DISCURSO EN EL
SENADO DE LA NACIÓN FUNDANDO UN PROYECTO DE COMUNICACIÓN SOBRE LA ADJUDICACIÓN DE LA CUOTA DEL 11% DEL
CONVENIO DE LONDRES Y OTRO DE RESOLUCION CREANDO LA COMISIÓN INVESTIGADORA
SOBRE EL COMERCIO DE EXPORTACIÓN DE LAS CARNES ARGENTINAS
Lisandro de la Torre
[19 y 8 de Setiembre
de 1934]
[2/12]
El Senado de la Nación
vería con agrado que el Poder Ejecutivo indujera a la Junta Nacional de Carnes
a adjudicar a una cooperativa argentina, en un plazo no mayor de un mes, la
cuota de carnes reconocida en el convenio de Londres, debiendo al mismo tiempo
tomar en consideración al frigorífico de Gualeguaychú y a cualquier otro
exportador argentino que se coloque en condiciones de poder ampararse en dicho
convenio.
L. DE LA TORRE
PROYECTO
DE RESOLUCION
El
Senado de la Nación.
RESUELVE:
Designase una comisión
investigadora compuesta por tres senadores, con todas las facultades inherentes
a dichas comisiones, a fin de que establezca cuál es la situación del comercio
de exportación de carnes argentinas y verifique si los precios que pagan los
frigoríficos en la Argentina guardan relación con los que obtienen en sus
ventas en el exterior.
L. DE LA TORRE
Sr. de la Torre. — Pido la palabra.
La situación que contemplan estos dos
proyectos, es de importancia vital para la producción ganadera argentina, y es
distinta, esencialmente, de la que soportaron no hace mucho tiempo los
cereales.
Las cotizaciones a que descendieron los
cereales en 1933, eran una consecuencia de la baja universal de precios. Los
exportadores pagaban lo que les permitían pagar los mercados consumidores y sus
ofertas no alcanzaban a resarcir los costos de producción.
En esas condiciones el gobierno argentino,
imitando a los de varios países extranjeros, procedió con acierto al fijar un
precio mínimo y hacerse cargo de las pérdidas posibles.
Respecto del comercio de carnes, no sucede
lo mismo. Las cotizaciones que rigen en el Reino Unido de la Gran Bretaña , cuando
no son tan elevadas como en este momento, resultan insuficientes para los
granjeros británicos que engordan en establos y pagan a muy alto precio los
forrajes, algunos de ellos importados, como el maíz, pero son satisfactorias
para las carnes argentinas, que se producen a mucho menor costo, a la
intemperie, en las praderas más fértiles del mundo.
Fácilmente se podría pagar en la Argentina dentro de las
cotizaciones que hoy rigen en Gran Bretaña, de 120 a 160 o 170 pesos, por
los novillos que se venden de 70
a 120 pesos. Y no quiero hablar de la carne ovina, que
alcanza, en este momento, en Gran Bretaña, precios realmente extraordinarios.
LOS INTERMEDIARIOS
SE QUEDAN CON TODA LA
UTILIDAD
Si los ganaderos argentinos pudieran mandar
directamente sus carnes a Gran Bretaña, obtendrían esos precios. Pero, el
gobierno argentino y el gobierno inglés, de común acuerdo, no lo permiten; les
imponen la exportación por medio de intermediarios, y éstos se quedan con toda
la utilidad.
Es, pues, una situación distinta de la del
comercio de cereales. Por los cereales se pagaba lo que se podía pagar y por la
carne se paga la mitad de lo que se podría pagar.
Los precios que han impuesto los
frigoríficos trustificados para los novillos argentinos, empiezan en 135 y 130
pesos, por lotes reducidísimos de animales de tipo excepcional, y van
descendiendo a 120, a
110, a 100, a 80 y a 70 pesos, por
novillos superiores a los que importan a la Gran Bretaña los
dominios británicos. Y en Entre Ríos, Corrientes, Norte de Santa Fe, y Chaco,
se paga rara vez más de 40 pesos, a veces 50, pero también a veces 30.
LOS PRECIOS BAJOS
SON LA CAUSA DE
LA CRISIS GANADERA
Estos precios bajos son la causa de la
crisis ganadera argentina, y se deben al monopolio que practican las empresas
exportadoras, favorecidas por el gobierno. Las empresas exportadoras creen de
buena fe, que ellas deben ganar en 30 días, por el trabajo de faenar y exportar
un novillo, el doble, el triple o el cuádruple de lo que ganan los productores.
SI EN OTRO PAIS UN
MINISTRO HICIERA LO QUE HACE DUHAU CORRERIA SERIOS PELIGROS PERSONALES
En ninguna parte del mundo se toleraría una
situación semejante. Si en Estados Unidos, en Australia o en África del Sur,
empresas extranjeras monopolizaran el comercio de carnes en esta forma, y
despojaran a los productores de la mayor parte del fruto de su trabajo, creo,
sin temor de exagerar, que verían muy pronto sus establecimientos destruidos. Y
en cualquiera de esos países, si un ministro de agricultura hiciera lo que hace
el ministro nacionalista señor Duhau: entregar a los frigoríficos
clandestinamente la cuota que por un tratado internacional estaba destinada a
los ganaderos argentinos, y mantener esa situación meses y meses, correría
serios peligros personales.
DESORGANIZACION DEL
GREMIO GANADERO
Aquí las cosas pasan como en el mejor de los
mundos. El gremio ganadero el más desorganizado que existe, carece de capacidad
para defender sus derechos. Los que perseveramos y perseveraremos en su
defensa, nos hemos apercibido desde hace tiempo de su debilidad orgánica y poco
o nada esperamos de su ayuda. Las sociedades rurales argentinas son entidades
meritorias muy útiles para realizar ferias ganaderas como la que se inaugurará
en el día de hoy, y nada más.
La política británica de no consentir que
los ganaderos argentinos exporten directamente sus carnes, es nueva.
LOS FRIGORIFICOS
ARGENTINOS Y EXTRANJEROS
Cuando se inició la industria frigorífica,
se fundaron diversos establecimientos nacionales, sin que el gobierno británico
les pusiera trabas. Se fundaron así La Blanca , El Argentino y la Compañía Sansinena
de Carnes Conservadas. Los frigoríficos extranjeros se complotaron enfrente de
los frigoríficos nacionales, que no tenían apoyo del gobierno, con la intención
de arruinarlos. Pero el gobierno inglés no los ayudó con ninguna medida
restrictiva.
Los frigoríficos extranjeros llevaban todas
las ventajas por el mayor capital que manejaban y dominaron fácilmente el
mercado. Empezaron por apoderarse de los fletes y colocaron a los
establecimientos argentinos en la imposibilidad de realizar embarques de
importancia suficiente para sufragar con amplitud los gastos generales; y esos
mismos grandes gastos generales los aumentaron deliberadamente, elevando en
gran proporción el precio del ganado. Era la época en que los ganaderos argentinos
estaban encantados con la situación de sus negocios, porque no penetraban el
porvenir, y no veían que esa situación era momentánea. EI, gobierno, como
siempre, dejaba hacer.
CAPITULACION DE LOS
FRIGORIFICOS ARGENTINOS
Más adelante aparecieron en el mercado, el
Frigorífico Gualeguaychú, destinado a servir los intereses de la afligida
ganadería de Entre Ríos, y la firma Grondona y compañía, que faena en el
Frigorífico Municipal y deposita y embarca por las cámaras de Puerto Nuevo. El
gobierno inglés tampoco vio ninguna amenaza para la normalidad de sus
abastecimientos en la aparición de estas pequeñas compañías, que recibieron de la Conferencia de Fletes
cuotas insignificantes, 3 y fracción por ciento Gualeguaychú, y 0,67 % Grondona
y Compañía.
LOS DOMINIOS
BRITANICOS Y LA ARGENTINA
La situación cambió de repente; el gobierno
inglés pactó con los Dominios las restricciones de Ottawa y puso límites a la
importación posible de carnes. Pero el gobierno inglés no entendió que, al
limitar las cuotas de importación de carnes, debía imponer a los Dominios las
empresas exportadoras que realizarían ese comercio. No le dijo, a Australia, ni
a Canadá ni al África del Sur, que la normalidad del abastecimiento doméstico
exigía que hicieran la importación intermediarios determinados; no. Los dejó en
la más absoluta libertad.
Con la República Argentina
ocurrió lo contrario, señor presidente. Casi simultáneamente con la conclusión
de los pactos de Ottawa llegaron al mismo tiempo de Canadá y de Londres
noticias de que el gobierno británico iba a fijar a la Argentina una cuota de
exportación de 390.000 toneladas, pero que esa cuota no la repartiría el
gobierno argentino, sino el gobierno inglés. Y fue entonces, cuando el ministro
de Agricultura, doctor de Tomaso, dijo que eso era inaceptable, porque no
solamente era arbitrario y perjudicial para los intereses del país, sino
atentatorio contra la soberanía argentina.
Los anuncios se confirmaron; el gobierno
inglés lo hizo saber a la misión argentina en Londres, no sólo con claridad,
sino con prepotencia, colocando la cuestión en tal terreno que la sola
pretensión de que la
Argentina fuera respetada y tratada de la misma manera que los
Dominios, ponía en peligro la continuación de las negociaciones, continuación
en que por otra parte, el gobierno inglés no demostraba interés, no sospechando
lo que conseguiría como resultado de su actitud al recibirse las primeras
noticias en Londres de que nuestro ministro de Relaciones Exteriores maquinaba
el envío de una misión comercial. Se dio orden al embajador británico en Buenos
Aires de que concurriera a la
Casa Rosada e hiciera presente que el gobierno inglés no
deseaba entrar en esa clase de negociaciones.
INGLATERRA DEFENDIO
LOS INTERESES DE LOS FRIGO. RIFICOS PARTICULARES
Los fundamentos de los negociadores del
convenio de Londres para no consentir en que el gobierno argentino dispusiera
de la cuota argentina, asombran por su inconsistencia y llevan a la conclusión de
que el gobierno británico, en aquel momento, no defendió los intereses de los
consumidores británicos sino los intereses de los frigoríficos particulares.
Hasta podría decirse, que el gobierno inglés sacrificó el interés de los
consumidores británicos, en beneficio de los frigoríficos particulares. ¿Qué
perjuicio podía causar a los consumidores británicos el que una cooperativa
argentina exportara el 15, el 20 o el 30 % de carne, en lugar de Armour o
Swift? ¿Qué perjuicio podía causar a los consumidores británicos que los
cargamentos de carne argentina, que hoy se consignan a los representantes del
trust, fueran consignados a firmas inglesas especializadas en ese comercio, o a
la corporación de los carniceros mayoristas ingleses, corporación poderosa,
perfectamente lista para recibir y colocar toda la carne que se le envíe? ¿Qué
perjuicio podían recibir los consumidores británicos, si los carniceros
mayoristas ingleses recibían directamente la carne argentina, y pagaban a la cooperativa
argentina un precio que le permitiera pagar, a su vez, a los ganaderos
argentinos el doble de lo que hoy reciben de los frigoríficos?
No se demostró, señor presidente, que
hubiera perjuicio alguno, amenaza alguna para los consumidores ingleses, ni por
encarecimiento del artículo, ni por inferior calidad, ni por irregularidad en
los embarques, pero la misión argentina se sometió a la imposición. ¿Cómo no
había de someterse, si su propio asesor técnico, el doctor Fernández Beiró, que
es hoy director de la
División de Ganadería, era partidario decidido de la tesis
sostenida por el gobierno inglés, a tal punto que antes de llegar la misión
argentina, en el mes de Octubre de 1932, ya se había dirigido a la División de Ganadería de
la que dependía en una comunicación a que hice referencia cuando se discutió el
convenio de Londres, manifestando que era inconveniente para la República Argentina
el manejo de su cuota?
AFIRMACIONES FALSAS
Otros miembros destacados de la misión y
algunos funcionarios de la embajada permanente de la República Argentina ,
no hacían misterio de declarar públicamente en Londres, que los ganaderos
argentinos no están preparados para exportar sus carnes y que la cuota del 15
%, aún reducida al 11 %, con la deducción de lo asignado a Gualeguaychú y
Grondona y Compañía, era, no sólo suficiente, sino excesiva.
Hacían creer además, que la
industrialización de la carne para la exportación es muy difícil y que la
tentativa de colocar carne argentina en el mercado inglés en competencia con
los frigoríficos, presenta toda clase de obstáculos y conduciría a la ruina.
Ambas afirmaciones eran y siguen siendo falsas. La preparación de la carne
enfriada o congelada no es difícil, como lo demuestran los cargamentos
irreprochables que envían Gualeguaychú y Grondona y Compañía; y la colocación
de las carnes argentinas por intermedio de la asociación de los carniceros
mayoristas británicos, ofrecía ventajas sobre la colocación por intermedio de
los frigoríficos.
LOS FRIGORIFICOS
ELIMINARON LA COMPETENCIA
En el articulado mismo del convenio de
Londres se puede ver que la importación por las cooperativas argentinas de
carnes enfriadas no constituye amenaza alguna para la regularidad del
abastecimiento británico. Se permite la importación del 15 %, sin otra
restricción que la de que no la hagan firmas que puedan ganar dinero en ese
negocio. No se permite la importación a los que persiguen un propósito de
utilidad privada, y se les permite a los que no lo persiguen. Quiere decir,
entonces, que la preocupación de los negociadores del tratado de Londres, no
era la de salvaguardar la regularidad del abastecimiento interno de Gran
Bretaña, sino la de no permitir que aparecieran en el escenario entidades
comerciales que pudieran hacer competencia a los frigoríficos y disminuir sus
ganancias.
¿Por qué razón un frigorífico extranjero ha
de poder en la
República Argentina lucrar con la exportación de carnes
argentinas y ha de estarle prohibido hacerlo a un frigorífico argentino?
NO SE PUEDE
CONTESTAR LO QUE NO TIENE EXPLICACION
Es un misterio que no se descifrará nunca.
Lo pregunté en esta Cámara el año pasado, cuando se discutió el convenio y bien
han de recordar los señores senadores, que ninguno de los dos ministros presentes,
ni tampoco el miembro informante de la comisión, que lo era el senador por
Córdoba, doctor Rothe, ninguno, repito, contestó a mi pregunta. ¿Por qué?
Porque no se puede explicar lo que no tiene explicación, lo que no tiene
sentido jurídico ni comercial.
El ministro de Relaciones Exteriores habló
largamente. Relean su discurso los señores senadores, y verán que no dijo una
palabra respecto de la cláusula objetada, dentro de su hábito de no hablar
jamás concretamente.
No dijo el señor ministro de Relaciones
Exteriores, una palabra para justificar la enorme incongruencia de que los
norteamericanos, por ejemplo, puedan ganar dinero con la exportación de carnes
argentinas y los argentinos no.
El darlo que causa esa disposición
incomprensible y capciosa, no es sin embargo, irreparable. Se ha llegado a la
inteligencia de que una entidad cooperativa argentina, o varias, que persigan
como finalidad elevar los precios internos del ganado en beneficio de los
ganaderos se encuentran dentro de las condiciones del convenio. Y por las
noticias que circulan, dentro del sigilo con que nuestro gobierno maneja todas
estas cuestiones, (el mismo sigilo con que procede en las cuestiones
financieras), se puede esperar que el gobierno inglés no opondrá ningún reparo
cuando el gobierno argentino le solicite licencias de importación dentro del 15
%; pero el gobierno argentino no le ha hecho ni va en camino de hacerle ninguna
solicitación a ese respecto.
¿Por qué razón no distribuye el 11 % de la
cuota argentina el señor ministro de Agricultura y lo deja en poder de los
frigoríficos?
