DISCURSO EN SU
VISITA AL PARLAMENTO DE LA REPÚBLICA FEDERATIVA DE BRASIL
Néstor Kirchner
[18 de Enero de
2006]
Señoras, señores: como podrán ver el proceso
de edificar una sólida amistad entre la Argentina y Brasil se ha convertido en una tarea
que por cierto ya forma parte de las tareas cotidianas de ambos gobiernos.
Conversar con los señores legisladores de este maravilloso país es una ocasión
propicia para reflexionar y hacer un breve balance de la relación de nuestros
pueblos.
La
Argentina
y Brasil constituyen sin lugar a dudas un ejemplo de mundo de paz, amistad,
cooperación e integración. Nuestros gobiernos trabajan mancomunadamente por el
bienestar de sus ciudadanos y nuestras sociedades se reconocen como hermanas.
La amistad argentino brasileña ha avanzado tanto que nadie se atrevería a poner
en duda que nuestro presente y nuestro futuro se construyen trabajando juntos.
Compartimos mucho más que fronteras y
vecindarios, la suerte de cada uno de nuestros países está estrechamente ligada
a la del otro y asumimos esto como un privilegio que nos concede la historia.
Estamos transitando un cambio de época que
implica un fuerte cambio de paradigmas, tanto en la región como en el mundo.
Ambos gobiernos hemos comprendido cabalmente esta realidad, en la relación bilateral
somos absolutamente conscientes de lo mucho que hemos hecho pero también de lo
mucho que queda por hacer. Sabemos que nuestro destino está en nuestras propias
manos y que debemos transformar en acciones y decisiones el convencimiento
compartido de que ambas sociedades merecen mayor desarrollo y equidad, mayor
democracia y más autonomía para decidir lo que es bueno para ellas.
Permítanme transmitirles la certeza de que la Argentina y Brasil están
transitando este sendero codo a codo. Así lo expresamos claramente en el
compromiso de Iguazú suscripto el 30 de noviembre pasado y así también lo
estamos haciendo con los trabajos derivados de los documentos firmados en
aquella ocasión.
Del mismo modo, nuestros países han decidido
romper un pasado que los aprisionaba, no sólo terminamos con la deuda del FMI
sino que –y esto es lo más importante- recuperamos nuestra total autonomía para
decidir qué hacer con nuestros recursos y nuestra autonomía.
Transmitimos este mismo mensaje de soberanía
y defensa de nuestros intereses durante la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, donde
planteamos con firmeza que el único libre comercio que aceptamos es aquel que
conlleve beneficios para todos sus participantes y no uno que encubra acuerdos
leoninos.
También fuimos una voz sólida, seria y
contundente en la reunión de Hong Kong de la Ronda de Doha de la OMC , donde expusimos sin
reservas la hipocresía de un comercio mundial que proclama la liberación de
aquellos productos en que los países desarrollados son competitivos y el
proteccionismo en aquellos en que no lo son. Argentina y Brasil fueron
protagonistas del grupo de países que ofrecieron razonamientos y propuestas
creativas, inteligentes y constructivas.
En octubre de 2003, cuando el presidente
Lula realizaba su visita de Estado a mi país, suscribimos el Consenso de Buenos
Aires. Aquel fue un documento de fuerte definición política e ideológica,
dirigida a exponer al mundo nuestra vocación de amistad mutua, pero además
nuestra determinación por construir mejores sociedades, desarrolladas, libres,
justas, democráticas e independientes.
En aquel texto decía que estábamos
convencidos de que el bienestar de los pueblos constituía el objetivo
prioritario de ambos gobiernos y reafirmábamos nuestra voluntad de intensificar
la cooperación bilateral y regional para garantizar a todos los ciudadanos el
pleno goce de sus derechos y libertades fundamentales. También expresábamos que
la integración regional constituía una opción estratégica para fortalecer la
inserción de nuestros países en el mundo aumentando su capacidad de
negociación. Afirmábamos que una mayor autonomía de decisión nos permitiría
hacer frente más eficazmente a los movimientos desestabilizadores del capital
financiero especulativo y a los intereses contrapuestos de los bloques más
desarrollados, amplificando nuestra voz en los diversos foros y organismos
multilaterales. Expresamos que la administración de la deuda pública debía
tener como horizonte la creación de riqueza y de puestos de trabajo, la
protección al ahorro, la reducción de la pobreza, el fomento de la educación y
la salud, y la posibilidad de mantener políticas sostenibles de desarrollo
económico social.
