julio 11, 2012

Discurso de Fidel Castro en la clausura de la reunión de coordinadores de cooperativas cañeras (1960)

DISCURSO EN LA CLAUSURA DE LA REUNION DE COORDINADORES DE COOPERATIVAS CAÑERAS, EN EL TEATRO DE LA CTC REVOLUCIONARIA
Fidel Castro
[10 de Agosto de 1960]

― Versión taquigráfica de las oficinas del Primer Ministro ―

Compañeros coordinadores de las cooperativas cañeras:
Esta reunión se originó en una conversación que sosteníamos el compañero Santos Ríos, administrador general de cooperativas cañeras que ha sido el alma de esta organización, y nosotros, en los días en que nos encontrábamos todavía en cama en un obligado reposo por motivos de salud.
En aquellos días no cesábamos de preguntarnos cómo estarían las cooperativas cañeras, dada la importancia tan extraordinaria que esta organización tiene para la economía nacional y, además, por el interés que tiene el Gobierno Revolucionario en estas cooperativas, por ser precisamente las que se han organizado en el sector de la producción nacional que más hambre ha pasado, es decir que las cooperativas cañeras han organizado a la parte más sufrida, más explotada y más pobre de nuestros obreros agrícolas.
Y en esa conversación que sosteníamos con el compañero Santos Ríos para que él satisficiera nuestro interés en saber cómo marchaba el programa de organización de las cooperativas, surgió la idea de convocar esta reunión.  Habíamos calculado para el 10 de agosto, pensando que para esos días ya nos encontraríamos lo suficientemente restablecidos, como en efecto ha ocurrido.
De todas formas, era nuestro propósito no faltar por ningún concepto a esta reunión, sobre todo debido a los planes que tenemos con las cooperativas cañeras.  No sabíamos, por supuesto, que esta reunión iba a ser con radio, con televisión y con todas las demás formas de publicidad, y que complican el trabajo nuestro aquí.  Porque habíamos supuesto reunirnos con ustedes para hablar de todos los problemas relacionados con las cooperativas cañeras y de todos los planes que teníamos al efecto.  Sin embargo, al convertirse esta reunión en un acto escuchado por el pueblo y que está saliendo a la calle y entrando en gran número de hogares, pues, como ustedes comprenderán, todo el mundo no es agricultor, todo el mundo no está familiarizado con todos estos problemas de la caña y tampoco están familiarizados con todos los problemas de organización de las cooperativas; y ustedes sí están familiarizados con estos temas.  Entonces hay dos públicos: un público que puede no saber a ciencia cierta de qué estamos tratando, y un público —que son ustedes— que saben de la A hasta la Z en materia de cooperativas cañeras y de producción de caña.  Por eso se vuelve más complejo el tema, por cuanto por un mínimo de cortesía con los que están escuchando en la calle, pues hay que hablar de manera que ellos también entiendan más o menos de qué estamos hablando aquí.
Aquí estamos hablando de algo que en realidad interesa a todos los cubanos. El mero hecho de que se hayan podido reunir en esta noche aquí, los representantes elegidos por los mismos cooperativistas de las 600 cooperativas cañeras que hay ya en toda la república, da una idea de lo que ha avanzado la reforma agraria, y da una idea de la extraordinaria capacidad de producción que va adquiriendo nuestro país.
(UNA SEÑORA DEL PUBLICO DICE ALGO Y EL PUBLICO LA REPUDIA CON EXCLAMACIONES.)
Yo en realidad no he oído bien lo que dijo la señora, ni de qué se trata. Oí una partecita que decía que le estaban haciendo igual que en la época del gobierno de Batista. La señora puede tener la seguridad... (CONTINUAN LAS EXCLAMACIONES DE REPUDIO A LA SEÑORA). La señora puede tener la seguridad de que no (EL PUBLICO ENARDECIDO TRATA DE SACAR POR LA FUERZA A LA SEÑORA). Bueno, tenga calma todo el mundo, dejen a la señora en paz, invítenla a que se retire buenamente. Porque, indiscutiblemente, aquí en una tribuna no se vienen a plantear problemas personales de ninguna clase; y cuando una persona viene a un acto o a una tribuna a plantear un problema personal, es por dos razones: o porque quiere sabotear el acto, o porque no está muy bien de su salud, señores. Y en cualquiera de las circunstancias, por tratarse de una señora, que la traten con la mayor consideración y la persuadan de que se retire.
Bueno, miren, como ya la señora se marchó, y como nadie sabe quién es, como no voy a perjudicar absolutamente a nadie con explicar esto, porque nadie la ha identificado, debo decir que lo que me han informado es que la señora está mal de salud mental, no es ningún caso peligroso ni nada de eso.  Así que para que ustedes lo entiendan bien y que estas cosas...  
Señores, lo malo es que nos vayamos a quedar locos todos también dentro del salón. Vamos a ver si nos calmamos.
No es la primera vez que pasan estas cosas en algunos actos, y es lógico. Ustedes saben que hay un refrán que dice que “no son todos los que están, ni están todos los que son”, y hay que contar con esas cosas.  Por lo menos hay una cosa buena, y es que el Gobierno Revolucionario ha trabajado mucho en el hospital de Mazorra y ya cualquiera se puede recluir allí perfectamente bien; ya no es como antes, que allí se moría la gente sin medicinas y aquel era un lugar infernal; ya allí se está un poco más cómodamente.
Además, esas personas pues no tienen culpa de lo que hacen, así que no hay que mirarlas con animadversión ni con mala voluntad. ¡Tengan la seguridad que nadie se atreve a venir a provocar aquí al pueblo! Nadie que esté cuerdo se atreve a venir a provocar al pueblo aquí; eso es una cosa de elemental lógica, así que eso lo explica todo. (DEL PUBLICO EXCLAMAN: “Bueno, pero hay que estar claro, compañero, ¡hay que estar claro!”)
Bueno, pero la falta de claridad esa es una falta de claridad distinta, es una falta de claridad funcional, ¡funcional!; no es una falta de claridad revolucionaria.  Y además, cualquiera se volvía loco aquí con lo que había en este país, con el hambre que pasaba aquí la gente, y la miseria y la enfermedad; y ustedes verán que hasta el número de personas que se perturben la mente va a disminuir considerablemente con la Revolución.
Bueno, estábamos diciendo que este es un hecho real, la presencia de los 600 representantes de un número igual de cooperativas cañeras en todo el país.
Están estas cooperativas —hablo para el pueblo en general— integradas con las tierras que constituían las cañas de administración. Es decir que los centrales azucareros en su mayor parte, y sobre todo los centrales azucareros norteamericanos, no solamente eran propietarios de la fábrica, sino que poseían además enormes extensiones de tierra dedicadas al cultivo de caña, con lo cual ellos no solamente eran dueños de las fábricas, sino también de la caña, aumentando así sus ganancias.
El estilo, por lo general, de esas grandes compañías, consistía en producir la caña extensivamente; es decir, a ellos no les preocupaba la intensificación de los cultivos, no les preocupaba producir otra cosa que caña, y producirla al más bajo costo posible.  Por eso uno de los países donde el rendimiento por unidad de tierra es más bajo, era Cuba.  Porque poseyendo enormes extensiones de tierra, zonas de reservas, a las que acudían en los tiempos en que con motivo de las guerras aumentaba considerablemente el mercado azucarero; preocupados por producir con el menor esfuerzo, y el menor trabajo, y el menor costo; y preocupados, como decían anteriormente, de producir únicamente caña, dieron lugar a uno de los males más graves de nuestra economía: el monocultivo.
Y en esas enormes extensiones de tierra, que otros tiempos fueron hermosos bosques, tierras vírgenes y extraordinariamente fértiles, la caña, como un inmenso mar, vino a sustituir todo tipo de cultivo, todo tipo de vegetación, y hasta el mismo paisaje de nuestros campos cambió y en esos enormes territorios no se veía más que caña. Cuando la caña retoñaba, en los grandes predios de los grandes latifundios no se veía un árbol; ni un árbol maderable, ni un árbol frutal, ni un pequeño bosque que diera sombra, nada que alterara aquella monotonía del paisaje: caña, que significaba para los obreros agrícolas unos meses de trabajo y largos meses de hambre. Aquella caña semejaba un mar, y hasta sus hojas se movían, como las olas del mar, por la brisa; esa era la impresión que daban nuestros campos.
Pero, en medio de aquella tristeza, de aquella monotonía que invadió nuestros campos, en medio de aquel paisaje había algo todavía más triste: la realidad de que aquellas cañas pertenecían a los grandes señores de la tierra, a las grandes compañías extranjeras que imponían en ellas su autoridad y su ley.
Aquellas cañas, que significaban jugosos dividendos repartidos entre los poseedores de las acciones de aquellas compañías en Estados Unidos; aquellas cañas, que significaban jugosos sueldos para los funcionarios extranjeros que administraban aquellas riquezas; aquellas cañas, que significaban fortunas para unos pocos, significaban para el hombre de campo bohío de tierra, techo de guano, guardarraya, camino real, despotismo, parejas de Guardia Rural, plan de machete, robo, explotación, miseria, desesperanza, desesperación.
Cuando se cortaban los últimos trozos de caña, cuando quizás se iban de descanso los funcionarios de las compañías, o se iban de vacaciones los propietarios de las compañías o de los latifundios, comenzaba para el hombre de campo el desempleo, los fogones se apagaban y, en medio de su propia tierra, el cubano —el cubano que era quien sembraba aquella caña, cultivaba aquella caña, limpiaba aquella caña, cuidaba aquella caña y cortaba aquella caña—, se quedaba con los tristes salarios que había devengado durante la cosecha, los trabajos esporádicos del tiempo muerto, y nada más:  ni un pedazo de tierra para sembrar; ni siquiera, en muchos casos, el elemental respeto que todo hombre necesita para sentirse bien.
Porque en esas enormes extensiones de caña el hombre había quedado reducido a la condición de un ser inferiorizado, humillado, desposeído de todo y víctima, además, de toda otra serie de males: mercancías a precios caros, falta de caminos, falta de escuelas y, en fin, esa era la vida de los hombres que producían aquella caña, cuyo producto iba a parar quién sabe a dónde; es decir, se iba a gastar, posiblemente a muchas millas de su patria, por personas que posiblemente nunca vieron un campo de caña, que no tenían idea de lo que era un campo de caña; y que, además, habían adquirido aquellas tierras, en muchos casos, a precios tan irrisorios que parecía increíble, al precio de algunos pesos por caballería y, en algunos casos, hasta de algunos centavos, y en algunos casos al precio de robarse aquellas tierras al Estado, o robárselas a los campesinos, o de robárselas a alguien.
La United Fruit Company, por ejemplo, tengo entendido que compró aquellas tierras a10 pesos por caballería (El presidente del INRA, capitán Núñez Jiménez, le aclara que a 10 centavos la caballería).  Me dice Núñez Jiménez que estoy equivocado, que la habían pagado más barato todavía (Saca la cuenta dirigiéndose al capitán Núñez Jiménez), ¡que habían pagado a diez centavos la caballería de tierra!
Esas eran las cañas por administración; eran, además, las tierras más fértiles del país.  Porque los productores, los propietarios de aquellos centrales, no eran bobos ni mucho menos, y ellos se habían ido apoderando de las tierras más fértiles de Cuba. Es decir que las tierras dedicadas al cultivo de la caña eran las tierras más productivas.  Sembraban caña, y nada más que caña; de vez en cuando algún pasto, cuando venía una reducción en la demanda de azúcar.  Esas son las tierras que la Revolución ha puesto en manos de los obreros que las cultivaban.
El año pasado, cuando comenzó la reforma agraria a aplicarse y no tenía el Instituto de Reforma Agraria organización suficiente todavía, se comenzó a aplicar la reforma agraria a las tierras que estaban sin cultivar, o a los grandes latifundios ganaderos. Se explicó que tan pronto transcurriera la zafra —la ley se había hecho en el mes de mayo del año 1959—, se explicó que esas serían las últimas cañas que cortarían los latifundistas, y que a medida que se fueran cortando las cañas se irían ocupando aquellas tierras y organizando las cooperativas cañeras. La Revolución en esto, como en todas las demás promesas que le había hecho al pueblo, cumplió su palabra y, efectivamente, se fueron ocupando las tierras a medida que iba pasando la zafra.
Siendo la industria azucarera la principal industria del país y teniendo una importancia vital para nuestra economía, nosotros no queríamos hacer una aplicación precipitada y desorganizada de la Ley de Reforma Agraria a la producción cañera. Nos hicimos el propósito de garantizar, desde el primer momento, una organización lo suficientemente eficiente para que la producción azucarera no se paralizara, para que la producción cañera no disminuyera.  Una de las cosas, o uno de los argumentos que más solían usar los enemigos de la Revolución, y uno de los argumentos que se empezaron a esgrimir contra nuestra cuota azucarera, era que con motivo de la aplicación de la reforma agraria se iba a producir, pues, una verdadera crisis en la producción cañera. Los señores dueños de aquellas compañías y de aquellas tierras, se creían que solo ellos sabían producir, que solo ellos sabían cultivar, que el mundo no podía existir sin su mandato, sin su gobierno, sin su administración, sin su dirección de los cultivos; y pretendían hacer creer que la aplicación de la reforma agraria a las plantaciones cañeras, traería como consecuencia el caos, la anarquía y, por tanto, la ruina de las plantaciones cañeras; por cuanto el mundo no podía vivir sin su talento, la sociedad no podía marchar sin sus privilegiados cerebros, las cañas no podían crecer sin su presencia, sin su control; ya que en la mentalidad de estos señores, con su concepto de seres que se creen superiores, que desprecian al pueblo, que desprecian al trabajador, creían que la producción, las plantaciones cañeras, en manos de los trabajadores agrícolas, irían a la ruina, y que los obreros eran incapaces de mantener en producción esas plantaciones cañeras.
