enero 19, 2014

Discurso de Fidel Castro en la clausura del curso para administradores cañeros de la Escuela de Nivelación Agropecuaria "Jesús Menendez" perteneciente a la Universidad de la Habana (1964)

DISCURSO EN LA CLAUSURA DEL CURSO PARA ADMINISTRADORES CAÑEROS DE LA ESCUELA DE NIVELACION AGROPECUARIA “JESUS MENENDEZ”, PERTENECIENTE A LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA, EN SANTA MARIA DEL ROSARIO
Fidel Castro
[30 de Octubre de 1964]

― Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno revolucionario ―

Compañeros administradores:
Con este tenemos un segundo curso de capacitación o de tecnificación de la agricultura cañera. Este año ha significado un paso de avance sobre el año anterior, tanto en la duración del curso como en la profundización de las materias. Sin duda de ninguna clase que este es un camino correcto, indispensable, y que sin este camino no habría ninguna posibilidad de realizar ningún plan, ningún plan ambicioso.
Llegar a los 10 millones de toneladas de azúcar — que significan un buen número más de millones de toneladas de caña— es absolutamente imposible, absolutamente imposible, si no se eleva el nivel técnico de todos los hombres que están al frente de la producción de caña. Sería realmente un sueño.
Y fue una suerte que oportunamente comprendiéramos esto y se organizaran estos cursos que, a la vez, nos han ido demostrando cuánto más necesarios eran. Es decir que cuando surgió la idea de organizar estos cursos no sabíamos tanto como sabemos hoy lo necesarios que eran estos cursos.
Ya el pasado año sabíamos que muchos de los compañeros que estuvieron en estos cursos habían regresado a sus respectivos centros de trabajo con mucho entusiasmo, con mucho ánimo y con una apreciación correcta de la importancia que tenían los cursos; y ello, a su vez, estimuló a los compañeros que están encargados de estas tareas, para organizar este año un curso mejor.
Desde luego, que ya estamos dentro de los límites de lo que podemos ampliar en tiempo un curso. En realidad que, dadas las tareas que hay que realizar en la agricultura, es imposible tener un curso de más de un mes.
Pero, sin embargo, los cursos no constituyen el único camino para elevar el nivel de la capacidad técnica de nuestros cuadros agrícolas; hay muchos otros caminos. Y llegará el tiempo en que los cursos se conviertan prácticamente en conferencias de alto nivel y en exámenes de capacitación. Ustedes han tenido la oportunidad de entrar en contacto con el cultivo de la caña desde el punto de vista científico. La inmensa mayoría de nuestros agricultores solamente tienen una experiencia de carácter práctico en el cultivo de la caña. Y aunque la práctica permite alcanzar ciertos niveles de producción, es imposible, sin la aplicación de la ciencia a la agricultura, alcanzar los niveles que los pueblos necesitan actualmente.
Porque el problema esencial radica en que, a medida que la población crece y crecen también las necesidades de todo el mundo, nos vemos en la situación de tener que satisfacer esas necesidades con una tierra que a su vez sigue un curso inverso, es decir, que se agota paulatinamente.
¿Y cuál sería el futuro de la humanidad si esas dos magnitudes continuaran avanzando en direcciones opuestas, es decir, crecimiento de la población y disminución de la fertilidad de la tierra? La única solución está, precisamente, en la ciencia, que permita —superando esa tendencia natural de desgaste de las tierras, de disminución de la fertilidad de las tierras— aumentar año por año los rendimientos de las tierras, aumentar año por año la capacidad de producción de las tierras.
Y la ciencia trata de obtener esos resultados mediante el esfuerzo en distintas direcciones: el esfuerzo en el tratamiento del suelo, es decir, en el tratamiento físico del suelo; el esfuerzo en la mecanización; el esfuerzo en el tratamiento químico del suelo, la fertilización de los suelos; el esfuerzo en las variedades, al efecto de seleccionar aquellas variedades que den mayores rendimientos, que se adapten mejor a las condiciones del clima del país, que se adapten mejor al régimen de lluvias del país. Y a su vez, no son estos los únicos caminos. Y es posible que la ciencia continúe profundizando, analizando también los aspectos biológicos del suelo.
Y todos esos conocimientos que aun cuando hoy son incomparablemente superiores a los que se conocían hace algunos años, aun esos conocimientos puede decirse que están comenzando. Sin los fertilizantes químicos, la humanidad en estos instantes estaría sometida a un hambre terrible. Si de la noche a la mañana desaparecieran los fertilizantes químicos, la mitad de la humanidad pasaría hambre.
¿Qué significa eso? Significa que con la química y la aplicación de los fertilizantes químicos al suelo, comenzó la humanidad a revolucionar el proceso natural de la naturaleza. Si el hombre se hubiese conformado a recibir lo que la naturaleza de acuerdo con sus recursos pudiera brindarle, no habría podido alcanzar los niveles que permiten hoy alimentar a una población mucho mayor.
Nadie sabe lo que la ciencia reserva en el futuro al hombre. La población crece y crece, y seguirá creciendo; pero la superficie de la tierra no crece. Puede ocurrir que en cierta medida la extensión de tierra cultivable si crezca, cuando algunas zonas pantanosas, por ejemplo, se desecan; o algunas tierras cubiertas de bosques se cultivan. Pero esto tiene un límite, tiene un límite; y la población humana seguirá creciendo y creciendo. Luego a la humanidad en el futuro se le plantea el problema de cómo satisfacer las necesidades de una humanidad que seguirá creciendo y creciendo, y que hoy crece a un ritmo superior a ningún otro tiempo; porque, precisamente, los avances en otras ramas de la ciencia, como es la medicina, ha permitido al hombre enfrentarse con éxito a enfermedades que antes constituían verdaderas plagas que diezmaban a la población humana. Y la humanidad tendrá que resolver el problema — no olviden esto nunca— de alimentar una población que se duplica y se triplica y se cuadruplica y se quintuplica en una superficie que no crece, que se mantiene igual en extensión.
En siglos pasados muchos hombres pensaron que la humanidad llegaría un momento en que se moriría de hambre, muchos hombres en siglos pasados consideraban que este era un problema absolutamente insoluble. Sin embargo, esa no puede ser la posición de los hombres que tengan fe en la ciencia, en virtud de un principio elemental: la materia ni se crea ni se destruye, se transforma, incluso el agua que se evapora no se pierde, el nitrógeno que se nos esfuma en forma de amoniaco no se pierde.
