DISCURSO EN LA CUMBRE DEL MERCOSUR EN
OURO PRETO
Néstor Kirchner
[17 de Diciembre de
2004]
Señor presidente de la República Federativa
de Brasil; señores presidentes; señores vicepresidentes; señor presidente de la Comisión de
Representantes Permanentes del MERCOSUR; distinguidas delegaciones; señoras y
señores: en primer lugar quiero agradecer la hospitalidad que el pueblo y el
Gobierno de la
República Federativa del Brasil nos prodigan cada vez que a
estas tierras llegamos, no lo decimos por simple compromiso protocolar.
Es para nosotros importante aprovechar esta reunión para expresar en voz alta algunas reflexiones que entendemos necesarias para la evaluación de la marcha del MERCOSUR, sus perspectivas de futuro y las medidas prácticas que a nuestro juicio deben adoptarse para garantizar el mejor cumplimiento de sus objetivos.
Es para nosotros importante aprovechar esta reunión para expresar en voz alta algunas reflexiones que entendemos necesarias para la evaluación de la marcha del MERCOSUR, sus perspectivas de futuro y las medidas prácticas que a nuestro juicio deben adoptarse para garantizar el mejor cumplimiento de sus objetivos.
Nos disponemos a iniciar la última fase del
proceso de salida del default encarando la reestructuración de la gigantesca
deuda externa, y pretendemos dar forma a un proceso de desendeudamiento
estructural, desintervención y autonomía que garantice la solidez en el mediano
y largo plazo del país que estamos reconstruyendo.
Queremos integrarnos al mundo de una manera
inteligente y para ello debemos lograr evidentemente la suficiente
sustentabilidad interna. Nuestra prioridad se ubica en la construcción de una
América Latina estable, próspera y unida, con base en los ideales de democracia
y justicia social, disminuyendo drásticamente las brechas entre ricos y pobres.
El MERCOSUR y la integración latinoamericana
deben ser parte de un verdadero proyecto político regional. Para nosotros, en
ese marco, el fortalecimiento del MERCOSUR constituye un paso estratégico, pues
su profundización hacia otros aspectos institucionales que deben acompañar a la
integración económica y ampliarse buscando nuevos miembros, ayudará a una mejor
presencia en el marco internacional actual fortaleciendo nuestras posturas.
La integración regional debe favorecer el
desarrollo económico, social y político de cada uno de los estados miembros y
proveer bienestar a nuestros pueblos, ayudando a disminuir las desigualdades y
terminar con la exclusión.
Los países que integramos el MERCOSUR y los
estados asociados hemos expresado la firme voluntad de dar a la integración en
este espacio el carácter de una verdadera y sustancial política de estado. En
la práctica, como importantes activos acumulados de este proceso de integración
regional, podemos contabilizar su innegable contribución a la consolidación de
un ambiente de paz y democracia en el continente, el establecimiento de
vínculos económicos más estrechos entre los países de la región y sus
empresarios, y una presencia internacional más activa que no hubiera podido
lograrse por cada país en forma aislada.
Es valorable que en el plano del
funcionamiento del sistema financiero internacional hayamos comenzado a jugar
un papel común que exigirá mayores grados de consulta y coordinación, haciendo
valer posturas conjuntas como región en los organismos multilarerales, sin
ignorar las situaciones de cada país.
También entre las acciones positivas debe
ubicarse el papel de algunos de los miembros del MERCOSUR dentro del Grupo de
los 20, que ha permitido jugar un rol activo y relevante en las relaciones
comerciales de la ronda de Doha. Esa posición debe ser afianzada en conjunto
con los países en desarrollo de diversas áreas del mundo, pues no habrá libre
comercio sin agricultura y si los agro-negocios no son plenamente integrados en
el proceso de liberación comercial.
Debemos sumar también al activo que en la
ronda de negociaciones sur-sur Argentina y Brasil hayan tenido el papel de
impulsores, eso ha sido importante.
El mundo en desarrollo está integrándose y
abriendo sus economías, el marco legal que asegura el sistema generalizado de
preferencia entre países en desarrollo nos ofrece una gran oportunidad de
expansión comercial.