A poco más de dos años de aquella fuerte
definición política, con orgullo hoy podemos mostrar resultados categóricos en
lo relativo a la intensificación del vínculo bilateral y la profundización de
nuestra integración. Ahí están los documentos de Puerto Iguazú del 30 de
noviembre de 2005.
En el plano multilateral, como señalábamos
antes, es clara la nueva manera de relacionarnos con el mundo financiero
internacional y la encarnizada defensa de un comercio justo, beneficioso para
nuestros pueblos, tal como lo demostramos al coordinar nuestras acciones en Mar
del Plata y Hong Kong. Pero también las evidencias están a la vista en las
políticas internas de cada país, donde nuestros mayores esfuerzos fueron
puestos en reducir la marginalidad y la pobreza, consolidar las instituciones
democráticas, promover los derechos humanos, fortalecer el sistema productivo y
mejorar la educación y la salud.
Los logros alcanzados deben incentivarnos a
ser más ambiciosos, más creativos, más eficientes y decididos. Tenemos por
delante mucho trabajo, diseñando nuevos proyectos y concretando otros ya
iniciados. En este aspecto ustedes, amigos legisladores, al igual que los
representantes de mi país y de los demás países del MERCOSUR, tienen la enorme
responsabilidad de darle el andamiaje legal a nuestra integración. Esto es muy
importante, no sólo porque le otorga solidez jurídica a una voluntad política
compartida sino porque además legitima la integración entre nuestras
sociedades.
En definitiva, dinamizar y profundizar la
integración bilateral y el MERCOSUR también implica poner en vigencia los
acuerdos firmados. Estamos convencidos de que los parlamentos pueden adquirir
un protagonismo creciente, contribuyendo a lograr los grandes objetivos
estratégicos que nuestros países se han dado. El intercambio de ideas, la
pluralidad y el debate propio de los parlamentos son instrumentos de enorme
valía para optimizar la coordinación y complementariedad de nuestros países.
Más aún, la representatividad del Poder Legislativo juega un papel destacado en
esta nueva etapa de la integración en la que, como señalábamos en el compromiso
de Iguazú, nuestros esfuerzos están cada vez más dirigidos a que los beneficios
de la integración puedan verse definitivamente reflejados en la vida cotidiana
de los ciudadanos.
En este sentido también quiero destacar la
trascendencia y el enorme paso que representa para el MERCOSUR el
establecimiento de su Parlamento, el cual fue aprobado en la última cumbre
presidencial.
Como expresábamos en público y en privado,
nosotros entendemos la integración regional como un trabajo arduo, constante y
complejo de los reracionamientos entre los estados y los propios sectores
privados. La tarea actual de los gobiernos es crear las condiciones para un MERCOSUR
que favorezca un desarrollo industrial con alto valor agregado para toda la
región, con complementación intraindustrial, con equilibrios sectoriales, con
fuerte generación de empleo y con estados que orienten la integración de los
sectores productivos.
Nuestro desafío, el de los países que
constituimos el MERCOSUR, es competir en materia comercial y de inversiones con
el resto del mundo, potenciando nuestros recursos y ganando competitividad y
escala, con una estrategia industrial conjunta. En este camino, como
conversábamos con vuestro Presidente, tenemos que seguir trabajando en aspectos
muy concretos de nuestra integración regional.
Debemos esforzarnos por contar con
instrumentos que nos garanticen el desarrollo de los sectores de las pequeñas y
medianas empresas de nuestros países.
Tenemos que lograr avances para
institucionalizar mecanismos que impidan que frente a desequilibrios
comerciales transitorios se dañe a un sector productivo.
Tenemos que ayudar a potenciar en forma
prioritaria los acuerdos comerciales entre los propios sectores privados entre
sí.
Es importante consolidar una industria
automotriz moderna, integrada y competitiva a nivel mundial.
Tenemos que insistir en coordinar políticas
que favorezcan a una radicación equilibrada de las inversiones en los distintos
países miembros.
Estamos frente a una etapa del MERCOSUR que
implica el esfuerzo de diseñar políticas de complementación y dejar atrás una
lógica de fuerte competencia y desplazamiento de comercio e inversiones entre
los países socios. Tenemos todas las posibilidades de hacerlo exitosamente, ya
que el objetivo es consistente con el mayor crecimiento de todos los países del
MERCOSUR y con el desarrollo de todas sus ramas productivas. Todos ganaremos en
una visión de mayor integración, de profundización de la relación económica
entre nuestros sectores empresarios y estados que trabajen en conjunto
políticas para tener estrategias sectoriales de política industrial.
