junio 20, 2014

Resolución general de la OLAS del punto III de la agenda: La solidaridad de los pueblos latinoamericanos con las luchas de liberación nacional

Primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS)
RESOLUCION GENERAL DEL PUNTO III DE LA AGENDA: LA SOLIDARIDAD DE LOS PUEBLOS LATINOAMERICANOS CON LAS LUCHAS DE LIBERACION NACIONAL
[1967]

América Latina es escenario de grandes batallas por la liberación de sus pueblos.
El auge alcanzado por la lucha revolucionaria y el choque frontal contra el imperialismo y las oligarquías, determina, en las nuevas condiciones creadas, que la solidaridad requiera una valorización esencial fundamentándose en la realidad de hoy y en las mejores enseñanzas de las tradiciones de nuestros pueblos que, en la lucha independentista, supieron proyectar la visión continental del proceso con la más estrecha solidaridad como requisito para alcanzar la victoria. Sus resultados positivos dieron aliento al “Libertador” para proponerse posteriormente la creación de una gran patria latinoamericana en la América nuestra. Hoy, alentadas en esta perspectiva, que se vincula con el pasado histórico y que surge con más fuerza como necesidad impuesta por los hechos, las masas populares bajo la dirección de sus vanguardias revolucionarias, surgidas de la lucha misma, protagonizan acciones enérgicas y valerosas en la gesta por destruir al peor enemigo de la humanidad, el imperialismo yanqui, que convertido en gendarme represivo a escala mundial, pugna por aplastar el movimiento revolucionario en el traspatio de su imperio.

Es incuestionable, ante la realidad económica, política y social imperante en América Latina, que las masas populares luchan por los mismos objetivos, contra el enemigo común que las explota y esta identidad de situaciones, de objetivos en la lucha, de enemigo, determina que la batalla se librará bajo el símbolo de la solidaridad, concebida como la ayuda efectiva que han de prestarse los revolucionarios entre sí, como la indestructible unidad, de los que juntos correrán la misma suerte y marcharán sin vacilaciones a la muerte o a la victoria.

El ejercicio práctico de la solidaridad en el contexto de la lucha actual, constituye en su esencia el desarrollo de esta lucha, su permanente profundización.

Es la lucha misma la contribución más alta a la destrucción del imperialismo y es la lucha misma la más efectiva y eficaz forma de ejercer la solidaridad con los revolucionarios que combaten en cualquier rincón de nuestra América y del mundo.

El imperialismo perfecciona sus resortes económicos, políticos y militares entre los que se destacan la OEA, surgida históricamente para santificar sus depredaciones en el Continente y más recientemente la llamada Fuerza Interamericana de Paz, surgida de facto a raíz de la brutal intervención contra la República Dominicana.

Este cuadro se conforma con el envío de misiones militares yanquis, a los países de nuestra América el entrenamiento de los ejércitos, instrumento de dominación real de las fuerzas más retrógradas, en tácticas antiguerrilleras y la penetración ideológico-cultural en todos los órdenes, que intenta adormecer la conciencia revolucionaria que crece y se profundiza, y sofocar los brotes revolucionarios que surgen. Se ha creado de hecho la santa alianza entre las oligarquías y el imperialismo que se disponen a librar una guerra de tipo colonial contra los pueblos de nuestra América para preservar su sistema de explotación.

Esta verdad la confirma la propia declaración del Congreso de los EE.UU. pretendiendo legalizar el supuesto derecho a intervenir en los asuntos internos de los pueblos de América, como la brutal y descarada agresión contra la República Dominicana, hecho que ejemplifica en toda su crudeza la conducta que seguirá el imperialismo en esta parte del mundo.

La más enérgica y consecuente respuesta a esta estrategia continental del imperialismo norteamericano, que se sustenta en los órganos de poder y su aparato represivo, la constituye la aplicación en los hechos de una estrategia común, que dé perspectivas continentales a la lucha, y concentre la acción unida de los pueblos en el desarrollo del combate armado. Es un deber impostergable golpear duro al imperialismo y en todos los puntos, en la forma en que más le duela y que más acerque la victoria, obligándolo a dispersar sus fuerzas y a combatir simultáneamente en trincheras diversas.
Este objetivo puede lograrse en la misma medida que seamos capaces de desarrollar la Revolución en cada uno de nuestros países, es decir, que cada uno de los movimientos revolucionarios vea su propia lucha como parte de la lucha de los pueblos de todo el Continente.

