad las cosas que nuestra Patria necesita para hacer un nuevo y buen lugar.
Vivimos un cambio de época y ello exige un nuevo lugar del Estado, un nuevo lugar de la política y una nueva concepción de la propia integración local, regional y mundial. No nos contentamos con impulsar planes coyunturales, que apenas alcanzan para sobrevivir en la decadencia. Nunca nos propusimos ejercer la presidencia, para proponerle a los argentinos continuar con la miseria maquillada. Estamos protagonizando un cambio profundo, que toca intereses monopólicos, que se resisten, presionan y hacen permanentemente todo tipo de operaciones. Pero nos sentimos acompañados por la esperanza de millones de argentinos, que creen que otro país es posible, en ese país que se trabaje todos los días, en ese país que se pueda soñar todos los días y en ese país que se puedan recrear las ilusiones todos los días.
Sabemos que ningún proyecto polìtico, económico social tiene sentido si no sirve para mejorar las condiciones de vida de los miembros de la comunidad que lo asumen y protagonizan. El fuerte desendeudamiento, la programación ordenada de sus obligaciones futuras, la recuperación del crédito interno, la subsistencia y la consolidación del superávit fiscal y comercial, tienen que ser la base para el nuevo desarrollo de la industria nacional.
El crecimiento económico no sirve por sí solo, si no produce un desarrollo de inclusión social. De poco sirve mostrar indicadores, que muestren una evolución de la economía si los mismos se basan en desequilibrios sociales, marginación y mayor desigualdad.
En cuatro años hemos disminuido el desempleo del 20,3, en el primer trimestre del 2003, al 7.8 en junio de este año; también se ha reducido la pobreza y la indigencia; la pobreza, después de haber llegado al 54 con topes del 60 ha bajado el 26,9 y tenemos esperanzas de que siga bajando en forma importante; igual que la indigencia que hemos recibido del 27 por ciento, se ha reducido al 8,7 por ciento. Se crearon durante este Gobierno 3.400.000 puestos de trabajo; llevamos - como bien decía el señor presidente de la Unión Industrial Argentina - 50 meses de crecimiento del empleo registrado; el número de empresas ha crecido en 90 mil empresas entre el 2003 y el 2007; entre 1996 y el 2001 se destruyeron 17 mil empresas en términos netos.
Los planes sociales pudieron reducirse gracias a la reinserción laboral de 2.300.000 a 900.000. La participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno, si bien queremos llegar en algún momento al 50 y 50 histórico, que fue un verdadero orgullo, una verdadera distinción de la Argentina, ya estamos llegando al 41 por ciento.
Estos logros prueban la capacidad de los argentinos para recuperarnos de la crisis. Si lográramos mantener un crecimiento constante cercano al 5 por ciento anual, en 10 años este será otro país, un país paulatinamente mejor.
No detengamos los cambios, avancemos hacia un modelo de nación que se desarrolle en base a sus economías regionales, que se industrialice e integre interna e internacionalmente, a partir de un capitalismo pujante, inteligente, con solidaridad social.
El crecimiento solo no soluciona todo; el crecimiento sostenido nos crea nuevos problemas, pero nos da oportunidades para solucionarlos. Los argentinos en diversidad y pluralidad escuchando, corrigiendo, estamos llegando a las puertas de salida del infierno en que caímos. Espero que al terminar mi mandato, le pueda decir al pueblo argentino que el 10 de diciembre de 2007 que ya estamos saliendo de ese infierno que tanto nos ha hecho sufrir.
Marchamos hacia la meta de construir un país donde las dicotomías y las opciones cerradas no nos paralicen. No se trata de optar entre la actividad agrícola o la actividad industrial; eso es lo viejo, lo paralizante. Construyamos con inteligencia un país industrial, que aproveche las ventajas de nuestro campo, que nos integre con autonomía a un mundo cada vez más globalizado e interdependiente.
A diferencia de aquel discurso que mencionaba, este “Día de la Industria” nos brinda la oportunidad de encontrarnos para compartir la revalorización de la industria y su protagonismo en esta etapa de crecimiento económico.