Tengan la seguridad de que eso lo creían; estoy por decir que hasta lo creían sinceramente.  Porque forma parte de la idiosincrasia de esos señores, forma parte de la imagen que se han hecho del mundo, forma parte de la concepción que se han hecho del mundo; porque para justificar su posición parasitaria, para justificar su papel de explotadores, tienen que agarrarse a la idea de que son indispensables, de que sin ellos el mundo se hunde, de que sin ellos la producción es el caos y es la ruina. Claro que habrán tenido tiempo ya de ir recapacitando, habrán tenido tiempo de ir comprobando que la realidad estaba muy lejos de sus ideas.
También se aferraban al hecho de que la reforma agraria, en algunos países señalaban antecedentes históricos y la circunstancia de que en algunos países la aplicación de la reforma agraria había tenido como consecuencia, efectivamente, un descenso en la producción en los primeros años. ¿Por qué? Pues sencillamente porque los campesinos, en su sed de tierra, se habían apoderado de la tierra en otros países, se habían apoderado de las plantaciones; cada cual había tendido su cerquita, cada cual había empezado a producir a su manera: unos tomaron un pedazo de tierra más fértil, otros tomaron un pedazo menos fértil; unos tomaron un pedacito mayor, otros tomaron un pedacito menor, y cada cual comenzó a producir a su manera. Era lógico que en esas condiciones se produjera un descenso en la producción agrícola. Además, pues fueron años de experiencia y los países se vieron con una gran tarea por delante en su propósito de incrementar la producción, de lograr otra vez refundir aquellos fragmentos de las grandes plantaciones, para constituir las grandes empresas de producción; pero no grandes empresas de producción extranjeras, no grandes empresas de producción particular, sino grandes empresas de producción en cooperativa, grandes empresas de producción del pueblo, donde el productor no era explotado por una compañía o por un propietario, sino donde el productor producía para él en cooperación con los demás .
En nuestro país habría pasado también lo mismo. Los enemigos de esta Revolución, los grandes latifundistas, las compañías extranjeras propietarias de nuestras tierras más fértiles, se regocijaban pensando que un grupo de hombres sin experiencia, jóvenes, dirigiendo el país; un pueblo que surgía de la explotación más cruel, un pueblo al que suponía que no tenía madurez, al que suponían que no tenía experiencia, al que suponían que no tenía capacidad para gobernarse y para lanzarse hacia adelante en la conquista de su libertad y de su definitiva liberación, habría de incurrir en errores tales que lo llevarían al fracaso. Se imaginaron que los campesinos se iban a lanzar sobre la tierra, se imaginaron que las grandes plantaciones de caña, las grandes plantaciones arroceras, los grandes centros de producción ganadera, iban a desaparecer; y decían que la reforma agraria iba a arruinar al país.  Cuando pensaban desde ese punto de vista, tenían razón.
Es decir que si la Revolución no hubiese tenido el prestigio y la autoridad que tenía en la gran masa del pueblo, y los campesinos se hubiesen lanzado sobre las tierras, y cada cual hubiese cercado su pedazo de tierra, es indiscutible que donde había grandes plantaciones arroceras se habrían creado miles de pequeñas plantaciones de plátano, yuca, boniato, malanga, maíz; en fin, lo que es en muchas ocasiones la tierra cuando no se cultiva con equipo, cuando no se cultiva con regadíos, cuando no se abona, cuando no tiene una dirección técnica correcta, cuando no se tiene un plan de producción.  Y en fin, pensaban con razón, que si el pueblo se hubiese lanzado sobre las tierras, los rebaños de ganado habrían desaparecido.
Ya nosotros teníamos una experiencia durante la guerra, porque hicimos algunos repartos de ganado; y la primera vez que repartimos un gran rebaño, que era propiedad de un oficial de la tiranía que tenía su finca cerca de la Sierra Maestra y que no la pudo defender lo suficientemente como para que nosotros no nos apoderásemos de su rebaño de ganado, lo repartimos a los campesinos a razón de una vaca por familia. Al cabo de algunos meses nosotros queríamos saber, cuando volvimos por aquellos sitios, qué había pasado con la vaca; y la verdad es que la mayor parte de las familias campesinas, a la vaca se le había partido una pata y tuvieron que matarla.  El porcentaje de familias en que ocurrió ese caso fue altísimo.
Nuevamente volvimos a hacer acopio de rebaños de ganado, y les volvimos a repartir a los campesinos una vaca para cada familia, bien apercibidos de que tenían la obligación de conservarla. Y, como siempre, una parte conservó ya esta vez sus vacas, pero a otra parte considerable se le volvió a partir una pata a cada una de las vacas.
Y era lógico: aquellos campesinos nunca consumían carne, aquellos campesinos no sabían lo que era un festín de vaca. Es posible que fisiológicamente su organismo les estuviera pidiendo las proteínas que contiene la carne. Quien sepa lo que son los rigores físicos, quien sepa que, por ejemplo, cuando se caminan distancias largas y se consume gran cantidad de energía, lo que el cuerpo le pide a uno es dulce, azúcar, que es una de las fuentes más importantes de calorías... Porque el organismo sabe lo que necesita, y el organismo sabe lo que pide, por eso los organismos de los campesinos pedían carne.  Los campesinos estaban faltos de alimentos, faltos de proteínas; y aun cuando el ganado significaba leche para ellos y para sus hijos, podía más en ellos aquel impulso de sacrificar el animal, con un evidente perjuicio para su familia y para sus hijos, sobre todo, que eran los llamados a alimentarse con la leche de aquel animal.  Porque otro de los alimentos indispensables, la leche, es virtualmente desconocido por una gran parte de la población campesina de Cuba: ni leche, ni carne, ni pescado; de vez en cuando algún tasajo y algún bacalao.
No hay duda de ninguna clase de que un reparto por la libre de las tierras habría sido el caos, un reparto por la libre de las tierras, habría sido la ruina de nuestra agricultura. Tengo la seguridad de que los rebaños, en aquellos momentos en que no había una conciencia revolucionaria clara, en aquellos momentos, sobre todo, en que no existía una conciencia de los problemas económicos, los rebaños de ganado habrían desaparecido; las consecuencias que para la economía del país habría tenido la desaparición de esos rebaños de ganado, habrían sido desastrosas; el abastecimiento de carne a la población, el abastecimiento de leche a la población, la producción de otros derivados del ganado que son tan indispensables para la economía del país, habría sufrido un quebranto de largos años. Las grandes producciones cañeras y las grandes producciones agrícolas en general, se habrían arruinado.  Una gran empresa productora de arroz, por ejemplo, donde ustedes saben que los terrenos tienen que anegarse, no se concibe si cada cual se hubiese distribuido media caballería, caballería y media, o dos caballerías, o un tercio de caballería de aquellas tierras; cada uno se habría instalado en medio de aquel terreno llano, y habría desaparecido toda posibilidad de riego. Y ya se sabe que el arroz sin regadío y sin abono produce una cosecha pobre, sobre todo en terrenos que ya han estado dedicados a la producción y que, por lo tanto, necesitan reforzarlos de elementos minerales y orgánicos para las cosechas.
Eso era cierto.  Si nosotros hubiésemos cometido el error de haber promovido, o de haber permitido una reforma agraria por la libre, el descenso de la producción del arroz, del azúcar, de las carnes, de la leche y de todos los artículos, habría sido catastrófico.
Sin embargo, resultó todo lo contrario: el reparto de las tierras no se hizo por la libre, la reforma agraria no se hizo por la libre. Primero se creó en el pueblo una conciencia de lo que era la reforma agraria; se les hizo conocer no solo a los campesinos, sino a todo el pueblo, por qué había que hacer una reforma agraria, qué era una reforma agraria, y qué beneficios se derivarían de la reforma agraria. Que la reforma agraria era necesaria, no solo desde un punto de vista humano porque iba a acabar con el hambre y la pobreza en nuestros campos, porque iba a dar empleo a toda nuestra población campesina, porque iba a acabar con el tiempo muerto; sino que además de humana, de una necesidad humana, la reforma agraria era una necesidad económica, para que todas nuestras tierras se pusiesen en producción, para que ese porcentaje de nuestra población que es campesina, se convirtiese en una población con recursos económicos, una población consumidora, una población productora al máximo de su capacidad, y una población consumidora al máximo de su capacidad. Y que, por tanto, le interesaba al obrero de la ciudad, le interesaba a todo el pueblo que se hiciese una reforma agraria.
Cuando la reforma agraria se convirtió en realidad en la conciencia de la nación, se convirtió también en ley, y se comenzó a aplicar.
No podemos decir que la aplicación de la reforma agraria haya sido perfecta, pero no cabe duda de ninguna índole de que la reforma agraria —y si se quiere llamar la revolución agraria, porque más que una reforma lo que ha tenido lugar es una verdadera revolución agraria en nuestro país — se ha llevado a cabo con un orden tal, que constituirá un ejemplo sin precedentes en la historia de las reformas agrarias en el mundo —o de las revoluciones agrarias—, porque desde el primer año se observó un marcado aumento en la producción agrícola nacional.  Ni nuestros enemigos más ensoberbecidos y ciegos, serían capaces de negar la realidad de que la producción agrícola se ha aumentado considerablemente en nuestro país, y que eso lo logró el Gobierno Revolucionario desde el primer momento.
¿Por qué? Porque empezó recopilando tractores, equipos agrícolas, recursos económicos; mantuvo las grandes empresas de producción, convirtiéndolas en cooperativas, y comenzó desde el primer momento a cultivar nuevas áreas, que estaban invadidas de manigua, de marabú o de aromales.  Es decir que, mientras se mantenía toda el área que había de producción nacional, se inició, de inmediato, un programa de fomento de nuevas tierras.
Ustedes, los cooperativistas cañeros, están situados en tierras que ya estaban en producción; pero los cultivos de algodón, los cultivos de arroz, los cultivos de granos, en general, se han desarrollado en tierras de nuevo fomento y, por lo tanto, son tierras que antes no estaban en producción y que hoy se han sumado a la producción nacional.
Al mantenerse las grandes empresas de producción, los grandes rebaños, las grandes plantaciones cañeras, las grandes plantaciones arroceras, se garantizó desde el primer momento la producción. Claro que habría sido una gran fiesta nacional si todos los campesinos, sedientos de carne —es decir, de proteínas— hubiesen hecho lo mismo que hicieron los primeros campesinos que recibieron el ganado; es decir que habría sido un gran festín campesino, un gran festín de dos, tres, cuatro, cinco meses; habría desaparecido la totalidad de los rebaños, y ahora tendría la Revolución uno de los problemas más serios que pudiera imaginarse:  l problema de abastecer de carne a la población. Tendríamos que gastarnos decenas de millones en divisas comprando carne a precios mucho más altos, para poder abastecer las necesidades de carne y de leche.
Como ustedes saben, el consumo de carne aumentó considerablemente. Todo el plan de obras públicas, que significaron decenas de millones de pesos que se pagaron en sus salarios; todos los aumentos, las rebajas que se hicieron en el alquiler y en otra serie de renglones de la economía, se convirtieron en mayor consumo. Y repentinamente la nación, los obreros, el pueblo, comenzó a consumir mucha más carne. Pero, sin embargo, el aumento de producción de carne no se logra en unos meses, y fue necesario resistir, es decir, soportar ese aumento en el consumo de carne, con los rebaños que existían, y la reforma agraria, al haber podido mantener abastecidos los mercados de carne, ha dado una de las pruebas más formidables de su éxito, una de las pruebas más formidables de la capacidad de nuestro pueblo, al haber podido soportar la producción ganadera un aumento de casi un ciento por ciento en el consumo de la carne.
Antes siempre había faltado la carne en algunos meses del año, y, sin embargo, esta vez no faltó ni una sola vez, a pesar de que el pueblo estaba consumiendo casi el doble de carne. Estos son problemas de los cuales muchas veces el pueblo no se entera, y no se entera porque no se producen. Todo el pueblo se enteraría si falta la carne; pero al no faltar la carne, al poder adquirirla en los centros de distribución, pues es posible que el pueblo no piense en el esfuerzo que fue necesario realizar para abastecer los mercados, y el problema tremendo que habría sido para la Revolución si no se hubiera podido abastecer el mercado.
