agosto 28, 2012

Debate Carnes Argentinas y Monopolio Extranjero: Discurso en el Senado de Lisandro de la Torre presentando el proyecto de creación de la Comisión Investigadora sobre el comercio de exportación de las carnes argentinas (1934) -2/12-

DISCURSO EN EL SENADO DE LA NACIÓN FUNDANDO UN PROYECTO DE COMUNICACIÓN SOBRE LA ADJUDICACIÓN DE LA CUOTA DEL 11% DEL CONVENIO DE LONDRES Y OTRO DE RESOLUCION CREANDO LA COMISIÓN INVESTIGADORA SOBRE EL COMERCIO DE EXPORTACIÓN DE LAS CARNES ARGENTINAS
Lisandro de la Torre
[19 y 8 de Setiembre de 1934]

[2/12]
Sesiones del 19 y 8 de setiembre de 1934
PROYECTO DE COMUNICACION
El Senado de la Nación vería con agrado que el Poder Ejecutivo indujera a la Junta Nacional de Carnes a adjudicar a una cooperativa argentina, en un plazo no mayor de un mes, la cuota de carnes reconocida en el convenio de Londres, debiendo al mismo tiempo tomar en consideración al frigorífico de Gualeguaychú y a cualquier otro exportador argentino que se coloque en condiciones de poder ampararse en dicho convenio.
L. DE LA TORRE