En nuestro país, por su tamaño de mercado, por su tradición, por sus recursos naturales y humanos, la industria nacional tiene que ser uno de los protagonistas centrales en el conjunto de la economía. Un tejido industrial difundido y consolidado es fundamental para la integración regional, la movilidad social, la creación de empleo, la generación de divisas, el dinamismo tecnológico, para lograr un crecimiento sustentable a largo plazo. Además el crecimiento de la industria y el crecimiento de trabajadores amplían el mercado, hace crecer el consumo y potencia todos los resultados. Fue un absurdo creer que la Argentina podía desarrollarse por la vía de la desindustrialización y este absurdo no está tan lejano en el tiempo.
No hace muchos años explicitaba de los máximos niveles, que nuestro rol industrial era parte del pasado, que eran los servicios los que avanzaban como eje único y exclusivo del crecimiento. Nuestro Gobierno ha sido consecuente en cada una de sus decisiones por su vocación industrial, con su reconocimiento de los roles de los sectores industriales, con alto valor agregado y con fuerte presencia de la PyMES.
No se trató, no se trataba de simples frases en un discurso para quedar bien; la dimensión de la recuperación del sector industrial argentino, en estos 50 meses, lo demuestra. Entre mayo de 2003 y julio de este año, la industria acumuló un crecimiento del 40 por ciento a un promedio cercano al 8 ú 8 y medio por ciento anual. Se trata de un impulso genuino sobre la base de un nuevo perfil cualitativo, que se extiende a todas las ramas de la actividad y que ha situado a la producción industrial en niveles récord.
La producción de bienes creció un 45 por ciento y dentro de esa producción el de la industria fue del 43 por ciento, mientras los servicios crecieron casi un 35 por ciento. En materia de exportaciones el 2006 cerró con un nivel cercano a los 47.000 millones de dólares y para este año se proyecta un nuevo récord histórico, superior a los 50.000 millones de dólares. Dentro de las exportaciones, la venta de productos industriales gana cada vez más terreno. En el 2006 totalizaron cerca de 15.000 millones de dólares, máximo histórico que representó un 24 por ciento más que en el 2005. Este crecimiento altamente difundido entre las distintas ramas de la industria está siendo impulsado, en su gran mayoría, por el crecimiento de los volúmenes por sobre el de los precios.
Este dinamismo de la producción y de las exportaciones industriales, está siendo sostenido por crecientes inversiones en el sector, pasando de 1.100 millones de dólares, en el año 2003, a más de 5.400 millones de dólares, en el 2006, lo que representó un aumento de la inversión de 391 por ciento; la inversión ya supera el 21 por ciento de la participación del Producto. Obvio que esperamos que esta relación inversión-producto siga creciendo pero se han dado pasos realmente importantes.
Es de destacar que estas inversiones, a diferencia de lo ocurrido durante los ´90, estuvieron principalmente orientada a la formación de capital en detrimento de las fusiones y adquisiciones de empresas. Las mismas condiciones que impulsaron a la industria a niveles récord de producción y exportación, determinaron también una importante generación de puestos de trabajo. En respuesta a la creciente demanda de mano de obra desde todos los sectores, en los últimos cuatro años, fueron creados más de 360 mil empleos industriales formales, dando cuenta de un incremento acumulado del 47 por ciento.
Estos resultados tan notorios dan cuenta del éxito del enfoque económico de un gobierno, de un pueblo y de sus organizaciones sociales e intermedias, que en conjunto defiende con clara acción, nuestra industria nacional y la capacidad de nuestros empresarios y nuestros trabajadores. Bajo reglas consistentes y favorables a la producción se desarrolla todo el potencial industrial, capaz de superar al de aquellos países más desarrollados.
En estos cuatro años hemos transformado la lógica económica y la propia realidad del país. Y esto lo remarcamos sin desconocer todos los temas que requieren solución y todas las asignaturas pendientes que tenemos, si recién apenas estamos tratando de salir del infierno.
