DECLARACION GENERAL DE LA PRIMERA CONFERENCIA DE SOLIDARIDAD DE LOS PUEBLOS DE ASIA, ÁFRICA Y AMÉRICA LATINA
[1966]
La Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina se ha efectuado en la ciudad de La Habana, capital de la República de Cuba, desde los días 3 al 14 de enero de 1966.
La tarea realizada es de alta significación. Por primera vez en la historia, una amplísima representación de las fuerzas revolucionarias de 82 países de los tres continentes ha intercambiado experiencias e iniciativas, ha estrechado los vínculos de solidaridad revolucionaria y antiimperialista y ha adoptado acuerdos fundamentales en la batalla contra el sistema de explotación imperialista, colonialista y neocolonialista, contra el cual han declarado una lucha a muerte. Las deliberaciones de la Conferencia han puesto de manifiesto el hecho de que el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo, bajo la jefatura del imperialismo yanqui, desarrollan una política de intervención y de agresión militar contra países de los tres continentes.
La Conferencia se celebra en un momento en que se libra una violenta lucha de los pueblos de Asia, África y América Latina y de otras partes del mundo contra todas las formas de dominación imperialista, colonial y neocolonial, acaudilladas por el imperialismo yanqui. La situación mundial favorece el desarrollo de la lucha revolucionaria y antiimperialista de los pueblos oprimidos.. La marcha ascendente del movimiento de liberación nacional en Asia, África y América Latina es un acontecimiento de enorme trascendencia y significación.
El imperialismo jamás renunciará voluntariamente a su política de explotación. Opresión, saqueo, agresión e intervención. Los pueblos de Asia, África y América Latina, saben, por experiencia propia, que el principal reducto de la opresión colonial y de la reacción internacional es el imperialismo yanqui, enemigo implacable de los pueblos del mundo. Derrocar el dominio del imperialismo yanqui es cuestión decisiva para la completa y definitiva victoria de la lucha antiimperialista en los tres continentes y hacia ese objetivo deben converger los esfuerzos de sus pueblos.
La realidad del imperialismo, del colonialismo y del neocolonialismo se ha revelado con fuerza dramática en los debates de la Conferencia. Al comparar los beneficios, utilidades y riquezas que los monopolios imperialistas extraen de la miserable condición de vida de los tres continentes, se aprecia el carácter agudo de una de las mayores contradicciones de nuestros días: la contradicción entre el imperialismo y las naciones y los pueblos oprimidos. El imperialismo yanqui es el sostén fundamental de la opresión; dirige, provee y sostiene el sistema mundial de explotación.
HAMBRE Y MISERIA POR EL SAQUEO DE LOS MONOPOLIOS IMPERIALISTAS
Los monopolios de las potencias imperialistas extraen para su beneficio enormes riquezas de los pueblos de Asia, África y América Latina. Son muy diversas las formas en que desde hace siglos se vienen produciendo estos despojos. Se apoderan de los recursos naturales del suelo, subsuelo y plataforma marítima, controlan por medio de las inversiones los renglones más importantes de la industria y los servicios, dominan el comercio exterior e imponen condiciones lesivas a las relaciones de intercambio internacional y someten bajo su férula la banca y las finanzas nacionales.
Esta situación en su conjunto determina que las potencias imperialistas, colonialistas y neocolonialistas ejerzan el dominio económico de los Países sojuzgados y realicen el saqueo sistemático de que son víctimas nuestros pueblos, forzados a ser tributarios de las arcas de los monopolios.
El promedio de ingreso anual per cápita de las naciones explotadas de los tres continentes es increíblemente inferior al de las potencias explotadoras. Las cifras astronómicas que revelan las ganancias de los monopolios contrastan con el altísimo índice de mortalidad infantil, el porcentaje de analfabetismo, la ausencia casi absoluta de escuelas, de servicios médicos y hospitalarios, y en fin, la situación de penuria, desempleo, hambre y miseria en que viven nuestros pueblos.
