DISCURSO EN EL X ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REBELION, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION
Fidel Castro
[2 de Enero de 1969]
― Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno revolucionario ―
Señores invitados; Trabajadores:
En este X Aniversario nuestra conmemoración se caracteriza por la sencillez. No hay desfile militar, a pesar de que habíamos considerado en el X Aniversario una posible conmemoración con desfile militar. Pero en realidad ha sido este un año de duro trabajo, ha sido un año de grandes esfuerzos en todos los campos, de grandes ahorros en todos los sentidos, y en el que cada hombre y cada mujer de nuestro país han tenido que jugar un rol importante.
Y como más esencial para nosotros era el trabajo y el cumplimiento de los objetivos señalados, decidimos —en la seguridad de que interpretábamos el interés de nuestro pueblo— no gastar un galón de combustible en desfile militar este X Aniversario, ni perder un solo minuto de trabajo (APLAUSOS).
Por lo demás, comienza un año también de mucho esfuerzo, ¡comienza un año de dieciocho meses! (APLAUSOS) Porque este año tenemos que hacer la zafra de 1969 y parte de la zafra de 1970 (APLAUSOS). Tenemos que hacer, pues, dos zafras.
Y el próximo año, el próximo año tradicional, es decir: el próximo mes de diciembre, y con toda seguridad el próximo 2 de enero, posiblemente no podamos reunirnos en esta Plaza, porque un gran número de ciudadanos de este país estaremos cortando caña (APLAUSOS). Entonces el próximo Año Nuevo será posiblemente el 1ro de julio, las próximas Navidades serán más o menos entre el 1ro y el 26 de julio (APLAUSOS).
No es que nos propongamos cambiar las tradiciones, no es que renunciemos definitivamente a las épocas clásicas a las cuales se han habituado nuestros reflejos. Volveremos a los fines de año normales, volveremos a las Navidades normales, pero de ello tendrán que encargarse las máquinas. ¡Las máquinas tendrán que venir en rescate de nuestras tradiciones!
Pero es el hecho que estamos enfrascados en esta gran tarea, y por encima de todo la cumpliremos (APLAUSOS PROLONGADOS).
Varias conmemoraciones de este tipo han tenido lugar en estos años, pero ciertamente parece ser esta la conmemoración con más pueblo en la Plaza de la Revolución (APLAUSOS). Y de una multitud no solo extensa, sino compacta. Y algo mucho más valioso que la extensión o la compactación: una multitud, un pueblo extraordinariamente más consciente (APLAUSOS).
Y nosotros creemos sinceramente que hay razones para que la conciencia y la fuerza de la Revolución hayan crecido. Y creemos que tenemos fundados motivos de optimismo, y creemos que ese optimismo se basa en hechos reales y palpables.
Y creemos que se aproxima la época en que no nos interese tanto por las satisfacciones materiales que traerán aparejadas, como por las satisfacciones morales de las circunstancias y el tiempo en que ello ha sido posible.
Es natural que en este X aniversario en que prácticamente nos hemos graduado no de revolucionarios con el grado más alto, no con un diploma universitario, sino que podríamos decir que nos hemos graduado en la escuela primaria de la Revolución, y entramos en secundaria básica (APLAUSOS); en que terminan 10 años y comienzan otros 10, en que terminan los 10 años más difíciles y comienzan los 10 años más fecundos; en que termina el período en que pasamos de la ignorancia prácticamente más absoluta a un cierto nivel de experiencia acumulada; en que hemos alcanzado un ritmo de trabajo y de avance que supera con creces, incomparablemente, el ritmo que pudimos alcanzar al principio, es natural que hagamos una brevísima síntesis del esfuerzo. No un recuento, ni siquiera un resumen, sino una idea de lo que ha significado en resultado para la Revolución y, a la vez, la línea, la tarea de la próxima etapa.
Nuestro país ha concretado su esfuerzo, y creemos que esto es interesante, en el campo del desarrollo cultural en general, en el desarrollo social y, a la vez, en el desarrollo económico.
No es necesario hablar de algo que tantos conocen como el esfuerzo educacional, iniciado desde el principio, caracterizado fundamentalmente en la erradicación del analfabetismo y el enorme avance logrado hasta ahora en este campo, que se simboliza no solo ya en que cada niño de este país tenga un maestro, sino en el hecho de que tengamos a los 10 años de Revolución más de 300 000 estudiantes becados, en lo cual nuestro país se ha colocado por encima incuestionablemente y a larga distancia de cualquier otro país en América Latina.
Tampoco es necesario recalcar el esfuerzo que se ha hecho en la salud pública, donde también hemos dejado muy atrás a cualquier otra colectividad latinoamericana.
Y también en el campo del desarrollo social las instituciones sociales de la Revolución, que llevaron la seguridad social, es decir, el derecho a la jubilación y a la pensión a todos los sectores trabajadores del país, y que en este año culmina ya con el feliz acontecimiento —discutido y decidido por las masas— que la pensión mínima alcanzará ya prácticamente desde este momento un nivel de 60 pesos para todos los jubilados y pensionados que percibían menos (APLAUSOS), medida esta que beneficia aproximadamente a 180 000 personas, y que señala para todos los cubanos por igual el camino del bienestar y la seguridad, para todos los qué de una manera o de otra han contribuido a crear la riqueza de este país.
Otros notables pasos de avance en el orden social y político han sido las medidas también discutidas por las masas este año, relacionadas con la remuneración que reciben los trabajadores que tienen una conducta comunista en el trabajo en aquellas ocasiones que por motivo de enfermedad no puedan asistir al trabajo, o para las familias cuyo sostén se invalida o pierde la vida en el trabajo.
Estas han sido, entre numerosas instituciones establecidas que han creado condiciones humanas y dignas para todos los ciudadanos de este país, de las que con razón podemos sentirnos todos satisfechos.
En el campo ideológico el camino recorrido ha sido infinito. El pueblo de hoy y su cultura política, su experiencia, su organización, su disciplina, su conciencia, su sentido del deber, no puede prácticamente compararse con el pueblo de hace 10 años.
Sin embargo, una Revolución tiene que sustentarse en una estructura económica. Y era en el campo de la estructura económica donde se planteaba a nuestro pueblo el reto más difícil, la tarea más extraordinaria: enfrentarse, en las condiciones del mundo moderno, al subdesarrollo; y enfrentarse, como se enfrentó nuestro pueblo, sin ninguna experiencia; enfrentarse, como se enfrentó nuestro pueblo, con el solo entusiasmo de sus masas. Porque los pocos que sabían pertenecían en su inmensa mayoría a aquella minoría privilegiada que no estaba ni podía estar de acuerdo en cambiar las estructuras económicas de este país.
Y fue, como decíamos anoche conversando con algunos visitantes, como si todos con una gran ignorancia acerca de todo, de la noche a la mañana nos hubiésemos puesto a encargarnos de todo y a hacer de todo con absolutamente ninguna experiencia.
Pero, además, todo aquel falso espejismo que produce la sociedad de clases, la sociedad capitalista: el espejismo de los escaparates llenos. Ese espejismo del que tanto alardean las sociedades privilegiadas y que les hace creer a las masas la ilusoria idea de que una abundancia ilimitada existe y que no hay más que romper un valladar para entrar en el acceso de esas inagotables riquezas, cual si fuesen minas de infinitos recursos.
Lo que las masas ignoran es que aquellas supuestas riquezas no son sino los excedentes de la miseria, los excedentes de la miseria que se permiten disponer, y necesitan disponer, para incitar al trabajo incesantemente, para obligar al trabajo en medio del desempleo y el subempleo a los ciudadanos de un país; y, naturalmente, riquezas ilusorias, que desaparecen en pocos días, apenas las masas tienen un poco de acceso a esas riquezas. También nosotros tuvimos que aprender que aquella sociedad de privilegiados, subdesarrollada, no creaba ni mucho menos riquezas infinitas, y que las riquezas todas prácticamente estaban por crear.
Y las masas sí saben ahora que las riquezas estaban por crear, porque las masas saben sumar y restar y saben multiplicar y saben dividir. Y cuando se divide entre 8 millones cualquiera de los niveles de producción que aquella sociedad había alcanzado, hasta los muchachos de segundo grado descubren inmediatamente de que aquella era una producción de miseria. Cuando el 80% o el 90% de los niños no consumen leche, 50 mil vacas alcanzan para darles leche a todos los niños y sobra leche en algunas lecherías, como sobran cientos de miles de niños que no tienen dos centavos para comprarse una fracción de litro de leche (APLAUSOS).
Pero cuando hay que darles leche por igual a todos los niños que nacen en este país, cuando hay que darles a todos y todos sin excepción tienen ese derecho y esa oportunidad, entonces no alcanzan ni 50 000 ni 100 000 ni 200 000 vacas: entonces hace falta medio millón de vacas puesto que ya es dividir de verdad toda la leche entre todos los niños o las personas de edad o las personas que lo necesitan o las personas que lo desean. Y ciertamente no tendremos medio millón de vacas. ¡Medio millón de vacas están creciendo ya en este país, y otros muchos medios millones nacerán” en los próximos años y habrá algo más de un litro no solo para todos los niños, sino para todos los ciudadanos de este país y en fecha ciertamente no lejana. (APLAUSOS)
Pero bien: todo esto se entiende perfectamente. Ahora, ¿acaso la Revolución en los primeros años acrecentó la riqueza? No, no la acrecentó. Incluso algo más: nuestro pueblo en los primeros años del triunfo no acrecentó la riqueza sino que ni siquiera fue capaz de producir lo poco que producía aquella sociedad de privilegios.