PROYECTO DE RESOLUCION
El Senado de la Nación.
RESUELVE:
Designase una comisión investigadora compuesta por tres senadores, con todas las facultades inherentes a dichas comisiones, a fin de que establezca cuál es la situación del comercio de exportación de carnes argentinas y verifique si los precios que pagan los frigoríficos en la Argentina guardan relación con los que obtienen en sus ventas en el exterior.
L. DE LA TORRE
Sr. de la Torre. — Pido la palabra.
La situación que contemplan estos dos proyectos, es de importancia vital para la producción ganadera argentina, y es distinta, esencialmente, de la que soportaron no hace mucho tiempo los cereales.
Las cotizaciones a que descendieron los cereales en 1933, eran una consecuencia de la baja universal de precios. Los exportadores pagaban lo que les permitían pagar los mercados consumidores y sus ofertas no alcanzaban a resarcir los costos de producción.
En esas condiciones el gobierno argentino, imitando a los de varios países extranjeros, procedió con acierto al fijar un precio mínimo y hacerse cargo de las pérdidas posibles.
Respecto del comercio de carnes, no sucede lo mismo. Las cotizaciones que rigen en el Reino Unido de la Gran Bretaña, cuando no son tan elevadas como en este momento, resultan insuficientes para los granjeros británicos que engordan en establos y pagan a muy alto precio los forrajes, algunos de ellos importados, como el maíz, pero son satisfactorias para las carnes argentinas, que se producen a mucho menor costo, a la intemperie, en las praderas más fértiles del mundo.
Fácilmente se podría pagar en la Argentina dentro de las cotizaciones que hoy rigen en Gran Bretaña, de 120 a 160 o 170 pesos, por los novillos que se venden de 70 a 120 pesos. Y no quiero hablar de la carne ovina, que alcanza, en este momento, en Gran Bretaña, precios realmente extraordinarios.
LOS INTERMEDIARIOS SE QUEDAN CON TODA LA UTILIDAD
Si los ganaderos argentinos pudieran mandar directamente sus carnes a Gran Bretaña, obtendrían esos precios. Pero, el gobierno argentino y el gobierno inglés, de común acuerdo, no lo permiten; les imponen la exportación por medio de intermediarios, y éstos se quedan con toda la utilidad.
Es, pues, una situación distinta de la del comercio de cereales. Por los cereales se pagaba lo que se podía pagar y por la carne se paga la mitad de lo que se podría pagar.
Los precios que han impuesto los frigoríficos trustificados para los novillos argentinos, empiezan en 135 y 130 pesos, por lotes reducidísimos de animales de tipo excepcional, y van descendiendo a 120, a 110, a 100, a 80 y a 70 pesos, por novillos superiores a los que importan a la Gran Bretaña los dominios británicos. Y en Entre Ríos, Corrientes, Norte de Santa Fe, y Chaco, se paga rara vez más de 40 pesos, a veces 50, pero también a veces 30.
LOS PRECIOS BAJOS SON LA CAUSA DE LA CRISIS GANADERA
Estos precios bajos son la causa de la crisis ganadera argentina, y se deben al monopolio que practican las empresas exportadoras, favorecidas por el gobierno. Las empresas exportadoras creen de buena fe, que ellas deben ganar en 30 días, por el trabajo de faenar y exportar un novillo, el doble, el triple o el cuádruple de lo que ganan los productores.
SI EN OTRO PAIS UN MINISTRO HICIERA LO QUE HACE DUHAU CORRERIA SERIOS PELIGROS PERSONALES
En ninguna parte del mundo se toleraría una situación semejante. Si en Estados Unidos, en Australia o en África del Sur, empresas extranjeras monopolizaran el comercio de carnes en esta forma, y despojaran a los productores de la mayor parte del fruto de su trabajo, creo, sin temor de exagerar, que verían muy pronto sus establecimientos destruidos. Y en cualquiera de esos países, si un ministro de agricultura hiciera lo que hace el ministro nacionalista señor Duhau: entregar a los frigoríficos clandestinamente la cuota que por un tratado internacional estaba destinada a los ganaderos argentinos, y mantener esa situación meses y meses, correría serios peligros personales.
DESORGANIZACION DEL GREMIO GANADERO
Aquí las cosas pasan como en el mejor de los mundos. El gremio ganadero el más desorganizado que existe, carece de capacidad para defender sus derechos. Los que perseveramos y perseveraremos en su defensa, nos hemos apercibido desde hace tiempo de su debilidad orgánica y poco o nada esperamos de su ayuda. Las sociedades rurales argentinas son entidades meritorias muy útiles para realizar ferias ganaderas como la que se inaugurará en el día de hoy, y nada más.
La política británica de no consentir que los ganaderos argentinos exporten directamente sus carnes, es nueva.
LOS FRIGORIFICOS ARGENTINOS Y EXTRANJEROS
Cuando se inició la industria frigorífica, se fundaron diversos establecimientos nacionales, sin que el gobierno británico les pusiera trabas. Se fundaron así La Blanca, El Argentino y la Compañía Sansinena de Carnes Conservadas. Los frigoríficos extranjeros se complotaron enfrente de los frigoríficos nacionales, que no tenían apoyo del gobierno, con la intención de arruinarlos. Pero el gobierno inglés no los ayudó con ninguna medida restrictiva.
Los frigoríficos extranjeros llevaban todas las ventajas por el mayor capital que manejaban y dominaron fácilmente el mercado. Empezaron por apoderarse de los fletes y colocaron a los establecimientos argentinos en la imposibilidad de realizar embarques de importancia suficiente para sufragar con amplitud los gastos generales; y esos mismos grandes gastos generales los aumentaron deliberadamente, elevando en gran proporción el precio del ganado. Era la época en que los ganaderos argentinos estaban encantados con la situación de sus negocios, porque no penetraban el porvenir, y no veían que esa situación era momentánea. EI, gobierno, como siempre, dejaba hacer.
CAPITULACION DE LOS FRIGORIFICOS ARGENTINOS
La Blanca y El Argentino comprendieron muy pronto que la lucha era imposible y capitularon. Vendieron sus establecimientos y quedó sola en la liza la Compañía Sansinena. No es un misterio para nadie las pérdidas que los frigoríficos trustificados infligieron a esa compañía argentina, que quiso luchar con ellos; llegó al borde de la ruina, en la época en que era más próspera la ganadería argentina, mientras hoy se repone rápidamente, cuando la ganadería argentina está en agonía. La Cía. Sansinena dio una forma especial a su capitulación: se sometió al trust. Vencida en la “guerra de las carnes”, en la famosa “guerra de las carnes”, una vez sometida recibió una pequeña cuota: 7 1/2 %. El gobierno inglés fue absolutamente ajeno a todas esas incidencias; fue la “Conferencia de Fletes” y no el gobierno inglés quien limitó los embarques de la Compañía Sansinena.
Más adelante aparecieron en el mercado, el Frigorífico Gualeguaychú, destinado a servir los intereses de la afligida ganadería de Entre Ríos, y la firma Grondona y compañía, que faena en el Frigorífico Municipal y deposita y embarca por las cámaras de Puerto Nuevo. El gobierno inglés tampoco vio ninguna amenaza para la normalidad de sus abastecimientos en la aparición de estas pequeñas compañías, que recibieron de la Conferencia de Fletes cuotas insignificantes, 3 y fracción por ciento Gualeguaychú, y 0,67 % Grondona y Compañía.
LOS DOMINIOS BRITANICOS Y LA ARGENTINA
La situación cambió de repente; el gobierno inglés pactó con los Dominios las restricciones de Ottawa y puso límites a la importación posible de carnes. Pero el gobierno inglés no entendió que, al limitar las cuotas de importación de carnes, debía imponer a los Dominios las empresas exportadoras que realizarían ese comercio. No le dijo, a Australia, ni a Canadá ni al África del Sur, que la normalidad del abastecimiento doméstico exigía que hicieran la importación intermediarios determinados; no. Los dejó en la más absoluta libertad.
Con la República Argentina ocurrió lo contrario, señor presidente. Casi simultáneamente con la conclusión de los pactos de Ottawa llegaron al mismo tiempo de Canadá y de Londres noticias de que el gobierno británico iba a fijar a la Argentina una cuota de exportación de 390.000 toneladas, pero que esa cuota no la repartiría el gobierno argentino, sino el gobierno inglés. Y fue entonces, cuando el ministro de Agricultura, doctor de Tomaso, dijo que eso era inaceptable, porque no solamente era arbitrario y perjudicial para los intereses del país, sino atentatorio contra la soberanía argentina.
Los anuncios se confirmaron; el gobierno inglés lo hizo saber a la misión argentina en Londres, no sólo con claridad, sino con prepotencia, colocando la cuestión en tal terreno que la sola pretensión de que la Argentina fuera respetada y tratada de la misma manera que los Dominios, ponía en peligro la continuación de las negociaciones, continuación en que por otra parte, el gobierno inglés no demostraba interés, no sospechando lo que conseguiría como resultado de su actitud al recibirse las primeras noticias en Londres de que nuestro ministro de Relaciones Exteriores maquinaba el envío de una misión comercial. Se dio orden al embajador británico en Buenos Aires de que concurriera a la Casa Rosada e hiciera presente que el gobierno inglés no deseaba entrar en esa clase de negociaciones.
INGLATERRA DEFENDIO LOS INTERESES DE LOS FRIGO. RIFICOS PARTICULARES
Los fundamentos de los negociadores del convenio de Londres para no consentir en que el gobierno argentino dispusiera de la cuota argentina, asombran por su inconsistencia y llevan a la conclusión de que el gobierno británico, en aquel momento, no defendió los intereses de los consumidores británicos sino los intereses de los frigoríficos particulares. Hasta podría decirse, que el gobierno inglés sacrificó el interés de los consumidores británicos, en beneficio de los frigoríficos particulares. ¿Qué perjuicio podía causar a los consumidores británicos el que una cooperativa argentina exportara el 15, el 20 o el 30 % de carne, en lugar de Armour o Swift? ¿Qué perjuicio podía causar a los consumidores británicos que los cargamentos de carne argentina, que hoy se consignan a los representantes del trust, fueran consignados a firmas inglesas especializadas en ese comercio, o a la corporación de los carniceros mayoristas ingleses, corporación poderosa, perfectamente lista para recibir y colocar toda la carne que se le envíe? ¿Qué perjuicio podían recibir los consumidores británicos, si los carniceros mayoristas ingleses recibían directamente la carne argentina, y pagaban a la cooperativa argentina un precio que le permitiera pagar, a su vez, a los ganaderos argentinos el doble de lo que hoy reciben de los frigoríficos?
LA MISION ARGENTINA SE SOMETIO A LA IMPOSICION
No se demostró, señor presidente, que hubiera perjuicio alguno, amenaza alguna para los consumidores ingleses, ni por encarecimiento del artículo, ni por inferior calidad, ni por irregularidad en los embarques, pero la misión argentina se sometió a la imposición. ¿Cómo no había de someterse, si su propio asesor técnico, el doctor Fernández Beiró, que es hoy director de la División de Ganadería, era partidario decidido de la tesis sostenida por el gobierno inglés, a tal punto que antes de llegar la misión argentina, en el mes de Octubre de 1932, ya se había dirigido a la División de Ganadería de la que dependía en una comunicación a que hice referencia cuando se discutió el convenio de Londres, manifestando que era inconveniente para la República Argentina el manejo de su cuota?
AFIRMACIONES FALSAS
Otros miembros destacados de la misión y algunos funcionarios de la embajada permanente de la República Argentina, no hacían misterio de declarar públicamente en Londres, que los ganaderos argentinos no están preparados para exportar sus carnes y que la cuota del 15 %, aún reducida al 11 %, con la deducción de lo asignado a Gualeguaychú y Grondona y Compañía, era, no sólo suficiente, sino excesiva.
Hacían creer además, que la industrialización de la carne para la exportación es muy difícil y que la tentativa de colocar carne argentina en el mercado inglés en competencia con los frigoríficos, presenta toda clase de obstáculos y conduciría a la ruina. Ambas afirmaciones eran y siguen siendo falsas. La preparación de la carne enfriada o congelada no es difícil, como lo demuestran los cargamentos irreprochables que envían Gualeguaychú y Grondona y Compañía; y la colocación de las carnes argentinas por intermedio de la asociación de los carniceros mayoristas británicos, ofrecía ventajas sobre la colocación por intermedio de los frigoríficos.
LOS FRIGORIFICOS ELIMINARON LA COMPETENCIA
En el articulado mismo del convenio de Londres se puede ver que la importación por las cooperativas argentinas de carnes enfriadas no constituye amenaza alguna para la regularidad del abastecimiento británico. Se permite la importación del 15 %, sin otra restricción que la de que no la hagan firmas que puedan ganar dinero en ese negocio. No se permite la importación a los que persiguen un propósito de utilidad privada, y se les permite a los que no lo persiguen. Quiere decir, entonces, que la preocupación de los negociadores del tratado de Londres, no era la de salvaguardar la regularidad del abastecimiento interno de Gran Bretaña, sino la de no permitir que aparecieran en el escenario entidades comerciales que pudieran hacer competencia a los frigoríficos y disminuir sus ganancias.
¿Por qué razón un frigorífico extranjero ha de poder en la República Argentina lucrar con la exportación de carnes argentinas y ha de estarle prohibido hacerlo a un frigorífico argentino?
NO SE PUEDE CONTESTAR LO QUE NO TIENE EXPLICACION
Es un misterio que no se descifrará nunca. Lo pregunté en esta Cámara el año pasado, cuando se discutió el convenio y bien han de recordar los señores senadores, que ninguno de los dos ministros presentes, ni tampoco el miembro informante de la comisión, que lo era el senador por Córdoba, doctor Rothe, ninguno, repito, contestó a mi pregunta. ¿Por qué? Porque no se puede explicar lo que no tiene explicación, lo que no tiene sentido jurídico ni comercial.
El ministro de Relaciones Exteriores habló largamente. Relean su discurso los señores senadores, y verán que no dijo una palabra respecto de la cláusula objetada, dentro de su hábito de no hablar jamás concretamente.
No dijo el señor ministro de Relaciones Exteriores, una palabra para justificar la enorme incongruencia de que los norteamericanos, por ejemplo, puedan ganar dinero con la exportación de carnes argentinas y los argentinos no.
El darlo que causa esa disposición incomprensible y capciosa, no es sin embargo, irreparable. Se ha llegado a la inteligencia de que una entidad cooperativa argentina, o varias, que persigan como finalidad elevar los precios internos del ganado en beneficio de los ganaderos se encuentran dentro de las condiciones del convenio. Y por las noticias que circulan, dentro del sigilo con que nuestro gobierno maneja todas estas cuestiones, (el mismo sigilo con que procede en las cuestiones financieras), se puede esperar que el gobierno inglés no opondrá ningún reparo cuando el gobierno argentino le solicite licencias de importación dentro del 15 %; pero el gobierno argentino no le ha hecho ni va en camino de hacerle ninguna solicitación a ese respecto.
LA CUOTA DEL 11 % QUE NO SE DISTRIBUYE
¿Por qué razón no distribuye el 11 % de la cuota argentina el señor ministro de Agricultura y lo deja en poder de los frigoríficos?
Esa cuota proporciona una utilidad de varios millones de pesos dentro de la utilidad anual no menor de 60.000.000 pesos que se les supone a los frigoríficos extranjeros que trabajan en la Argentina; y el señor ministro de Agricultura prefiere que esos varios millones de pesos vayan a la caja de los frigoríficos y no al bolsillo exhausto de los ganaderos argentinos.
Se ha colocado la situación en estos términos, óiganlo bien los señores senadores: el gobierno inglés, no obstante su conducta cuando se concluyó el convenio de Londres, está dispuesto a extender las licencias. Y yo afirmo que en los 16 meses que van corridos desde la vigencia del convenio de Londres, el gobierno argentino no ha hecho gestión alguna para obtenerlas.
Interpreten como les parezca esta situación los señores senadores; interprétenla con la mayor benevolencia posible para el señor ministro de Agricultura; atribuyan el fenómeno, porque se trata de un verdadero fenómeno, a cualquier causa, aun a la simple ineptitud del ministro de Agricultura, si les parece, lo que no sería imposible, dado que se trata de quien ha perseguido como a enemigos públicos a las cooperativas agrícolas argentinas y de quien ha malogrado los elevadores cooperativos; atribúyanlo a lo que quieran, pero no olviden que también hay una responsabilidad para el Congreso y recuerden que esa responsabilidad es muy grave.
UN PRONOSTICO QUE SE CUMPLE
En el debate del año pasado, al señalar los defectos del convenio de Londres, yo pronostiqué lo que está sucediendo en estos momentos; anuncié que la cuota del 15 % no sería repartida, valiéndose de razones especiosas derivadas de las oscuridades y de las contradicciones del convenio de Londres. Estaba en el recinto el ministro interino de Agricultura, señor Alvarado, y encontró dificultad para contestarme en el primer momento; se pasó a cuarto intermedio. Después del cuarto intermedio el señor ministro interino de Agricultura inducido en error por informaciones oficiales que se le dieron, contestó categóricamente que sí, que el gobierno argentino podía hacer con la cuota lo que quisiera, que podría hasta entregarla al Frigorífico Sansinena, y anunció que se aumentaría la cuota del Frigorífico de Gualeguaychú. Sus palabras textuales fueron: “Le anuncio que se puede aumentar la cuota de Gualeguaychú”, y el Senado votó el convenio en ese concepto, bajo la impresión de sus palabras.
El señor ministro interino de Agricultura, parecía tan seguro de su interpretación, que me emplazó, desde su banca, para que el tiempo dijera cuál de los dos tenía razón. ¡No hay plazo que no se venza, ni deuda que no se pague, señor ministro! ¿Qué dice ahora?
Yo, desde esta banca, dirigiéndome a todos los ganaderos de la Nación y a los señores senadores, pregunto: ¿a quién ha dado la razón el tiempo? Ha contestado por mí el ministro de Agricultura, señor Duhau, en las recientes sesiones de la Cámara de Diputados. Ha dicho allí todo lo contrario de lo que el ministro interino de Agricultura, señor Alvarado, dijo aquí: “Que no se ha podido ni se puede dar la cuota a frigoríficos particulares, como Sansinena”, y ha pretendido que ni siquiera se puede aumentar la cuota que tiene el Frigorífico Gualeguaychú.
EL PODER EJECUTIVO ENGAÑO AL SENADO
El Senado, pues, fue sorprendido y engañado por el Poder Ejecutivo en la sanción de un tratado internacional. Es muy grave; es lo peor que puede pasar. Yo creo que el ministro Alvarado procedió de buena fe, y lo que le reprocho es que sin el control debido aceptara, en contra de mis manifestaciones — en un asunto que yo conocía y él no — las informaciones que le daban los interesados en sorprender al Senado para que votara un mal tratado.
Convengan los señores senadores en que son intergiversables los hechos, que muestran al señor ministro de Agricultura manejando el asunto de la cuota del 15 %, como si su propósito final fuera el de dejarla eternamente en poder de los frigoríficos, y pregúntense por qué procede así, y no encontrarán la repuesta.
EXPLICACIONES INCONGRUENTES E INEXACTAS
Las explicaciones ministeriales son todas incongruentes e inexactas; sólo conducen a hacer perder un tiempo precioso a los ganaderos y a perjudicarlos en millones y millones de pesos, mientras el ministro de Agricultura averigua si son galgos o podencos.
Primeramente pretendió subordinar la distribución de la cuota a la investigación interminable que haría en Londres acerca del funcionamiento de los frigoríficos en Inglaterra. Ahora lo niega; pero lo niega en vano, porque en la C. de Diputados ha sido confundido, ha sido aplastado con la lectura de sus propios comunicados y de sus propias notas. En ese asunto, es curioso que el ministro inglés, señor Runciman, parece el ministro argentino, y el ministro argentino, señor Duhau, parece el ministro de alguno de los dominios británicos. El señor Runciman, para aclarar la situación para concluir con las confusiones que sembró el ministro Duhau, escribió una carta que todos los señores senadores habrán visto en “La Nación” de hace algunos meses, al señor John Pybus, y en esa carta le decía que la investigación nada tiene que ver con las licencias y que las licencias están a disposición del gobierno argentino para cuando las solicite. Lo que prueba que el gobierno argentino no solicita las licencias, no las quiere, desea la situación actual, e' decir, la cuota en poder de los frigoríficos. Después de esa triquiñuela de la investigación, el ministro de Agricultura encontró otro argumento en la necesidad de defender la calidad y el prestigio de las carnes argentinas que podían ser perjudicados por las exportaciones que hicieran las cooperativas argentinas no preparadas a ese fin sin perjuicio de que hace rato que no nos sirven para nada, en materia de precios del ganado en la Argentina, la calidad ni el prestigio de la carne argentina (nos sirven para que paguen por ella la mitad de lo que vale). Se le probó que sus temores eran infundados con los embarques irreprochables, como ya dije, de los frigoríficos Gualeguaychú y Grondona y con la demostración de que la Asociación de Carniceros Mayoristas Británicos estaba en excelentes condiciones para recibir y distribuir la carne argentina.
Entonces echó mano de otro argumento más inconsistente todavía; no podía dar la cuota a una cooperativa porque se necesitaba una ley especial. Esa ley especial existe, señor presidente; es la ley de carnes sancionada el 29 de Septiembre del año pasado, y la Junta Nacional de Carnes, creada por ella, podía haber hecho la distribución de las cuotas con carácter temporario o definitivo.
Pero supongamos que no fuera así; supongamos que la ley de carnes no fuera la ley especial que se requiere para el funcionamiento de una cooperativa: ¿por qué no pidió al Congreso el ministro de Agricultura una ley especial? Tratándose de un asunto de esa importancia, de un interés público indiscutible, el Congreso habría sancionado todas las leyes especiales que hubiera pedido.
IMPASIBILIDAD DE LA JUNTA NACIONAL DE CARNES