Esta injusticia adquiere un relieve mayor si se tiene en cuenta el tremendo contraste entre el futuro promisorio que supone para la humanidad el actual desarrollo de la cienci, la técnica y la cultura y la hiriente realidad de que las masas expoliadas de Asia, África y América Latina se ven privadas de toda posibilidad de acceso a la enorme riqueza material y espiritual que la inteligencia y el trabajo humano ha venido acumulando durante siglos. Nuestros pueblos no pueden aprovechar los avances de la ciencia y la técnica porque se encuentran cerradas las oportunidades por el sistema de opresión y explotación, y, consecuentemente, se hacen en una disposición de desventaja que cada día distancia más en sus niveles de vida a víctimas y victimarios. Es harto evidente la imposibilidad de alcanzar este mejor nivel de vida material y espiritual para los pueblos de Asia, África y América Latina bajo las actuales estructuras sociales y económicas a que están sometidos y es palpable también la desesperada situación de miseria, hambre e ignorancia en que viven las masas explotadas de los tres continentes. Estas razones bastan para condenar, de manera inapelable, la opresión y explotación imperialista, colonialista y neocolonialista.
En su afán de apuntalar frente al empuje de los pueblos este sistema que preside, el imperialismo yanqui mantiene y alimenta las tensiones internacionales, amenazando la paz y la seguridad, rodea el orbe de bases militares agresivas; concierta pactos militares en abierta violación de los principios de la soberanía nacional; proclama, con cinismo inaudito, el supuesto derecho a intervenir en los asuntos internos de otros países y ocupar por la fuerza todo o parte de sus territorios, adjudicándose de esta manera el vergonzoso papel de gendarme sin fronteras; sufraga los gastos y facilita las armas para que las naciones colonialistas en declinación puedan conservar sus presas y compartir con ellas sus beneficios; insiste con insolencia y soberbia en imponer su ideología, utilizando para estos fines una red universal de difusión y propaganda; trata de penetrar a todos los pueblos con las manifestaciones decadentes de la cultura; adultera la historia, falsea los hechos y utiliza la calumnia como arma de lucha; implanta el bloqueo económico en el inútil empeño de doblegar a los pueblos cercándolos por hambre y, en su impotencia, insiste en extender esa turbia y criminal conducta a la política comercial de sus aliados, conspira en escala mundial para propiciar y sostener regímenes antipopulares y antinacionales que sirven de apoyo al sistema de opresión y explotación, cubre el mapa con sus capitales extrayendo millones de dólares anuales para sus monopolios; comete toda clase de crímenes abominables contra los pueblos y prepara activamente el ataque a los países socialistas y la paz mundial.
Por la naturaleza misma de su sistema de opresión y explotación, el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo, se opondrán con todas sus fuerzas a la independencia, soberanía y liberación nacional y social de los pueblos. En oposición a ellos, los pueblos oprimidos del mundo combaten por los principios de autodeterminación, soberanía e independencia de las naciones. El movimiento de liberación de los pueblos de los tres continentes se ha transformado en una de las fuerzas más importantes de la lucha mundial contra el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo, y, conjuntamente con los pueblos de los países socialistas y el proletariado internacional, juega un papel en la historia de la humanidad. Los imperialistas se aíslan y se debilitan. La crisis de su sistema se acentúa de día en día.
LIQUIDAR A LA OPRESIÓN, CAUSA COMÚN DE TODOS LOS PUEBLOS
El interés de la liberación nacional se encuentra íntimamente relacionado con las necesidades de la revolución social. El movimiento de liberación nacional, la demanda de los campesinos por la tierra, la demanda de la clase obrera por sus grandes conquistas sociales y políticas, la acción decidida de los jóvenes estudiantes, las exigencias de los trabajadores, intelectuales y otras capas de la población por sus derechos pisoteados y escarnecidos, el combate contra las oligarquías y las dictaduras militares al servicio de las clases dominantes, las batallas contra la discriminación racial y otras desigualdades sociales constituyen un torrente impetuoso re integran un movimiento destinado a desempeñar un papel trascendental en el progreso de la humanidad.
Los pueblos que han logrado abolir la opresión y explotación del hombre por el hombre instaurando el socialismo, constituyen por su ejemplo y por su ayuda, un impulso valioso en la lucha de los pueblos oprimidos por el imperialismo.