Nosotros sabemos, por ejemplo, que una de las cosas más antipáticas que hay para el campesino es el potrero, es decir, las tierras dedicadas al pasto. Pero sin tierras dedicadas a pasto no hay producción de carne, no hay producción de cuero, no hay producción de leche; en fin, no hay producción de artículos que son esenciales, y que ya hoy no consumen solamente en la ciudad, sino que ya hoy empiezan también a consumir los campesinos, y cada día irán consumiendo más, en la misma medida en que mejoren sus ingresos.
Naturalmente que nuestra producción ganadera, nuestro sistema de producir ganado, es todavía prehistórico, es un sistema anticuado, era el sistema de los latifundistas: producir el ganado en grandes extensiones de tierra, y con un grupito de peones pues podían cuidar sus rebaños. Y de aquellas enormes extensiones de tierra obtenían trabajo unos pocos hombres, y obtenían los latifundistas grandes ganancias.
Ese no es, ni mucho menos, el único sistema, ni el mejor sistema de producir carne. Hay un sistema intensivo, y el INRA está estudiando todos los medios por intensificar la producción de carne, mediante métodos modernos que implican la explotación al máximo de la tierra, la producción máxima de carne por unidad de tierra, y con el máximo de empleo.  Produciendo carne, es posible también dar mucho empleo.
Naturalmente que todavía quedan grandes extensiones que no se han podido convertir en tierras cultivadas intensivamente, porque eso es un proceso que lleva tiempo, requiere equipos, requiere una serie de conocimientos, y requiere hombres que vayan capacitándose en esa tarea.  Por lo tanto, cuando ustedes, viajando por las carreteras y viajando por los ferrocarriles vean todavía grandes extensiones de pasto, en esas extensiones se produce hoy la carne indispensable. Y marcha hacia delante un programa de intensificación de los cultivos, y llegará el día en que hasta la última caballería sea cultivada intensivamente, extrayendo de cada unidad de tierra el máximo de producción, y dando el máximo empleo. Eso está en los planes del Gobierno Revolucionario.
Pero lo más importante de todo, el primer resultado importante y decisivo, es que los señores de la tierra, los latifundistas, los grandes privilegiados, la reacción nacional y la reacción internacional se equivocaron, ¡se equivocaron todos! Creyeron que el pueblo se lanzaría sobre las tierras, que la producción agrícola descendería, que los rebaños desaparecerían, que el hombre se enseñorearía de nuestros campos. Y que entonces ese día el pueblo iba a decir:  cuánta razón tenían los latifundistas; que entonces ese día se demostraría que ellos eran unos señores indispensables, que la explotación era una necesidad social, que el privilegio era una necesidad social y que el pueblo debía vivir explotado, porque si no el pueblo se arruinaba y se moría de hambre.
El resultado primero ha sido altamente decepcionante para los enemigos de nuestra Revolución. A estas horas deben estar convencidísimos de que el pueblo de Cuba sabía lo que estaba haciendo, de que el pueblo de Cuba tuvo confianza justificada en los dirigentes de la Revolución, y que los dirigentes de la Revolución, conscientes de que tenían por delante una tarea muy seria y una tarea muy importante, fueron aplicando, en la medida de sus recursos y en la medida de sus posibilidades, los cambios en la producción agrícola, fueron aplicando las medidas revolucionarias en la agricultura; de manera que se pudo mantener en alto la producción y que se pudo incrementar la producción, con lo cual el pueblo de Cuba ha ganado una batalla tan importante que sus resultados no se harán esperar, que sus resultados significan que el estándar de vida y el mejoramiento de las condiciones de nuestro pueblo se producirá a un ritmo tan rápido, como no se habría podido lograr si no era llevando adelante una reforma agraria ordenada, como la que se ha hecho, y llevando adelante un programa que tenía, como primer propósito, el incremento de la producción .
Y ya esa es una batalla ganada, ya ese es un trofeo que nadie lo podrá arrebatar a la Revolución Cubana, ya ese es un mérito que sitúa muy alto el prestigio de nuestra Revolución, al haber logrado desde el primer momento un aumento extraordinario en la producción, rompiendo todos los precedentes y deshaciendo las esperanzas de los enemigos de nuestra Revolución. ¡Ah, qué cómodo habría sido para ellos si nosotros hubiésemos hecho las cosas mal, si nos hubiésemos equivocado!  No habrían tenido necesidad ahora de estar inventando todas esas cosas que están inventando para destruir la Revolución Cubana; no habrían tenido necesidad de OEA, no habrían tenido necesidad de agresiones económicas; nosotros mismos nos habríamos destruido. Ellos se habrían podido sentar en la puerta de su casa a ver pasar el cadáver de la Revolución Cubana, como dice el adagio. Pero en realidad se sentaron a esperar.  ¡Y qué cosa tan extraña!, el pueblo de Cuba estaba haciendo las cosas bien hechas, el pueblo de Cuba estaba desarrollando una revolución profunda, y al mismo tiempo no estaba desorganizando la producción, no estaba anarquizando la producción, no estaba destruyendo las grandes zonas de producción sino que, por el contrario, estaba organizando mejor la producción, estaba desarrollando más la producción y estaba aumentando la producción.
Fue en ese momento, cuando los enemigos de la Revolución se convencieron de que nosotros no íbamos al fracaso sino de que nosotros íbamos al triunfo, que se inició la nueva estrategia. La primera estrategia fue dejar que nosotros hiciéramos, para ver qué hacíamos nosotros. Después, cuando vieron que nosotros no nos íbamos a suicidar, sino que nosotros estábamos marchando bien, fue cuando comenzaron las nuevas estrategias agresivas contra nuestra Revolución.
¿Por qué no nos dejan en paz? ¡Ah!, no nos dejan en paz, porque saben que si nos dejan en paz pues nosotros aceleramos más todavía la marcha de la Revolución. Ellos no nos dejan en paz porque saben que estamos teniendo éxito.
Claro, ¿nos habrían quitado la cuota azucarera si nosotros, en vez de mantener el volumen de la producción de azúcar, hubiésemos arruinado las plantaciones cañeras, y en vez de 5 millones hubiésemos podido producir nada más que 2 millones de toneladas de azúcar? ¡Ah!, entonces no nos hubieran quitado nada, nos habrían dejado a nosotros solos que nos arruináramos. Entonces no habrían aumentado nuestras divisas, no habríamos podido ahorrar para comprar maquinarias, para comprar fábricas, sino que nosotros solos nos habríamos arruinado al descender la producción azucarera. Al descender la producción arrocera, más dinero para comprar arroz; al desaparecer la producción ganadera, más dinero para comprar carne en el extranjero, y al descender la producción cañera, menos divisas para poder comprar ese arroz, esa carne y esos alimentos. Habría sido la fórmula de nuestra propia ruina, habríamos llevado al país hacia la miseria y, por tanto, pues entonces el pueblo habría pensado que la Revolución era un fracaso, habría pensado que la Revolución no estaba bien conducida.
Pero como los resultados fueron absolutamente lo contrario, es decir que se estaba teniendo un éxito alarmante para nuestros enemigos, es que iniciaron la nueva estrategia de agresión incesante contra nuestra Revolución. En definitiva eso prueba una cosa, eso prueba que nuestros enemigos reconocen que la Revolución triunfa en el campo de la producción, que la Revolución triunfa en su tarea más difícil, que era en la tarea de incrementar la producción nacional, de incrementar el empleo y de poder satisfacer, con la producción nacional, el aumento del consumo que se había producido en nuestro país como consecuencia de los aumentos de ingreso.
Así, al arrebatarnos nuestra cuota, han reconocido que estaban ilusionados, han reconocido su decepción al comprobar que Cuba podía producir todo el azúcar que quisiera; han reconocido nuestro triunfo en la producción azucarera. En primer lugar, a pesar de que la guerra había retrasado las reparaciones en los centrales y las comunicaciones habían sido destruidas, el año pasado se pudo producir todo el azúcar necesario para satisfacer la demanda y, además, un sobrante; y este año se pudo producir todo el azúcar necesario para satisfacer el mercado y, además, satisfacer los aumentos en los nuevos mercados, los aumentos de la demanda en virtud de los nuevos mercados azucareros.
¿Qué no podemos hacer ahora en materia de producción azucarera y en materia de producción cañera? Quién podría ser capaz de competir con nuestro país en materia de producción de caña y de azúcar, ahora que nosotros, el pueblo, tiene en sus manos los grandes latifundios cañeros; ahora que ustedes, los obreros agrícolas, tienen en sus manos los latifundios cañeros; esos latifundios cañeros que ustedes hicieron producir cuando sabían que estaban trabajando para los privilegiados, esos latifundios cañeros que ustedes sembraron, cultivaron y cosecharon trabajando para otros.  ¿Qué no harán ahora esos mismos obreros agrícolas, que saben que están en su tierra y que están sembrando, cultivando y cosechando para ellos? 
Al cumplirse el primer aniversario de la reforma agraria, no solamente habíamos ya rebasado la etapa más difícil, no solamente habíamos logrado el gran éxito de aumentar la producción, sino que ya estamos entrando en una etapa nueva, ya el problema de la producción es problema resuelto.  Si el primer año se logró ese aumento cuando no había una organización como la que hay hoy, pues el aumento en la producción es ya una meta asegurada por la Revolución Cubana.Ahora entramos en una etapa superior, ahora entramos en un nuevo proyecto, en un nuevo propósito, en una nueva aspiración: la aspiración de diversificar la agricultura.  Ya no se trata de que ustedes vayan a producir la caña que se necesita, ya eso es una cosa supergarantizada. Ya puede contar todo el mundo con la caña que se necesita y con el azúcar que se necesita; ya eso no es problema. Ya podemos decirle al pueblo que las 600 cooperativas cañeras no solamente tienen los 700 millones de arrobas de caña que se quedaron sin cortar el año pasado y que la tienen ahí, sino que han cultivado 1 500 millones de arrobas de caña de los retoños de la caña que se cortó la pasada zafra; ¡y algo más!, ya le podemos decir al pueblo que las cooperativas cañeras tienen para la próxima zafra no solo las cañas quedadas, sino los retoños con un 15% de aumento de la producción. Es decir, para el año que viene, cañas tenemos: toda la que se cortó este año, que con los cultivos de este año van a producir un 15% más que el año pasado; pero, además, la caña que no se cortó el año pasado. Tan próspera es la situación de la caña y tan asegurada está la producción para el año que viene, que el INRA, que tenía destinados 6 millones de pesos a fomentos de nuevos cultivos de cañas en las cooperativas cañeras, ha decidido que esos 6 millones no se gasten sembrando cañas, sino que en vez de eso se gasten diversificando los cultivos en las cooperativas cañeras.
Del resultado del informe que dio el compañero Santos Ríos acerca de la existencia actual de caña, el aumento de la producción en los retoños, más las cañas que quedaron del año pasado, hemos decidido que tenemos caña suficiente para satisfacer el próximo año todas las necesidades y que, además, no tenemos que apurarnos en sembrar este año, porque para el otro año, que es el año 1961, con las áreas que tenemos sembradas y un buen cultivo, podemos satisfacer también todas las necesidades de 1961; y si queremos producir más para el sesenta y... No, estoy contando un año menos. Es decir que las cañas que se sembraran este año serían para cosecharlas en 1962. Pero para 1962 tampoco tenemos problemas. Con las plantaciones que tenemos ahora, los abonos que se están regando y con el cultivo esmerado que tiene la caña, podemos garantizar que satisfacemos todas las necesidades del mercado en 1962.  Y para 1963, pues no tenemos que sembrar caña este año, en todo caso la sembramos el año que viene.
Caña, ¡sobra!  En cambio, ¿qué falta?  Pues falta maíz, faltan frijoles.   Y ustedes habrán notado la escasez de frijoles, hay hasta escasez mundial.  Una gran parte de la cosecha pasada fue necesario conservarla para sembrarla ahora, en la época del frijol; una gran cantidad de lo que se produjo el año pasado no se pudo vender, fue necesario guardarla para sembrarla ahora. ¡Ah!, el año que viene sí vamos a tener frijoles todo lo que se necesita.  Falta millo, faltan grasas. Es decir que mientras no tenemos problemas con la caña porque está garantizada la producción, en cambio necesitamos otros productos; luego en vez de invertir esos 6 millones de los 34 millones de crédito que se habían dispuesto para financiar los cultivos de las cañas de las cooperativas, pues se han dispuesto —como ustedes saben— una cantidad para las limpias; pero, además, se ha dispuesto de un millón para los accidentes, además se han ahorrado 2 millones que, sumados a estos 6, significa que podemos dedicar 8 millones a la diversificación de los cultivos .
Ya ustedes tienen las cañas, ya ustedes tienen la tierra donde se producen estas cañas. ¿Qué hay que hacer ahora? ¿Seguir dependiendo única y exclusivamente de la caña? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡No! ¿Seguir contemplando esos mares de cañas, ese paisaje monótono sin un árbol, sin una planta siquiera para sombra, sin un árbol frutal, sin un árbol maderable —porque ustedes saben que acabaron con nuestros  bosques—, sin una mata de malanga? ¡No! ¿Hacer nosotros igual que los latifundistas, que necesitaban caballerías y más caballerías para producir un poco de azúcar? ¡No! ¿Qué tenemos que hacer ahora? ¿Qué tienen que hacer ustedes? Pues si ustedes tienen 100 caballerías y están produciendo a razón de 40 000 arrobas por caballería, ustedes ahora lo que tienen que tratar es de producir esa misma cantidad de caña en menos cantidad de tierra, en primer lugar.
