noviembre 16, 2009

"Guerra total" Joseph Goebbels

DISCURSO EN BERLÍN DECLARANDO LA GUERRA TOTAL [1]
¿Quieren Uds. la guerra total?
Joseph Goebbels
[18 de Febrero de 1943]

¿Quieren ustedes la guerra total?
Si fuera necesario, ¿quieren ustedes una guerra más total y más radical que lo que hoy no podríamos ni siquiera imaginar?
El inglés afirma que el pueblo alemán ha perdido la fe en el Führer.
Yo les pregunto…Yo les pregunto:
¿Es la confianza de ustedes en el Führer más grande, más fiel e inquebrantable que nunca. Están ustedes completa y absolutamente listos para seguirlo donde quiera que él vaya y hacer todo lo que sea necesario para llevar la guerra a un victorioso final?
Yo les pregunto: Están ustedes listos para de ahora en adelante hacer todo el esfuerzo necesario para proporcionar al Frente del Este todos los hombres y municiones para darle al Bolchevismo el golpe mortal?
Yo les pregunto: ¿Toman ustedes el sagrado juramento ante la Patria de mantenerse firmes detrás de ella y que darán todo lo que sea necesario para lograr la victoria final?
Yo les pregunto: lo juran ustedes, especialmente las mujeres, que quieren que el gobierno haga todo lo posible para estimular a las mujeres alemanas a poner todo su esfuerzo en el trabajo para apoyar el esfuerzo de la guerra, y a alentar a los hombres para que vayan al frente cuando sea necesario, ayudándoles así en su lucha en el frente?
Yo les pregunto: Aprueban ustedes las más radicales medidas en contra de ese pequeño grupo de farsantes traficantes quienes pretenden hacer creer que hay paz en medio de la guerra y que usan las necesidades de las naciones para sus egoístas propósitos personales? Están ustedes de acuerdo que aquellos que menoscaban el esfuerzo de la guerra deban perder sus cabezas?
Yo les pregunto: que por sobre todo en la guerra, de acuerdo con la plataforma del Partido Nacionalsocialista, ¿los mismos derechos, las mismas obligaciones se les deben aplicar a todos, que la patria deba soportar las pesadas cargas de la guerra y que todo el peso deba ser compartido por todos, por igual, altos y bajos, ricos y pobres?
He preguntado. Ustedes me han dado sus respuestas. Ustedes son parte del pueblo, y sus respuestas son las respuestas del pueblo alemán. Ustedes les han dicho a nuestros enemigos lo que deben oír para que no se hagan falsas ilusiones.
Ahora, como en las primeras horas de nuestro gobierno y a través de los diez años que siguieron, estamos firmemente unidos en hermandad con el pueblo alemán. El más poderoso aliado en la tierra, el pueblo mismo, se para detrás de nosotros y está determinado a seguir al Führer, pase lo que pase. El pueblo acepta los peores peligros para lograr la victoria. Qué poder en la tierra puede impedirnos alcanzar nuestros propósitos. Ahora debemos, podemos y tendremos éxito. Yo me paro ante ustedes no sólo como el vocero del gobierno, sino como el vocero del pueblo.
Mis viejos amigos del partido están aquí a mí alrededor, unidos con los altos oficiales del gobierno y del pueblo. El camarada del partido Speer está sentado cerca de mí. El Führer le ha dado la gran responsabilidad de movilizar la industria alemana de armamento y suministrar al frente todas las armas que necesita. El camarada del partido, Dr. Ley estás sentado cerca de mí. El Führer le ha encargado el liderazgo de la fuerza de trabajo alemana, enseñándoles a trabajar infatigablemente por el esfuerzo de guerra. Nos sentimos profundamente agradecidos con nuestro camarada de partido, Sauckel, quien ha sido encargado por el Führer de llevar cientos de miles de trabajadores del Reich a respaldar nuestra economía nacional, algo que el enemigo no puede hacer. Todos los líderes del partido, el ejército y el gobierno se unen a nosotros también.