Por último esgrimió su mejor argumento —digo el mejor, porque tiene un fondo de verdad, aunque sea insuficiente— el de reservar la cuota del 11 % para la entidad que organizará la Junta Nacional de Carnes. Y la Junta de Carnes se da tan poca prisa que va a vencer el convenio sin que haya organizado su entidad. Han pasado ya 16 meses. Mientras tanto, los frigoríficos siguen aprovechando la cuota. Se puede preguntar con sobrada razón: ¿para qué ha servido la concesión obtenida en el convenio de Londres?
He dicho que ese argumento tenía un fondo de verdad, porque, efectivamente, en el espíritu de la ley de carnes, está que la cuota se destine al organismo que surja de ella. Pero ¿qué inconveniente había en que la junta Nacional de Carnes distribuyera con carácter precario, transitorio, el 11 % mientras no estuviese en condiciones de marchar el organismo que tan pesadamente crea? ¿Cuál de las cooperativas argentinas que solicitaba la cuota, no la hubiera recibido en esas condiciones? Ninguna. ¿No es, también, en condiciones precarias que el señor ministro de Agricultura la dejó para los frigoríficos extranjeros? La hubiera dado a Gualeguaychú, o a Grondona, o a la cooperativa A, B, o C, en las mismas condiciones que a los frigoríficos extranjeros, y cuando la Junta Nacional de Carnes hubiera organizado el suyo, la hubiera recuperado.
Por eso digo que solamente en el fondo puede atribuírsele alguna verdad a ese argumento.
ESCAMOTEO DE LA CUOTA DEL 11 %
Los que admitían que el tratado de Londres tiene grandes defectos, los que admitían que la República daba mucho y no recibía casi nada, se,„conformaban al pensar que, por lo menos, se obtenía el beneficio de la cuota del 11 % y con ella se daría comienzo a la emancipación de los productores argentinos. La pobre gente creía eso, y yo pregunto ahora ¿dónde está la ventaja, qué se ha hecho el beneficio? Ha sido escamoteado en 16 meses de vigencia del convenio.
Nótese también, porque es muy expresiva, la falta de interés, la lentitud con que procedió el ministro de Agricultura para organizar la Junta Nacional de Carnes; eso que la junta debía ser el eje de la nueva política ganadera, de que tanto parece envanecerse el ministro de Agricultura.
Sancionada la ley en la Cámara de Diputados, no se sintió jamás, en esta Cámara, interés de parte del Poder Ejecutivo, para que se sancionara. Hubo un momento en que se creyó al proyecto, abandonado. No puedo afirmarlo categóricamente, y siento que no esté en el recinto el señor senador Santamarina, porque creo que él, miembro de la comisión, me dijo una tarde en una conversación, que no se trataría, y yo pensé que el Poder Ejecutivo quería echarle al Senado la responsabilidad del aplazamiento de una ley que reclamaban tantos intereses.
A fines de Septiembre entra en escena la Sociedad Rural. No han de haber olvidado los señores senadores que se presentó aquí una numerosísima delegación de la Sociedad Rural, que venía a pedir la sanción de la ley de carnes. Lucharon bastante contra dificultades que derivaban de las reticencias del Poder Ejecutivo, y por último consiguieron despacho el 29 de Septiembre, la víspera de la clausura de las sesiones, y que el despacho se votara sobre tablas.
Pero después de la sanción de la ley el ministro de Agricultura dejó pasar todo Octubre, todo Noviembre y parte de Diciembre sin designar la Junta de Carnes. Y la Junta de Carnes empleó 6 meses en la preparación de unos estatutos.
LAS CLAUSULAS AMBIGUAS DEL TRATADO DE LONDRES
Todo lo que estoy diciendo es fantástico, y veo pintarse el asombro en la cara de algunos señores senadores. Parece imposible que puedan ocurrir impunemente hechos de esta gravedad. ¡E pur si muove! Si exagero, dígaseme dónde está la exageración si altero los hechos, dígaseme dónde está la inexactitud. Pero acaso, señores senadores, lo que yo estoy diciendo, ¿no es lo mismo que se le ha dicho al señor ministro de Agricultura en la Cámara de Diputados? ¿Acaso el ministro de Agricultura pudo levantar en la Cámara de Diputados el cargo de que estaba reteniendo la cuota del 11 % en poder de los frigoríficos, valiéndose de las cláusulas ambiguas del tratado de Londres? El ministro nada contestó. Sin duda, se hacía el cálculo de que tenía a sus espaldas una amplia mayoría oficialista, que no le hará nunca juicio político.
Este argumento de las ambigüedades en las cláusulas del convenio de Londres, es, en definitiva, el recurso más eficaz de que se ha valido el ministro. Ha cantado un himno al convenio de Londres; pero entre col y col, lechuga, le ha echado la culpa de lo que pasa: “No puedo hacer otra cosa, porque no lo permite el tratado”, dice.
El ministro tiene razón, sólo en parte. Es verdad que el convenio de Londres, al no permitir el funcionamiento de compañías frigoríficas argentinas, análogas a las compañías frigoríficas extranjeras, ha lesionado el interés nacional y también la soberanía nacional, como dijo el doctor Antonio de Tomaso, con razón, antes de saber que concluiría por aceptar todo el tratado. Pero el convenio de Londres permite el funcionamiento de las cooperativas argentinas de exportación; y eso basta. No tiene entonces, razón el ministro de Agricultura para echar la culpa de su conducta a las oscuridades ni a las capciosidades del convenio de Londres.
LOS GANADEROS ARGENTINOS NO SABEN DEFENDERSE
Y voy llegando al final de lo que deseaba decir. He hecho la evidencia respecto de la actitud del ministro de agricultura haré ahora la evidencia respecto de la naturaleza y de la magnitud de los perjuicios que causa con esa actitud.
Dije antes que los ganaderos argentinos no saben defenderse; podría agregar ahora que la mitad no saben lo que vale la carne argentina en el mercado consumidor, ni lo que valen los novillos análogos, o inferiores a los novillos argentinos, en otras partes del mundo. No conocen, en una palabra, la proporción exacta en que los explotan.
En la Bolsa de Comercio, en la Bolsa de Cereales y hasta en la calle, durante la baja de los cereales, se comparaban las cotizaciones vigentes con las cotizaciones universales, y cualquier corredor de cereales, en tres minutos, establecía que el trigo no podía tener un valor más elevado por no permitirlo las cotizaciones de Liverpool o Winnipeg, y que el lino tampoco podía valer más, por no permitirlo los precios de la India o las cotizaciones de Hull. En cambio, muchos ganaderos argentinos se caen de espaldas cuando se les dice que el novillo que acaban de vender en 90 pesos, hará pocos días después en Smithfield, 250 pesos, y que por los novillos que se le paga a un ganadero argentino a 90 o 100 pesos, se le pagan a un ganadero australiano de 140 a 180 pesos. Sin embargo, las cotizaciones de Smithfield se publican todos los días en los diarios, y los precios de Canadá y de Australia se pueden encontrar en cualquier revista.
PRECIO DE LOS NOVILLOS INFERIORES A LOS ARGENTINOS
Hace pocos días publiqué un reportaje en “Noticias Gráficas” e hice mención de los precios máximos de 17 y 18 libras australianas, por novillos, inferiores a los argentinos. Dos o tres días después hablé por teléfono con mi comprovinciano, el subsecretario de Agricultura señor Brebbia, con motivo de una carta que ese día había dirigido yo al ministro a propósito de una epidemia que me parece ser septicemia hemorrágica, y de paso, en esa conversación telefónica, le pregunté si había leído mi reportaje. Me dijo que sí, y me agregó amistosamente, que había oído decir, que esos precios, que yo daba, eran erróneos.
¡Cómo van a ser erróneos! Es lo mismo que decir que son erróneos los precios oficiales de Liniers que publican aquí los diarios. Yo los había tomado de esta revista que tengo en la mano, una de las revistas ganaderas más reputadas del mundo, la “Pastoral Review”, de Melbourne.
Aquí están en la página 551; esos precios máximos van descendiendo después, de acuerdo con la calidad, seguramente, a 15 libras, a 14, a 13, a 12, por novillos que no han de ser mejores que los de Entre Ríos y Corrientes, Norte de Santa Fe o el Chaco; hay también novillos para invernar, a 8 y 9 libras y vacas a 6 libras; todo esto en ventas de miles y miles de cabezas, en las ferias y mataderos, no en las exposiciones.
Pero el Ministro de Agricultura no admite estos precios, que son la consecuencia de una política oficial clarividente, inteligente! La política de la “competencia”, la política de la exportación por el frigorífico y por el ganadero; y nuestros precios de ruina, son la consecuencia de una política oficial torpe, de la política del monopolio, la política que sacrifica al productor en beneficio del intermediario, la política que se complace en que las utilidades sean para el intermediario y no para el productor.
LO QUE PAGAN LOS FRIGORIFICOS
Voy a demostrar, ahora, que los precios que pasan los frigoríficos, no pagan los precios que deberían pagar. ¿Cuál es el precio actual de venta de la carne enfriada argentina en el mercado de Smithfield? Pueden verlo en los diarios los señores senadores: 4 chelines y 10 peniques por stone de 8 libras, los cuartos traseros, y 2 chelines y 6 peniques, los cuartos delanteros. En el primer caso, representan esas cotizaciones 7 1/4 peniques por libra, equivalentes a 45 centavos por libra, y en el segundo caso, 23 1/2 centavos por libra, todo eso al cambio de $ 15 la libra cambio favorable a los frigoríficos, puesto que una parte de sus letras pueden colocarlas en el mercado libre, al precio de 18, y las colocan.
Veamos lo que representan estos precios aplicados al rendimiento en carne limpia del novillo típico de exportación, un novillo de 500 kilos comprado, a veces por un frigorífico a 25 ctvs. el kilo, peso vivo. Dejemos de lado los novillos de más de 500 kilos, por los cuales pagan precios inferiores: 20, 18, 16 centavos, haciendo una utilidad mayor y los novillos más livianos, de 450 a 470 kilos, por los que suelen pagar 28 centavos, porque ese precio rige en tan pocos casos, que no vale la pena considerarlo.
Por el novillo de 500 kilos, a 25 centavos, el ganadero recibe $ 125, de donde deberá deducir el costo de producción. Veamos cuánto obtiene el frigorífico. Quinientos kilos son 1.100 libras, que se reducen a 660 libras de carne limpia, al rendimiento ordinario del 60 %, menos 20 libras por merma de enfriamiento y decomiso, quedan 640 libras; de esas 640 libras, el 55 %, o sean 352, corresponden a los cuartos traseros, y el 45 % restante, o sean 288 libras, a los delanteros. Trescientos cincuenta y dos libras, a 45 centavos, son $ 158,40, y 288 libras, a 23 1/2 centavos, son 67,68. Total, pesos 226,08. Faltan las menudencias y el cuero, que pueden calcularse a los precios del día, en $ 31. Total general, pesos 257,08, por el novillo comprado a $ 125.
EL COSTO DE INDUSTRIALIZACION ES EL SECRETO DE LOS FRIGORIFICOS
La utilidad líquida que obtiene el frigorífico resultará, deduciendo de la entrada bruta el precio del novillo y el costo de industrialización, más flete y seguro. El costo de industrialización, es el secreto de los frigoríficos. El gobierno argentino no ha podido conocerlo oficialmente y el famoso pleito que está en la Corte, el que mantiene en suspenso la aplicación de las multas a los frigoríficos, ese pleito recae, precisamente, sobre la negativa de los frigoríficos, a permitir que se investigue el costo de industrialización y las ganancias; pero hay un consenso general de que esos gastos, los fletes y el seguro, no pasan de un penique y un cuarto por libra, o sea $ 51, 54 para un novillo de 500 kilos, peso vivo. Cincuenta y un pesos con cincuenta y cuatro centavos de gastos y $ 125 de precio de costo, son $ 176,54, a deducir de $ 257,08, da una utilidad líquida para el frigorífico de $ 80,54, en 30 días, desde la compra hasta la venta.
LA UTILIDAD DEL GANADERO
Establecida la utilidad del frigorífico, veamos la del ganadero, ya sea criador o invernador. Si es criador, necesita dos años o dos años y medio hasta el momento de vender y deberá descontar bajas por muerte y fletes hasta el frigorífico o Liniers, pero en Liniers no le pagarán $ 125 nunca, aunque el novillo sea igual al de la estancia. El novillo de 500 kilos no le costará menos de $ 80 y si le pagan $ 125 habrá ganado $ 45 en dos años o dos años y medio.
El invernador comprará novillos de buena clase a $ 65, pero necesita 8 meses o más para engordarlos y si obtiene $ 30 libres se da por muy satisfecho, mientras los frigoríficos obtienen $ 80.
Calculando la utilidad por mes, resultará: para el criador $ 1,50, para el invernador $ 3,50 y para el frigorífico $ 80.
Esto es, señores senadores, un ejemplo de los menos angustiosos, de los menos irritantes, dentro de la desastrosa situación de la ganadería argentina.
VENDEDORES PRIVILEGIADOS Y VENDEDORES DESVALIDOS
Esto es lo que ocurre cuando los frigoríficos pagan $ 125; pero todo el mundo sabe que el promedio de lo que pagan no pasa de $ 0,22 o sea $ 110 por animal de 500 kilos, y que pagan, también $ 100, $ 80, $ 70, $ 60 y los pagan arbitrariamente, puede decirse cínicamente, festejando como una gracia el que, tratándose de animales idénticos, a veces de la misma marca, pagan a un vendedor privilegiado. 25 centavos y 20 a un desvalido. Y no tomo en cuenta el caso del fraude en la clasificación, como el que fue probado al Frigorífico Anglo y le costó la imposición de una crecida multa por haber pagado como congelado inferior a 14 centavos, una tropa que dio el 92 % de chilled.
Sobre un buen novillo de 580 a 600 kilos que un frigorífico compra a 16 centavos, por haberse excedido en el peso, gana más de $ 90, aun cuando venda la carne al precio mínimo en Smithfield, mientras que los ganaderos no obtienen el costo de producción. A veces los frigoríficos pagan 28 o 27 centavos por novillos de 450 a 470 kilos “baby beef”, pero en esos casos el número de animales comprados es tan reducido que no puede tomarse en cuenta. Son precios que rigen para poder decir que han subido el precio a consecuencia del aumento del 20 % en el cambio. Superchería notoria porque está probado que en el conjunto de las compras, no han subido el precio después del 28 de Noviembre. Lo que han subido pagando 27 o 28 centavos cuando antes lo pagaban a 25 y 24 centavos, lo recuperan pagando 18 por lo que antes pagaban 18 o 19.
EL MONOPOLIO PROTEGIDO
Esta es la obra del monopolio. Los ganaderos argentinos sufren sus consecuencias porque no han sabido ahogarlo y porque los gobiernos anteriores no daban importancia a estas cuestiones en los días prósperos; pero nunca se ha visto un gobierno como el actual, y sobre todo un ministro de Agricultura como el actual, entregado desembozadamente a la tarea de impedir que comience, aunque sea débilmente, la exportación cooperativa del ganado argentino.
La primera cuenta de venta que publicara una cooperativa argentina que dispusiese siquiera de un 10 % de la cuota para que los gastos generales no absorbieran la utilidad, concluiría con el despojo actual. Cualquier persona un poco suspicaz, estaría autorizada hoy a pensar, en vista de la actitud del ministro de Agricultura que sus actos tan incomprensibles tienden a evitar que se haga público lo que ganan los frigoríficos.
¿No conseguiré del Senado de la Nación un voto patriótico que lleve alguna esperanza al gremio de ganaderos?
EL PROPOSITO DE LOS PROYECTOS
Los proyectos que ha leído el señor secretario tienden a eso, a que el Senado de la Nación haga sentir su influencia en favor de los intereses fundamentales de la ganadería argentina. Le propongo que concrete en una minuta, su deseo de que se adjudique en plazo breve la cuota del 11 % emanada del convenio de Londres, debiendo considerar la situación de las dos entidades que han venido luchando denodadamente para hacer la exportación de carnes argentinas.
Y por el segundo proyecto propongo una comisión investigadora compuesta de tres senadores para que establezca, si son o no ciertos, los precios a que me he referido, y si la situación del comercio de exportación de carnes argentinas es o no muy grave.
HAY VERDADERA URGENCIA EN HACER ALGO
Hay verdadera urgencia en hacer algo, señores senadores; la situación no tiende a mejorar, tiende a agravarse, y si el Congreso se clausura sin hacer algo práctico, pueden estar seguros los señores senadores que llegará el mes de Mayo del año que viene y el ministro de Agricultura, mantendrá la cuota en manos de los frigoríficos. Esto es lo que se opina en los círculos donde se debaten los intereses ganaderos de la Nación.
Cuando el gobierno dictó el decreto de 28 de Noviembre bonificando con el 20 % el precio de las letras de cambio, yo creo que sólo un establecimiento frigorífico aumentó sus precios, y fue la Compañía Sansinena. Pagaba, entonces, uniformemente 22 centavos por la casi totalidad de lo que compraba; no pagaba 25 ni 24 centavos, como otras compañías, pero tampoco menos de lo que he dicho, y elevó el precio de 22; a 25 centavos y siguió comprando a ese precio la casi totalidad. Había una suba real.
Las otras compañías que pagaban 25 centavos, subieron espectacularmente el precio a 28 centavos, pero por compras insignificantes, y como mantuvieron los precios bajos para el 90 % de sus negocios, resultó que no subieron en conjunto. La Compañía Sansinena sostuvo esa situación 8 meses, hasta que por último, a mí me parece que se habrá dicho: “no hay que ser sonsos”, en vista, sin duda; de la actitud del gobierno argentino que ampara y hasta estimula que los frigoríficos expriman a los ganaderos; y entonces ha pasado esta cosa extraordinaria que induce a meditar, señores senadores: en los momentos en que ha subido en proporciones considerables la carne en Inglaterra, el frigorífico Sansinena ha comunicado a su clientela que baja 2 centavos por kilo en el precio de los novillos.
¿Estas cosas no merecen investigarse?
LOS FRIGORIFICOS CONSTITUYEN UN MONOPOLIO ESCANDALOSO
No teman los señores senadores ser injustos ni crueles con el señor ministro de Agricultura si votan los proyectos que he presentado; el ministro de Agricultura saber perfectamente que los frigoríficos constituyen un monopolio escandaloso; el ministro de Agricultura sabe perfectamente que realizan ganancias ilícitas; el Ministro de Agricultura sabe mejor que yo, que se quedan con la utilidad de los cambios. Lo niega en el Congreso, lo niega en público; pero lo confiesa en otros documentos oficiales. Así sucede en la nota dirigida a su colega de gabinete, el ministro de Relaciones Exteriores, doctor Saavedra Lamas, que leyó en la Cámara de Diputados el diputado Noble, en presencia del ministro y con su asentimiento, mudo.
Opóngase esa nota a los discursos en sentido contrario que hizo en la Cámara, y resulta impresionante, resulta un caso extraordinario de desembarazo, para decir lo contrario de lo que se sabe que es cierto.
Diré cómo son los hechos. El 8 de Febrero, el ministro de Agricultura dirigió una nota, de ministro a ministro, al de Relaciones Exteriores, pidiéndole que encargara al embajador argentino en Londres, urgir la resolución del gobierno inglés sobre la famosa investigación en los frigoríficos de Inglaterra. Y entre las diversas consideraciones que hizo para fundar el pedido, dijo: “Mientras tanto, las compañías frigoríficas que integran la conferencia no han respondido con su actitud en la medida que corresponde al plan de restauración económica iniciado por este gobierno a fines de Noviembre próximo pasarlo. El promedio general de los precios del ganado de exportación no se ha elevado en la proporción correspondiente o aproximada al mayor valor adquirido por la divisa británica, no obstante coincidir esa circunstancia con la mejora de precios que viene observándose con las cotizaciones de chilled beef en Londres. Esta situación evidencia que las compañías frigoríficas ejercen en exclusivo beneficio propio un monopolio de importación de nuestras carnes, que el gobierno británico ha ratificado con el establecimiento de cuotas de importación al Reino Unido, toda vez que los precios no dependen ya del libre juego de la competencia, sino de lo que imponga ese monopolio, al cual el gobierno británico ha entregado el porciento de la cuota que corresponde a los frigoríficos”.
Esta es la opinión sincera del señor ministro de Agricultura: Los frigoríficos no han respondido al plan de restauración que ha iniciado el gobierno, los frigoríficos constituyen un monopolio en beneficio propio y no han elevado los precios en relación con la mejora de la divisa británica… Esto dice un documento oficial.
Bien; pero en los primeros días de Junio, en la Cámara de Diputados, el diputado Enrique Dickmann dijo que las medidas del gobierno no han dado resultado, porque los frigoríficos se quedan con el mayor valor de la divisa que debía corresponder a los ganaderos.
El ministro Duhau debía afirmar lo contrario y lo afirmó, aun cuando no fuera cierto.
En la página 600 del Diario de Sesiones, dice: “El ganadero, no sólo ha ganado la diferencia de cambio, sino que todavía ha tomado una parte del margen de beneficios del frigorífico”.
Juzguen los señores senadores del valor moral de este extraordinario documento humano, que acusa y condena a un ministro para siempre.
Hago moción para que estos proyectos se traten sobre tablas.
LISANDRO DE LA TORRE
_______
REPLICA DEL SENADOR DE LA TORRE AL MINISTRO DUHAU
Sr. de la Torre. — Pido la palabra.
La claridad y la severidad de mi exposición del sábado pasado, no han sido gratas al señor ministro de Agricultura. Lo comprendo. Pero, cuando yo fundaba los dos proyectos que se están tratando a la hora en que él se bañaba en el sol radiante de la Exposición Rural, mi preocupación no era, señor presidente la de cosechar aplausos ni vituperios, sino la de llamar la atención del país acerca de ciertos procedimientos funestos para la ganadería argentina, que estaban amparados dentro y fuera del gobierno por un silencio sepulcral.
Me movió el propósito de hacer la luz en un asunto oscuro, y lo compruebo con mi actitud en esta Cámara después de abrirse las sesiones, actitud silenciosa que ha sorprendido al señor ministro.
Supe que en la Cámara de Diputados iba a plantearse la cuestión de las carnes, y me bastó esa noticia para no tomar ninguna iniciativa, lo que hoy me reprocha el ministro. La interpelación planteada en la Cámara de Diputados, por el representante demócrata progresista ingeniero Noble, se trató con bastante demora a causa de diversas postergaciones, una de ellas solicitada por el mismo señor ministro, pero al fin se realizó y su resultado fue concluyente: el señor ministro fue vencido...