Y esto - que quede bien claro - que estamos en el principio de un camino de salida, en un país que conoció el abismo por culpa de la inconsistencia y el dogmatismo neoliberal. Hay que dimensionar que decisiones históricas como la renegociación con los acreedores privados, donde por primera vez la Argentina puede mirar hacia adelante y hacia atrás con absoluta tranquilidad, pues logró ahorrar 70.000 millones de dólares y la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional fueron medidas determinantes para el crecimiento económico, para el desarrollo de nuestro sector industrial. Pero el pago de la deuda del Fondo marca el recuperar para nuestros gobiernos, para quienes les toque gobernar y para el conjunto del pueblo argentino y sus instituciones, la capacidad de decidir.
Fíjense lo que escuchamos hace pocas horas en el país, que alguien muy respetable que aspira a ejercer la presidencia del Fondo Monetario Internacional, se haya animado a decir lo que para muchos argentinos era una falta de respeto, inclusive, cuando yo lo expresaba o muchos de los aquí presentes o no presentes. Dicha personalidad que aspira a presidir el Fondo Monetario Internacional, hace pocas horas, dijo que el Fondo Monetario Internacional fue para la Argentina como el mismo diablo; él se animó mucho más que muchos otros de esta tierra que se tendrían que haber animado antes a soltar las ataduras para construir nuestra Patria.
La posibilidad de adoptar autónomamente las políticas cambiaria, monetaria, fiscal y de negociaciones internacionales es un paso ineludible para recrear una Argentina que tenga un rol en el mundo como valor agregado industrial. Los argentinos debemos convencernos, hasta lo más profundo de las consecuencias positivas que tiene para nuestra economía, preservar un tipo de cambio competitivo y no repetir las nefastas experiencias de atraso cambiario que causaron cierres de industria, desempleo y crisis fulminantes en aquellos sectores de mano de obra intensivo.
Es claro que el elevado superávit fiscal que nuestro Gobierno ha logrado es central para el objetivo de compatibilizar el tipo de cambio competitivo, estabilidad y políticas activas y de sustentabilidad macroeconómica. Es importante acumular reservas para hacernos fuertes. Nosotros, hasta ahora, nos hemos movido en un promedio entre el 3 y el 4,10, el 4,20 por ciento. Cristina me dice permanentemente, que hemos gastado mucho, que ella no va a bajar del 4 por ciento de superávit fiscal. Bueno, está bien.
Los argentinos, después de décadas, tenemos los grados de libertad para diseñar las políticas adecuadas para alcanzar el desarrollo económico. Las ataduras al Fondo Monetario Internacional a la presión de los acreedores externos, las limitaciones fiscales y las necesidades de endeudamiento recurrente, condicionaron nuestras decisiones a intereses externos o ajenos a la lógica productiva.
Ganamos libertad, estamos en un proceso de desendeudamiento con consistencia macroeconómica y frente a esta realidad es posible sostener este fuerte crecimiento y plasmar en los hechos nuestra vocación de ser un país industrial.
Todos ustedes conocen, porque las han padecido, las consecuencias negativas del sistema financiero diseñado en los ´90, en términos de financiamiento a la producción. Y también saben de los esfuerzos que se están realizando para volver a vincular al ahorro con el crédito, en lugar de la especulación financiera y el endeudamiento del Estado.
Hoy el Estado no compite por el crédito, es un factor fundamental para articular la decisiones de los privados en un horizonte de largo plazo, con objetivos estratégicos en materia de inversión, de innovación tecnológica, de recuperación de la demanda, del empleo para el logro simultáneo de equilibrios macroeconómicos y sociales; incentivamos la producción con fuertes políticas activas, que han permitido potenciar el crecimiento y retroalimentar el circuito virtuoso del crecimiento de la actividad y la recaudación fiscal.
Para facilitar la inversión renegociamos en el MERCOSUR la posibilidad de importar bienes de capital con arancel cero preservando una política de reintegros a los productores nacionales de estos bienes. Asimismo se estableció la posibilidad de acceder a la devolución anticipada del IVA y a la amortización acelerada del impuesto a las ganancias en los proyectos de inversión.
Se han establecido programas específicos para promover desarrollos sectoriales, como el régimen de reintegro de la compra de auto partes; la Ley del Software; la Ley de Biocombustibles y la promoción de iniciativas en Nanotecnología. Los programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas (PyMES) favorecen su acceso al crédito, la capacitación, la posibilidad de ganar mercados externos y mejorar estándares de calidad. Contamos con un conjunto de políticas e instrumentos que potencian el rol de este segmento de empresas y el rol desarrollo de la cadena de valor.
