junio 28, 2010

Colección de documentos sobre el otorgamiento de facultades extraordinarias, suma del poder público y honores al Gdor. Juan Manuel de Rosas (1840) 9º Parte

Documentos relativos a la reelección de Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos Aires con la suma del poder público [1]
[Año 1840]
[9° Parte]

N° 66.
Habiendo concluido el período de su administración Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes, la Honorable Sala expidió la siguiente ley.

¡Viva la Federación!
La H. Junta de Representantes
Buenos Aires, Marzo 5 de 1840.
Año 31 de la Libertad, 25 de la Independencia, y 11 de la Confederación Argentina
Al Poder Ejecutivo.
La H. Junta de Representantes, etc....
ART. 1°.- Queda nombrado Gobernador y Capitán General de la Provincia, en los términos que prescribe la ley de 7 de Marzo de 1835, el Ilustre Restaurador de las Leyes, Brigadier General D. Juan Manuel de Rosas.
2°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Dios Guarde a V. E. muchos años.
Miguel García.
Lucas G. Peña.
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N° 67.
Renuncia del Ilustre Restaurador de las Leyes.

¡Viva la Federación!
El Ciudadano Brigadier J. M. de Rosas
Buenos Aires, Marzo 14 de 1840.-
Año 31 de la Libertad, 25 de la Independencia, y 11 de la Confederación Argentina.
Altamente obligado, eleva su respetuosa dimisión, suplicando el descanso que exigen sus doloridas circunstancias domésticas.
A la Honorable Junta de Representantes.
El infrascripto reconoce agradecido el alto honor que la H. Representación de la Provincia se ha dignado acordarle, reeligiéndolo, por unánime aclamación, para Gobernador y Capitán General de la Provincia - Penetrado está de una emoción indefinible de gratitud - La ley de 5 del presente contiene el voto mas augusto y penetrante para su corazón - Al dispensarle una confianza inmensa, contempla que sus compatriotas, y los órganos de la voluntad soberanamente libre de la Provincia, han querido favorecerle con una confianza suprema. Es la única que podría anhelar después del fallo con que la Divina Providencia, en los arcanos de su eterna justicia, juzgue los actos de su vida pública-
Contravendría al sentimiento puro de su conciencia si se aconsejara solo de su ardiente gratitud, cuando no le es dado, ni posible prolongar la dilatada penosa carrera de sus sacrificios = Si en la contristada situación de la República, y en sus hondos conflictos, debió someterse a una inmensa responsabilidad, hoy que han desaparecido en su mayor parte, hoy que es clara ya la senda y marcha de la defensa de su salvación, hoy que ninguna administración podrá variarla sin que se reduzca a escombros gloriosos la República, hoy que el infrascripto ha llenado fiel y cumplidamente el término de su compromiso, implora el reposo que exigen sus infortunios domésticos - Concédale V. H. mitigarlos, contemplando desde su hogar el deleitoso cuadro del honor de la República y de su libertad triunfante gloriosamente defendidos - Regocijarse debe la Patria, y complacerse los elegidos de la Provincia, porque ciudadanos hay que puedan dirigir sus destinos, sostener sus lauros y colmar sus esperanzas - En este natural convencimiento reproduce el infrascripto con su mas profundo respeto. el invariable voto que consignó al terminar su mensaje - Recordó entonces los cien días que faltaban para el término del período legal, por la urgente necesidad de que los Señores Representantes se ocupasen de elegir la persona que debiera sucederle, y de crear los recursos indispensables para su marcha administrativa - Ha corrido un bimestre desde aquella manifestación, y por el interés de la causa pública séale permitido al infrascripto, al reproducir su decisión, recomendar a los Sres. Representantes un negocio de tanta importancia, que aun no ha sido considerado en sus sabias y honorables deliberaciones -
Sabe el infrascripto, y siente escrito en su corazón Americano, lo que le corresponde como Argentino nacido en el continente libre de la América. Su deber es sacrificarse, y morir al lado de sus compatriotas por la noble causa de la libertad - Ha ofrecido sus haberes, su vida, y también su fama para la defensa de la causa nacional Americana, y contra los desertores de ella, los salvajes inmundos asquerosos unitarios. Nada debe arredrarle en el cumplimiento de este deber, cuando los Sres. Representantes comprenden y pueden explicar debidamente cuanto importa el sacrificio de la fama cuando lo exige la libertad de la Patria.
Fervorosamente adherido el infrascripto a los principios que reglan su conducta en este punto, y a las imperiosas exigencias de sus cansados días, termina esta expresión sincera de sus mas acendrados sentimientos, suplicando con intenso anhelo muy encarecida y humildemente a V. H. se digne elegir sin pérdida de momentos la persona que deba sucederle en el mando supremo de la Provincia, y crear los recursos con que deba contar la administración subsiguiente.-
Dios guarde a V. H. muchos años-
Juan M. de Rosas.
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N° 68.
Resolución de la H. Sala sobre la renuncia anterior.