Lo que aquí se producía se producía en condiciones muy inhumanas. El hambre, la enfermedad, el desalojo, el desahucio, las peores y más terribles consecuencias amenazaban a cada ser humano. Se cortaba caña: se cortaban cuarenta y tantos millones de toneladas de caña a mano y se cargaban cañita a cañita. Los trabajadores azucareros de este país cortaban más de 40 millones de toneladas y las cargaban caña a caña. Y para ello tenían que trabajar, ganando un sustento miserable, 15, 16, 17 horas, si no el hambre para ellos, para sus hijos, la desesperación, la muerte.
Al desaparecer aquellas infrahumanas condiciones para ganar el sustento, era lógico que ya nadie trabajara 17 horas ni 16 horas ni 15 ni 14, y se trabajaran 12, 11, 10, 8. Y algunos un poco más hacia abajo, porque en la rebaja algunos se excedieron de un exceso de trabajo a un mínimo de trabajo.
Lógicamente las condiciones cambiaron antes que las máquinas pudiesen sustituir aquel exceso de trabajo. Esto, desde luego, sin contar algo muy digno de tenerse en cuenta, que fue el cambio absoluto de administración y la ignorancia generalizada.
Pero es lo cierto que el pueblo no pudo ni podía en los primeros años producir más que los capitalistas; y en consecuencia, la producción agrícola disminuyó, de manera que de un nivel determinado bajamos. La producción agrícola crece en el mundo hoy actualmente a un ritmo de dos, dos y medio, tres por ciento al año. En los países subdesarrollados, sobre todo en América Latina, en la mayor parte de los países a veces no crece nada. A veces crece el uno por ciento, el uno y medio, el dos, y por lo general, apenas crece lo que crece la población. La nuestra, con la Revolución, no crecía; incluso disminuía, disminuyó. Hubo un momento en que la producción azucarera fue mucho menos que la capitalista, y llegamos a 3,8 millones de toneladas de azúcar.
Es necesario analizar estos hechos ciertos si queremos tener una idea adecuada de cuál ha sido al final el resultado de nuestro aprendizaje y de nuestro esfuerzo en estos años.
Sin embargo, algo verdaderamente extraordinario: estamos a comienzos de 1969 y, sin embargo, en 1970 la producción agrícola de Cuba será aproximadamente igual al doble — ¡al doble!— de lo que había antes del 1ro de Enero de 1959 (APLAUSOS). Cosa verdaderamente extraordinaria, tal vez increíble, algo que sin duda pueden analizarse todas las historias de los incrementos de producción agrícola en todos los países y en todas las circunstancias y no habrá nada que ni siquiera se parezca a semejante logro. Porque duplicar en 10 años la producción agrícola es algo que no pueden lograr ni siquiera los llamados países desarrollados. Y es que realmente esta duplicación no se ha logrado en 10 años, se ha logrado con el esfuerzo de menos de cinco años; se ha logrado con el esfuerzo, la organización, la experiencia y la concepción que se alcanzaron ya después de cinco años de Revolución.
De manera que este país duplicará su producción agrícola en un período realmente no mayor —exagerando— de cuatro años. Baste decir que en este año 1968 se ha sembrado el grueso de la caña de la famosa zafra de los 10 millones (APLAUSOS).
Y no son nada los resultados ya en 1970. Lo que realmente habrá de asombrar a mucha gente, habrá de asombrar a los escépticos y habrá de espantar a los reaccionarios, serán los logros agrícolas de nuestro país en los próximos 12 años. Hemos puesto 12 años para poder usar algún período de tiempo que se compare con lo que están haciendo otros países.
Recientemente se efectuó, en el vecino país de Jamaica, una reunión de la FAO a la cual asistió nuestra delegación. Y allí se examinó la situación alimenticia en nuestros países. Y allí, con participación de delegaciones de numerosos países, se vio cuál era la situación trágica, que es trágica prácticamente para el mundo entero, pero es especialmente trágica para los países de América Latina.
Aquí tenemos algunos de esos datos que sirven para ilustrar qué se está haciendo ahora en todos esos países y qué se está haciendo aquí, y por qué estos increíbles avances que estamos logrando en este momento y los que alcanzaremos en los años futuros; cuánto crece y cuánto crecerá la agricultura en esos países en los próximos años, y por qué; cuánto crece y crecerá en Cuba, y por qué; qué ha pasado con la célebre Alianza para el progreso; qué ocurre, qué esperan nuestros hermanos países latinoamericanos de 1970 a 1980.
Porque nosotros con nuestra Revolución, audaz empresa histórica, comenzamos incluso disminuyendo la producción; pero ahora también hemos aprendido no a sumar, hemos aprendido a multiplicar, multiplicar. Es decir que no vamos a sumar cantidades sobre las que había, sino a multiplicar las cantidades que había (APLAUSOS).
La FAO elaboró un programa indicativo mundial de desarrollo agrícola. La FAO es un organismo de las Naciones Unidas en que ciertamente muchos técnicos competentes analizan objetivamente las cifras y predicen las realidades futuras del mundo, y hay entre los que trabajan en esa institución muchas personas que se angustian por el porvenir alimenticio de la humanidad. Claro que han estado muchas veces solos en sus campañas, porque ese porvenir alimenticio no interesa pregonarlo a los imperialistas ni a los reaccionarios, porque son, si no se resuelven, augurio seguro de revoluciones.
En ese programa indicativo de desarrollo se propone en estos años, de 1970 a 1980, un incremento agrícola... aproximado para la América del Sur —desde Colombia y Venezuela hasta la Argentina— del 3% anual. El crecimiento real en los últimos años de esos países ha sido algo menos del 2%, y este crecimiento del 3% que se propone, si se logra, apenas basta para compensar el crecimiento de la población, que en algunos países alcanza hasta el 3% y en algunos más, y en otros un poco menos del 3% anual.
Ahora bien: ¿Cuánto crecerá la producción agrícola de Cuba entre 1968 y 1980? Habrá algunos años de salto notable, sobre todo en 1970; pero como promedio en estos 12 años, ¿cuánto crecerá la producción agrícola de Cuba, basada en hechos que están a la vista de todos y en recursos que están en nuestras manos y en un pueblo que ha hecho suya la tarea? Porque realmente lo más importante hoy no es ni las concepciones que son mucho más desarrolladas, las instituciones creadas, los recursos enormes que tenemos ya, sino los factores subjetivos que se han creado en nuestro pueblo; eso es realmente lo fundamental y por lo cual se lograrán esos resultados.
Pues bien, la producción agrícola de Cuba crecerá en los próximos 12 años —y decimos esta cifra con absoluta tranquilidad y nos responsabilizamos con ella— a un ritmo promedio en los 12 años de no menos del 15% por año (APLAUSOS).
Aprovechamos para añadir que esta cifra durante este período superará varias veces la alcanzada por ningún país en el mundo en un período igual.
No vamos a decir que somos los cubanos más trabajadores que nadie ni más sabios que nadie, pero hemos tenido la fortuna de hacer coincidir unos cuantos factores: la concepción de nuestra Reforma Agraria, la concepción de nuestros planes agrícolas, la aplicación masiva de la técnica y, sobre todo, un pueblo realizando esta tarea, en un clima tropical.
En el clima tropical es más difícil vencer los factores naturales inicialmente, pero cuando se vencen entonces tenemos sol y, por tanto, luz y, por tanto, agricultura todo el año. Dominadas las sequías; dominados los ciclones con la protección adecuada a los cultivos contra ese tipo de fenómenos; dominadas las inundaciones; dominadas las plagas, las malezas; desbrozado el terreno donde crece una fuerte vegetación; dominada, en fin, la técnica, mecanizados los procesos, entonces es posible lograr resultados que no se pueden lograr en otro país que no tenga las condiciones de sol, de luz y de temperatura adecuadas todo el año.
Pero la comparación la estamos haciendo con otros países que tienen sol, luz y temperatura idóneos todo el año, no con Canadá o Finlandia. La estamos haciendo con países que tienen las mismas condiciones que nosotros.
Bien. Veamos qué propone la FAO en los próximos 10 años de incremento de superficie agrícola por año para esos países partiendo de las condiciones sociales y de estructuras existentes. Ellos han hecho un plan indicativo para 20 años; nosotros hemos extraído del plan 10 años, los próximos 10 años. Y se propone en los próximos 10 años para la América del Sur incrementar la superficie cultivada en 15 millones de hectáreas. Como actualmente esos países cuentan con unos 100 millones de hectáreas de superficie cultivada, proponen un incremento del 15% de dicha superficie en 10 años.