Se han adoptado medidas de control a las importaciones para promover el crecimiento de nuestros productores. Así se han establecido licencias no automáticas para la importación de calzados, juguetes, línea blanca, juguetes, neumáticos para bicicletas, motos y recientemente también capelladas de calzado y marroquinería, junto a una serie de medidas aduaneras para un mejor control de las importaciones, la política de administración del dumping y de cualquier otra forma de competencia desleal, acompañar la voluntad de reindustrializar el país dejándose de lado prejuicios antindustriales y priorizando análisis objetivos que buscan resguardar a nuestra producción de aquellas importaciones que no respetan las reglas del comercio.
Hemos replanteado estructuralmente el funcionamiento del MERCOSUR para hacerlo más grande y más profundo. En los años 90 el Estado argentino convalidó un MERCOSUR funcional al neoliberalismo y a la debilidad de nuestra industria. Algunos de ustedes lo señalaron alertando, en su momento, los graves daños que la ingenua actitud de Argentina estaba generando.
Hoy reconociendo la alianza estratégica del bloque, valorizando el desarrollo de Brasil, reivindicamos también nuestros intereses nacionales y entre ellos centralmente los de la industria argentina. Logramos sancionar el mecanismo de adaptación competitiva, es decir las posibilidades de establecer medidas arancelarias al interior del MERCOSUR frente a daños sectoriales. Este mecanismo es trascendente como señal de largo plazo a nuestros inversores y consolida la consistencia del MERCOSUR.
Se han avanzado en negociaciones que implican limitaciones a las importaciones de Brasil, promoviendo acuerdos entre los sectores privados más vulnerables o sensibles a los subsidios de nuestro socio comercial, que debe entender permanentemente que en el MERCOSUR nos tenemos que desarrollar todos. No se puede desarrollar solamente una nación y esto el Presidente Lula así lo ha entendido y sé que se van a seguir profundizando con mucha fuerza este proceso de integración.
La negociación del régimen automotriz es también una señal clara para la radicación de inversiones en el país y el crecimiento de las exportaciones industriales de la Argentina. Esta estrategia comercial en el MERCOSUR se plasma en todas las negociaciones que encara nuestro país en el exterior, priorizando el resguardo de la producción, la inversión y el empleo nacional.
En el mes de agosto, la industria automotriz argentina, nos alegra a todos muchísimo, tuvo el record de producción histórica referente a un mes, creciendo respecto al mes de julio cerca del 23 por ciento. Esa es la Argentina que alienta a seguir luchando por ese amanecer que nos merecemos.
En el ámbito multilateral, nuestro país tiene una participación muy activa en las negociaciones desarrolladas en el seno de la OMC, sosteniendo con firmeza la necesidad de lograr un equilibrio entre los resultados que se alcancen en materia agrícola – industrial. No estamos dispuestos a convalidar resultados inconsistentes, que atenten contra la consolidación de una economía productiva.
Hay que dar el debate fuertemente y la lucha en la Organización Internacional de Comercio con todas nuestras fuerzas. No sirven acuerdos pequeños, maquillajes o generar un acto de supuesta convivencia internacional volviendo a conceder. Necesitamos definitivamente que se discutan las cuestiones de fondo, Argentina, los países de América latina y creo que la mayoría de los países del mundo tienen que encarar decididamente una discusión que nos dé un paso superador, en todos los temas que estamos discutiendo que son fundamentales para el desarrollo de nuestros pueblos.
Priorizamos el crecimiento equilibrado entre el mercado interno y externo, compatibilizamos rentabilidad e inversiones con creación de empleo y mejora de la distribución del ingreso consolidando las altas tasas de crecimiento, sobre pautas macroeconómicas consistentes a largo plazo.