Sr. Ministro de Agricultura (Sr. Duhau). — ¡Qué optimista que es el señor senador!

Sr. de la Torre. — Fue puesta en evidencia su falta absoluta de razón, cuando no repartió la cuota del 15 % y la dejó a los frigoríficos.
NO ES INTEMPERANCIA DENUNCIAR UN GRAN ESCANDALO ADMINISTRATIVO
Después de esa sesión memorable, esperé con paciencia una cantidad de días anhelando ver alguna reacción en la actitud del señor ministro. Y sólo cuando vi que no la habría, que continuaría protegiendo el monopolio de las empresas frigoríficas, denunciado por él mismo al Ministerio de Relaciones Exteriores; cuando vi que seguiría consintiendo en que se apoderaran de la mejora del cambio, y que seguiría consintiendo en que rebajen los precios de las carnes en el momento que han tenido una suba extraordinaria en el Reino Unido, recién entonces señor presidente me resolví a plantear esta cuestión en el Senado. Pero, eso sí, a plantearla como una gran cuestión, como un gran escándalo administrativo, que repercutiera en la opinión pública, último recurso lícito cuando los gobernantes no reaccionan.
A eso, como acaba de oírse, lo llama el señor ministro, violencia, intemperancia, espíritu sistemático de oposición. ¡Qué le vamos a hacer!
Bendita sea la violencia puesta al servicio del bien público si remueve y disipa la atmósfera asfixiante que se respira cuando desaparecen todas las resistencias y triunfan todas las complicidades. No hay justicia señor presidente en decir que yo haga en esta Cámara una política de oposición sistemática, como lo pretende el ministro. La política propiamente dicha está excluida de mi programa, y se necesita que se produzca algún suceso grave y excepcional como fue hace poco tiempo el del estado de sitio, para que haga uso de la palabra. Cuando me opongo a medidas gubernativas censurables, sea que se trate de la sanción de presupuestos con déficit, confesado o disimulado, sea que se trate, como el año pasado, de la substitución de un plan de elevadores cooperativos por un plan de elevadores oficiales; sea que se trate de un cierto modus vivendi con Chile, que comprometía imprudentemente industrias argentinas nacientes, o sea que se trate del mismo convenio de Londres, lo hago con tal acopio de buenas razones que los defensores del gobierno y de sus errores no encuentran cómo refutarme.
Podría agregar, que a veces doy pruebas de gran ecuanimidad, como aquella en que el señor ministro de Relaciones Exteriores, doctor Saavedra Lamas, desde su banca ministerial en este recinto me invitó a que colaborara activamente en la obra de gobierno. Al poco tiempo, le ofrecí un plan de conversión de la deuda interna al 4 %, tan oportuno que todavía hoy se oyen las lamentaciones de los que comprueban que la conversión al 5 % no ha producido economías apreciables ni ha influido en la baja del interés en la proporción que lo exigía la baja de los valores económicos. Al presentar estos proyectos, al pedir al Senado que vote una investigación en un asunto de vital importancia que nunca se aclara, al reclamar que se aproveche la cuota de carnes del convenio de Londres, que fue tan ponderada, en vez de hacer oposición al gobierno, lo beneficio por una razón muy sencilla: porque en los actos gubernativos benéficos, pronto se olvida el nombre del legislador que los promoviera y todo el provecho queda para el Poder Ejecutivo.
CAMPANAZO EN DEFENSA DE MILLARES DE GANADEROS
Colocado en este plano superior, no he retrocedido ante la necesidad de analizar la conducta del señor ministro de Agricultura y he dado un campanazo, efectivamente he dado un campanazo tan resonante que se ha oído desde Jujuy hasta la Tierra del Fuego.
No me he preocupado, es verdad, de si dañaba o no con eso la carrera política del señor ministro de Agricultura…

Sr. Ministro de Agricultura. — Eso me interesa tan poco...

Sr. de la Torre.…me he preocupado de si beneficiaba o no a millares y millares de ganaderos argentinos, laboriosos y honestos, que viven hoy esquilmados por un monopolio extranjero.
Si mis conciudadanos aprecian esa actitud, me sentiré íntimamente satisfecho; y si no la aprecian, si aplauden más bien la voz de mis detractores, mi conciencia quedará igualmente tranquila, porque estoy bien seguro de la rectitud de mis intenciones.
En todos los parlamentos del mundo, señor ministro de Agricultura, se llama a las cosas por su nombre; solamente en éste se quiere poner sordina a la palabra de los oradores, que respetan el límite respetado en los demás parlamentos: la cultura de la forma. Y yo no he empleado palabra alguna gruesa para zaherir al señor ministro. Hice desfilar hechos y leí notas, y los hechos y las notas hablaron con una elocuencia que yo no tengo. Puestas las cosas en su lugar, en respuesta a las alusiones del señor ministro, entremos ahora a la cuestión fundamental.
PRIVILEGIOS DEL GOBIERNO BRITANICO
Hace un año y cuatro meses largos se firmó el convenio de Londres, que sólo ha de durar tres años. La República Argentina, por ese convenio renunció a administrar el 85 de la cuota de carnes que importa a Inglaterra, concedió rebajas arancelarias tan importantes que si he de creer a las informaciones particulares que son las únicas que pueden obtenerse en estos tiempos en que el gobierno se encierra en procedimientos herméticos, habrían costado en el primer cuatrimestre de este año 15.000.000 de merma en la renta; concedió también al gobierno británico el privilegio, quizás justo, pero no por eso no menos valioso de aplicar en beneficio de su comercio la totalidad de las letras de cambio que se originen en las compras británicas.

Sr. Ministro de Agricultura. — No es la totalidad.

Sr. de la Torre.— Desbloqueó fondos de las empresas y de los comerciantes británicos por más de 170.000.000 de pesos papel, que no podían salir de la República Argentina, y para desbloquearlos, transformó esos valores en oro tomando a su cargo la pérdida del 20 a 25 % en el quebranto de capital e intereses del empréstito que emitió. Prometió protección a los ferrocarriles británicos, que no protegen por su parte a la producción nacional, y lo ha cumplido de diversas maneras, y una de ellas que no puedo afirmar sea absolutamente exacta, por el silencio que guarda el gobierno en todas las medidas financieras, una de ellas sería haber dado a los ferrocarriles libras esterlinas al tipo de 15 pesos, mientras los importadores de los artículos de primera necesidad que consume el pueblo argentino, pagaban de 17 a 18.

Sr. Ministro de Agricultura. — Eso es absolutamente inexacto.

Sr. de la Torre. Algún día lo sabremos.
El señor ministro no lo sabe, pero dice que es inexacto porque yo he declarado que no tengo la prueba.

Sr. Ministro de Agricultura. — No haga juego de oratoria. No se le ha dado a los ferrocarriles, esa es la palabra oficial.

Sr. de la Torre. La palabra oficial, cuando la expresa el señor ministro de Agricultura, no siempre traduce la opinión del Poder Ejecutivo.
El señor ministro de Agricultura, dijo el año pasado en esta Cámara, cuando se discutió la ley de elevadores de granos, que no era admisible emitir los empréstitos de desbloqueo sin una ley especial, y la opinión del señor ministro no fue respetada por el Poder Ejecutivo. Demos a las palabras el valor que tienen.

Sr. Ministro de Agricultura. — No tiene nada que ver con esto. Siga el señor senador con sus datos inexactos y construya en el aire.
COMO UNICA COMPENSACION SE RESERVO PARA EL PAIS LA CUOTA DEL 15 % DE LAS EXPORTACIONES Y EL GOBIERNO NO QUIERE ENTREGARLA A LOS GANADEROS ARGENTINOS
Sr. de la Torre. En compensación de todas las concesiones que hace la República Argentina en el convenio de Londres, recibió una sola reventaja computable y fue el reconocimiento de una mínima cuota de carnes del 11 % para usarla en beneficio de la ganadería argentina.
El país entero, que es un país crédulo, creyó al Poder Ejecutivo y creyó al Congreso cuando le dijeron que ese beneficio iba a producir efectos inmediatos, y el señor presidente de la República, en algunos brindis y discursos, lo anunció también y los partidarios del tratado sin excepción, esperaron la inmediata aplicación de la medida.
Habría sido, entonces, antes de firmarse el convenio de Londres, y no ahora el momento de averiguar si es cierto o no lo que dice el señor ministro de Agricultura: que los ganaderos argentinos no tienen capacidad para exportar sus carnes ni siquiera en un 11 por ciento.

Sr. Ministro de Agricultura. — No he dicho nada de eso.

Sr. de la Torre. Lo ha dicho.

Sr. Ministro de Agricultura. — No es exacto.

Sr. de la Torre. ¿Por qué no da la cuota, entonces? ¿Por qué no se organiza la cooperativa?

Sr. Ministro de Agricultura. — Ya he dicho que las voy a organizar. ¿Qué más quiere?

Sr. de la Torre. Cuando habla como ahora, contradice todo lo que afirmó el gobierno de que forma parte. Habría sido entonces, repito, el momento de averiguarlo, porque los gobiernos serios no se preocupan de proyectar medidas importantes para que resulte después que son ilusorias e impracticables.
El gobierno argentino si hubiera podido comprobar la exactitud de lo que hoy dice el señor ministro Duhau, en lugar de pedir la cuota debió rechazarla. Si se adelantaba Gran Bretaña a ofrecérsela, debió decirle: No, eso está bueno para Australia, Canadá, África del Sud, para los países civilizados, pero no para la República Argentina, cuyos ganaderos no son capaces de exportar su carne. Pero, ¿qué iba a decir eso el gobierno si decía lo contrario? Y no solamente lo decía, sino que entre las personas que se entusiasmaban o aparentaban entusiasmarse, con la idea de las cooperativas ganaderas, estaba el actual M. de Agricultura, entonces diputado nacional. Intervino en el debate de la Cámara y lamento no haber pedido el Diario de Sesiones correspondiente, pero recomiendo a los señores senadores que lo lean y traten de ajustarlo con lo que dice hoy.

Sr. Ministro de Agricultura. — No tengo ni idea de lo que dice, ni el señor senador lo sabe. Está construyendo en el aire.

Sr. de la Torre. Declaró que eran una necesidad las cooperativas y formuló un proceso a la inercia de los gobiernos anteriores, porque no las habían creado. Lo que criticó a los gobiernos anteriores es lo que él está haciendo ahora.
Las esperanzas que sugirieron los brindis del presidente de la República y los discursos del Congreso, entre ellos el del señor diputado Duhau, fueron después defraudadas, y la cuota continuó en poder de los frigoríficos extranjeros. Gualeguaychú y Grondona y Compañía, tienen el 4 % con anterioridad al convenio de Londres.
De manera, que rigurosamente, no se ha dado nada, absolutamente nada en razón de la famosa cláusula tan ponderada; única ventaja que obtenía la República Argentina en el convenio de Londres.
EL MINISTRO HA BURLADO EL CONVENIO DE LONDRES O CONSPIRA CONTRA LA GANADERIA ARGENTINA
El señor ministro de Agricultura se encuentra en frente de un dilema formidable, cuyos dos términos son igualmente graves: si ha dificultado deliberadamente la organización de las cooperativas argentinas y ha impedido que se inicie la exportación directa de carnes, ha burlado las cláusulas del convenio de Londres y ha contrariado los intereses de la ganadería argentina. Y si lo ha hecho por indolencia, su culpa no es menos grave. En uno y otro caso, aparece como un ministro que no está a la altura de la misión que debía realizar. Ha perdido 16 meses sin crear ni permitir que se cree el organismo argentino que debía iniciar la exportación directa de carnes.
Un ministro diligente y capaz, un ministro que hubiera querido sinceramente organizar una gran cooperativa de todos los ganaderos del país, lo habría conseguido en dos meses, por que habría encontrado en todas partes buena voluntad.
Pero cuando el ministro de Agricultura de la Nación es el primero que obstruye la constitución de las cooperativas, y como esta tarde, a unos, porque son blancos y a otros, porque son negros, los encuentra malos a todos y los subordina al interés de los frigoríficos extranjeros es él quien hace fracasar la iniciativa. El señor ministro decía, que quitarle parte de la cuota a unos y darla a otros era arbitrario, para lo cual consideraba igualmente legítima la posición de un frigorífico extranjero, que según él mismo está monopolizando el comercio argentino de carnes, con la posición de una cooperativa argentina que se propusiera liberar a los productores de la tiranía del monopolio, monopolio que la República Argentina es el único país del mundo que soporta.
Si el señor ministro de Agricultura se pone a obstruir la sanción de la ley de carnes, en vez de favorecerla; si cuando la ley de carnes se sanciona, en vez de designar la junta que crea, se pasa meses y meses sin nombrarla; si cuando la Junta de Carnes, una vez nombrada, pierde el tiempo, el ministro deja que lo pierda; y si cuando la Junta de Carnes proyecta los estatutos y se los pasa al ministro para que los apruebe, les pone una piedra encima, y los retiene en su poder desde el 21 de julio hay que creer que el ministro es el culpable de la situación creada.

Sr. Ministro de Agricultura. — Le voy a explicar por qué no se han aprobado todavía esos estatutos. ¿Me permite el señor senador?

Sr. de la Torre. Si es para confirmar que es cierto lo que digo, sí.

Sr. Ministro de Agricultura. — Le puedo confirmar que es exacto tan sólo para darle ese placer; pero le voy a explicar al señor senador por qué se ha demorado un mes y unos días la resolución sobre un asunto tan fundamental como es la constitución de un mecanismo representativo de los productores de carne, que deben intervenir en el manejo de la cuota de acuerdo a ese propósito constructivo, por el cual se ha obtenido esa cuota de 11 % a que me he referido.
La demora es aparente, pues el mismo día que recibía el proyecto de estatutos, dije al presidente de la Junta de Carnes que siga organizando todas las cosas para que cuando quedara resuelto ese asunto, sobre el cual tengo algunas ideas propias, pudiera ponerlo de inmediato en ejecución. Además, como la concurrencia de los ganaderos al acto eleccionario dependía de las contribuciones que hubieran pagado, había que resolver primero esa situación.

Sr. de la Torre.Me dijo el señor ministro que iba a interrumpirme brevemente y me hace un discurso; no me dejaba interrumpir a mí.

Sr. Presidente (Patrón Costas). — La Presidencia entiende que el señor senador había aceptado la interrupción.

Sr. de la Torre. Para una explicación, no para un discurso.
Precisamente lo que pierde al señor ministro de Agricultura son las explicaciones y los anuncios pseudoconstructivos…
Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Decir eso del ministro de Agricultura que es pura acción en el ministerio! Eso es querer engañarse a sí mismo.

Sr. Presidente. — Ruego al señor ministro no interrumpir.

Sr. de la Torre. De lo que acabo de decir resulta que si la cooperativa a que pone tantas trabas y reparos, tuviera algunos, defectos, sería culpa de él, porque una cooperativa que ha querido organizarse a despecho de la voluntad del gobierno, no puede tener todas las adhesiones que hubiera conseguido, de no luchar con la hostilidad del gobierno.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es totalmente inexacto.

Sr. de la Torre. El señor ministro es el único responsable de cualquier deficiencia que tuviera la cooperativa de ganaderos.
EL MINISTRO DEFENSOR DEI. MONOPOLIO FRIGORIFICO IGNORABA LOS PRECIOS DE AUSTRALIA O QUISO TERGIVERSARLOS
Ahora, voy a pasar al punto en que se ha detenido el señor ministro más largo tiempo: a los precios en Australia, y la Cámara va a quedar asombrada de la ligereza —permítaseme la palabra— de la ligereza, repito, del señor ministro de Agricultura.
He dicho más de una vez que la crisis ganadera argentina se explica en pocas palabras; es un efecto del monopolio, aun cuando los mismos ganaderos argentinos no lo perciban; o aunque aquellos que lo perciben no proceden en consecuencia.
No es que el precio de la carne argentina en el mercado consumidor sea bajo, como sucede con los cereales; es que los frigoríficos no pagan por la carne argentina lo que vale. Para comprobarlo, me referí en mi exposición del sábado, no sólo a los precios en el mercado consumidor, sino también a los precios de los novillos en los mercados domésticos de los países que compiten con la República Argentina en la producción de carnes y me especialicé con Australia por tratarse de un país en donde, produciéndose carne de calidad inferior a la Argentina, los novillos se venden a mejor precio.
El señor ministro debe ignorar que las carnes australianas son inferiores a las argentinas, porque no lo ha dicho. Era un punto esencial.
Yo expliqué el mejor precio de los novillos australianos por la competencia, porque en aquel país no está monopolizada la exportación. El señor ministro de Agricultura, defensor del monopolio frigorífico...

Sr. Ministro de Agricultura. — Rechazo por absurda esa manifestación.