En las industrias de fertilizantes se toma el nitrógeno del aire porque en la atmósfera que existe sobre cada hectárea de tierra, sobre cada hectárea de tierra, hay decenas de miles de toneladas de nitrógeno; en la atmósfera que existe sobre una caballería de tierra hay cientos de miles de toneladas de nitrógeno, es decir que prácticamente con el nitrógeno que habría en la atmósfera que existe sobre una caballería o, en todo caso, sobre dos caballerías, el día que crecieran nuestras necesidades podríamos satisfacer todas las necesidades de fertilizantes de nuestra agricultura. Y el hombre toma el nitrógeno del aire y lo aplica a la agricultura, es decir, está transformando la forma en que el nitrógeno está combinado en el aire en otra combinación química la que, a su vez, las plantas y los animales transforman en otras combinaciones químicas, pero no se pierden.
El problema del hombre es cómo adquiere, cada vez más y más, la capacidad de utilizar esos elementos a fin de satisfacer sus necesidades, que son necesidades que crecen día a día en cada hombre, de una humanidad que, además, crece a su vez día a día.
Si ustedes tienen estos razonamientos simples, sencillos, muy en cuenta, entonces podrán tener la verdadera dimensión de la importancia que tiene el avanzar por los caminos de la técnica, el avanzar por los caminos de la ciencia. Y era hora de que nuestro país marchase por este camino, porque la historia de nuestro país es la historia de los países que han sido explotados sus recursos naturales durante siglos sin ningún esfuerzo de tratamiento técnico o tratamiento científico, nuestras tierras han estado produciendo durante años y años, algunas han estado produciendo durante siglos, durante siglos se les ha ido extrayendo elementos a la tierra y, sin embargo, no se le ha devuelto prácticamente nada; durante siglos se ha estado produciendo y exportando caña, exportando mieles, exportando productos agrícolas o consumiéndolos, hemos ido extrayendo de la tierra esos elementos sin devolverlos.
Naturalmente que si a una tierra se le permite que de nuevo desarrolle su vegetación, al cabo de un cierto número de años vuelve a reconstruir por lo menos una parte de esos elementos. Pero eso no sería solución porque esa solución significaría hambre. Luego la tierra tenemos que explotarla y tenemos que explotarla año por año, y año por año lograr mayores rendimientos por cada unidad de tierra.
Y, realmente, se está iniciando en nuestro país una verdadera revolución educacional como base, a la vez, de una revolución técnica. Y estamos, se puede decir, que en A, B, C, estamos en las primeras páginas de un libro grande, recorriendo los primeros metros de un camino largo. Es largo el trecho y, sin embargo, tenemos que andarlo rápido; largo el trecho entre el nivel de técnica actual en nuestro país y el nivel de técnica que deberemos tener dentro de cinco años y el que deberemos tener dentro de 10 años porque, en realidad, debemos aspirar a llegar a tener una de las agriculturas más eficientes y más productivas del mundo. Y eso, desde luego, no es irrealizable y tiene un solo camino y ese único camino es este.
Ustedes han recibido un curso sencillo que les permite, dentro de las condiciones actuales, un mejoramiento de las técnicas de producción, una mejor comprensión de su trabajo. Pero, parejamente con el conocimiento que vayan adquiriendo nuestros cuadros agrícolas, tienen que surgir otra serie de condiciones que faciliten el trabajo de ustedes, porque tenemos que llegar al momento en que cada granja cañera, cada granja cañera tenga un plano exacto de todas sus tierras con todas las características de esas tierras, tenga un conocimiento cabal del tipo de variedad de caña que más se adapta a esas tierras, tenga un conocimiento cabal de cada máquina de mejor utilización en esas tierras, porque de granja a granja habrá diferencias y, aun dentro de la misma granja, de lote a lote habrá diferencia y, aun dentro del mismo lote, de caballería a caballería podrán encontrar diferencias, distintos tipos de suelos, distintas profundidades de la capa vegetal que en cada caso requerirá un tipo adecuado de arado, que en cada caso requerirá una técnica adecuada de cultivo, que en cada caso requerirá un nivel determinado de fertilización.
Pero no bastará que alcancemos un día el grado tal de conocimiento de nuestras tierras que seamos capaces de conocer las características físicas y químicas en un momento dado de cada pedazo de tierra, porque hay ciertas características físicas que se van cambiando con los cultivos, y las características químicas van cambiando de año en año, porque un análisis en un momento dado puede demostrar que existen los elementos necesarios para hacer una buena cosecha de caña y que, sin embargo, después de la primera cosecha, al segundo año, ya no sea igual la cantidad de elementos que posee, y puede haber alguno de los que necesite más y otro de los que necesite menos y tiene que llegar el día en que, con el auxilio de los laboratorios, seamos capaces de sacar una muestra de tierra y obtener un análisis a la mayor brevedad; tiene que llegar el día en que cada campo se analice cada año, para poder saber cuales son las cantidades de nutrientes que debemos añadirle a la caña.
Y tiene que llegar el día en que no solo lo analicemos cada año, sino que en cada campo de caña seamos capaces de analizarlo cada año, y analizarlo más de una vez si es necesario cada año, de acuerdo con el transcurso de la cosecha. Luego tienen que avanzar también otra serie de requisitos; tiene que avanzarse en la formación de técnicos de suelo, de laboratoristas, y en el establecimiento de centros que sean capaces de auxiliar a la agricultura, brindándole todas aquellas informaciones que necesiten.
Y claro está que en las tierras de regadío será necesario también aun un conocimiento más cabal; será necesario que conozcamos las cantidades mínimas de caña; será necesario que desarrollemos variedades adecuadas a las regiones un poco más secas; será necesario que encontremos técnicas que permitan conservar la lluvia.
Y llegará el momento —cuando todos estos requisitos existan—, llegará un momento en que cada granja se maneje con una alta especialidad, se maneje con un gran conocimiento técnico, se maneje con un gran control de todos los factores naturales, con un gran control sobre todos los incidentes del año, un conocimiento sobre el estado de cada una de las cañas. Tendrá que llegar el día en que, incluso, con muchos meses de anticipación programemos el corte de cada campo de caña, y podamos decir con meses de anticipación qué campo vamos a cortar cada semana.