El MERCOSUR debe transformarse en política
fundamental para la creación de empleo y para resolver exitosamente los enormes
desafíos que nos presenta un mundo que prioriza producir y exportar bienes con
alto valor agregado y proveerse de materias primas. La estrategia debe ser
complementarnos en el MERCOSUR para negociar y competir más fortaleza frente al
resto del mundo, produciendo bienes con contenido tecnológico y salarios crecientes
que evidencien el desarrollo de la región.
Se trata en definitiva de entender, como
entendemos, que el MERCOSUR es nuestro bloque de pertenencia regional, y para
serlo los beneficios no pueden ni deben tener una sola dirección.
MERCOSUR debe ser también un bloque de
asistencia recíproca para el desarrollo equilibrado y para obtener el mejor
desempeño de nuestros sectores productivos, sin ignorar las asimetrías
existentes ni perjudicar a los sectores internos de nuestros países.
Beneficios simétricos, mecanismos flexibles,
graduales y progresivos deben instrumentarse prácticamente; crear empleo y
generar equidad y bienestar para los pueblos de todos los países que integramos
el MERCOSUR.
Una integración moderna exige
especialización hacia el interior de los sectores en los que exista mejor
posibilidad de complementarse, de modo que cada uno de nuestros países
desarrolle plenamente las diferentes ramas de su industria y de su sector
agropecuario, especializándose en algunos productos dentro de cada uno de
ellos.
El MERCOSUR debe dotarse hacia su interior
de lo que reclama hacia fuera, la atención de las asimetrías que se refieren a
las dificultades que la integración crea a las economías de menor escala.
Es necesario que nos aboquemos en un
ejercicio conjunto para atender los reclamos manteniendo una actitud solidaria,
contemplando las situaciones particulares, en camino a un tratamiento más
profundo de las asimetrías, de las políticas de localización de inversiones a
nivel regional y el logro de un acceso irrestricto al mercado ampliado,
perfeccionando la unión aduanera.
La atención de esos reclamos, la suma de
nuevos miembros, como la República Bolivariana de Venezuela, y la construcción de una adecuada infraestructura común al MERCOSUR, la integración
energética y la necesaria convergencia macroeconómica de nuestros países
signarán la marcha de la exitosa profundización de nuestra alianza estratégica
en los próximos años.
Argentina y Brasil son socios en el MERCOSUR,
en
Señores legisladores: agradezco
profundamente vuestra invitación y la posibilidad de compartir con ustedes
estos momentos en el día de hoy. Los hombres y las mujeres que representan a
nuestros pueblos en el marco de la institucionalidad de ambos, debemos tener
absolutamente en claro que estamos en etapas de serias definiciones, que no
tenemos el derecho a construir nuevos fracasos, que debemos tener la fuerza, la
decisión y el coraje de construir una fuerte alianza regional, que tenemos la
obligación de consolidar el MERCOSUR, que debemos consolidar la unión de los
países de América del Sur, pero que también tenemos que levantar una voz, un
proyecto y un sentido de identidad que nos dé la potencialidad necesaria para
discutir con los otros bloques del mundo. Se terminó la idea de una América del
Sur Cenicienta del mundo, no queremos ser más el patio trasero y queremos ser
parte activa de la construcción de los nuevos tiempos que nos esperan.
Por eso, abrazados fuertemente a los hermanos
del MERCOSUR y de América del Sur, entendiendo el rol que tenemos, entendiendo
que tenemos en nuestras naciones hermanos y hermanas que sufren, que venimos de
historias muy difíciles y muy duras, que estamos tratando de volver a construir
la equidad, la inclusión social, la justicia, la igualdad de posibilidades, la
construcción de economías que devuelvan a los ciudadanos las posibilidades de
ser, de prepararse y de potenciarse fuertemente para dar todas sus calidades a
la construcción de estos espacios, nosotros, como la generación de estos
tiempos, tenemos que estar al frente, como corresponde, a la vanguardia de las
luchas y dando la idea al mundo entero de que América del Sur quiere ser parte
del mundo, no quiere ser más la parte trasera y que definitivamente deseamos
que nuestras dirigencias, nosotros mismos, a los que nos toca ser presidentes y
legisladores, alcancemos a estar a la altura de la historia, para que esa
historia empiece a ser la historia que nuestros hermanos y hermanas, nuestros ciudadanos
y nuestras ciudadanas merecen.
Muchas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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