Sr. de la Torre.— …como lo voy a probar, el señor ministro, digo, comprendió, como lo ha comprendido hoy, todo el alcance de mi demostración y apenas publique en “Noticias Gráficas” un reportaje en que hablaba en términos generales de los precios del ganado australiano, que llegaba, dije, en su máximo, en algunos casos, hasta 17 y -18 libras, como sucedía con los novillos de Kinberley que se mandan a Perth, el ministro decidió encaramarse en la tribuna de la Sociedad Rural y polemizar conmigo, contando con la benevolencia de un auditorio que vive estremecido ante los frigoríficos, extorsionado por el temor de que no les “revisen”. El ministro rompió, al proceder así, con una tradición recomendable y discreta.
Es costumbre no usar la tribuna de las entidades neutrales, para polemizar con los adversarios políticos. Procediendo de otro modo, se da lugar a que se crea que la entidad neutral se embandera en una determina tendencia y en este caso, el ministro de Agricultura debió comprender que la Sociedad Rural Argentina nada ganaría en prestigio, si se la supusiera embanderada en las filas de los defensores del monopolio frigorífico.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es absurdo todo eso.

Sr. de la Torre. Empezó la polémica en los mismos términos en que ha planteado hoy la cuestión.
El ganado australiano, lejos de venderse a mejor precio que el argentino, se vende a un 65 % menos.

Sr. Ministro de Agricultura. — Ganado de exportación, señor senador; no confundamos.

Sr. de la Torre. No hable de ganado de exportación, sino del precio de los novillos en Australia. Cuando se vende un novillo a un precio satisfactorio, poco importa que se exporte o se consuma.

Sr. Ministro de Agricultura. — Cómo no va a importar, si el mercado internacional es uno y el interno es otro totalmente distinto y desvinculado- del internacional en muchas regiones de Australia.

Sr. de la Torre. Si el señor ministro me refutaba con lealtad…

Sr. Ministro de Agricultura. — En esa forma lo hace siempre el ministro.

Sr. de la Torre.…entonces debió hacerme la refutación en el terrera en que yo me había colocado. Le prevengo que no le doy mayor importancia a la distinción, porque también rigen estos precios para el ganado de exportación.

Sr. Ministro de Agricultura. — No, señor; ya lo probé…

Sr. de la Torre. Es que no entiende estas casas. Ya lo va a ver ahora, señor ministro.
Le recomiendo que tenga la paciencia que me recomendaba. ¿Quién es ahora el excitado?

Sr. Ministro de Agricultura. — Yo no estoy excitado.

Sr. de la Torre. Guarde la línea; le prevengo que yo no voy a borrar sus interrupciones del Diario de Sesiones. Nunca lo hago; ni excepcionalmente, ni sistemáticamente.

Sr. Ministro de Agricultura. — Haga como quiera; no me interesa. Puede borrarlas.

Sr. de la Torre. Yo había autorizado mis opiniones refiriendo la fuente de donde las sacaba. El ministro no hizo referencia a fuente alguna, había que creerla bajo su honrada palabra. Pero aun en ese caso, yo estaba en un terreno ventajoso, porque por muy honrada que sea la palabra del ministro, tratándose de precios de ganado australiano, sabe mucho más una revista de Australia, que un ministro de la República Argentina.

Sr. Ministro de Agricultura. — Esa es una simple afirmación.

Sr. de la Torre. ¿Acaso ha exhibido hoy la fuente de dónde saca los datos? No la ha exhibido.

Sr. Ministro de Agricultura. — Pero, señor senador; si están todas aquí.

Sr. de la Torre. ¿Dónde?

Sr. Ministro de Agricultura. — Están aquí, sobre mi mesa, y las he puesto a disposición de toda la Cámara para que las viera.

Sr. de la Torre. No las hemos visto. Las ha mostrado por las tapas. Nadie ha podido leer lo que dicen esas revistas. Me complace sobremanera que, al parecer, sean también entregas de la “Pastoral Review”, lo que autoriza la fuente que yo uso.
Hoy no ha usado aquí el truco de Antofagasta, que usó en la Sociedad Rural, pero no estará demás recordar (pie admite que los novillos de Kimberley y de Perth llegan a pagarse a 18 libras. Es distinto el caso de los novillos que llegaban a Antofagasta. No sabe lo que dice el señor ministro.
Sr. Ministro de Agricultura. — No le permito que diga eso.

Sr. de la Torre. De Salta a Antofagasta iban, porque ahora van muy pocos, los novillos a través del' altiplano andino; salían de Salta “de pella y grasa” y llegaban a Antofagasta apenas de “carne blanca”, exhaustos de fatiga, y los novillos que llegan a Perth de Kimberley, llegan en un estado en que valen invariablemente una libra más que los novillos nativos de Perth, que también hacen a veces el precio de 17 libras.
Pero ésta no es la cuestión. El mismo señor ministro dijo, y eso es exacto, que de Perth no se exporta ganado al Reino Unido, que la exportación se hace del otro extremo de Australia, del extremo oriental y meridional, lo que, como digo, es exacto, y a mí también me conviene que sea exacto para mi demostración. Entonces, trasladándose de la Australia occidental a la Australia oriental, dijo que los novillos gordos de Queensland valían 5 libras.
Eso lo dijo, porque el señor ministro aunque es un estanciero experto, como ministro confunde un novillo flaco con un novillo gordo.
Queensland, el Estado elegido por el señor ministro para sus demostraciones, es un país tropical; está situado entre los paralelos 11 y 29 en una latitud correspondiente al Brasil, al Paraguay. Y no sé cómo ha omitido advertir el señor ministro que los ganados que se crían en esas latitudes no son nunca de primera calidad. Son ganados de la zona de garrapata, y el ganado de Queensland es inferior al de Tasmania, Victoria y Nueva Gales del Sur…

Sr. Ministro de Agricultura. — Es el 92 % de la exportación de Australia.

Sr. de la Torre. Eso es lo que dice el señor ministro pero no lo prueba.

Sr. Ministro de Agricultura. — Cómo no; está aquí, en la “Pastoral Review”.

Sr. de la Torre. Cinco libras australianas al cambio de 13,72, que es el más bajo que se le puede hacer a la libra australiana, pues en realidad debería hacérsele un cambio de 14 a 14 y medio pesos; cinco libras a ese cambio son 70 pesos. Y el precio de 70 pesos por un novillo flaco de la zona de garrapata, es un precio doble o triple del que se paga aquí en Entre Ríos, Corrientes, Norte de Santa Fe y el Chaco.

Sr. Ministro de Agricultura. — ¿A qué cambio pone la libra australiana?

Sr. de la Torre. — A 13,72.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es menos que eso…

Sr. de la Torre. He hecho el cambio al tipo más desfavorable para mí, tendría derecho a ponerle 14 o 14,50.

Sr. Ministro de Agricultura. — El señor Senador tiene derecho a ponerle cualquier cosa, pero el cambio de la libra esterlina es de 12 pesos.

Sr. de la Torre. El cambio más bajo es de 13,72. Pro aunque no fueran 70 pesos, aunque fueran 67 o 65, ¿se paga en Corrientes, en el Chaco o en Santa Fe 65 pesos por un novillo flaco y de poca calidad?
LOS PRECIOS EN QUEENSLAND
Sr. de la Torre. Tenga un poco de paciencia y déjeme llegar a Tasmania.
En Queensland es un precio excelente el de 5 libras, o sea 70 pesos, por un novillo liviano; pero ese no es el previo más alto en Queensland; es el precio inferior en las cotizaciones del ganado de ese Estado en la ventas en remates y ferias.
En el mes de junio, dijo que no había cotizaciones en la “Pastoral Review”. El ministro fue mas afortunado que yo: encontró cotizaciones en ese mes en la Pastoral Review”, y entonces, con una expresión sonriente, me reprochó que yo hubiera dicho que no había leído la revista con atención. Bien, señores Senadores. El señor Ministro, que vuelvo a repetir, como estanciero es muy competente, pero como ministro hace graves confusiones, no solo confunde los novillos flacos con los gordos…

Sr. Ministro de Agricultura. — No he confundido nada de eso.

Sr. de la Torre.…sino que ha confundido, ahora los novillos con los bueyes y los torunos. Ha confundido ―repito― los novillos y bueyes viejos.

Sr. Ministro de Agricultura. — Esta equivocado.

Sr. de la Torre. Pido a  los señores senadores que tengan a bien revisar la entrega de la revista “Pastoral Review”, en la página que el ha citado, y verán que lo que encuentran son cotizaciones de bueyes.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es la página 631. Y pongo a disposición de la Cámara la traducción de la citada revista, donde verán que el señor senador por Santa Fe se equivoca.

Sr. de la Torre. No había en Junio, dije, en la “Pastoral Review” cotizaciones de novillos de Queensland, pero las hay en otros meses.

Sr. Ministro de Agricultura. — Pido, señor presidente, que se inserte en el Diario de Sesiones, el contenido de esta revista.

Sr. de la Torre.Y pido que no se me interrumpa.

Sr. Ministro de Agricultura. — No se enoje.

Sr. Presidente (Patrón Costas). — Permítame el señor ministro. El señor senador por Santa Fe no desea ser interrumpido.

Sr. de la Torre. Tranquilice sus nervios el señor ministro; tome un poco de bromuro.

Sr. Ministro de Agricultura. — El señor senador no me va a poner nervioso con su dialéctica. Las cifras son aplastantes.

Sr. de la Torre. En Enero de 1934 la misma revista dice que los novillos pesados en Queensland se cotizaban entre 102 pesos argentinos mínimo y 112 pesos máximo. En Febrero, entre 100 y 103; en Marzo, suben y alcanzan a 105 y 115 los pesados.

Sr. Ministro de Agricultura. — En Queensland el ganado es de exportación.

Sr. de la Torre. En mayo se cotizan a 124 pesos, los novillos gordos de Queensland, que son de la zona tropical, de la zona de garrapata.

Sr. Ministro de Agricultura. — No es exacto; no es zona de garrapata. Está equivocado, la garrapata sólo existe en el Norte de Queensland.

Sr. de la Torre.Sí, son de garrapata. El señor ministro dice esas cosas porque no lee…

Sr. Ministro de Agricultura. — El que no lee es el señor senador.

Sr. de la Torre. Si hubiera leído bien la revista habría encontrado un suelto alarmante acerca del efecto que están produciendo en Australia los baños garrapaticidas. Está cundiendo la tristeza que habían conjurado porque la hacienda, a fuerza de ser bañanada continuamente, pierde la inmunidad. Eso dice la revista que tiene en la mano el señor ministro y no ha sabido encontrarlo.
Bien, señor presidente; la cotización de Mayo, da 124 pesos por un novillo de Queensland.
El señor ministro lo niega, pero la dice la “Pastoral Review”. Pretenda saber más que la revista, pero no pretenda negar el dato que está a la vista.

Sr. Ministro de Agricultura. — No hagamos discusiones estériles; pido que se publiquen en el Diario de Sesiones todos los datos estadísticos que he leído en esta Cámara. No entremos a esa discusión porque va a resultar muy aburrida.

Sr. de la Torre. Sería bueno que se diera la fotografía de esas páginas en el Diario de Sesiones.

Sr. Ministro de Agricultura. — Si el señor senador lo desea…
Me hace muy poco honor; tenga en cuenta el señor senador que soy un hombre honesto, que no tengo deudas…

Sr. de la Torre. Cuando el señor ministro pone en duda la cotización que acabo de leer, es natural que pida que se fotografíe la página.

El señor senador Correa hace una observación en voz baja al orador.

¿Dice el ministro que no tiene deudas?... Por lo menos hace lo posible por no tenerlas.

Sr. Ministro de Agricultura. — No tengo hipotecas, tampoco…

Sr. de la Torre. ¡Es una suerte ser rico heredero!

Sr. Ministro de Agricultura. — Tengo mis manos bien callosas.

Sr. de la Torre. Queda bien establecido que el señor ministro, ha querido hacer creer que las cotizaciones mínimas de los novillos de Queensland, que corresponden a los novillos flacos, son las que corresponden a los novillos gordos.
LOS PRECIOS EN TASMANIA
Salgamos de Queensland, salgamos del trópico, vamos a los Estados que producen las mejores carnes australianas: vamos a Tasmania y Victoria. ¿Cuánto valen los novillos especiales de Tasmania y de Victoria?
Sr. Ministro de Agricultura. — Es una región importadora de carnes.

Sr. de la Torre. En Tasmania, los novillos especiales, en enero de 1934, valían $ 205,80. ¿Cuántos años hace que en la República Argentina no se paga $ 205,80 por un novillo de ninguna clase?

Sr. Ministro de Agricultura. — Yo nunca le he negado al señor senador que no valieran ese precio los novillos allí, pero se trata de regiones de consumo y no de exportación.

Sr. de la Torre. En Tasmania, en Febrero, las vaquillonas especiales $ 137. En Victoria, en el mes de Marzo, los novillos $ 178; en Australia del Oeste, $ 200.

Sr. Ministro de Agricultura. — Tampoco exporta carnes.

Sr. de la Torre. En Enero, $ 164.
He dicho que éste es el resultado de la competencia, y lo repito; el señor ministro ha querido negarlo, pintando con colores sombríos, la situación de la ganadería australiana, diciendo que los sistemas cooperativos están en ruina y que la carne australiana se paga en Londres a dos peniques menos que lo que reciben los productores argentinos. Eso dijo.

Sr. Ministro de Agricultura. — Yo no he dicho en Londres, yo he dicho en Australia.
Todo eso es inexacto. Está equivocado; ha interpretado mal; lea el Diario de Sesiones.

Sr. de la Torre. En Australia, la exportación de carne se hace por frigoríficos particulares, por cooperativas y por el propio productor, que embarca su carne por intermedio de alguna de esas organizaciones, recibe una parte del precio a cuenta y, después, cuando se liquida la carne en Inglaterra, recibe el saldo.
Esa es la forma más usual de hacer la exportación de carnes de Australia. De manera que en el 90 % de los casos, es el productor quien recibe los altos precios, como sucedería hoy, precios que han pasado de 90 centavos por kilo en la semana pasada y han llegado en algunos casos a 99. Eso lo recibe el productor australiano, mientras que, el productor argentino vende al contado al frigorífico, el frigorífico exporta y aprovecha él esos precios.

Sr. Ministro de Agricultura. — No hay un solo frigorífico cooperativo para la exportación de ganado vacuno.

Sr. de la Torre. ¡No me interrumpa!

Sr. Presidente (Patrón Costas). — Ruego al señor ministro se sirva no interrumpir al orador.
OPINION TEMERARIA DEL MINISTRO
Sr. de la Torre. Otra opinión temeraria del señor ministro, que iba olvidando entre mis apuntes, 'es la de que la carne limpia australiana se vende actualmente a 19 chelines, que convertidos a un cambio arbitrario, al cambio de 12 darían 25 centavos.

Sr. Ministro de Agricultura. — Cambio real.

Sr. de la Torre. Vuelvo a repetir que eso no es exacto. Ofrezco esta revista para que vean los señores senadores que tampoco el precio es real.

Sr. Ministro de Agricultura. — Voy a pedir la inserción y fotografía de todos estos documentos para que los vean los que no me conocen, porque la gente que me conoce, no lo precisa.

Sr. de la Torre. La carne de novillo de primera en Australia, se vende entre 28 y 33 chelines el “cental” o sea las 100 libras, y esos precios representan de 41 a 49 centavos papel argentino. Esos precios constan en la revista. ¿Cuál es, entonces, ese precio de 19 centavos con que ha querido anonadarnos el señor ministro? Es el precio de la carne de buey, a veces de bueyes viejos. “Aged oxen” dice la revista en alguna página.

Sr. Ministro de Agricultura. — Pero, señor senador, es el 92 % de la carne que exporta Australia. ¡No traiga estas cosas el señor senador! ...

