DISCURSO DURANTE LA VISITA A LA JEFATURA DE GOBIERNO
DEL DISTRITO FEDERAL DE MÉXICO, EN EL ANTIGUO PALACIO DEL AYUNTAMIENTO
Néstor Kirchner
[31 de Julio de
2007]
Señor Jefe de Gobierno del Distrito Federal;
señor Presidente del Tribunal Superior; señor Presidente de la Asamblea Legislativa
del Distrito Federal; autoridades nacionales y del Gobierno del Distrito
Federal; distinguida comitiva, que me acompaña; señoras y señores: señor Jefe
de Gobierno del Distrito Federal, estimados amigos, agradezco profundamente
este gesto formal y ceremonioso que trasmite la generosidad y cordialidad de
quienes lo otorgan, pero para mí, quien lo recibe, hoy de visita en esta
imponente Ciudad de México, como Presidente Argentino, tiene además un enorme
contenido.
Sin dejar de lado la dimensión institucional, encontrarme en esta metrópoli, entrañable para tantos argentinos y recibir las “Llaves dela
Ciudad ” tiene un contenido superador ya que simboliza la
relación fraternal que une a nuestros pueblos.
Sin dejar de lado la dimensión institucional, encontrarme en esta metrópoli, entrañable para tantos argentinos y recibir las “Llaves de
Conocemos mucho en la Argentina sobre esta
Ciudad de México, sabemos de la riqueza y extraordinaria belleza natural de
esta tierra, que sigue hoy como ayer seduciendo desde el primer momento a
quienes la visitan.
Sabemos que, así como fue especialmente
elegida por su valor estratégico y defensivo, los aztecas supieron construir,
utilizando canales y puentes, la ciudad más poblada de su tiempo. Esta Ciudad
de México fue precursora en América latina por su diseño edilicio y su
organización política.
La creación del Distrito Federal, el 18 de
noviembre de 1824, determinó que estas tierras, donde la actividad volcánica y
los grandes lagos forjaron una geografía única fueran la sede de los poderes
supremos de la Federación
y se ejerciera en su distrito las atribuciones de un Poder Legislativo de
Estado.
Usted, señor Jefe de Gobierno, tendrá
seguramente una gran responsabilidad, pero también una gran satisfacción cuando
cada mañana pone manos a la obra para mantener y preservar la belleza que la
historia y la naturaleza le han encomendado.
Permítanme contarles que yo nací en Río
Gallegos, una pequeña ciudad, fundada en 1885, con el claro propósito de
reafirmar la soberanía argentina en el territorio patagónico, una ciudad casi
en el confín del mundo; nosotros le llamábamos la periferia de la Patria.
Usted nació en México, una ciudad de más de
680 años, y un bagaje histórico incomparable, cercano al límite del Norte, de
nuestra América latina. Podríamos decir que estamos lejos, que estamos quizás
en las antípodas, sin embargo nos une la misma columna vertebral: esos Andes
majestuosos y esa vocación democrática y pluralista que hoy corre por todo
nuestro continente, basada en el profundo respeto por los derechos del hombre y
del ciudadano.
Mi estimado amigo: soy un ferviente
convencido de la integración latinoamericana y las vivencias de estos días, en
esta magnífica y hospitalaria metrópoli, abonan aún más mi convicción. Tantos y
tan variados son nuestros puntos de convergencias que resultaría absurdo no
imaginarnos caminando en el mismo sentido ni teniendo el mismo rumbo.
Sepa usted que todo lo que conocemos de esta
ciudad, en nuestro país, lo hemos sabido no sólo a través de los libros, sino
muy especialmente a través de los relatos de tantos compatriotas, que hicieron
de esta ciudad su lugar en el mundo, hombres y mujeres argentinos que debieron
dejar sus hogares y sus familias fueron recibidos por ustedes con los brazos abiertos
y se sintieron inmediatamente en sus casas.
Señor Jefe de Gobierno: tamaña generosidad
no se puede retribuir nunca, tamaño gesto no tiene contraparte. Todo ello, hace
que hoy y en este momento yo me sienta embargado de una profunda emoción. Sé
que compartimos los conceptos de una ciudad integrada, de una sociedad
integrada, de una nación integrada; sé que compartimos la visión pluralista, la
construcción en la diversidad; sé que compartimos la lucha por la inclusión,
que compartimos la lucha por la justicia, por el respeto a los derechos
humanos, por la construcción de la memoria, por la construcción de políticas
que le den definitivamente a nuestras sociedades las esperanzas de un futuro
mejor.
Creo que es fundamental que vayamos anidando
y construyendo en toda América latina una unidad en esa diversidad, pero
siempre con esa capacidad transgresora de entender que no podemos estar
conformes con lo que hemos logrado hasta hoy, que no podemos estar satisfechos
de las demandas que aún tienen nuestras sociedades, de las resoluciones aún
pendientes, de los temas que tenemos que resolver y lo tenemos que hacer desde
la dignidad. Por eso abogo fuertemente por la construcción de una América
latina unida, abogo fuertemente porque no tengamos miedos a implementar
políticas de cambios.
