ADVERTENCIA A LOS HABITANTES DEL CUSCO [1]
José Gabriel Tupac Amaru
[15 de Noviembre de 1780]
Don José Gabriel Tupa Amaro[2], indio de la sangre real de los incas y tronco principal.
Hago saber a todos los vecinos, moradores estantes y habitantes en la ciudad del Cuzco y sus inmediaciones, de cualquier estado, calidad o condición que sean, cómo los repetidos clamores que los naturales de estas provincias me han hecho incesantemente de los agravios que se les infieren por varias personas como por los corregidores europeos, y que aunque habrán producido varias justas quejas a todos los tribunales, no hallaron remedio oportuno para contenerlos. Y que, pues yo como el más distinguido debía mirarlos con aquella lástima que la misma naturaleza exige, y más con estos infelices, mirando todo esto con el más maduro acuerdo ya que esta pretensión no se endereza en lo más leve contra nuestra sagrada religión católica sino a suprimir tanto desorden, después de haber tomado por acá aquellas medidas que han sido conducentes a la conservación de los españoles, criollos, mestizos, zambos, mulatos e indios, y su tranquilidad, he tenido por indispensable amonestar, como amonesto, a mis amados compatriotas y en caso necesario mandarles no presten obediencia ni den auxilio a los jueces de dicha ciudad ni sus contornos, para tal efecto de sorprenderme ni a mis allegados, porque en este caso experimentarían sus habitadores todo el rigor que el día pide sin reserva de ninguna persona, y con más particularidad contra las de Europa, mirando en esto a que cesen las ofensas a Dios. Para cuyo desempeño están a mis órdenes cuatro provincias y otras que solicitan mi amparo para sacarlas de la injusta servidumbre que han padecido hasta el día en que espero que la Divina Clemencia me alumbrará para un negocio que necesito de roda su asistencia para su feliz éxito. Y para que así se tenga entendido se fijarán ejemplares de este edicto en los parajes que se rengan por convenientes.
Tungasuca y noviembre 15 de 1780.-
JOSE GABRIEL TUPA AMARO INCA
Nota. Que se advierte que ningún europeo quedará con vida, y lo mismo los que salieran en su defensa
[1] Al apresar, el 4 de noviembre de 1780, al corregidor Arriaga en Tungasuca, pueblo de su cacicazgo, Tupac Amaru inaugura la insurrección. El 10 de noviembre, siempre en Tungasuca, Arriaga es ejecutado: el movimiento deja atrás, pese a las protestaciones de fidelidad al monarca, el inicial reformismo legalista. Lo que parece haber desencadenado los sucesos violentos de 1780 es el famoso sistema de los" "repartos" (la venta compulsiva de mercancías a los campesinos indígenas), duramente criticado ya por fray Calixto. Esta práctica, fuera de los ingresos que generaba a favor de la burguesía comercial limeña, permitía conseguir la mano de obra que necesitaban minas y obrajes: al no poder pagar las mercancías que les "repartían" los corregidores (otros beneficiarios de los "repartos"), los campesinos, en efecto, se veían forzados a vender su fuerza de trabajo fuera de su comunidad [Golte 1980]. Para los indígenas que vivían en un sistema de relativa autarquía, tal atropello resultaba, naturalmente, insoportable. No es de extrañar, por lo tanto, que el "reparto" fuera uno de los factores que contribuyeron a desencadenar la insurrección. Como "cacique de caciques", portavoz de la provincia de Canas y Canchis (Tinta), Tupac Amaru se había esforzado, en los años setenta, de obtener, por la vía legal, la abolición de la mita: concretamente, el trabajo forzado en las minas de Potosí; obviamente sin resultado. Por su parte, sus solicitudes ante la Audiencia del 22 de julio y del 18 de diciembre de 1777, publicadas por Loayza [1947], demuestran una excelente formación jurídica y una gran capacidad de persuasión. La respuesta metropolitana al pedido de abolición de los repartos fue vacilante y ambigua. Como quiera que sea, para Tupac Amaru, el responsable de la continuación de tal práctica odiosa no era el rey, sino el conjunto de los corregidores, odiados" y de todos modos poco dispuestos a renunciar a las ganancias que esa les proporcionaba. Fue en tanto "representante" del rey, por lo tanto, que él lanzó su campaña contra los corregidores.
[2] Este es el nombre que utilizaba su portador y así figura en las actas judiciales. Una de sus firmas corrientes era también: Don José Gabriel Tupa Amaro Inca de la sangre real y tronco principal de los reyes.
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