En la medida en que avance el movimiento de liberación de los pueblos de Asia, África y América Latina, la clase obrera y los actores progresistas de las naciones capitalistas podrán ayudar de una manera más efectiva y directa a ese movimiento. Lo prueba, de una manera inequívoca, el ascenso del movimiento de protesta cívica del pueblo norteamericano con motivo de la guerra que el gobierno de Estados Unidos desarrolla contra el pueblo vietnamita. Las eficaces acciones revolucionarias del Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur y la heroica resistencia de la República Democrática de Vietnam, están contribuyendo a elevar el nivel de las luchas y la conciencia política del pueblo de Estados Unidos, que expresa cada vez con mayor fuerza y vigor, su oposición a la guerra. Esto demuestra que la liberación de Asia, África y América Latina acelerará la lucha de la clase obrera y otras capas oprimidas de la población de Estados Unidos y los países desarrollados de Europa contra el dominio del capital monopolista, contra la opresión y explotación, por el progreso social. A su vez, el desarrollo de esta lucha de clases del proletariado y de todos los trabajadores de los países capitalistas contribuirá al avance de la lucha de liberación nacional de Asia África y América Latina y de este modo, los esfuerzos comunes vencerán al enemigo común de todos los pueblos: el imperialismo y, particularmente, el yanqui, que es el más feroz y opresor.
Un grupo de países de los tres continentes ha alcanzado la independencia política; y otros muchos combaten para lograrlo. Los que han logrado su independencia y los que se esfuerzan por alcanzarla, estrechan hoy su alianza en la Conferencia de Solidaridad de Asia, África y América Latina y estudian como afrontar los deberes internacionales por la causa común de los pueblos: la liquidación del sistema de opresión y explotación del colonialismo, el neocolonialismo y el imperialismo.
Aún existen territorios sometidos a las más crueles formas de sistema colonial. En la Conferencia están presentes los representantes de muchos de esos pueblos. Para afrontar los graves peligros que suponen el desarrollo económico y social y la liberación completa de los de Asia, África y América Latina, es indispensable mantener en alto los principios de autodeterminación de los estados, de soberanía nacional y de independencia política.
LA LUCHA ARMADA, MEDIO PARA LA CONQUISTA DE LA INDEPENDENCIA
La Conferencia PROCLAMA el derecho inalienable de los pueblos a la total independencia política y a recurrir a todas las formas de lucha que sean necesarias, incluyendo la lucha armada, para conquistar este derecho. Para los pueblos subyugados de Asia, África y América Latina no hay tareas más importantes.
Las naciones de Asia, África y América Latina que han conquistado su independencia política adquieren conciencia de que no basta el status jurídico de una soberanía formal para asegurar la liberación plena. Para lograr esa plena liberación es preciso eliminar todos los resortes de la opresión y explotación imperialista y llevar a cabo profundas transformaciones en le estructura social y económica y construir las bases materiales y técnicas sobre las cuales edificar una sociedad de hombres libres. A la emancipación política ha de añadirse la liberación económica. Sólo de esta manera podrá asegurarse la igualdad social de los hombres y la verdadera independencia de los Estados.
Los pueblos de los países independientes de Asia, África y América Latina deben oponerse a todo tipo de infiltración, subversión, opresión, explotación y saqueo por parte del imperialismo y desarrollar al máximo sus iniciativas y recursos, fortalecer la ayuda mutua y la cooperación con los países amigos, liquidar las fuerzas imperialistas y colonialistas, oponerse a la agresión e infiltración neocolonialista y construir e impulsar la economía y la cultura nacionales.
La Conferencia PROCLAMA, como principios comunes de la lucha de los pueblos de Asia, África y América Latina para extirpar todo vestigio de dominio económico imperialista y edificar sus economías propias y como programa para los que aún pugnan por obtener su liberación, el derecho al control nacional de los recursos básicos, a la nacionalización de los bancos y las empresas vitales, al control estatal del comercio exterior y del cambio, el crecimiento del sector público, a la reconsideración y repudio de las deudas espurias y antinacionales que le han sido impuestas a su economía, a la realización de una verdadera reforma agraria, que elimine la propiedad feudal y semifeudal, impulso al desarrollo agropecuario, eleve el nivel de vida de los campesinos y demás trabajadores de la agricultura y contribuya al incremento de la economía nacional y de la exportación.
La aplicación de esos principios les permitirá el pleno desarrollo de sus recursos naturales y su industrialización de acuerdo con las condiciones que prevalezcan en cada país, completando así su emancipación económica.
Los imperialistas se esfuerzan por ahogar a los países que han conquistado su independencia imponiendo trabas en su comercio, utilizando el control monopólico del transporte, apelando al criminal bloqueo, arruinando sus economías mediante la baja forzada de los precios de los productos primarios y la fluctuación constante de esos precios.