Ahora tenemos por delante una gran tarea: ustedes y el gobierno; el gobierno, de investigar por todos los medios las variedades y los métodos que conduzcan a un aumento de producción de caña por caballería. ¿Por qué vamos a estar nosotros más atrasados que otros países?  De ninguna manera. Mediante abono, mediante regadíos, mediante métodos de cultivo, mediante nuevas variedades, nosotros tenemos que aumentar la producción de caña por unidad de tierra. Nosotros no podemos hacer como las compañías extranjeras y los latifundistas. Ustedes tienen ahora un gran compromiso con la nación, y que además les interesa a ustedes. ¿Qué quiere decir que ustedes logren producir la misma cantidad de caña en menos tierra? Pues sencillamente que ustedes no van a estar dependiendo de la caña; que ustedes, con mucha menos tierra, van a percibir un ingreso igual al que hoy están recibiendo por toda la caña que tienen y que, además, van a recibir los ingresos de lo que ustedes produzcan en las tierras que se hayan ahorrado de caña.
Puede ocurrir que la caña tenga un precio bajo, pero que, en cambio, el arroz tenga un precio alto, que los frijoles tengan un precio alto, que otros artículos tengan un precio alto; luego a ustedes los hace económicamente más seguros y más fuertes no depender solamente de la caña, porque entonces van a tener las “vacas flacas” y las “vacas gordas”, años de mejor precio y años de peor precio.  A ustedes les conviene poder producir el máximo; si ustedes producen más caña en menos tierra, y producen en esas mismas tierras una mayor cantidad de otros productos, significa más ingreso, significa más trabajo y significa que la economía de ustedes es más sólida y la economía de la nación es más sólida.  Porque si en un momento dado tenemos que sufrir un descenso en los precios, a ustedes no les afecta tanto si están dependiendo de otros productos y no de la caña solamente.  Si ustedes están dependiendo solamente de la caña, entonces ustedes son muy sensibles a cualquier baja de precios; pero si ustedes además de caña tienen otros muchos productos, ustedes resisten perfectamente cualquier baja de precios en el mercado, sin que haya desempleo, o sin que haya aprietos en la cooperativa. Ustedes tienen la gran oportunidad ahora de librarse del monocultivo.
Cuba tiene que producir, desde luego, todo el azúcar que pueda vender, ¡por supuesto!, y ustedes estarán ahí siempre produciendo todo el azúcar que pueda vender el país.  Pero, claro, ustedes deben estar produciendo todo el azúcar que deba producir el país —juntamente con los pequeños colonos, juntamente con los demás productores—, el azúcar que se pueda vender, pero en la menor cantidad de tierra posible; y, junto con la caña, diversificar la agricultura.  Esa es la nueva meta que la Revolución se tiene que trazar.
Y ustedes, las cooperativas cañeras, los integrantes de las cooperativas cañeras, que constituyen la población que más padeció bajo el latifundio, que más padeció el desempleo, que más padeció la pobreza, ustedes deben convertirse en los modelos de la nación en materia de cooperativa.  Es decir que, por ser la producción cañera la más importante, y además por constituir ustedes el núcleo mayor de cooperativas, los planes nacionales tienen que partir de ustedes, los planes nacionales van a partir de las cooperativas cañeras, para diversificar la agricultura. Ustedes tienen ante la nación la responsabilidad de hacer que las cooperativas cañeras se conviertan en verdaderos modelos para toda la nación, se conviertan en la base de la producción agrícola de la nación.
Y en la misma medida en que ustedes colaboren con ese esfuerzo, el pueblo colaborará con ustedes; en la misma medida en que ustedes se esfuercen por ayudar la economía de la nación, la nación se esforzará por ayudarlos a ustedes. Nosotros queremos que esos mares de caña donde no florecía una planta que no fuese caña, donde no había ni un árbol para sombra, se conviertan en modelos de centros de producción para el país.
Es decir que ustedes tienen que empezar por hacerse el propósito de que no quede un solo camino, de que no quede un solo sitio donde puedan ustedes sembrar un árbol frutal, que no lo siembren. Es decir que dondequiera que ustedes puedan sembrar una mata de coco, una mata de mango, una mata de naranja, un árbol maderable, ustedes tienen que sembrarlo; dondequiera que no perjudique allí la siembra de caña. Todos los caminos, todos los sitios adecuados, tienen que empezar a llenarlos de árboles; tienen, además, que dedicar un área a la producción de frutales.
Es muy triste que en grandes zonas cañeras no haya una sola mata de naranja, ni una sola mata de limón, ni una sola mata de mandarina, ni una sola mata de mango, ni una sola mata de ningún frutal, y que los hijos de ustedes no sepan lo que es un limón, o lo que es un mango, o lo que es una naranja; que los hijos de ustedes nunca tengan el placer de recoger un fruto de un árbol, porque no veían más que caña, caña y más caña.
Ustedes tienen que hacer lo necesario, para que al cabo de algunos años no exista una sola cooperativa cañera que no tenga un área dedicada a la producción de frutas. Eso, en primer lugar; o, si ustedes quieren, hay todavía una cosa en primer lugar: ustedes tienen que de inmediato —y esa fue una de las primeras metas que se trazaron y que supongo que ya lo están realizando—, tienen que cultivar una estancia, para que la producción de viandas y de vegetales esté garantizada en todas las cooperativas cañeras: plátano, malanga, yuca, boniato, calabaza y, en fin, todas las viandas que se producen en el campo.  Maíz muy especialmente, frijol.
Es cosa curiosa que muchas veces en las zonas cañeras no había una malanga, no había viandas en las zonas cañeras.  Ustedes tienen que garantizar, primero, el consumo de ustedes de todos esos alimentos. ¿Por qué? Porque les interesa a ustedes; pero, además, le interesa a la Revolución.  Imagínense que nuestro país tenga que soportar un bloqueo, imagínense que traten de rendirnos por hambre.  Desde luego, la caña sabe bien y la caña alimenta, pero con caña solo no se puede vivir ; aunque nosotros sabemos por experiencia que comiendo caña se puede estar uno varias semanas, comiendo nada más que caña .
El primer día que nosotros, después de muchos días cruzando zonas de cañaverales infestadas de soldados enemigos, llegamos, ya tarde en la noche, a una pequeña estancia donde pudimos recoger algunos platanitos verdes y unas cuantas mazorcas de maíz tierno, y pudimos encender una candelita para asar aquellos plátanos y aquel maíz, esa noche nos sentimos nosotros considerablemente fortalecidos.  Con el maíz se pueden hacer tantos platos, que a cualquiera se le hace la boca agua de pensar las cosas que se hacen con el maíz tierno.  Lo mismo se puede decir del plátano, de la calabaza y, sobre todo, de la malanga, que bien merecería un monumento por todos los servicios que nos prestó. Ustedes pueden tener garantizado un ajiaco en su casa siempre.
Pero eso no sería suficiente.  Hay otra cosa que nosotros nunca consumimos: los productos de las hortalizas; ni berenjena, ni quimbombó, ni tomate, ni lechuga, ni repollo, ni habichuela, ni zanahoria, ni remolacha y, en fin, tantos y tantos productos que se sacan de las hortalizas y que contribuyen a mejorar la alimentación de la familia y a mejorar el menú de la casa.  Ustedes, por ejemplo, pueden producir el vinagre, no tienen más que hacer un poco de guarapo, ponerlo en un garrafón, taparlo con una gacita y dejarlo varias semanas, sin tocarlo, y tienen el mejor vinagre.  Permítanme decirles que yo personalmente, desde la primera vez que probé el vinagre del guarapo, no he consumido otro vinagre. El vinagre y la sal es ya la mitad de la ensalada; un poquito de aceite, y tienen ustedes un menú formidable, garantizado con lechuga, con tomate, con habichuelas, etcétera, etcétera.
¿Por qué no ha de haber una hortaliza en cada cooperativa cañera, además de la estancia? ¿Y por qué no ha de haber una zona dedicada a árboles frutales? ¡Además de los caminos!  Además de los caminos y de las cercas, todas las tienen que llenar ustedes de árboles; además de eso.  (Una persona del público lo interrumpe y le dice algo sobre los insectos que se comen las cosechas). Bueno, pues miren, fumigando con insecticidas vamos a acabar con todos los insectos esos; aunque la malanga resiste cualquier insecto, se lo advierto. Ustedes saben que la caña tiene también un gusanito, pero hay una mosca que se come ese gusano.
Además, todas esas cosas tenemos que aprenderlas y de eso es que tenemos que aprender duro, y si no, no somos agricultores si no sabemos luchar con los insectos. Miren, los americanos luchan contra las plagas. ¿Por qué nosotros no vamos a luchar contra las plagas, si hemos luchado contra el imperialismo?   Si otros pueblos luchan contra las plagas y vencen las plagas, ¿cómo nosotros, que somos un pueblo de los que tenemos menos plagas, no vamos a poder contra las plagas? Aunque a los latifundistas tenemos que agradecerles algunas cosas; por ejemplo, no sé qué latifundista fue el que para acabar con los ratones trajo los hurones, y ahora resulta que tenemos a los hurones, que son peores que los ratones. Pero ustedes mismos van a acabar con los hurones también en la caña; con fusilitos 22 y con lo que sea, van a acabar allí con todos los hurones, para que no se coman las gallinas, para que no se coman las gallinas y los pollos.  Hay que luchar contra el gavilán, y ustedes verán que se acaba el gavilán también. (UNO DEL PUBLICO DICE: “¡No!, ¡No!”)  ¿Cómo que no? 
Después de todo, hay muchas plagas que hay en otros países y que aquí no tenemos, y que es una suerte. Y algunas de las plagas que teníamos, que no eran precisamente insectos, hemos acabado con ellas.
¿Y por qué ha de estar un hombre con los brazos cruzados en la cooperativa?  ¡Ah!, ¿van a estar esperando que venga el INRA a hacérselo? ¡No! ¿O que el INRA le tenga que dar crédito para todo? ¡No! ¡No, no! Ustedes tienen que poner su parte también importante. Un hombre haciendo algo está mucho mejor que un hombre sin hacer nada.  Ustedes se ponen allí a sembrar una mata de coco aunque sea, pero no están con los brazos cruzados, no se pongan a esperar que venga para acá la cosa, un crédito del INRA.
La fórmula es estar siempre haciendo algo, que todo el trabajo produce y lo único que produce es el trabajo.  Y es el trabajo lo que les permitirá a ustedes mejorar de condiciones, es el trabajo lo que les permitirá elevar su estándar de vida.  Nosotros trataremos de ayudarlos todo lo que podamos, pero es preciso que ustedes traten de ayudarse todo lo que puedan también, y pongan, como yo sé que lo están poniendo...  Porque en la misma medida en que los campesinos se han estado dando cuenta de lo que es la cooperativa y de todo lo que tienen por delante, se está despertando una conciencia extraordinaria en todas las cooperativas y un afán de producir, que en algunos lugares asombra.
Pero, además, ustedes van a tener otro problema, cada uno de los coordinadores de cooperativas: que cuando vayan los visitantes a ver las cooperativas, el que tenga su cooperativa sin una matica sembrada, sin un árbol frutal, y cualquiera pase por allí después que pasó por una cooperativa que está bien sembrada y bien atendida, va a pasar un bochorno y una vergüenza.  Por lo tanto, cada uno de ustedes tiene que ahora tratar de que la cooperativa de ustedes sea mejor que la otra; sí señor, en eso sí tienen que tratar de ganarse a los otros, en sembrar más árboles, en que haya más orden, en que haya más producción, y en la misma medida en que el gobierno vea que ustedes están haciendo el esfuerzo, pues nosotros haremos más y más por ayudarlos a ustedes con maquinarias, con ayuda técnica, con recursos económicos y con todo lo que necesiten para seguir avanzando.
Así que quedamos en que la estancia hay que hacerla en todas las cooperativas; las hortalizas, les voy a decir luego quiénes son los que tienen que hacer las hortalizas, quiénes son; la zona de árboles frutales, la siembra de árboles frutales y forestales dondequiera que haya un lugar apropiado, por lo pronto.
Pero eso no es todo.  Hay que empezar a sembrar todo el maíz que se pueda, todo el frijol que se pueda, todo el millo que se pueda y todo lo que sea posible y sea útil sembrar en las cooperativas. Ahora existe el propósito de sembrar 500 caballerías de maíz y ya hay un crédito, pero eso no es todo.  Tenemos algunas cosas que vamos a empezar a hacer desde ahora mismo ya, y como prueba de que la Revolución los puede ayudar, pero que es imprescindible y es condición indispensable que ustedes hagan también el máximo esfuerzo. Ya están constituidas todas las cooperativas, con su consejo de dirección, su administrador, su coordinador y todo, magnífico; ya está garantizada la producción de caña, magnífico; ya se va a comenzar a diversificar, muy bien.