La actual superficie cultivada de Cuba es de unas 300 000 caballerías. Esto es un dato estadístico; muchas de esas caballerías tienen cultivos que deberán ser cambiados. ¿Cómo se está haciendo? Poniendo la caña al lado de los centrales, el arroz donde debe ir arroz, y cada cosa en su lugar; de manera que muchas de esas llamadas tierras cultivadas, superficie cultivada, tendrán que ser sembradas de nuevo de otros cultivos. Sin embargo, a pesar de ello en los próximos 10 años la superficie agrícola —que es de 300 000 caballerías— crecerá a medio millón de caballerías, es decir, de unos 4 millones de hectáreas a unos 6 680 000 hectáreas.
De manera que se propone para la América Latina un incremento del 15% de la superficie agrícola, y la de Cuba crecerá en ese período un 65% (APLAUSOS).
El incremento de la producción agrícola se logra por aplicación de la técnica y por ampliación de la superficie. Nosotros vamos a avanzar por los dos caminos intensamente. La fertilización juega un papel importante en la aplicación de la técnica, es decir, en el incremento de los rendimientos por unidad agrícola.
En fertilizantes, para toda la América del Sur, en ese programa se propone alcanzar 2 millones de toneladas, contenido neto de fertilizante. ¿Qué quiere decir contenido neto? Las fórmulas que se pueden producir químicamente en una tonelada de las que se aplican al suelo. Esto lo saben muchas personas; puede haber alguno que no esté relacionado con la agricultura y necesite esta explicación: no es el 100% de nitrógeno; puede tener por ejemplo de este elemento 20% en un fertilizante complejo, 15% de fósforo —vamos a suponer—, 15% de potasio, ya es una fórmula relativamente alta. No es el 100% contenido neto, sino el 50% de contenido neto. Las fórmulas son variables. Para aplicar 2 millones de toneladas de contenido neto se pueden calcular de 4 a 8 millones de fertilizantes para aplicar en el campo de acuerdo con el grado de concentración que posean.
Bien. Este año Cuba está aplicando más de un millón y medio de toneladas de fertilizantes en el campo, más de medio millón en contenido neto.
Pero, bien: se propone para la América del Sur 2 millones de toneladas contenido neto, digamos unos 6 millones en volumen. En 1975 Cuba aplicará nunca menos de un millón de toneladas contenido neto; serán aproximadamente de 3 a 4 millones en volumen. De manera que en 1975 Cuba estará aplicando una cifra superior al 50% de las que se proponen para toda la América del Sur (APLAUSOS).
Tercero: irrigación. Esto sí es serio. En ese programa se propone un incremento por año —de ahora a 1975— de 200 000 hectáreas irrigadas.
La irrigación juega un papel decisivo, pero el más importante no es propiamente el agua como agua, que facilita el crecimiento, contrarresta los efectos de la falta de lluvia, sino que la disposición de agua permite sembrar en la fecha óptima, aplicar y utilizar el fertilizante en forma óptima, los herbicidas en el momento óptimo, preparación óptima de la tierra, empleo óptimo de la maquinaria y de la fuerza de trabajo distribuidas durante todo el año, cultivos óptimos. De manera que por todos esos factores se obtiene más que por el agua como agua aplicada a la planta. Es decir, la posibilidad del empleo óptimo de la técnica: ese es un factor en que por lo general no se piensa cuando se habla de la irrigación. No solo asegura contra la sequía, sino que permite la aplicación óptima de la técnica.
Para un país como el nuestro es importantísimo. Para un país que tiene sol todo el año es mucho más importante que para un país como Finlandia —repito—, que durante una buena parte del año tiene nieve; aunque tuvieran agua no podrían hacer nada. Pero en esos meses nosotros no tenemos nieve; sin embargo, tampoco tenemos agua. ¡Ah!, pero si tenemos agua en esos meses que son los llamados meses secos —y lo son de verdad—, entonces, indiscutiblemente que la ventaja es extraordinaria. Y por eso para nosotros la irrigación tiene una especialísima importancia; más que para cualquier país templado o nórdico. Cualquier país nórdico puede hacer embalses y asegura en agosto u otro mes de verano el agua, pero no puede por ello cultivar en diciembre, enero, en febrero. Nosotros con agua aseguramos agosto si hubiera sequía, pero cultivamos también en enero, febrero, marzo o cualquier otro mes seco; es decir, aprovechamos la luz y la tierra todo el año, y las máquinas todo el año, y la técnica todo el año, y la fuerza de trabajo todo el año. De lo contrario hay que esperar que llueva con los brazos cruzados, y entonces en 15 días sembrarlo todo. Pero es imposible: el resultado es que nacen las malezas mucho antes de que se haya terminado de sembrar todo. Lo sabemos bien por las caballerías de caña que hemos tenido que sembrar bajo la lluvia en estos años, y sobre todo en este año.
Bien. En ese programa se propone un incremento para la América del Sur de 200 000 nuevas hectáreas de regadío por año. Pues bien: a partir de 1969 hasta 1975, Cuba incrementará la superficie de riego en 300 000 hectáreas por año; es decir, un 50% más de lo que se propone para todo el resto de Suramérica (APLAUSOS). Esto es si logran sus 200 000 hectáreas, si las logran; porque eso es un programa indicativo nada más, y sabemos en qué condiciones tendrían que llevarse a cabo esos programas.
De manera que estos tres datos revelan la impotencia absoluta de esos países en estos momentos y en estas condiciones para hacer algo que se parezca a un decoroso desarrollo de la agricultura, es decir, de la producción de alimentos, que se semeje siquiera, o que se acerque, o que compense el incremento de la población.
De manera que mientras ellos se podrán proponer aumentar la producción agrícola más o menos lo mismo que crece la población, y mantener el actual nivel de hambre y de subconsumo, en Cuba el incremento agrícola por año, el incremento promedio en los próximos 12 años será siete veces más que el incremento de la población por año. Y los efectos acumulativos de un incremento del 15% —los efectos acumulativos es el 15% de 1968, y después el 15% de 1969, y después el 15% de lo de 1975—, efectos acumulativos que al final del período equivalen a multiplicar varias veces la actual producción.
Ahora bien: la superficie de Cuba en relación con la de América del Sur, que tiene 17,3 millones de kilómetros cuadrados, y Cuba tiene 111.111 —eso dicen los geógrafos, para que no se olvide, debe tener un poquitico más, pero alrededor de esta cifra: 111 000—, Cuba tiene 158 veces menos superficie que América del Sur; y habitantes, Cuba tiene 22 veces menos habitantes que América del Sur. Sin embargo, aplicaremos una cifra superior al 50% del fertilizante que ellos aplicarán en 1975, incrementaremos por año 100 000 hectáreas más que ellos en irrigación, y la superficie cultivada de nuestro país será incrementada en un 65% en 10 años, comparado con el 15% que se considera posible logren ellos.
¿Qué tenemos para hacer esto? ¿Esto era una cosa fácil? No. No era fácil. ¿Lo podríamos haber hecho al principio de la Revolución? Hay que decir la verdad: al principio de la Revolución no conocíamos ni la geografía de Cuba, ¡ni la geografía!, digamos que ni el paisaje. Imagínense el desarrollo agrícola de un país por quienes no conocen ni la geografía.
No la conocíamos. Hay que decir que los capitalistas tampoco, esa gente sabía nada más que de su pedazo, o su gran pedazo. Pero nosotros teníamos que conocer, casi descubrir la geografía de este país. Y no la conocíamos. Algunos de nosotros conocíamos muy bien una parte de la Sierra Maestra y algunos que otros rincones de algunas provincias, pero del país, donde había que llevar a cabo y escenificar ese desarrollo, no conocíamos, repito, ni la geografía; es decir, lo que se ve. ¿Cómo íbamos a saber lo que no se ve?
De la geología no sabíamos nada. Las minas poseídas por monopolios americanos, cuando ellos hacían sus investigaciones, solo ellos sabían qué había, cuánto níquel o si había petróleo cuánto y dónde, si había cromo, manganeso, lo que fuera. Cuánta lluvia caía se sabía en algunos lugares por los pluviómetros de algunos centrales azucareros. Cuánta agua corría aquí por los ríos no lo sabía nadie, porque para eso había que poner allí un medidor de agua durante varios años, para ver los promedios. Para hacer un embalse, cualquiera dice que hacer un embalse es fácil, pero había que saber primero cuánta agua corría por aquel río, dónde se podía embalsar aquel río, cómo era la geología de aquel supuesto embalse, si había cavernas en el subsuelo, si era compacta, si se filtraba el agua, si no se filtraba. Y aquí no se sabía nada de eso, ni una palabra. Es decir, ni lo que corría por los ríos, ni dónde había una cuenca, ni cuál era la geología.
Había que investigar todo eso. Y no había, por supuesto, ni geólogo, ni proyectista de presas, ni nada que se pareciera, ni nadie que conociera, sino muy pocos. Porque, lógicamente, en donde no se hagan presas nadie aprende a hacer presas; es lógico y evidente. Ni teníamos ese personal ni se iba a formar en unos pocos años, ni todavía lo tenemos, ¡ni todavía lo tenemos! Con nuestros solos conocimientos técnicos no habríamos podido hacer esto ni mucho menos.
¿Máquinas?¿Maquinaria para hacer esto? No. Nos pasaba lo mismo que pasa por allá. Como decíamos recientemente en Santiago de Cuba a los estudiantes, en este país había 300 000 automóviles; sin embargo, en la Sierra Maestra vivían 300 000 personas, no ya sin un maestro, sin un médico, sin un camino siquiera, ¡sin un camino! Y eso si lo sabíamos.