Nosotros somos hijos de nuestro pueblo, forjados juntos para esta crítica hora de nuestra historia. Nosotros les prometemos, nosotros prometemos al Frente, nosotros le prometemos al Führer, que juntos convertiremos nuestra patria en una fuerza en la que el Führer y nuestros aguerridos soldados pueden confiar ciegamente. Nosotros empeñamos nuestra palabra, que haremos todo lo que sea necesario con nuestra vida y trabajo por alcanzar la victoria. Nosotros llenaremos nuestros corazones con la pasión política, con el fuego inextinguible que flameó durante las grandes luchas del partido y del estado. Nunca durante esta guerra caeremos presa del falso e hipócrita objetivismo, que trajo a nuestra nación alemana tantos infortunios a lo largo de toda su historia.
Cuando la guerra comenzó, volteamos nuestros ojos a nuestra nación. Todo aquel que lucha por el triunfo es bueno y debe ser alentado. El que impide el triunfo es malo y debe ser eliminado y desechado. Con los corazones encendidos y la cabeza fría, nos sobrepondremos a nuestros mayores problemas en esta fase de la guerra. Estamos en el camino de la eventual victoria, esa victoria descansa en nuestra fe en el Führer.
Esta noche, una vez más, le recuerdo a toda nuestra nación, cuál es nuestro deber. El Führer espera de nosotros que desechemos todo lo que en el pasado nos llevó a las sombras. Nosotros no queremos fallarle. Así como nosotros estamos orgullosos de él, él estará orgulloso de nosotros.
La gran crisis y perturbación de nuestra vida nacional, nos muestra quienes son los verdaderos hombres y mujeres. Nos otros no tenemos derecho de hablar más de sexo débil, porque ambos sexos están mostrando la misma determinación y fuerza espiritual. La nación está lista para todo.
El Führer ha ordenado y nosotros le obedeceremos. En esta gran hora de contemplación y reflexión nacional, nosotros creemos en la firme e inquebrantable victoria final. La vemos ante nosotros, la vemos y sólo tenemos que tocarla. Debemos estar resueltos a subordinar todo ante ella. Esa es la obligación de todos en esta hora crucial. Hagamos que nuestra consigna sea: ¡Pueblo levántate y haz que la tormenta se desate!
-Las palabras finales de Ministro se pierden en los aplausos y gritos ensordecedores del público-
JOSEPH GOEBBELS
[1] Los Aliados en la Conferencia de Casablanca, declararon que sólo aceptarían la rendición incondicional de Alemania.
En respuesta, el 18 de febrero de 1943, Joseph Goebbels pronunció su discurso más largo y más famoso de la historia del Nacionalsocialismo. El escenario fue el Palacio de los Deportes en Berlín, ante una selecta audiencia cuidadosamente seleccionada para darle el marco necesario para los resultados esperados por el Ministro de Propaganda del Reich. En esos momentos, Alemania pasaba por una etapa crítica después de la derrota del 6to Ejército en Stalingrado y la seriedad de la situación ya era evidente para todos los ciudadanos.
Sin contar con los más exitosos discursos de Hitler en sus mejores momentos, este discurso de Goebbels logró efectivamente levantar el entusiasmo por la guerra y también logró convencer a Hitler para darle a Goebbels mayores poderes que le permitieran al Ministro de Propaganda controlar la economía de guerra.
La enorme capacidad de convencimiento de Goebbels con su encendido verbo logró el efecto psicológico para que la población olvidara la recientes derrota en Stalingrado y la desesperada situación en África. Goebbels manejaba las reacciones de su audiencia modificando su discurso de acuerdo a las circunstancias. La escogida audiencia reaccionó exactamente como Goebbels lo había planeado.
El pueblo alemán estaba listo para enfrentar la etapa final de la guerra, una guerra que cualquier general, despojado de su sentido de fidelidad al Führer, sin fanatismos y con total objetividad, ya daba por perdida.

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