Argentinos: no le tengamos miedo así como vemos crecer las exportaciones. La combinación de exportación y consumo interno es fundamental para consolidar un modelo de crecimiento, con participación global del conjunto en la ciudadanía argentina. No le tengamos miedo a los fantasmas del consumo; si tenemos empresarios responsables, si constituimos como corresponde la cadena de valor, sigue aumentando la inversión, los argentinos tienen y deben participar activamente de ese crecimiento, de esa participación y también del consumo. Consumo interno y exportaciones son fundamentales para la construcción del país que soñamos.
Ya sabemos lo que nos pasó a los argentinos cuando se decía que el consumo interno era una carga peligrosísima para la economía argentina. Lógicamente, es muy fácil eliminando las variables: distribución del ingreso, mejoramiento salarial, defensa de la inversión nacional y restricción al consumo interno, tratar de consolidar un proceso de crecimiento con exclusión.
Nosotros queremos un proceso de crecimiento con inclusión social, con una fuerte clase trabajadora, con la movilidad ascendente de nuestra clase media, con la consolidación de nuestra clase empresarial, con la consolidación de nuestros productores del campo, que es central y fundamental, de nuestros intelectuales, de los estudiantes, de ese recurso humano que tenemos, que le ofrecemos al mundo y que le podemos dar lugar aquí en nuestra Patria, se pueda consolidar fuertemente. Esa es la Argentina que soñamos, en donde todos nos sentimos parte de un país que va avanzando en su conjunto.
Quienes inviertan, quienes arriesguen, quienes tengan vocación de crear empleo y ganas de contribuir al fortalecimiento de una Argentina pujante, seguirán teniendo resultados positivos como en estos últimos años.
Como los países que han logrado los mejores niveles de desarrollo, preferimos tener una política económica e internacional propia, que atienda nuestros intereses como país y no una política económica impuesta por los demás.  Por eso se ha priorizado la reconstrucción de la infraestructura indispensable para el crecimiento económico y el desarrollo social de un país más equilibrado. La inversión pública, bajo la forma de gasto de capital y de infraestructura, viene creciendo a tasas anuales superiores al 50 por ciento. Los gastos de capital realizados por la nación suman actualmente aproximadamente el 2,5 del PBI, frente a un promedio del 1 por ciento observado, durante la década pasada.
No nos creemos y no crean a aquellos que dicen que la inversión es un gasto público improductivo, porque un país que no invierte en infraestructura, en rutas, en hospitales, en aeropuertos, en el desarrollo global, evidentemente no tiene ninguna posibilidad de crecer sustentablemente.
Nosotros queremos una Argentina integrada desde Jujuy a Tierra del Fuego y sabemos lo que significan las escuelas, las rutas, los hospitales, las inversiones en universidades, en infraestructuras y padecemos, ustedes como industriales lo saben, que este crecimiento económico, muchas veces, necesita una inversión más acelerada en infraestructura. Si se hubiera invertido en otros tiempos en todas las áreas de la economía y fundamentalmente en el área energética, muchas veces no tendríamos que pasar por los problemas que pasamos debido al crecimiento que tenemos, lo que denomino tensión del crecimiento porque hubiéramos tenido las inversiones necesarias.
Hay que invertir, el Estado tiene que invertir, tiene que apoyar fuertemente el desarrollo de la economía privada, tiene que estar acompañando al crecimiento de la economía en forma global. Y esto lo tiene que hacer con una buena administración y promoviendo la inversión necesaria que permita integrar al país, que va desde la generación de autovías y autopistas que nos permitan acercar a nuestros puertos a los productores, hasta acercar las industrias al puerto, a los centros urbanos como corresponde, para poder acercar a nuestros productores del campo, que muchas veces sufren terriblemente para poder llegar y despachar toda su producción por caminos que no existen, por lo que sucede hoy por el tremendo crecimiento, como en los puestos de Rosario en donde vemos largas filas de camiones, donde estamos invirtiendo en la Ruta 9, en la Circunvalación, en todo lo que permita definitivamente terminar con esta situación, que muchas veces es de urgencia que nos toca vivir. Porque el crecimiento económico se encontró con un país atrasado en infraestructura. Hay que seguir invirtiendo fuertemente, hay que soñar en construir esa gran Argentina que todos soñamos y queremos.