¿Tractores? No hay datos estadísticos. La FAO calculó en el año 1950 unos 5 000. Habría unos 7 000 u 8 000 tractores, si acaso, en el año 1958, tractores de gomas en este país. Pero el enorme número de máquinas que hacía falta para llevar a cabo un plan como este, ¡ni soñarlo!; ¿operadores de equipos, mecánicos, personal calificado para organizar y dirigir todo este trabajo?, ¡ni soñarlo!
Ahora bien: ¿Cuántas máquinas tenemos ahora para apoyar este desarrollo? ¿Cuántas máquinas? ¿Y en qué fuerzas y en qué factores basamos este programa? En el resto de América del Sur lógicamente el 3% no lo alcanzan, no lo alcanzan.
Importando millones de automóviles no lo alcanzan. Tendrían que dejar de importar artículos suntuarios, y eso es imposible. No hay rico que se resigne en ese país, no ya a montarse en un ómnibus, a dejar de cambiar el automóvil todos los años. Y esos son los que gobiernan allí, lo administran todo. Si acaso les ponen un poco de impuesticos, pero después les suben los precios a todo y se burlan de todo el mundo, y viven paseando por París, por Estados Unidos, por Europa en general. No vamos aquí a hacer campañas contra ningún país, pero quiero decir que viven paseando por el mundo. Se llevan su dinerito, su dinerote, lo guardan. Lo guardan fuera porque creen que está más seguro allá que en medio del polvorín que hay debajo de sus países motivado por el hambre.
¡Y desde luego el 3% promedio en 12 años no lo alcanzan!
¿Con qué respaldamos en cambio nuestro esfuerzo? Nosotros tenemos actualmente organizada toda la fuerza fundamental del desarrollo agropecuario en una institución que se llama DAP —Desarrollo Agropecuario—, que es la que concentra todas las maquinarias básicas para la construcción de embalses, drenajes, pozos de extracción e inmersión de agua, sistemas de riego, carreteras, caminos, puentes, vías férreas, desbrozamiento de tierras y terraceo de montañas.
¿Con cuántas máquinas cuenta el DAP en este momento? Bien. En equipos básicos, es decir, buldóceres, mototraíllas, traíllas, motoniveladoras, cargadores, cilindros, grúas, camiones de volteo, perforadoras de pozos y zanjeadoras, posee de estos equipos básicos 6 138 máquinas en este momento —este dato es del mes de diciembre de 1968—, ¡seis mil ciento treinta y ocho máquinas! (APLAUSOS.) Y en equipos complementarios y auxiliares posee en este momento, entre concreteras, compresores, talleres móviles, plantas de engrase, camiones-pipa, compactadores, pavimentadoras, regadoras de asfalto, molinos de piedra, plantas eléctricas móviles, etcétera: 3 190 máquinas (APLAUSOS), que hacen un total de 9 328 máquinas, con un valor en divisas de aproximadamente 150 millones de pesos.
Esa es la enorme fuerza que apoya y garantiza nuestro plan de desarrollo, al que nos referíamos. Y estas máquinas y este plan en este momento están apoyados por el trabajo de 40 676 hombres, de los cuales 22 705 son trabajadores calificados.
Se está trabajando simultáneamente en este momento en más de 20 embalses y en las perforaciones de numerosas cuencas de aguas subterráneas. Y como resultado de este esfuerzo, el país incorporará en el año 1969 —en un solo año— 2 000 millones de metros cúbicos a la agricultura, de los cuales unos 1 000 millones en embalses y una cantidad aproximadamente igual de agua subterránea, más que suficiente para alcanzar la cifra de las 300 000 hectáreas ya en este año.
Pero hay que decir que en 1970 se incorporará a la agricultura un volumen superior. De manera que la aspiración que parecía imposible, ambiciosa, de llegar a unos 15 000 millones de metros cúbicos disponibles en 1973, será alcanzada.
Potencial total de agua en nuestro país, alcanzable, utilizable: unos 20 000 millones. Para 1975 habremos alcanzado el potencial total.
En consecuencia, casi toda la superficie agrícola del país estará bajo riego para esa fecha.
Parejamente, trabajando en carreteras y caminos hay en este momento 120 brigadas; de las cuales 101 se han organizado en los últimos 18 meses, y se están construyendo en este momento caminos y carreteras en 115 puntos diferentes, ¡ciento quince! De manera que para 1975 el país contará con no menos de 40 000 kilómetros de carreteras asfaltadas. Y sin carreteras no hay desarrollo agrícola posible, tan imposible como desarrollar la agricultura sin conocer la geografía. Transportar el personal, las máquinas, el combustible, los fertilizantes, la técnica moderna, es imposible sin las comunicaciones.
Y desde luego, me imagino cómo estarán en materia de comunicaciones en América del Sur.
Pero Cuba tendrá aproximadamente un kilómetro de carretera asfaltada por cada dos kilómetros cuadrados de superficie agrícola en 1975. Y ya hay, como dije, 120 brigadas haciendo ese trabajo. Además de los embalses, los sistemas de riego, los drenajes y el desbrozamiento del terreno, que constituyen importantes aspectos del desarrollo agrícola.
Ahora bien: en el año 1969 se incrementa este equipamiento con unas 3 000 máquinas más. De manera que en diciembre de 1970 tendremos en el desarrollo agropecuario del país, entre equipos básicos y auxiliares, 12 000 máquinas. Y con esta fuerza, con estos recursos, es con lo que se asegura —sin la menor posibilidad de fallo— este programa de desarrollo agropecuario, que ya este año ha empezado a evidenciar su imponente fuerza.
Por ejemplo, para la zafra de 1970, ¿cuánto se sembró el año de 1968, que acaba de pasar? No todo el año, sino aproximadamente desde el inicio de la primavera en 1968 se han sembrado 27,250 caballerías netas; algunas de estas caballerías que sufrieron por exceso de lluvia, o en algunos momentos, en algunas regiones, por sequía, hubo que sembrarlas dos veces, ¡pero han quedado sembradas 27 250 caballerías, que traducidas a hectáreas son 364 150 hectáreas! Y se sembrarán en los próximos cinco meses, 14 000 caballerías más, de las cuales 12 000 con regadío, y que elevarán en 187 000 hectáreas más las áreas de cañas nuevas.
De manera que en un período de 12 meses este país habrá sembrado la increíble cifra de 41 250 caballerías de caña, es decir: 551 150 hectáreas de nuevas cañas.
Para dar una idea de lo que esto significa en volumen baste decir que este año la zafra se hace —en 1969— con retoños; toda la caña nueva que se sembró anteriormente está bajo la tierra sembrada otra vez. De manera que con la caña que se ha sembrado nueva en estos 12 meses, se podría hacer una zafra de más de 5 millones de toneladas, es decir: una zafra aproximadamente igual a la que vamos a hacer con las cañas de retoño en 1969, que será superior a 5,5 millones de toneladas. ¿Por qué? Porque ya estaba esta fuerza de miles de máquinas apoyando ese plan, haciendo los caminos, desbrozando la tierra, drenando, haciendo embalses, perforando pozos, etcétera.
De manera que ya ustedes ven un ejemplo. Al principio de año no teníamos todas estas máquinas. Estas máquinas se fueron acumulando durante este año muchas de ellas. Y, sin embargo, ya en 12 meses se siembra tanta caña como para poder hacer una zafra igual a la que vamos a hacer en 1969. Claro, en 1970 serán las dos clases, es decir, todos los retoños y todas las cañas nuevas.
Tendremos aproximadamente 116 000 caballerías de caña para 1970, 1 554 000 hectáreas de caña.
Y este plan para la zafra de los 10 millones se ha hecho tomando en cuenta la posibilidad de un año seco. Así que lo consideramos algo asegurado; desde luego, contando con el esfuerzo que nos falta por realizar.
Por eso es que todo el mundo dice: “Los 10 millones van”, y ya quedan pocos escépticos acerca del resultado de ese esfuerzo.
No se ha trabajado solo en caña, se ha trabajado en varios cultivos más; en la producción de viandas, los trabajos que se han hecho este año y que ya los resultados se empiezan a observar. La provincia de La Habana, por ejemplo, que antes recibía muchas de las viandas y vegetales que consumía del interior, ya no recibe prácticamente nada de estos productos del interior. Y ya en dos años ha elevado de 3 millones de quintales —hace dos años, es decir, lo que contó en 1967— a 7 millones que contará de viandas, frutas y vegetales en 1969 y 12 en 1970. Es decir que habrá en 1970 otra gran cosecha, respetable, de viandas y vegetales, en esta provincia. Baste decir que la provincia de La Habana producirá en viandas y vegetales en 1970 tanto como lo que producía todo el país antes de la Revolución.