Y en las tierras de regadío se podrá incluso influir en el grado de madurez de la caña, o adelantarlo, o atrasarlo. Llegará un día en que cada granja cañera se maneje de esa forma; y, desde luego, ustedes saben que estamos muy, pero muy lejos hoy por hoy de esa aspiración. A muchas granjas ni siquiera nunca se les ha examinado el suelo, no ya una vez al año, nunca. Nuestras formulas actuales de fertilizantes son fórmulas de tanteo, que si 5-20-10, que si 15-10-8, que si 12-10-10-10, en fin, son todas fórmulas de tanteo, y eso significa que posiblemente en muchos sitios estamos añadiendo un fósforo que no necesita la tierra, y dándole a otra tierra menos fósforo del que necesita; y a unas les estamos dando más potasio del que necesitan y a otras menos, y a otras más nitrógeno y a otras menos.
Y llegará el día en que no solamente se trabaje con esos elementos mayores, sino también con los microelementos. Llegará el día en que sepamos las deficiencias de otros elementos que no son ni el fósforo, ni el potasio, ni el nitrógeno; porque, lógicamente, las cosechas no solo traen estos elementos llamados mayores, sino que traen en cantidades mínimas de dos, de tres, de cuatro partes por millón, cantidades mínimas de otros elementos que son esenciales para la planta. Y que, lógicamente, con las grandes cosechas... porque en la misma medida en que se aspira a obtener grandes cosechas y se obtienen grandes cosechas, es mucho más importante el mantenimiento y el tratamiento científico del suelo. Porque, desde luego, sacar 30 000 arrobas por año no requiere mayormente ningún tratamiento del suelo, pero para sacar 100 000, para sacar 120 000,130 000 y hasta 150 000 arrobas la situación es distinta.
A ustedes les decía que han adquirido algunos elementos; sin embargo, esos elementos son muy rudimentarios. Y lo comprenderán ustedes mejor cuando reciban más material, cuando reciban más libros.
Y debe tenerse en cuenta que no solamente debemos tratar de adquirir los conocimientos que se refieren al cultivo de la caña en todas partes del mundo, sino es necesario que desarrollemos nuestras propias experiencias, porque no se comporta de la misma manera la caña en los distintos países, no responde la caña de la misma manera en los distintos tratamientos; y a veces reacciona de una manera en Hawaii diferente a la forma en que reacciona en Africa del Sur, o en Filipinas, o en Indonesia, o en la zona, digamos, del Caribe.
Y así, ciertas prácticas que se realizaron en algún sitio no dieron los mismos resultados en otro sitio; y ciertas prácticas que en ciertos lugares tuvieron éxito, en otros no lo obtuvieron. Porque si exceptuamos a nuestro país, donde se producía la paradoja de ser el mayor productor de azúcar sin ninguna atención científica, sin ningún centro de experimentación, en todos los países donde se cultiva la caña se han desarrollado mucho las investigaciones, durante decenas y decenas de años; muchos de esos conocimientos son utilizables por nosotros hoy, porque son de aplicación universal, pero a la vez tenemos que desarrollar nuestras propias experiencias.
Pero el hecho es que si logramos llegar a poseer los conocimientos que universalmente se han recogido sobre la caña, es enorme el cúmulo de conocimientos que podemos adquirir, de enorme importancia, de extraordinaria ayuda para nosotros.
Si analizamos uno de los factores limitantes que impide, que constituye un freno, constituye un obstáculo muy grande en nuestras aspiraciones de elevar esos conocimientos, nos encontramos con el grado de escolaridad. Y con motivo de estos cursos se tuvo por primera vez oportunidad de conocer el grado de escolaridad de nuestros cuadros agrícolas en la caña; y aun cuando se puede apreciar ya el resultado del esfuerzo educacional, aun cuando son cientos de miles los trabajadores que están estudiando, los niveles de escolaridad de nuestros administradores cañeros son todavía extraordinariamente bajos. Y aquí tenemos las cifras: de un total de 543 compañeros que asistieron a este curso, solo el 10% tiene niveles de sexto grado; 15,4% niveles de quinto grado; 35% niveles de cuarto grado; 30% niveles de tercer grado; 8% de segundo grado y 0,2% de primer grado. Es decir que el 65% aproximadamente, se puede decir, el 65% tiene niveles de cuarto y tercer grados. Y el 80,4% está entre los niveles de tercero, cuarto y quinto grados. Y es necesario que meditemos sobre eso, porque estas son las cosas que nos pueden ayudar a comprender dónde están nuestras grandes dificultades, dónde están las dificultades de un país como el nuestro, que tenía índices tan altos de analfabetismo; dónde están las dificultades de un país subdesarrollado. Y nosotros, el país de más alta producción de azúcar en el mundo, y que aspiramos a aumentar considerablemente esa producción, nos encontramos con que los niveles de nuestros cuadros, de la inmensa mayoría de nuestros cuadros, están entre el tercero, o puede ser del segundo, tercero, cuarto y quinto grados. Y eso constituye un obstáculo realmente grande.
Y este razonamiento es suficiente para que cualquiera comprenda, pero comprenda con un ejemplo práctico, que comprenda no de una manera filosófica o abstracta, sino de una manera práctica y real la necesidad del estudio, la importancia del estudio, la necesidad vital del estudio. Y al mencionar estas cifras a los compañeros administradores lo hago porque estoy seguro de que esto les habrá de ocasionar un fuerte impacto en todos ellos, y no solo en ellos sino en muchos otros compañeros, que podrán comprender que tienen una situación más o menos similar; un fuerte impacto en todos ustedes, que les permita adquirir la conciencia de la necesidad imperiosa que tenemos de dedicar aunque sea unos minutos todos los días a estudiar, y la necesidad de hacerlo aun en medio de un trabajo responsable, en medio de un trabajo creciente, en medio de una tarea diaria.
Les corresponde a ustedes subsanar con el esfuerzo, con el espíritu de superación, lo que se vino acumulando a lo largo de tantos años, a lo largo de tanto tiempo; les corresponde a ustedes, sobre la marcha y sobre el trabajo, hombres de trabajo, hombres de pueblo, adquirir aquellos conocimientos que cuando más jóvenes, que cuando tenían la edad de ir a la escuela primaria y a la escuela secundaria y a los centros tecnológicos no pudieron ir; y nadie tiene que sentir pena por eso, porque en eso hay un gran mérito y en eso ha de haber un gran motivo de satisfacción: que ustedes tengan ahora que estudiar, que tengan que buscar a toda costa unos minutos todos los días. 