Sr. de la Torre. Lo que ha leído el ministro en la página 651 de “Pastoral Review”, corresponde a carne de buey.
Sr. Ministro de Agricultura. — Está equivocado, es la página 631.
EL MINISTRO ARGUMENTA CON MALA FE
Sr. de la Torre. Por otra parte el debate ha sobrevenido a propósito de mi cita de la página 551. ¿Por qué no se ha referido a esa página, por qué no ha dicho que la “Pastoral Review” está equivocada? Si no lo ha dicho, si la “Pastoral Review” no está equivocada, los precios que yo saco de la “Pastoral Review” son exactos: 15 libras para Tasmania, 14 libras en Nueva Gales del Sur, y 5 libras para los animales flacos y ordinarios de Queensland, lo que es muy satisfactorio para la ganadería flaca y ordinaria.

Sr. Ministro de Agricultura. — Para comparar, hay que comparar cosas homogéneas; no se puede comparar ganado de exportación con ganado de consumo.

Sr. de la Torre. Es lo mismo. Ha hablado también, muchos años, frigoríficos cooperativos con notorio exceso, en Australia y Nueva Zelandia, y posteriormente ocurrieron del fracaso de las cooperativas. Se organizaron hace muchas quiebras, a consecuencia de esas quiebras se produjo un movimiento de concentración, muy explicable, habiéndose instalado más frigoríficos que los que se necesitaban, pero eso no es un fracaso del sistema: sería lo mismo que decir que la ganadería, la agricultura y la industria argentina han fracasado, porque continuamente, y sobre todo en las malas épocas, se arruinan ganaderos, agricultores e industriales.
A lo dicho, puedo agregar, para evitar confusiones, que el costo de la producción de carne en Australia es más elevado que en la República Argentina y el gobierno la protege; otorga una prima de exportación y subvenciona a las compañías navieras para que hagan fletes convenientes a fin de que la carne australiana pueda competir con la Argentina.
No he computado nada de eso en mis precios. He dado los que se pagan en los corrales de las ferias y nada he agregado en consideración a la prima al animal de exportación, ni tampoco he agregado nada en concepto de que el novillo australiano rara vez da un rendimiento limpio de más de 55 % y el novillo argentino da el 60 por ciento.
GRAVE CONFESION DEL MINISTRO EN CONTRA DE NUESTRA GANADERIA
Bien. Pasemos a otro tema, que tiene mucha substancia.
En los primeros tiempos después de la vigencia del convenio de Londres, el señor ministro no se atrevía a confesar públicamente lo que ha confesado esta tarde: que se propone seguir dejando la cuota a los frigoríficos…

Sr. Ministro de Agricultura. — Totalmente inexacto.

Sr. de la Torre. …diga lo que diga el Convenio de Londres.
Ahora que se cree triunfante, ahora que la Junta Nacional de Carnes ha procedido en una forma que hace imposible que su organismo esté listo para funcionar antes de la terminación de la vigencia del convenio de Londres...

Sr. Ministro de Agricultura. — Más sombrías previsiones todavía.

Sr. de la Torre.…ahora hace francamente, la defensa del monopolio, como la hizo en la Sociedad Rural.
En un párrafo prominente de su discurso en la Sociedad Rural, dijo lo que sigue:
Para aplicar la política de limitaciones cuantitativas, el gobierno británico se ha visto forzado a otorgar licencias de exportación a los frigoríficos, a fin de que las restricciones se hicieran proporcionalmente a todos por igual. Frigoríficos ingleses y norteamericanos sufrieron el corte con la misma intensidad. El gobierno británico no quiso despojar a unos intereses para beneficiar a los otros. Ha querido respetar las situaciones creadas y sólo ha consentido en salirse de esta política y hacer una excepción concediendo al gobierno argentino las facilidades de disponer de la cuota del 15 % de las licencias de exportación. Pero no lo ha hecho para que el gobierno argentino pueda cometer las arbitrariedades que el propio gobierno británico quiso evitar.”
Como se ve, le llama “arbitrariedades” a tomar la cuota del 11 % de los frigoríficos extranjeros y dársela a una cooperativa ganadera…

Sr. Ministro de Agricultura. — Si no hay una razón de mejora para la ganadería argentina.

Sr. de la Torre.…”Y no lo ha hecho —prosigue—para que el gobierno quite las licencias a algunos intereses particulares y las otorgue a otros por respetables y beneméritos que fueran”.
Este párrafo contiene la esencia del discurso y coincide con lo que ha dicho esta tarde casi textualmente.
Sr. Ministro de Agricultura. — Pido que se inserte…

Sr. de la Torre. ¡No me interrumpa!

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Se enojó!

Sr. de la Torre. No me interrumpe rezonga. Si hablara claro, pero es un murmullo que no alcanzo a oír.

Sr. Ministro de Agricultura. — Si se me permite, me voy a dar vuelta para hablarle con toda claridad.

Sr. de la Torre. Es una táctica, porque en este punto no le conviene dejarme hablar. Repito que ese párrafo del discurso contiene la esencia de su pensamiento.

Sr. Ministro de Agricultura. — Solicito que el discurso a que se refiere el señor senador se inserte en el Diario de Sesiones. -
AFIRMACIONES INEXACTAS DEL MINISTRO
Sr. de la Torre. Es un conjunto de interpretaciones inexactas. Dice que el reparto individual de las licencias de exportación es inherente a la política de limitaciones cuantitativas de Gran Bretaña.
¿No ha puesto Gran Bretaña una cuota de importación a los Dominios y no les ha dejado la libertad de distribuir individualmente las licencias? Si eso es así, ¿por qué afirma el señor ministro que la fijación de las licencia es inherente a la política de limitaciones cuantitativas de Gran Bretaña?
No le podría decir que ignora que los Dominios administran su cuota. Entonces ¿cómo puede afirmar, si sabe que los Dominios administran su cuota, que la fijación de las licencias por parte de Gran Bretaña es inherente a su política de limitaciones cuantitativas? Agrega que Gran Bretaña se vio forzada a poner la restricción a la Argentina de no disponer sino de un 15 por ciento de la cuota. Pero no ha explicado que es lo que ha forzado a Gran Bretaña a hacerlo si dejaba en libertad a los dominios, ¿por qué no lo hacía también con la República Argentina?
EL MINISTRO DEFIENDE EL MONOPOLIO CONTRA LOS INTERESES NACIONALES
Lo más enorme es la parte final del discurso donde se ve que al ministro de Agricultura de la República Argentina, las entidades argentinas que tienden a emancipar el comercio de carnes de la tiranía de los frigoríficos extranjeros, no le merecen más respeto que un frigorífico Monopolizador.
El convenio de Londres adjudicó a la República Argentina el 15 % de la cuota; eso significaba, evidentemente que se les quitaría el 15 % a los importadores actuales y se le daría al gobierno argentino para que lo distribuya. Esto es indiscutible, es elemental, y sin embargo el ministro sostiene ahora que no se le puede quitar el 11 % a los frigoríficos. A la pretensión de hacerlo le llama arbitrariedad; califica esa actitud como “quitarle a unos intereses para darle otros intereses”. No habla sino de intereses de los frigoríficos, está textualmente dicho en su discurso. Es sorprendente en un ministro de Agricultura de la República Argentina.

Sr. Ministro de Agricultura. — Lo sorprendente es que el señor senador haga esas deducciones de un discurso que comenta o ha entendido mal.

Sr. de la Torre. No preocupan al ministro los intereses “respetables y beneméritos” de la ganadería argentina.

Sr. Ministro de Agricultura. — Y el señor senador ¿qué intereses defiende? ¿Los intereses de quién defiende?

Sr. de la Torre. De la ganadería argentina.
GANADEROS SOMETIDOS A LOS FRIGORIFICOS
Vuelvo a repetir, señor presidente, que el señor ministro estaba rodeado en aquel momento de los grandes ganaderos, que viven pendientes de que los frigoríficos les revisen o no les revisen. De ahí esa actitud de los ganaderos, sometidos a la tiranía de los frigoríficos, que aquí existe, como en otros países existe la tiranía de los magnates del petróleo. Los ganaderos tiemblan. Es posible que hayan aplaudido al ministro; es posible.
TODO SUBE MENOS LA CARNE
En los últimos meses subieron los cereales en el mercado universal y la suba repercutió en la República Argentina; subieron los oleaginosos y sucedió lo mismo; subieron las lanas y los cueros, produciéndose análogo efecto. Subió también la carne en el mercado, británico en una proporción no menor que la de los granos y la de los cueros. ¿Subió acaso la carne en la República Argentina? No, señor presidente, bajó la carne en la República Argentina.
 Durante la suba en el Reino Unido, la mayor parte de los frigoríficos mantuvieron los precios anteriores y hubo uno, el Sansinena, que bajó dos centavos, o sea 10 pesos por novillo de 500 kilos. Explíquense esas cosas los señores senadores porque el ministro no ha explicado absolutamente nada…

Sr. Ministro de Agricultura. — He dicho que la comisión investigadora se encargará de eso.

Sr. de la Torre. ¡Sí, la comisión investigadora!

Sr. Ministro de Agricultura. — Sí, señor.
COMPARACION DE PRECIOS DEMOSTRATIVA DE LOS PERJUICIOS INJUSTOS QUE SUFRE LA GANADERIA ARGENTINA, Y EL PRIVILEGIADO BENEFICIO DE LOS INTERMEDIARIOS
Sr. de la Torre. Entonces yo, en la seguridad de no fatigar a la Honorable Cámara, voy a hacer una breve comparación entre los precios que han regido en tiempos anteriores y los de hoy. En años anteriores, la carne valía en Smithfield lo que vale hoy, o menos, porque, si bien puede parecer que la carne actualmente vale el mismo número de chelines o peniques que hace tantos años atrás, representa más en la Argentina; tenemos la moneda desvalorizada. Cuando en Inglaterra valía la carne menos de lo que vale hoy, se pagaban aquí 32, 33 y 35 centavos el kilo vivo por novillo. Y hoy se pagan 20, 22 y 25 centavos cuando no se pagan 16 ó 18. Esa demostración quiero hacer a la Honorable Cámara.
En el año 1926, la carne enfriada argentina valía 57 centavos el kilo, y los frigoríficos pagaban por los novillos 28 centavos el kilo vivo. En el año 1928 subió la carne en Smithfield a 61 centavos y los novillos subieron en la Argentina a 31 centavos. En el año 1929, la carne volvió a subir en Smithfield a 66 centavos y los frigoríficos pagaban por los novillos los mismos 31 centavos del año 1928. La suba sobrevenida representaba 15 pesos, por novillo, que recibieron íntegramente los frigoríficos manteniendo el precio de 31 centavos. En 1930 vuelve a subir la carne y alcanza a 72 centavos el kilo. La suba equivale a $ 30,39 por novillo, respecto de la cotización del año 1928, y sin embargo, los frigoríficos siguen pagando 31 centavos como máximo. En el año 1931, la carne baja 2 centavos en Smithfield, y los frigoríficos bajan en la Argentina 5 centavos, es decir de 31 centavos a 27,50.
Comparando con los años anteriores, resulta que pagan por la carne a 72 centavos en Smithfield lo que pagaban en el año 1927, cuando la carne valía 50 centavos, en Smithfield. La ganancia que se arrebata a los ganaderos excede de 60 pesos por cabeza.
Tal es el régimen de las “situaciones creadas” de que ha hablado esta tarde con tanto entusiasmo el ministro.
Después del 28 de Noviembre; 4a situación empeora, porque los frigoríficos agregan a sus ganancias el 20 % de mejora en el cambio.
La falta de relación entre los precios de venta en el Reino Unido y los precios de compra en la Argentina, ha sido establecida por la Junta de Carnes en un gráfico del mayor interés, gráfico que está actualmente reservado, lo que no se explica, ni se justifica. Sus conclusiones no pueden apartarse de los datos oficiales conocidos y, de acuerdo con ellos, se llega a la siguiente conclusión:
En Smithfield el 25 de Noviembre de 1933, valía la carne 50 centavos el kilo, y un mes después, el 23 de Diciembre valía 78 centavos, con una suba del 56 %.
En la Argentina, el 25 de Noviembre de 1933, los frigoríficos pagaban por los novillos 20 centavos el kilo promedio y siguen pagando 20 centavos promedio el 25 de Diciembre.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es el error en que siempre incurre en sus cálculos el señor senador.

Sr. de la Torre. Será un error de la Junta Nacional de Carnes.

Sr. Ministro de Agricultura. — Son cálculos mal barajados. La materia prima es buena, la interpretación es mala.

Sr. de la Torre.Podría el señor ministro emplear su influencia para que la Junta Nacional de Carnes publique el gráfico.

Sr. Ministro de Agricultura. — Lo haré, señor senador, pero debo expresarle que trabajamos a puertas abiertas.
MINISTRO QUE FALTA A LA VERDAD
Sr. de la Torre. La suba ha beneficiado exclusivamente a los frigoríficos. Es la época en que el señor Duhau es ministro y los frigoríficos hacen lo que les parece.
Durante todo el tiempo registrado en el gráfico de la Junta Nacional de Carnes, Noviembre de 1933 a Abril de 1934, los precios de los novillos en la Argentina forman una línea recta y los precios de Smithfield una línea quebrada que sube y baja, pero cuando baja, en su punto máximo, que es el 17 de Marzo de 1934, se encuentra 12 centavos arriba del precio originario del 25 de noviembre.

Sr. Ministro de Agricultura. — ¿A qué cambios están calculados?

Sr. de la Torre. No obstante esos datos oficiales que el ministro conocía ya el 8 de febrero, cuando se dirigió al ministro de Relaciones Exteriores…

Sr. Ministro de Agricultura. — ¿Repite el argumento?

Sr. de la Torre.…fue a la Cámara de Diputados en el mes de junio y afirmó que los frigoríficos devuelven íntegro el 20 % de la suba del, cambio a los ganaderos y que los hacen partícipes en el margen de sus beneficios.
El ministro ha intentado en vano explicar esta tarde los motivos que lo habrían inducido a enviar su nota al ministro de Relaciones Exteriores, pero ni siquiera, —noten los señores senadores—, ni siquiera ha intentado explicar por qué habiendo mandado esa nota, fue después a la Cámara de Diputados y dijo lo que le constaba no era verdad.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es la verdad. Lo sostengo.

Sr. de la Torre. Que los frigoríficos devuelven al ganadero la mejora del cambio y todavía lo hacen partícipe de las utilidades.

Sr. Ministro de Agricultura. — La comisión investigadora lo dirá.

Sr. de la Torre. Yo acepto, señor presidente, que este punto tan grave para la autoridad del señor ministro de Agricultura, sea investigado.

Sr. Ministro de Agricultura. — A solicitud mía.

Sr. de la Torre. El ministro no puede quedar en la situación comprometida en que se encuentra.
¿QUE MOVILES PÉRSIG-UE EL MINISTRO AL MALOGRAR EL CONVENIO DE LONDRES?
¿Cuál puede ser el móvil que llevó al ministro de Agricultura a proceder de esta manera, malogrando los anunciados beneficios del convenio de Londres, al dejar la cuota del 11 % en poder de los frigoríficos? No lo comprendo, y tan sólo, entre otras razones, tengo la impresión de que tiene la idea fija de no consentir en que el manejo de la cuota argentina del 11 % salga de una entidad exclusivamente representativa del interés de los grandes ganaderos argentinos.
No es una teoría que yo invento; es lo que el ministro ha confesado, en unión de los diputados que lo acompañaron en el reciente debate de la interpelación.
La teoría asume más o menos esta forma: tenemos una cuota limitada de exportación; guardémosla para las carnes más valiosas; es decir, guardemos la cuota y los relativamente altos precios que pueda representar, para los grandes productores del chilled, y que corran su suerte los pequeños productores que venden en Liniers y la ganadería de Entre Ríos, del Norte de Santa Fe y la del Chaco.
CONCEPTOS REACCIONARIOS Y GUERRA A LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES
Estas ideas son muy explicables en un gobierno que ha surgido al conjuro de conceptos reaccionarios, y no abandona la esperanza de formar una oligarquía de terratenientes, que convierta en un privilegio la cuota de las carnes.
La negativa de entregar el manejo de la cuota a una cooperativa de pequeños productores, invocando razones que son todas especiosas, no es una casualidad, es un síntoma. Es un acto consciente que se inspira en los conceptos sociales, financieros, políticos, filosóficos y religiosos que caracterizan al gobierno actual…

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Totalmente inexacto!