Cuando me tocó Gobernar la Argentina , el 25 de mayo
de 2003, en un momento muy duro, tanto desde el punto de vista institucional,
social y económico, si hubiéramos seguido las políticas, que supuestamente eran
las correctas para algunos economistas que suelen decir que si no se hacen las
cosas que ellos dicen es muy difícil construir sociedades estables e
integradas, no tengan ninguna duda que si la Argentina hubiera
seguido las recetas de los organismos internacionales –seguidas hasta ese
momento – si la Argentina
no hubiera renegociado su deuda, como la renegoció, ahorrando 70 mil millones
de dólares de esa deuda, como lo hizo con los acreedores privados y si la Argentina no le hubiera
pagado al Fondo Monetario Internacional su deuda y no hubiera salido del
patronato y de la conducción de esos organismos, no tengan ninguna duda, de que
seguiríamos todavía con el 60 por ciento de pobreza, con el 30 por ciento de
desocupación y con el 28 por ciento de indigencia.
Hoy, tenemos números que duelen todavía,
todavía tenemos un 26.9 de pobreza, tenemos un 8 por ciento de indigencia y un
8.7 de desocupación. Tenemos, indudablemente, una disminución muy fuerte de la
deuda - pero sabe, querido amigo, Jefe de Gobierno – hemos recuperado nuestra
capacidad de pensar y de decidir nosotros mismos sobre las políticas a
implementar en la
Argentina.
Por eso, en este querido distrito, de esta
ciudad histórica, que usted tiene el honor de gobernar, le quiero volver a
reiterar el agradecimiento por el comportamiento, que tuvo el pueblo mexicano
con los argentinos ante la terrible dictadura que nos tocó vivir. Sé que hay
muchísimos argentinos que quedaron integrados, definitivamente, acá. En segundo
lugar, le quiero decir, que trabajemos todos juntos por la construcción de una
América integrada, que no nos hagan y no nos dividan por cuestiones de
liderazgos cortos, que a veces no ven la dimensión histórica de lo que hay que
construir. También que trabajemos para construir fuertemente la inclusión, la
justicia y la equidad. No vale la pena gobernar a nuestros países por las
responsabilidades que tengamos si sirve para consolidar la injusticia. Creo que
cuando uno llega al lugar que llegamos nosotros, llegamos con la
responsabilidad de cambiar, de dar equidad, de construir nuevos tiempos y ese
desafío no hay que dejarlo de lado. Hay que afrontarlo con todas las fuerzas y
con toda la voluntad y la decisión, sabiendo que eso trae la descalificación de
aquellos que constituyen la consolidación de los pequeños grupos de poder, que
creen que pueden seguir administrando el mundo y nuestra región a su antojo.
Sigamos con esa convicción multilateral,
entendamos la multilateralidad, un elemento central en la construcción que este
mundo necesita. Y también lo que dije hoy en la Asamblea Nacional ,
el compromiso del pueblo argentino permanentemente con el pueblo mexicano
acompañándonos en todas las decisiones que hagan a la construcción de la
justicia de nuestros pueblos.
Pero hay algo que nos vamos a callar y lo
diremos y acompañaremos a ustedes. No acostumbramos a callar nada, podemos
acertar o equivocarnos, pero en el tema fundamental que realmente creo que
queremos dejar sentado con toda claridad nuestro pensamiento, nos cuesta creer
que la verdad todavía algunos crean que en vez de tender puentes, construyan
muros que dividan a los pueblos y que dividan y generen un marco de aislamiento
o la imposibilidad de poder tener el hecho de ir de un lado a otro con esa
libertad democrática, pluralista, de una nación a otra, abierta, sin ese
marginamiento o esa discriminación. El pueblo argentino, este Gobierno, la
nación argentina repudia, realmente, la construcción de ese muro y acompaña al
lado al pueblo mexicano en la lucha por la desaparición del mismo.
A veces uno escucha voces de hijos propios,
nacidos en sus propias naciones, diciendo que tuvieron funciones muy
importantes, diciendo que está bien lo del muro. Yo les puedo asegurar que
nosotros, sin querer interferir jamás en la vida de otra nación, como hombres y
mujeres del mundo, que creemos en las libertades, en la diversidad, en la
pluralidad, venimos a dejar sentada nuestra claridad y nuestra posición con
absoluta certeza.
Por último, les quiero agradecer
profundamente a su Gobierno, a su gente, al pueblo de la Ciudad de México, a esta
hermosa capital como nos han recibido y atendido, el cariño que nos han
dispensado. Nos vamos realmente gratificados y profundamente enamorados de esta
Ciudad de México y de nuestros hermanos que habitan esta ciudad mexicana,
nuestros hermanos y hermanas mexicanas, y sabemos que aquí también se vibra,
que aquí también se siente, que aquí también hay una decisión concreta de
construir esa Patria Grande que nos sintetice en la diversidad a todas las
naciones de América latina.
Muchísimas gracias por poder compartir,
muchísimas gracias por su recibimiento y gracias por el coraje de haberme
entregado la “Llave de la
Ciudad ”, hasta luego.
NESTOR KIRCHNER
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