Pero todavía queremos algunas cosas más.  Hay una realidad, los niños, en las zonas cañeras, muchos de ellos, posiblemente, no han visto nunca una botella de leche, y no sepan qué es la leche, excepto la que conocieron cuando se alimentaban de los pechos de sus madres.  Bien. Tenemos que hacernos un propósito: que para el año que viene a esta fecha, ¡a esta fecha! —es decir, vamos a dar de plazo un año—, las 100 000 familias de las 600 cooperativas cañeras consuman leche producida en las cooperativas.  Son cientos de miles de niños que ese alimento los va a convertir en hombres más desarrollados, más fuertes, más saludables; que lo que tomen de leche se lo van a ahorrar de medicina en el futuro. Todo ese problema de niños raquíticos, niños sin dentadura, niños endebles, ¡todo eso se tiene que acabar!  Y en manos de ustedes está el lograrlo.  Nosotros los vamos a ayudar.
El plan es el siguiente: que para esta fecha haya un mínimo... Desde luego, yo sé que hay algunas cooperativas que tienen ya su vaquita por ahí, pero la mayor parte no.  El propósito es que para esta fecha tengan 200 vacas, una lechería con 200 vacas en cada una de las cooperativas cañeras como mínimo, ¡como mínimo! Algunas serán suficientes, otras necesitarán más; pero como mínimo, en cada cooperativa cañera, que la más chiquita tenga 200 vacas, y la más grande, pues vamos a ver a cuántas llegan. ¿Con qué propósito en este momento?  Primero que nada, abastecer las necesidades de ustedes. En el futuro vamos a ir más lejos, en el futuro vamos a producir leche para vender también; ahora, para empezar, para consumir ustedes.  Ese era uno de los principales motivos de esta reunión.
Queremos explicarles esto.  Primero: se necesitan por lo menos 10 caballerías sembradas de pangola. Vamos a ver cómo las conseguimos por ahí, cómo vamos logrando conquistar tierra de la que se ha devorado el latifundio cañero, es decir, de la que se está produciendo de caña, para garantizar por lo pronto 10 caballerías sembradas de pangola. Pero en este momento se están haciendo experimentos para ensilar. Y para los que no sepan lo que es ensilar, es un procedimiento para guardar el pasto, en este caso el cogollo.  Porque ustedes durante la zafra no tienen problemas, las vacas tienen el cogollo de las cañas que se están cortando; pero como sobra cogollo, estamos haciendo un experimento en el Instituto de Investigaciones Técnicas para ensilar el cogollo, mezclado con miel —esa miel que sobra en los centrales— y con otros productos, para que ustedes puedan utilizar ese cogollo que se pierde.  Ese cogollo no se puede perder.  Aquí se estaba perdiendo, después de cada cosecha se queda sobre el campo. Bueno, pues ahora ese cogollo tiene que ser para producir carne y producir leche, y lo que sobre, lo que sobre lo guardamos, lo mezclamos con miel y va durante el año.  Y con eso les alcanza las 10 caballerías; les sobra.  Porque, además, ustedes tienen que engordar después los añojos también.  Eso se llama diversificar, empezar a utilizar riquezas que se desperdician.
Vamos a empezar con estos planes; hay que garantizar las 10 caballerías. Tan pronto estén los experimentos y se sepan los resultados, se los comunicaremos a todos ustedes. Vamos a ver si ya se puede guardar para la zafra que viene algún cogollo para darles a las vacas en el tiempo muerto, sin contar las 10 caballerías de pangola, que tienen que estar ahí de garantía para que no se vayan a morir de hambre las vacas.
Al principio, las vacas que vamos a tener en las cooperativas no son vacas de mucha leche, y algún día... Ahora tenemos que irlas comprando por ahí, con tal de que den algunas botellas, y siempre se pueden conseguir.
Nosotros no podemos comprarlas y mandarlas, porque ese es un trabajo que tienen que hacerlo ustedes.  Por eso, como había 8 millones —dos ahorrados y seis que se tenían para fomento y que los vamos a ahorrar para diversificar, ya se ha dispuesto el primer millón para este mes—, por eso ya habíamos quedado en que se le iba a entregar a cada cooperativa una cantidad suficiente para adquirir 20 vacas, ahora en este mismo mes; y por eso ustedes andan con ese sobre por ahí. Posiblemente el público que haya visto por televisión no sepa qué hay en ese sobre amarillo, y esos sobres contienen el cheque por 2 000 pesos que se les entregó hoy.
Es decir que cada administrador de cooperativa cañera lleva 20 vacas en el bolsillo; cada uno de ellos va a regresar con 20 vacas a la cooperativa.  Ahora, eso sí, ustedes las compran con calma, no sea que con ese aumento de demanda de vacas les quieran subir el precio.  Ustedes van ahora y se ponen a investigar dónde las venden, quién las vende; lo mismo les puede vender el INRA, que les pueden vender los particulares, las lecherías.  Ustedes tienen 100 pesos por cada vaca. Quizás les quieran cobrar un poquito más, un poquito menos, algunas estarán cargadas, otras vendrán con el ternerito. Ustedes traten de hacer el mejor provecho posible de esos 2 000 pesos.
Pero aquí había ocurrido una cosa. Al llegar nosotros aquí ya, al informarnos que ya les habían entregado los cheques, pues estábamos considerando que habíamos cometido una omisión, y es que se nos había olvidado el toro, y que con los 2 000 pesos no alcanza, y que por eso nosotros íbamos a elevar...
Como además, alguna les puede costar un poco más de 100 pesos, 110, 120, y para que además puedan comprar el toro, les vamos a enviar 500 pesos más a cada cooperativa.
El problema es que tengan 20 vacas y que no sean de las más malas.  Ahora tenemos que conformarnos con lo que podamos comprar por ahí.
Pero yo quiero comunicarles que desde hace rato venimos tratando de fomentar un ganado productor de leche de primera clase, y lo hemos ido adquiriendo en distintas partes.  Y quiero comunicarles que en este momento ya tenemos un rebaño donde hay vacas que están produciendo 30 litros de leche diarios. Ahora no podemos venderles esas vacas a las cooperativas, porque ahora estamos formando los pies de crías y tenemos que satisfacer la demanda que hay de leche.  Y entonces, por eso estamos haciendo tipos de lecherías modelos, con ese tipo de vacas de magnífica calidad. Pero que nosotros pensamos seguir fomentando, y algún día ya ustedes podrán ir adquiriendo también vacas de este tipo; podrán ir haciendo vaquerías.  Hoy empiezan con estos, aprovechan la leche, aprovechan el añojo; pero en el futuro ustedes tendrán que aspirar a producir leche no solamente para la cooperativa, sino para vender.
Hoy son 200 vacas que produzcan dos, tres, cuatro, cinco litros, pues serán para el consumo; pero algún día ustedes pueden tener vacas que produzcan 10 y 15 litros de promedio, y entonces ustedes, además del consumo, podrán producir leche para abastecer las ciudades.  Y tenemos que llegar algún día a esa meta también; y ustedes tendrán que empezar con vacas criollas, pero tendrán que tratar de ir mejorando. Y nosotros los podemos ayudar. ¿Saben cómo? Pues miren, cualquier vaquita de esas, mediante la inseminación artificial, la hacemos producir crías de los mejores ejemplares del mundo.
Es decir, mediante ese procedimiento no quiere decir que nosotros tengamos que comprar un toro de primerísima calidad para cada una de las vaquerías de ustedes. Estamos también haciendo todos los ensayos para que en su oportunidad les mandemos los técnicos del INRA para que practiquen, y ya de las primeras crías les salen nuevas generaciones de vacas lecheras.
Es decir que mediante el cruce y mediante la aplicación de la técnica y de todos los adelantos que se han logrado, en el curso de pocos años las vaquitas lecheras de ustedes, las nietas y las bisnietas, son formidables vacas lecheras de 10 y 15 litros de leche .
Y no hay que impacientarse, cinco o seis años pasan comoquiera; ya pasaron otros, ya pasaron 50 años y bastante malos, que si hubiéramos podido empezar antes pues ya tendríamos todas esas cosas hechas.  Aparte de que ustedes pueden ir adquiriendo vacas de mejor calidad todos los años; ustedes, mediante el cruce, pueden ir obteniendo vacas del tipo que les conviene para satisfacer las necesidades de ustedes, y poder vender leche.
Porque la población tiene una demanda, la población crece, aumenta el estándar de vida, necesita más leche. ¿Quiénes la van a producir? Pues ustedes tienen que ayudar también a satisfacer la demanda que hay de leche en nuestra población.  Ustedes saben que importamos leche condensada, ustedes saben que importamos mantequilla, ustedes saben que importamos queso. ¿Por qué? Si nosotros podemos convertir el cogollo ese que se pierde en queso, leche, mantequilla, carne, todo eso.
(UNO DEL PUBLICO EXCLAMA: “¡La paja del maíz!”)
La paja del maíz.
Bien, ustedes ya tienen para este mes.  El mes que viene les vamos a hacer otro préstamo de 2 500 pesos. Así les vamos a ir haciendo el préstamo, hasta que ustedes tengan 200 vacas por cooperativa, que son ciento veinte mil vacas y pico, porque son seiscientas y pico de cooperativas.
Ya para esta fecha, el año que viene tienen que estar las lecherías y todo allí produciendo.  Bien.  Ya ese plan se está poniendo en práctica; en manos de ustedes queda el realizarlo con el mayor éxito, y después nosotros los ayudaremos a mejorar la calidad de esas vacas, o de esas vaquerías. Las vacas ya darán lo que puedan dar.  Hay que darles comida, posiblemente tengan que darles pienso; posiblemente ustedes vayan a necesitar una mezcladora de pienso en todas las cooperativas, para que mezclen el maíz que ustedes producen y el millo que ustedes producen con el concentrado que les manden de las fábricas de pienso.  Vayan pensando en todo eso.
Pero hay además otra cosa.  También desde hace muchos meses hemos venido reuniendo ejemplares de las mejores líneas del mundo de producción de cerdos.  Y ya de eso sí tenemos bastantes, ya tenemos...  (LE ENTREGAN UN PAPEL).  Dice: “Fidel, la CTC promete donar a los compañeros campesinos una vaca por cada sindicato.  Soto.”  Se va a arruinar.  Bueno, antes fue un tractor, ahora es una vaca.
En cerdos —vamos a llamarles puercos que es como les llama la gente—, en puercos sí hemos avanzado, con el trabajo, porque se multiplican mucho más rápidamente.  Ya tenemos varios miles de madres de las mejores líneas del mundo de producción de carne.  En eso sí, ahí sí vamos a empezar con líneas de las mejores.  Y ya en la zona PR-2 de Pinar del Río —y yo invité al ingeniero Rolando Fernández, que es el ingeniero que dirige aquella zona y que está a cargo de todo ese trabajo de las vacas de cría y de la... —, si no tenemos tropiezo, ya con los pies de cría que tenemos y que hemos adquirido podemos, desde la zona PR-2, abastecer a todas las cooperativas para darles el pie de cría con que iniciar la cría de cerdos.  Y ya él está esperando allí los ejemplares pequeños porque no se los vamos a poder dar grandes, se los vamos a dar pequeños, ustedes los van a criar allí.  Les vamos a dar...  ¡A dar no, aquí no se da nada!  ¡La tierra nada más!, todo lo demás cuesta. Y para seguir aumentando y seguir produciendo hay que pagarlo, si no, se acaba el pie de cría.  Se les van a facilitar, al igual que se les están facilitando para que hagan las crías de las lecherías, pero se le paga a la zona. El INRA los manda a la zona, se les carga a los créditos de las cooperativas, para irles entregando...  Esto llevará varios meses.  Quizás para diciembre, si no para enero, o para febrero, habrán terminado ya de entregarles...  Les dijeron cinco, pero cinco es muy poco para empezar, y nosotros creemos que podemos darles diez, ¡diez hembras! de líneas de las mejores del mundo que tenemos allí, y dos machos.
Entonces, para que ustedes sepan lo que tienen, de las hembras se les va a tratar de dar una de las distintas variedades: una, por ejemplo, que es Duroc Jersey, otra hembra de Land Drass —tienen unos nombres en inglés ahí, y de otros que no son ingleses.  Pero vamos a procurar que las 10 comprendan distintas variedades.  Entonces, el macho vamos a procurar que sea del Duroc Jersey y del Land Drass, para empezar. Tenemos otras variedades, pero no en número suficiente y creemos que podamos darles un macho de cada una de esas líneas, que son productoras de carne, son razas que están adaptadas para engordar en el menor tiempo posible, alcanzar el máximo peso, es decir que son de los mejores ejemplares que se han logrado a través del desarrollo de las crías.
Y en el transcurso de varios meses vamos a ir ya enviando, para que ustedes tengan el pie de cría.  Son muy fecundos esos animales; pueden obtener ustedes dos partos al año, y hasta cinco en dos años.
Hoy mismo nosotros, visitando esas granjas, encontramos una que había tenido 15 lechoncitos.  Eso no es siempre, eso no es siempre.  Ocho, nueve, diez, promedio. Quiere decir que con las 10 hembras ustedes pueden llegar a tener pronto, en un año ya, 50 hembras, como cálculo.
