junio 21, 2012

Discurso de Nestor Kirchner en la presentación del II Congreso Internacional de Filosofía, a celebrarse en San Juan (2007)

DISCURSO EN LA PRESENTACIÓN, EN CASA DE GOBIERNO, DEL SEGUNDO CONGRESO INTERNACIONAL EXTRAORDINARIO DE FILOSOFÍA, A CELEBRARSE EN LA PROVINCIA DE SAN JUAN
Néstor Kirchner
[20 de Junio de 2007]

Señor Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación; señor Gobernador de San Juan; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; autoridades nacionales, provinciales; representantes del cuerpo diplomático; legisladores; señores Intendentes; profesores; filósofos; señoras y señores: en primer lugar, ustedes saben - y esto también es parte de la filosofía - que cuando a muchos de nosotros la historia nos da la posibilidad de tener la iniciativa política en la conducción de la nación, nos sentimos administradores, estadistas, filósofos, somos todos. Conmigo quédense tranquilos que yo no voy a inventar ninguna frase de Sócrates, como hizo algún expresidente.
Creo que si queremos hablar de filosofía y de este Segundo Congreso sobre Filosofía; en 1949 el General Perón fue quien lo convocó; en 1987, en Córdoba, el Dr. Alfonsìn y ahora tenemos este Tercer Congreso, que se hace en nuestra querida provincia de San Juan, donde la provincia de San Juan tiene un rol relevante.
Yo creo que son épocas muy diferentes, son Estados y tiempos diferentes; es muy difícil poder enlazar y es muy difícil encontrar y combinar las respuestas que se daban en el 49’, con las del 87’, con las del 2007 y por supuesto las propuestas de la construcción del mundo que está por venir. Porque Argentina forma parte de un mundo, de un mundo que tiene basada su esencia hoy en el fundamentalismo, de muchos vértices y que evidentemente si tomamos y miramos décadas hacia atrás, nos vamos a encontrar que quienes hoy formamos parte y podemos ser activos en la convocatoria de este Congreso, que es muy interesante e importante para discutir y profundizar el concepto filosófico de qué es lo que somos, hacia dónde vamos y qué debemos construir, nosotros, la mayoría de nosotros pertenecemos a generaciones que cargan una honda frustración sobre sus espaldas.
Porque muchos de los valores que nosotros defendimos con mucha convicción y lo seguimos haciendo han sido puesto en crisis, a veces por nosotros mismos y a veces por las circunstancias, los hechos y a veces por los errores propios cometidos como generación, porque es muy difícil discutir y debatir la realidad de este mundo y de la Argentina sin que se coloquen aditamentos cada vez que se intenta pensar, cada vez que se intenta elaborar una idea, cada vez que se intenta elaborar un pensamiento.
En la Argentina, y pasa en la mayoría de los lugares del mundo, pero hablando de la Argentina cada vez que alguien se anima a pensar, que se anima a elaborar ideas nuevas, distintas o que generan tensiones o que agudizan y muestran la crisis o lo que nos muestran lo qué somos en nuestra identidad, en nuestra calidad cultural o cuando nos sacamos el ropaje, la discusión y la elaboración de la propia idea nos demuestra qué es lo que somos y que nuestras crisis no fueron casualidades, sino son fundamentos propios de lo que nosotros somos, generalmente se colocan aditamentos y etiquetas. Es decir, acá se habla mucho del pensamiento, de la libertad de pensamiento, de la necesidad de la pluralidad, de la necesidad de los consensos, pero cada vez que alguien va a ejercer – con acierto y con errores – la voluntad de pensar, de elaborar, de discutir la identidad, la calidad humana, de valores que están en juego, enseguida surgen etiquetas y aditamentos, a veces, groseros y absolutamente injuriantes y agraviantes en muchos temas difíciles, que tiene la Argentina por delante para resolver. Veo como la sociedad española lo está discutiendo con mucho valor, con mucho fundamento en nuevas pautas culturales, de convivencia y demás y rápidamente se le colocan aditamentos y etiquetas y se dice que se ataca tal o cual valor que es histórico para la formación, es decir surge un pensamiento supuestamente tradicionalista que no es tal, sino que esconde el derecho a no pensar.
Por eso yo creo que lo más importante que tiene que tener este Congreso de Filosofía es no temer miedo, hay que atreverse, hay que pensar, hay que discutir todos los temas.
Seguramente, se tendrán posiciones absolutamente diferentes, pero si no resolvemos qué es lo que somos, hacia dónde vamos o en qué fracasamos o por qué pasamos de esa autoestima, de eso de creernos que somos los mejores del mundo cuando las cosas más o menos nos van bien a cuando las cosas no nos salen tan bien y nos creemos los peores, tenemos una absoluta baja estima. No nos lo podemos explicar con la calidad de pensamiento, de recurso humano, con la calidad de los intelectuales argentinos, con la calidad de los intelectuales latinoamericanos o con la calidad de los intelectuales que hay en el mundo. Esto yo lo decíamos en una Cumbre Iberoamericana con nuestro amigo el Presidente de España, el doctor Zapatero, con quien hablábamos sobre que la marcha del nuevo marco de las civilizaciones era muy importante.
Yo creo que hay que atreverse, no hay que tener miedo, a este Congreso no vayamos con las ideas supuestas o con discusiones antagónicas, porque en el espacio de pensamiento al que yo pertenezco también tenemos muchas responsabilidades y si tenemos la verdad, que no sea la verdad absoluta y los que no piensan como nosotros es gente que no entiende lo que hay que hacer o por qué etapa estamos pasando. Esto, evidentemente, nos puede llevar a una nueva frustración.