En arroz se hizo un esfuerzo notable. Dispondremos para este año de una cantidad adicional de arroz de producción nacional. Están llevándose a cabo las negociaciones de Comercio Exterior. Y suponiendo una importación igual en 1969 que en 1968, dispondremos de unas 100 000 toneladas más de arroz, ¡cien mil más! (APLAUSOS.) No se incrementará el consumo hasta no tener asegurada la cifra de importación correspondiente a 1969; es decir, conocer con exactitud las importaciones que vamos a tener, que aspiramos a que sean iguales que el pasado año. Y ya tan pronto se tengan esas cifras aseguradas habrá incrementos en el consumo de arroz. Pero el año pasado se produjeron 50 000 toneladas, es decir, 1967-68. Y ya 1968-69, es decir, de mayo de 1968 a mayo de 1969, tendremos 150 000 toneladas. ¡Tres veces más! (APLAUSOS.) Y para 1970 vuelve a multiplicarse, ¡vuelve a multiplicarse!
Es decir que hay algunos hechos ya que demuestran, cuando todavía no teníamos esa descomunal fuerza, incrementos multiplicantes en los cultivos.
Se ha sembrado una considerable cantidad de maticas de café y de otras cosas, algún pasto. Ciertamente, no se ha podido hacer en el pasto un esfuerzo igual, que se hará ya este año, en 1969, porque hay medio millón de vacas lecheras creciendo en estos momentos —entre terneras, añojas, novillas, todas esas clasificaciones— y que entrarán en producción también, su inmensa mayoría, en el segundo semestre de 1970. De manera que la leche de 1970 pues también se multiplicará.
Arroz, caña, vianda, leche, todos esos productos estarán multiplicados en 1970 (APLAUSOS).
Claro que todo este desarrollo exige seguir invirtiendo, seguir mecanizando. Habría una sola forma de no lograr esto, y es si no nos mecanizamos rápidamente. Porque para toda la caña que vamos a tener, todos los productos agrícolas, hay que sustituir el trabajo manual por la máquina. Eso es algo imperioso, imprescindible, o este país con 8 millones de habitantes no puede hacer eso. Y tiene que llegar a cortarse toda la caña con máquinas. Habrá que redistribuir algunas áreas cañeras, ampliar nuevos centrales para quitar las cañas en áreas de montañas, mecanizar toda la caña entre 1970 y 1975, mecanizar todos los cultivos y el ordeño. ¿De dónde vamos a sacar los que van a ordeñar nuestros grandes rebaños lecheros? Tenemos que abandonar los métodos tradicionales, sustituirlos por máquinas. Es decir que tendremos que hacer muchas inversiones. No en equipos básicos para el desarrollo, sino ya para la explotación de todas esas tierras, el aprovechamiento de todas esas cosechas y de nuestra creciente masa de ganado lechero.
De esto se deduce también un esfuerzo especial en la adquisición de maquinaria agrícola.
Nuestro país ha importado en los últimos 10 años unos 42 000 tractores. Teniendo en cuenta los tractores que ya se han depreciado en ese período, tenemos unos 35 000 tractores netos en la agricultura en estos momentos. Es muchas veces más de los que teníamos antes del triunfo de la Revolución, pero esto no alcanza ni puede alcanzar.
Quiero darles algunas cifras. En el año 1966 había en el mundo 14 millones de tractores. De ellos el 94% en países desarrollados, el 6% en los países subdesarrollados. ¡Vaya diferencia!
Es decir, mientras el mundo desarrollado tenía más de 13 millones de tractores, el mundo subdesarrollado que es donde hay más necesidades alimenticias, tenía menos de un millón. Los países desarrollados tienen 19,3 tractores cada 1 000 hectáreas, es decir, cada 75 caballerías; los países subdesarrollados tienen 1,3.
Cuba ya posee en este momento un aproximado de ocho tractores cada 1 000 hectáreas.
Pero, por ejemplo, un país como Dinamarca con 43 000 kilómetros cuadrados, menos de la mitad de la superficie de Cuba, posee —o poseía hace dos años— 162 362 tractores. Claro que donde hay minifundios, por ejemplo, hace falta un número mayor. Nosotros no necesitamos tantos, sino tractores de más productividad y que trabajen más horas en unidades agrícolas de escala adecuada. Aunque nuestra agricultura, por el carácter extraordinariamente intensivo que tendrá, necesitará decenas de miles de nuevos tractores.
De manera que para alcanzar el promedio que tienen actualmente los países desarrollados, necesitaremos importar en los próximos 10 años unos 8 000 tractores por año. A lo cual hay que añadir, en los próximos cinco años, unas 6 000 combinadas de caña; y en los próximos dos años completar 2 000 combinadas de arroz.
Calculen el personal que necesitamos de obreros calificados y de operarios para manejar estos equipos y mantenerlos.
Operadores de tractores en los próximos 10 años: 80 000 nuevos operadores. Y en total, para operar los tractores, las combinadas, la aviación agrícola que requerirá cientos de pilotos, cientos de nuevos pilotos, los equipos auxiliares y el mantenimiento, necesitaremos al final del período 180 000 trabajadores calificados en el sector de la mecanización agrícola. Esto da una idea de la dimensión del esfuerzo en preparación de personal técnico, solo en este campo.
Ahora, ¿qué importancia tiene, decisiva para nuestro país y nuestro futuro, haber puesto tan especial énfasis en el desarrollo agrícola para la búsqueda y aprovechamiento de todas las posibilidades potenciales de nuestro país? En el mundo hay actualmente 3 500 millones de habitantes; dentro de 30 años serán aproximadamente 7 000 millones. Para alimentar esa población adecuadamente se necesita un incremento agrícola del 6% anual. Y en este momento crece solo al 3% o menos. Nunca antes creció la población a un ritmo tan acelerado en el mundo, como está creciendo ahora.
Es decir que en los próximos 20 o 25 años la humanidad tiene que enfrentarse a uno de los más serios problemas que se le ha planteado nunca. Y los problemas del desarrollo nosotros sabemos cuántas dificultades entrañan y, sobre todo, sabemos que hay que hacer primero una revolución, o de lo contrario las inmensas dificultades que para un país atrasado en sus estructuras económicas plantea esta tarea no podrían ser resueltas.
Es decir que la humanidad tiene ante sí un esfuerzo épico. Y es algo verdaderamente alentador saber que en ese esfuerzo nuestro país estará alcanzando resultados que nos situarán en una posición prácticamente de vanguardia entre los países subdesarrollados del mundo.
Junto con este esfuerzo, en el campo de la industria se ha hecho un enorme esfuerzo también, elevando la capacidad de los centrales azucareros; en el desarrollo de la energía eléctrica; de la industria de construcción y en el transporte; en la producción de fertilizantes. Se están construyendo en este momento dos grandes fábricas de fertilizantes y otras más deberán ser construidas en los años futuros.
Pero no solo crecerá la agricultura en este período. En 1970 la producción de la pesca, de la Flota pesquera, será aproximadamente ocho veces lo que había antes del triunfo de la Revolución, ¡ocho veces! (APLAUSOS.) También ha crecido de manera notable nuestra Flota Mercante. Este incremento también de nuestras actividades pesqueras no tiene nada que se parezca actualmente en otros países, este ritmo de desarrollo que lleva la industria pesquera, porque nosotros éramos una isla sin flota pesquera y sin flota de transporte. Sin embargo, todo lo que exportamos tiene que salir por mar y todo lo que importamos llegar por mar. No había ni marineros, ni tradición marinera. Hubo que crear la tradición de pescadores, que hay que decir que se ha creado realmente. Y una prueba irrefutable es esa nueva generación de pescadores representada por los tripulantes del “Alecrín”, aquí presentes en el día de hoy (APLAUSOS PROLONGADOS).
Este episodio de nuestro barco pesquero, que conmovió a nuestra ciudadanía por la provocación que entrañaba, por la arbitrariedad que entrañaba y muy especialmente por la actitud dignísima y valerosa de sus tripulantes (APLAUSOS), es un episodio que intrigó a nuestro pueblo. ¿Qué hacer frente a ese arbitrario acto?
Desde luego, nuestro país no es un país de ilimitados medios que pueda en cualquier circunstancia enfrentarse a una agresión de esa naturaleza a miles de kilómetros de nuestras costas. Semejante episodio, desde luego, no puede pasar por aquí cerca. Ocurrió a miles de kilómetros. Pero, sin embargo, nosotros pudimos haber tomado represalias. Y hay que decir que la provocación era muy irritante, pero muy irritante, por su carácter, la arbitrariedad, el arresto, los interrogatorios. De una insolencia ilimitada. Y nosotros teníamos la forma de haber tomado alguna represalia.
Sin embargo, ¿cómo actuó en este caso la Revolución? Nosotros nos preguntamos qué hay detrás de todo esto, en primer lugar; y por otro lado, cualquier represalia contra ese gobierno habría podido implicar medidas que afectaran en cierto sentido también al pueblo venezolano. Porque barcos venezolanos andan por ahí y nosotros podemos echarles el guante también, de la misma manera que ellos arbitrariamente capturaron el nuestro (APLAUSOS). No tienen muchos, pero andan por ahí. Pero esos barcos están tripulados por trabajadores venezolanos. Y nosotros pensábamos: el mismo episodio en horas de la noche, a balazos contra un barco... ¿Qué culpa tienen esos tripulantes?
También vuelan avioncitos de todos los países por aquí arriba, en los corredores aéreos. Y desde luego, si practican la piratería contra nosotros podemos hacer aterrizar unos cuantos aviones (APLAUSOS). Y hay que decir que aunque nosotros no tenemos medios para defendernos de una provocación por allá, tenemos medios para tomar represalia por aquí.