Y nosotros trataremos de enviarles material. Ya ustedes se llevan este folleto que se imprimió para el curso; posiblemente lleven copias de algunas conferencias o apuntes de las conferencias; pero actualmente estamos imprimiendo un magnífico libro —primero lo estamos traduciendo—, y con todos los grabados, fotografías, de la mejor manera posible, vamos a imprimir un libro que, a nuestro juicio, es uno de los mejores libros que se ha escrito, porque recoge las experiencias de todas partes del mundo. Ahí se encontrarán alguna que otra vez el nombre de Cuba, pero alguna que otra vez al lado del nombre — numerosísimas veces repetido— de otros países que producen menos caña que nosotros, de otros países que no tienen ni la décima parte de la superficie nuestra — y nosotros somos país pequeño—, numerosas veces repetido en ese libro, y podrán entonces comprender una vez más cuánto atraso pesaba sobre nosotros, cuánto olvido, cuánto abandono, qué indolencia la de aquella clase que poseía las tierras y poseía los centrales, qué apatía la de aquellos burgueses y terratenientes, qué irresponsabilidad.
Y así, leyendo libros sobre cosas de caña, podremos darnos cuenta que nosotros, el país que por las condiciones naturales tiene más facilidades para producir caña, los niveles de investigación y de rendimiento son bajos. Porque hay países que hoy día producen hasta 300 toneladas, digamos más, es decir, unas 300 toneladas de caña por hectárea; más toneladas de azúcar por hectárea que la que nosotros a veces producimos en una caballería — que tiene 13 y tantas hectáreas.
Hay países que tienen cultivos de dos años, otros que suelen tenerlo de un año, y nosotros deberemos estudiar bien si incluso alguna de esas técnicas, en algún tipo de tierra, son aplicables a nuestro país. Lógicamente, esos cultivos de un muy alto rendimiento deben hacerse en tierras de regadío.
Hay países que utilizan el cultivo mecánico, hay países que utilizan los herbicidas para el tratamiento de las malas hierbas. Y, en fin, nosotros tendremos algún día que estudiar todas esas posibilidades; lo que, a su vez, requiere —desde luego— el desarrollo también de la industria nuestra, porque aun cuando ustedes estudien bien las cuestiones de los métodos adecuados para tratar el suelo, se encontrarán que muchas veces no tienen la máquina, se encontrarán muchas veces que los fertilizantes disponibles no son suficientes. ¡Ah!, pero entonces tenemos que tratar de que ese poco lo apliquemos de una manera tan adecuada y tan correcta que nos produzca el máximo de rendimiento, porque si necesitamos 10 toneladas y solo podemos aplicar 4, hay que hacerlo de manera que esas 4 toneladas rindan el máximo.
Y así, ya el año que viene tenemos que aplicar muchas mejores fórmulas, ya el año que viene tenemos que aplicar mucho mejor los fertilizantes, estudiarlos mejor. Ya el nitrógeno de que disponemos, el año que viene debemos tratar de aplicarlo en el momento oportuno óptimo, en las cantidades que con el mínimo nos produzcan el máximo. Y así ya para un determinado número de caballerías, por ejemplo, las tierras de regadío, las cañas de retoño, es decir, las cañas más nuevas y las cañas sembradas de frío, y las cañas que podamos sembrar de primavera, podemos tratar — por ejemplo— de seleccionar unas 20 000 caballerías y tratar de obtener, por ejemplo, en esas 20 000 caballerías rendimientos de 100 000 o superior, en esas 20 000 caballerías; y distribuir, planificar el empleo de los fertilizantes que tenemos, para utilizarlos en las mejores tierras, allí donde una tonelada de fertilizante nos va a producir más, mucho más, que aplicado en otro sitio.
Quiero decirles con esto que no tendrán todos los elementos a mano, que no tendrán todos los recursos y que, parejamente con el desarrollo del nivel de preparación de los hombres que administran la agricultura, tiene que irse desarrollando la mecánica agrícola, las cantidades de equipos agrícolas, las cantidades de fertilizantes disponibles, las cantidades de técnicos de laboratorio, las cantidades de laboratorios necesarios, y, en fin, todo lo demás que debe ir acompañando este esfuerzo.
Les decía que en ese libro, en ese libro van a encontrar ustedes muchas cosas interesantes. Muchas veces en un libro aparece una formulita química que no se comprende bien, muchas veces aparece un nombre botánico que no sabemos exactamente lo que quiere decir; claro está que si hay una figura en una de las páginas del libro y una flechita señala lo que significa aquel nombre botánico, muchas veces ustedes entonces descubrirán que aquello que les parecía tan difícil significa tal parte de la planta, tal parte de la hoja. Pero a veces no aparece la figura, a veces no se entiende, pero eso no debe desanimar a nadie; muchas veces en un libro no logramos entender el ciento por ciento, pero entendemos el 90%, o el 80%, o el 50%, o el 40%; muchas veces, la segunda vez que lo leemos elevamos ya lo que conocemos de ese libro del 40% al 60%, muchas veces, aunque ciertas cosas no de tanta importancia no se entienden bien, otras sí se entienden bien y son esenciales. Pero el hecho de que ustedes se encuentren con un nombre botánico, o una formulita química, y cada vez que se encuentren con alguna de esas cosas que no comprenden, habrán de sentir ese impacto, habrán de sentir esa contradicción, habrán de sentir esa preocupación, esa molestia, ese desagrado de encontrarse con algo que no se entiende, irá creando en ustedes la conciencia, la necesidad de en un futuro, tener que estudiar también algo de aquellas cosas que se encuentran en el libro de caña y no entienden.
Desde luego que seríamos ilusos y soñadores si pensáramos que todos ustedes, todos sin excepción, llegarían un día a estudiar todas esas cosas, pero sí tengo la esperanza de que muchos de ustedes, muchos de ustedes lleguen un día a estudiar algo más que caña, y que para poder entender mejor las técnicas de caña, deben estudiar algo también de botánica, algo de química, y algo de aquellas asignaturas que son conocidas como asignaturas básicas y que les ayudan a comprender mejor estas materias sobre las cuales ustedes trabajan específicamente.