El MERCOSUR además está adquiriendo una
creciente dimensión política y social, es importante nuestro avance en áreas
como la promoción y defensa de los derechos humanos, la promoción de los
derechos de la mujeres, el desarrollo social, la educación, la cultura, la
justicia, la seguridad pública, la migración, el combate contra la droga y el
terrorismo.
Sin embargo es justo que señalemos algunas
dificultades que han ido apareciendo y que es importante abordar con propósito
constructivo. Primero, el nivel de compromiso que se manifiesta por los
presidentes en cada cumbre no se condice con los avances posteriores entre
reunión y reunión. Las decisiones presidenciales no se reflejan en las mesas de
negociaciones posteriores, donde parecen primar los problemas coyunturales
locales por sobre la perspectiva estratégica regional. Segundo, queda la
impresión de que el MERCOSUR, que ha tenido los resultados positivos que todos
reconocemos, se ubica todavía muy por debajo del potencial que como región
tenemos. El campo de las posibilidades que se le abren a nuestra asociación es
inmenso, mientras las concreciones alcanzan a un porcentaje aún modesto de
realizaciones. Por último, es preciso que estemos preparados para actuar
conforme a las dificultades que cada etapa del desarrollo del MERCOSUR
presenta. En el punto es necesario distinguir la etapa inicial, más valiosa y a
la vez más simple, signada por la rebaja automática de aranceles, de la etapa
actual en la que muchos advierten un cierto letargo y que evidentemente
enfrenta muchas más dificultades. Es como si se hubiera dejado librada sólo al
mercado la posible integración, relegando la labor proactiva que los Estados
deben asumir para producir efectos económicos concretos.
Ahora tenemos que avanzar en políticas productivas
e industriales comunes, que aseguren el compromiso inicial del proyecto, que
era el desarrollo intraindustrial, el del equilibrio de los procesos de
inversión, el de los avances tecnológicos conjuntos. La manera de encauzar ese
avance que proponemos está en el cumplimiento pleno del Tratado de Asunción que
ofrece el marco adecuado para alcanzar estos propósitos. Hay que rescatar el
Tratado de Asunción de entre los papeles del archivo y ponerlo en plena
vigencia. No servirá avanzar en otras cuestiones institucionales si la base
misma del Acuerdo no es revalorizada como se debe.
Debemos tener absolutamente claro que lo
importante son los objetivos, no los instrumentos. Los instrumentos pueden y
deben ser corregidos cuando existen y son insuficientes o ineficaces, y deben
ser creados allí donde no existen, para concretar precisamente esos objetivos.
El MERCOSUR es nuestro bloque de pertenencia
regional, pero los beneficios no pueden tener una sola dirección. El MERCOSUR
tiene que constituirse también en un bloque de asistencia recíproca para el
desarrollo equilibrado y el mejor desempeño de nuestros sectores productivos,
sin ignorar las asimetrías existentes ni perjudicar a los sectores internos de
nuestros países, pues ello afectaría a la propia integración.
Como se advierte en lo que apuntamos, se
trata de los problemas lógicos de la profundización de nuestra alianza
regional. Todo indica que una vez que solucionemos los actuales temas y
avancemos en la dirección correcta hacia mayores grados de integración,
aparecerán nuevos problemas que deberemos también solucionar. Lo importante es
que podamos hablar de estos temas y no demoremos en avanzar hacia los objetivos
comunes, generando mecanismos que atenúen las asimetrías y favorezcan una
relación equilibrada entre los miembros del bloque.
Es un tiempo propicio para ajustar la
realidad actual del MERCOSUR a su idea original, la alternativa no puede ser
dejar que las cosas ocurran, como si marcháramos a la deriva y a la espera de
mejores vientos. Saber a qué puerto vamos es lo importante, ya que la mejor
integración está al alcance de los hechos que podamos producir. Por otra parte,
ninguno de nuestros países es por sí mismo ni tan grande ni tan fuerte como
para prescindir del destino regional ante los fuertes vientos que caracterizan
a la globalización. Un mejor MERCOSUR nos espera, pongamos manos a la obra.
Muchísimas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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