Con 50 hembras pueden garantizar la producción  de 500 cerdos.  El compromiso es que tengan, ¡por lo menos!, 50 hembras; pueden después llegar a tener más.
Si ustedes producen 500 cerdos por año, van a garantizar una cosa: que ustedes van a tener que autoabastecerse de manteca. La manteca la tenemos que pagar muy caro en divisas en el extranjero, y cada cooperativa tiene que comprometerse a producir la manteca que consume.
Si ustedes logran —ya teniendo 50 hembras, 50 madres— producir 400 o 500 cerdos al año y cebarlos, ustedes pueden matar casi dos todos los días, ¡casi dos!  Van a tener carne, van a poder hacer todos esos derivados que se hacen allí: chorizos y todo, longanizas y todo eso que se hace del cerdo; pueden sacarle la manteca y pueden venderles la carne a los cooperativistas ustedes mismos allí.  Es decir que va a ser una fuente de producción de carne para la cooperativa, y de grasa.  Posiblemente ustedes puedan producir más;  lo que produzcan de más, se vende a los mercados.  Ustedes pueden llegar allí a elaborar jamones, tocinos, las patas las salan, pueden ahumar, pueden hacer de todo, y eso es muy necesario para el ajiaco, porque al ajiaco hay que echarle un pedazo de rabo, y algo allí de eso.  Todo ese cerdo ahumado y carne curada los van a necesitar en la cocina de ustedes.
Es decir que el propósito de nosotros es que ustedes tengan, por lo menos, 50 madres allí produciendo.  Entonces, como ustedes reciben las líneas puras, ustedes van haciendo los cruces allí, los distintos tipos de cruce. Porque el cruce puede ser beneficioso de una línea con otra, porque crea líneas más resistentes; pero con eso, en cada cooperativa, ustedes pueden allí hacer todos los experimentos, y pueden contribuir al desarrollo de ejemplares cubanos, y sacar líneas cubanas. Porque esas las hemos tenido que importar, eso fue producto del trabajo de otras granjas extranjeras.  Pero ahora, ahora empezamos nosotros; y nosotros vamos a procurar que les lleguen a ustedes ejemplares puros, para que ustedes hagan allí todos los cruces y logren tipos nuevos.
Desde luego, esos cerdos se suelen sacrificar cuando ya tienen un peso de 200 libras, porque es cuanto más ha aumentado al menor costo.  Pero si a ustedes les da por cebar, un cerdo de esos les alcanza 900 libras y les alcanza 1 000 libras tranquilamente, si les da por cebarlo con los desperdicios allí de los alimentos.  Económicamente, en una granja, pues hay que sacrificarlos a un peso determinado, porque si no es más lo que comen que lo que engordan.  Pero si les da por cebarlos, alcanzan pesos extraordinarios.
Ustedes van a tener garantizados todos esos artículos que hoy tienen que comprarlos: grasas, tocinos, jamones, carne, todo allí, que tienen también que aprender a elaborarlos en las cooperativas.  En eso también les podemos nosotros ayudar, es decir, en facilitarles el pie de cría, con los pies de cría que ya nosotros hemos venido reuniendo en la provincia de Pinar del Río. Allí tenemos pie de cría de aves, de guanajo, de pato, de todo tenemos allí.  Y afortunadamente ya se ven los frutos de ese trabajo, porque ya gracias a ese trabajo que se ha ido haciendo allí, se les va a poder facilitar a ustedes, en unos pocos meses, el pie de cría para cada una de las cooperativas cañeras.
Entonces, ustedes tienen un problema, que posiblemente en la cooperativa no haya quien sepa no cebar el cochino con palmiche, eso lo sabe hacer casi todo el mundo, pero esas crías hay que saberlas atender.  ¿Qué necesitan?  Necesitan saber cómo se vacunan, cómo se atienden, cómo se alimentan, ¿verdad? ¿Cómo vamos a resolver ese problema? Pues muy sencillo: cada cooperativa va a mandar un hombre, un mes, a la zona PR-2. Allí el INRA le puede dar la comida y eso, así que los gastos allí pueden ir por cuenta del INRA; y el aprendizaje. Ustedes escogen una persona, bien, en cada cooperativa, que le interese aprender, que tenga facilidades; si no la escogen bien se les pueden morir después las crías, así que eso corre por cuenta de ustedes. Y entonces, como no pueden ir todos porque son 600 y no caben allí, no habría donde albergarse, vamos a hacer lo siguiente:  en el mes de septiembre, todas las cooperativas de Pinar del Río y de La Habana mandan un hombre a la zona PR-2 de Pinar del Río —Pinar del Río y La Habana en el mes de septiembre—, para que aprenda, vea todas las crías que hay allí y aprenda todo lo que debe aprender sobre pienso, sobre vacunas, sobre la cría, en el mes de septiembre. En el mes de octubre, Matanzas y Las Villas...  (LE ENTREGAN UN PAPEL).
Aquí dice: “Fidel, la Confederación de Estudiantes de Segunda Enseñanza de Cuba, promete hacer todo lo posible por donar una vaca por cada plantel”.
En el mes de octubre, las provincias de Matanzas y Las Villas, mandan, cada cooperativa, un hombre a la zona PR-2 de Pinar del Río. Deben estar el día primero allí.
Matanzas y Las Villas en el mes de octubre; Pinar del Río y La Habana en el mes de septiembre. Camagüey, en el mes de noviembre, manda un hombre, cada cooperativa, a la zona PR-2. Y en el mes de diciembre, la provincia de Oriente manda un hombre por cada cooperativa a la zona PR-2. Allí van a aprender de ganado, de ordeño; de todo van a aprender allí, pero principalmente la cría de cerdos.
Es decir que el día primero de cada mes, Habana y Pinar del Río, septiembre;  Matanzas y Las Villas, octubre; Camagüey, que tiene casi 200 cooperativas, en noviembre; y Oriente, que tiene más de 200, en diciembre.  El día primero de cada mes se presentan con una credencial de cada cooperativa.
Allí van a aprender y allí tienen que ayudar; allí van a recibir aprendizaje, pero tienen que trabajar también.  ¡Aquí todo el mundo tiene que trabajar! 
Así que lleven eso en cuenta, para que cuando vayan allí los pies de cría ya haya un hombre que sepa lo que tiene que hacer allí y de paso aprenda todo lo que va a aprender también sobre pastos; porque estamos haciendo experimentos sobre pastos.
Uno de los problemas que tenemos aquí, es el pasto.  La pangola ha resuelto muchos problemas; pero en Europa, por ejemplo, utilizan lo que llaman leguminosa, la alfalfa, que tiene muchas proteínas, pero esos son países que a pesar de que tienen varios meses cubiertos de nieve y no producen nada, los meses que pueden cultivar cultivan un pasto que produce mucha proteína. Y nosotros estamos haciendo experimentos para ver si logramos un tipo de leguminosa que prenda bien.  Y entonces si nosotros, que no tenemos invierno ni tenemos nieve, encontramos un tipo adecuado, calculen la producción que podemos tener de alimento con el pasto. Allí también pueden aprender cuestiones de silo; en un mes pueden aprender muchas cosas. Manden compañeros que sean diligentes, que tengan interés, que tengan vocación y que tengan responsabilidad. Y así vamos a convertir la zona PR-2 en una universidad para los cooperativistas; ya que no pudieron ir a la universidad, allí los enseñamos.
Después, cada cooperativa tendrá que tratar de lograr lo mejor.Llegará a haber las competencias, las ferias, quiénes presentan los mejores ejemplares.  Antes eran las ferias de los latifundistas; ahora serán las ferias de las cooperativas.
Estaba recordando un detallito: que cada uno de los hombres que manden, tienen que mandarlo con su hamaca y su frazada, porque allí no hay hotel. Y esos días van allí a aprender; pero aquello, como no es una universidad, hay que aprender trabajando, y luego se puede pasar un poco de trabajo.  Pero van a adquirir conocimientos extraordinarios; y con eso, todos los adelantos que hemos logrado ya ustedes los aprenden, y todo lo que se ha ido logrando en esa zona, ya ustedes llevan ese conocimiento a las cooperativas.
Esperamos que no se les haya olvidado nada y si a ustedes se les ha olvidado, se lo van a recordar allá los cooperativistas que están oyendo por radio, si es que ya se resolvió el problema de las pilas, que no está muy resuelto todavía, pero que ya vienen en camino las pilas de radio.  (LE ENTREGAN OTRO PAPEL).
“Fidel: los obreros de la Glamour Textil te prometemos donar una vaca.” Ya ustedes saben.
Así que hemos hablado de diversificar los cultivos, siembra de maíz, siembra de frijoles, siembra de la estancia, siembra de la hortaliza, siembra de los árboles frutales, vaquería en cada cooperativa, centro de cría de cerdos en cada cooperativa. Después veremos las demás cosas.  Vamos a ver el programa, para irlo llevando lo más perfectamente posible. Falta algo (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).  No, de las hortalizas yo me acuerdo, yo les tengo que decir cómo vamos a sembrar las hortalizas; pero tenía que hablar algo antes.  (UNO DEL PUBLICO LE DICE: “¡Las casas!”)
Los pueblos, los pueblos. No estarán completas las cooperativas hasta que no hayamos hecho un pueblo en cada cooperativa donde vivan los cooperativistas.  Ese pueblo nosotros trataremos de que tenga todas las comodidades: tenga las casas, el centro escolar, el círculo social, la tienda del pueblo y, en fin, todo lo que debe tener un pueblo, luz eléctrica, etcétera. Ya se han dado las órdenes para empezar los 10 primeros pueblos. Hay que hacer 600 pueblos, que no vayan a creer ustedes que se hacen en unos días.
¿Cómo vamos a hacer los pueblos en las cooperativas? Bueno, nosotros no hacemos nada con que empiecen a ganar más dinero y más recursos y siga viviendo todo el mundo allí, los muchachos en el piso de tierra, todo el mundo separado, sin luz eléctrica, sin escuela, sin nada allí, y viviendo en el bohío.  No hacemos nada, ¿verdad?
Bueno. Por eso, los primeros cinco años tenemos que invertir las ganancias en hacer el pueblo; es decir, la ganancia libre, quitando ahí... Además, una parte será también... Es decir, la mayor parte de esas utilidades libres hay que invertirlas en el pueblo; quiere decir que algunos tendrán el pueblo más pronto que otros, eso sí que no tiene remedio. Van a ir dedicando los recursos de los primeros cinco años, la ganancia. Se calcula ese tiempo, puede ser un poquito menos, un poquito más.  Pero el problema es resolver el problema de la vivienda en todas las cooperativas cañeras, en todas las demás cooperativas.
¿Qué dinero tenemos para empezar? Ya este año empezamos con un dinerito que era, ¿ustedes saben de qué?, de las cañas de las fincas recuperadas, que se molieron, y el dinero que se pagó, con eso se empezaron a hacer los 10 primeros pueblos. Pero además, se ha establecido un fondo con una contribución de los distintos sectores agrícolas, que calculamos que sea de 20 a 25 millones, que ya nosotros podemos ir invirtiendo eso. Es decir, ahora se invierten esos fondos y se pueden hacer, no hay que esperar para empezar, con eso podemos empezar. Y ya se están haciendo numerosos pueblos en distintas cooperativas. Vamos a poner especial empeño en las cooperativas cañeras.
Con esos fondos empezamos, después los cooperativistas van pagando el pueblo. Pagan lo que vale el pueblo, por eso no tienen que pagar intereses de ninguna clase, lo que cuesta.  Estamos empleando soldados rebeldes, vamos a emplear brigadas juveniles, y también ustedes deben trabajar cuando se esté construyendo el pueblo. Se llevará la cuenta de lo que cueste cada pueblo y cada cooperativa luego irá liquidando el pueblo.
Siempre tendrán una parte de la ganancia, aun en estos primeros cinco años, váyanlo sabiendo.  Pero no hacemos nada con tener toda la tierra y la caña y todo, y seguir viviendo en el bohío.  ¿Es cierto o no?  No hacemos nada con seguir viviendo en el bohío, porque si no va a parecer que no hemos adelantado nada.  La gente con más dinero va a pasear más, pero los muchachos van a seguir en el piso de tierra, y sin escuelas y sin todas las cosas que se necesitan para vivir como tiene derecho a vivir el pueblo.  El pueblo debe vivir todo lo mejor que pueda vivir el pueblo.  Eso de andar con un candil...  (LE ENTREGAN OTRO PAPEL).
“El Sindicato de Plantas Eléctricas regalará dos vacas, y la Milicia Eléctrica dos vacas también”. Eso de andar con el candil y con la vela, con todo eso, se tiene que acabar; y que estén los pueblos electrificados, la escuela, el parque, las áreas verdes, jardines allí también, igualitos que en cualquier reparto de esos que antes tenían, ¡mejor todavía! 
(LE ENTREGAN OTROS PAPELES).
Otro sindicato: “El Sindicato Provincial de la Aguja de La Habana dona una vaca para nuestros hermanos del campo.”
“El Sindicato Textilero de Ariguanabo dona dos vacas para nuestros hermanos del campo.  ¡Viva la reforma agraria!  Manolo García, secretario general”.