No estamos ni mancos ni imposibilitados de hacerlo, porque les podemos obligar a aterrizar los avioncitos, impedirles el cruce sobre nuestro territorio obligándoles a dar una vuelta “por casa del Diablo”.
Sin embargo, entendíamos que nuestro deber era contenernos, nuestro deber era analizar los hechos cuidadosamente y actuar de una manera serena. Desde luego, ellos no tenían manera de hacer nada. Porque nosotros teníamos también los medios, si mueven su escuadrita hacia Cuba, para hundírsela completa (APLAUSOS). Es decir: para defender nuestro país en las proximidades de nuestras costas tenemos los medios.
Y de verdad que la provocación era irritante. ¿Pero qué había detrás de esto? Y nosotros lo comprendimos. La pandilla de asesinos y de ladrones que ha estado gobernando ese país todos estos años, vendidos de pies y manos a los imperialistas, estaba tan desprestigiada, tan repudiada, que ni siquiera podía ganar una farsa electoral. ¡Caballeros, y nosotros sabemos cómo eran esas cosas en Cuba y cómo se compraban los votos! En un país donde la camarilla gobernante dispone, por la explotación de los recursos petroleros, de mucho dinero, de la parte que le dejan los monopolios además de los huecos. Es tanto lo que se llevan y lo que sacan, que con una parte que les dejan a sus lacayos estos disponen de abundantes sumas presupuestales.
Y en esas elecciones se compra todo, desde la propaganda radial, televisada, periódicos, revistas, carteles, todos aquellos tipos con el tabaco, el sombrero de jipijapa, el dril cien. Imagínense el cuadro ese y en lo que invierten sus energías constantemente todos esos países, desgraciadamente para los pueblos. Y la camarilla estaba tan desprestigiada, era tan repudiada, que no contaba ni con la posibilidad de ganar la farsa electoral. .
En Cuba incluso hubo malos gobiernos, ladrones de todo tipo, asesinos, pero esas elecciones en esas condiciones las ganaban, comprando y haciendo las cosas clásicas.
¿Qué hicieron al verse fracasados, repudiados, y al borde de la derrota a pesar de los recursos oficiales? Divididas como estaban las fuerzas entre muchos rivales, una pequeña alteración de los porcentajes de votos podía salvarlos, y para ello se lanzaron descaradamente en busca de un incidente de tipo internacional. Cualquier cosa que hubiera hecho Cuba la habrían explotado melodramáticamente con el clásico método de presentar al país en peligro. Y les habría venido como anillo al dedo el más pequeño incidente. Y es posible que un pequeño incidente hubiera alterado el resultado. Y los datos estadísticos lo han demostrado con posterioridad.
Entonces nos dábamos cuenta. Y ese fue un factor determinante, o uno de los factores determinantes de esperar. Después viene la farsa y los hechos nos dieron toda la razón.
El barco lo habían capturado a 100 millas de las costas de Venezuela, ¡a cien millas!; con un técnico japonés, un maestro de pesca; sin la más remota evidencia, ni prueba, ni nada que pudiera parecerse. Allí lo retuvieron después de la farsa, y cuando ya era evidente que de nada les había servido la maniobra sabíamos que tenían que soltar el barco. Por otro lado, la paciencia podía durar un período de tiempo, pero no iba a ser indefinida. Y esperamos.
Han ocasionado daños a nuestra economía que, desde luego, el gobierno presentará una reclamación formal de indemnización, para que conste en el expediente que tienen una deuda monetaria (APLAUSOS). Y esperamos que el Estado venezolano se responsabilice con esa deuda y la pague. Es mejor, es malo tener deudas.
Pero es el hecho de que la maniobra estaba pintada. Demuestra la falta de escrúpulos, los procedimientos a que acuden estos descarados, bandidos, saqueadores de pueblos, criados del imperialismo, cuando se ven en estas crisis.
Bien: ¡Qué diferencia entre la Revolución Cubana y la comedia venezolana! ¡Qué diferencia entre la fuerza de nuestro pueblo, de nuestra Revolución, sus perspectivas futuras, entregado al trabajo, seguro de que el porvenir está en sus manos, y la camarilla de farsantes que ni gastando cientos de millones de pesos en votos saca ni los votos necesarios para salir casi ni de Concejales allí!
Es increíble, pero son lecciones de todos los días. Cuántas lecciones y qué magníficas lecciones vamos viendo, y las que veremos, caballeros, en la próxima década.
Y qué diferente panorama en el resto de América Latina. La Alianza para el Progreso, ese invento que se hizo dicen que para hacer una revolución pacífica, llevar el progreso, el desarrollo, sobre lo cual tanto han escrito. Tal vez confundieron a algunos incautos, y hasta posiblemente se confundieron algunos de sus propugnadores.
Pero aquí hay un artículo que no tiene desperdicios, y que realmente nuestra prensa sugiero que lo publique. Se llama “El escándalo de la Alianza para el Progreso”. Pero no vayan a creer que lo publica un periódico de izquierda o un escritor de izquierda. No, lo publica un señor que fue funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos y experto especializado en asuntos de América Latina, y lo publica nada menos que en la revista “Life”.
Y de verdad que vale la pena que los revolucionarios se lean este artículo y lo analicen, porque es la radiografía más perfecta de lo que es la frustración, el fracaso, la confesión de las increíbles cosas que había detrás de la Alianza.
Si lo hubiéramos dicho nosotros, habrían dicho: bueno, son enemigos, agitando desde las tribunas, repitiendo clisés, esquemas, consignas. Pero no, lo escribió un actor de la comedia, un ex funcionario del Departamento de Estado con derecho a estar informado.
Y no creo que ningún revolucionario pueda hacer un análisis más elocuente, con la ventaja de quién lo escribe y en la revista en que lo escribe.
Hay algunos datos. Por ejemplo, el ingreso nacional permanece mal distribuido después de seis años de Alianza. En Colombia el 5% de la población, los ricos, reciben el 30,5% del total de los ingresos de Colombia; en el Brasil, el 5% recibe el 31% de los ingresos; en El Salvador, el 33%; en Costa Rica, el 35%, es decir que el 5% de la población recibe más del 30%.
Ahora bien: la mitad de la población, que tiene los niveles inferiores, recibe el 20% de los ingresos de Colombia —mientras el 5% recibe el treinta y tanto por ciento, el 50% recibe el 20%—, el 20,5% de los ingresos de Argentina; el 19,7%, de Brasil; el 16%, de El Salvador. Es decir, la mitad de la población recibe el 16% de los ingresos, mientras el 5% recibe más del 30%, y así por el estilo.
Pero lo que más casi impresiona son las revelaciones que hacen aquí —y desde luego, es mejor que lo publiquen los periódicos y ustedes lo lean—, sus conclusiones sobre la Alianza, lo que dice sobre la Reforma Agraria, lo que dice de cómo han intervenido en los países de América Latina y presionado políticamente a los gobiernos, los increíbles negocios que han hecho las empresas yankis, las condiciones que impusieron. Y de manera que aquí hay una radiografía de la Alianza para el Progreso que no tiene desperdicios y que vale la pena que nuestro pueblo se la lea y la estudie.
¿Ven? No somos dogmáticos. No solo estudiamos documentos marxistas o de revolucionarios, y podemos hasta estudiar un documento de estos; porque ello es la confesión descarnada de todo lo que se ha venido diciendo, de lo que ha venido diciendo la Revolución Cubana acerca de la mentira increíble y el tipo de remedio falso al que acudieron como medicina frente a la Revolución, y de la cual están decepcionados, defraudados, desesperados, y al punto de dar al traste ya con toda la comedia, que ha resultado humillante para los pueblos de América Latina y hasta para los propios socios de la aventura.
Por eso nosotros no vamos a emplear este tiempo, para que mejor ustedes lo lean en la prensa.
Y, desde luego, ¡qué contraste, qué diferencia! Para nuestro país, el camino claro, la Revolución fuerte.
Sin embargo, esto no quiere decir ni mucho menos que ya estemos sin problemas, sin peligros. Sería un gran error creer eso. Tenemos muchos más recursos, mucha más fuerza, mucha más experiencia, pero tenemos que trabajar muy duro todavía y enfrentarnos a dificultades y también enfrentarnos a peligros.
En el campo de la economía hay que hacer todavía esfuerzos. Hay, por ejemplo, algo... Para citarlo por vía de ejemplo. En nuestro país en los últimos años se ha venido consumiendo cada vez más y más alcohol como combustible. Cada vez menos carboneros —es lógico—; esa era una población que vivía marginalmente, por las costas, en pésimas condiciones: ha ido a incorporarse a otros trabajos. Más gasto de carbón. Y hay que decir que el Gobierno Revolucionario tiene, desde luego, la responsabilidad de no haber visto ese problema con suficiente tiempo y haber actuado.
Pero, ¿qué se deriva de eso? Actualmente el país consume 600 000 toneladas de mieles para producir alcohol que se usa como combustible. Esto equivale a convertir 600 000 toneladas de maíz en 130 000 toneladas de carbón para cocinar. El alcohol es el peor de los combustibles, puede ser sustituido por otro mejor y más económico.