La Conferencia PROCLAMA el derecho de todos los pueblos liberados a comerciar con los demás países del mundo sobre bases equitativas; la necesidad de poner fin a la fluctuación permanente de los precios de los productos básicos y de fijar esos precios en forma equitativa, de manera que estén racionalmente relacionados con las de los productos industriales y la urgencia de que la lucha común de los pueblos de los tres continentes con la colaboración de las fuerzas progresistas del resto del mundo quiebre el bloqueo imperialista al comercio y transporte de los países liberados.
El dominio imperialista, colonialista y neocolonialista deja a los pueblos de Asia, África y América Latina un saldo dramático de atraso técnico que impide a los trabajadores del campo y la ciudad, cuyo esfuerzo es la base del progreso nacional, incrementar la productividad de su trabajo, mediante el uso de tecnologías más avanzadas en la agricultura y en la industria.
La Conferencia PROCLAMA el derecho de los pueblos al acceso a la técnica y la necesidad de los países liberados de la preparación masiva de los cuadros técnicos surgidos del pueblo mismo, lo que implica una revolución educacional que parte de la eliminación del analfabetismo y conduzca a la revolución técnica. Los países que se liberan del imperialismo se encuentran ante la más aterradora carencia de un sistema de salubridad, sin hospitales ni centros auxiliares de servicios médicos y sin profesionales para incrementarlos.
DERECHO DE LOS PUEBLOS A SU LIBERTAD POLÍTICA Y ECONÓMICA
La Conferencia PROCLAMA el derecho de los pueblos de los tres continentes a disfrutar de una vida sana y una atención médica asistencial y preventiva adecuada y la necesidad de que los países liberados reciban toda la ayuda posible de los países más desarrollados de Asia, África y América Latina para organizar un sistema de servicios médicos y hospitalarios y de que pongan acento especial en la preparación de los cuadros profesionales y auxiliares que deben realizar esta tarea masiva, bajo la dirección planificada del Estado y con la más amplia participación popular.
La discriminación racial se mantiene por los imperialistas, colonialistas y neocolonialistas en importantes regiones del mundo y adquieren sus formas más repugnantes, brutales y diabólicas en la política del apartheid, que oprime y afrenta al pueblo de África del Sur y amenaza al pueblo de Zimbabwe, reduciéndoles a un sistema permanente de servidumbre. Es un instrumento para la explotación y una de las más injustas y bárbaras formas de desigualdad.
La Conferencia PROCLAMA la igualdad plena de todos los hombres y el deber de los pueblos de luchar contra todas las manifestaciones del racismo y la discriminación y por tanto, su absoluto apoyo a la lucha del pueblo de Zimbabwe contra el gobierno racista de Ian Smith y al movimiento de solidaridad internacional contra el régimen sudafricano y llama a todos los países representados en esta Conferencia para que impongan un bloqueo político y comercial a África del Sur, así como un boicot al envío de petróleo y armas.
Los pactos militares, la existencia de bases militares y la presencia de tropas imperialistas o mercenarias en territorios extranjeros constituyen una violación de la soberanía nacional y un peligro para la convivencia pacífica entre los estados. El imperialismo mantiene esta situación para sofocar los movimientos de liberación nacional, intimidando a los países vecinos y cometiendo agresiones contra los países recién liberados.
La Conferencia PROCLAMA el derecho de los pueblos a liberarse de las bases militares y extranjeras y exhorta a redoblar la lucha por el logro de ese objetivo y contra los pactos militares y la presencia de tropas imperialistas o mercenarias.
Los pueblos de Asia, África y América Latina luchan por vencer a las clases reaccionarias nativas que, sometidas a los intereses extranjeros, la ayudan a sostener el sistema de opresión y explotación neocolonial. En estas luchas las clases reaccionarias oponen feroz resistencia y no se dejarán fácilmente arrebatar el poder con el que explotan y oprimen a los pueblos. La lucha revolucionaria y patriótica de cada pueblo es un aporte a la liberación de otros países.
La Conferencia PROCLAMA el derecho de los pueblos a obtener su liberación política, económica y social por las vías que estimen necesarias, incluyendo la lucha armada, para conseguir tal objetivo.
El imperialismo y las clases reaccionarias de todos los países se enfrentan al movimiento de liberación de los pueblos empleando todos los recursos militares, políticos y seudojurídicos que tienen a su alcance. Se sitúan al margen de los compromisos internacionales. Pretenden disfrazar sus crímenes inventando todo tipo de argumentos falaces para violentar el principio de autodeterminación y soberanía nacional y el derecho de los pueblos a hacer los cambios revolucionarios en sus estructuras económicas y sociales. Emplean para sus fechorías todo género de crímenes y atropellos: la subversión, la infiltración de espías y agentes saboteadores, la introducción de elementos criminales y la agresión directa para ahogar las justas aspiraciones de los pueblos; utilizan la violencia; emplean sus fuerzas armadas para los objetivos que se proponen.