Ustedes lo saben, años de abandono en inversiones de transporte vial y ferroviario, comunicaciones y energía han determinado limitaciones y dificultades que estamos comenzando a superar. Muchos se asombran del estado, a veces, del transporte público, en el cual estamos invirtiendo, pero muchos se olvidan que decían. “ramal que para, ramal que cierra”, cómo se desmontaron los trenes en la Argentina porque decían que no daba rentabilidad. Se olvidaron de la rentabilidad que le daban las empresas a la gente, a la sociedad uniendo una parte del país con la otra a bajos costos y llegando a lugares donde nadie llegaba. Se desmontó toda la inversión ferroviaria y lógicamente, ahora, la inversión que hay que hacer es millonaria, se está empezando a hacer, pero nos va a llevar un tiempo tener la infraestructura que nosotros necesitamos. Y un tiempo que no es demasiado corto porque la inversión para llevar adelante es muy grande.
Las decisiones de inversión pública, adoptadas en esta materia; el dictado de la Ley de Biocombustible; la recuperación de la política nuclear argentina; las centrales térmicas e hidroeléctricas que pondremos en marcha son algunos de los pasos que hemos dado en esta dirección.
Por estas cosas y, sobre todo, porque en nuestro período de Gobierno el volumen físico de la industria manufacturera aumentó en un 59 por ciento y superó este año su récord productivo en un 11.6 por ciento, por encima del año anterior, mientras que las exportaciones de manufactura también se duplicaron por volúmenes exportados y representan ya un tercio de las exportaciones totales, podemos decir que al sector le está yendo bien. Es importante entender que a todos nos va mejor, que el país es la suma de los sectores y no de un sólo sector; el todo es más importante que cada una de las partes. Hay sectores que se conciben así mismos como defensores o dueños de una Patria Chica. La industria y el sector industrial no tienen ni pueden tener esa falsa adopción, tienen que imaginarse cada vez más importante en una Patria cada vez más grande. Debemos poner fin al mito de que los argentinos somos muy capaces individualmente, considerados pero no sabemos actuar en equipo colectivamente.
También, en un tiempo, cuando la crisis era profunda nos hicieron sentir que éramos los peores del mundo. A veces pasamos al otro lugar y nos creemos los mejores del mundo. Pero yo creo que lo que tenemos que recuperar definitivamente, porque la tenemos y no tengo ninguna duda que hay una gran calidad en los argentinos y argentinas, es consolidar definitivamente nuestra autoestima. Nunca más la perdamos porque es fundamental y central para todos.
En ese marco considera muy importante para nuestro futuro y el futuro de nuestra industria que puedan construir, de una vez por todas, algo que va a ser orgullo para todos los argentinos, así como hoy miramos con orgullo el predio que tiene la Sociedad Rural Argentina, nosotros creemos que ha llegado el momento de construir un Centro Nacional e Internacional de la Industria Argentina, donde las diferentes actividades y regiones productivas puedan abrir sus puertas a toda la sociedad argentina; acompañar los festejos de nuestro Bicentenario mostrando los productos y servicios de nuestra industria, sus protagonistas, su historia, sus abuelos, sus pioneros; eso es un cometido noble. Por eso contribuimos hoy con la firma del acuerdo marco para la transferencia de un inmueble, de casi tres hectáreas, en la Estación de Buenos Aires, en la zona de Barracas de esta ciudad.
Espero que en el Bicentenario me inviten, se acuerden de mí y compartamos con todos ustedes esa fecha que va a ser un verdadero orgullo por cumplir doscientos años y por tener el centro de exposiciones, que la industria argentina y la Argentina se merecen.
Ustedes saben que no tenemos el “sí” fácil, que no nos gustó nunca prometer lo que no estábamos dispuestos a hacer, mucho pasó entre aquel discurso y este, hemos trabajado mucho y obtenido importantes avances. Tengo la satisfacción de haber cumplido la transitoria responsabilidad de encabezar un gobierno. Algunos – diría casi todos – no me creían cuando les decía que no iba a continuar más allá de estos cuatro años y medio de gestión, que pasaría la posta. Como ven la disposición al cambio institucional, político y moral profundo también se demuestra con los hechos.