Es decir, nosotros gastamos, en unas destilerías viejas, 600 000 toneladas de miel para producir unas 125 000 a 140 000 toneladas de alcohol que se usa como combustible, mientras en el período seco el ganado sufre; todavía no están creadas todas las condiciones para darle la alimentación adecuada, los regadíos en los pastos y los medios necesarios. Adelgaza el ganado, y con 600 000 toneladas de miel se podrían producir aproximadamente 125 000 toneladas de carne en pie. Y así tenemos que nosotros convertimos un alimento altamente energético, muy nutritivo para el ganado vacuno, lo convertimos en combustible para cocinar.
Y todavía, desde luego, eso no puede ser superado. Pero nos proponemos ya en este año sustituir esas ciento y pico mil toneladas de alcohol por ciento y pico mil toneladas de queroseno —que cuesta seis veces menos—, sustituyendo progresivamente las cocinas que queden, reverberos y cosas por el estilo, de alcohol, por cocinas de queroseno. Y dispondremos en 1970 no solo de toda la miel incrementada de una zafra de 10 millones, sino de 600 000 toneladas más de miel para alimento del ganado, y los excedentes, exportarlos.
El hecho de que vayamos a tener más riquezas no nos exonera de la obligación de saberlas utilizar cada vez mejor.
Se están tomando todas las medidas para adquirir los equipos, puesto que de repente no se puede decir: se deja de producir el alcohol. Pero es doloroso en este momento, y ciertamente es culpa nuestra, es culpa de nosotros, los que tenemos la responsabilidad de prever todas estas situaciones.
Pero era la costumbre. Era una cantidad determinada que fue creciendo progresivamente. En el capitalismo se consideraba eso un negocio. Se usaba también como gasolina. Pero calculen: cuando la miel tiene un precio de 20 o 22 pesos en divisas y usted tiene que gastar casi cuatro y media toneladas de miel para producir una de alcohol, la tonelada de alcohol, añadido otros gastos necesarios para su producción, cuesta más de 100 pesos en divisas, y la de queroseno apenas 20 pesos. Es evidente que resulta un pésimo negocio. En un tiempo para los capitalistas, no había ni a quién darle la miel, ni había quién comprara la carne si la producían y, en definitiva, era un negocio cometer ese disparate. Perduró.
Pero también hay otras cosas que afectan la economía. Tenemos el problema del consumo de azúcar. Aquí se ve que el consumo de azúcar cada vez va más para arriba, más para arriba, más para arriba. Pero, ¿qué ocurre? Bueno, los niveles per cápita son superiores a los de ningún país del mundo. Es lógico: somos azucareros, a veces el azúcar ha compensado el déficit de otros productos. Pero, ¿qué ocurre? Hay muchas personas que alimentan cerdos con el azúcar, pollos con el azúcar, vacas con el azúcar. Y resultado: se están gastando unas 200 000 toneladas más.
Ahora, ¿cuál es la situación este año? Esas 41 000 caballerías en 12 meses significan fundamentalmente cañas que se habrían cortado en esta zafra y que no se pueden cortar porque están sembradas, o se sembrarán en breve; las de las 41 000 y las de las que por alguna razón o por otra se perdieron y hubo que sembrar otra vez. De manera que hubo que invertir caña como para 45 000 caballerías, entre la invertida y la que falta por invertir. Todas las cañas nuevas, las mejores cañas, están sembradas y se están sembrando como semilla. Eso, naturalmente, afecta nuestra producción en la zafra de 1969.
Y la zafra de 1969, sin embargo, es muy importante para la economía, para seguir adquiriendo equipos, para cumplir nuestros compromisos, para seguir este auge que llevamos.
No estamos en 1970. En 1970 habrá mucho azúcar, porque estaremos cortando los retoños y una gran cantidad de caña nueva. Pero no es esa la situación de 1969. Todo el mundo piensa en la zafra de 1970, pero hay que pensar en la de 1969 y hay que trabajar duro. No debemos dejar de ninguno de esos retoños una caña sin cortar, y cortarla a tiempo para poder entregarse de lleno al cultivo de todos esos retoños y de las cañas en la primavera para la zafra de 1970.
Ahora bien: ¿Es justo que en este momento en que el precio ha subido, en que ya existe un convenio en el que Cuba tiene una participación importante, un precio bueno, que botemos 200 000 toneladas de azúcar que equivalen a unos 15 millones en divisas?
Y con 15 millones les voy a decir lo que se compra. Se compra en tres años... Muchos equipos se pagan en varios años, pero voy a poner tres anos nada más. Se comprarían 1 800 buldóceres de 180 caballos, prácticamente más que todos los que tenemos ahora trabajando en el DAP; o se compran 3 000 camiones de 10 toneladas.
A pesar de todas las brigadas que tenemos haciendo caminos, ¡cuánta gente en este país están esperando que les hagan caminos todavía! Y algunos tendrán que esperar años. ¡Con cuánta alegría ven cada vez que llegan esas máquinas que resuelven tantos problemas!
Sin embargo, nosotros botamos, de una manera antieconómica, recursos con los cuales se podrían comprar o 1 800 buldóceres o 3 000 camiones de 10 toneladas, más que los que tenemos en todo ese enorme programa; o una fábrica enorme de fertilizantes como la de Cienfuegos, que cuesta unos cuarenta y tantos millones.
Todavía en años anteriores el azúcar estaba muy barata; alcanzó precios de 1,25; 1,30. Pero no este año. Ya este año empieza a tener el azúcar precios aproximadamente de tres centavos. Luego, es justo que se plantee en nombre de los intereses de todo el pueblo que es necesario que se eviten esos despilfarros de azúcar. Hemos ahorrado combustible. ¿Por qué no vamos a ahorrar también el azúcar?
Y es necesario que nosotros este año adoptemos las medidas de autoahorro o limitemos a una cosa racional el consumo de azúcar. Hemos hablado con campesinos... (APLAUSOS). Si están de acuerdo, pues, miren: lo mejor sería incluso poner este año un límite racional que es todavía más que lo que necesita; digamos una cantidad mayor en el interior, una menor en las ciudades, pero que es el consumo real, mayor incluso que el consumo real, y ahorremos esas 200 000 toneladas de azúcar.
Si ustedes están de acuerdo con seis libras, por ejemplo, en la capital (APLAUSOS), ¿seis libras per cápita mensuales alcanzan? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) A ver: ¿Alcanzan seis libras aquí? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) ¿Ustedes están de acuerdo en que les alcanza? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) Pudiéramos poner una cantidad un poco mayor en el interior —en Las Villas, Camagüey y Oriente—, y ahorraríamos más de 10 millones en divisas, en un año en que podamos empezar ya a obtener los frutos del desarrollo de la economía. Si ustedes están de acuerdo, desde mañana mismo esta medida se está aplicando (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS PROLONGADOS).
De todas maneras, como les decía, ya tendremos incrementos, y tan pronto estén definidas las entregas de arroz de importación ya podrán hacerse los primeros incrementos con la producción que hemos tenido de arroz este año. Y por supuesto en 1970 ya veremos. Es decir, que habrá incrementos de otros productos.
Creo que el esfuerzo que ha hecho este país en estos años tiene que consolidarlo. No es que hayamos trabajado 10 años para dejar escapar de las manos los frutos de la victoria. Este es el momento en que tenemos que volvernos más racionales en el uso de nuestros recursos, más ahorrativos, para seguir avanzando más rápidamente cada vez.
Hay que comprar todavía muchas máquinas, hay que mecanizar la agricultura. En los próximos 10 años este país tendrá que hacer enormes inversiones en las construcciones. Ahora tenemos que equipar el frente de la construcción, después del DAP, con todas las grúas y equipos que necesita para construir, para emplear todo el cemento que vamos a producir; resolver necesidades sociales, necesidades familiares. Hay que seguir desarrollando este país.
Vamos a tener más ya, afortunadamente, pero debemos tener más y a la vez invertir más. Las dos cosas: elevar el nivel de ingreso del país, pero continuar el desarrollo. Todavía tenemos que salir del subdesarrollo; no hemos salido. Vamos camino de salir, pero todavía no hemos salido. Debemos entender eso, y por lo tanto debemos estar conscientes todavía de los esfuerzos que tenemos por delante.
Les hablaba de riesgos, sabemos, por ejemplo, los peligros que nos han estado amenazando procedentes de Estados Unidos. Ahora hay un nuevo “inquilino” en la Casa Blanca: el señor Nixon. El señor Nixon se ha caracterizado por varias cosas; entre otras, por hablar siempre en términos muy amenazantes y muy agresivos sobre Cuba: que si va a intensificar el bloqueo, etcétera, etcétera.
El señor Nixon junto con el señor Eisenhower iniciaron la agresión económica de Cuba, organizaron a los mercenarios para la invasión de Girón e iniciaron el bloqueo. Desde luego, el lenguaje amenazador, virulento del señor Nixon no nos puede intimidar. No nos intimidó hace 10 años cuando estábamos prácticamente desarmados; no nos puede ni remotamente venir ahora a impresionar. Somos incomparablemente más fuertes que entonces.