Entonces...  Oyeme, si siguen trayendo vacas no termino.  Coordinadores del central Tánamo.
Entonces, no hemos hecho nada hasta que no tengamos hecho el pueblo en cada cooperativa.  ¿Con qué se va a hacer el pueblo? ¿Es un lujo?  No, eso no es un lujo.  El pueblo se va a hacer con lo que ustedes van a ahorrar, con lo que ustedes van a ganar en los primeros años; es decir que se lo van a quitar ustedes de gastarlo en otras cosas, para gastarlo en el pueblo.  No es un lujo, ustedes lo van a sacar con lo que ahorren en los primeros años.  Toda esa contabilidad se lleva a la perfección centavo por centavo.  Fíjense este año lo que se ha ahorrado ya, y que se puede invertir en la lechería, la cría de cerdos, diversificación de cultivos.  Eso demuestra que con el esfuerzo se puede ir mejorando extraordinariamente.
Entonces, la meta es hacer un pueblo en cada cooperativa. Y vamos a ver si en cinco años tenemos hechos todos los pueblos; es mucho tiempo.  Es decir, calculen las decenas de miles de casas que son.  Algunos irán primero que otros. Vamos a tratar de hacerlos lo más pronto posible, con los recursos que haya. En eso no se pueden hacer todos juntos, ya eso lo comprenderán los cooperativistas.  Iremos distribuyéndolos por provincias; mientras tanto, no preocuparse, tratar de obtener el máximo de producción en cada cooperativa.
Ahora bien, decíamos que los pueblos tienen que tener jardín, áreas verdes. ¿Quiénes van a cuidar los jardines?  Los muchachos del centro escolar.
En cada centro escolar tiene que haber la organización de los muchachos. Los muchachos se tienen que organizar para las vacaciones, pasear también, hacer sus campamentos, sus excursiones: todo lo que tienen que hacer los muchachos. Los muchachos van a estudiar determinadas horas del día, pero los muchachos tienen que cuidar las áreas verdes y las hortalizas; esos son los que van a hacer las hortalizas.
En cada cooperativa, el centro escolar; van a ser cientos de muchachos. Esos muchachos estudiarán determinadas horas, esos muchachos están llenos de energía, esos muchachos van a estar mejor alimentados, esos niños van a estar mejor educados, esos niños pueden invertir una parte del tiempo durante el día en atender las hortalizas, y en atender los jardines del pueblo, de las casas, del parque; como los muchachos por lo general antes eran los que los destruían, ahora los muchachos son los que los van a cuidar.
Es decir que ya ustedes tienen que ir pensando en que hay que organizar a los niños, las organizaciones de niños, que van a tener su trabajo social allí también y que van a prestar su servicio, van a contribuir a la mejor alimentación de la cooperativa y van a contribuir a que se mantengan las áreas verdes y los jardines, y todas las condiciones de belleza que deben tener esos pueblos. Porque esos pueblos siempre tienen que estar limpios, tienen que tener sus parques, tienen que tener sus jardines; y eso no les va a costar nada, porque eso lo van a hacer los muchachos, que no van a costar más de lo que van a costar de todas maneras allí.
(ALGUIEN INTERRUMPE).
Viejo, pero usted quiere meter más discursos esta noche que nadie .
-¿Usted qué más tiene que decir?  ¿Usted es administrador de cooperativa?
-¡Sí señor!
-¿De cuál?
-Yo soy coordinador de la cooperativa cañera “...”.
-¡Sí!  ¿De qué provincia?
-De Oriente, ¡de Oriente! 
(ININTELIGIBLE).
-Viejo, cómo usted dice eso de que Oriente está abandonado. ¿Dónde estamos haciendo la ciudad escolar? ¿Dónde hay más caballerías de tierra dadas, en qué provincia? ¿Dónde se han mandado más equipos agrícolas? Los créditos mayores han ido para la provincia, los mayores créditos de obras públicas están en la provincia de Oriente.  No, no diga eso, porque eso es lo que puede decir cualquier contrarrevolucionario, viejo, y usted no debe decir nada que diga la gente que quiera crear la división en la nación.  A ver... (ININTELIGIBLE).
Pero mire, déjeme explicarle lo de “Camilo Cienfuegos”, se lo voy a explicar. ¿Qué es la ciudad escolar?  La ciudad escolar no puede recoger a todos los muchachos, porque no caben allí; va a tener 20 000, después se van a hacer más ciudades escolares. ¿Quiénes van a ir a la ciudad escolar? Bueno, ahora estamos escogiendo a los de la Sierra Maestra de los lugares más apartados; pero, como ustedes saben, en la Sierra Maestra hay 700 maestros, que ya se van a distribuir en los campos. ¿Qué muchachos van a ir para la ciudad escolar cuando ya esté funcionando plenamente la ciudad escolar?  Pues todos los años irán, de cada escuelita rural, uno o dos muchachos de los que demuestren tener más inteligencia, más interés y más vocación.
Es decir, en las ciudades escolares no caben todos los muchachos del campo. ¿Quiénes van?  ¡Ah!, los muchachos que demuestren más vocación, más aptitudes para el estudio; es decir, irán los mejores muchachos de cada escuelita rural.  Cuando ya tengamos 10 ciudades escolares serán 200 000 muchachos, pero como la población escolar rural es como de un millón de muchachos, pues no caben; luego hay que escoger todos los años a los mejores alumnos de las escuelitas rurales.   Eso es la ciudad escolar, es decir, una selección de los mejores muchachos.
Así que no se impaciente, viejo, no se impaciente; y no diga que Oriente está abandonado.
Usted, ¿de dónde me dijo que era la cooperativa suya, de qué central?  (LE RESPONDE: “De Esperanza, término de Guantánamo.”)
¿Qué había allí?  Un latifundio.  ¿Qué hay ahora?  Una cooperativa.  ¿De quién es?  De ustedes, los campesinos de allí; luego no están abandonados.
En Oriente, los obreros agrícolas azucareros han recibido más de 25 000 caballerías de tierra; entre ellas la United Fruit, todas las compañías del Delicias, Chaparra, la West Indies. Los mayores latifundios estaban allí, los mayores latifundios fueron a parar a manos de los campesinos.
Ahora lo que hay que trabajar duro y poner de su parte, no esperar a que venga el gobierno y lo de todo, ni que venga el INRA y lo de todo; ¡el pueblo es el que lo tiene que hacer! 
La Revolución tiene muchas tareas por delante, tenemos un montón de tareas. Tenemos, por ejemplo, que defender la Revolución, que ya es una gran tarea; problemas internacionales, de todo. Pero hay un problema importante, que es el de la producción, y aquí nosotros no podemos dejar de cumplir ninguna de nuestras obligaciones.
El hecho de que haya amenazas del imperialismo y maniobras y todo eso, todo eso nosotros a su debido tiempo lo vamos afrontando, pero no parar el motor; no podemos descuidar el azadón, porque hay que trabajar y hay que producir, porque sin eso no hay victoria revolucionaria.  Y no importa que haya truenos y relámpagos, dejen que el imperialismo truene.   Nosotros tenemos que seguir sembrando, y nosotros tenemos que seguir produciendo, y criando, y haciendo lecherías, y pies de cría.  Porque todo lo que ellos hacen es para impedirnos que nosotros llevemos adelante esta obra, ¡y esta obra hay que llevarla delante de todas maneras; que no se descuide, porque este es uno de los frentes de batalla que hay que vigilar! 
Y por último, una cosa muy importante; pero muy importante, ¡muy importante!: la milicia en cada cooperativa. Ustedes son más de 100 000 cooperativistas, y todos los cooperativistas deben aprender a manejar las armas, para ver si los latifundistas van a venir a quitarles las cooperativas, las tierras aquí, y van a venir a quitar las vacas, y van a venir a quitar las casas, y van a quitar los pies de cría y los árboles frutales, y van a volver otra vez a sembrar todo como ellos querían y manejarlo como ellos lo manejaron.
Cada uno de los cooperativistas, hombres y mujeres; ¡todo el mundo tiene que aprender a manejar las armas!, para que sepan que para venir aquí ya no es un problema solo de tener que pelear contra los obreros y los estudiantes. ¡Van a tener que pelear con los ciento veinte mil cooperativistas que hoy están en las cooperativas cañeras!  Eso es sin contar con los obreros de los centrales azucareros. Pero por lo pronto todo el mundo tiene... ¡Viejo, usted es el primero que tiene que aprender a manejar el fusil allí y ser de la milicia!  
Así es como tenemos que ir ganando la batalla de la Revolución: en el campo, sembrando, arando; mejorando el nivel de vida, el nivel de cultura, el nivel de comprensión, de hermandad, de fraternidad; elevando la riqueza de la nación, preparándose el pueblo.
Porque hoy el pueblo cubano es una sola cosa.  Hoy el pueblo cubano es un solo sentimiento, un solo interés.  No son los intereses en conflicto de antes; hoy son los intereses coordinados de todos, los intereses hermanados de todos. Vean ustedes cómo apenas se habló aquí de hacer una lechería en cada cooperativa, y los obreros inmediatamente empezaron a ofrecer una vaca.  ¿Por qué?  Porque están hermanados los obreros y los campesinos. A los obreros les interesa que ustedes progresen, a todo el pueblo le interesa el progreso de ustedes, a la nación le interesa el progreso de ustedes.
Hoy todos los hombres y todas las mujeres están hermanados;  todos los intereses marchan juntos, están hermanados.  Hoy la nación es un solo interés y todos los hijos de la nación, los buenos hijos de la nación, los verdaderos hijos de la nación, los que no reniegan de ella, los que no la traicionan en esta hora gloriosa, son los acreedores a los beneficios y a las conquistas que la nación obtenga.  Los que deserten de la nación, esos tienen castigo más que suficiente al dejar de ser hijos de esta patria en el minuto más glorioso de la nación.
Antes a Cuba se le conocía apenas; antes, cuando aquí no había justicia, cuando no había el prestigio que hoy tiene Cuba, cuando no había la gloria que hoy tiene Cuba; antes, cuando la nación era una colonia explotada y sus hijos vivían explotados, cuando a Cuba ni se le conocía en el mundo.  Entonces esos señores que hoy desertan no desertaban. Hoy, cuando la patria dejó de ser colonia; hoy, cuando la nación tiene prestigio ante el mundo entero; hoy, cuando sus hijos no son explotados, hay desertores: los que desertan del bien, los que desertan de la gloria, los que desertan de la honra, los que desertan de la patria. Hay traidores que se ponen al servicio del imperio, traidores que se ponen al servicio de los enemigos de la patria y que tratan de crear problemas, provocaciones. Y ustedes saben que la Revolución está siendo reiterada y sistemáticamente provocada, por un grupo de contrarrevolucionarios que se han querido refugiar en los templos para combatir a la Revolución.
Es este un tema muy delicado, sobre el que nosotros no queremos excitar las pasiones.  Pero baste decir que la irritación del pueblo explica perfectamente que la sensibilidad pública se siente herida y se siente indignada ante el hecho real de las provocaciones que sistemáticamente se vienen realizando contra la Revolución desde hace muchos meses. Esa irritación del pueblo no es casual, esa irritación del pueblo no la hemos estado excitando nosotros. Esa irritación del pueblo obedece al conocimiento y a la convicción que tiene el pueblo, obedece a que el pueblo ha sido testigo de cómo, sistemáticamente, se ha estado maniobrando con una serie de cuestiones muy delicadas para provocar a la Revolución.
El pueblo sabe perfectamente lo respetuoso que ha sido el Gobierno Revolucionario en materia de religiones. El pueblo sabe que la Revolución ha sido generosa y que la Revolución ha sido respetuosa hasta el máximo de los sentimientos religiosos, de todos los cultos religiosos y de las instituciones religiosas. El pueblo sabe y es testigo de que el Gobierno Revolucionario se ha hecho, incluso, de la vista gorda frente a esas agresiones reiteradas. El pueblo sabe que el Gobierno Revolucionario —que quiere decir la Revolución y el pueblo, cuyo sentimiento encarna— ha sido sereno, ecuánime y extraordinariamente tolerante con esas provocaciones, porque el Gobierno Revolucionario no les ha querido hacer el juego a los enemigos de la Revolución, enfrascándose en problemas o en conflictos de tipo religiosos, en conflictos de esa índole.
Porque la Revolución no se hizo para luchar contra curas; la Revolución se hizo para luchar contra latifundios, la Revolución se hizo para luchar contra el crimen.  La Revolución no se hizo para luchar contra iglesias; la Revolución se hizo para luchar contra el crimen, para luchar contra la explotación, la opresión y el entreguismo.  La Revolución ha entendido siempre que su reino es el reino de este mundo, que sus problemas son los problemas sociales y económicos de nuestro pueblo, que sus problemas son los problemas culturales y los problemas materiales de nuestro pueblo.
El pueblo sabe que nosotros no le hemos dado la menor razón, que nosotros no le hemos dado el menor pretexto al clero, que nosotros no le hemos dado el menor pretexto a nadie, ni la menor justificación a nadie.  Porque ahí están con sus escuelas privadas, sin que nadie se haya metido en esas escuelas.  Ahí están con su culto, ahí están con sus instituciones, ahí están actuando sin ninguna restricción por parte de la Revolución, sin ningún acto inamistoso por parte de la Revolución; ahí están sin que puedan esgrimir una sola queja de la Revolución.