La agricultura es una actividad en donde hay muchos principios de aplicación común a todos los cultivos, y puede decirse que el que estudie, por ejemplo, suelos, y necesite estudiarlo por la relación que tienen con la caña, y el que sepa producir caña bien y conozca los fundamentos por los cuales se produce caña, es capaz de cultivar bien cualquier otro producto. Entonces empezarán las necesidades de los pastos, las necesidades de los frutales. Cuando estudien suelo, de hecho estarán adquiriendo conocimientos que son aplicables a cualquier cultivo, porque es que todos los cultivos están emparentados en una serie de principios que son de aplicación común a todos ellos.
Actualmente estamos haciendo un esfuerzo a través de nuestro Partido en todas las provincias, y en todas las regionales y en todas las agrupaciones. Hemos distribuido unos 3 000 libros en este último mes; de esos libros algunos se refieren a “suelos “, otros se refieren a “pastos “, porque claro, no solo vamos a desarrollar la caña, como ustedes conocen. Y a pesar de que en caña estamos muy atrasados, sabíamos de caña más que de las otras cosas. Y los compañeros del Partido van a organizar sus círculos de estudios en las provincias, y van a organizar sus círculos de estudios en las regiones, y van a organizar círculos de estudio con los administradores de agrupaciones, y puede ser que lleguen esos cursos también a las granjas, a los administradores de granjas.
A los compañeros les pensamos mandar libros de suelos, libros de pastos, libros de agricultura general, y también libros de caña, que aunque claro, los que estén en una granja cañera les prestarán mucha más atención al libro de caña, y los que estén en una granja ganadera les prestarán más atención al libro de pastos; sin embargo, los compañeros que están en los niveles de agrupación, ya necesitan conocimientos más amplios y posiblemente no hay una sola agrupación en que no se produzca caña, además, pastos, vianda, o fruta, u otros cultivos, y, por tanto, los que están a niveles de región o de agrupación, los compañeros del Partido y de la administración tienen necesidad de tener conocimientos más amplios. Pero prácticamente, todo cuadro agrícola que estudie los fundamentos de la agricultura para un cultivo determinado, será un cuadro que conocerá más de agricultura en general, y será un cuadro capaz de realizar con tanto éxito otro tipo de cultivo tan bien como pueda realizarlo con la caña. Porque después que conoce todos los fundamentos generales, les basta con una monografía que trate, por ejemplo, de la distancia, de la fecha, de la época, de las cantidades de semillas para cultivar arroz, o para cultivar vianda, o para atender los frutales.
Y les decía que, por ejemplo, si hay un libro que trata en general sobre los fertilizantes, en ese libro se estudiarán una serie de cosas sobre los fertilizantes, cómo se preparan, como se aplican; y además, aparece como se aplica ese fertilizante en la caña, o en el arroz, o en la papa, o en los frutales. Porque nosotros aquí vamos a llegar, con el tiempo, a aplicar la técnica a todos los cultivos, incluso a las palmas reales, incluso a las palmas reales. ¿Para qué? Para sacarle el doble o triple cantidad de palmiche, y ya en este momento estamos haciendo algunas pruebas de fertilización con las palmas, porque quizás gastándonos 20, 25 o 30 centavos en fertilizantes, sacamos un quintal más, un quintal y medio, o dos quintales más de palmiche, y al mismo tiempo elevamos la productividad del hombre que sube a una palma; el hombre que sube a una palma lo mismo corta un quintal que tres, lo difícil es subir la palma (RISAS).
Bien. Ese libro dentro de dos meses aproximadamente ya estará hecho, ya estará editado, traducido al español con todos sus gráficos y con todas sus fotografías, y entonces los primeros libros que se produzcan los vamos a enviar a los compañeros de las granjas cañeras, a los que han participado en este curso.
Desde luego que con estos cursos, con este esfuerzo, ocurre como con la semilla: no toda la semilla que se siembra fructifica, una parte de la semilla se pierde. Con los fertilizantes también, no todo lo aprovecha la planta, siempre hay que calcular un porcentaje de pérdida. También en estos cursos, no el ciento por ciento se aprovecha, no el ciento por ciento de los que participan en él fructifica, no el ciento por ciento siempre es aprovechable, el ciento por ciento del esfuerzo; pero estamos seguros de que cada vez será una proporción mayor de lo que sea aprovechable.
Así, por ejemplo, tenemos otro dato, que entre los que asistieron al curso pasado y asistieron a este curso, aproximadamente el 50% de los que asistieron al curso pasado no asistieron ya a este curso porque habían sido removidos de sus responsabilidades. Puede haber algunos casos porque hayan pasado a otro trabajo, puede haber algunos casos incluso que hubiesen sido ascendidos en el trabajo; aunque nosotros debemos recomendarles a los compañeros de las agrupaciones que no anden sacando los administradores de las granjas para cargos burocráticos. Recomendamos a los compañeros administradores de agrupaciones, que cuando haya un buen administrador de granja en todo caso lo saquen de una granja que no esté tan buena, de una granja para otra, para una granja de mayor importancia. Y también nosotros hemos establecido que el sistema para la designación de los administradores de agrupaciones sea preferiblemente escogiéndolos entre las mejores agrupaciones de granjas, entre los mejores administradores de granjas .
Hay que evitar el paracaidismo (RISAS), y hay que entrar por el escalafón cañero; y en general hay que entrar por el escalafón agrícola.
Naturalmente que algún día tendremos hombres que, por haber tenido oportunidad de estudiar, llegarán a tener muchos más conocimientos que ustedes. Pero eso no significa que vamos a llegar y los vamos a poner en una agrupación. No. Empezarán por un lotecito de caña . Ya el próximo año se gradúan algunos compañeros del instituto tecnológico, un grupo de compañeros ya que han estado estudiando agricultura, han estado estudiando estas tareas. Nosotros planteamos que a esos compañeros se les ponga a trabajar empezando por los niveles, las extensiones más pequeñas; pero que no los distribuyan a prorrateo. Si son 50, pues hagan 10 grupos de 5; pongan 5 en una agrupación y 5 en otra para que sigan estudiando, porque a esos muchachos hay que exigirles que se matriculen en la universidad y sigan estudiando.
Naturalmente, el salir de una escuela no significa adquirir todos los conocimientos que se requieren para ser un cuadro agrícola. Pero trataremos de ir estableciendo una selección. A lo que realmente me oponía —decía—, lo que me parece que no es una buena práctica, es que los sacamos de la granja y los hacemos responsables cañeros de la agrupación.