Sr. de la Torre.…y que se traducirían, como he dicho, en la resurrección de un nuevo monopolio de las carnes en favor de determinados productores.
Si el ministro de Agricultura hubiera consentido a raíz de la aprobación del convenio de Londres, en que una cooperativa de pequeños ganaderos, semejante a las cooperativas de Australia, de Nueva Zelandia y del Canadá, hubiera recibido el manejo de la cuota, y lo hubiera realizado con éxito, ¡adiós sus caras esperanzas!
Estas ideas pueden causar sorpresa, pero las compruebo, recordando al Senado, que la actitud actual del ministro de Agricultura, respecto de las cooperativas de pequeños ganaderos, es exactamente la misma actitud que adoptó el año pasado en contra de las cooperativas de agricultores y en contra de los elevadores de granos cooperativos. ¿Qué hizo el ministro de Agricultura una vez que hubo destruido los elevadores cooperativos de granos, una vez que hubo detenido la exportación directa de granos por los productores, que ya había comenzado con el primer cargamento que mandara la Asociación Argentina de Cooperativas a la Cooperativa de Manchester? ¿Qué hizo? Hizo exactamente lo que está haciendo ahora: dilaciones, dilaciones y dilaciones. Perder el tiempo con cualquier pretexto y dar después cualquier explicación; traer técnicos del Canadá, que no se necesitan y hacerlos estudiar un problema estudiado.

Sr. Ministro de Agricultura. — Eso es lo que cree el señor senador, con su ligereza.

Sr. de la Torre. Y pedir prórrogas al Congreso, sin ninguna razón ni fundamento, sabiendo que el Congreso se las dará, como se las ha dado ya.
Cuando se discutió esa ley, yo aseguré en la Honorable Cámara que era impracticable; anuncié, en presencia del ministro, que estaba en esa misma banca, que no podría cumplirla, y él, —no ha de haberlo olvidado el Senado—, contestó con aplomo, que sí, que la ley se cumpliría dentro de sus términos. Y los señores senadores la votaron.

Sr. Ministro de Agricultura. — Se cumplirá, señor senador.

Sr. de la Torre. Llegó el término de seis meses para la licitación, pasaron los seis meses, y no ha licitado nada, ni licitará nada.

Sr. Ministro de Agricultura. — Se estudia, que es lo primordial. Las improvisaciones son malas, señor senador.
SENTIMIENTOS ANTICIONALISTAS DEL MINISTRO
Sr. de la Torre. Volviendo a la cuota del 11 %, pregunto: ¿si el Ministerio de Agricultura encontraba, sinceramente, que no debía darla a ninguna cooperativa argentina, porque no las consideraba en condiciones, si pensaba eso aunque no tuviera razón, y quedaba la cuota sin destino, ¿por qué no le dio al de Gualeguaychú?...

Sr. Ministro de Agricultura. — Ya lo he dicho.

Sr. de la Torre. ¿Por qué prefirió dejarla a los frigoríficos del monopolio? Esto no tiene respuesta, sino en los sentimientos antinacionalistas del señor ministro.

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Protesto contra esa afirmación!

Sr. de la Torre. Alardea de un nacionalismo frenético.

Sr. Ministro de Agricultura. — Sí, señor, más sincero que el suyo.

Sr. de la Torre. Pero, en el hecho, —que es lo que interesa—, la cuota que pudo tener Gualeguaychú, la dejó a los frigoríficos extranjeros.

Sr. Ministro de Agricultura. — Ya he explicado esta situación.
LA JUNTA DE CARNES
Sr. de la Torre. Podría preguntar: ¿También comparte esa política la Junta Nacional de Carnes? ¿Es solidaria de los errores del ministro?

Sr. Ministro de Agricultura. — Pero si esa junta es autónoma, señor senador.

Sr. de la Torre. ¿Por el hecho de que sea autónoma, no puede participar de las ideas del ministro?

Sr. Ministro de Agricultura. — En cuanto a la distribución de las cuotas son los miembros de esta junta los que proceden.

Sr. de la Torre. ¿Tienen esos miembros de la junta las mismas ideas que el ministro de Agricultura?

Sr. Ministro de Agricultura. — Naturalmente que han de tenerlas.

Sr. de la Torre. Yo he estado en la creencia de que la junta era tan responsable como el ministro en este asunto.

Sr. Ministro de Agricultura. — Totalmente.

Sr. de la Torre. Pero, por informaciones que he oído…

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Cuántas cosas oye el señor senador!

Sr. de la Torre.…no afirmaría que la Junta Nacional de Carnes no estuviera dispuesta a dar la cuota precariamente a una entidad cooperativa seria, si el ministro no la desautoriza aprobándole sus estatutos.

Sr. Ministro de Agricultura. — Se le aprobarán, señor; no tenga miedo.

Sr. de la Torre. Se aprobarán, sí, pero no se aprueban, señores senadores, esto es tan grave como el discurso que pronunció en la Cámara de Diputados, diciendo que los frigoríficos devolverían a los ganaderos la mejora…

Sr. Ministro de Agricultura. — Los señores senadores sabrán apreciar lo que he afirmado aquí.

Sr. de la Torre. Vuelvo a repetir: el 21 de Julio, hace mes y medio, la junta mandó los estatutos al Ministerio de Agricultura y todavía están con una piedra encima.

Sr. Ministro de Agricultura. — Ya lo he explicado.

Sr. de la Torre. Y ha agregado esta tardé que tiene ideas propias, lo que quiere decir que hará perder otros seis meses al objetar los estatutos.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es una mera afirmación.

Sr. de la Torre. Eso quieren decir sus palabras.
NADA JUSTIFICA EL REPUDIO DEL MINISTRO A LOS FRIGORIFICOS NACIONALES
Las defensas de su actitud que ha intentado el señor ministro de Agricultura coinciden con las que refuté en  mi exposición del sábado, de manera que seré muy breve a su respecto.
Pretende que el trabajo de industrializar la carne para la exportación frigorífica es muy difícil y que el país puede verse expuesto al descrédito de sus carnes por dejar la exportación en cualquier mano. Eso no tiene fundamento. El trabajo de preparar reses para la exportación frigorífica no puede ser más sencillo y un frigorífico lo efectúa de la misma manera que lo-hace el otro: Es el trabajo de faenar el novillo, de limpiarlo muy bien y de colgarlo de un clavo en una cámara frigorífica que tiene un termómetro para controlar la temperatura.

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Magnífica definición de un frigorífico!

Sr. de la Torre. ¡Estoy hablando a los efectos de la preparación del embarque; no venga a enredar el asunto! Los frigoríficos hacen después otras cosas como la utilización de los subproductos, etcétera. Estoy hablando nana más que de la forma en que podría influir la preparación deficiente sobre la calidad y el prestigio de la carne. A ese respecto, todos los frigoríficos son iguales. No se puede faenar un novillo, limpiarlo y colgarlo de un clavo en una cámara frigorífica sino de una manera.
Son cuentos lo de que el frigorífico Gualeguaychú o el señor Grondona podrían desprestigiar la carne argentina por defectos de preparación.

Sr. Ministro de Agricultura. — Digo que son los más inferiores que han ido a ese mercado.

Sr. de la Torre. He recogido informaciones a ese respecto y las remesas que hacen son excelentes…

Sr. Ministro de Agricultura. — Yo traigo informaciones oficiales.

Sr. de la Torre. También eran oficiales las informaciones que llevó a la Cámara de Diputados…

Sr. Ministro de Agricultura. — Y han sido informaciones exactas.

Sr. de la Torre. También se ha insistido mucho en pretendidas dificultades para la colocación en el mercado británico. No existe dificultad alguna para la colocación. Y yo, aun cuando el ministro ha pretendido que no me intereso nunca por estos asuntos…

Sr. Ministro de Agricultura. — Públicamente. En su gestión oficial.

Sr. de la Torre. Públicamente, hace dos años, en una sesión del mes de Julio de 1932, presenté una minuta que el Senado tuvo a bien votar, pidiéndole datos al Poder Ejecutivo sobre la exportación de carnes.

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Vaya la intervención!

Sr. de la Torre.En el punto 11 de mi cuestionario, decía: “Organización actual de la distribución de las carnes importadas en Gran Bretaña. Firmas independientes que intervienen en su comercialización. Nacionalidad de los componentes de éstas y garantías que presenten”.

Sr. Ministro de Agricultura. — Es un simple pedido de datos que no define orientaciones.

Sr. de la Torre. El Poder Ejecutivo contestó: “Existen en el mercado de Smithfield, juntamente con los puestos que poseen los frigoríficos de la Argentina, aproximadamente 220 puestos mayoristas de firmas importadoras de carnes que comercian con carnes argentinas y de toda las procedencias que llegan a Smithfield. Las firmas que comercian en la importación de carnes en los mercados del Reino Unido, son en su mayoría británicas, australianas, neozelandesas y norteamericanas. Se trata de firmas antiguas, muy conocidas y de mucho arraigo en ese país”.
Entre las firmas independientes desvinculadas de los frigoríficos en la Argentina, existe especial interés en ponerse en contacto con asociaciones de productores en los países extranjeros, a efectos de recibir directamente las carnes frigorificadas sin intervención de las combinaciones de las compañías que tienen acaparada la producción de carnes del Río de la Plata”. Esto lo dijo bajo su firma el presidente cle la República.

Sr. Ministro de Agricultura. — Y qué hizo con esos datos? ¿Alguna acción constructiva?

Sr. de la Torre. Se estableció que no hay dificultad en que los productores argentinos exporten directamente.

Sr. Ministro de Agricultura. — Recién ahora se despierta.

Sr. de la Torre. Parece mentira que no me entienda el señor ministro.

Sr. Ministro de Agricultura. — El señor senador no quiere entender lo que digo.

Sr. de la Torre. No existían dificultades en opinión del actual gobierno y del anterior ministro de Agricultura para la colocación.

Sr. Ministro de Agricultura. — ¿Desde cuándo sabe eso?

Sr. Correa. — ¡Son interrupciones arrastradas!

Sr. Ministro de Agricultura. — ¿Arrastradas?... ¡Protesto contra esa manera de expresarse!

Sr. Correa. — ¡Que conste la protesta del señor ministro!

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Pido que se me haga respetar!

Sr. de la Torre. Yo no he oído…

Sr. Correa. — ¡Es un comentario de almacén!

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡La forma como se expresa el señor senador, es un comentario de almacén!

Sr. Correa. — Constará su protesta en el Diario de Sesiones, pero creo que será saludable esta incidencia, si termina con esas interrupciones.
HAY AMPLIO MERCADO PARA COLOCAR LAS EXPORTACIONES DE LOS FRIGORIFICOS ARGENTINOS
Sr. de la Torre. La pregunta 12 se refería al número de carnicerías que cuentan en propiedad en Gran Bretaña las compañías importadoras de carnes con frigoríficos en la Argentina, y el número total de estos negocios en todo el Reino Unido. Esta pregunta la formulé porque los defensores de los frigoríficos han dicho aquí toda la vida: no se puede luchar, tienen todas las carnicerías de Gran Bretaña.
Y nada de eso es cierto, como resulta del mensaje del Poder Ejecutivo. En la contestación detalla el número: “De acuerdo con estas cifras, dice el mensaje, y teniendo en cuenta el promedio de los aumentos habidos en 1923, con relación a 1913, y 1928 con relación a 1923, puede estimarse en 50.000 el número total de carnicerías en todo el Reino Unido, en la actualidad.
Este número, con relación a las 2.600 de propiedad de la Compañía The Union Cold Storage, que posee frigoríficos en la Argentina, Brasil, Australia y otros países, representa una proporción de 5,2 %, o sea una carnicería de la “Cold Storage” por cada 19 carnicerías de otros propietarios”.
La pregunta 14 estaba formulada así:-
Si el Ministerio de Agricultura considera que habría ambiente en Gran Bretaña para entidades comerciales que se crearan en la Argentina con el objeto de proveerla de carne frigorífica, en las cuales tuvieran intervención los mismos productores argentinos”.
El presidente de la República contestó:
El momento es muy propicio para que los productores argentinos se inicien en la exportación de productos al Reino Unido, contándose con un ambiente muy favorable de parte de las autoridades británicas, como de los comerciantes importadores de carne. La substitución que viene sufriendo el producto de primera calidad de la Argentina por otro de inferior clase, ha influido para que las autoridades británicas miren con simpatía cualquier iniciativa de los productores argentinos tendiente a corregir ese cambio en perjuicio del consumidor británico”.
Creo que esto es decisivo, para demostrar que los argumentos que se hacen no tienen fundamento y que el ministro actual de Agricultura contraría lo que ha venido sosteniendo el mismo gobierno de que forma parte.
LAS COOPERATIVAS ARGENTINAS ESTAN EN CONDICIONES DE EXPORTAR CARNES
Otro argumento, de que por fortuna no se ha usado esta tarde, es el de la falta de capitales de las cooperativas que han solicitado la cuota al Ministerio de Agricultura. Hay que darse cuenta de lo que es una cooperativa. Si la cooperativa tiene ganado, el capital que necesita es muy pequeño. Y en el caso de la cooperativa argentina que se presentó solicitando cuota, sus asociados podían disponer de inmediato de alrededor de 100.000 novillos, que estarían, o no, todos gordos, pero no todos se iban a exportar inmediatamente. La cuota del 11 % representa, más o menos, de 120 a 130.000 novillos en el año. Desde el primer momento los asociados de la cooperativa tenían con exceso lo que la cooperativa necesitaba. Lo que hay es que les han inventado defectos. El ministro de Agricultura en vez de favorecer las cooperativas las ha obstruido y va en camino de realizar su propósito.
Argumentos como ésos no se pueden tomar en serio; son un simple reflejo de la mala voluntad que se ha tenido respecto de todos los que han intentado poner en peligro la permanencia de la cuota en poder de los frigoríficos.
EL GOBIERNO SABOTEA LAS COOPERATIVAS ARGENTINAS
Otras entidades se han presentado preguntando qué requisitos debieran llenar para poder constituirse. No se les ha contestado, no se les ha acusado recibo.
La firma Grondona y Compañía, que tiene una cuota reconocida en el convenio de Londres, se presentó a la Junta Nacional de Carnes diciendo que un núcleo importante de ganaderos auténticos quería constituir una cooperativa en conexión con ellos y preguntando cuáles eran los requisitos que necesitaban llenar. La Junta Nacional de Carnes no les contestó. Reiteraron la nota, y la aclararon y manifestaron que no se compondría la cooperativa sino de ganaderos auténticos; que las acciones no ganarían interés; que estaban listos para exportar doscientas toneladas semanales de carne. La Junta Nacional de Carnes no les contestó tampoco la segunda comunicación.
Esa firma se había dirigido al mismo tiempo al Ministerio de Agricultura —me parece que en el mes de Octubre del año pasado— llamándole la atención sobre la aplicación que se les hacía de las reducciones dispuestas por el Board of Trade para la importación general de carnes argentinas, la reducción del diez por ciento, que después fue del catorce por ciento, sosteniendo que si ellos tienen una pequeña cuota dentro del quince por ciento no es el caso de que se les reduzca a ellos, sino que en todo caso el Poder Ejecutivo diera eso menos a los frigoríficos trustificados. El ministro de Agricultura, que está aquí presente, no contestó esa nota.
Más adelante la misma firma se dirigió con el mismo razonable propósito a la Junta Nacional de Carnes. Tampoco se les contestó.
En ese ambiente se desenvuelven los que pretenden constituir cooperativas, no obstante los elogios a las ventajas del Convenio de Londres, en un ambiente de mala voluntad.
EL GOBIERNO SOLO DEFIENDE A LOS FRIGORIFICOS
En las esferas oficiales sólo se defiende a los frigoríficos y así se ha consolidado el monopolio, y esto Sr. Presidente no tiene como único efecto el de hacer que se pague por el ganado argentino la mitad de lo que se paga por el australiano; el monopolio produce otro efecto pernicioso, divide a los productores argentinos de carne en dos clases: los grandes y los chicos, los favorecidos y los desvalidos, los que venden a cinco centavos más y los que venden a cinco centavos menos. Los grandes venden en la estancia a los precios máximos que quiere pagar el frigorífico y los chicos venden en Liniers a varios centavos menos del precio a que habrían vendido los mismos animales otros vendedores privilegiados.
SITUACION INICUA DE LOS PEQUEÑOS GANADEROS
Los frigoríficos nunca tienen interés en revisar las tropas de los pequeños ganaderos; los esperan tranquilamente en Liniers y se los “tragan”. Esto es público y notorio. Sucede todos los días y nadie lo ignora, menos el ministro de Agricultura; porque supongo que si lo supiera habría por lo menos hecho algo para remediar una situación tan inicua. Y no ha hecho nada; al contrario, en su discurso de la Sociedad Rural no ha tenido sino ironías y menosprecios para los que protestan, o hacen alguna crítica a los grandes ganaderos. La parte más ingrata de ese ingrato discurso del ministro es para mí el “lasciate ogni speranza” que deja caer sobre la cabeza de los infelices que tienen que vender en Liniers. Por cincuenta o cien novillos un frigorífico no se incomoda; los espera que caigan.
EXACCION DE 160 MILLONES A LOS AGRICULTORES
No quiero terminar esta réplica sin hacerme cargo de la crítica que me ha hecho el ministro, porque al hablar del plan del precio mínimo, en la sesión del sábado, para encomiarlo, hice una reserva que, según él, importaba un elogio mezquino.
El ministro de Agricultura trae esa cuestión al debate y no me desagrada poner las cosas en su sitio, averiguando lo que puede haber en ese plan del precio mínimo, de intención sincera en proteger al agricultor argentino y lo que puede haber de estratagema fiscal para sacar del bolsillo de los contribuyentes 160.000.000 de pesos que no se podían sacar con el recurso constitucional del impuesto…