El desarrollo de esta lucha solidaria de los pueblos de América Latina tiene, profundas raíces históricas. A los libertadores, al frente de los ejércitos integrados por las masas explotadas en la gesta heroica contra la dominación colonialista europea y principalmente española, no los detuvo jamás en sus ansias de libertad y justicia los lindes o fronteras de una parte a otra del Continente.

La justa concepción de los objetivos de esa lucha y de los medios idóneos por librarla con éxito, determinó siempre que hombres de todas partes estuvieran presentes allí donde el combate lo exigía, para enfrentarse al enemigo común.

Eran tiempos en que los principios internacionalistas no tenían entonces el carácter y la profundidad que pueden tener hoy. Las ideas y los intereses de clases que orientaban la liberación de América en el siglo XIX eran muy diferentes a las actuales. Sin embargo, ya entonces había en América Latina un criterio continental de la lucha y una idea internacional de sus propósitos. 

Hoy la solidaridad revolucionaria de los pueblos de América, entraña mayor profundidad que los antecedentes que le sirvieron de base porque hoy la concepción continental de un solo pueblo latinoamericano se ha robustecido más a consecuencia de un largo proceso histórico, jalonado constantemente por la explotación, el engaño, la opresión y el robo. Esta historia americana de heroísmo y sacrificio, de muerte y de victoria culmina en la disposición de toda América de combatir por su segunda independencia.

Si contra el débil poder colonial español los revolucionarios de entonces hicieron de la unidad continental su arma más poderosa de lucha, con mayor razón, los revolucionarios de hoy que combaten contra un enemigo más poderoso, más brutal y que desarrolla una estrategia global de violencia reaccionaria se les impone la necesidad de responder más unidos que nunca con la solidaridad militante de todos los pueblo, s en la lucha contra su enemigo común.

En esta batalla debemos impedir que el enemigo organice y concentre sus fuerzas contra un solo pueblo, y la solidaridad más efectiva con aquellos pueblos que sufren el rigor de la agresión imperialista en toda su intensidad, es crear muchas trincheras, desarrollar la lucha misma y por ello crear dos, tres, muchos Vietnam es la consigna que han de seguir los revolucionarios de América.

Debemos golpear contundentemente al imperialismo, obligarlo a dispersarse y dividirse, desarrollando los lazos profundos de la solidaridad de los que unidos bajo un mismo ideal, con un mismo objetivo y frente a un enemigo común, luchan conscientes de que la liberación sólo la obtendrán los pueblos que empuñen las armas.

En esencia la forma más eficaz de la solidaridad la constituye la lucha en el propio país. Cada nueva trinchera que surge y golpea al imperialismo es una contribución a la derrota de las  fuerzas reaccionarias.

Tal es el caso de la contribución solidaria de grandes proporciones que está ofreciendo el pueblo de Vietnam. Pocos ejemplos hay en la historia del heroísmo humano, como el del pueblo vietnamita. Los inconmensurables sacrificios de sus hombres, de sus mujeres y de sus niños, están demostrando que la voluntad inclaudicable de los pueblos por conquistar su libertad, es la fuerza capaz de derrotar a los más colosales y salvajes aparatos agresivos y destructivos. La lucha del pueblo vietnamita constituye una de las más generosas contribuciones que haya dado pueblo alguno por la liberación de todos los pueblos oprimidos de la tierra.

Todos los pueblos son deudores al pueblo vietnamita de esa solidaridad que no ha conocido límites en su capacidad de sacrificio.

La práctica de la solidaridad en América Latina debe orientarse especialmente en favor de los pueblos que desarrollan la lucha armada contra el imperialismo, como necesidad impuesta por la realidad objetiva de los hechos; porque la liberación de todos los pueblos del continente dependerá del éxito del movimiento revolucionario armado.

La solidaridad efectiva debe manifestarse, además, en la ayuda material concreta a los movimientos armados así como la divulgación de las luchas de aquellos países donde el grado de confrontación con el imperialismo es más agudo. Asimismo reclama apelar permanentemente a las demostraciones populares, huelgas, paros, marchas y otras jornadas que hagan a ésta más amplia. 

En el marco de la solidaridad latinoamericana, un deber fundamental de los revolucionarios, es la solidaridad concreta y efectiva con la Revolución Cubana, como movimiento revolucionario armado triunfante, parte integral de la gesta de los pueblos de América Latina por su real independencia.

El ejemplo de Cuba ha dado claridad y perspectiva a la lucha revolucionaria en latinoamérica hasta el punto de que a partir de este acontecimiento histórico, la estrategia imperialista ha estado condicionada por el curso de la misma y de su influencia ideológica en el Continente.