La Conferencia PROCLAMA el derecho de los pueblos a oponer a la violencia imperialista la violencia revolucionaria para proteger, en tales circunstancias, la soberanía y la independencia nacional.
La lucha que los pueblos de Asia, África y América Latina sostienen en ese sentido es un aporte decisivo al combate antiimperialista en los tres continentes y una contribución efectiva a la liberación de sus pueblos y al aseguramiento de la paz mundial. Cada victoria estimula nuevas victorias.
SOLIDARIDAD REVOLUCIONARIA CON LOS PUEBLOS QUE LUCHAN POR LA CONQUISTA DE SUS LIBERTADES
La Conferencia proclama el derecho y el deber de los pueblos de Asia, África y América Latina y de los estados y gobiernos progresistas del mundo a facilitar apoyo material y moral a los pueblos que luchan por su liberación o son agredidos directa o indirectamente por potencias imperialistas.
Fuerzas armadas norteamericanas ocupan actualmente el territorio de la República Dominicana. El imperialismo, violentando la voluntad del pueblo dominicano, intervino en su revolución popular para sostener a sus títeres, violó la soberanía nacional, pisoteó el principio de no intervención y asesinó no sólo a sus combatientes, sino a sus mujeres y niños.
La Conferencia PROCLAMA, por consiguiente, el derecho del pueblo dominicano a combatir a las fuerzas de ocupación norteamericanas con todos los medios a su alcance, principalmente la guerra popular y revolucionaria y a reclamar el apoyo de todos los pueblos y gobiernos del mundo.
La Conferencia CONDENA enérgicamente la guerra de agresión de los imperialistas yanquis en Vietnam del Sur y sus bombardeos a la República Democrática de Vietnam y los condena como criminales de guerra por sus bárbaras acciones contra el pueblo vietnamita. La Conferencia denuncia las engañosas declaraciones de paz del gobierno de Johnson y APOYA sin reservas los puntos planteados por el gobierno de la República Democrática de Vietnam y por el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur para la solución del problema vietnamita. La Conferencia PROCLAMA que el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur es el único auténtico representante del pueblo de Vietnam del Sur y expresa su firme convicción de que bajo su dirección el pueblo sudvietnamita alcanzará sin lugar a dudas la victoria final.
La Conferencia PROCLAMA su solidaridad son la lucha armada de los pueblos de Venezuela, Guatemala, Perú, Colombia, la llamada Guinea Portuguesa, Mozambique, Angola, Congo (Leopoldville) y con la decisión de los pueblos de la Islas de Cabo Verde, Santo Tomás y Príncipe de liquidar la dominación colonial. RESPALDA a los pueblos de Somalia francesa, las posesiones españolas de África y al pueblo de Zimbabwe, Basutolandia, Bachuanalandia y Swazilandia, en su derecho a la autodeterminación y la independencia, a los pueblos coloniales de América Latina, Puerto Rico, las Guayanas, Martinico, Guadalupe y otros, en su lucha por la independencia nacional y la autodeterminación; apoya a los pueblos de Malasia (incluyendo Singapur) y Kalimantan del Norte en su lucha por la liberación nacional y por el desmantelamiento de las bases militares extranjeras y la retirada de las tropas extranjeras; y, asimismo, la demanda de la independencia inmediata de Yemen del Sur (ocupado), así como el desmantelamiento de la base militar británica de Aden y de las bases norteamericanas establecidas en el territorio de Arabia Saudita. LLAMA a la solidaridad de todos los pueblos con el pueblo árabe de Palestina en su justa lucha por la liberación de su patria del imperialismo y de la agresión sionista. CONDENA la política de agresión del gobierno de Estados Unidos y sus agentes asiáticos contra Camboya pacífica y neutral y propugna el repudio a toda cooperación política, económica, diplomática y cultural con los imperialistas yanquis y con todos los gobiernos títeres que ayudan al gobierno norteamericano en su política de agresión a los pueblos indochinos. APOYA la lucha heroica del pueblo de Laos contra los imperialistas yanquis que, aliados a los militaristas japoneses y en connivencia son sus títeres de Corea del Sur, tratan de crear la alianza militar del Noroeste de Asia, como brigada de choque contra el pueblo coreano y los pueblos asiáticos, a fin de provocar una grave situación en esa parte del mundo. Y, asimismo, APOYA la lucha del pueblo coreano por la unificación de su patria y por la expulsión de las tropas yanquis de Corea del Sur y se solidariza con el combate de los pueblos coreanos y japonés por la liquidación del Tratado Surcoreano-Japonés.