Esa cuota proporciona una utilidad de varios
millones de pesos dentro de la utilidad anual no menor de 60.000.000 pesos que
se les supone a los frigoríficos extranjeros que trabajan en la Argentina ; y el señor
ministro de Agricultura prefiere que esos varios millones de pesos vayan a la
caja de los frigoríficos y no al bolsillo exhausto de los ganaderos argentinos.
Se ha colocado la situación en estos
términos, óiganlo bien los señores senadores: el gobierno inglés, no obstante
su conducta cuando se concluyó el convenio de Londres, está dispuesto a
extender las licencias. Y yo afirmo que en los 16 meses que van corridos desde
la vigencia del convenio de Londres, el gobierno argentino no ha hecho gestión
alguna para obtenerlas.
Interpreten como les parezca esta situación
los señores senadores; interprétenla con la mayor benevolencia posible para el
señor ministro de Agricultura; atribuyan el fenómeno, porque se trata de un
verdadero fenómeno, a cualquier causa, aun a la simple ineptitud del ministro
de Agricultura, si les parece, lo que no sería imposible, dado que se trata de
quien ha perseguido como a enemigos públicos a las cooperativas agrícolas
argentinas y de quien ha malogrado los elevadores cooperativos; atribúyanlo a
lo que quieran, pero no olviden que también hay una responsabilidad para el
Congreso y recuerden que esa responsabilidad es muy grave.
UN PRONOSTICO QUE
SE CUMPLE
En el debate del año pasado, al señalar los
defectos del convenio de Londres, yo pronostiqué lo que está sucediendo en
estos momentos; anuncié que la cuota del 15 % no sería repartida, valiéndose de
razones especiosas derivadas de las oscuridades y de las contradicciones del
convenio de Londres. Estaba en el recinto el ministro interino de Agricultura,
señor Alvarado, y encontró dificultad para contestarme en el primer momento; se
pasó a cuarto intermedio. Después del cuarto intermedio el señor ministro
interino de Agricultura inducido en error por informaciones oficiales que se le
dieron, contestó categóricamente que sí, que el gobierno argentino podía hacer
con la cuota lo que quisiera, que podría hasta entregarla al Frigorífico
Sansinena, y anunció que se aumentaría la cuota del Frigorífico de
Gualeguaychú. Sus palabras textuales fueron: “Le anuncio que se puede aumentar la cuota de Gualeguaychú”, y el
Senado votó el convenio en ese concepto, bajo la impresión de sus palabras.
El señor ministro interino de Agricultura,
parecía tan seguro de su interpretación, que me emplazó, desde su banca, para
que el tiempo dijera cuál de los dos tenía razón. ¡No hay plazo que no se
venza, ni deuda que no se pague, señor ministro! ¿Qué dice ahora?
Yo, desde esta banca, dirigiéndome a todos
los ganaderos de la Nación
y a los señores senadores, pregunto: ¿a quién ha dado la razón el tiempo? Ha
contestado por mí el ministro de Agricultura, señor Duhau, en las recientes
sesiones de la Cámara
de Diputados. Ha dicho allí todo lo contrario de lo que el ministro interino de
Agricultura, señor Alvarado, dijo aquí: “Que
no se ha podido ni se puede dar la cuota a frigoríficos particulares, como
Sansinena”, y ha pretendido que ni siquiera se puede aumentar la cuota que
tiene el Frigorífico Gualeguaychú.
EL PODER EJECUTIVO
ENGAÑO AL SENADO
El Senado, pues, fue sorprendido y engañado
por el Poder Ejecutivo en la sanción de un tratado internacional. Es muy grave;
es lo peor que puede pasar. Yo creo que el ministro Alvarado procedió de buena
fe, y lo que le reprocho es que sin el control debido aceptara, en contra de
mis manifestaciones — en un asunto que yo conocía y él no — las informaciones
que le daban los interesados en sorprender al Senado para que votara un mal
tratado.
Convengan los señores senadores en que son
intergiversables los hechos, que muestran al señor ministro de Agricultura
manejando el asunto de la cuota del 15 %, como si su propósito final fuera el
de dejarla eternamente en poder de los frigoríficos, y pregúntense por qué
procede así, y no encontrarán la repuesta.
EXPLICACIONES
INCONGRUENTES E INEXACTAS
Las explicaciones ministeriales son todas
incongruentes e inexactas; sólo conducen a hacer perder un tiempo precioso a
los ganaderos y a perjudicarlos en millones y millones de pesos, mientras el
ministro de Agricultura averigua si son galgos o podencos.
Primeramente pretendió subordinar la
distribución de la cuota a la investigación interminable que haría en Londres
acerca del funcionamiento de los frigoríficos en Inglaterra. Ahora lo niega;
pero lo niega en vano, porque en la
C. de Diputados ha sido confundido, ha sido aplastado con la
lectura de sus propios comunicados y de sus propias notas. En ese asunto, es
curioso que el ministro inglés, señor Runciman, parece el ministro argentino, y
el ministro argentino, señor Duhau, parece el ministro de alguno de los
dominios británicos. El señor Runciman, para aclarar la situación para concluir
con las confusiones que sembró el ministro Duhau, escribió una carta que todos
los señores senadores habrán visto en “La Nación ”
de hace algunos meses, al señor John Pybus, y en esa carta le decía que la
investigación nada tiene que ver con las licencias y que las licencias están a
disposición del gobierno argentino para cuando las solicite. Lo que prueba que
el gobierno argentino no solicita las licencias, no las quiere, desea la
situación actual, e' decir, la cuota en poder de los frigoríficos. Después de
esa triquiñuela de la investigación, el ministro de Agricultura encontró otro
argumento en la necesidad de defender la calidad y el prestigio de las carnes
argentinas que podían ser perjudicados por las exportaciones que hicieran las
cooperativas argentinas no preparadas a ese fin sin perjuicio de que hace rato
que no nos sirven para nada, en materia de precios del ganado en la Argentina , la calidad ni
el prestigio de la carne argentina (nos sirven para que paguen por ella la
mitad de lo que vale). Se le probó que sus temores eran infundados con los
embarques irreprochables, como ya dije, de los frigoríficos Gualeguaychú y Grondona
y con la demostración de que la
Asociación de Carniceros Mayoristas Británicos estaba en
excelentes condiciones para recibir y distribuir la carne argentina.
Entonces echó mano de otro argumento más
inconsistente todavía; no podía dar la cuota a una cooperativa porque se
necesitaba una ley especial. Esa ley especial existe, señor presidente; es la
ley de carnes sancionada el 29 de Septiembre del año pasado, y la Junta Nacional de
Carnes, creada por ella, podía haber hecho la distribución de las cuotas con
carácter temporario o definitivo.
Pero supongamos que no fuera así; supongamos
que la ley de carnes no fuera la ley especial que se requiere para el
funcionamiento de una cooperativa: ¿por qué no pidió al Congreso el ministro de
Agricultura una ley especial? Tratándose de un asunto de esa importancia, de un
interés público indiscutible, el Congreso habría sancionado todas las leyes
especiales que hubiera pedido.
IMPASIBILIDAD DE LA JUNTA NACIONAL DE
CARNES
Por último esgrimió su mejor argumento —digo
el mejor, porque tiene un fondo de verdad, aunque sea insuficiente— el de
reservar la cuota del 11 % para la entidad que organizará la Junta Nacional de
Carnes. Y la Junta
de Carnes se da tan poca prisa que va a vencer el convenio sin que haya
organizado su entidad. Han pasado ya 16 meses. Mientras tanto, los frigoríficos
siguen aprovechando la cuota. Se puede preguntar con sobrada razón: ¿para qué
ha servido la concesión obtenida en el convenio de Londres?
He dicho que ese argumento tenía un fondo de
verdad, porque, efectivamente, en el espíritu de la ley de carnes, está que la
cuota se destine al organismo que surja de ella. Pero ¿qué inconveniente había
en que la junta Nacional de Carnes distribuyera con carácter precario,
transitorio, el 11 % mientras no estuviese en condiciones de marchar el
organismo que tan pesadamente crea? ¿Cuál de las cooperativas argentinas que
solicitaba la cuota, no la hubiera recibido en esas condiciones? Ninguna. ¿No
es, también, en condiciones precarias que el señor ministro de Agricultura la
dejó para los frigoríficos extranjeros? La hubiera dado a Gualeguaychú, o a
Grondona, o a la cooperativa A, B, o C, en las mismas condiciones que a los
frigoríficos extranjeros, y cuando la Junta Nacional de Carnes hubiera organizado el
suyo, la hubiera recuperado.
Por eso digo que solamente en el fondo puede
atribuírsele alguna verdad a ese argumento.
ESCAMOTEO DE LA CUOTA DEL 11 %
Los que admitían que el tratado de Londres
tiene grandes defectos, los que admitían que la República daba mucho y
no recibía casi nada, se,„conformaban al pensar que, por lo menos, se obtenía
el beneficio de la cuota del 11 % y con ella se daría comienzo a la
emancipación de los productores argentinos. La pobre gente creía eso, y yo
pregunto ahora ¿dónde está la ventaja, qué se ha hecho el beneficio? Ha sido
escamoteado en 16 meses de vigencia del convenio.
Nótese también, porque es muy expresiva, la
falta de interés, la lentitud con que procedió el ministro de Agricultura para
organizar la Junta
Nacional de Carnes; eso que la junta debía ser el eje de la
nueva política ganadera, de que tanto parece envanecerse el ministro de Agricultura.
Sancionada la ley en la Cámara de Diputados, no se
sintió jamás, en esta Cámara, interés de parte del Poder Ejecutivo, para que se
sancionara. Hubo un momento en que se creyó al proyecto, abandonado. No puedo
afirmarlo categóricamente, y siento que no esté en el recinto el señor senador
Santamarina, porque creo que él, miembro de la comisión, me dijo una tarde en
una conversación, que no se trataría, y yo pensé que el Poder Ejecutivo quería
echarle al Senado la responsabilidad del aplazamiento de una ley que reclamaban
tantos intereses.
A fines de Septiembre entra en escena la Sociedad Rural. No
han de haber olvidado los señores senadores que se presentó aquí una
numerosísima delegación de la
Sociedad Rural , que venía a pedir la sanción de la ley de
carnes. Lucharon bastante contra dificultades que derivaban de las reticencias
del Poder Ejecutivo, y por último consiguieron despacho el 29 de Septiembre, la
víspera de la clausura de las sesiones, y que el despacho se votara sobre
tablas.
Pero después de la sanción de la ley el
ministro de Agricultura dejó pasar todo Octubre, todo Noviembre y parte de
Diciembre sin designar la Junta
de Carnes. Y la Junta
de Carnes empleó 6 meses en la preparación de unos estatutos.
LAS CLAUSULAS
AMBIGUAS DEL TRATADO DE LONDRES
Todo lo que estoy diciendo es fantástico, y
veo pintarse el asombro en la cara de algunos señores senadores. Parece
imposible que puedan ocurrir impunemente hechos de esta gravedad. ¡E pur si
muove! Si exagero, dígaseme dónde está la exageración si altero los hechos,
dígaseme dónde está la inexactitud. Pero acaso, señores senadores, lo que yo
estoy diciendo, ¿no es lo mismo que se le ha dicho al señor ministro de
Agricultura en la Cámara
de Diputados? ¿Acaso el ministro de Agricultura pudo levantar en la Cámara de Diputados el
cargo de que estaba reteniendo la cuota del 11 % en poder de los frigoríficos,
valiéndose de las cláusulas ambiguas del tratado de Londres? El ministro nada
contestó. Sin duda, se hacía el cálculo de que tenía a sus espaldas una amplia
mayoría oficialista, que no le hará nunca juicio político.
Este argumento de las ambigüedades en las
cláusulas del convenio de Londres, es, en definitiva, el recurso más eficaz de
que se ha valido el ministro. Ha cantado un himno al convenio de Londres; pero
entre col y col, lechuga, le ha echado la culpa de lo que pasa: “No puedo hacer
otra cosa, porque no lo permite el tratado”, dice.
El ministro tiene razón, sólo en parte. Es
verdad que el convenio de Londres, al no permitir el funcionamiento de
compañías frigoríficas argentinas, análogas a las compañías frigoríficas
extranjeras, ha lesionado el interés nacional y también la soberanía nacional,
como dijo el doctor Antonio de Tomaso, con razón, antes de saber que concluiría
por aceptar todo el tratado. Pero el convenio de Londres permite el
funcionamiento de las cooperativas argentinas de exportación; y eso basta. No
tiene entonces, razón el ministro de Agricultura para echar la culpa de su
conducta a las oscuridades ni a las capciosidades del convenio de Londres.
LOS GANADEROS
ARGENTINOS NO SABEN DEFENDERSE
Y voy llegando al final de lo que deseaba
decir. He hecho la evidencia respecto de la actitud del ministro de agricultura
haré ahora la evidencia respecto de la naturaleza y de la magnitud de los
perjuicios que causa con esa actitud.
Dije antes que los ganaderos argentinos no
saben defenderse; podría agregar ahora que la mitad no saben lo que vale la
carne argentina en el mercado consumidor, ni lo que valen los novillos
análogos, o inferiores a los novillos argentinos, en otras partes del mundo. No
conocen, en una palabra, la proporción exacta en que los explotan.
En la Bolsa de Comercio, en la Bolsa de Cereales y hasta en
la calle, durante la baja de los cereales, se comparaban las cotizaciones
vigentes con las cotizaciones universales, y cualquier corredor de cereales, en
tres minutos, establecía que el trigo no podía tener un valor más elevado por
no permitirlo las cotizaciones de Liverpool o Winnipeg, y que el lino tampoco
podía valer más, por no permitirlo los precios de la India o las cotizaciones de
Hull. En cambio, muchos ganaderos argentinos se caen de espaldas cuando se les dice
que el novillo que acaban de vender en 90 pesos, hará pocos días después en
Smithfield, 250 pesos, y que por los novillos que se le paga a un ganadero
argentino a 90 o 100 pesos, se le pagan a un ganadero australiano de 140 a 180 pesos. Sin embargo,
las cotizaciones de Smithfield se publican todos los días en los diarios, y los
precios de Canadá y de Australia se pueden encontrar en cualquier revista.
PRECIO DE LOS
NOVILLOS INFERIORES A LOS ARGENTINOS
Hace pocos días publiqué un reportaje en “Noticias Gráficas” e hice mención de los
precios máximos de 17 y 18
libras australianas, por novillos, inferiores a los argentinos.
Dos o tres días después hablé por teléfono con mi comprovinciano, el
subsecretario de Agricultura señor Brebbia, con motivo de una carta que ese día
había dirigido yo al ministro a propósito de una epidemia que me parece ser
septicemia hemorrágica, y de paso, en esa conversación telefónica, le pregunté
si había leído mi reportaje. Me dijo que sí, y me agregó amistosamente, que
había oído decir, que esos precios, que yo daba, eran erróneos.
¡Cómo van a ser erróneos! Es lo mismo que
decir que son erróneos los precios oficiales de Liniers que publican aquí los
diarios. Yo los había tomado de esta revista que tengo en la mano, una de las
revistas ganaderas más reputadas del mundo, la “Pastoral Review”, de Melbourne.
Aquí están en la página 551; esos precios
máximos van descendiendo después, de acuerdo con la calidad, seguramente, a 15 libras , a 14, a 13, a 12, por novillos que no
han de ser mejores que los de Entre Ríos y Corrientes, Norte de Santa Fe o el
Chaco; hay también novillos para invernar, a 8 y 9 libras y vacas a 6 libras ; todo esto en
ventas de miles y miles de cabezas, en las ferias y mataderos, no en las
exposiciones.