Ya eso de responsable cañero de una agrupación es una cosa un poco más abstracta, y responsable cañero de la provincia es más abstracto, porque es una abstracción de lo abstracto. Y el responsable nacional, pues ya llegamos a un compañero que no es abstracto, que es el compañero Herrera. Pero, bueno, necesitamos tener un compañero nacional. Pero en general la idea de los responsables a nivel de agrupación y de granja me parece una abstracción; puede ser, si acaso, una necesidad transitoria. Porque si la administración de una agrupación cañera no sabe de caña, si el administrador de una agrupación cañera no es un responsable cañero, ¿para qué lo queremos de administrador de la agrupación de caña? Porque entiendo que el responsable de una agrupación debe ser el que más sepa, el que más sepa; y tiene que saber no solo de caña. Y, además, el responsable de una granja si no sabe de caña, ¿para qué lo queremos de responsable de la granja? Y si el administrador de un lote no sabe de caña, ¿para qué lo queremos de administrador del lote? Eso señala la necesidad de que se vayan organizando los círculos de estudio con los administradores de los lotes allí en las granjas; y entonces ya algún día les mandaremos su librito también al administrador de lote.
En realidad debemos rehuir de los cargos abstractos. Pienso que eso es uno de los defectos actuales de nuestra administración, aunque no podría decir si necesario o innecesario; porque muchas de las cosas actuales responden a tal escasez de gentes con conocimientos, que si hay uno que sabe algo hay que ponerlo a nivel de provincia.
Pero en la medida en que podamos ir capacitando a los que están al frente de la agrupación y de la granja y del lote, podemos ir cambiando porque lo que entonces tenemos con esta forma es un administrador dividido en diez partes, y en todo caso un coordinador de administración. En realidad el hombre que esté al frente de la agrupación tiene que saber de agricultura, y al frente de la granja tiene que saber de agricultura, porque si va a depender del hombre abstracto, del cargo abstracto, no vamos a resolver nada. Porque el compañero que es responsable nacional, que es una necesidad, y que puede estar analizando más o menos cuál es la situación de las cañas, y cuáles son las variedades que se están aplicando, y en qué regiones se están desarrollando, y qué cantidad de fertilizantes tenemos, y de enviar instrucciones a todos los administradores; o ayudar a redactar unas instrucciones sobre determinadas cosas de la agricultura cañera, ¿qué puede hacer si el hombre que está de administrador de la granja lee el papel aquel y lo tira en un cajón de basura, si no lo aplica, si no es capaz de aplicarlo, si no puede aplicarlo?
Nuestra agricultura entendemos que da un extraordinario paso de avance con la organización de las agrupaciones agrícolas, un extraordinario paso de avance. Eso significará la desaparición de la empresa provincial, porque la empresa provincial es también una entidad abstracta. Es imposible que exista una empresa de toda una provincia.
Es decir que nuestra agricultura se basará en las agrupaciones. Puede ser que un día se llegue también... en algunos lugares, si hay regiones que comprenden dos o tres agrupaciones, según sus características. Cuando llegue la hora de hacerse los planes será mucho más fácil hacerlos reunidos con los hombres de las agrupaciones, porque los hombres de las agrupaciones sabrán cuánta caña tienen, cuánta tierra, cuánto equipo, cuánta fuerza de trabajo, y será mucho más fácil hacer el plan de cada año; porque entonces la administración nacional les dirá: Necesitamos tanta caña. ¿Qué tienen ustedes?, ¿pueden hacerlo?, ¿cuánto pueden ampliar?, ¿qué recursos materiales?, ¿qué recursos de hombres? Que eso no se puede saber muchas veces; se sabe en una agrupación, y la agrupación a su vez se basa en las granjas. Y quizás en el futuro tengamos que producir menos reuniones, tanto a nivel provincial como a nivel nacional. Porque esas reuniones también muchas veces son abstractas. Se reúnen en todas las provincias, no se concreta, no se agarra la cosa, no se amarra. No es lo mismo si se reúnen todos los de las agrupaciones en La Habana, que si se reúnen todas las agrupaciones de una provincia en una provincia, y en vez de una reunión en La Habana de todos, se dan seis reuniones con seis grupos distintos a lo largo de la isla.
Entonces, a los compañeros que tienen responsabilidades nacionales les resultará más fácil concretar, les será más fácil afianzar un plan.
Muchas veces cuando nosotros viajamos por la carretera y vemos que hay bastante tránsito, yo decía en broma a algunos compañeros: No se hagan ilusiones, esos son los funcionarios del interior yendo y viniendo para La Habana (RISAS Y APLAUSOS). Y si hacemos una estadística de los que usan los servicios de la aviación, podríamos tener algunos datos elocuentes de los que se montan en los IL-18, de Santiago para acá o de Camagüey, cuántos son funcionarios que van y vienen.
En realidad, nosotros tenemos que analizar todas estas prácticas, porque lo curioso es que muchas veces nos enteramos de algún problema cuando vamos al interior, es más fácil. Quizás haya otras cosas contra las que haya que luchar un poco, contra los esquemas y contra los organogramas. Porque a veces aquí tenemos a algunos organismos nacionales, un combinado, un consolidado, que hace su organograma: sección de tal y de tal y de tal, entonces la hace igual en Matanzas, igual en Las Villas, igual en Camagüey, con el mismo número de empleados, cuando resulta que esa empresa en una provincia tiene cuatro veces más producción que en la otra. Pero como bajó el organograma, bajó, y lo aplicaron igual donde están produciendo un millón que donde están produciendo cuatro.
Eso ha sido causa de burocratismo, de exceso de empleados de oficinas. Y caballeros, si las puertas de las oficinas están abiertas de par en par y de manera fácil, ¿quién quiere realizar los duros trabajos de la caña?, ¿quién quiere ordeñar una vaca cebú?, ¿quién quiere amansar una vaca cebú? ¿Quién puede querer realizar esos tipos de trabajos que son duros? Y son, sin embargo, duras realidades y duras necesidades nuestras de hoy.
¡Ah!, nosotros visitando un centro en la provincia de Oriente, nos decían los compañeros allí: “Bueno, por aquí han pasado 10 pero se han ido todos.” Y yo, en ese mismo viaje, me enteraba que un combinado en Las Villas tenía 60 empleados y otro tanto en Camagüey, y lo peor no es eso, sino que habían traído nuevos empleados oficinescos de la calle.