CONDENA el bloqueo de los imperialistas norteamericano a Cuba, que han prohibido incluso las ventas de alimentos y medicinas como un acto de agresión contra el pueblo cubano, exhortando a los pueblos de los tres continentes a ampliar su comercio con el hermano país agredido, para quebrar definitivamente el cerco que los imperialistas han pretendido imponerle.
Frente a la embestida de las fuerzas reaccionarias dirigidas por el imperialismo yanqui, la Conferencia LLAMA a la solidaridad militante, activa y dinámica de los pueblos de Asia, África y América Latina, y los exhorta bajo las banderas antiimperialistas a intensificar el movimiento de liberación nacional, a desarrollarlo con mayor fuerza aún y a aglutinar alrededor de esta lucha a toda la humanidad progresista.
El imperialismo trata de embotar la conciencia nacional de los pueblos mediante la introducción de su cultura decadente y emplea los medios de comunicación masivos para tales propósitos, destruyendo el acervo científico-técnico y cultural de los países que explota.
La Conferencia PROCLAMA el derecho de los pueblos a mantener y desarrollar su patrimonio cultural, nutriéndolo con los aportes que surjan del intercambio con las genuinas culturas de los demás pueblos y la necesidad de que los pueblos de los tres continentes libren una activa lucha para expulsar de la vida cultural de sus países las manifestaciones del espíritu imperialista, enriqueciendo, con el apoyo del arte y la cultura verdaderos, la vida de sus pueblos.
La conferencia extiende un cálido saludo a la clase obrera y a los movimientos progresistas de los países capitalistas de la Europa Occidental y de los Estados Unidos y los invita a estrechar más aún los lazos fraternales de solidaridad con los pueblos de los tres continentes para combatir juntos contra los monopolios imperialistas y la política de intervención y agresión, ya que ellos son víctimas también del sistema de explotación y opresión.
La Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina y la Organización surgida de la misma se proclaman representantes genuinos de la voluntad y decisión de lucha antiimperialista, anticolonialista, y antineocolonialista, patriótica y nacionalista de los pueblos de los tres continentes.
La Conferencia PROCLAMA que la tarea primordial de los pueblos de Asia, África y América Latina es intensificar la lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo para conquistar y consolidar la independencia nacional, la democracia, el progreso social y la paz.
Los pueblos de los tres continentes, decididos a barrer todos los obstáculos de su camino y a lucha indoblegablemente por una nueva Asia, una nueva África y una nueva América Latina, emancipadas definitivamente del imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo, se juntarán en apretado haz hasta obtener la victoria total y definitiva. Alientan plena confianza en su futuro.
La vertebración de esfuerzos de los pueblos de Asia, África y América Latina lograda en esta Conferencia y las tareas futuras y las proyecciones fundamentales que han quedado establecidas, convertirán la solidaridad activa de nuestros continentes en una fuerza histórica de colosal empuje que demolerá los bastiones del imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo, ya golpeados por los movimientos de liberación triunfantes en los últimos años, y con los cimientos quebrados por el curso inexorable de la historia.
ESTA GRAN HUMANIDAD HA DICHO ¡BASTA! Y HA ECHADO A ANDAR, Y SU MARCHA DE GIGANTE, NO SE DETENDRÁ JAMÁS HASTA CONQUISTAR SU DEFINITIVA LIBERACIÓN
Notas:
El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 tuvo profundas repercusiones para América Latina, especialmente en los años inmediatamente posteriores y para su izquierda política. Una de las más importantes, fue la polarización que comenzó a darse desde principios de los sesenta entre una izquierda pro castrista que, con variaciones, optó por una acción revolucionaria; y otra izquierda que, representada generalmente por los partidos comunistas —aunque con excepciones— era reacia al apoyo a la acción directa de tipo castrista y apostaba por una actividad más moderada, relacionada con la estrategia internacional y línea política marcada por la Unión Soviética. La primera fue conocida en su momento como izquierda revolucionaria o castrista, y la segunda como izquierda reformista.