Pero el Ministro de Agricultura no admite
estos precios, que son la consecuencia de una política oficial clarividente,
inteligente! La política de la “competencia”, la política de la exportación por
el frigorífico y por el ganadero; y nuestros precios de ruina, son la
consecuencia de una política oficial torpe, de la política del monopolio, la
política que sacrifica al productor en beneficio del intermediario, la política
que se complace en que las utilidades sean para el intermediario y no para el
productor.
LO QUE PAGAN LOS
FRIGORIFICOS
Voy a demostrar, ahora, que los precios que
pasan los frigoríficos, no pagan los precios que deberían pagar. ¿Cuál es el
precio actual de venta de la carne enfriada argentina en el mercado de
Smithfield? Pueden verlo en los diarios los señores senadores: 4 chelines y 10
peniques por stone de 8
libras , los cuartos traseros, y 2 chelines y 6 peniques,
los cuartos delanteros. En el primer caso, representan esas cotizaciones 7 1/4
peniques por libra, equivalentes a 45 centavos por libra, y en el segundo caso,
23 1/2 centavos por libra, todo eso al cambio de $ 15 la libra cambio favorable
a los frigoríficos, puesto que una parte de sus letras pueden colocarlas en el
mercado libre, al precio de 18, y las colocan.
Veamos lo que representan estos precios
aplicados al rendimiento en carne limpia del novillo típico de exportación, un
novillo de 500 kilos comprado, a veces por un frigorífico a 25 ctvs. el kilo,
peso vivo. Dejemos de lado los novillos de más de 500 kilos, por los cuales
pagan precios inferiores: 20, 18, 16 centavos, haciendo una utilidad mayor y
los novillos más livianos, de 450
a 470 kilos, por los que suelen pagar 28 centavos,
porque ese precio rige en tan pocos casos, que no vale la pena considerarlo.
Por el novillo de 500 kilos, a 25 centavos,
el ganadero recibe $ 125, de donde deberá deducir el costo de producción.
Veamos cuánto obtiene el frigorífico. Quinientos kilos son 1.100 libras , que se
reducen a 660 libras
de carne limpia, al rendimiento ordinario del 60 %, menos 20 libras por merma de
enfriamiento y decomiso, quedan 640 libras ; de esas 640 libras , el 55 %, o
sean 352, corresponden a los cuartos traseros, y el 45 % restante, o sean 288 libras , a los
delanteros. Trescientos cincuenta y dos libras, a 45 centavos, son $ 158,40, y 288 libras , a 23 1/2
centavos, son 67,68. Total, pesos 226,08. Faltan las menudencias y el cuero,
que pueden calcularse a los precios del día, en $ 31. Total general, pesos
257,08, por el novillo comprado a $ 125.
EL COSTO DE
INDUSTRIALIZACION ES EL SECRETO DE LOS FRIGORIFICOS
La utilidad líquida que obtiene el
frigorífico resultará, deduciendo de la entrada bruta el precio del novillo y
el costo de industrialización, más flete y seguro. El costo de
industrialización, es el secreto de los frigoríficos. El gobierno argentino no
ha podido conocerlo oficialmente y el famoso pleito que está en la Corte , el que mantiene en
suspenso la aplicación de las multas a los frigoríficos, ese pleito recae,
precisamente, sobre la negativa de los frigoríficos, a permitir que se
investigue el costo de industrialización y las ganancias; pero hay un consenso
general de que esos gastos, los fletes y el seguro, no pasan de un penique y un
cuarto por libra, o sea $ 51, 54 para un novillo de 500 kilos, peso vivo.
Cincuenta y un pesos con cincuenta y cuatro centavos de gastos y $ 125 de
precio de costo, son $ 176,54, a deducir de $ 257,08, da una utilidad líquida
para el frigorífico de $ 80,54, en 30 días, desde la compra hasta la venta.
Establecida la utilidad del frigorífico,
veamos la del ganadero, ya sea criador o invernador. Si es criador, necesita
dos años o dos años y medio hasta el momento de vender y deberá descontar bajas
por muerte y fletes hasta el frigorífico o Liniers, pero en Liniers no le pagarán
$ 125 nunca, aunque el novillo sea igual al de la estancia. El novillo de 500
kilos no le costará menos de $ 80 y si le pagan $ 125 habrá ganado $ 45 en dos
años o dos años y medio.
El invernador comprará novillos de buena
clase a $ 65, pero necesita 8 meses o más para engordarlos y si obtiene $ 30
libres se da por muy satisfecho, mientras los frigoríficos obtienen $ 80.
Calculando la utilidad por mes, resultará:
para el criador $ 1,50, para el invernador $ 3,50 y para el frigorífico $ 80.
Esto es, señores senadores, un ejemplo de
los menos angustiosos, de los menos irritantes, dentro de la desastrosa
situación de la ganadería argentina.
VENDEDORES
PRIVILEGIADOS Y VENDEDORES DESVALIDOS
Esto es lo que ocurre cuando los
frigoríficos pagan $ 125; pero todo el mundo sabe que el promedio de lo que
pagan no pasa de $ 0,22 o sea $ 110 por animal de 500 kilos, y que pagan,
también $ 100, $ 80, $ 70, $ 60 y los pagan arbitrariamente, puede decirse
cínicamente, festejando como una gracia el que, tratándose de animales
idénticos, a veces de la misma marca, pagan a un vendedor privilegiado. 25
centavos y 20 a
un desvalido. Y no tomo en cuenta el caso del fraude en la clasificación, como
el que fue probado al Frigorífico Anglo y le costó la imposición de una crecida
multa por haber pagado como congelado inferior a 14 centavos, una tropa que dio
el 92 % de chilled.
Sobre un buen novillo de 580 a 600 kilos que un
frigorífico compra a 16 centavos, por haberse excedido en el peso, gana más de
$ 90, aun cuando venda la carne al precio mínimo en Smithfield, mientras que
los ganaderos no obtienen el costo de producción. A veces los frigoríficos
pagan 28 o 27 centavos por novillos de 450 a 470 kilos “baby beef”, pero en esos casos
el número de animales comprados es tan reducido que no puede tomarse en cuenta.
Son precios que rigen para poder decir que han subido el precio a consecuencia
del aumento del 20 % en el cambio. Superchería notoria porque está probado que
en el conjunto de las compras, no han subido el precio después del 28 de
Noviembre. Lo que han subido pagando 27 o 28 centavos cuando antes lo pagaban a
25 y 24 centavos, lo recuperan pagando 18 por lo que antes pagaban 18 o 19.
EL MONOPOLIO
PROTEGIDO
Esta es la obra del monopolio. Los ganaderos
argentinos sufren sus consecuencias porque no han sabido ahogarlo y porque los
gobiernos anteriores no daban importancia a estas cuestiones en los días
prósperos; pero nunca se ha visto un gobierno como el actual, y sobre todo un
ministro de Agricultura como el actual, entregado desembozadamente a la tarea
de impedir que comience, aunque sea débilmente, la exportación cooperativa del
ganado argentino.
La primera cuenta de venta que publicara una
cooperativa argentina que dispusiese siquiera de un 10 % de la cuota para que
los gastos generales no absorbieran la utilidad, concluiría con el despojo
actual. Cualquier persona un poco suspicaz, estaría autorizada hoy a pensar, en
vista de la actitud del ministro de Agricultura que sus actos tan
incomprensibles tienden a evitar que se haga público lo que ganan los
frigoríficos.
¿No conseguiré del Senado de la Nación un voto patriótico
que lleve alguna esperanza al gremio de ganaderos?
EL PROPOSITO DE LOS
PROYECTOS
Los proyectos que ha leído el señor
secretario tienden a eso, a que el Senado de la Nación haga sentir su
influencia en favor de los intereses fundamentales de la ganadería argentina.
Le propongo que concrete en una minuta, su deseo de que se adjudique en plazo
breve la cuota del 11 % emanada del convenio de Londres, debiendo considerar la
situación de las dos entidades que han venido luchando denodadamente para hacer
la exportación de carnes argentinas.
Y por el segundo proyecto propongo una
comisión investigadora compuesta de tres senadores para que establezca, si son
o no ciertos, los precios a que me he referido, y si la situación del comercio
de exportación de carnes argentinas es o no muy grave.
HAY VERDADERA
URGENCIA EN HACER ALGO
Hay verdadera urgencia en hacer algo,
señores senadores; la situación no tiende a mejorar, tiende a agravarse, y si
el Congreso se clausura sin hacer algo práctico, pueden estar seguros los
señores senadores que llegará el mes de Mayo del año que viene y el ministro de
Agricultura, mantendrá la cuota en manos de los frigoríficos. Esto es lo que se
opina en los círculos donde se debaten los intereses ganaderos de la Nación.
Cuando el gobierno dictó el decreto de 28 de
Noviembre bonificando con el 20 % el precio de las letras de cambio, yo creo
que sólo un establecimiento frigorífico aumentó sus precios, y fue la Compañía Sansinena.
Pagaba, entonces, uniformemente 22 centavos por la casi totalidad de lo que
compraba; no pagaba 25 ni 24 centavos, como otras compañías, pero tampoco menos
de lo que he dicho, y elevó el precio de 22; a 25 centavos y siguió comprando a
ese precio la casi totalidad. Había una suba real.
Las otras compañías que pagaban 25 centavos,
subieron espectacularmente el precio a 28 centavos, pero por compras
insignificantes, y como mantuvieron los precios bajos para el 90 % de sus negocios,
resultó que no subieron en conjunto. La Compañía Sansinena
sostuvo esa situación 8 meses, hasta que por último, a mí me parece que se
habrá dicho: “no hay que ser sonsos”,
en vista, sin duda; de la actitud del gobierno argentino que ampara y hasta estimula
que los frigoríficos expriman a los ganaderos; y entonces ha pasado esta cosa
extraordinaria que induce a meditar, señores senadores: en los momentos en que
ha subido en proporciones considerables la carne en Inglaterra, el frigorífico
Sansinena ha comunicado a su clientela que baja 2 centavos por kilo en el
precio de los novillos.
¿Estas cosas no merecen investigarse?
LOS FRIGORIFICOS
CONSTITUYEN UN MONOPOLIO ESCANDALOSO
No teman los señores senadores ser injustos
ni crueles con el señor ministro de Agricultura si votan los proyectos que he
presentado; el ministro de Agricultura saber perfectamente que los frigoríficos
constituyen un monopolio escandaloso; el ministro de Agricultura sabe
perfectamente que realizan ganancias ilícitas; el Ministro de Agricultura sabe
mejor que yo, que se quedan con la utilidad de los cambios. Lo niega en el
Congreso, lo niega en público; pero lo confiesa en otros documentos oficiales. Así
sucede en la nota dirigida a su colega de gabinete, el ministro de Relaciones
Exteriores, doctor Saavedra Lamas, que leyó en la Cámara de Diputados el
diputado Noble, en presencia del ministro y con su asentimiento, mudo.
Opóngase esa nota a los discursos en sentido
contrario que hizo en la Cámara ,
y resulta impresionante, resulta un caso extraordinario de desembarazo, para
decir lo contrario de lo que se sabe que es cierto.
Diré cómo son los hechos. El 8 de Febrero,
el ministro de Agricultura dirigió una nota, de ministro a ministro, al de
Relaciones Exteriores, pidiéndole que encargara al embajador argentino en
Londres, urgir la resolución del gobierno inglés sobre la famosa investigación
en los frigoríficos de Inglaterra. Y entre las diversas consideraciones que
hizo para fundar el pedido, dijo: “Mientras
tanto, las compañías frigoríficas que integran la conferencia no han respondido
con su actitud en la medida que corresponde al plan de restauración económica
iniciado por este gobierno a fines de Noviembre próximo pasarlo. El promedio
general de los precios del ganado de exportación no se ha elevado en la
proporción correspondiente o aproximada al mayor valor adquirido por la divisa
británica, no obstante coincidir esa circunstancia con la mejora de precios que
viene observándose con las cotizaciones de chilled beef en Londres. Esta situación
evidencia que las compañías frigoríficas ejercen en exclusivo beneficio propio
un monopolio de importación de nuestras carnes, que el gobierno británico ha
ratificado con el establecimiento de cuotas de importación al Reino Unido, toda
vez que los precios no dependen ya del libre juego de la competencia, sino de
lo que imponga ese monopolio, al cual el gobierno británico ha entregado el
porciento de la cuota que corresponde a los frigoríficos”.
Esta es la opinión sincera del señor
ministro de Agricultura: Los frigoríficos no han respondido al plan de
restauración que ha iniciado el gobierno, los frigoríficos constituyen un
monopolio en beneficio propio y no han elevado los precios en relación con la mejora
de la divisa británica… Esto dice un documento oficial.
Bien; pero en los primeros días de Junio, en
la Cámara de
Diputados, el diputado Enrique Dickmann dijo que las medidas del gobierno no
han dado resultado, porque los frigoríficos se quedan con el mayor valor de la
divisa que debía corresponder a los ganaderos.
El ministro Duhau debía afirmar lo contrario
y lo afirmó, aun cuando no fuera cierto.
En la página 600 del Diario de Sesiones,
dice: “El ganadero, no sólo ha ganado la
diferencia de cambio, sino que todavía ha tomado una parte del margen de beneficios
del frigorífico”.
Juzguen los señores senadores del valor
moral de este extraordinario documento humano, que acusa y condena a un
ministro para siempre.
Hago moción para que estos proyectos se
traten sobre tablas.
LISANDRO DE LA TORRE
_______
REPLICA DEL SENADOR
DE LA TORRE AL
MINISTRO DUHAU
Sr. de la Torre. — Pido la palabra.
La claridad y la severidad de mi exposición
del sábado pasado, no han sido gratas al señor ministro de Agricultura. Lo
comprendo. Pero, cuando yo fundaba los dos proyectos que se están tratando a la
hora en que él se bañaba en el sol radiante de la Exposición Rural ,
mi preocupación no era, señor presidente la de cosechar aplausos ni vituperios,
sino la de llamar la atención del país acerca de ciertos procedimientos
funestos para la ganadería argentina, que estaban amparados dentro y fuera del
gobierno por un silencio sepulcral.
Me movió el propósito de hacer la luz en un
asunto oscuro, y lo compruebo con mi actitud en esta Cámara después de abrirse
las sesiones, actitud silenciosa que ha sorprendido al señor ministro.
Supe que en la Cámara de Diputados iba a
plantearse la cuestión de las carnes, y me bastó esa noticia para no tomar
ninguna iniciativa, lo que hoy me reprocha el ministro. La interpelación
planteada en la Cámara
de Diputados, por el representante demócrata progresista ingeniero Noble, se
trató con bastante demora a causa de diversas postergaciones, una de ellas
solicitada por el mismo señor ministro, pero al fin se realizó y su resultado fue
concluyente: el señor ministro fue vencido...
Sr. Ministro de
Agricultura (Sr. Duhau). —
¡Qué optimista que es el señor senador!
Sr. de la Torre. — Fue puesta en evidencia su falta absoluta de
razón, cuando no repartió la cuota del 15 % y la dejó a los frigoríficos.
NO ES INTEMPERANCIA
DENUNCIAR UN GRAN ESCANDALO ADMINISTRATIVO
Después de esa sesión memorable, esperé con
paciencia una cantidad de días anhelando ver alguna reacción en la actitud del
señor ministro. Y sólo cuando vi que no la habría, que continuaría protegiendo
el monopolio de las empresas frigoríficas, denunciado por él mismo al
Ministerio de Relaciones Exteriores; cuando vi que seguiría consintiendo en que
se apoderaran de la mejora del cambio, y que seguiría consintiendo en que
rebajen los precios de las carnes en el momento que han tenido una suba
extraordinaria en el Reino Unido, recién entonces señor presidente me resolví a
plantear esta cuestión en el Senado. Pero, eso sí, a plantearla como una gran
cuestión, como un gran escándalo administrativo, que repercutiera en la opinión
pública, último recurso lícito cuando los gobernantes no reaccionan.