Hoy, 6 de septiembre, hace exactamente 20 años me tocaba ganar las elecciones a la Intendencia de mi Ciudad, sólo por 111 votos. Miren las cosas que se discuten hoy, pero yo gané (APLAUSOS Y RISAS) sólo por 111 votos y el candidato a Intendente que competía conmigo, el contador Roberto López, me fue a buscar a mi estudio para decir que salga a celebrar, yo creía que había perdido por 23 como sumábamos. Así que estuvimos una hora convenciéndonos uno al otro para que saliera uno u otro. Y me trae este recuerdo esta reunión, que tenemos acá y también cómo a mi me gustaría – y yo creo que a ustedes también – que sea la actividad política en la Argentina. Esa imagen de Roberto y mía convenciéndonos que uno había ganado al otro, porque la diferencia había sido muy chica. Los dos creyendo profundamente en la democracia y en la voluntad de la gente. Me tocó ganar a mí y empezar esta historia en estos 20 años, y le agradezco profundamente a Dios, a la gente y a todos que durante tanto tiempo me han acompañado.
Allá en el 2003 también me tocó empezar, con apenas el 22.7 por ciento, y puse todos mis esfuerzos para tratar en forma conjunta de llevar adelante este proceso de reencuentro y de recuperación de los argentinos. Y les puedo asegurar que hoy, a punto de terminar mi mandato, me voy con una profunda felicidad, me voy no diciendo como dicen tradicionalmente: “cómo sufrí siendo Presidente”. Yo, la verdad, que les puedo asegurar que me siento agradecido que los argentinos me hayan hecho Presidente y me hayan dado la oportunidad de servirlos. No me sentí torturado por las responsabilidades, me sentí halagado. Solamente les quiero pedir disculpas por todas las veces que me puedo equivocado, pero siempre fui auténtico, siempre me mostré tal cual soy, nunca traté de tener la doble personalidad de la convivencia fácil, porque creo que eso no llevaba a ningún lado.
Siempre traté de sentir –en el acierto y el error – de decir lo que pensaba, pero siempre con respeto por el otro, por la calidad del otro, por saber que es importante pensar diferente, por saber lo importante que es la pluralidad, pero también algo que muy importante, que no sólo la dirigencia política, no sólo los dirigentes empresarios, sino todos los sectores: periodismo, todos los que tienen que ver con la vida nacional que lo más importante entre todos es tratar de darnos cuenta que un país lo hacemos entre todos, que un país no se hace solamente con quienes intentan hacerlo y los fiscales que a veces tratan solamente de buscar aquello que no funciona. Está bien que se corrija lo que no funciona, pero el país se hace construyendo, construyendo.
Muchas veces tienen más tapa en los medios los que destruyen, pero destruyendo no vamos a ningún lado, hay de una vez por todos que entrar a premiar la construcción, a premiar los valores, que en la sociedad los mejores no sean los más pícaros, sino los que más trabajan, los que más estudian, los más honestos, que son valores centrales y fundamentales para la sociedad.
Y en el marco de esas imperfecciones, les quiero decir que hay un gran futuro para la Argentina. Este año vamos a volver a crecer al 8 o más de ese número, hay una gran tarea para llevar adelante. Cada uno pensará quién la puede llevar adelante, y me parece bien, pero como nunca fue mi tarea promover la falsedad o la hipocresía, ni mucho menos, yo creo que la Argentina tiene una gran oportunidad por delante, que está en las manos de una gran dirigente, muy preparada y en esto voy a ser absolutamente parcial pero estoy convencido que ustedes piensan lo mismo, una gran mujer va a ser la que va a promover y profundizar la transformación argentina.
Muchísimas gracias presidente de la Unión Industrial Argentina, muchísimas gracias industriales, muchísimas gracias representantes de las otras entidades, muchísimas gracias en la Argentina de la producción, muchísimas gracias trabajadores. Me he sentido feliz como argentino trabajando con ustedes y hasta el 10 de diciembre con más fuerza, gracias. ¡Arriba la Argentina, arriba la industria nacional, arriba los industriales y arriba los que creen en una Argentina próspera e igualitaria. Gracias.
NESTOR KIRCHNER

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