En ese marco incipiente, mientras tanto, paralelamente se celebraría en la ciudad de Bandung, entre el 10 y el 14 de abril de 1961, una reunión del Comité de Solidaridad Afro-Asiático, correspondiente a la Organización de Solidaridad Afro-Asiática (OSPAA), a la cual asistiera como observador un delegado cubano. Fue allí que numerosos delegados plantearon la necesidad de extender también este movimiento a los pueblos de América Latina, lo que luego fue acordado en la Conferencia del Ejecutivo en Gaza, del mes de diciembre de 1961, en la que se resolvió celebrar una conferencia para aunar las organizaciones populares antiimperialistas de los tres continentes.
Recordemos, que la Organización de Solidaridad Afro-Asiática (OSPAA), había surgido de otra Conferencia en Bandung, pero, celebrada entre el 18 y el 24 de abril de 1955, organizada por los líderes independentistas: Jawähärlal Nehru de la India y Achmed Sukarno y los Jefes de Estado de Pakistán y Birmania y Sri Lanka, cuyo principal objetivo fue favorecer la cooperación económica y cultural afroasiática, en oposición al colonialismo y al neocolonialismo de las antiguas metrópolis y al imperialismo norteamericano, así como el establecimiento de una alianza de Estados independientes y la instauración de una corriente de no alineamiento con la política internacional. Y justamente, sus principios de acción de sus relaciones internacionales terminan por constituir el espíritu fundacional del Movimiento de Países No Alineados que sería fundado en septiembre de 1961 en la capital yugoeslava de Belgrado con el auspicio de los líderes Nasser, Tito y Nehru
A todo esto, en 1962 ya la revolución cubana se había declarado “socialista” y en julio de ese año, Moscú anunciaba que reforzaría su ayuda económica y militar a Cuba, comprobándose que ya se estaban instalando en esa isla rampas de lanzamiento de cohetes que podían alcanzar EEUU con sus ojivas nucleares, lo que dio lugar a una enorme crisis diplomática, de alcance mundial, que culminó el 28 de octubre con el retiro de las rampas y de los cohetes por parte de Rusia
Llegamos así a la Tercera Conferencia de la OSPAA, efectuada en Moshi, Tanganica, del 4 al 10 de febrero de 1963, donde asistieron observadores latinoamericanos, y entro ellos un delegado cubano que extendió una invitación del Primer Ministro Fidel Castro para celebrar la Conferencia de los tres Continentes en La Habana. Ello así, se acordó en ella la constitución del Comité Preparatorio de la Conferencia Tricontinental cuya presidencia estuvo a cargo de Ben Barka, quien visitaría La Habana y durante su visita quedó constituido el Comité Nacional Preparatorio Cubano presidido por el Dr. Armando Hart Dávalos y como Secretario el Cte. Osmany Cienfuegos, en el cual estuvieron representadas todas las organizaciones.
A todo esto, entre el 22 y el 29 de noviembre de 1964 se realizaba en Cuba una reunión secreta de todos los partidos comunistas de América latina en donde esta presente todavía la subordinación de los castristas al PC soviético, y en donde se determinó la realización de algunas acciones comunes a realizar por los partidos en sus países.
Finalmente, el 03 de enero de 1966, se realizaría en la Habana, la anunciada “Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina” denominada comúnmente “La Tricontinental” donde concurrieron 483 representantes de 82 países (27 latinoamericanos), y se crean dos nuevas organizaciones: la OSPAAAL (Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina) y las delegaciones latinoamericanas constituyen su Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Hagamos notar que la conferencia, tuvo lugar en un momento especialmente significativo para la Revolución Cubana. Es que las oscilaciones que desde principios de la década sufrían las relaciones cubano-soviéticas tuvieron un importante punto de fricción en la cuestión de la “revolución”. Es, por tanto, una reunión histórica en la que, por un lado, se manifiesta más crudamente esa polarización y enfrentamiento entre la izquierda revolucionaria y la izquierda reformista de la que hablábamos y, por el otro, el comienzo de una nueva etapa dentro del proceso de la izquierda revolucionaria de America latina en procura de una línea y de una conducta política adecuadas a las nuevas circunstancias imperantes en el mundo y en el continente.
Entre sus objetivos expresos está la lucha por la liberación nacional, la consolidación de la independencia y soberanía nacional, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, el apoyo a la causa del pueblo de Cuba contra el imperialismo yanqui, el apartheid y la segregación racial, y el desarme y la paz mundial y, entre los no explicitados la creación de una nueva internacional bajo la órbita castrista y sus postulados teórico revolucionarios.