A eso, como acaba de oírse, lo llama el
señor ministro, violencia, intemperancia, espíritu sistemático de oposición.
¡Qué le vamos a hacer!
Bendita sea la violencia puesta al servicio
del bien público si remueve y disipa la atmósfera asfixiante que se respira
cuando desaparecen todas las resistencias y triunfan todas las complicidades.
No hay justicia señor presidente en decir que yo haga en esta Cámara una
política de oposición sistemática, como lo pretende el ministro. La política
propiamente dicha está excluida de mi programa, y se necesita que se produzca
algún suceso grave y excepcional como fue hace poco tiempo el del estado de
sitio, para que haga uso de la palabra. Cuando me opongo a medidas gubernativas
censurables, sea que se trate de la sanción de presupuestos con déficit,
confesado o disimulado, sea que se trate, como el año pasado, de la
substitución de un plan de elevadores cooperativos por un plan de elevadores
oficiales; sea que se trate de un cierto modus vivendi con Chile, que
comprometía imprudentemente industrias argentinas nacientes, o sea que se trate
del mismo convenio de Londres, lo hago con tal acopio de buenas razones que los
defensores del gobierno y de sus errores no encuentran cómo refutarme.
Podría agregar, que a veces doy pruebas de
gran ecuanimidad, como aquella en que el señor ministro de Relaciones
Exteriores, doctor Saavedra Lamas, desde su banca ministerial en este recinto
me invitó a que colaborara activamente en la obra de gobierno. Al poco tiempo,
le ofrecí un plan de conversión de la deuda interna al 4 %, tan oportuno que
todavía hoy se oyen las lamentaciones de los que comprueban que la conversión
al 5 % no ha producido economías apreciables ni ha influido en la baja del
interés en la proporción que lo exigía la baja de los valores económicos. Al
presentar estos proyectos, al pedir al Senado que vote una investigación en un
asunto de vital importancia que nunca se aclara, al reclamar que se aproveche
la cuota de carnes del convenio de Londres, que fue tan ponderada, en vez de
hacer oposición al gobierno, lo beneficio por una razón muy sencilla: porque en
los actos gubernativos benéficos, pronto se olvida el nombre del legislador que
los promoviera y todo el provecho queda para el Poder Ejecutivo.
CAMPANAZO EN
DEFENSA DE MILLARES DE GANADEROS
Colocado en este plano superior, no he
retrocedido ante la necesidad de analizar la conducta del señor ministro de
Agricultura y he dado un campanazo, efectivamente he dado un campanazo tan
resonante que se ha oído desde Jujuy hasta la Tierra del Fuego.
No me he preocupado, es verdad, de si dañaba
o no con eso la carrera política del señor ministro de Agricultura…
Sr. Ministro de
Agricultura. — Eso
me interesa tan poco...
Sr. de la Torre. —…me he preocupado de si beneficiaba
o no a millares y millares de ganaderos argentinos, laboriosos y honestos, que
viven hoy esquilmados por un monopolio extranjero.
Si mis conciudadanos aprecian esa actitud, me
sentiré íntimamente satisfecho; y si no la aprecian, si aplauden más bien la
voz de mis detractores, mi conciencia quedará igualmente tranquila, porque
estoy bien seguro de la rectitud de mis intenciones.
En todos los parlamentos del mundo, señor
ministro de Agricultura, se llama a las cosas por su nombre; solamente en éste
se quiere poner sordina a la palabra de los oradores, que respetan el límite
respetado en los demás parlamentos: la cultura de la forma. Y yo no he empleado
palabra alguna gruesa para zaherir al señor ministro. Hice desfilar hechos y
leí notas, y los hechos y las notas hablaron con una elocuencia que yo no
tengo. Puestas las cosas en su lugar, en respuesta a las alusiones del señor
ministro, entremos ahora a la cuestión fundamental.
PRIVILEGIOS DEL
GOBIERNO BRITANICO
Hace un año y cuatro meses largos se firmó
el convenio de Londres, que sólo ha de durar tres años. La República Argentina ,
por ese convenio renunció a administrar el 85 de la cuota de carnes que importa
a Inglaterra, concedió rebajas arancelarias tan importantes que si he de creer
a las informaciones particulares que son las únicas que pueden obtenerse en
estos tiempos en que el gobierno se encierra en procedimientos herméticos,
habrían costado en el primer cuatrimestre de este año 15.000.000 de merma en la
renta; concedió también al gobierno británico el privilegio, quizás justo, pero
no por eso no menos valioso de aplicar en beneficio de su comercio la totalidad
de las letras de cambio que se originen en las compras británicas.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No es la totalidad.
Sr. de la Torre.— Desbloqueó
fondos de las empresas y de los comerciantes británicos por más de 170.000.000
de pesos papel, que no podían salir de la República Argentina ,
y para desbloquearlos, transformó esos valores en oro tomando a su cargo la
pérdida del 20 a
25 % en el quebranto de capital e intereses del empréstito que emitió. Prometió
protección a los ferrocarriles británicos, que no protegen por su parte a la
producción nacional, y lo ha cumplido de diversas maneras, y una de ellas que
no puedo afirmar sea absolutamente exacta, por el silencio que guarda el
gobierno en todas las medidas financieras, una de ellas sería haber dado a los
ferrocarriles libras esterlinas al tipo de 15 pesos, mientras los importadores
de los artículos de primera necesidad que consume el pueblo argentino, pagaban
de 17 a 18.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Eso es absolutamente inexacto.
Sr. de la Torre. — Algún día lo sabremos.
El señor ministro no lo sabe, pero dice que
es inexacto porque yo he declarado que no tengo la prueba.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No haga juego de oratoria. No se le ha dado a los ferrocarriles, esa es la
palabra oficial.
Sr. de la Torre. — La palabra oficial, cuando la
expresa el señor ministro de Agricultura, no siempre traduce la opinión del
Poder Ejecutivo.
El señor ministro de Agricultura, dijo el
año pasado en esta Cámara, cuando se discutió la ley de elevadores de granos,
que no era admisible emitir los empréstitos de desbloqueo sin una ley especial,
y la opinión del señor ministro no fue respetada por el Poder Ejecutivo. Demos
a las palabras el valor que tienen.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No tiene nada que ver con esto. Siga el señor senador con sus datos inexactos y
construya en el aire.
COMO UNICA
COMPENSACION SE RESERVO PARA EL PAIS LA CUOTA DEL 15 % DE LAS EXPORTACIONES Y EL GOBIERNO
NO QUIERE ENTREGARLA A LOS GANADEROS ARGENTINOS
Sr. de la Torre. — En compensación de todas las
concesiones que hace la
República Argentina en el convenio de Londres, recibió una
sola reventaja computable y fue el reconocimiento de una mínima cuota de carnes
del 11 % para usarla en beneficio de la ganadería argentina.
El país entero, que es un país crédulo,
creyó al Poder Ejecutivo y creyó al Congreso cuando le dijeron que ese
beneficio iba a producir efectos inmediatos, y el señor presidente de la República , en algunos
brindis y discursos, lo anunció también y los partidarios del tratado sin excepción,
esperaron la inmediata aplicación de la medida.
Habría sido, entonces, antes de firmarse el
convenio de Londres, y no ahora el momento de averiguar si es cierto o no lo
que dice el señor ministro de Agricultura: que los ganaderos argentinos no
tienen capacidad para exportar sus carnes ni siquiera en un 11 por ciento.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No he dicho nada de eso.
Sr. de la Torre. — Lo ha dicho.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No es exacto.
Sr. de la Torre. — ¿Por qué no da la cuota,
entonces? ¿Por qué no se organiza la cooperativa?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Ya he dicho que las voy a organizar. ¿Qué más quiere?
Sr. de la Torre. — Cuando habla como ahora,
contradice todo lo que afirmó el gobierno de que forma parte. Habría sido
entonces, repito, el momento de averiguarlo, porque los gobiernos serios no se
preocupan de proyectar medidas importantes para que resulte después que son
ilusorias e impracticables.
El gobierno argentino si hubiera podido
comprobar la exactitud de lo que hoy dice el señor ministro Duhau, en lugar de
pedir la cuota debió rechazarla. Si se adelantaba Gran Bretaña a ofrecérsela,
debió decirle: No, eso está bueno para Australia, Canadá, África del Sud, para
los países civilizados, pero no para la República Argentina ,
cuyos ganaderos no son capaces de exportar su carne. Pero, ¿qué iba a decir eso
el gobierno si decía lo contrario? Y no solamente lo decía, sino que entre las
personas que se entusiasmaban o aparentaban entusiasmarse, con la idea de las
cooperativas ganaderas, estaba el actual M. de Agricultura, entonces diputado
nacional. Intervino en el debate de la Cámara y lamento no haber pedido el Diario de
Sesiones correspondiente, pero recomiendo a los señores senadores que lo lean y
traten de ajustarlo con lo que dice hoy.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No tengo ni idea de lo que dice, ni el señor senador lo sabe. Está construyendo
en el aire.
Sr. de la Torre. — Declaró que eran una necesidad
las cooperativas y formuló un proceso a la inercia de los gobiernos anteriores,
porque no las habían creado. Lo que criticó a los gobiernos anteriores es lo
que él está haciendo ahora.
Las esperanzas que sugirieron los brindis
del presidente de la
República y los discursos del Congreso, entre ellos el del
señor diputado Duhau, fueron después defraudadas, y la cuota continuó en poder
de los frigoríficos extranjeros. Gualeguaychú y Grondona y Compañía, tienen el
4 % con anterioridad al convenio de Londres.
De manera, que rigurosamente, no se ha dado
nada, absolutamente nada en razón de la famosa cláusula tan ponderada; única
ventaja que obtenía la
República Argentina en el convenio de Londres.
EL MINISTRO HA
BURLADO EL CONVENIO DE LONDRES O CONSPIRA CONTRA LA GANADERIA ARGENTINA
El señor ministro de Agricultura se
encuentra en frente de un dilema formidable, cuyos dos términos son igualmente
graves: si ha dificultado deliberadamente la organización de las cooperativas
argentinas y ha impedido que se inicie la exportación directa de carnes, ha
burlado las cláusulas del convenio de Londres y ha contrariado los intereses de
la ganadería argentina. Y si lo ha hecho por indolencia, su culpa no es menos
grave. En uno y otro caso, aparece como un ministro que no está a la altura de
la misión que debía realizar. Ha perdido 16 meses sin crear ni permitir que se
cree el organismo argentino que debía iniciar la exportación directa de carnes.
Un ministro diligente y capaz, un ministro
que hubiera querido sinceramente organizar una gran cooperativa de todos los
ganaderos del país, lo habría conseguido en dos meses, por que habría
encontrado en todas partes buena voluntad.
Pero cuando el ministro de Agricultura de la Nación es el primero
que obstruye la constitución de las cooperativas, y como esta tarde, a unos,
porque son blancos y a otros, porque son negros, los encuentra malos a todos y
los subordina al interés de los frigoríficos extranjeros es él quien hace
fracasar la iniciativa. El señor ministro decía, que quitarle parte de la cuota
a unos y darla a otros era arbitrario, para lo cual consideraba igualmente
legítima la posición de un frigorífico extranjero, que según él mismo está
monopolizando el comercio argentino de carnes, con la posición de una
cooperativa argentina que se propusiera liberar a los productores de la tiranía
del monopolio, monopolio que la
República Argentina es el único país del mundo que soporta.
Si el señor ministro de Agricultura se pone
a obstruir la sanción de la ley de carnes, en vez de favorecerla; si cuando la
ley de carnes se sanciona, en vez de designar la junta que crea, se pasa meses
y meses sin nombrarla; si cuando la
Junta de Carnes, una vez nombrada, pierde el tiempo, el
ministro deja que lo pierda; y si cuando la Junta de Carnes proyecta los estatutos y se los
pasa al ministro para que los apruebe, les pone una piedra encima, y los
retiene en su poder desde el 21 de julio hay que creer que el ministro es el
culpable de la situación creada.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Le voy a explicar por qué no se han aprobado todavía esos estatutos. ¿Me permite
el señor senador?
Sr. de la Torre. — Si es para confirmar que es
cierto lo que digo, sí.
Sr. Ministro de
Agricultura. — Le
puedo confirmar que es exacto tan sólo para darle ese placer; pero le voy a explicar
al señor senador por qué se ha demorado un mes y unos días la resolución sobre
un asunto tan fundamental como es la constitución de un mecanismo representativo
de los productores de carne, que deben intervenir en el manejo de la cuota de
acuerdo a ese propósito constructivo, por el cual se ha obtenido esa cuota de
11 % a que me he referido.
La demora es aparente, pues el mismo día que
recibía el proyecto de estatutos, dije al presidente de la Junta de Carnes que siga
organizando todas las cosas para que cuando quedara resuelto ese asunto, sobre
el cual tengo algunas ideas propias, pudiera ponerlo de inmediato en ejecución.
Además, como la concurrencia de los ganaderos al acto eleccionario dependía de
las contribuciones que hubieran pagado, había que resolver primero esa
situación.
Sr. de la Torre. — Me dijo el señor ministro que iba
a interrumpirme brevemente y me hace un discurso; no me dejaba interrumpir a
mí.
Sr. Presidente
(Patrón Costas). —
La Presidencia
entiende que el señor senador había aceptado la interrupción.
Sr. de la Torre. — Para una explicación, no para un
discurso.
Precisamente lo que pierde al señor ministro
de Agricultura son las explicaciones y los anuncios pseudoconstructivos…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Decir eso del ministro de Agricultura que es pura acción en el ministerio! Eso
es querer engañarse a sí mismo.
Sr. Presidente. — Ruego al señor ministro no
interrumpir.
Sr. de la Torre. — De lo que acabo de decir resulta
que si la cooperativa a que pone tantas trabas y reparos, tuviera algunos,
defectos, sería culpa de él, porque una cooperativa que ha querido organizarse
a despecho de la voluntad del gobierno, no puede tener todas las adhesiones que
hubiera conseguido, de no luchar con la hostilidad del gobierno.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es totalmente inexacto.
Sr. de la Torre. — El señor ministro es el único
responsable de cualquier deficiencia que tuviera la cooperativa de ganaderos.
EL MINISTRO
DEFENSOR DEI. MONOPOLIO FRIGORIFICO IGNORABA LOS PRECIOS DE AUSTRALIA O QUISO
TERGIVERSARLOS
Ahora, voy a pasar al punto en que se ha detenido
el señor ministro más largo tiempo: a los precios en Australia, y la Cámara va a quedar
asombrada de la ligereza —permítaseme la palabra— de la ligereza, repito, del
señor ministro de Agricultura.
He dicho más de una vez que la crisis
ganadera argentina se explica en pocas palabras; es un efecto del monopolio,
aun cuando los mismos ganaderos argentinos no lo perciban; o aunque aquellos
que lo perciben no proceden en consecuencia.
No es que el precio de la carne argentina en
el mercado consumidor sea bajo, como sucede con los cereales; es que los
frigoríficos no pagan por la carne argentina lo que vale. Para comprobarlo, me
referí en mi exposición del sábado, no sólo a los precios en el mercado
consumidor, sino también a los precios de los novillos en los mercados
domésticos de los países que compiten con la República Argentina
en la producción de carnes y me especialicé con Australia por tratarse de un
país en donde, produciéndose carne de calidad inferior a la Argentina , los novillos
se venden a mejor precio.