El imperialismo yanqui ha desarrollado una política sistemática dirigida a destruir la Revolución Cubana y para ello ha utilizado la fuerza de los gobiernos títeres intentando “caer sobre Cuba con la fuerza de América,, por miedo a que las masas desposeídas y explotadas del Continente sigan su ejemplo aleccionador.

Quieren destruir la Revolución Cubana, para destruir la vanguardia de América, que ha ofrecido y ofrece una contribución permanente a la liberación de los pueblos, porque todo movimiento revolucionario victorioso es un paso de avance del movimiento revolucionario que acelera la liberación de otros países.

El movimiento de solidaridad en América Latina, generado por su propia lucha, no se limita a este Continente, sino que se vincula íntimamente al movimiento revolucionario mundial. La eliminación de las bases de sustentación del imperialismo en América Latina, constituye un decisivo aporte a la destrucción del imperialismo, y es un paso importante en la liberación de los pueblos aún dependientes y coloniales de África y Asia.

Se vincula también a la lucha de la población negra norteamericana, por la conquista de sus derechos de igualdad y libertad.

Se vincula a la lucha del pueblo de los Estados Unidos, que comienza a adquirir conciencia sobre el papel represivo del gobierno imperialista yanqui y alza su voz de protesta contra la guerra en Vietnam y con todo hombre que en cualquier rincón del mundo lucha por la plena liberación de su pueblo. En fin, la lucha de liberación y ahora nacional de nuestros pueblos se une a la lucha de África y Asia, a la del movimiento obrero de los países capitalistas desarrollados y a los países socialistas, formando el torrente único revolucionario de nuestra época.

Golpear al imperialismo ininterrumpidamente es la consigna, obligarlo a dispersar sus fuerzas, eliminar sus bases de sustentación en sus fuentes de materias primas, batirlo en todas partes a costa de todos los sacrificios es el deber solidario de todos los revolucionarios, de todos los desposeídos y explotados que construyen con su lucha el mundo del futuro.

Los representantes de los pueblos latinoamericanos, delegados de los movimientos revolucionarios del Continente, reunidos en la Primera Conferencia de Solidaridad de los pueblos de América Latina, 

PROCLAMAMOS:
PRIMERO: La forma fundamental de ejercer la solidaridad es el desarrollo de la lucha revolucionaria en el seno de cada país, culminando activamente esa solidaridad en la forma esencial para alcanzar la toma del poder: la lucha armada.
SEGUNDO: La solidaridad forma parte de la lucha común de los pueblos en respuesta a la estrategia continental represiva del imperialismo y exige el impulso a la lucha armada mediante el apoyo firme y decidido, expresado con la presencia de combatientes revolucionarios de cualquier país en cada uno de los puntos donde la lucha se desarrolle.
TERCERO: La solidaridad se manifiesta también con la ayuda material y con todos los elementos que garanticen el desenvolvimiento y desarrollo de la lucha, apelando además a la protesta combativa, los paros, las huelgas, las manifestaciones, marchas y a diversas acciones enérgicas y populares.
CUARTO: La solidaridad exige la vinculación de todos los revolucionarios del mundo y requiere desarrollarse con el concurso de todo ese movimiento continental y mundial.
Consecuentemente, la Revolución Latinoamericana se vincula íntimamente con las luchas liberadoras de los pueblos de Asia, África, del movimiento obrero de los países capitalistas, la población negra de los EE. UU. y de todo hombre que luche por la liberación de los pueblos.
QUINTO: El movimiento revolucionario latinoamericano requiere la solidaridad más efectiva de los países liberados de la explotación capitalista y espera de ellos la máxima e incondicional ayuda que de acuerdo con las necesidades de la lucha deben prestarle.
SEXTO: El máximo aprovechamiento de los esfuerzos de todos los revolucionarios en el mundo, será posible en la medida en que se coordinen y desarrollen acciones comunes y se eleve ininterrumpidamente el nivel de la lucha contra el imperialismo, principalmente yanqui.
SEPTIMO: La mejor y más efectiva forma de expresar la solidaridad con la Revolución Cubana, como avanzada y parte integral de la lucha de los pueblos de América Latina por su liberación, es brindar toda cooperación y ayuda efectiva al movimiento revolucionario armado de nuestros distintos países.
La solidaridad con Cuba debe asimismo abordar las amplias capas de la población, debe destruir las intrigas que impulsa el imperialismo, debe actuar radicalmente ante las pretensiones intervencionistas, debe mostrar las conquistas y los éxitos de la victoriosa Revolución Cubana. Las masas de obreros, campesinos, estudiantes y otros sectores explotados y todo lo que hay de honrado en cada país debe actuar constante y coordinadamente para decidir activamente en los acontecimientos.

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