Entonces, tiene que ser un Congreso bien abierto, donde se discuta fuertemente, que la sociedad tenga la oportunidad de estar informada porque necesariamente nos vamos a encontrar con muchos que dirán por qué se tienen que poner a discutir de filosofía, por qué se ponen a discutir el destino con todos los problemas y cosas que tenemos. Nos quieren llevar a un pragmatismo vacío porque esto es lo fundamental, para que no se formen intelectuales que puedan pensar, que puedan determinar y que puedan ayudar al avance tecnológico, al avance científico que le puedan dar un contenido, un sentido y un rumbo para construir la sociedad que nosotros merecemos.
Porque sino, tiene razón Gobernador, podemos lograr grandes éxitos económicos y hasta podemos avanzar mucho en el campo de la investigación y de la tecnología, pero si no sabemos para qué, por qué y hacia dónde vamos, evidentemente, corremos el riesgo de nuevas frustraciones.
También hace a la identidad del propio ser humano, hace ver que parecían indestructibles, es decir, hay sectores de la sociedad que si uno quiere discutir ciertos temas o debatir ciertos temas que hacen a la propia vida de la gente y a la propia construcción de la vida que rápidamente se generan los peores de los epítetos para tratar de descalificar al que puede pensar así.
Uno puede pensar así o no puede pensar así, pero es necesario debatir. El mundo de hoy nos lleva a debatir todos los temas en forma muy profunda, muy abierta y éste es el pensamiento que nosotros tenemos.
Llamamos a quienes nos visitan, a todos nuestros intelectuales, a todos nuestros pensadores, a todos los argentinos, es decir, este tipo es el peor de los temores que se pueden tener, porque el nacimiento del sectarismo, del fundamentalismo en el mundo precisamente se debe a que se ha coartado la libertad de pensar. No se puede pensar y esto lo hacen quienes más poder ostentan en el mundo y nosotros, necesariamente, tenemos que tener un concepto diferente y una construcción diferente, por lo menos de las convicciones que uno tiene. De lo contrario, la verdad es que vamos a construir nuevas frustraciones y nosotros, que venimos de una generación con muchos aciertos, con muchos desaciertos pero, fundamentalmente, de una generación golpeada, dolorida, donde en determinado momento creíamos que teníamos valores absolutos, estos son los valores, nos llevaba un determinismo que estos son los valores y para allí tenemos que ir y tengamos cuidado con aquél que discute ese determinismo y ese camino porque ese está equivocado o el que no piensa como yo es un traidor, todas esas frases tan grandilocuentes que en la Argentina se saturó.
Por eso, creo que ustedes pueden dar un paso fundamental, puede ser un punto de inflexión de una sociedad que quiere crecer, tiene que entrar a valorar a los pensadores, a los intelectuales, a los constructores de cultura, a los constructores de identidad, a los constructores del tiempo que la Argentina necesita.
Yo creo que es un gran desafío, que estamos en condiciones de hacerlo y hagámoslo con la mayor de las libertades.
Ya sabemos las sociedades del pensamiento único y uniforme donde terminan, yo prefiero las sociedades tensionadas, a veces en crisis, porque de las crisis del pensamiento, naturalmente, salen nuevas verdades contenedoras que nos permiten construir nuevos caminos, y, evidentemente, una sociedad que no tiene referentes intelectuales y que no tiene referentes y pensadores que la ayuden a orientarse hacia dónde vamos, es muy difícil que tenga y se pueda orientar en el futuro que la Argentina necesita.
Así que, bien entroncados en el mundo, entendiendo la globalización que no existe solamente en la economía, hay una globalización del pensamiento nos guste o no. A veces, algunos grandes pensadores amigos se enojan cuando yo digo esto, pero yo creo que nos han globalizado en muchos casos también el pensamiento, nos han generado miedos de definir ciertos temas, nos han generado etiquetas cuando nos definimos, creo que ustedes pueden generar ese punto de inflexión para cualificar y lograr esa síntesis superadora que el mundo, América y la Argentina están necesitando.
Así que, para mí, Gobernador, queridos amigos, visitantes, gente de la Argentina, es un tremendo honor poder hacer esta presentación y espero que sea un debate duro, difícil, tensionante; no importa, discutan, debatan, generen nuevas síntesis, ayúdennos a pensar y todo lo que está en crisis hay que discutirlo y sabemos que tenemos muchísimas cosas en crisis porque no hubiéramos tenido las crisis que terminaron derivando siendo económicas si hubiéramos avanzado de acuerdo con las necesidades globales que tenía el mundo y la Argentina y no hubiéramos dejado de discutir y debatir como pasó en la Argentina en algún momento y como muchas veces nos generan el temor, “no, mejor no, vamos a lo concreto”. Y ustedes se dan cuenta, nosotros, los propios dirigentes a veces decimos “vayamos a lo concreto, no discutamos ciertos temas”, como si discutir ciertos temas fuera perder el tiempo.
Perdamos el tiempo si queremos construir una Argentina como corresponde.
Muchísimas gracias.
NESTOR KIRCHNER

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