El señor ministro debe ignorar que las
carnes australianas son inferiores a las argentinas, porque no lo ha dicho. Era
un punto esencial.
Yo expliqué el mejor precio de los novillos
australianos por la competencia, porque en aquel país no está monopolizada la
exportación. El señor ministro de Agricultura, defensor del monopolio
frigorífico...
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Rechazo por absurda esa manifestación.
Sr. de la Torre.— …como lo voy a probar, el señor
ministro, digo, comprendió, como lo ha comprendido hoy, todo el alcance de mi
demostración y apenas publique en “Noticias
Gráficas” un reportaje en que hablaba en términos generales de los precios
del ganado australiano, que llegaba, dije, en su máximo, en algunos casos,
hasta 17 y -18 libras ,
como sucedía con los novillos de Kinberley que se mandan a Perth, el ministro
decidió encaramarse en la tribuna de la Sociedad Rural y
polemizar conmigo, contando con la benevolencia de un auditorio que vive
estremecido ante los frigoríficos, extorsionado por el temor de que no les “revisen”. El ministro rompió, al
proceder así, con una tradición recomendable y discreta.
Es costumbre no usar la tribuna de las
entidades neutrales, para polemizar con los adversarios políticos. Procediendo
de otro modo, se da lugar a que se crea que la entidad neutral se embandera en
una determina tendencia y en este caso, el ministro de Agricultura debió
comprender que la Sociedad
Rural Argentina nada ganaría en prestigio, si se la supusiera
embanderada en las filas de los defensores del monopolio frigorífico.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es absurdo todo eso.
Sr. de la Torre. — Empezó la polémica en los mismos
términos en que ha planteado hoy la cuestión.
El ganado australiano, lejos de venderse a
mejor precio que el argentino, se vende a un 65 % menos.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Ganado de exportación, señor senador; no confundamos.
Sr. de la Torre. — No hable de ganado de
exportación, sino del precio de los novillos en Australia. Cuando se vende un
novillo a un precio satisfactorio, poco importa que se exporte o se consuma.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Cómo no va a importar, si el mercado internacional es uno y el interno es otro
totalmente distinto y desvinculado- del internacional en muchas regiones de
Australia.
Sr. de la Torre. — Si el señor ministro me refutaba
con lealtad…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
En esa forma lo hace siempre el ministro.
Sr. de la Torre. —…entonces debió hacerme la
refutación en el terrera en que yo me había colocado. Le prevengo que no le doy
mayor importancia a la distinción, porque también rigen estos precios para el
ganado de exportación.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No, señor; ya lo probé…
Sr. de la Torre. — Es que no entiende estas casas.
Ya lo va a ver ahora, señor ministro.
Le recomiendo que tenga la paciencia que me
recomendaba. ¿Quién es ahora el excitado?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Yo no estoy excitado.
Sr. de la Torre. — Guarde la línea; le prevengo que
yo no voy a borrar sus interrupciones del Diario de Sesiones. Nunca lo hago; ni
excepcionalmente, ni sistemáticamente.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Haga como quiera; no me interesa. Puede borrarlas.
Sr. de la Torre. — Yo había autorizado mis
opiniones refiriendo la fuente de donde las sacaba. El ministro no hizo
referencia a fuente alguna, había que creerla bajo su honrada palabra. Pero aun
en ese caso, yo estaba en un terreno ventajoso, porque por muy honrada que sea
la palabra del ministro, tratándose de precios de ganado australiano, sabe
mucho más una revista de Australia, que un ministro de la República Argentina.
Sr. Ministro de
Agricultura. — Esa
es una simple afirmación.
Sr. de la Torre. — ¿Acaso ha exhibido hoy la fuente
de dónde saca los datos? No la ha exhibido.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Pero, señor senador; si están todas aquí.
Sr. de la Torre. — ¿Dónde?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Están aquí, sobre mi mesa, y las he puesto a disposición de toda la Cámara para que las
viera.
Sr. de la Torre. — No las hemos visto. Las ha
mostrado por las tapas. Nadie ha podido leer lo que dicen esas revistas. Me
complace sobremanera que, al parecer, sean también entregas de la “Pastoral
Review”, lo que autoriza la fuente que yo uso.
Hoy no ha usado aquí el truco de
Antofagasta, que usó en la
Sociedad Rural , pero no estará demás recordar (pie admite que
los novillos de Kimberley y de Perth llegan a pagarse a 18 libras . Es distinto el
caso de los novillos que llegaban a Antofagasta. No sabe lo que dice el señor
ministro.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No le permito que diga eso.
Sr. de la Torre. — De Salta a Antofagasta iban, porque
ahora van muy pocos, los novillos a través del' altiplano andino; salían de
Salta “de pella y grasa” y llegaban a Antofagasta apenas de “carne blanca”,
exhaustos de fatiga, y los novillos que llegan a Perth de Kimberley, llegan en
un estado en que valen invariablemente una libra más que los novillos nativos
de Perth, que también hacen a veces el precio de 17 libras .
Pero ésta no es la cuestión. El mismo señor
ministro dijo, y eso es exacto, que de Perth no se exporta ganado al Reino
Unido, que la exportación se hace del otro extremo de Australia, del extremo
oriental y meridional, lo que, como digo, es exacto, y a mí también me conviene
que sea exacto para mi demostración. Entonces, trasladándose de la Australia occidental a la Australia oriental, dijo
que los novillos gordos de Queensland valían 5 libras .
Eso lo dijo, porque el señor ministro aunque
es un estanciero experto, como ministro confunde un novillo flaco con un
novillo gordo.
Queensland, el Estado elegido por el señor
ministro para sus demostraciones, es un país tropical; está situado entre los
paralelos 11 y 29 en una latitud correspondiente al Brasil, al Paraguay. Y no
sé cómo ha omitido advertir el señor ministro que los ganados que se crían en
esas latitudes no son nunca de primera calidad. Son ganados de la zona de
garrapata, y el ganado de Queensland es inferior al de Tasmania, Victoria y
Nueva Gales del Sur…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es el 92 % de la exportación de Australia.
Sr. de la Torre. — Eso es lo que dice el señor
ministro pero no lo prueba.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Cómo no; está aquí, en la “Pastoral Review”.
Sr. de la Torre. — Cinco libras australianas al
cambio de 13,72, que es el más bajo que se le puede hacer a la libra
australiana, pues en realidad debería hacérsele un cambio de 14 a 14 y medio pesos; cinco
libras a ese cambio son 70 pesos. Y el precio de 70 pesos por un novillo flaco
de la zona de garrapata, es un precio doble o triple del que se paga aquí en
Entre Ríos, Corrientes, Norte de Santa Fe y el Chaco.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¿A qué cambio pone la libra australiana?
Sr. de la Torre. — A 13,72.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es menos que eso…
Sr. de la Torre. — He hecho el cambio al tipo más
desfavorable para mí, tendría derecho a ponerle 14 o 14,50.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
El señor Senador tiene derecho a ponerle cualquier cosa, pero el cambio de la
libra esterlina es de 12 pesos.
Sr. de la Torre. — El cambio más bajo es de 13,72.
Pro aunque no fueran 70 pesos, aunque fueran 67 o 65, ¿se paga en Corrientes,
en el Chaco o en Santa Fe 65 pesos por un novillo flaco y de poca calidad?
LOS PRECIOS EN
QUEENSLAND
Sr. de la Torre. — Tenga un poco de paciencia y
déjeme llegar a Tasmania.
En Queensland es un precio excelente el de 5 libras , o sea 70 pesos,
por un novillo liviano; pero ese no es el previo más alto en Queensland; es el
precio inferior en las cotizaciones del ganado de ese Estado en la ventas en
remates y ferias.
En el mes de junio, dijo que no había cotizaciones
en la “Pastoral Review”. El ministro fue mas afortunado que yo: encontró
cotizaciones en ese mes en la Pastoral Review ”, y entonces, con una expresión
sonriente, me reprochó que yo hubiera dicho que no había leído la revista con
atención. Bien, señores Senadores. El señor Ministro, que vuelvo a repetir,
como estanciero es muy competente, pero como ministro hace graves confusiones,
no solo confunde los novillos flacos con los gordos…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No he confundido nada de eso.
Sr. de la Torre. —…sino que ha confundido, ahora
los novillos con los bueyes y los torunos. Ha confundido ―repito― los novillos
y bueyes viejos.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Esta equivocado.
Sr. de la Torre. — Pido a los señores senadores que tengan a bien
revisar la entrega de la revista “Pastoral Review”, en la página que el ha citado,
y verán que lo que encuentran son cotizaciones de bueyes.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es la página 631. Y pongo a disposición de la Cámara la traducción de la citada revista, donde verán
que el señor senador por Santa Fe se equivoca.
Sr. de la Torre. — No había en Junio, dije, en la “Pastoral
Review” cotizaciones de novillos de Queensland, pero las hay en otros meses.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Pido, señor presidente, que se inserte en el Diario de Sesiones, el contenido
de esta revista.
Sr. de la Torre. — Y pido que no se me interrumpa.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No se enoje.
Sr. Presidente
(Patrón Costas). —
Permítame el señor ministro. El señor senador por Santa Fe no desea ser
interrumpido.
Sr. de la Torre. — Tranquilice sus nervios el señor
ministro; tome un poco de bromuro.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
El señor senador no me va a poner nervioso con su dialéctica. Las cifras son
aplastantes.
Sr. de la Torre. — En Enero de 1934 la misma
revista dice que los novillos pesados en Queensland se cotizaban entre 102
pesos argentinos mínimo y 112 pesos máximo. En Febrero, entre 100 y 103; en
Marzo, suben y alcanzan a 105 y 115 los pesados.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
En Queensland el ganado es de exportación.
Sr. de la Torre. — En mayo se cotizan a 124 pesos,
los novillos gordos de Queensland, que son de la zona tropical, de la zona de
garrapata.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No es exacto; no es zona de garrapata. Está equivocado, la garrapata sólo
existe en el Norte de Queensland.
Sr. de la Torre. — Sí, son de garrapata. El señor
ministro dice esas cosas porque no lee…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
El que no lee es el señor senador.
Sr. de la Torre. — Si hubiera leído bien la revista
habría encontrado un suelto alarmante acerca del efecto que están produciendo en
Australia los baños garrapaticidas. Está cundiendo la tristeza que habían
conjurado porque la hacienda, a fuerza de ser bañanada continuamente, pierde la
inmunidad. Eso dice la revista que tiene en la mano el señor ministro y no ha
sabido encontrarlo.
Bien, señor presidente; la cotización de
Mayo, da 124 pesos por un novillo de Queensland.
El señor ministro lo niega, pero la dice la “Pastoral
Review”. Pretenda saber más que la revista, pero no pretenda negar el dato que
está a la vista.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No hagamos discusiones estériles; pido que se publiquen en el Diario de
Sesiones todos los datos estadísticos que he leído en esta Cámara. No entremos
a esa discusión porque va a resultar muy aburrida.
Sr. de la Torre. — Sería bueno que se diera la
fotografía de esas páginas en el Diario de Sesiones.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Si el señor senador lo desea…
Me hace muy poco honor; tenga en cuenta el
señor senador que soy un hombre honesto, que no tengo deudas…
Sr. de la Torre. — Cuando el señor ministro pone en
duda la cotización que acabo de leer, es natural que pida que se fotografíe la
página.
—El
señor senador Correa hace una observación en voz baja al orador.
¿Dice el ministro que no tiene deudas?... Por
lo menos hace lo posible por no tenerlas.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No tengo hipotecas, tampoco…
Sr. de la Torre. — ¡Es una suerte ser rico
heredero!
Sr. Ministro de Agricultura.
— Tengo mis
manos bien callosas.
Sr. de la Torre. — Queda bien establecido que el
señor ministro, ha querido hacer creer que las cotizaciones mínimas de los
novillos de Queensland, que corresponden a los novillos flacos, son las que
corresponden a los novillos gordos.
LOS PRECIOS EN
TASMANIA
Salgamos de Queensland, salgamos del
trópico, vamos a los Estados que producen las mejores carnes australianas:
vamos a Tasmania y Victoria. ¿Cuánto valen los novillos especiales de Tasmania
y de Victoria?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es una región importadora de carnes.
Sr. de la Torre. — En Tasmania, los novillos
especiales, en enero de 1934, valían $ 205,80. ¿Cuántos años hace que en la República Argentina no
se paga $ 205,80 por un novillo de ninguna clase?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Yo nunca le he negado al señor senador que no valieran ese precio los novillos
allí, pero se trata de regiones de consumo y no de exportación.
Sr. de la Torre. — En Tasmania, en Febrero, las
vaquillonas especiales $ 137. En Victoria, en el mes de Marzo, los novillos $
178; en Australia del Oeste, $ 200.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Tampoco exporta carnes.
Sr. de la Torre. — En Enero, $ 164.
He dicho que éste es el resultado de la
competencia, y lo repito; el señor ministro ha querido negarlo, pintando con
colores sombríos, la situación de la ganadería australiana, diciendo que los
sistemas cooperativos están en ruina y que la carne australiana se paga en
Londres a dos peniques menos que lo que reciben los productores argentinos. Eso
dijo.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Yo no he dicho en Londres, yo he dicho en Australia.
Todo eso es inexacto. Está equivocado; ha
interpretado mal; lea el Diario de Sesiones.
Sr. de la Torre. — En Australia, la exportación de
carne se hace por frigoríficos particulares, por cooperativas y por el propio
productor, que embarca su carne por intermedio de alguna de esas
organizaciones, recibe una parte del precio a cuenta y, después, cuando se
liquida la carne en Inglaterra, recibe el saldo.
Esa es la forma más usual de hacer la
exportación de carnes de Australia. De manera que en el 90 % de los casos, es
el productor quien recibe los altos precios, como sucedería hoy, precios que
han pasado de 90 centavos por kilo en la semana pasada y han llegado en algunos
casos a 99. Eso lo recibe el productor australiano, mientras que, el productor
argentino vende al contado al frigorífico, el frigorífico exporta y aprovecha
él esos precios.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No hay un solo frigorífico cooperativo para la exportación de ganado vacuno.
Sr. de la Torre. — ¡No me interrumpa!
Sr. Presidente
(Patrón Costas). —
Ruego al señor ministro se sirva no interrumpir al orador.
OPINION TEMERARIA
DEL MINISTRO
Sr. de la Torre. — Otra opinión temeraria del señor
ministro, que iba olvidando entre mis apuntes, 'es la de que la carne limpia
australiana se vende actualmente a 19 chelines, que convertidos a un cambio
arbitrario, al cambio de 12 darían 25 centavos.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Cambio real.
Sr. de la Torre. — Vuelvo a repetir que eso no es
exacto. Ofrezco esta revista para que vean los señores senadores que tampoco el
precio es real.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Voy a pedir la inserción y fotografía de todos estos documentos para que los
vean los que no me conocen, porque la gente que me conoce, no lo precisa.
Sr. de la Torre. — La carne de novillo de primera
en Australia, se vende entre 28 y 33 chelines el “cental” o sea las 100 libras , y esos precios
representan de 41 a 49
centavos papel argentino. Esos precios constan en la revista. ¿Cuál es,
entonces, ese precio de 19 centavos con que ha querido anonadarnos el señor
ministro? Es el precio de la carne de buey, a veces de bueyes viejos. “Aged
oxen” dice la revista en alguna página.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Pero, señor senador, es el 92 % de la carne que exporta Australia. ¡No traiga
estas cosas el señor senador! ...