Y eso el pueblo lo sabe, el pueblo lo sabe demasiado bien.  Porque este es un pueblo demasiado inteligente, este es un pueblo demasiado maduro, y este es un pueblo demasiado consciente para ver con claridad cuál ha sido la conducta del Gobierno Revolucionario frente a provocaciones reiteradas, frente a provocaciones sistemáticas, que obedecen a solo un propósito: a un solo propósito de escribas y de fariseos ; a un propósito de los sepulcros blanqueados; a un solo propósito de esos a los que Cristo llamaba sepulcros blanqueados, a los que Cristo llamaba fariseos, porque nunca se erguían en nombre de una verdad social, porque nunca se erguían a protestar contra el crimen, contra la explotación, contra la mentira. Y los llamaba escribas, porque estaban al servicio de los privilegiados. Escribas que no levantaron su voz para protestar contra el crimen, escribas que se retrataban con el tirano, bautizando a los hijos del tirano, mientras a los hijos del pueblo los asesinaban, mientras a los hijos del pueblo los torturaban. Escribas que no levantaron su voz para condenar la explotación miserable e incesante en que vivieron los hijos de esta tierra en manos de los ricos y de los poderosos.  Fariseos que fueron insensibles al dolor del pueblo humilde, al dolor del pueblo pobre, al dolor del pueblo oprimido, para convertirse en servidores del privilegio y de la explotación, para convertirse en servidores de la reacción.
¡Traicionar al pobre es traicionar a Cristo! ¡Servir a la riqueza es traicionar a Cristo!  ¡Servir al imperialismo es traicionar a Cristo! 
Y es una insensatez incomprensible tratar de venir a interrumpir el feliz progreso de una nación, el feliz desenlace de una nación, y la paz espiritual y moral de una nación que se une para enfrentarse a la agresión de los poderosos.  Insensatez y traición, tratar de dividir a la nación, para quitarle las fuerzas a la patria cuando la patria, en su hora más gloriosa y en su hora más extraordinaria, se enfrenta al imperio poderoso.
Y es lógico que un pueblo, que en una mayoría tan extraordinaria respalda al Gobierno Revolucionario...  Y no lo respalda en balde, lo respalda por algo, porque es un gobierno que no roba, ¡y los fariseos callaron ante los ladrones! Porque es un gobierno que no mata, ¡y los fariseos callaron ante los asesinos!   Porque es un gobierno que no miente, ¡y los fariseos callaron ante los farsantes que engañaban al pueblo! Porque es un gobierno que hace justicia, ¡y los fariseos callaron ante los que implantaron la injusticia en nuestra tierra! Porque es un gobierno que practica el amor y la hermandad entre los hombres, el amor al prójimo y la igualdad de los hombres. Y los fariseos callaron ante los que preconizaron la discriminación injusta y la desigualdad entre los hombres, como callaron ayer ante la esclavitud, como callaron ayer y fueron cómplices del imperio colonial español. Porque la Revolución practica la virtud, y los fariseos callaron ante el vicio, y fueron cómplices de los vicios porque no supieron condenar los vicios. Porque la Revolución se puso junto al pobre, y los fariseos han estado del lado de los ricos.  Porque la Revolución practica la generosidad, y los fariseos callaron ante los egoístas.
Pero se indigna y se irrita el pueblo, porque ve en esos actos una provocación injustificada e injustificable , porque ve en esos actos una conducta sin razón, porque ve en esos actos la provocación para el gobierno que ha sido respetuoso, porque ve en esos actos la maniobra reaccionaria; porque ve en esos actos los hechos que se han venido produciendo desde hace meses, buscando conflictos que la Revolución ha tratado de evitar, buscando división que la Revolución ha tratado de evitar, buscando escándalos —¡y Cristo condenó también a los escandalosos! —, escándalos que la Revolución ha tratado de evitar; buscando base para la calumnia, buscando base para la campaña internacional, provocando incesantemente; provocando ayer, provocando hoy, provocando mañana.
Y por cuanto el pueblo sabe que el Gobierno Revolucionario ha sido respetuoso hasta el máximo; por cuanto el pueblo sabe que esas agresiones son injustificadas, e injustificables; por cuanto el pueblo sabe que esas provocaciones son traicioneras, que buscan el escándalo, que buscan la calumnia, que buscan la confusión, que buscan el descrédito, que buscan presentar a la Revolución contra la religión, que buscan presentar a la Revolución contra el sentimiento religioso, que buscan presentar a la Revolución contra el pueblo, que buscan presentar a la Revolución con facetas de agresión y de conflictos que la Revolución no ha tenido, ni tiene por qué tener.  Y mientras más injustificado y más injustificable ha sido el ataque, más grande ha sido, por eso, la indignación y la irritación del pueblo.
Nosotros no nos hemos cansado de predicar la serenidad frente a eso, y el pueblo lo sabe; nosotros no nos hemos cansado de predicar la calma frente a eso, y el pueblo lo sabe. Pero no hay duda de que la embajada americana ha lanzado al combate a sus últimos peones.
No hay duda de que el imperialismo, socio de Franco y su fascismo, ha movido las influencias de Franco, para que Franco movilice contra la Revolución a cuanto cura fascista pueda contar en nuestro país. Todos los curas no son fascistas, hay curas revolucionarios. Lo que no hay duda es que Franco cuenta en Cuba con un grupo de curas fascistas, y que el imperialismo, a través de sus influencias falangistas y fascistas, con Franco, ha estado moviendo incesantemente a sus peones, para tratar de llevar a la Revolución a un conflicto y a eso obedecen las incesantes provocaciones que la Revolución ha estado sufriendo.
Y sobre todo, lo que tiene de indignante es que quieren arrastrar a esa provocación a una parte del pueblo que es católica, que está con la Revolución y que apoya a la Revolución.
Porque ese grupo de compatriotas nuestros comprende con toda claridad que hay de todo en la viña del Señor, que hay de todo. Han tenido demasiada experiencia de lo que fue nuestro país, de lo que sufrió nuestro país, de los asesinatos que se cometieron en nuestro país y de los cuales hicieron víctimas a católicos en más de una ocasión.  Saben la complicidad que el imperialismo tuvo con esos crímenes, saben que el imperialismo armó esas manos asesinas. Saben esos compatriotas lo que es la reacción, saben lo que es Franco, saben los años que lleva Franco tiranizando a España, saben que Franco asesinó a un millón de españoles después de la guerra; lo saben esos compatriotas, y saben que la parte fascista del clero ¡santificó y bendijo los asesinatos de Franco! Y saben las magnificas relaciones entre Franco y el clero fascista.
Como saben que hay dos clases de clero: como saben que hay el clero al servicio de las grandes riquezas, como saben que hay el clero al servicio del privilegio, como saben que hay esa parte del clero que está al servicio de la pobreza, aunque, desgraciadamente, no estén en las posiciones desde donde puedan determinar conductas. Saben de esa parte del religioso que se sacrifica junto al enfermo, o junto al huérfano; saben de esa parte que se sacrifica junto al humilde.  Pero humildes, como el humilde que sirve, no buscan la ostentación, no buscan los cargos, no buscan los honores.  Y esos que sí son servidores de un sentimiento, esos que sí son servidores de algo justo, esos que sí son servidores del humilde, con el humilde permanecen en el anonimato; mientras las altas esferas hablan por ellos; mientras las altas esferas sirven al poderoso, sirven al rico y sirven al tirano.
Porque me gustaría ver una hoja pastoral condenando los crímenes de Franco, los asesinatos de Franco y los horrores de Franco.  Y me gustaría ver una hoja pastoral condenando los crímenes del imperialismo, los horrores del imperialismo.  Me gustaría ver una hoja pastoral condenando a los que asesinaron a Sandino, condenando a los que asesinaron a Jesús Menéndez , condenando a los que asesinaron a Guiteras, condenando a los que asesinaron a tantos y tantos compatriotas en Cuba, o fuera de Cuba. Me gustaría ver una hoja pastoral condenando a las compañías explotadoras, condenando los bombardeos a nuestros cañaverales, a nuestras ciudades. ¡Me gustaría ver una hoja pastoral condenando la agresión económica a Cuba! ¡Me gustaría ver una hoja pastoral condenando los planes criminales de invasión que el imperialismo ha estado fraguando contra nuestra patria! 
Y entonces veremos que quienes condenan a una revolución que está con el pobre, que está con el humilde, que predica el amor al prójimo y la confraternidad entre los hombres, que predica la justicia entre los hombres, que predica la igualdad entre los hombres, que practica la virtud y condena al vicio, que practica el amor, que practica la generosidad, que practica el bien, ¡quien condene una revolución como esta, traiciona a Cristo! Y al mismo Cristo serían capaces de crucificarlo otra vez, ¡porque Cristo predicó lo que nosotros estamos haciendo!  
Y los que tal cosa hacen en medio del júbilo desbordante, en medio del júbilo nunca visto de un pueblo —que al recuperar las riquezas de manos del extranjero y al liberarse para siempre del imperio opresor, constituyéndose desde hoy y para siempre en un pueblo soberano y libre—, los que tal cosa hacen en medio de ese júbilo, en medio de esa alegría; en medio de ese minuto glorioso a la patria, no solamente son traidores a Cristo:  son traidores a su pueblo y traidores a su patria.
Y baste con esta réplica; baste con esta réplica y la reafirmación de la grandeza de una revolución que permanece serena frente a la provocación, que es fuerte, que tiene un respaldo extraordinario del pueblo, que se sabe fuerte, que se sabe que el pueblo, juez insustituible de los hechos de los hombres, que sabe que la historia, además, le dará la razón, permanece sereno ante esas provocaciones cobardes, permanece inmutable ante esas provocaciones cobardes y se limita solo a replicar.
Porque prefiere la Revolución pecar de generosa, prefiere pecar de magnánima, para darles la prueba a esos insensatos de lo equivocados que están; y para darles, incluso, tiempo para que rectifiquen el camino que llevan ; y para darles tiempo a que reflexionen, porque por ese camino no harán más que ganarse la antipatía absoluta y eterna de nuestro pueblo.  Por ese camino podrán engañar en otras partes, podrán engañar a algunos ingenuos; pero no podrán engañar a nuestro pueblo, no podrán engañar al mundo y, sobre todo, no podrán engañar a la historia.
Y sobre ellos, únicamente sobre ellos, exclusivamente sobre ellos, caerá la responsabilidad de los problemas que están suscitando con sus provocaciones. Sobre ellos, y únicamente sobre ellos, caerá la responsabilidad, y nunca jamás sobre la Revolución.  Porque el pueblo ha sido testigo de nuestra conducta, el mundo ha sido testigo de nuestra conducta, y el mundo, más tarde o más temprano, conocerá toda la verdad de Cuba.
El mundo nos dará la razón, porque pocas veces en la historia de una revolución —de una revolución que tiene el respaldo que no ha tenido ninguna revolución en el mundo— se ha visto una provocación tan injustificable, se ha visto una provocación tan injustificable, se ha visto una maniobra tan claramente repudiable y condenable, se ha visto una provocación tan insólita, tan persistente; en un pueblo demasiado maduro, en un pueblo al que no se puede llevar como rebaño, engañado a ninguna parte; en un pueblo demasiado despierto.  Y que debieran tenerlo en cuenta los provocadores: dónde están parados, dónde están escenificando su provocación, y qué pueblo es este, y en qué momento de la vida de ese pueblo están perpetrando esos hechos; y qué es lo que van a conseguir con eso, qué es lo que van a ganar con eso.  Porque el daño que pretenden hacerle a la Revolución, multiplíquenlo por mil, y ese es el daño que ellos se están haciendo a sí mismos con sus actos.
Tiempo para que recapaciten, tiempo para que mediten, tiempo para que vean lo que han irritado al pueblo; porque lo han irritado. Y nuestro pueblo siempre ha reaccionado frente a todo lo que no tiene justificación, frente a lo que no tiene otra explicación que la traición a los intereses de la patria, frente a lo que no tiene otra explicación que el papel de quinta columna al servicio del imperio explotador.
¡Sigamos adelante! Sigamos adelante, que esas zancadillas son demasiado impotentes para hacer que nuestra Revolución tropiece siquiera con ellas; son demasiado impotentes para hacer mella en la Revolución.
Porque la Revolución, mal que les pese a todos los imperios, mal que les pese a todos los poderes, mal que les pese al imperio yanki y al imperio de los fascistas, seguirá adelante. Y seguirá adelante con todo el derecho que tienen las cosas justas, con todo el derecho que tienen las cosas nobles.
Y si quieren los provocadores un ejemplo, ¡recuerden al Cristo crucificado, al hijo del carpintero de Galilea, al maestro de los pescadores que se enfrentó al imperio de ayer, al imperio de los romanos y aunque lo crucificaron, no por eso el imperio dejó de caer, no por eso los Césares dejaron de caer, y no por eso los escribas, los fariseos y los traidores dejaron de caer!
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

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