¡Viva la Federación!
La H. Junta de Representantes
Buenos Aires, Marzo 19 de 1840.
Año 31 de la Libertad, 25 de la Independencia, y 11 de la Confederación Argentina.
Al Excmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia, Ilustre Restaurador de las Leyes, Brigadier General D. Juan Manuel de Rosas.
La Sala de Representantes ha considerado detenidamente la muy distinguida nota del 14 del corriente en la que V.E. le manifiesta, que si en la contristada situación de la República y en sus hondos conflictos debió someterse a una inmensa responsabilidad, hoy que es clara ya la senda y la marcha de la defensa de su salvación, hoy que ninguna administración podrá variarla sin que la República se reduzca a honrosos y gloriosos escombros, hoy que ha llenado fiel y cumplidamente el término de su compromiso, implora el reposo que exigen sus infortunios domésticos, y haciendo dimisión del mando que le ha conferido nuevamente la ley de 5 de Marzo, suplica que sin pérdida de momentos se elija la persona que deba sucederle, y crear los recursos con que debe contar la administración subsiguiente.
Es altamente sensible a los Representantes del Pueblo no poder ofrecer a V. E. los grandes consuelos que necesita; en sus acerbas y repetidas aflicciones: ellos pertenecen, y deben confiadamente esperarse de la Divina Providencia, que en su inmensa misericordia jamás abandona a sus criaturas a un infortunio sin fin.
La Sala muy penetrada del tino y sabiduría con que V. E. en el período de su mando ha marcado la senda que necesariamente debe conducir la República a su mas alta prosperidad, no teme el triunfo de sus enemigos, todo lo espera de la justicia de la santa causa del país, y del valor y fidelidad del Ejército, que bajo la acertada dirección de V. E. ha sabido adquirir una gloria inmarcesible.
Los Representantes del Pueblo, que en esta vez no han hecho sino ratificar el voto universal de la Provincia, cargarían con una ilimitada responsabilidad y traicionarían su conciencia si vencidos de la justa estimación a V. E. y del deseo de complacerle, se prestasen a admitir su dimisión. A V. E. toca terminar la obra que tan denodadamente empezó: sostener y consolidar unas leyes que tan heroicamente restauró; muy persuadidos de que, mientras el salvaje y funesto bando unitario, encaminado contra la Patria y su salvación, permanezca en aptitud hostil, el ardiente patriotismo de V. E. no puede rehusarle los grandes sacrificios que incesantemente hace por la libertad de esa Patria que le vio nacer.
Los Representantes de la Provincia, que serán infatigables en facilitar recursos que allanen los obstáculos que puedan oponerse a la marcha del Gobierno, esperan confiadamente que el Ilustre Restaurador de las Leyes, resignándose a lo que prescribe la ley de 5 de Marzo, y muy principalmente a los altos designios de la Providencia, bien manifestados en los grandes sucesos que llenan las gloriosas páginas de la historia de la administración de V. E., proporcionará el placer de ofrecerle un homenaje unánime, y el profundo reconocimiento del pueblo que tiene la honra de representar.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Miguel Garcia.
Manuel de Irigoyen.
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N° 69.
Segunda renuncia del Ilustre Restaurador de las Leyes, ofreciéndose a permanecer un semestre mas en el mando.

¡Viva la Federación!
El Ciudadano Brigadier J. M. de Rosas
Buenos Aires, Abril 10 de 1840.-
Año 31 de la Libertad, 25 de la Independencia, y 11 de la Confederación Argentina.
Reproduce sensibilizado su fervoroso reconocimiento, reitera su dimisión, y ofrece por respeto a los Honorables Representantas y a sus conciudadanos continuar un semestre en el Gobierno.
A la Honorable Junta de Representantes.
No pudiera el infrascripto verter el sentimiento intenso de su corazón, si no reiterara a los Sres. Representantes su mas encarecida gratitud por la eminente inmensa confianza que nuevamente se han dignado acordarle en la sanción honorable de 19 del presente- La repetición de este augusto voto excita su mas vivo profundo agradecimiento-
Ha sentido el alto honor de manifestar a los Honorables Representantes las poderosas razones en que funda su resolución invariable - La triste infortunada situación de su vida doméstica le aleja de una posición en que no puede sobrellevar el ponderoso deber del mando supremo - Permítasele, Honorables Representantes, insistir en su renuncia y suplicar humildemente, penetrado del íntimo respeto, no se le niegue la justicia de admitirla-
Entretanto la deuda infinita de su benevolencia a los Sres. Representantes y a sus conciudadanos le alienta a presentarles como el último de sus sacrificios su obsecuencia a continuar en el Gobierno un semestre, contado desde el 13 del corriente, período suficiente para que elijan el ciudadano que deba sucederle-
Aquí es del deber del infrascripto solicitar de la sabiduría y acendrado patriotismo de los Honorables Representantes, vigoricen la heroica causa del Continente Americano, declarando hasta que punto obliga el juramento sagrado de sacrificar aun la fama en defensa de la Independencia Nacional - A tan elevado y santo objeto permítase al infrascripto rogar a los Padres de la Patria se consagren a esta nueva tarea de honor y gloria, entrelazándola con los esplendorosos lauros que han' legado ya a los anales de la libertad del mundo -
Dios guarde a V. H. muchos años-e-
Juan. M. de Rosas.
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N° 70.
Resolución de la Honorable Sala sobre el oficio anterior.