Y contrastaba lo que me decían aquellos hombres que están domando vacas cebú: pasaron 10 y no se quedó ninguno.
Yo estoy seguro de que por aquel combinado pasaron 10 y quedaron 20 (RISAS Y APLAUSOS). Desde luego, nosotros la lucha contra la burocracia la vamos a hacer con nuestro Partido, vamos a combatir esa manifestación del espíritu pequeño-burgués con el Partido: Solo los cuadros políticos pueden llegar a sentir la pasión y la preocupación por estas cosas en grado suficiente. Y vamos a una lucha, yo sé que será larga y tenaz, pero que se nos impone la necesidad de librarla y de ganarla. No estaríamos cumpliendo con nuestro deber si no nos preocupásemos por estas cosas.
Y lo mismo en las agrupaciones cañeras y en las granjas, hay que tener en cuenta que debe haber un mínimo de empleos, lo estrictamente necesario para las funciones, y estemos perennemente analizando si tenemos un cargo innecesario, si hemos creado un empleo artificial innecesario. Tenemos que tener una constante vigilancia, ver qué tarea realiza cada cual; porque esos errores de concepción de organización se pagan caros, cuestan, elevan los costos, hacen incosteables los centros, y tenemos que llegar al momento en que los centros sean totalmente costeables, y dejar un margen también para la inversión. Tenemos que llegar al momento en que, algunos de los vicios que se nos formaron después de la Revolución, se superen. Claro está que mucha gente, al disminuir aquella tremenda presión por falta de trabajo, al disminuir el rigor de aquel sistema capitalista, empezaron a rendir menos. Los imperialistas hablan del desgaste de los trabajadores; de ese trabajador que ellos tenían amenazado de hambre, desempleado, compitiendo con otros 20 trabajadores, y que bajo la amenaza del hambre y del desempleo hace un esfuerzo mayor. Y el hecho que después con el cambio social esos medios inhumanos de obligar al hombre, desaparecen y entonces deben ser sustituidos por medios eficaces e inteligentes de organización, es lo que ellos llaman el desgano.
Y, efectivamente, se juntaron dos cosas: la desaparición de todas aquellas presiones del sistema capitalista, con la falta de conocimientos y de experiencia de nuestros administradores, la
despreocupación por el dinero de muchos administradores, la piratería por los trabajadores entre los administradores, la duplicación, triplicación y cuadruplicación de los gastos. De manera que prácticamente si en cuatro horas cualquiera se ganaba 10 pesos, era lógico que no sintiera necesidad de trabajar más tiempo.
Pero afortunadamente como nuestra agricultura estaba tan poco mecanizada, son las máquinas con las normas las que nos permitirán salir de esta situación con una productividad por hombre infinitamente más alta que en el pasado, y con costos menores que en el pasado.
Porque un hombre con una máquina, puede hacer el trabajo de 10, de 20 o de 30 hombres; un obrero medio con una máquina, puede hacer el trabajo de 20 buenos obreros. Entonces, se podrá buscar el equilibrio, se podrá buscar el máximo de productividad por hombre con mínimo de costo, con salarios honorables, con salarios adecuados.
Lo que resulta absurdo es querer elevar el nivel de ingreso sin productividad, querer elevar la remuneración al trabajo sin elevar la productividad del trabajo. Si en todas partes se reparte mucho dinero y no hay proporción entre el dinero que se reparte y los bienes que se producen, entonces tendríamos que vivir siempre con una libreta en el bolsillo, y tenemos que aspirar a que un día no haya libreta; que haya un equilibrio entre el dinero que se reparte y los productos que hay para adquirir con ese dinero; tiene que llegar el día en que sea alta nuestra producción, para que sea alta tiene que ser alta nuestra productividad. Y ustedes comprenden perfectamente que si hay toda la leche que se necesita, nadie tiene que andar con una libreta para comprar leche; pero que toda la leche que se necesita no la podemos obtener solo con vacas cebú, que tenemos que amansarlas, tenemos que usar la inseminación y el cruzamiento para lograr vacas que nos den el doble o el triple de lo que nos dan esas vacas; tenemos que elevar la productividad del trabajo del hombre en este caso por la vía de animales de más alta capacidad de producción, de manera que un hombre, con el mismo trabajo, produzca el doble o produzca el triple de leche.
Y el único camino mediante el cual se puede ir elevando el estándar de vida es por el camino de ir elevando la producción. Y el camino de elevar la producción es elevar la productividad. Y la productividad se eleva con la técnica y con la organización.
Y así, los compañeros que están al frente de las granjas cañeras tienen un papel muy importante en estos esfuerzos, tienen que desempeñar un papel muy importante allí, en aquellos centros de trabajo agrícolas; superar los errores, vicios, la despreocupación por la producción, la despreocupación por la técnica, la despreocupación por los gastos, todo eso hay que superarlo; la creación de cargos innecesarios, eso hay que superarlo. Y siempre tener presente allí cuántos obreros hay en esa granja, qué están rindiendo, cómo están trabajando.
Y entiendo que con la nueva organización en agrupaciones los administradores tendrán una ayuda mucho mayor; se acabará la piratería, la piratería entre granjas y la piratería entre agrupaciones. Y podremos sacar así un mayor fruto del trabajo, del esfuerzo, de las inversiones, de los recursos que se gastan.
Es indiscutible que hemos avanzado mucho, pero les he explicado estas cosas para que tengan una idea de que nos queda mucho todavía por avanzar. Y año por año iremos haciendo este esfuerzo. ¡Ojala que el año que viene sea mayor que este año el número de los administradores que vuelven al curso! Porque no es un buen síntoma, no es bueno que se haya tenido que producir una remoción tan grande en un año. Porque comoquiera que sea, todo hombre que se sustituye es sustituido por otro que quizás empiece a tener la experiencia.
Cuando ya esté todo organizado, llegará el día en que, cada vez que un hombre sea sustituido, sea sustituido por otro que también sabe de caña, porque está en un lote, y pasa a un cargo en la granja; y el de la granja puede pasar a un cargo en la agrupación. Pero tenemos que tratar de estabilizar, porque un hombre en una granja significa un conocimiento de aquella granja, de los hombres de aquella granja, de las tierras de aquella granja. Y ese conocimiento se va adquiriendo durante meses, durante años. Y cuando a ese hombre haya necesidad de sustituirlo sea bien para hacer un trabajo mejor, bien porque se le envía a un trabajo más importante. Y que cada vez sean menos los hombres que debamos sustituir en razón de que no hayan podido cumplir, no hayan podido rendir lo que se esperaba de ellos.