Sr. Ministro de Agricultura. — Que volverán en obras de beneficio al productor.

Sr. de la Torre. El plan del precio mínimo, como dice el ministro, en el hecho significa lo siguiente: el gobierno ha extraído 170.000.000 de pesos de los bolsillos de los productores y consumidores; ha dedicado 10.000.000 para subir el precio del trigo en beneficio de los agricultores y se ha quedado con el resto, o sea 160.000.000 de pesos, sin autorización del Congreso y sin decir ni siquiera qué ha hecho, ni qué hará con ese dinero.
Si el Poder Ejecutivo hubiera dispuesto de 10.000.000 de pesos tomándolos de rentas generales para mejorar el precio del trigo y proteger a los agricultores, tendría derecho a que se le reconociera el espíritu de sacrificio que pretende.
Si el Poder Ejecutivo hubiera extraído de los bolsillos de los productores y consumidores 10.000.000 de pesos con un impuesto especial, sin afectar sus rentas generales, y los hubiera aplicado a proteger a los agricultores ya no tendría derecho a aspirar a las palmas del martirio, pero sí a que se le reconociera una diligente preocupación por la suerte de los agricultores.
CUENTO DEL TIO A LOS AGRICULTORES
Pero usando el P. E. se apropia de 170.000.000 en nombre de los intereses de los agricultores, invocando la necesidad de subir el precio del trigo, e invierte nada más que 10.000.000 en la suba y se hace un capitalito con los otros 160.000.000, entonces las cosas cambian.
De manera que pido al señor ministro que deje sus conceptos laudatarios al amor del Poder Ejecutivo por los agricultores para alguna ocasión más propicia.
La comisión aconseja al Senado votar favorablemente el pedido de investigación y votar desfavorablemente la minuta que se refiere a la distribución de la cuota.
PRETEXTO CONSTITUCIONAL PARA NO MOLESTAR A LOS FRIGORIFICOS
Naturalmente que estoy conforme con el primer despacho. Hace tantos años que el Poder Ejecutivo viene anunciando que va a hacer una investigación, y nunca la ha hecho; y siempre con pretextos, porque eso, señores senadores, de que no se ha podido llevar a cabo la investigación porque un frigorífico ha planteado la cuestión de la inconstitucionalidad de la ley, es un pretexto. ¿De cuándo acá las demandas de inconstitucionalidad enervan la fuerza de las leyes del Congreso?
Se ha inventado esa doctrina y se la ha extendido al cobro de las multas. Cualquier particular, un industrial, un ganadero que incurre en una multa, la paga, y si considera que es injusta, paga e inicia la demanda después. Los frigoríficos, no; así lo ha resuelto el ministro de Agricultura. Se les imponían multas y se les cobraban. Pero el año pasado, en Septiembre, cuando estaban acumulados expedientes de multas a los frigoríficos por 500.000 pesos, el ministro dio orden de suspender el cobro hasta que los jueces resolvieran los juicios que habían iniciado.

Sr. Ministro de Agricultura. — No habían sido aplicadas las multas aún.

Sr. de la Torre. Hubieran sido o no aplicadas. La situación tiene además el peligro de la prescripción. Naturalmente, el ministro dice no sé con qué fundamento o razón, que eso no se prescribe.

Sr. Ministro de Agricultura. — Nunca he dicho eso.

Sr. de la Torre. Pero yo le recuerdo al Senado que hay ya un caso de prescripción operada, el caso del Frigorífico Armour, en que por retardo en el despacho de la Cámara de Apelaciones de Mercedes, se prescribió la multa, a los dos años; y las multas suspendidas actualmente son de principios del año 1933. Faltan seis meses para la prescripción.

Sr. Ministro de Agricultura. — Pero no están aún prescriptas.

Sr. de la Torre. Ese es el criterio oficial.
MALA OPORTUNIDAD PARA SOLIDARIZARSE CON EL MINISTRO
Creo, pues, que la comisión ha estado bien inspirada al aconsejar que se nombre la comisión investigadora y creo, naturalmente que los fundamentos del otro despacho son débiles.
Proceder con prudencia, dijo el miembro informante. Hay que ver si es el caso de proceder con prudencia. Cuando se han perdido ya 16 meses y el convenio sólo tiene una duración de 36 meses, es de preguntarse si es todavía el caso de proceder con prudencia.
La comisión no ha medido bien el tiempo.
Dice, también, la comisión que el 15 % podría desequilibrar la situación del mercado inglés. Pero, señor presidente: si ese 15 % no es un 15 % nuevo, es la cuota acomodada. Simplemente que ese 15 % o mejor dicho, ese 11 %, en lugar de exportarlo determinados frigoríficos extranjeros, lo exportarían cooperativas argentinas. Entonces, ¿qué se va a desequilibrar, si estamos siempre en la misma situación?
En fin, yo comprendo que los señores senadores, tratándose de un ministro de su filiación, dan un voto de solidaridad; pero está mal elegido el asunto.
En estos apuntes desordenados que tomé, puede ser que alguna cosa se quede sin contestar.
El señor ministro ha hablado tres o cuatro veces de tirar la cuota a la marchanta. ¿De dónde ha sacado ese concepto? Retirar la cuota a los frigoríficos, tal como está preceptuado en el convenio de Londres, y darla a una entidad argentina, que se hubiera fomentado y no que se hubiera contrariado, ¿eso sería tirar la cuota a la marchanta? Si fuera cierto que se tratara de tirar la cuota a la marchanta, yo también diría que no, pero hay que ver si lo que se proponen las entidades que han pedido la cuota, sobre todo una o dos, con las mejores intenciones, puede ser llamado tirar la cuota a la marchanta. Eso es hablar por hablar.
Y con esto doy por terminada mi réplica.
DE LA TORRE CONTESTA AL MINISTRO
Sr. de la Torre. Pido la palabra.
Tuve especial cuidado cuando repliqué al señor ministro de Agricultura en no decir palabra alguna que pudiera servir de pretexto para colocar en el terreno de una gresca personal lo que es un asunto de interés público

Sr. Ministro de Agricultura. — No, señor…

Sr. de la Torre. ¡No le pregunto nada, ni me interesa lo que diga!
Molestado, sin duda, por lo certero de mis golpes en la réplica, por ahí, en algunas de sus exclamaciones a media voz que yo no oía bien, dijo algo impertinente que alcanzó a oír mi colega el Sr. senador Correa; yo contesté en igual forma y el ministro oyó. Eso le ha servido para traerme un ataque personal…

Sr. Ministro de Agricultura. — Está equivocado.

Sr. de la Torre. Siguiendo la táctica de los teros, grita lejos del nido para que los señores senadores se olviden de los grandes cargos contra él que quedan en evidencia, y me trae un ataque personal. Como sucede siempre que se procede así, se ha ido a recoger basura a los pasquines que para honor mío, permanentemente me atacan.

Sr. Ministro de Agricultura. — Absolutamente.

Sr. de la Torre. He oído algo de la cerveza, que es una calumnia infame.

Sr. Ministro de Agricultura. — No hay ninguna alusión personal…

Sr. de la Torre.…que uno de esos pasquines pretendió inventar cuando fui yo, precisamente, el diputado que descubrió e hizo abortar una tentativa de modificación clandestina en la Comisión de Presupuesto de la que yo formaba parte, del impuesto a la cerveza. Bien. Es muy peligroso, señor ministro, recoger basura porque da lugar a que los demás también se agachen y aunque con natural repugnancia la recojan.
¿Qué diría el señor ministro, si yo me pusiera a referir lo que se dijo cuando él era presidente de la Comisión de Desagües de la provincia de Buenos Aires, porque él dirá que procedió correctamente?

Sr. Ministro de Agricultura. — En absoluto.

Sr. de la Torre. Habría procedido el ministro muy correctamente, pero la gente decía que malversó los fondos de la comisión, distrayéndolos de ejecución de las obras a que estaban destinados, para estudiar canales y nivelaciones que favorecían el desagüe de los campos de su familia.

Sr. Ministro de Agricultura. — Totalmente inexacto.

Sr. de la Torre. Muy bien; pero eso se ha dicho…

Sr. Ministro de Agricultura. — No he oído tal cosa.

Sr. de la Torre.…y los compañeros que tenía en la comisión, ingenieros algunos renunciaron por eso, y fueron a comunicar al gobernador Vergara lo que habían encontrado.

Sr. Ministro de Agricultura. — No renunció nadie.

Sr. de la Torre. El señor ministro no estaba en la Comisión de Desagües caído del cielo, sino porque era radical. Este ministro del 6 de Septiembre —que actualmente tiene las ideas políticas que expone—, era entonces radical irigoyenista militante y por eso lo habían nombrado presidente de la Comisión de Desagües!

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Sí, por eso me sacaron! ... y habría de arrojárseme estas especies calumniosas que trae el señor senador.

Sr. de la Torre.¿Lo sacaron por eso?

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡No es cierto!... Terminé el periodo por el cual fui nombrado y pido a la Honorable Cámara nombre una comisión investigadora para este asunto.

Sr. de la Torre. Le estoy demostrando al señor ministro el inconveniente de agacharse a recoger basura, coma esa de la cerveza… Yo no me solidarizo con esos cargos, le estoy demostrando los peligros de sus actitudes.
Se seguía diciendo que cuando los colegas de comisión del señor Duhau renunciaron, por no estar conformes con lo que él hacía, el gobernador Vergara, que era un hombre derecho, ordenó una investigación de la Contaduría en la Comisión de Desagües, lo que motivó la salida del hoy ministro.

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡No es cierto! Pido al señor presidente que llame al orden al orador.

Sr. Presidente (Patrón Costas). — Ruego al señor senador…

Sr. de la Torre. No acepto al señor presidente que arte interrumpa después de haber sido yo el atacado…

Sr. Ministro de Agricultura. — ¡Yo no lo he atacado, personalmente, en ningún momento!

Sr. Presidente. — ¡Permítame el señor senador por Santa Fe!
El señor ministro ha declarado que no había ninguna alusión personal en sus manifestaciones.

Sr. de la Torre. Si él se retracta entonces de lo que ha dicho…

Sr. Ministro de Agricultura. — Que lo retire también el señor senador.

Sr. Presidente. — Queda concluida la incidencia.

Sr. Ministro de Agricultura. — Pido que se investigue ese asunto de la Comisión de Desagües.

Sr. Presidente. — Es un asunto que no está en el debate señor ministro.

Sr. de la Torre. Bien: continúo.
DILACIONES Y PELIGROS DE QUE LA INVESTIGACION QUEDE EN VEREMOS
El asunto de los elevadores, que ha desarrollado tan extensamente, no da lugar a una réplica, porque ha estado fuera de la cuestión. Lo que yo he dicho es que ha aplicarlo a los elevadores el mismo procedimiento que está aplicando a la Junta de Carnes: dilaciones, dilaciones, dilaciones.

Sr. Ministro de Agricultura. — Estudio serio.

Sr. de la Torre. Encuentra siempre explicaciones, y eso es lo malo. Explicaciones para todo y no hace nada. Los elevadores ahí están paralizarlos. Estaban funcionando, se empezaba la exportación directa y los paralizó
Respecto a la investigación en Inglaterra a la que da tanta importancia, es bueno poner los puntos sobre las íes, para que no vaya a resultar después un vulgar camuflaje.
Yo he sido puesto sobre aviso por el discurso del diputado por Córdoba, señor Palacio, que apoyaba en la Cámara de Diputados al ministro durante la interpelación del diputado Noble. El señor Palacio dijo:
Sin duda que el gobierno argentino. en lo referente a la investigación de las ganancias de las empresas frigoríficas argentinas no puede tener otro punto de vista que el que le señala la ley 11.226 en virtud de cuyas cláusulas tiene el derecho de realizar investigaciones en los libros y en la contabilidad de las empresas industrializadoras; y en este concepto el gobierno argentino, al convenir la investigación, en común con el gobierno inglés, de las empresas industrializadoras, no puede tener otra orientación que la que le da la referida ley. El gobierno inglés no piensa lo mismo, creyendo que esa investigación en esta clase de empresas debe realizarse no directamente, sino en base a los datos que proporcionen las empresas industrializadoras, criterio que deja suponer que dichas empresas pueden negarse a dar esos datos o a darlos en forma inconveniente para los propósitos de la investigación”.
Puede verse, entonces, a lo poco que podría quedar reducida la famosa investigación en Inglaterra. Los representantes del gobierno inglés se conformarían con que los frigoríficos den ellos mismos los datos que les requieran.
Eso lo dice un diputado que defendió al ministro en la Cámara de Diputados.
Nada más.
LISANDRO DE LA TORRE

Fuente: Lisandro de la Torre, Escritos y Discursos – Las Carnes Argentinas y el Monopolio Extranjero, T° IV, Págs. 65/139, 1947, Colegio Libre de Estudios Superiores – Buenos Aires.

No hay comentarios:

Publicar un comentario