Sr. de la Torre. — Lo que ha leído el ministro en
la página 651 de “Pastoral Review”, corresponde a carne de buey.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Está equivocado, es la página 631.
EL MINISTRO
ARGUMENTA CON MALA FE
Sr. de la Torre. — Por otra parte el debate ha
sobrevenido a propósito de mi cita de la página 551. ¿Por qué no se ha referido
a esa página, por qué no ha dicho que la “Pastoral Review” está equivocada? Si
no lo ha dicho, si la “Pastoral Review” no está equivocada, los precios que yo
saco de la “Pastoral Review” son exactos: 15 libras para Tasmania, 14 libras en Nueva Gales
del Sur, y 5 libras
para los animales flacos y ordinarios de Queensland, lo que es muy
satisfactorio para la ganadería flaca y ordinaria.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Para comparar, hay que comparar cosas homogéneas; no se puede comparar ganado
de exportación con ganado de consumo.
Sr. de la Torre. — Es lo mismo. Ha hablado también,
muchos años, frigoríficos cooperativos con notorio exceso, en Australia y Nueva
Zelandia, y posteriormente ocurrieron del fracaso de las cooperativas. Se
organizaron hace muchas quiebras, a consecuencia de esas quiebras se produjo un
movimiento de concentración, muy explicable, habiéndose instalado más
frigoríficos que los que se necesitaban, pero eso no es un fracaso del sistema:
sería lo mismo que decir que la ganadería, la agricultura y la industria
argentina han fracasado, porque continuamente, y sobre todo en las malas
épocas, se arruinan ganaderos, agricultores e industriales.
A lo dicho, puedo agregar, para evitar
confusiones, que el costo de la producción de carne en Australia es más elevado
que en la República
Argentina y el gobierno la protege; otorga una prima de
exportación y subvenciona a las compañías navieras para que hagan fletes
convenientes a fin de que la carne australiana pueda competir con la Argentina.
No he computado nada de eso en mis precios.
He dado los que se pagan en los corrales de las ferias y nada he agregado en
consideración a la prima al animal de exportación, ni tampoco he agregado nada
en concepto de que el novillo australiano rara vez da un rendimiento limpio de
más de 55 % y el novillo argentino da el 60 por ciento.
GRAVE CONFESION DEL
MINISTRO EN CONTRA DE NUESTRA GANADERIA
Bien. Pasemos a otro tema, que tiene mucha
substancia.
En los primeros tiempos después de la
vigencia del convenio de Londres, el señor ministro no se atrevía a confesar
públicamente lo que ha confesado esta tarde: que se propone seguir dejando la
cuota a los frigoríficos…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Totalmente inexacto.
Sr. de la Torre. — …diga lo que diga el Convenio de
Londres.
Ahora que se cree triunfante, ahora que la Junta Nacional de
Carnes ha procedido en una forma que hace imposible que su organismo esté listo
para funcionar antes de la terminación de la vigencia del convenio de
Londres...
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Más sombrías previsiones todavía.
Sr. de la Torre. —…ahora hace francamente, la
defensa del monopolio, como la hizo en la Sociedad Rural.
En un párrafo prominente de su discurso en la Sociedad Rural ,
dijo lo que sigue:
“Para
aplicar la política de limitaciones cuantitativas, el gobierno británico se ha
visto forzado a otorgar licencias de exportación a los frigoríficos, a fin de
que las restricciones se hicieran proporcionalmente a todos por igual.
Frigoríficos ingleses y norteamericanos sufrieron el corte con la misma
intensidad. El gobierno británico no quiso despojar a unos intereses para
beneficiar a los otros. Ha querido respetar las situaciones creadas y sólo ha
consentido en salirse de esta política y hacer una excepción concediendo al
gobierno argentino las facilidades de disponer de la cuota del 15 % de las
licencias de exportación. Pero no lo ha hecho para que el gobierno argentino
pueda cometer las arbitrariedades que el propio gobierno británico quiso evitar.”
Como se ve, le llama “arbitrariedades” a tomar
la cuota del 11 % de los frigoríficos extranjeros y dársela a una cooperativa
ganadera…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Si no hay una razón de mejora para la ganadería argentina.
Sr. de la Torre. —…”Y no lo ha hecho —prosigue—para
que el gobierno quite las licencias a algunos intereses particulares y las
otorgue a otros por respetables y beneméritos que fueran”.
Este párrafo contiene la esencia del
discurso y coincide con lo que ha dicho esta tarde casi textualmente.
Sr. Ministro de
Agricultura. — Pido
que se inserte…
Sr. de la Torre. — ¡No me interrumpa!
Sr. Ministro de
Agricultura. — ¡Se
enojó!
Sr. de la Torre. — No me interrumpe rezonga. Si hablara
claro, pero es un murmullo que no alcanzo a oír.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Si se me permite, me voy a dar vuelta para hablarle con toda claridad.
Sr. de la Torre. — Es una táctica, porque en este
punto no le conviene dejarme hablar. Repito que ese párrafo del discurso
contiene la esencia de su pensamiento.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Solicito que el discurso a que se refiere el señor senador se inserte en el
Diario de Sesiones. -
AFIRMACIONES
INEXACTAS DEL MINISTRO
Sr. de la Torre. — Es un conjunto de
interpretaciones inexactas. Dice que el reparto individual de las licencias de
exportación es inherente a la política de limitaciones cuantitativas de Gran
Bretaña.
¿No ha puesto Gran Bretaña una cuota de
importación a los Dominios y no les ha dejado la libertad de distribuir
individualmente las licencias? Si eso es así, ¿por qué afirma el señor ministro
que la fijación de las licencia es inherente a la política de limitaciones
cuantitativas de Gran Bretaña?
No le podría decir que ignora que los
Dominios administran su cuota. Entonces ¿cómo puede afirmar, si sabe que los
Dominios administran su cuota, que la fijación de las licencias por parte de
Gran Bretaña es inherente a su política de limitaciones cuantitativas? Agrega
que Gran Bretaña se vio forzada a poner la restricción a la Argentina de no disponer
sino de un 15 por ciento de la cuota. Pero no ha explicado que es lo que ha
forzado a Gran Bretaña a hacerlo si dejaba en libertad a los dominios, ¿por qué
no lo hacía también con la República Argentina?
EL MINISTRO DEFIENDE EL MONOPOLIO CONTRA LOS INTERESES NACIONALES
Lo más enorme es la parte final del discurso
donde se ve que al ministro de Agricultura de la República Argentina, las entidades argentinas que tienden a emancipar el comercio de
carnes de la tiranía de los frigoríficos extranjeros, no le merecen más respeto
que un frigorífico Monopolizador.
El convenio de Londres adjudicó a la República Argentina el
15 % de la cuota; eso significaba, evidentemente que se les quitaría el 15 % a
los importadores actuales y se le daría al gobierno argentino para que lo
distribuya. Esto es indiscutible, es elemental, y sin embargo el ministro
sostiene ahora que no se le puede quitar el 11 % a los frigoríficos. A la
pretensión de hacerlo le llama arbitrariedad; califica esa actitud como “quitarle a unos intereses para darle otros
intereses”. No habla sino de intereses de los frigoríficos, está
textualmente dicho en su discurso. Es sorprendente en un ministro de
Agricultura de la
República Argentina.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Lo sorprendente es que el señor senador haga esas deducciones de un discurso
que comenta o ha entendido mal.
Sr. de la Torre. — No preocupan al ministro los
intereses “respetables y beneméritos”
de la ganadería argentina.
Sr. Ministro de
Agricultura. — Y
el señor senador ¿qué intereses defiende? ¿Los intereses de quién defiende?
Sr. de la Torre. — De la ganadería argentina.
GANADEROS SOMETIDOS
A LOS FRIGORIFICOS
Vuelvo a repetir, señor presidente, que el
señor ministro estaba rodeado en aquel momento de los grandes ganaderos, que
viven pendientes de que los frigoríficos les revisen o no les revisen. De ahí
esa actitud de los ganaderos, sometidos a la tiranía de los frigoríficos, que
aquí existe, como en otros países existe la tiranía de los magnates del
petróleo. Los ganaderos tiemblan. Es posible que hayan aplaudido al ministro;
es posible.
TODO SUBE MENOS LA CARNE
En los últimos meses subieron los cereales en
el mercado universal y la suba repercutió en la República Argentina; subieron los oleaginosos y sucedió lo mismo; subieron las lanas y los
cueros, produciéndose análogo efecto. Subió también la carne en el mercado,
británico en una proporción no menor que la de los granos y la de los cueros.
¿Subió acaso la carne en la República Argentina ? No, señor presidente, bajó
la carne en la República Argentina.
Durante la suba en el Reino Unido, la mayor
parte de los frigoríficos mantuvieron los precios anteriores y hubo uno, el
Sansinena, que bajó dos centavos, o sea 10 pesos por novillo de 500 kilos.
Explíquense esas cosas los señores senadores porque el ministro no ha explicado
absolutamente nada…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
He dicho que la comisión investigadora se encargará de eso.
Sr. de la Torre. — ¡Sí, la comisión investigadora!
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Sí, señor.
COMPARACION DE
PRECIOS DEMOSTRATIVA DE LOS PERJUICIOS INJUSTOS QUE SUFRE LA GANADERIA ARGENTINA ,
Y EL PRIVILEGIADO BENEFICIO DE LOS INTERMEDIARIOS
Sr. de la Torre. — Entonces yo, en la seguridad de
no fatigar a la
Honorable Cámara , voy a hacer una breve comparación entre los
precios que han regido en tiempos anteriores y los de hoy. En años anteriores,
la carne valía en Smithfield lo que vale hoy, o menos, porque, si bien puede
parecer que la carne actualmente vale el mismo número de chelines o peniques
que hace tantos años atrás, representa más en la Argentina ; tenemos la
moneda desvalorizada. Cuando en Inglaterra valía la carne menos de lo que vale
hoy, se pagaban aquí 32, 33 y 35 centavos el kilo vivo por novillo. Y hoy se
pagan 20, 22 y 25 centavos cuando no se pagan 16 ó 18. Esa demostración quiero
hacer a la Honorable Cámara.
En el año 1926, la carne enfriada argentina
valía 57 centavos el kilo, y los frigoríficos pagaban por los novillos 28
centavos el kilo vivo. En el año 1928 subió la carne en Smithfield a 61
centavos y los novillos subieron en la Argentina a 31 centavos. En el año 1929, la carne
volvió a subir en Smithfield a 66 centavos y los frigoríficos pagaban por los
novillos los mismos 31 centavos del año 1928. La suba sobrevenida representaba
15 pesos, por novillo, que recibieron íntegramente los frigoríficos manteniendo
el precio de 31 centavos. En 1930 vuelve a subir la carne y alcanza a 72 centavos
el kilo. La suba equivale a $ 30,39 por novillo, respecto de la cotización del
año 1928, y sin embargo, los frigoríficos siguen pagando 31 centavos como
máximo. En el año 1931, la carne baja 2 centavos en Smithfield, y los
frigoríficos bajan en la
Argentina 5 centavos, es decir de 31 centavos a 27,50.
Comparando con los años anteriores, resulta
que pagan por la carne a 72 centavos en Smithfield lo que pagaban en el año
1927, cuando la carne valía 50 centavos, en Smithfield. La ganancia que se
arrebata a los ganaderos excede de 60 pesos por cabeza.
Tal es el régimen de las “situaciones
creadas” de que ha hablado esta tarde con tanto entusiasmo el ministro.
Después del 28 de Noviembre; 4a situación
empeora, porque los frigoríficos agregan a sus ganancias el 20 % de mejora en
el cambio.
La falta de relación entre los precios de
venta en el Reino Unido y los precios de compra en la Argentina , ha sido establecida por la Junta de Carnes en un gráfico del mayor interés,
gráfico que está actualmente reservado, lo que no se explica, ni se justifica.
Sus conclusiones no pueden apartarse de los datos oficiales conocidos y, de
acuerdo con ellos, se llega a la siguiente conclusión:
En Smithfield el 25 de Noviembre de 1933,
valía la carne 50 centavos el kilo, y un mes después, el 23 de Diciembre valía
78 centavos, con una suba del 56 %.
En la Argentina , el 25 de Noviembre de 1933, los
frigoríficos pagaban por los novillos 20 centavos el kilo promedio y siguen
pagando 20 centavos promedio el 25 de Diciembre.
Sr. Ministro de
Agricultura. — Es
el error en que siempre incurre en sus cálculos el señor senador.
Sr. de la Torre. — Será un error de la Junta Nacional de
Carnes.
Sr. Ministro de Agricultura. — Son cálculos
mal barajados. La materia prima es buena, la interpretación es mala.
Sr. de la Torre. — Podría el señor ministro emplear
su influencia para que la
Junta Nacional de Carnes publique el gráfico.
Sr. Ministro de
Agricultura. — Lo
haré, señor senador, pero debo expresarle que trabajamos a puertas abiertas.
MINISTRO QUE FALTA
A LA VERDAD
Sr. de la Torre. — La suba ha beneficiado exclusivamente
a los frigoríficos. Es la época en que el señor Duhau es ministro y los
frigoríficos hacen lo que les parece.
Durante todo el tiempo registrado en el
gráfico de la Junta Nacional
de Carnes, Noviembre de 1933
a Abril de 1934, los precios de los novillos en la Argentina forman una
línea recta y los precios de Smithfield una línea quebrada que sube y baja,
pero cuando baja, en su punto máximo, que es el 17 de Marzo de 1934, se
encuentra 12 centavos arriba del precio originario del 25 de noviembre.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¿A qué cambios están calculados?
Sr. de la Torre. — No obstante esos datos oficiales
que el ministro conocía ya el 8 de febrero, cuando se dirigió al ministro de
Relaciones Exteriores…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¿Repite el argumento?
Sr. de la Torre. —…fue a la Cámara de Diputados en el
mes de junio y afirmó que los frigoríficos devuelven íntegro el 20 % de la suba
del, cambio a los ganaderos y que los hacen partícipes en el margen de sus
beneficios.
El ministro ha intentado en vano explicar
esta tarde los motivos que lo habrían inducido a enviar su nota al ministro de
Relaciones Exteriores, pero ni siquiera, —noten los señores senadores—, ni
siquiera ha intentado explicar por qué habiendo mandado esa nota, fue después a
la Cámara de
Diputados y dijo lo que le constaba no era verdad.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es la verdad. Lo sostengo.
Sr. de la Torre. — Que los frigoríficos devuelven
al ganadero la mejora del cambio y todavía lo hacen partícipe de las
utilidades.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
La comisión investigadora lo dirá.
Sr. de la Torre. — Yo acepto, señor presidente, que
este punto tan grave para la autoridad del señor ministro de Agricultura, sea
investigado.
Sr. Ministro de
Agricultura. — A
solicitud mía.
Sr. de la Torre. — El ministro no puede quedar en
la situación comprometida en que se encuentra.
¿QUE MOVILES
PÉRSIG-UE EL MINISTRO AL MALOGRAR EL CONVENIO DE LONDRES?
¿Cuál puede ser el móvil que llevó al
ministro de Agricultura a proceder de esta manera, malogrando los anunciados
beneficios del convenio de Londres, al dejar la cuota del 11 % en poder de los
frigoríficos? No lo comprendo, y tan sólo, entre otras razones, tengo la
impresión de que tiene la idea fija de no consentir en que el manejo de la
cuota argentina del 11 % salga de una entidad exclusivamente representativa del
interés de los grandes ganaderos argentinos.
No es una teoría que yo invento; es lo que
el ministro ha confesado, en unión de los diputados que lo acompañaron en el
reciente debate de la interpelación.