Desde luego, que a veces es necesario hacerlo, y todos ustedes lo comprenden. Hay veces que un compañero está desempeñando un trabajo para el cual no tiene las mejores facultades, y que quizás pueda estar haciendo otro trabajo mejor que ese.
De todas formas, es necesario que todos se esfuercen, es necesario que todos estudien, es necesario que todos hagan el máximo.
Y hoy, con motivo de la graduación, ¡ojala hubiésemos podido entregarles el libro de caña de que les hablábamos! Pero no les vamos a poder dar ese libro, y les vamos a entregar un librito de suelos , un librito que se llama “Suelos y fertilizantes “, bastante completo, en que muchas partes de él las pueden comprender, irles explicando toda una serie de cosas sobre factores de la tierra, y además es amplio. Y en cuanto podamos les enviaremos el libro de la caña. Mientras tanto, con este pueden hacer una cosa: hacerle una leída general al libro; muchas cosas, algunas, no las entenderán, unos más, otros menos, ya tienen una idea; quizás la segunda vez comprendan un poco mejor. Van a encontrar muchas cosas interesantes.
Puede llegar entonces un día en que tengan anotadas una serie de cosas que no entendieron bien, y pasó por allí un ingeniero agrónomo, pasó un compañero que le puede dar respuesta a algunas cosas; quizás se organice un círculo de estudio, quizás cuando se organice el círculo de estudio ustedes se hayan leído algunas de estas materias, y todas esas preguntas puedan tener respuesta quizás cuando vengan a este curso el año que viene.
Y lo mismo deberán hacer con el otro libro: leérselo por lo menos una vez o dos veces, tres veces, y entonces es posible que el próximo curso de caña ya sea un curso basado fundamentalmente en ese libro que les vamos a distribuir.
Claro está, que nuestros compañeros que están al frente de estos planes deberán tratar de estudiarse también esos libros. Y los compañeros que dan las conferencias aquí deben tratar de conciliar esas experiencias de carácter universal con las experiencias que tenemos nosotros. Pero, además, ustedes pueden contribuir mucho, ustedes observando lo que ocurre en cada tipo de terreno, lo que ocurre con cada una de las variedades de caña. Ustedes pueden reunir infinidad de conocimientos, infinidad de experiencias.
E, incluso, aquella idea de que se organice un pequeño centro de investigaciones en cada granja, un pequeño centro de experimentación; no olvidar eso. Lo mismo que la aspiración de tener en cada granja un pluviómetro; como llegará el día en que tengamos un pequeño equipo que les pueda indicar el grado de rendimiento de la caña, de manera que no están ustedes nada más que extrayendo unas gotas de jugo de la caña y ya les dice un pequeño equipo cuánta azúcar tiene, cuál es el rendimiento de esa caña, con aquel equipo con una escala, y lo pueden saber.
Debemos recoger datos todos los años de cuánto suele llover en cada región. Entonces, nosotros, recopilando los datos en 10 años, por ejemplo, ya se pueden dar cifras bastante aproximadas de las regiones donde llueve más, las regiones donde llueve menos; se puede, más o menos, calcular con cierta aproximación los ciclos de años más húmedos, más lluviosos, con los ciclos de años más secos. Porque, desde luego, podremos también — hay muchos modos— contrarrestar el inconveniente de la sequía, por lo menos reducir los efectos de la sequía.
Resiste más una caña bien fertilizada que una caña que no esté bien fertilizada; resiste más una variedad que otra variedad de caña; resiste mejor una tierra que absorbe más agua, que aquella que ya por el mal tratamiento del suelo, por su estado físico, es incapaz de absorber más agua. Hay una serie de factores que se pueden utilizar para contrarrestar los efectos de los años un poco más secos que otros.
Así que ahora, como se enviaron aquí 550 libros y hay 543 alumnos, habrá uno para cada uno y sobran siete; esos siete los podemos poner a disposición de los compañeros del curso, de los que dirigieron el curso, para algunas necesidades.
En eso de los libros vamos a estar bien exactos, y no queremos que los libros vayan por delante de la conciencia de la necesidad de los libros. Quiero que sepan que esos libros se producen mediante un esfuerzo que hicieron los compañeros del Ministerio de Industrias, y muchas veces se reparte el libro así fácil, y lo agarran y lo tiran en un rincón. Estos libros no son para tirar en un rincón. Y quiero que sepan que hay muchos compañeros que han estado pidiendo estos libros, y que no era fácil obtenerlos. Y ustedes los van a recibir hoy al final del curso, y gratis (RISAS Y APLAUSOS). En todo caso, esperamos que los paguen con más rendimiento (RISAS Y APLAUSOS); que lo cuiden, que lo estudien. Incluso, ya después ustedes podrán ayudar a organizar los círculos de estudios, despertar el interés de los muchachos jóvenes por estas cuestiones porque, señores, hay que acabar con ese éxodo del campo a la ciudad.
En todo caso, a medida que se tecnifique la producción y se mecanice y los rendimientos aumenten, y las industrias necesiten entonces más fuerza de trabajo, que se produzca en virtud de ese proceso natural el aumento de la población de los obreros industriales, dedicados a la industria, con relación a los obreros dedicados a la agricultura. Pero nuestro gran avance en los próximos años es en la agricultura. Y en la agricultura es donde estamos haciendo el mayor esfuerzo y en la agricultura la producción nacional se va a incrementar extraordinariamente.
En la misma medida en que veamos cómo se desenvuelve el esfuerzo y el interés por el estudio, por la experimentación, iremos tratando de enviarles a los compañeros los libros, los materiales, todas aquellas cosas que sean útiles. Si aparece alguna cosa nueva sobre caña, algún folleto, alguna cuestión, alguna experiencia en algún país que sea de interés, imprimirlo, enviarlo a los compañeros, de manera que en cada granja se vaya organizando, incluso, una biblioteca sobre cuestiones de caña.
Estos consejos y estos razonamientos sobre la necesidad de estudiar, de seguir estudiando y sobre su importancia, es lo que me parecía más importante resaltar esta noche aquí al final de este curso.
Felicitamos a los compañeros por el éxito obtenido y les deseamos que tengan aun mayores éxitos allí al frente de la producción, aun mayores éxitos en la producción de caña. ¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

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