Agreguemos, también, que estuvieron presentes cientos de dirigentes de organizaciones revolucionarias, políticas y sociales, entre ellos Salvador Allende, Chile, que la presidiría, el caboverdiano Amílcar Cabral, el guatemalteco Luis Augusto Turcios Lima, el guyanés Cheddy Jagan, Pedro Medina Silva, de Venezuela, Nguyen Van Tien, de Vietnam del Sur, Rodney Arismendi, uruguayo, etc., además, de numerosos periodistas y otros invitados, que de paso recordaron al revolucionario marroquí EL Mehdi Ben Barka, uno de sus principales organizadores, secuestrado en París por los servicios secretos marroquíes y luego asesinado en vísperas de la reunión en La Habana. En cuanto a la delegación Argentina a esa conferencia estuvo presidida por John William Cooke e integrada por José L. Vazeilles del M.L.N., Carlos Laffourge de las Juventudes Políticas Argentinas, Alberto Desimone del Partido Socialista Argentino, Jorge Moreno de la Juventud Peronista Revolucionaria y Juan García Elorrio del Comité de la OLAS en la Argentina.
De todos los asistentes a la conferencia, el comité uruguayo fue uno de los que mejor ilustró las diferencias existentes entre izquierda pro revolucionaria e izquierda reformista en el período. Su importancia fue notable por diversas razones. En primer lugar, el líder del Partido Comunista Uruguayo (PCU), Rodney Arismendi, al tiempo que amigo personal de Fidel Castro era uno de los principales interlocutores del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en América Latina. En segundo lugar, Arismendi fue uno de los cuatro vicepresidentes de la conferencia, jugando un papel activo tanto en la organización de la misma (pertenecía al Comité Preparatorio), como en sus conclusiones, intentando equilibrar siempre los resultados y definiciones hacia posturas más próximas —o cuando menos no abiertamente enfrentadas— a la línea pro soviética defendida por el PCUS. Y en tercer y último lugar, el Comité Nacional Uruguayo era, junto con el chileno, el más problemático de todos los allí presentes, pues era el único no dominado por los castristas y uno de los pocos en los que la diferencia entre reformistas y revolucionarios era patente.
Desde 1966 el distanciamiento era creciente entre Moscú y La Habana. 1967 fue también un año especial en las relaciones cubano-soviéticas y en la cuestión insurgente. Hubo dos razones para ello: la campaña del “Che” Guevara en Bolivia, y la publicación de la obra de Regis Debray ¿Revolución en la Revolución?
La realidad posterior de esta organización fue que no tuvo continuidad, y si bien en La Habana persistió algún tiempo con una oficina representativa, desde la muerte de Guevara en octubre de ese año, y habiéndose producido ya las derrotas de algunos proyectos de guerrillas castristas, la política cubana hacia los movimientos revolucionarios en América Latina sufrió un giro a partir de 1968, acercándose a las posturas soviéticas.
Para terminar, debemos esperar hasta 1990, época en que es creado el Foro de Sao Paulo por Fidel Castro y Luiz Inácio Lula da Silva, como continuadora de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), y cuyo inconfesado propósito era discutir cómo revisar la estrategia comunista revolucionaria en medio de la crisis del socialismo en todo el mundo y convertirse un aparato unificador del comunismo en toda la América Latina, dando nuevo aliento al régimen comunista de Cuba tras la caída del muro de Berlín y el descenso en picada de la Unión, lo que casi se ha cumplido totalmente al presente. Por consiguiente, aquellos son los nuevos titiriteros de Latinoamérica y estamos en el comienzo de un nuevo proceso histórico, con la aparición de otro imperialismo.
Digamos, finalmente, que ente los partidos fundacionales encontramos al Partido Comunista de Cuba, el Partido de los Trabajadores (Brasil), Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (EL Salvador), Movimiento Bolivia Libre, Partido de la Revolución Democrática de México y los Tupamaros de Uruguay, sumándose en 1992 la Unión Revolucionaria Nacional de Guatemala, grupo de terroristas que siguen las ideas de Sendero Luminoso y, mas recientemente, en 1995 los grupos narcoterroristas de Colombia: FARC, ELN y M-19, aparentemente desmovilizado), el Partido Laborista de Dominica, el Partido Revolucionario Democrático de Panamá, y otros organizaciones políticas.
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