¿Y de bloqueo? ¡Señores, hablar de bloqueo a esta hora, cuando están ya en vísperas de ver un bloqueo hecho trizas! Porque a Kennedy le correspondió vivir la triste experiencia de Girón; al señor Nixon le corresponderá la no menos amarga y tal vez más amarga experiencia de ver a este país salir del subdesarrollo, alcanzar niveles de incremento en su producción agrícola que no ha alcanzado ningún otro país. ¡Y de verdad que quisiéramos imaginarnos qué dirán los imperialistas en 1970! (APLAUSOS.) Estamos impacientes por ver qué dirán, qué cables, qué argumentos, qué trucos, qué cuentos de caminos —tanto que han hablado—, frente a estas realidades. Le corresponderá al señor Nixon la amarga experiencia de ver el bloqueo hecho trizas.
Sin embargo, habla de “intensificación del bloqueo”. Este señor vive algunos años retrasado, está viviendo como 15 años atrás o 20. Habla de presiones contra los países que comercian con Cuba. ¿A estas horas? ¿Presiones con los países contra los cuales compite el monopolio yanki? ¿Países en los cuales Cuba tiene consolidado su crédito porque es uno de los pocos países que paga puntualmente, con intereses y todo? Porque la consigna de este país es primero pasar hambre que dejar de pagar una sola obligación porque afectaría el crédito de este país (APLAUSOS PROLONGADOS); crédito con el cual hemos adquirido mucha de esa maquinaria, una parte de esa maquinaria.
Ahora ya empezaremos a ver los frutos. Ahora empezaremos a ver los frutos, porque si se viene a ver lo que hemos invertido en todo esto, si lo hubiéramos gastado en artículos de otro tipo que necesitábamos, habría sido una gota de agua en el desierto; no habríamos resuelto nada en estos años, y mucho menos en el futuro. Es relativamente poco realmente con lo cual este país, apoyado en la técnica, apoyado en esas máquinas, va a hacer cosas increíbles.
¡Venir a estas horas pensando que pueda prosperar el bloqueo! Lo menos que van a hacer algunos es sonreírse. Porque, además, tenemos que pagar las compras que hemos hecho, y países que nos han vendido mucho y nos quieren vender más ¡van a venir ahora a sumarse a los bloqueos del señor Nixon! ¡Dan ganas de reír sencillamente!
Así que no nos intimida el lenguaje de fuerza, que es algo ya de lo cual estamos curados. El bloqueo ya nos da ganas de reír —y no puede ser para menos. Y esa es la situación real. Pero debemos tener presente cómo es necesario luchar duro y trabajar duro y seguir preparándonos.
Quizás un factor digno de considerar en mérito de nuestro país es que ha estado haciendo todo esto en medio de la necesidad de emplear recursos grandes en la defensa como los tenemos que emplear, por una necesidad real. Construcciones militares, fortificaciones militares; un enorme número de compañeros en permanente servicio de las fuerzas armadas para la defensa de la Revolución y del país. Y ese frente ha exigido mucho de nuestros esfuerzos y lo seguirá exigiendo, porque no podemos bajar la guardia, no podemos descuidarnos. Debemos seguirnos fortaleciendo no solo económicamente, sino militarmente (APLAUSOS).
Y por eso continuaremos también trabajando en esos campos, lo que hace más meritorio que el país, con esas obligaciones haya podido enfrentarse con éxito y esté venciendo los problemas del subdesarrollo. De manera que en la próxima década con más fuerza, más experiencia, más recursos, pero tendremos que seguir luchando duramente.
Los imperialistas también han recibido lecciones muy serias, golpes muy serios, como los golpes históricos que el heroico pueblo de Vietnam les propinó (APLAUSOS).
El pueblo de Vietnam demostró a los imperialistas que no eran omnipotentes, y contra él se estrellaron y se mellaron los dientes y las garras de los imperialistas yankis, que se verán en la necesidad de abandonar la aventura, que en parte ya la están abandonando, y en definitiva ya no les queda más remedio que ver cómo demonios se van. Es que están como aquel que ni podía irse ni podía quedarse. Y, en definitiva, en medio de una crisis —una derrota histórica— tendrán que retirarse de Vietnam, y a la larga los heroicos, increíbles esfuerzos de ese pueblo, culminarán en la victoria y están culminando ya en la victoria (APLAUSOS).
El pueblo hermano de Vietnam que tanto ha hecho por los pueblos revolucionarios del mundo con su sangre y su sacrificio, cuenta y puede contar con nuestra solidaridad y nuestro apoyo total (APLAUSOS). El pueblo de Vietnam, los compañeros del Partido de Vietnam del Norte, el glorioso camarada Ho Chi Minh (APLAUSOS), y los compañeros del Frente de Liberación de Vietnam del Sur (APLAUSOS).
Nuestro país ha podido expresar hoy su optimismo y su júbilo por los éxitos alcanzados, por las magníficas perspectivas del porvenir. Pero, sin embargo, estas expresiones no serían cabalmente justas, esta satisfacción nuestra no sería honesta si fuésemos a atribuirnos nosotros todos los méritos. Hay que decir en estos momentos en que vislumbramos para nuestra patria el éxito, en que vislumbramos un magnífico porvenir, cuánto ha significado para nosotros la solidaridad del campo socialista y en especial la solidaridad de la Unión Soviética (APLAUSOS).
Nosotros en ocasiones hemos tenido en algunas cuestiones criterios distintos y los hemos expresado con toda honradez; pero a la vez esa misma honradez obliga a señalar que esa ayuda fue decisiva para este país en estos difíciles años. En los momentos en que nuestra producción bajaba, en los primeros años: los envíos de alimentos a Cuba; en el momento en que las amenazas eran mayores: los envíos de armamentos a nuestro país. Y calculen ustedes que esos armamentos valen más que todos los equipos que nosotros estamos empleando en el desarrollo, porque los armamentos son muy costosos. ¡Y nosotros recibimos gratuitamente esos armamentos! (APLAUSOS PROLONGADOS.) Cuando carecíamos de personal capacitado para proyectos industriales, investigaciones geológicas, construcción de embalses y mil necesidades más de este tipo, pudimos contar con todos los técnicos necesarios.
Hay que decir también que a nosotros en ocasiones nos faltaban los productos: zafras pobres y no podíamos hacer las entregas pertinentes con relación a las importaciones, y en muchas ocasiones fueron menos de las cantidades que debíamos haber entregado. Sin embargo, esto no afectó las importaciones de Cuba. Situación, naturalmente, que ya en los años venideros no podrá presentarse, como resultado de nuestro esfuerzo. Esto nos ayudó incluso a hacer algo que decía: a cumplir con los países, con los demás países con los cuales no teníamos el mismo tipo de relaciones; nos ayudó a mantener nuestro crédito para adquirir los otros tipos de equipos que no podíamos adquirir en el campo socialista.
En fin, con toda justicia debemos decir que esa ayuda resultó decisiva para nosotros.
Y al comparar la situación de América Latina: la Alianza para el Progreso, lo que los propios imperialistas confiesan...
Y al explicar el porqué de los éxitos de Cuba, que se sepa que ha sido resultado, sí, en primer lugar, de una revolución, de una legítima revolución, de una concepción correcta de cómo hacer esa revolución, de cómo movilizar sus masas, de cómo explotar sus recursos naturales, que nos permitirá una especialización tremenda, un uso óptimo de los recursos del país, éxitos extraordinarios, el prerrequisito o requisito imprescindible de que se haya hecho conciencia del pueblo el objetivo económico, conciencia del pueblo el deber del trabajo. Esos factores fueron decisivos. Decisiva la decisión del pueblo de defender a su revolución a cualquier precio y de llevarla adelante (APLAUSOS).
Eso, y la solidaridad internacional, y la cooperación económica hacia nuestro país —bloqueado por los imperialistas—, darán como resultado eso, que será sorpresa de nuestros enemigos y orgullo del movimiento revolucionario en el mundo. Porque los triunfos de Cuba no serán triunfos de Cuba sino triunfos del movimiento revolucionario, ejemplo para los pueblos subdesarrollados del mundo, solución y camino para los que padecen hambre, miseria, subdesarrollo y explotación (APLAUSOS).
Y es necesario que sepamos, comprendamos cuáles han sido los factores determinantes, y a la vez que expresamos nuestro júbilo por esos éxitos, expresemos nuestro reconocimiento profundo hacia los que nos han ayudado (APLAUSOS).
Nos resta solo ponerle nombre a este año. El del año que viene ya se sabe: será el Año de los 10 millones. Pero antes de los 10 millones hay que hacer un esfuerzo. Todos los años muchas personas piensan en un nombre; yo pienso... Por lo general aparece otro nombre. Alguien tiene que proponer alguno... (EXCLAMACIONES DE: “Año del Esfuerzo”)
¿Del esfuerzo?.. (ALGUIEN LE DICE: “Del esfuerzo heroico”)
Miren qué casualidad, porque yo tenía pensado algo parecido a eso. No podíamos decir heroico, porque heroico ha sido el esfuerzo de este año que pasó también. Yo diría “del esfuerzo decisivo”. ¿Qué les parece a ustedes? Si están de acuerdo con este nombre, bautizamos aquí este año 1969 como “Año del Esfuerzo Decisivo!” (APLAUSOS PROLONGADOS.)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
FIDEL CASTRO RUZ
Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos
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