La teoría asume más o menos esta forma:
tenemos una cuota limitada de exportación; guardémosla para las carnes más
valiosas; es decir, guardemos la cuota y los relativamente altos precios que
pueda representar, para los grandes productores del chilled, y que corran su
suerte los pequeños productores que venden en Liniers y la ganadería de Entre
Ríos, del Norte de Santa Fe y la del Chaco.
CONCEPTOS
REACCIONARIOS Y GUERRA A LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES
Estas ideas son muy explicables en un
gobierno que ha surgido al conjuro de conceptos reaccionarios, y no abandona la
esperanza de formar una oligarquía de terratenientes, que convierta en un
privilegio la cuota de las carnes.
La negativa de entregar el manejo de la
cuota a una cooperativa de pequeños productores, invocando razones que son
todas especiosas, no es una casualidad, es un síntoma. Es un acto consciente
que se inspira en los conceptos sociales, financieros, políticos, filosóficos y
religiosos que caracterizan al gobierno actual…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Totalmente inexacto!
Sr. de la Torre. —…y que se traducirían, como he
dicho, en la resurrección de un nuevo monopolio de las carnes en favor de
determinados productores.
Si el ministro de Agricultura hubiera
consentido a raíz de la aprobación del convenio de Londres, en que una
cooperativa de pequeños ganaderos, semejante a las cooperativas de Australia,
de Nueva Zelandia y del Canadá, hubiera recibido el manejo de la cuota, y lo
hubiera realizado con éxito, ¡adiós sus caras esperanzas!
Estas ideas pueden causar sorpresa, pero las
compruebo, recordando al Senado, que la actitud actual del ministro de
Agricultura, respecto de las cooperativas de pequeños ganaderos, es exactamente
la misma actitud que adoptó el año pasado en contra de las cooperativas de
agricultores y en contra de los elevadores de granos cooperativos. ¿Qué hizo el
ministro de Agricultura una vez que hubo destruido los elevadores cooperativos
de granos, una vez que hubo detenido la exportación directa de granos por los
productores, que ya había comenzado con el primer cargamento que mandara la Asociación Argentina de
Cooperativas a la
Cooperativa de Manchester? ¿Qué hizo? Hizo exactamente lo que
está haciendo ahora: dilaciones, dilaciones y dilaciones. Perder el tiempo con
cualquier pretexto y dar después cualquier explicación; traer técnicos del
Canadá, que no se necesitan y hacerlos estudiar un problema estudiado.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Eso es lo que cree el señor senador, con su ligereza.
Sr. de la Torre. — Y pedir prórrogas al Congreso,
sin ninguna razón ni fundamento, sabiendo que el Congreso se las dará, como se
las ha dado ya.
Cuando se discutió esa ley, yo aseguré en la Honorable Cámara
que era impracticable; anuncié, en presencia del ministro, que estaba en esa
misma banca, que no podría cumplirla, y él, —no ha de haberlo olvidado el Senado—,
contestó con aplomo, que sí, que la ley se cumpliría dentro de sus términos. Y
los señores senadores la votaron.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Se cumplirá, señor senador.
Sr. de la Torre. — Llegó el término de seis meses
para la licitación, pasaron los seis meses, y no ha licitado nada, ni licitará
nada.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Se estudia, que es lo primordial. Las improvisaciones son malas, señor senador.
SENTIMIENTOS
ANTICIONALISTAS DEL MINISTRO
Sr. de la Torre. — Volviendo a la cuota del 11 %,
pregunto: ¿si el Ministerio de Agricultura encontraba, sinceramente, que no
debía darla a ninguna cooperativa argentina, porque no las consideraba en
condiciones, si pensaba eso aunque no tuviera razón, y quedaba la cuota sin
destino, ¿por qué no le dio al de Gualeguaychú?...
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Ya lo he dicho.
Sr. de la Torre. — ¿Por qué prefirió dejarla a los
frigoríficos del monopolio? Esto no tiene respuesta, sino en los sentimientos
antinacionalistas del señor ministro.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Protesto contra esa afirmación!
Sr. de la Torre. — Alardea de un nacionalismo
frenético.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Sí, señor, más sincero que el suyo.
Sr. de la Torre. — Pero, en el hecho, —que es lo
que interesa—, la cuota que pudo tener Gualeguaychú, la dejó a los frigoríficos
extranjeros.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Ya he explicado esta situación.
Sr. de la Torre. — Podría preguntar: ¿También
comparte esa política la Junta Nacional de Carnes? ¿Es solidaria de los
errores del ministro?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Pero si esa junta es autónoma, señor senador.
Sr. de la Torre. — ¿Por el hecho de que sea
autónoma, no puede participar de las ideas del ministro?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
En cuanto a la distribución de las cuotas son los miembros de esta junta los
que proceden.
Sr. de la Torre. — ¿Tienen esos miembros de la
junta las mismas ideas que el ministro de Agricultura?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Naturalmente que han de tenerlas.
Sr. de la Torre. — Yo he estado en la creencia de
que la junta era tan responsable como el ministro en este asunto.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Totalmente.
Sr. de la Torre. — Pero, por informaciones que he
oído…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Cuántas cosas oye el señor senador!
Sr. de la Torre. —…no afirmaría que la Junta Nacional de
Carnes no estuviera dispuesta a dar la cuota precariamente a una entidad
cooperativa seria, si el ministro no la desautoriza aprobándole sus estatutos.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Se le aprobarán, señor; no tenga miedo.
Sr. de la Torre. — Se aprobarán, sí, pero no se
aprueban, señores senadores, esto es tan grave como el discurso que pronunció
en la Cámara
de Diputados, diciendo que los frigoríficos devolverían a los ganaderos la
mejora…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Los señores senadores sabrán apreciar lo que he afirmado aquí.
Sr. de la Torre. — Vuelvo a repetir: el 21 de
Julio, hace mes y medio, la junta mandó los estatutos al Ministerio de
Agricultura y todavía están con una piedra encima.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Ya lo he explicado.
Sr. de la Torre. — Y ha agregado esta tardé que
tiene ideas propias, lo que quiere decir que hará perder otros seis meses al
objetar los estatutos.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es una mera afirmación.
Sr. de la Torre. — Eso quieren decir sus palabras.
NADA JUSTIFICA EL
REPUDIO DEL MINISTRO A LOS FRIGORIFICOS NACIONALES
Las defensas de su actitud que ha intentado
el señor ministro de Agricultura coinciden con las que refuté en mi exposición del sábado, de manera que seré
muy breve a su respecto.
Pretende que el trabajo de industrializar la
carne para la exportación frigorífica es muy difícil y que el país puede verse
expuesto al descrédito de sus carnes por dejar la exportación en cualquier
mano. Eso no tiene fundamento. El trabajo de preparar reses para la exportación
frigorífica no puede ser más sencillo y un frigorífico lo efectúa de la misma
manera que lo-hace el otro: Es el trabajo de faenar el novillo, de limpiarlo
muy bien y de colgarlo de un clavo en una cámara frigorífica que tiene un
termómetro para controlar la temperatura.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Magnífica definición de un frigorífico!
Sr. de la Torre. — ¡Estoy hablando a los efectos de
la preparación del embarque; no venga a enredar el asunto! Los frigoríficos
hacen después otras cosas como la utilización de los subproductos, etcétera.
Estoy hablando nana más que de la forma en que podría influir la preparación
deficiente sobre la calidad y el prestigio de la carne. A ese respecto, todos
los frigoríficos son iguales. No se puede faenar un novillo, limpiarlo y
colgarlo de un clavo en una cámara frigorífica sino de una manera.
Son cuentos lo de que el frigorífico
Gualeguaychú o el señor Grondona podrían desprestigiar la carne argentina por
defectos de preparación.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Digo que son los más inferiores que han ido a ese mercado.
Sr. de la Torre. — He recogido informaciones a ese
respecto y las remesas que hacen son excelentes…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Yo traigo informaciones oficiales.
Sr. de la Torre. — También eran oficiales las
informaciones que llevó a la
Cámara de Diputados…
Sr. Ministro de
Agricultura. — Y
han sido informaciones exactas.
Sr. de la Torre. — También se ha insistido mucho en
pretendidas dificultades para la colocación en el mercado británico. No existe
dificultad alguna para la colocación. Y yo, aun cuando el ministro ha
pretendido que no me intereso nunca por estos asuntos…
Sr. Ministro de
Agricultura. — Públicamente.
En su gestión oficial.
Sr. de la Torre. — Públicamente, hace dos años, en
una sesión del mes de Julio de 1932, presenté una minuta que el Senado tuvo a
bien votar, pidiéndole datos al Poder Ejecutivo sobre la exportación de carnes.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Vaya la intervención!
Sr. de la Torre. — En el punto 11 de mi
cuestionario, decía: “Organización actual
de la distribución de las carnes importadas en Gran Bretaña. Firmas
independientes que intervienen en su comercialización. Nacionalidad de los
componentes de éstas y garantías que presenten”.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Es un simple pedido de datos que no define orientaciones.
Sr. de la Torre. — El Poder Ejecutivo contestó: “Existen en el mercado de Smithfield,
juntamente con los puestos que poseen los frigoríficos de la Argentina ,
aproximadamente 220 puestos mayoristas de firmas importadoras de carnes que
comercian con carnes argentinas y de toda las procedencias que llegan a
Smithfield. Las firmas que comercian en la importación de carnes en los
mercados del Reino Unido, son en su mayoría británicas, australianas,
neozelandesas y norteamericanas. Se trata de firmas antiguas, muy conocidas y
de mucho arraigo en ese país”.
“Entre
las firmas independientes desvinculadas de los frigoríficos en la Argentina , existe
especial interés en ponerse en contacto con asociaciones de productores en los
países extranjeros, a efectos de recibir directamente las carnes frigorificadas
sin intervención de las combinaciones de las compañías que tienen acaparada la
producción de carnes del Río de la
Plata ”. Esto lo dijo bajo su firma el presidente cle la República.
Sr. Ministro de
Agricultura. — Y
qué hizo con esos datos? ¿Alguna acción constructiva?
Sr. de la Torre. — Se estableció que no hay dificultad
en que los productores argentinos exporten directamente.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Recién ahora se despierta.
Sr. de la Torre. — Parece mentira que no me
entienda el señor ministro.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
El señor senador no quiere entender lo que digo.
Sr. de la Torre. — No existían dificultades en
opinión del actual gobierno y del anterior ministro de Agricultura para la
colocación.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¿Desde cuándo sabe eso?
Sr. Correa. — ¡Son interrupciones arrastradas!
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¿Arrastradas?... ¡Protesto contra esa manera de expresarse!
Sr. Correa. — ¡Que conste la protesta del
señor ministro!
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Pido que se me haga respetar!
Sr. de la Torre. — Yo no he oído…
Sr. Correa. — ¡Es un comentario de almacén!
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡La forma como se expresa el señor senador, es un comentario de almacén!
Sr. Correa. — Constará su protesta en el
Diario de Sesiones, pero creo que será saludable esta incidencia, si termina
con esas interrupciones.
HAY AMPLIO MERCADO
PARA COLOCAR LAS EXPORTACIONES DE LOS FRIGORIFICOS ARGENTINOS
Sr. de la Torre. — La pregunta 12 se refería al
número de carnicerías que cuentan en propiedad en Gran Bretaña las compañías
importadoras de carnes con frigoríficos en la Argentina , y el número
total de estos negocios en todo el Reino Unido. Esta pregunta la formulé porque
los defensores de los frigoríficos han dicho aquí toda la vida: no se puede
luchar, tienen todas las carnicerías de Gran Bretaña.
Y nada de eso es cierto, como resulta del
mensaje del Poder Ejecutivo. En la contestación detalla el número: “De acuerdo con estas cifras, dice el
mensaje, y teniendo en cuenta el promedio de los aumentos habidos en 1923, con
relación a 1913, y 1928 con relación a 1923, puede estimarse en 50.000 el
número total de carnicerías en todo el Reino Unido, en la actualidad.
Este número, con
relación a las 2.600 de propiedad de la Compañía The Union Cold Storage, que posee
frigoríficos en la Argentina ,
Brasil, Australia y otros países, representa una proporción de 5,2 %, o sea una
carnicería de la “Cold Storage” por cada 19 carnicerías de otros propietarios”.
La pregunta 14 estaba formulada así:-
“Si el
Ministerio de Agricultura considera que habría ambiente en Gran Bretaña para
entidades comerciales que se crearan en la Argentina con el objeto de proveerla de carne
frigorífica, en las cuales tuvieran intervención los mismos productores
argentinos”.
El presidente de la República contestó:
“El
momento es muy propicio para que los productores argentinos se inicien en la
exportación de productos al Reino Unido, contándose con un ambiente muy
favorable de parte de las autoridades británicas, como de los comerciantes
importadores de carne. La substitución que viene sufriendo el producto de
primera calidad de la
Argentina por otro de inferior clase, ha influido para que
las autoridades británicas miren con simpatía cualquier iniciativa de los
productores argentinos tendiente a corregir ese cambio en perjuicio del consumidor
británico”.
Creo que esto es decisivo, para demostrar
que los argumentos que se hacen no tienen fundamento y que el ministro actual
de Agricultura contraría lo que ha venido sosteniendo el mismo gobierno de que
forma parte.
LAS COOPERATIVAS
ARGENTINAS ESTAN EN CONDICIONES DE EXPORTAR CARNES
Otro argumento, de que por fortuna no se ha
usado esta tarde, es el de la falta de capitales de las cooperativas que han
solicitado la cuota al Ministerio de Agricultura. Hay que darse cuenta de lo
que es una cooperativa. Si la cooperativa tiene ganado, el capital que necesita
es muy pequeño. Y en el caso de la cooperativa argentina que se presentó
solicitando cuota, sus asociados podían disponer de inmediato de alrededor de
100.000 novillos, que estarían, o no, todos gordos, pero no todos se iban a
exportar inmediatamente. La cuota del 11 % representa, más o menos, de 120
a 130.000 novillos en el año. Desde el
primer momento los asociados de la cooperativa tenían con exceso lo que la
cooperativa necesitaba. Lo que hay es que les han inventado defectos. El
ministro de Agricultura en vez de favorecer las cooperativas las ha obstruido y
va en camino de realizar su propósito.
Argumentos como ésos no se pueden tomar en
serio; son un simple reflejo de la mala voluntad que se ha tenido respecto de
todos los que han intentado poner en peligro la permanencia de la cuota en
poder de los frigoríficos.
EL GOBIERNO SABOTEA
LAS COOPERATIVAS ARGENTINAS
Otras entidades se han presentado
preguntando qué requisitos debieran llenar para poder constituirse. No se les
ha contestado, no se les ha acusado recibo.
La firma Grondona y Compañía, que tiene una
cuota reconocida en el convenio de Londres, se presentó a la Junta Nacional de
Carnes diciendo que un núcleo importante de ganaderos auténticos quería
constituir una cooperativa en conexión con ellos y preguntando cuáles eran los
requisitos que necesitaban llenar. La Junta Nacional de Carnes no les contestó.
Reiteraron la nota, y la aclararon y manifestaron que no se compondría la cooperativa
sino de ganaderos auténticos; que las acciones no ganarían interés; que estaban
listos para exportar doscientas toneladas semanales de carne. La Junta Nacional de
Carnes no les contestó tampoco la segunda comunicación.