¡Viva la Federación!
La Honorable Junta de Representantes
Buenos Aires, Abril 14 de 1840.-
Año 31 de la Libertad, 25 de la Independencia, y 11 de la Confederación Argentina.
Al Excmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia, Ilustre Restaurador de las Leyes, Brigadier D. Juan Manuel de Rosas.
La Sala de Representantes acepta y aprecia en su justo valor la noble deferencia del Ilustre Jefe del Estado que manifiesta en su nota de 10 del presente, en que a pesar de la infortunada situación de su vida doméstica, se presta a continuar al frente de los negocios públicos durante un semestre, contado desde el día 13 del corriente.
Los Representantes sienten sobremanera, que existiendo aun las mismas justificadas causas que motivaron la ley de 5 del mes anterior, no les sea dado hacer ninguna innovación en dicha ley, sin sobreponerse a la suprema voluntad de sus comi¬tentes, libre .y reiteradamente expresada, y sin comprometer los intereses primordiales de la Patria.
Ellos desearían aliviarle de tan pesada carga, penetrados como están de la justicia con que S. E. reclama su descanso, pero no pueden acordarlo, porque seria autorizar simultáneamente la ruina del país, a que sin duda alguna le conduciría la desaparición de S. E. del eminente puesto a que le ha llamado el voto unánime de la Provincia,
Los Representantes del Pueblo han meditado detenidamente sobre la obligación que produzca el sagrado juramento de sacrificar aun la fama en defensa de la Independencia Nacional, y después de la firmeza con que constantemente se han pronunciado, y de la decisión que manifestaron al ofrecer a S. E. sus fortunas, vidas y fama, declaran ante el mundo todo, que el sacrificio de la fama debe entenderse que les sostener la guerra santa en que está empeñada la República en defensa de la libertad e independencia, sin detenerse ni aun en la pérdida de la fama misma, sin reserva de este sacrificio, el mas valioso, ni en nada de lo mas caro y precioso al hombre civilizado, toda vez que la salvación del país lo exigiere.
Que decididos a perder hasta su existencia y fama por la sagrada causa de la libertad e independencia Americana, debe el Gobierno poner en ejercicio, y le autorizan para que ponga cuantos medios le conduzcan a este glorioso fin, hasta el exterminio total del salvaje y feroz bando unitario; persuadiéndose que penetrada la Representación de la Provincia de la justicia de la causa que sostiene, todo y aun la existencia del país debe posponerse para terminarla con gloria y conservar con honor el nombre Argentino.
Que en su consecuencia debe el Gobierno contar con las mas decidida y eficaz cooperación de la Legislatura de la Provincia, puesto que sus Representantes, como todos los demás Argentinos dignos de este nombre, están dispuestos a sepultarse antes bajo los escombros honrosos de la República, que permitir que los traidores vándalos que la hostilizan consigan mancillar el honor nacional.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Miguel Garcia.
Manuel de Irigoyen.

[1] Fuente: Ravignani, E, Asambleas Constituyentes Argentinas, Tº VI, 2º parte, pág. 1079 ss. Ante disposiciones expresas de nuestra Constitución nacional, que no se encuentran en otras que se citan como fuente, nos ha parecido conveniente reunir los elementos de derecho público argentino que han dado origen a las expresiones Facultades extraordinarias y Suma del poder público, como así también las de Preeminencias y Honores. Todas ellas, en realidad, se dictaban para robustecer el Poder Ejecutivo en mengua de los poderes legislativo y judicial. Sería difícil un comentario doctrinario e histórico sin tener presente elementos de juicio como los que se ofrecen a continuación. Este aspecto de nuestra historia constitucional tiene caracteres genuinamente argentinos; de ahí que sea en la entraña de nuestro pasado que debe buscarse la explicación de un asunto tan particular. Como ilustración y comentario de estos elementos, recomendamos la lectura de los fundamentales debates en la Junta de representantes de Buenos Aires. (N. del E.)

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