Esa firma se había dirigido al mismo tiempo
al Ministerio de Agricultura —me parece que en el mes de Octubre del año
pasado— llamándole la atención sobre la aplicación que se les hacía de las
reducciones dispuestas por el Board of Trade para la importación general de
carnes argentinas, la reducción del diez por ciento, que después fue del
catorce por ciento, sosteniendo que si ellos tienen una pequeña cuota dentro
del quince por ciento no es el caso de que se les reduzca a ellos, sino que en
todo caso el Poder Ejecutivo diera eso menos a los frigoríficos trustificados.
El ministro de Agricultura, que está aquí presente, no contestó esa nota.
Más adelante la misma firma se dirigió con
el mismo razonable propósito a la
Junta Nacional de Carnes. Tampoco se les contestó.
En ese ambiente se desenvuelven los que
pretenden constituir cooperativas, no obstante los elogios a las ventajas del
Convenio de Londres, en un ambiente de mala voluntad.
EL GOBIERNO SOLO
DEFIENDE A LOS FRIGORIFICOS
En las esferas oficiales sólo se defiende a
los frigoríficos y así se ha consolidado el monopolio, y esto Sr. Presidente no
tiene como único efecto el de hacer que se pague por el ganado argentino la
mitad de lo que se paga por el australiano; el monopolio produce otro efecto
pernicioso, divide a los productores argentinos de carne en dos clases: los
grandes y los chicos, los favorecidos y los desvalidos, los que venden a cinco
centavos más y los que venden a cinco centavos menos. Los grandes venden en la
estancia a los precios máximos que quiere pagar el frigorífico y los chicos
venden en Liniers a varios centavos menos del precio a que habrían vendido los
mismos animales otros vendedores privilegiados.
SITUACION INICUA DE
LOS PEQUEÑOS GANADEROS
Los frigoríficos nunca tienen interés en
revisar las tropas de los pequeños ganaderos; los esperan tranquilamente en
Liniers y se los “tragan”. Esto es público y notorio. Sucede todos los días y
nadie lo ignora, menos el ministro de Agricultura; porque supongo que si lo
supiera habría por lo menos hecho algo para remediar una situación tan inicua.
Y no ha hecho nada; al contrario, en su discurso de la Sociedad Rural no
ha tenido sino ironías y menosprecios para los que protestan, o hacen alguna
crítica a los grandes ganaderos. La parte más ingrata de ese ingrato discurso
del ministro es para mí el “lasciate ogni speranza” que deja caer sobre la
cabeza de los infelices que tienen que vender en Liniers. Por cincuenta o cien
novillos un frigorífico no se incomoda; los espera que caigan.
EXACCION DE 160
MILLONES A LOS AGRICULTORES
No quiero terminar esta réplica sin hacerme
cargo de la crítica que me ha hecho el ministro, porque al hablar del plan del
precio mínimo, en la sesión del sábado, para encomiarlo, hice una reserva que,
según él, importaba un elogio mezquino.
El ministro de Agricultura trae esa cuestión
al debate y no me desagrada poner las cosas en su sitio, averiguando lo que
puede haber en ese plan del precio mínimo, de intención sincera en proteger al
agricultor argentino y lo que puede haber de estratagema fiscal para sacar del
bolsillo de los contribuyentes 160.000.000 de pesos que no se podían sacar con
el recurso constitucional del impuesto…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Que volverán en obras de beneficio al productor.
Sr. de la Torre. — El plan del precio mínimo, como
dice el ministro, en el hecho significa lo siguiente: el gobierno ha extraído
170.000.000 de pesos de los bolsillos de los productores y consumidores; ha
dedicado 10.000.000 para subir el precio del trigo en beneficio de los
agricultores y se ha quedado con el resto, o sea 160.000.000 de pesos, sin
autorización del Congreso y sin decir ni siquiera qué ha hecho, ni qué hará con
ese dinero.
Si el Poder Ejecutivo hubiera dispuesto de
10.000.000 de pesos tomándolos de rentas generales para mejorar el precio del
trigo y proteger a los agricultores, tendría derecho a que se le reconociera el
espíritu de sacrificio que pretende.
Si el Poder Ejecutivo hubiera extraído de
los bolsillos de los productores y consumidores 10.000.000 de pesos con un
impuesto especial, sin afectar sus rentas generales, y los hubiera aplicado a
proteger a los agricultores ya no tendría derecho a aspirar a las palmas del
martirio, pero sí a que se le reconociera una diligente preocupación por la
suerte de los agricultores.
CUENTO DEL TIO A
LOS AGRICULTORES
Pero usando el P. E. se apropia de
170.000.000 en nombre de los intereses de los agricultores, invocando la
necesidad de subir el precio del trigo, e invierte nada más que 10.000.000 en
la suba y se hace un capitalito con los otros 160.000.000, entonces las cosas
cambian.
De manera que pido al señor ministro que
deje sus conceptos laudatarios al amor del Poder Ejecutivo por los agricultores
para alguna ocasión más propicia.
La comisión aconseja al Senado votar
favorablemente el pedido de investigación y votar desfavorablemente la minuta
que se refiere a la distribución de la cuota.
PRETEXTO
CONSTITUCIONAL PARA NO MOLESTAR A LOS FRIGORIFICOS
Naturalmente que estoy conforme con el
primer despacho. Hace tantos años que el Poder Ejecutivo viene anunciando que
va a hacer una investigación, y nunca la ha hecho; y siempre con pretextos,
porque eso, señores senadores, de que no se ha podido llevar a cabo la
investigación porque un frigorífico ha planteado la cuestión de la
inconstitucionalidad de la ley, es un pretexto. ¿De cuándo acá las demandas de
inconstitucionalidad enervan la fuerza de las leyes del Congreso?
Se ha inventado esa doctrina y se la ha
extendido al cobro de las multas. Cualquier particular, un industrial, un
ganadero que incurre en una multa, la paga, y si considera que es injusta, paga
e inicia la demanda después. Los frigoríficos, no; así lo ha resuelto el
ministro de Agricultura. Se les imponían multas y se les cobraban. Pero el año
pasado, en Septiembre, cuando estaban acumulados expedientes de multas a los
frigoríficos por 500.000 pesos, el ministro dio orden de suspender el cobro
hasta que los jueces resolvieran los juicios que habían iniciado.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No habían sido aplicadas las multas aún.
Sr. de la Torre. — Hubieran sido o no aplicadas. La
situación tiene además el peligro de la prescripción. Naturalmente, el ministro
dice no sé con qué fundamento o razón, que eso no se prescribe.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Nunca he dicho eso.
Sr. de la Torre. — Pero yo le recuerdo al Senado
que hay ya un caso de prescripción operada, el caso del Frigorífico Armour, en
que por retardo en el despacho de la
Cámara de Apelaciones de Mercedes, se prescribió la multa, a
los dos años; y las multas suspendidas actualmente son de principios del año
1933. Faltan seis meses para la prescripción.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Pero no están aún prescriptas.
Sr. de la Torre. — Ese es el criterio oficial.
MALA OPORTUNIDAD
PARA SOLIDARIZARSE CON EL MINISTRO
Creo, pues, que la comisión ha estado bien
inspirada al aconsejar que se nombre la comisión investigadora y creo,
naturalmente que los fundamentos del otro despacho son débiles.
Proceder con prudencia, dijo el miembro
informante. Hay que ver si es el caso de proceder con prudencia. Cuando se han
perdido ya 16 meses y el convenio sólo tiene una duración de 36 meses, es de
preguntarse si es todavía el caso de proceder con prudencia.
La comisión no ha medido bien el tiempo.
Dice, también, la comisión que el 15 %
podría desequilibrar la situación del mercado inglés. Pero, señor presidente:
si ese 15 % no es un 15 % nuevo, es la cuota acomodada. Simplemente que ese 15
% o mejor dicho, ese 11 %, en lugar de exportarlo determinados frigoríficos
extranjeros, lo exportarían cooperativas argentinas. Entonces, ¿qué se va a
desequilibrar, si estamos siempre en la misma situación?
En fin, yo comprendo que los señores
senadores, tratándose de un ministro de su filiación, dan un voto de
solidaridad; pero está mal elegido el asunto.
En estos apuntes desordenados que tomé,
puede ser que alguna cosa se quede sin contestar.
El señor ministro ha hablado tres o cuatro
veces de tirar la cuota a la marchanta. ¿De dónde ha sacado ese concepto?
Retirar la cuota a los frigoríficos, tal como está preceptuado en el convenio
de Londres, y darla a una entidad argentina, que se hubiera fomentado y no que
se hubiera contrariado, ¿eso sería tirar la cuota a la marchanta? Si fuera
cierto que se tratara de tirar la cuota a la marchanta, yo también diría que
no, pero hay que ver si lo que se proponen las entidades que han pedido la
cuota, sobre todo una o dos, con las mejores intenciones, puede ser llamado
tirar la cuota a la marchanta. Eso es hablar por hablar.
Y con esto doy por terminada mi réplica.
DE LA TORRE CONTESTA AL
MINISTRO
Sr. de la Torre. — Pido la palabra.
Tuve especial cuidado cuando repliqué al
señor ministro de Agricultura en no decir palabra alguna que pudiera servir de
pretexto para colocar en el terreno de una gresca personal lo que es un asunto
de interés público
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No, señor…
Sr. de la Torre. — ¡No le pregunto nada, ni me
interesa lo que diga!
Molestado, sin duda, por lo certero de mis
golpes en la réplica, por ahí, en algunas de sus exclamaciones a media voz que
yo no oía bien, dijo algo impertinente que alcanzó a oír mi colega el Sr.
senador Correa; yo contesté en igual forma y el ministro oyó. Eso le ha servido
para traerme un ataque personal…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Está equivocado.
Sr. de la Torre. — Siguiendo la táctica de los
teros, grita lejos del nido para que los señores senadores se olviden de los
grandes cargos contra él que quedan en evidencia, y me trae un ataque personal.
Como sucede siempre que se procede así, se ha ido a recoger basura a los
pasquines que para honor mío, permanentemente me atacan.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Absolutamente.
Sr. de la Torre. — He oído algo de la cerveza, que
es una calumnia infame.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No hay ninguna alusión personal…
Sr. de la Torre. —…que uno de esos pasquines
pretendió inventar cuando fui yo, precisamente, el diputado que descubrió e
hizo abortar una tentativa de modificación clandestina en la Comisión de Presupuesto
de la que yo formaba parte, del impuesto a la cerveza. Bien. Es muy peligroso,
señor ministro, recoger basura porque da lugar a que los demás también se
agachen y aunque con natural repugnancia la recojan.
¿Qué diría el señor ministro, si yo me
pusiera a referir lo que se dijo cuando él era presidente de la Comisión de Desagües de
la provincia de Buenos Aires, porque él dirá que procedió correctamente?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
En absoluto.
Sr. de la Torre. — Habría procedido el ministro muy
correctamente, pero la gente decía que malversó los fondos de la comisión,
distrayéndolos de ejecución de las obras a que estaban destinados, para
estudiar canales y nivelaciones que favorecían el desagüe de los campos de su
familia.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Totalmente inexacto.
Sr. de la Torre. — Muy bien; pero eso se ha dicho…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No he oído tal cosa.
Sr. de la Torre. —…y los compañeros que tenía en la
comisión, ingenieros algunos renunciaron por eso, y fueron a comunicar al
gobernador Vergara lo que habían encontrado.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
No renunció nadie.
Sr. de la Torre. — El señor ministro no estaba en la Comisión de Desagües
caído del cielo, sino porque era radical. Este ministro del 6 de Septiembre
—que actualmente tiene las ideas políticas que expone—, era entonces radical
irigoyenista militante y por eso lo habían nombrado presidente de la Comisión de Desagües!
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Sí, por eso me sacaron! ... y habría de arrojárseme estas especies calumniosas
que trae el señor senador.
Sr. de la Torre. — ¿Lo sacaron por eso?
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡No es cierto!... Terminé el periodo por el cual fui nombrado y pido a la Honorable Cámara
nombre una comisión investigadora para este asunto.
Sr. de la Torre. — Le estoy demostrando al señor ministro
el inconveniente de agacharse a recoger basura, coma esa de la cerveza… Yo no
me solidarizo con esos cargos, le estoy demostrando los peligros de sus
actitudes.
Se seguía diciendo que cuando los colegas de
comisión del señor Duhau renunciaron, por no estar conformes con lo que él
hacía, el gobernador Vergara, que era un hombre derecho, ordenó una
investigación de la
Contaduría en la
Comisión de Desagües, lo que motivó la salida del hoy
ministro.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡No es cierto! Pido al señor presidente que llame al orden al orador.
Sr. Presidente
(Patrón Costas). —
Ruego al señor senador…
Sr. de la Torre. — No acepto al señor presidente
que arte interrumpa después de haber sido yo el atacado…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
¡Yo no lo he atacado, personalmente, en ningún momento!
Sr. Presidente. — ¡Permítame el señor senador por
Santa Fe!
El señor ministro ha declarado que no había
ninguna alusión personal en sus manifestaciones.
Sr. de la Torre. — Si él se retracta entonces de lo
que ha dicho…
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Que lo retire también el señor senador.
Sr. Presidente. — Queda concluida la incidencia.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Pido que se investigue ese asunto de la Comisión de Desagües.
Sr. Presidente. — Es un asunto que no está en el
debate señor ministro.
Sr. de la Torre. — Bien: continúo.
DILACIONES Y
PELIGROS DE QUE LA
INVESTIGACION QUEDE EN VEREMOS
El asunto de los elevadores, que ha
desarrollado tan extensamente, no da lugar a una réplica, porque ha estado fuera
de la cuestión. Lo que yo he dicho es que ha aplicarlo a los elevadores el
mismo procedimiento que está aplicando a la Junta de Carnes: dilaciones, dilaciones,
dilaciones.
Sr. Ministro de
Agricultura. —
Estudio serio.
Sr. de la Torre. — Encuentra siempre explicaciones,
y eso es lo malo. Explicaciones para todo y no hace nada. Los elevadores ahí
están paralizarlos. Estaban funcionando, se empezaba la exportación directa y
los paralizó
Respecto a la investigación en Inglaterra a
la que da tanta importancia, es bueno poner los puntos sobre las íes, para que
no vaya a resultar después un vulgar camuflaje.
Yo he sido puesto sobre aviso por el
discurso del diputado por Córdoba, señor Palacio, que apoyaba en la Cámara de Diputados al
ministro durante la interpelación del diputado Noble. El señor Palacio dijo:
“Sin
duda que el gobierno argentino. en lo referente a la investigación de las
ganancias de las empresas frigoríficas argentinas no puede tener otro punto de
vista que el que le señala la ley 11.226 en virtud de cuyas cláusulas tiene el
derecho de realizar investigaciones en los libros y en la contabilidad de las
empresas industrializadoras; y en este concepto el gobierno argentino, al
convenir la investigación, en común con el gobierno inglés, de las empresas
industrializadoras, no puede tener otra orientación que la que le da la
referida ley. El gobierno inglés no piensa lo mismo, creyendo que esa
investigación en esta clase de empresas debe realizarse no directamente, sino
en base a los datos que proporcionen las empresas industrializadoras, criterio
que deja suponer que dichas empresas pueden negarse a dar esos datos o a darlos
en forma inconveniente para los propósitos de la investigación”.
Puede verse, entonces, a lo poco que podría
quedar reducida la famosa investigación en Inglaterra. Los representantes del
gobierno inglés se conformarían con que los frigoríficos den ellos mismos los
datos que les requieran.
Eso lo dice un diputado que defendió al
ministro en la Cámara
de Diputados.
Nada más.
LISANDRO DE LA TORRE
Fuente: Lisandro de la Torre , Escritos y Discursos
– Las Carnes Argentinas y el Monopolio Extranjero, T° IV, Págs. 65/139, 1947,
Colegio Libre de Estudios Superiores – Buenos Aires.
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